Mi hermanita y yo, un sueño 2
Continuación de cómo avanzaron las cosas con mi hermana de 10..
Como conté anteriormente, mi hermana y yo terminamos dándonos sexo oral mientras veíamos una porno.
Al día siguiente, para mi sorpresa, cuando mis papás salieron de la casa, ella misma se acercó y me dijo «vamos».
Se notó que lo que había pasado el día anterior le gustó.
Así que subimos al cuarto de mis papás. Esta vez no recuerdo que pusimos en la tele, pero eso no importaba. La peli porno era solo una excusa.
Puse la peli en el reproductor de cassettes y cuando me volteé, ya mi hermana se había sacado sus calzoncitos y tenía las piernas abiertas. Se ve que esperaba con ansias la lengua de su hermanito.
Sin dudarlo, y viendo que tenía vía libre, me zambullí en el paraíso y empecé a lamer su delicioso clitoris pequeño. A veces introducía un poco mi lengua por el orificio de su vagina y ella no se molestaba para nada. Aquello estaba tan rosadito y tierno, que quería quedarme ahí por siempre.
– Así hermanito, que rico, siento cosquillas, aaah, siento que me orino – decía a punto de venirse.
Separé la boca un segundo sólo para decirle que lo hiciera sin miedo. Y el orgasmo no se hizo esperar.
Al compás de mi lengua sacudiendo su pequeña vagina suave y deliciosa de niña, con su cuerpo saltando en la cama como una experta y entre temblores. Grandes chorritos de orina, incluso más grandes que el día anterior, empezaron a salir y yo tragaba lo que podía sin dejar de lamer.
Como no quería salirme de ahí, pero también quería que me la chupara, le dije que hicieramos un 69.
Obviamente no sabía lo que era, así que le expliqué y nos coloque en posición. Ella arriba, yo abajo. Y comenzó la fiesta.
El placer que le producía mi lengua en su clitoris y su tierno culito; se traducía a su vez en su pequeña lengua acariciando mi pene. Subía y bajaba su cabecita con un ritmo perfecto. Su boca era tan pequeña y delicada, y su lengua se sentía tan caliente que pronto estaba teniendo un orgasmo. Todo esto aunado al morbo, a lo prohibido y a tener su culito en mi cara.
Termine y la acosté a mi lado. Sonreía y no decía nada, estaba en otro mundo y yo también.
No dijimos nada por unos minutos, solo se oían los gemidos en la tele. 2 tipos estaban rellenando a una chica al tiempo por la boca y la vagina, y esta gozaba de lo lindo. Mi hermanita no perdía la atención ni un minuto.
Ya repuesto, empecé a acariciarle su pecho sin tetas. Metí la mano y le acariciaba sus pezones, comenzó a ponerse inquieta.
Sin pensarlo, me puse sobre ella y empecé a besarle la boca. Al principio se quedó con la boca cerrada y mi lengua chocaba contra sus dientes. Pero con delicadeza la hice abrir la boca con mi lengua y el resto fue natural. Cuando mi lengua se encontró con la suya, empezó a jugar incesantemente. Ambos olíamos a sexo y eso intensificó el beso. Fue un beso húmedo, largo y delicioso y otra vez se me paró. Estaba besando a mi hermana, estaba en el cielo.
En aquella posición, mi erecto pene de niño encontró fácil acomodo entre los labios de su empapada vagina. Aún húmeda por su orgasmo reciente.
Instintivamente, empece a empujar. Fallé un par de veces, pero pronto sentí como se abría paso entre las paredes de su vagina.
Tengo que decir que es una de las mejores sensaciones que he tenido.
Ella se estremeció un poco. Aún besándome.
– Te duele – pregunte. Mi intención no era hacerle daño y espantarla.
– Un poco, pero no tanto.
Volvimos al beso, y muy lentamente la metía más cada vez. Entraba y salía, cada vez más adentro.
Mi hermana soltó un par de gemidos, pero no me pidió que parara. Seguíamos besándonos.
Sentí como al fin estaba entrando toda, ella se quejaba, pero no era dolor, era placer.
Yo, mas confiado empecé a acelerar el ritmo. Los gemidos de la pantalla eran la música perfecta. Y mi hermana empezó a hacer lo mismo. Esa vocecita de niña gimiendo como loca era demasiado.
– Aaah, aaaah, si… – era todo lo que alcanzaba a decir.
Su cuerpito pequeño debajo del mío era una escultura al morbo. Le quite la ropa que llevaba arriba y empecé a lamer sus pezones.
Mire su cara y tenía los ojos en blanco, jadeaba sin cansancio. Ya no gemía, casi gritaba.
– AAAAHH, ME ORINO HERMANO, UUUUY, QUE RICO –
Su cuerpo empezó a sacudirse con fuerza. Sus piernas a los lados de mis caderas apretaban duro y sentí como me mojaba todo el abdomen con sus jugos de niña.
Seguí empujando y la lujuria me alcanzó. Terminé de nuevo de manera colosal, nunca había tenido un orgasmo tan enorme.
– Me riego mi amor, tómala toda, así, uuuff –
Le agarre sus piecitos y me vine con fuerza (aunque sin leche aún) y caí rendido sobre ella.
– Que rico – la escuché decir en voz baja.
Nos pusimos la ropa porque mamá estaba a punto de llegar. Guardamos y limpiamos todo en silencio. Ella se metió a bañar y en eso llegó mi mamá.
Como antes, pasamos el día como si no hubiera pasado nada.
Pero esa noche cambió todo en nuestro cuarto.
Nos vemos en el próximo relato. Gracias por leerme.
Wooooowwww! me excitó de sobremanera la penetración!
Gracias por leerme
Delicioso follar a una nenita y ms si es tu propia hermana.
Lo es. De hecho lo más rico que he hecho.