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Incestos en Familia

Mi Hermano y Sus Secretos

Florencia, descalza, se sienta junto a la cama con las piernas cruzadas. El cabello enredado, la mirada hundida. Rasca su brazo sin darse cuenta mientras observa los dedos rígidos de su hermano Esteban… de 39 años, en estado vegetativo. Exmúsico o ingeniero de sonido (su pasado importa). Un tatuaje .
TOCAN EL TIMBRE

Florencia no se inmuta al principio. Segunda vez. Se levanta con desgano, sin quitarse los guantes.

Abre la puerta. Entra Verónica (42), elegante, maquillada con precisión. Lleva lentes de sol, aunque el día es nublado. Su perfume llena la casa. Mira con incomodidad el entorno: humedad, desorden, olor a encierro.

VERÓNICA

(quitándose los lentes)

Hola, Florencia.

FLORENCIA

(pausada, seca)

Pasá.

Verónica se sirve agua sin pedir permiso. Florencia permanece de pie, sin ofrecer asiento.

VERÓNICA

David ya viene en camino. Sale de Frankfurt esta noche. Llega pasado mañana.

FLORENCIA

(levemente sorprendida)

VERÓNICA

Ya es hora de que se despida.

(silencio)

Florencia se cruza de brazos. Verónica la observa, entonces va al grano:

VERÓNICA

Florencia… es momento de desconectar a Esteban. Ya está decidido. No puede seguir así.

FLORENCIA

(sin dudar)

No.

VERÓNICA

(sorprendida)

¿Perdón?

FLORENCIA

Vos no quisiste tenerlo en tu casa. Dijiste que te daba miedo que David lo viera así. Que ya era bastante con la forma en que lo encontraron.

VERÓNICA

Eso no tiene nada que ver.

FLORENCIA

Lo dejaste conmigo. Con este departamento chico, sin ayuda. Yo lo lavo. Yo lo alimento. Yo lo escucho respirar.

VERÓNICA

(recomponiéndose, más fría)

Por eso te estoy avisando. No es una consulta. Es un aviso. En 72 horas se hace. Legalmente ya tengo todo firmado.

Florencia se planta frente a ella, la mirada fija. No tiembla la voz.

FLORENCIA

Vos no sabés si él está. Yo sí. Y no lo voy a dejar morir por capricho tuyo.

Verónica suspira. Saca del bolso un folder con documentos. Lo pone en la mesa sin decir nada.

VERÓNICA

(se pone los lentes)

Sale sin despedirse. La puerta se cierra. Florencia permanece en la cocina, temblando.

Florencia vuelve con Esteban. Se sienta. Mira el monitor.

FLORENCIA

(voz baja) le toma la mano. Mira el monitor. Susurra:

«¿Vos querés irte?»

La lluvia cae fina sobre la ventana. Un ventilador ruge en cámara lenta. El departamento sigue en penumbra. No hay música. Solo el zumbido constante de las máquinas.

Florencia arrastra el colchón hacia el lado de la cama de Esteban. Lo ha hecho otras veces. Se acuesta cerca, boca arriba, con los ojos abiertos.

01:33 A.M.

La luz del monitor le ilumina un lado del rostro. Observa el cable que conecta el tubo de respiración. Luego el rostro inmóvil de su hermano. Sus labios apenas secos. La barba descuidada.

Se incorpora lentamente. Le acomoda el cuello con una toalla enrollada. Luego se sienta en la cama de nuevo y le habla, casi en susurros.

FLORENCIA

(voz baja)

Esteban… ¿te acordás del gato que tuvimos? El naranja, que dormía en la bañera…

Le sonríe, pero es una mueca triste.

FLORENCIA

Te acordás. ¿No?

Silencio.

De la repisa saca una grabadora portátil, vieja, de cinta miniDV. La coloca sobre el pecho de Esteban y aprieta REC.

FLORENCIA

(graba)

Diario para Esteban. Día mil ciento ocho. Hoy vino Verónica. Dijo que ya está todo firmado. Que se hace en tres días. Que es lo mejor.

(pausa)

No me preguntó cómo estoy. Ni cómo estás vos. Solo… vino a cerrar la historia.

Ella misma detiene la grabadora. El clic es seco. Mira la cinta girando un segundo. Luego, se cubre la cara con ambas manos. Respira hondo. No llora.

Pone la grabadora en un cajón, donde ya hay otras. Varias. Todas etiquetadas: Día 875, Día 946, Día 1003…

Florencia regresa al colchón. Apaga el ventilador.

Oscuridad total.

Suena el citófono. Florencia, únicamente con la bata puesta, abre la puerta sin decir palabra. Afuera, David (15), mochila al hombro, cara cansada de vuelo largo, la abraza con fuerza.

DAVID

Tía…

Florencia lo rodea con los brazos. Por primera vez en días, cierra los ojos.

MÁS TARDE

David se arrodilla junto a la cama. Sujeta la mano de su padre. La besa.

DAVID

Hola, papá.

(pausa)

Ya estoy acá.

Florencia observa desde la puerta, en silencio.

DAVID

¿Te acordás cuando me enseñaste a armar la pedalera esa, con el fuzz de los setenta? Mamá te decía que hacías ruido, pero a mí me encantaba.

(se ríe bajito)

Nunca entendí cómo sabías cuál cable hacía qué.

Acaricia su frente. Se le humedecen los ojos, pero no llora.

FLORENCIA

¿Querés quedarte unos días?

DAVID

Sí. Gracias, tía.

Se abrazan. No hay tensión todavía. Solo cansancio compartido.

David y Florencia cenan en silencio. La televisión está encendida sin volumen. Noticias de fondo. David bebe jugo; Florencia no ha tocado su comida.

DAVID

¿Vos creés que está ahí?

Florencia lo mira.

DAVID

Papá. ¿Vos sentís que… está?

FLORENCIA

A veces sí.

(pausa)

O quiero creerlo.

DAVID

Mamá no es mala. Solo está cansada. De esto. De él.

(pausa)

Yo también estoy cansado, tía. No me acuerdo cómo era él sin los tubos.

(más bajo)

No sé si quiero recordarlo así.

Florencia lo escucha sin interrumpir. Asiente con la cabeza.

FLORENCIA

Gracias por decirme eso.

Silencio cómodo.

David no puede dormir. Florencia le presta una cobija y duerme en el colchón al lado. Él se levanta sigilosamente. Encuentra el cajón de las cintas.

DAVID

¿Y esto?

FLORENCIA

(gruñendo medio dormida)

Grabaciones mías. Le hablaba para que no se sintiera solo.

DAVID

¿Todos estos días?

FLORENCIA

Más de mil.

(se ríe sin alegría)

Ridículo, ¿no?

David pone una cinta en la cámara. Le da play. Se oyen susurros, desahogos, una voz quebrada.

Pasa a otra. Más de lo mismo: rutina, pensamientos, recuerdos.

Luego ve otra caja, más vieja, distinta. Sin etiquetas prolijas. Cintas polvorientas con solo números: “CINTA 1”, “CINTA 2”…

DAVID

¿Y estas?

Florencia se incorpora.

FLORENCIA

No las había visto.

(toma una)

Son de él. De antes.

DAVID

¿Las miramos?

Florencia duda. Asiente.

David conecta la cámara a la televisión. Play.

CINTA 1:

Imágenes caseras. Esteban en un cuarto con paredes cubiertas de espuma acústica. Una especie de sótano adaptado como estudio. Luces azules. Habla a cámara con una sonrisa ambigua.

ESTEBAN (grabado)

(Sonríe. Toma aire. Mira fuera de cámara, como si alguien más estuviera ahí. Vuelve a mirar al lente.)

Verónica entra al estudio.

No dice nada. Se quita la chaqueta.

Él no se levanta. Solo la observa.

Esteban comienza a decirle algo, pero no es claro. Sonríe otra vez. Verónica comienza a desnudarse lentamente ante la mirada de Esteban y la cámara. Verónica es una mujer de piel canela y pelo negro crespo, de ojos grandes, llamativos. No usa lentes y sonríe a medida que se deshace de sus prendas. Cuando se saca su blusa revela un sujetador que guarda unos muy voluptuosos senos

(La imagen permanece en plano fijo. Esteban observa. Verónica, de pie frente a él, comienza a deshacerse de su sujetador lentamente. Sus movimientos no son apurados: son deliberados, como si conociera cada gesto, cada mirada que va a provocar. Sus enormes tetas quedan a la vista de Esteban, de Florencia y de David)

(Se quita los jeans con calma. Los deja caer fuera de cuadro. Luego, sus dedos buscan los bordes de sus bragas. Su sonrisa es serena, segura. No dice una palabra. No hace falta.)

(Esteban no se mueve. Solo la sigue con los ojos. Su expresión ha cambiado: ya no es la sonrisa ambigua del principio. Es otra cosa. Algo contenido. Algo que lucha por no desbordarse.)

(Sus senos resaltan bajo la tenue luz azul del estudio. Ella se detiene allí. Mira a Esteban. Y luego, mira directamente a la cámara. Luego, desliza sus bragas hasta que también desaparecen del cuadro. Queda completamente desnuda. Mira a Esteban. Él no se mueve. Solo la observa, con la mandíbula tensa, como si contuviera un terremoto.)

(Verónica gira lentamente la cabeza hacia la cámara. Mira de frente al lente. A quien está viendo. A David. A Florencia.)

(Silencio. Solo el leve zumbido del audio ambiente de la cinta.)

DAVID (en voz baja, casi sin aliento)

Mamá…

(Florencia gira hacia él, con los ojos muy abiertos. Está pálida.)

FLORENCIA

¡Dios mío!

DAVID (sin apartar la vista)

Esa es mi mamá.

(Florencia vuelve la mirada a la pantalla, horrorizada. De pronto, el rostro de Esteban —su hermano— aparece más cerca del lente. Parece hablarle a la cámara, pero el sonido se corta abruptamente cuando Florencia pausa el video.)

DAVID (con voz quebrada)

¿Esto qué es…? ¿Sus videos sexuales?

FLORENCIA (en shock)

No lo sé… Pero es claramente algo íntimo, de ellos.

Y no es casual. No parece una simple grabación privada.

(Pausa. David asiente, con lentitud. Pasa una mano por su cara. Florencia baja la mirada al piso. Ambos evitan mirarse de frente.)

DAVID

¿Tú sabías algo?

¿De esto?

FLORENCIA (niega de inmediato)

Nunca. Nunca los vi así.

Pensé que su relación era… no sé, normal.

Familiar. Funcional.

O al menos, no tan…

DAVID

¿Y ahora qué hacemos?

¿Las seguimos viendo?

FLORENCIA (rápido)

No sé si deberíamos.

(Otra pausa. David asiente. Mira la pantalla.)

DAVID

Pero quieres, ¿cierto?

(Florencia no responde de inmediato. Su silencio lo dice todo. Finalmente, lo admite sin mirarlo.)

FLORENCIA

Sí.

DAVID (susurra)

Yo también.

(Ambos se quedan quietos. La luz azul de la televisión sigue iluminando sus rostros. Florencia se inclina ligeramente hacia adelante. Duda. Luego pulsa “Play”.)

(El video continúa. Mismo cuarto. Misma luz azul. Verónica está sentada en una silla frente a Esteban. Él se ha sacado su pene y lo sostiene con la mano mientras la mira. Le habla en voz baja mientras ella lo observa, desnuda, como si estuviera esperando una indicación. Hay una pausa larga. Luego, Verónica se acerca y se recuesta sobre una alfombra extendida en el centro del cuarto.) (Se tumba boca arriba, sin apartar la vista de él. Abre las piernas con lentitud, con decisión. No hay música. Solo la respiración de ambos. Esteban se acerca despacio y se arrodilla frente a ella.Sus manos se detienen sobre los muslos de Verónica, pero no se mueven de inmediato.)

(Florencia baja la mirada apenas, como si algo dentro de ella retrocediera. Pero no se tapa los ojos. David, al contrario, se tensa por completo, como si la sangre se le hubiese estancado en los pies.)

(Esteban se recuesta sobre ella, la penetra. Ella le acaricia la espalda. Él le besa el cuello, luego la boca. Se toma su tiempo.)

(La imagen es de una intimidad desbordante, sin vergüenza)

(David traga saliva. Sus manos están apretadas entre las piernas, su pene se ha puesto duro como un mástil. No mira a Florencia, pero la siente a su lado.)

DAVID (muy bajo, sin mirar)

Estoy viendo a mis padres tener sexo.

FLORENCIA (apenas audible)

Es increíble…

(En la pantalla, Esteban se detiene. Levanta la cabeza y mira directamente a la cámara, luego vuelve a clavarla, pero esta vez sin dejar de mirar la cámara. Florencia siente ese peso. Retrocede sutilmente en el sofá, como si hubiera sido tocada.)

(Florencia pausa de nuevo la grabación. La imagen queda congelada con Esteban mirándolos. Ella se incorpora, inquieta. Mira a David. Él por fin la mira de vuelta. Hay una mezcla de vergüenza, confusión… y una chispa de morbo compartido, que ninguno se atreve a nombrar del todo.)

FLORENCIA

Esto está bien, que los veamos… ¿no?

DAVID (tras una pausa)

Sí.

O eso creo.

(Florencia asiente apenas, bajando un poco la cabeza. En ese momento se da cuenta de que su bata se ha abierto hasta la altura del muslo. No lleva nada debajo. Casi instintivamente, la cierra con un movimiento lento y contenido.)

(David no parece haberlo notado. O tal vez sí, pero no dice nada. Guarda silencio. Solo la observa con una intensidad parecida a la que tenía su padre en la cinta)

(El control remoto sigue entre ellos, sobre la mesa. La imagen congelada en la pantalla aún los observa.)

FLORENCIA (más para sí que para él)

No sé porque siento que… la ropa me molesta.

(David no responde. Solo la mira. La luz azul sigue parpadeando en sus rostros, como si algo apenas estuviera comenzando.)

(De momento, David se le acercó. Sin decir palabra, colocó una mano sobre su hombro y la presionó suavemente. No fue un gesto brusco ni torpe. Fue algo contenido, pero lleno de una intención que ninguno necesitaba nombrar.)

(Florencia levantó la mirada. Lo vio fijamente a los ojos. Y aunque estaba muerta de vergüenza, aunque todo dentro de ella parecía tensarse por completo… comprendió que eso —eso exacto— era lo que ambos querían que ocurriera.)

(David bajó lentamente su mano por el hombro de Florencia, deslizándola con suavidad, llevando consigo la tela de su bata. La tela cayó, con un susurro casi inaudible, dejando al descubierto parte de su torso. Fue un segundo suspendido, un gesto sin violencia, sin prisa.)

(Florencia, con un leve sobresalto, atrapó su pecho expuesto con la mano. El pudor se le subió al rostro. Sus mejillas se tiñeron de rojo. Bajó la mirada apenas, y murmuró con una voz casi infantil, rota por la vergüenza:)

FLORENCIA

Son pequeños…

(David no respondió de inmediato. La miró con una ternura silenciosa, sincera. Se inclinó apenas hacia ella, lo suficiente para que no hiciera falta levantar la voz.)

DAVID

No.

Eres hermosa.

(Florencia alzó la mirada. Algo en ella tembló, pero no retrocedió. Soltó su mano y permitió que el resto de la bata cayera, (no se como describir su pequeño pecho, sus apenas abultados senos quedaron al descubierto, culminados por pezones delicados, ligeramente desiguales, como dos señales que apuntaban en direcciones distintas, sin pudor pero llenos de significado.)

(David la observó por un instante que pareció detenido en el tiempo. Entonces bajó lentamente el cierre de la cremallera de su pantalón sacando su pene justo frente a ella. No había urgencia en sus movimientos)

(Florencia lo miró un instante más. Luego bajó la mirada. Se incorporó con lentitud, llevando una mano a la base de su vientre, rozando con los dedos. No fue un gesto apresurado. Fue suave, casi reverente.)

(Cuando tomó la verga en la boca, lo hizo sin dramatismo, sin poses. Con la misma concentración con que alguien acaricia algo roto. Su lengua se movía despacio, consciente del efecto que tenía. No era un acto mecánico, ni provocador: era íntimo, como si estuviera leyendo un idioma que solo ahora aprendía a pronunciar.)

(David se dejó chupar. Cerró los ojos. No dijo su nombre. Solo dejó escapar un suspiro quebrado, como si una parte de él hubiera estado esperando justo ese gesto sin saberlo.)

(Florencia lo sostenía con una mano, y con la otra apoyada en su rodilla, equilibrando su cuerpo. No había frenesí, ni urgencia. Solo un ritmo suave, contenido, que crecía con la respiración de él, con los leves espasmos de placer que se dibujaban en su abdomen. A ratos, lo miraba mientras lo hacía. No con lujuria, sino con una extraña ternura.)

(Cuando Florencia se detuvo, lo hizo por voluntad propia. Lo soltó con lentitud, sin romper el silencio. Levantó la mirada y se encontró con los ojos de David. Había algo nuevo allí. No solo deseo. Algo que ninguno sabía cómo nombrar.)

DAVID (en un susurro)

¿Por qué te detienes?

FLORENCIA (con voz baja, temblorosa)

Porque también quiero ver… seguir viéndolos…

(Sus dedos buscaron el control remoto. Sin levantarse, sin cubrirse, sin pedir permiso. Le dio “play”. La cinta se reanudó.)

(Los gemidos de Verónica llenaron la sala como un vapor denso, mezclándose con el aire cargado de sus propias respiraciones. David se quedó inmóvil, mirando la pantalla, pero sintiendo otra cosa completamente distinta: la lengua de Florencia, suave y decidida, envolviendo su verga otra vez.)

(Su pene volvió a entrar en su boca con la misma naturalidad con la que había sido dejado. No hubo anuncio, no hubo preparación. Solo ese deslizamiento lento, húmedo, eléctrico. Florencia lo había mirado de reojo al hacerlo, como si buscara su consentimiento sin pronunciarlo.)

(En la televisión, Esteban hablaba entre suspiros. Decía frases entrecortadas que Verónica repetía con obediencia ritual. Pero para David, la voz más poderosa era la de Florencia: muda, tibia, temblorosa, hablando a través de la presión de sus labios, del ritmo que imprimía con la boca, de la respiración que se aceleraba entre gemidos ajenos.)

(David apoyó una mano en la cabeza de ella. No para detenerla. Para follarla.)

(Florencia no se detuvo. Su boca seguía moviéndose con entrega, con intención. El sonido del video —los gemidos de Verónica, las frases rotas de Esteban— se fundía con el murmullo húmedo de su acto, con la respiración entrecortada de David, con la tensión de algo que desbordaba lo físico.)

(La escena en la televisión se volvía cada vez más intensa, pero ninguno de los dos la miraba ya directamente. Estaban adentro. De la cinta. De sí mismos. De algo que no sabían nombrar, pero que sentían en cada centímetro de piel, en cada estremecimiento compartido.)

(Florencia lo sostenía con firmeza. David se había rendido al momento: no hablaba, no pensaba, solo respiraba con dificultad, entregado a lo que ella le ofrecía sin condiciones. Cuando el semen inundó su boca, Florencia no se apartó. Lo recibió con los ojos cerrados y una quietud que no era resignación, sino algo más parecido a aceptación.)

(Tragó con suavidad. Luego se incorporó, despacio, como si el cuerpo le pesara más de lo normal. Sus labios brillaban. Su pecho subía y bajaba con cada respiración entrecortada. David seguía con los ojos cerrados, aun temblando levemente, con una mano apoyada en el muslo, otra colgando del borde del sofá.)

(Pasaron unos segundos en silencio. No había música, ni palabras en la pantalla. Solo los cuerpos. La habitación azul. El eco del video que seguía corriendo en algún rincón de la conciencia.)

(Florencia no dijo nada. Se sentó a su lado, sin cubrirse. David giró el rostro hacia ella. Se miraron. Nada en ese instante era inocente, pero tampoco era perverso. Era algo que estaba por encima de cualquier etiqueta. Lo sabían ambos: no podían volver atrás.)

DAVID (con la voz rota)

Esto no es solo deseo.

FLORENCIA (bajando la mirada)

No…

Es como si algo… nos hubiera traído hasta acá.

Ellos.

Nosotros.

Todo esto.

(David le tomó la mano. No con fuerza. Solo para confirmar que ella estaba allí. Que no era un sueño, ni una fantasía ajena proyectada en una pantalla. Florencia no la soltó.)

(Y mientras en el video continuaban en una escena sexual, ninguno de los dos intentó detenerla.)

71 Lecturas/28 junio, 2025/0 Comentarios/por Ericl
Etiquetas: culo, hermano, metro, padre, recuerdos, semen, sexo, verga
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