mi hermano y yo (2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde que mi relación sexual con Carlos ha empezado, paso las mejores semanas de mi vida. Mi hermano me demostró a partir de ese día en el que me desvirgo, de lo mucho que se puede disfrutar de una buena follada… pero desde que nuestros padres habían vuelto nuestros encuentros tuvieron que disminuir…
A veces hacemos cosas arriesgadas, pero que nos pone muy cachondos a los dos:
La primera fue en la pequeña mesa de la cocina, después de terminar la comida mientras nuestros padres me preguntan cosas sobre mis relaciones amorosas, Carlos sonrie y desliza su mano por debajo de mi vestido mientras me mira divertido, acariciandome el clítoris suavemente con sus dedos.
Me tengo que contener para no gemir mientras contesto e intento alejar la mano de mi hermano de mi coño, pero sin duda me esta poniendo cardíaca que me acaricie delante de ellos… Y sigue así incluso cuando desvian la atención a él. Llego a un silencioso orgasmo mientras él responde que no tiene ninguna novia fija, pero que sí se acuesta con una chica.
Ellos se rien al ver mi sonrojo (piensan que me había escandalizado, cuando realmente había sido el orgasmo), y se levantan.
-Recoged la mesa, por favor -nos pide nuestra madre, caminando hasta el comedor con nuestro padre detrás.
En cuanto desaparecen de la cocina, Carlos se levanta de la mesa y cierra la puerta.
Me mira fijamente mientras yo me levanto con los platos y los dejo en el fregadero, ignorandole.
Él se acerca por detrás y me levanta el vestido que él me ha pedido esta mañana que me ponga después de follarme contra la pared. Ahora entiendo por qué.
Me abraza la cintura por la espalda y pega su erección a mi culo, llevando de nuevo sus dedos a mi coño que está húmedo por el orgasmo anterior.
-La próxima vez te quitarás las bragas y te follare con los dedos mientras esos dos hablan… -Me susurra al oido, calentandome ante la imagen.
-Ha sido arriesgado, Carlos -digo en susurro, restregandome inconscientemente con su erección-. ¡He tenido un orgasmo delante de ellos!
Él se ríe y me masturba lentamente, como antes. Me muerdo el labio para no gemir. Me siento excitada como una perra al saber que sólo una puerta nos separa de nuestros padres. Abro las piernas un poco más y dejo que su mano se hunda más hondo, a la vez que él se desabrocha los pantalones.
Siento su erección tanteando entre mis nalgas, sobre las bragas… Hasta que las rompe y las deja caer al suelo.
-¡No, no Carlos, aquí no, pueden entrar en cualquier…! -mi susurro desesperado queda ahogado por su repentina embestida, entrando en mi tierna carne vaginal. Tengo el coño irritado de haber estado follando esta mañana, mientras nuestros padres compraban- ¡Ah…!
Empieza a embestirme con fuerza, con brutalidad, sin tener en cuenta que nuestros padres nos pueden pillar en cualquier momento… Y eso me excita. Tengo los pezones duros y la fricción del vestido no ayuda.
Me inclino un poco más sobre la encimera para que llegue más adentro y, mientras escucho el ruido de la tele y de las voces de mis padres, llego a tal orgasmo que Carlos tiene que taparme la boca para que no grite. Pronto, siento como se corre en mi interior y sale rápidamente, subiéndose el pantalón y guardándose mis bragas en el bolsillo.
Segundos después de que me recuperara y me colocara bien el vestido, la puerta de la cocina se abre y aparece mi padre con el ceño fruncido.
-¿Ha pasado algo? -pregunta él con los brazos cruzados-. Hemos escuchado un pequeño grito.
Yo me quiero morir. Roja de vergüenza y con el semen de mi hermano saliendo de mi coño lentamente, digo con voz ronca:
-Se me ha caído un cuchillo, y casi me lo clavo.
Mi padre me mira extrañado antes de salir. Carlos y yo nos miramos, y él sonríe antes de mostrarme las bragas rotas y humedas y sale de la cocina.
Yo me quedo allí, húmeda y con ganas de más… Y saliendo casi detrás de él, subo a su habitación y cierro la puerta antes de abalanzarme sobre él, pidiendole que me folle.
Y así fue como descubrimos Carlos y yo que nos gusta el riesgo… Y follar en la cocina.
Las situaciones así se repiten varias veces, porque nos pone muy cachondos. A veces pienso que tienen que saberlo, pues es imposible que no se den cuenta… Pero no me importa.
El sexo con mi hermano es cada vez mejor. Me folla varias veces al día y en cualquier parte, y aunque hay veces que no quiero y él comienza obligándome, al final acabo disfrutandolo como una perra y llegando varias veces al orgasmo.
Llegamos hasta tal punto de que le espero desnuda en mi cama cada noche, donde me toca, me folla y me vuelve a follar sin miedo… A veces incluso me azota y me deja al borde del orgasmo, simplemente porque ese día he hecho algo malo. Otras me frota tanto el clítoris que me deja irritada durante horas, sin poder cerrar las piernas por la fricción… Y otras, cuando salimos, me obliga a llevar un pequeño consolador bajo las bragas, haciéndome correrme silenciosamente en medio de la calle, con gente a mi alrededor…
Aunque eso si, cuando llegamos a casa le chupo tanto la polla que tiene que aguantarse un grito al correrse en mi boca, como castigo por lo que me hace con su juguetito.
Aunque secretamente yo me alegro, porque me he vuelto adicta a su polla… Y chuparsela es algo que no me importa hacer.
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