mi hermano y yo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me despierto con la respiración acelerada y mi vagina húmeda como nunca antes. Desde que había visto a mi hermano mayor masturbandose en la ducha días atrás, algo parece haber cambiado en mí. Sudorosa y con la imagen de su larga y gruesa polla en mi mente, recorro mi cuerpo con mis manos temblorosas y me penetro a mi misma con los dedos, arrancandome un gemido de placer.
-Carlos…
No puedo creer lo que estoy haciendo. Cierro los ojos con fuerza mientras me imagino que es mi propio hermano el que me da placer, imagino que en vez de ser mis dedos los que entran en mí, es su polla dura y caliente.
Gimo descontrolada y aumento la velocidad de mis dedos, ya sin importarme que alguien me escuche. Realmente, me gustaría ver el rostro de mi hermano mientras me masturbo.
Siento como mi coño se aprieta con fuerza e intenta exprimir mis dedos, llegando a un maravilloso pero a la vez frustrante orgasmo, pues no ha sido Carlos el que me lo ha proporcionado.
* * * * * *
A la mañana siguiente, tras ducharme y volver a masturbarme, bajo a la cocina para encontrarme a Carlos apoyado en la mesa, sin camiseta. Desde que nuestros padres se han ido de viaje, Carlos anda por la casa sin camiseta y a veces incluso en boxers.
Siento como mi vagina empieza a palpitar de deseo y cómo mis pezones se fruncen al ver el cuerpo escultural de mi hermano.
Cada vez que le veo, en mi cabeza aparece la imagen de su duro cuerpo siendo empapado por el agua de la ducha mientras recorre su polla con sus manos, moviendolas de manera ritmica sobre su duro pene, soltando ahogados jadeos de placer. Me había quedado embelesada al ver como llegaba al orgasmo y su polla expulsaba grandes cantidades de semen. Sin darme cuenta me había arrodillado en el suelo del pasillo y mirando a través del hueco de la puerta me había masturbado con energía, consiguiendo el primer orgasmo que la imagen de mi hermano me da.
Me siento sucia al pensar así de mi hermano mayor. Él tiene veinticinco años, y yo dieciséis. Ha pasado dos años fuera por culpa del trabajo, pero sin embargo, desde que volvió hace unos meses a casa, el amor fraternal que sentía hacia él, ahora se ha vuelto un oscuro y tenso deseo sexual.
Mi cuerpo arde cuando sus ojos se posan en mí, pero él no parece notarlo… O al menos lo disimula muy bien. A pesar de ponerme ropa provocativa para él, él parece ignorarme y eso me frustra. Quiero sentir a mi hermano en mi interior, quiero que sea él el primero.
-¿Hoy no vas a clase? -Me pregunta al ver que no me preparo para ir al instituto.
-No -le respondo mientras se acerca para besarme la mejilla, como todos los días. Ese leve roce de sus labios sobre mi piel me lleva extasiada desde que volvió.
Sin embargo, muerta de deseo por probar sus labios, giro el rostro y el contacto se produce. Su cálida boca se une al instante con la mía, y siento mis pechos tensarse de placer al notar su pecho junto al mío.
Él se separa al instante de mi, y parece confuso… Pero excitado. Su polla está presionada tras esos vaqueros y me humedece ver la gruesa longitud apresada por la prenda.
-Cristina esto no está bien -dice separandose y apartando la mirada- soy tu hermano mayor.
Yo niego con la cabeza y me acerco a él para acariciar su dura erección sobre la tela. Él se tensa pero no se aleja y yo sonrio.
-Quiero que me folles, Carlos -le digo lamiendole la barbilla, sintiendo como sigue tenso- estamos solos, y quieres hacerlo.
Él gime y, por fin, parece entenderlo. No me importa tener la misma sangre, lo único que quiero es que mi hermano me penetre. Sentirlo.
De pronto me besa con fuerza, como nunca otro hombre me ha besado. Siento su respiración acelerada al igual que la mía mientras le desabrocho el pantalón y libero su erección de sus calzoncillos.
Maravillada, observo el color oscuro de su polla y cuando de su cabeza sale una gota preseminal, me lamo los labios. Quiero chuparla fuerte, quiero saborearlo mientras se corre en mi boca. Quiero descontrolarlo, como él hace conmigo.
Sin embargo antes de que pueda arrodillarme y hacer lo que quiero, me ordena que me quite la ropa y yo, empapada de mis fluidos como estoy, obedezco. Su mirada oscura me recorre mientras me quito la camiseta y los shorts. No llevo ropa interior debajo, y eso parece gustarle.
-Llevo meses pensando en tus tetas, Cristina -dice él, obligándome a que me siente sobre la mesa-. Y en tu pequeño coño, quiero follarte duro, hermanita… ¿Sigues siendo virgen?
Yo asiento mientras él empieza a mamarme y morderme las tetas con fuerza. Mis gemidos son incontrolables, y cuando el me ordena que baje la voz, no puedo hacer otra cosa que gemir todavía más alto.
-Eres una puta gritona-me dice él de pronto, tirando de mi pelo y echando mi pelo hacia atrás- vamos a mi habitación. Allí podrás gritar todo lo que quieras.
Yo asiento temblorosa y me bajo de la mesa con mi coño humedeciendo la parte interior de mis muslos.
En cuanto llegamos, me tira sobre la cama y me aprisiona bocabajo contra el colchón, abriendo mis piernas con sus rodillas.
Siento como su largo pene empieza a moverse contra la entrada de mi ano, y yo me retuerzo asustada. No quiero que me folle por ahí, no estoy dilatada.
-Quedate quieta -me ordena cogiendo mis manos y moviendo con fuerza su pene sobre mi culo, haciendo que el roce de su polla me cause un inmejorable placer-. Antes de follarte el culo quiero quitarte la virginidad…
Eso me tranquiliza, pero cuando su pene empieza a moverse con más rapidez y fuerza contra la entrada de mi ano, mi orgasmo llega y yo grito de placer.
Él todavía sin dejar de moverse, suelta mis manos y empieza a magrear con tanta fuerza mis tetas que me llegan a doler.
-¡Carlos! -le suplico intentando que me suelte un poco, pero no lo hace hasta que se corre en la entrada de mi ano.
Él jadea mientras me suelta, pero antes de que pudiese alejarme me agarra del pelo.
-Tú querías esto, Cristina… Ahora no me vas a dejar a la mitad.
Y me besa con fuerza, mordiendo mis labios y llevando sus manos hasta mis nalgas, masajeandolas de manera rítmica. Siento como su semen viaja por mi culo hasta rozar mi coño y jadeo.
Me siento en su regazo y pronto noto como su erección crece de nuevo cuando le acaricio. El me sonríe y me coge el pelo mientras yo me retiro y agacho la cabeza, acercando mis labios a aquella erección.
Algo intimidada, abro la boca al máximo para introducirmelo al completo. Él gime y gruñe mientras me masajea las tetas con mimo.
Empiezo a chupar con fuerza, lamiendo la enorme longitud con regocijo. Saber que aquella enorme vara va a estar pronto dentro de mí, me excita muchísimo.
De repente sus caderas empiezan a moverse contra mi rostro, y tengo que contener una arcada cuando su polla se introduce con fuerza en la parte más profunda de mi garganta. Con los ojos llenos de lágrimas, intento apartarme un poco pero él me mantiene en mi sitio mientras me agarra de la cabeza. Me pone a mil ver su rostro desencajado de placer mientras me folla la boca, así que cuando chupo con fuerza y él se corre en mi boca, hago esfuerzos para tragarme todo el salado semen que sale de su polla.
Cuando me la saco de la boca él me mira sorprendido y divertido mientras me pasa el pulgar por la comisura de mi boca e introduce dentro un poco de semen.
-Si tu coño está tan bueno como tu boca, estoy seguro de que no me arrepentiré de haberte follado, hermanita.
Yo siento como mi coño palpita, ardiente y húmedo de que lo colmen ante sus palabras. Besandole, me vuelvo a sentar en su regazo, haciendo que nuestros sexos se toquen. Su polla aún flacida por el orgasmo reciente, empieza a endurecerse por el roce de mi húmedo coño y él sonríe antes de empujarme y de acostarme boca arriba sobre el colchón.
Muda, observo cómo me abre las piernas y acerca su boca a mi húmedo coño, que palpita al borde del orgasmo al sentir su respiración caliente.
-Primero voy a comerte el coño, Cristina, y te vas a correr en mi boca como una niña buena -sus palabras me ponen cachonda y asiento frenética-. Y luego vamos a comprobar cuantos deditos caben aquí, ¿eh?
Yo gimo en respuesta cuando empieza a lamer mi coño, saboreando mi humedad y usando sus dedos para abrir todavía más mis labios. Notar su lengua caliente jugueteando en mi entrada me enciende, pero cuando su boca chupa con fuerza mi clítoris, grito y me arqueo mientras me corro en su boca, como el quiere.
Todavía sin haberme recuperado del orgasmo, siento como uno de sus dedos se introduce con dificultad en mi interior húmedo. Sus manos son enormes.
-¿Cuantos te metes, Cristina? -me pregunta rotando el dedo en mi interior y haciendome gemir. Yo le miro sonrojada y él sonríe-. Sé que te masturbas. Anoche te oí gemir y decir mi nombre… -Introduce un segundo dedo, y yo siseo de dolor ante la tensa invasion de mi coño-. Tuve que pajearme durante horas para no entrar y follarte como mereces por ser tan ruidosa.
Yo gimo descontrolada al notar el movimiento lento de sus dedos. Quiero que me penetre con fuerza… Quiero que cambie sus dedos por su polla, la puedo ver gotear líquido preseminal. Quiero que se corra en mi interior.
Cuando el orgasmo me arrasa, el placer me inunda y grito mientras me corro con dos de sus dedos en mi interior.
Él sonríe y por fin hace lo que llevo meses queriendo: sacando sus dedos de mí, se inclina y coloca la cabeza de su gran erección sobre mi empapado coño.
Nos quedamos segundos así, notando y aceptando que va a ser él, mi hermano mayor, el que me folle por primera vez.
Besandome y con mis piernas alrededor de su cintura, se clava en mi tierna y virgen carne con decisión y de una dura y profunda estocada. Grito cuando el dolor me atraviesa. Él empieza a moverse fuertemente sin importarle mis súplicas y mis lagrimas para que pare por un segundo. Se hunde una y otra vez con más fuerza en mi coño, clavando su polla en lo más interno de mí. Jadeo mientras noto que un sublime placer empieza a recorrerme, al igual que el calor.
Cuando me corro por primera vez con un hombre follandome, lágrimas de placer salen de mis ojos y clavo mis uñas en la espalda de mi hermano mientras él, con grandes chorros de caliente semen, se corre en mi interior.
-Desde luego que no me arrepiento de follarte, hermanita. Tienes uno de los coños más ricos que he probado.
Él sale de golpe de mi y gimo al sentirme dilatada. Siento como su semen sale lentamente desde mi coño y él, mientras se acaricia lentamente la polla, me observa atentamente mientras llevo mi mano a mi coño y empiezo a moverla, expandiendo su semen por toda mi entrada. Siento arder mis entrañas cuando él me obliga a ponerme a cuatro patas de cara al cabecero, con él detrás de mi.
-Cogete a los barrotes y no te sueltes -me dice con la voz ronca, notando como acaricia mis nalgas.
Sé lo que va a hacer y eso me excita; Carlos lleva su mano libre a mi culo y de golpe, mete un dedo ahí. Intento alejarme de la incómoda invasión, pero él me lo prohibe. Le escucho gemir a mis espaldas mientras empieza a mover el dedo con rapidez. Gimo y me remuevo, excitada como nunca. Mi hermano va a follarme el culo, voy a tener su semen en todas las entradas de mi cuerpo.
Me escucho gritar de placer y dolor cuando, después de escupir en mi ano y expandir la saliva con el pulgar, me introduce el segundo dedo.
La sensación de ser llenada es única. Me dilata el ano con los dedos, y a mí me vuelve loca saber que es mi hermano el que lo hace. De pronto, él saca sus dedos de mí. Miro por encima de mis hombros y veo a la vez que siento, como coloca la punta de su enorme polla en mi culo.
Nos miramos el uno al otro, y él sonríe.
-Inclinate Cristina. Quiero ver bien como mi polla desaparece dentro de ti.
Yo, muerta de deseo lo hago. Pego mi rostro a la cama, mientras que mi culo queda completamente abierto para él.
Estoy a punto de correrme por la tensión, cuando él empieza a penetrarme por detrás. Me asusto mucho al sentir como el dolor de desgarra, pero él no hace caso a mis lágrimas y suplicas desesperadas.
-¡Espera Carlos por favor me duele! -Digo entre lágrimas, pero él sólo se ríe y sigue introduciendo su pene sin pausa. Yo empiezo a revolverme para intentar alejarlo… Pero lo único que consigo es acabar ensartada de golpe.
Grito de dolor mientras hundo mi rostro en la cama. Me echo a llorar por la tensa invasión, y cuando Carlos se inclina ligeramente -lo que hace que me penetre todavía mas- le suplico que salga de mí.
-Lo siento hermanita, tú me lo has pedido… Pero tranquila, sólo tienes que acostumbrarte -me susurra, moviendo sus manos sobre mis pezones y mi estómago.
Siento una contraccion en mi coño producida por el placer y gimo, haciendole reir.
Nos quedamos así unos segundos más, hasta que por fin empieza a moverse lentamente. Tengo que contener un grito ante la extraña sensación, pero es más por el placer que por otra cosa.
Pronto sus embestidas se vuelven brutales. Siento mis pechos balancearse sin cansancio y hundo mi rostro en el colchón mientras gimo descontrolada. Nuestros vecinos suelen salir a esta hora, y que me escuchen gritar de placer iba a ser extraño… Pues ellos saben que sólo estoy con mi hermano.
Mi coño se humedece todavía más por el morbo y clavo mis uñas en el colchón.
-¡Carlos por favor, po-por favor! -Balbuceo entre gemidos, pidiendo que me toque el coño. Él, jadeante, rodea mi cintura con la mano y llega a aquel botón del placer, mi clítoris.
Empieza a mover sus dedos con fuerza sobre él, haciendo que todo mi cuerpo se tense. Me remuevo por las descargas que siento en mi coño, y eso sólo hace que él aumente su movimiento.
Empiezo a temblar y a gemir ya sin importarme que me escuchen. Intento agarrar su mano para que pare un segundo, pues la sensacion de ser follada y masturbada me sobrepasa.
Sin embargo, con su mano fuertemente masturbandome y con su polla corriendose en mi ano y soltando grandes chorros de semen, llego al mayor orgasmo de mi vida.
Cuando él acaba y mi orgasmo termina, me da una palmada sobre mi coño y se ríe, saliendose de mi.
-Joder hermanita… Creo que vamos a disfrutar mucho la semana que nos queda sin nuestros padres.
Yo sonrío y me incorporo, sintiendo como su semen sale de mi culo.
Mirando con nuevos ojos a mi hermano, comprendo que acabo de encontrar al mejor amante que puedo pedir.
Y por supuesto, aquella semana se iba a convertir en mi favorita.
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