Mi hermano y yo nos amamos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando yo tenía como 13 años, un día de esos de escuela, a la salida vi que mi hermano besaba en la boca a una chica, no un simple beso, sino de esos que llamábamos besos "completos". Luego de camino a casa le pregunté como se sentía, me dijo que rico y que también se sentía otras cosas -que otras cosas?- pregunté yo, él me dijo que luego me lo explicaría. Más tarde ese mismo día, tirados en el sillón viendo la televisión le volví a preguntar que se sentía, ante mi insistencia me dijo que era algo rico y que te hacia estremecer y que le puso el pito duro -el pito duro?- dije yo, a lo que mi hermano afirmó que si, que se le había parado el pene mientras besaba a esa chica -es porque te gusta mucho la chica?- le pregunté, me dijo que no, que el beso hizo que él se excitara.
Pasaron unos días y la idea del beso de mi hermano seguía en mi cabeza así un sábado por la mañana, entré al cuarto de baño mientras Eduardo se duchaba y le dije -quiero que me enseñes a besar- él recorrió un poco la cortina de la ducha y me miró con cara de interrogación -quiero que me enseñes a besar- volví a repetir -pero como quieres que te enseñe?- preguntó mientras cerraba las llaves del agua y tomaba una toalla y la envolvía en su cintura -pues como se hace, que se hace con la boca y eso- se paró frente a mi, en ese entonces todavía era un poco más alto que yo, me dijo que era algo que se aprendía al hacerlo, yo insistí y finalmente le dije que me besara para saber como se sentía, por un momento dudó y me miro fijamente, luego dijo -ok, por esta vez, pero no es algo que debamos decirlo, ven acércate- yo asentí con la cabeza y me acerque, su cuerpo estaba húmedo y gotas de agua chorreaban de él; acercó su cabeza a la mía y me dio un beso suave en los labios y luego los humedeció con su lengua, yo abrí la boca, en ese momento me pareció que Eduardo se sorprendió pero continuó con lo que estaba haciendo, metió su lengua en mi boca y presionó más sus labios contra los míos, su lengua rozaba la mía y su saliva me mojaba la boca, realmente se sentía rico, Eduardo me sujetaba la cabeza y seguimos besándonos por un rato y de pronto él se separó. Le miré y vi que en la toalla se le formaba un bulto, se puso rojo, yo me miré y también en mis pantalones de pijama tenía un bulto. Eduardo salió del baño con la toalla a la cintura y tapándose con la mano el bulto que se le había formado. No me habló el resto del día.
El día siguiente, Eduardo se levantó temprano y se fue a jugar fútbol, no regresó sino hasta la tarde, apenas llegó se metió al baño, cuando escuche la ducha prendida me metí al baño. Eduardo estaba desvistiéndose, cerré la puerta tras mío y le puse llave, me miro y seguro vio mi cara de angustia -Josesito no está bien lo que hicimos- mi angustia no era por lo que hicimos sino porque él se sentía mal de haberlo hecho y no me hablaba; sin decirle nada me acerque y lo besé en la boca, trató de apartarme pero me aferré a él, al final cedió y me devolvió el beso -quiero ducharme contigo- le dije, aceptó con la cabeza y continuó desvistiéndose yo también empecé a quitarme la ropa, desnudos los dos uno frente al otro. Sabía que ya le habían salido pelos a mi hermano, pero ahora al verlo detenidamente no me imaginaba que tuviese tanto vello púbico, su pene estaba semi erecto y el mío completamente. Nos metimos a la ducha, nos besamos bajo el agua me tomó el rostro tiernamente mientras sentía su lengua jugar con la mía, le toque la verga y eso hizo que él se estremeciera, acaricié su vello púbico pero él me retiró la mano. Nos enjuagamos y salimos. Eduardo me miro con una sonrisa entre triste y alegre mientras nos secábamos.
A la mañana siguiente, mientras caminábamos hacia la escuela -Edu!- sí?- está bien que nos queramos, somos hermanos y nos tenemos que querer- me miro con una sonrisa y mientras tomaba la mochila que yo llevaba y se la ponía al hombro me dijo -si, Jo, está bien que nos queramos.
Esa noche, cuando todos estaban dormidos me escabullí al dormitorio de mi hermano y me metí a su cama, él me abrazo y nos quedamos dormidos.
Así pasaron las cosas y el tiempo, en las noches o él se venía a mi cama o yo me iba a la suya, de besarnos y acariciarnos pasamos a tocarnos los penes, me gustaba dormir con mi mano dentro de sus calzoncillos acariciando su vello púbico y al despertar sentir dura su verga, yo fui el que comenzó a masturbarlo en las mañanas mientras me besaba y luego Eduardo se animó a masturbarme, ya que al principio sólo me la agarraba y deslizaba su debo por mi glande cuando me salía el líquido preseminal esparciéndolo por la cabeza y haciéndome estremecer de placer. Cuando nos masturbábamos mutuamente, al terminar, nos limpiábamos y seguíamos ya sea durmiendo o nos levantábamos antes que despierte el resto de la casa y cada cual a su dormitorio. Una tarde, estando solos en la casa, comenzamos nuestros juegos y ya desnudos sobre la alfombra yo terminé sobre mi estómago y Edu seguía jalándosela a mi lado, de pronto se detuvo y me dijo que quería probar a que sabía, se deslizó sobre mi estómago y le pegó una lamida al semen que tenía encima, eso me hizo cosquillas pero me gustó, el se dio cuenta y siguió lamiendo el semen que tenía hasta llegar a mi pene, no lo tenía completamente duro pero algo quedaba, sin decir nada mi hermano se lo metió a la boca y comenzó a chuparmelo de una manera deliciosa, eso me excitó nuevamente y se me paró por completo, me la chupo hasta que terminé dentro de su boca, el terminó al mismo tiempo manchando la alfombra, nos quedamos tendidos ahí hasta que nos dimos cuenta de que era hora de limpiar y meternos a la ducha; nos duchamos juntos y volvimos a masturbarnos. Pasó un buen tiempo hasta que yo me animara a chuparsela, fue cuando me empezaron a salir pelos en el pubis, a mi hermano ya le estaban saliendo unos pocos en el pecho y eso era algo que me gustaba.
Luego ya nos las chupábamos al mismo tiempo, ya sabíamos cuando nos íbamos a venir y lo hacíamos, casi siempre, al mismo tiempo; cuando nos las chupábamos el uno al otro, yo no siempre me tragaba su semen, pero a Edu le gustaba hacerlo.
Para cuándo yo ya tenía bastante vello en el pubis, aunque no tanto como mi hermano que tenía las piernas bien velludas y una mata alrededor de su pene, era una tarde cualquiera y estábamos en mi dormitorio, hacia calor, por lo que los dos estábamos echados desnudos sobre las sábanas, Edu estaba echado de pecho y yo a su lado de espalda, yo estaba distraído jugando con mi vellos y fijándome en el cuerpo de mi hermano veo que tenía vellos entre las nalgas -hey te está creciendo pelo por todo lado- le dije, me respondió con un mmmrfff adormilado, me acerque a su trasero para ver más detenidamente los pelos, ahí me di cuenta que realmente me gustaba ver el trasero de mi hermano, acerqué mi mano y lentamente deslice los dedos entre sus dos nalgas, mi hermano seguía medio adormilado, por lo que me puse entre sus piernas separándolas un poco, él sólo las separó como cuando algunas noches yo me acurrucaba entre sus piernas, pero estando frente a su trasero separé sus nalgas para ver mejor, ahí fue cuando Edu me dijo -que haces?- quiero verte el culo- le dije yo, separe sus nalgas y ahí rodeado de pelos estaba su hoyito de un color rosado, lo roce con un dedo y Edu automáticamente apretó las nalgas -por favor, sólo quiero tocarlo- le explique, él relajo sus nalgas y yo volví a separarlas y apoyar un dedo en su hoyo, sentí la resistencia -espera!- le dije -que? Qué espere que? Qué quieres hacer?- me moví hacia mi velador y saque un pote de crema, volví a la posición en que estaba antes y embadurnando un dedo en la crema volví a presionar suavemente, mi hermano quieto, presioné un poco más y el dedo fue entrenado, sentía lo que mi hermano presionaba mi dedo y la paredes calientes de su ano, seguí empujando hasta que entró todo mi dedo -estas bien?- pregunté, Edu me dijo que si, saque lentamente mi dedo y juntado dos dedos realice la misma operación, entraron suavemente pero me hermano se quejó un poco, yo estaba completamente excitado, saque los dedos y me recosté sobre mi hermano, mi pene a la altura de sus nalgas, lo deslizaba de arriba a abajo, mi hermano abrió más las piernas como dándome su permiso, tome el pote de crema y me esparcí bastante en el pene y apuntando a su hoyito le presione la cabeza y logré meterla -despacio- me dijo Edu, me quede quieto un rato y luego volví a presionar y entró otro tanto, me hermano se movió un poco como incómodo; presione y se la metí toda.
Y como si nada estaba penetrando a mi hermano, comencé a moverme lentamente y luego más rápido, que rico se sentía estar dentro de mi hermano; terminé dentro de él y exhale fuerte, mi hermano se zafó de mi, se dio la vuelta y comenzó a masturbarse frenéticamente, término sobre su estómago y yo me eche sobre él mezclando algo del semen mío que todavía tenía en el pene con el de él. Pasaron algunos días antes de que volviéramos a repetirlo, pero luego lo hacíamos casi todo el tiempo: en la ducha, en el sillón, en nuestros dormitorios; en todo ese tiempo sólo era yo quien lo penetraba y él lo disfrutaba tanto como yo.
Nadie notaba nada, éramos dos hermanos que se querían y que prácticamente hacían todas las cosas juntos, seguíamos teniendo nuestros amigos y hacíamos todas las cosas que los muchachos hacen, soliamos recostarnos en el sillón abrazados para ver la tele o nos quedamos dormidos sobre la alfombra uno abrazando al otro; nuestros padres sólo veían a un par de hermanos muy unidos y eso parecía agradarles.
comosigue