Mi hija cubre el espacio en la cama que dejó su mamá
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo
Hola a todos. Espero que mi relato no ofenda a nadie, sino que lo vea como una historia con mucho amor y placer por el sexo.
Hola compañeros, soy René, enviudé a los 36 años de mi esposa Lorena, que cuando me casé ya tenía una hija que llamaré Emilia.
Cuando falleció mi esposa ella tenía 10 años.
Tenemos también otra hija de nombre Fatima de 4 años.Me dedique los siguientes años a criar a mis dos hijas; Emilia desde niña era muy hermosa, el papá era descendiente irlandés, por tanto ella es de tez blanca profunda muy especial, sus senos se desarrollaron temprano y son redondas, tiene una rostro precioso, ojos café claro y cabello castaño a media espalda, sus pies son preciosos.
Ella acostumbró en muchas ocasiones a bañarse junto a mí los fines de semana, por lo tanto conozco su bello cuerpo.
Hasta que desarrolló a los doce años, le salió vello púbico y sus tetitas crecieron ella tuvo vergüenza de ducharse conmigo desde esa vez.
Ella desde esa edad fue acosada por muchos chicos del cole, pero siempre fue una persona seria en sus cosas, demasiado responsable.
Ella me atendió como lo hacía mi esposa, con muchos detalles.Cuando tuvo catorce, era una bella adolescente, y comencé a tener sueños húmedos con ella, cosa que al inicio no me gustó, pero no podía evitarlo, cuando estaba conmigo y estaba en prendas interiores, me provocaba erecciones, como que mi mente subconsciente sabía que no era hija biológica.
Traté de controlarme mucho.
Pero todo cambió cuando en una ocasión se fue al cine con sus amigas y dejó su compu lap top abierta en su habitación, yo me metí a navegar en sus archivos históricos de internet, y gran sorpresa!, los sitios que más visitaba Emilia era de incestos hija-padre, pensé que era fortuito, pero incluso vi que había descargado unos cinco videos de ese tipo, los abrí y los vi y eran escenas explicitas de historias en donde un padre se cogía a su hija, cerré todo y eso cambió todo en ese momento.
Era real que mi propia hija tenía fantasías conmigo y bueno ella no pasaba desapercibida para mi.
Una noche, fin de semana, semanas después, me quedé dormido viendo una película con mis hijas, la pequeña Fatima se retiró a su habitación a dormir, se quedó Emilia, me dormí.
Luego, al principio creí que era sueño, pero no, sentí como mi hija me tocaba el paquete, me hice el dormido, ella siguió haciéndolo y claramente tuve una erección, ella bajó mi bóxer y destapó hasta el glande.
Luego sentí que ella le daba besitos y uno que otro lengüetazo.
Mi erección era casi total.
Luego de eso volvió a taparlo y se marchó.
Fueron dos minutos increíblemente eróticos.
Debo indicar que para ese momento tenía como dos años de no tener sexo.
Mi vida sexual era casi nula.
En esos días, tengo una secretaria en la empresa que es casada, pero le encanta el sexo, ha tenido ciertos amoríos fuera del matrimonio con hombres de la empresa, me la llevé a casa con el objetivo de tener sexo con ella.
Como que Emilia presintió eso y no de despegaba de nosotros, le dije si no era hora de dormir ya y ella dijo que lo haría dentro de un rato.
Ella, la secretaria se desesperó, y me dijo que ya era tarde y se marchó, se quedaron frustradas mis ganas en ese momento.
A pesar que se fue Emilia se puso como energúmeno a regañarme, me decía muchas cosas, entre ellas dijo que para que traía a casa una mujer cuando aquí estaba ella, -yo quiero un poco de sexo- grité, entonces la jalé del brazo y la besé, ella se desprendió de mi, creí que me abofetearía, pero no ella se acercó de nuevo y fue ella quien me besó, nos quedamos prendidos uno al otro por la boca, eran besos desenfrenados, sin control, labios y lengua desordenados.
Cargué su delgado cuerpo, ella enrolló sus piernas en mi cintura, la fui llevando a mi habitación, cerré con llave la puerta y aún besándonos la llevé a la cama, la puse acostada sobre la cama y yo encima, mi verga ya forzaba mi pantalón.
Le bajé los tirantes de su vestido y descubrí sus bellas tetitas en crecimiento, aunque con buen tamaño, se las mamé una por una poniendo mucho deseo cuando mis labios las apretaban una a una.
Ella apenas emitía un cierto quejido cuando mis labios chuparon sus pezones y se erectaron.
La pequeña niña respiraba profundo, se notaba nerviosa, fui bajando por su virginal cuerpo y besé su vientre, luego llegué a su vulvita, hice a un lado su panty y le di una lluvia de besos y lengua a su bollito y su clítoris, ella ahora gemía más y sus gemidos eran como chillidos, lo cual me hacía hervir la sangre.
Lamí su rajita por todos lados y me estacioné en su clítoris, al cual le pagaba pequeños golpecitos con la punta de mi lengua, la pequeña después de cinco minutos tuvo una deliciosa corrida, ella gritó mucho y luego clavó sus uñitas en mis brazos, de su rajita salió un juguito amargo que mi lengua limpió completamente.
Me levanté un poco y quedé como sentado entre sus piernas, me quité la camisa y como pude saqué mi pantalón, luego le quité su braguita, pude ver su bollito completo, era precioso, con labios vaginales rosaditos, ella se quedó con el vestido recogido por la cintura.
Mi verga estaba bien erecta, se la froté en sus labios vaginales y su clítoris, mi larga y gruesa carne parecía mucho más grande que su rajita, me fui con cuidado, le introduje el glande en su vagina, su hoyito era estrechito por lo cual fue una acción muy lenta, ella de inmediato gritó y me clavó sus uñas de nuevo ahora en las piernas, se la fui metiendo lentamente, ella gemía y gritaba sin control cada pedazo de verga que le metía en su vagina, su gritos me excitaban mucho, luego comencé el vaivén clásico, de meter y sacar mi verga de su rajita, se sentía delicioso lo calientito y lo angosto de su vagina.
Yo me iba a acomodar para estar encima cuando vi mi verga salir de su rajita y vi sangre en el tronco de mi verga, mi hija me había regalado su virginidad ese día, o sea que varios de sus gritos pudieron ser de dolor.
Se la metí más lento de modo que se fuera acostumbrando al grosor y largo de mi miembro, al tiempo que la comencé a besar en sus mejillas, sus orejas y por último a su boca, nos besamos mucho mientras yo le hundía una y otra vez mi verga en sus entrañas.
La pequeña Emilia comenzó a decir –ohhh dios, ohh dios, oohhh diooosss!!- y se corrió de nuevo.
Yo no dejé de bombear mi verga en su interior en ningún momento, para que perdurara el placer que sentía.
Luego de su venida, comencé a ponerla en diferentes posiciones sus piernas, las coloqué en mis hombros y la follé, le chupé y lamí sus hermosos pies y la follé y asi iba moviéndola, siempre ella acostada.
Pero la estrechez de su rajita me fue pasando factura pues llegué al climax, le saqué y le eché lechita caliente en su vientre.
Luego de eso, me subí en ella solo para seguirla besando.
Descansamos un rato y luego ella me preguntó si lo que habíamos hecho estaba malo, y si mamita iba a enojarse alla arriba, yo le dije que no era malo lo que habíamos hecho y le dije que mamita preferiría que yo lo hiciera con ella que con otra mujer.
Eso la calmó.
A la siguiente noche estábamos los tres en la cama, mi hija pequeña, Emilia y yo.
Una en cada lado, la pequeña Emilia me dijo al oído, me duele un poquito mi cuquita por lo de ayer.
Le dije también al oído, -es normal mi amor, pasaste de niña a mujer ayer-, ella se sonrió y me dio un beso en la mejilla.
Un poco más de una semana después.
Era mi cumpleaños.
Llegué a la casa de trabajar, y en la sala había una tarjeta de mis dos hijas.
La pequeña me decía cuanto me quería y había corazones en la tarjeta.
La de Emilia también decía cuanto me quería, pero abajo decía –“tu regalo esta en tu recamara”-.
Subi quitándome la corbata y el saco, entré a saludar a Fatima y luego me dirigí a mi habitación, al entrar, Emilia estaba entre las sabanas, solo su cabeza salía de las sabanas.
Me acerqué y la besé en la boca.
Ella me felicitó por mi cumpleaños y me dijo que no tenía nada puesto debajo.
Entonces cerré la puerta, me apresuré a quitarme la ropa y me metí con ella desnudo como ella.
Empezaron las caricias y besos.
Mis manos registraban su cuerpo y le tocaba su sexo, sus nalgas y sus senos, ella ya había tomado mi pene con sus manos y lo masajeaba.
Me metí debajo de las sabanas y comencé besarle sus tetitas y tomaba sus pezones entre mis labios.
Mas adelante me puse abajo boca arriba y le dije que se subiera y me pusiera su rajita en la boca, lo hizo y comencé a hacerle un sexo oral increíble y profundo, mi boca tenía tomada su vulvita, ella después movía su cintura y sus labios vaginales y juntamente con su clítoris pasaban por mis labios constantemente produciendo una rica fricción.
Mi lengua tocaba todas sus partes íntimas.
Los gemidos de Emilia no tardaron en aparecer.
Ella gritó y se retorcía encima de mi boca.
Hasta que se corrió en mi boca, ella quiso soltarse de mi, pero la tomé de los muslos y meti hasta la nariz en su vulvita, sus jugos vaginales quedaron esparcidos en todo mi rostro.
Cambiamos de posición y la puse en cuatro, se miraba hermosa Emilia en esa pose, su trasero blanco, firme y con sus labios vaginales mojados y brillosos.
No pude resistir lamerle toda la raya de arriba abajo, pasé por su ano redondo, ella emitió un chillido cuando le pase la lengua por allí.
Luego le metí un dedo en su rajita, lo hice delicadamente, para no lastimarla, pero al mismo tiempo le chupaba el ojete de su culito inmaculado, la pequeña se movía tanto que tuve que tomarla de las caderas para sostenerla y mantenerla quieta.
Después de comerle su ojete, me puse atrás y poniendo mi verga la penetré en su rajita que estaba muy mojada y lubricada, ahora mi verga se fue deslizando fácilmente hasta que la metí toda, mis huevos chocaron contra sus nalgas.
Luego me puse a cogerla aferrándome de su cintura y penetrándola profundo.
Ella daba muchos gemidos, parecía que se iba a desmayar, pero era el gozo y el placer sexual que la embargaba.
Asi también hubo un momento en que le metí el pulgar en su culito, mi pulgar es grueso y me di cuenta que ella dilataba y relajaba muy bien su bello agujero del culito.
Hasta se antojaba cogerla por allí, pero debía ser paciente y no comerme todo de un solo bocado.
La martillé otro buen rato hasta que la oí que llegaba de nuevo a un orgasmo.
Eso superaba nuestro encuentro de la vez anterior.
Asi que aceleré para provocar mi placer, apenas lo saqué de la rajita de mi hijastra y eyaculé encima de sus nalgas.
Había sido el mejor regalo de cumpleaños de mi vida.
Segui teniendo sexo con mi hija Emilia, cada vez hacíamos algo nuevo, tanto ella como yo esperábamos la noche.
Compre una bombita para lavar intestinos y le enseñé como hacérselo, le dije que su mami lo hacía para agradarme y entregarme su culito.
Ella dijo que también quería agradarme, asi que una noche me entregó ahora el virgo de su ojete.
Aunque a ella no le agradó la primera vez, lo seguimos haciendo, ahora ya le ha tomado gusto.
Como terminó la relación con mi hija.
Bueno me hizo prometer ella que no buscaría mujeres afuera de la casa, asi que he seguido teniendo sexo con mi hijastra Emilia.
Ella si ha tenido novios posteriormente, no se si ha tenido relaciones con ellos, pero nunca ha dejado de coger conmigo.
Ahora este año (diciembre) cumple su mayoría de edad.
EXCITANTE TU RELATO, OYE, Y LA Q ES TU HIJA NO TE LA HAS COJIDO??CUENTA MAS MUY EXCITANTE SALUDOS…
Muy bueno este relato
Wooooooooooooooooow! qué delicioso y excitante relato!