Mi hija pequeña
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era sábado por la noche, yo estaba en el sofá viendo un programa de televisión mientras me tomaba una cerveza, mi mujer había tenido que salir de viaje la noche anterior porque su madre había tenido un accidente doméstico y se había roto un brazo, se quedaría con ella unos días hasta que se acostumbrara a la escayola.
Nuestro hijo mayor estaba con una beca Erasmus en Suecia, y aunque él me aseguraba que realmente le interesaba mucho el idioma y la cultura yo sabía que lo que realmente le interesaban eran las chicas, el año pasado tuvo en su universidad un par de compañeras suecas de intercambio y me consta que lo pasó muy bien con ellas.
Nuestra hija mediana también estaba de intercambio con una beca Erasmus, pero en Francia, y ella sí que era lo que se llama una empollona, aprovechando al máximo sus estudios, su madre siempre le decía que no sabía divertirse, cosa que su hermana pequeña hacía por las dos.
Lucía estaba en su último año de instituto, así que todavía era pequeña para volver a altas horas de la noche, pero puesto que estábamos los dos solos en casa esa noche le había ampliado el horario una hora, aunque ya llegaba un cuarto de hora tarde, se aprovechaba de mí porque sabía que era mi niña favorita y que no podía enfadarme con ella.
En ese momento entró en la casa como una exhalación.
– Llegas tarde– le dije sin apartar la vista de la tele, ella se dejó caer en el sofá a mi lado
– Lo siento papi, ha sido culpa del imbécil de Álex
Álex era su novio, y no es que me gustara mucho que mi niñita tuviera novio, pero me constaba que Álex se portaba bien con ella y hasta donde yo sabía él parecía un buen chico.
Puse el mute a la tele y giré la cabeza para mirarla, se la veía disgustada
– ¿Qué ha pasado, cielo?
– Verás papi, es que.
es algo embarazoso
Empecé a ponerme nervioso, si ese cerdo había osado ponerle un dedo encima a mi niña iría ahora mismo a su casa y le partiría la cara
– ¿Qué te ha hecho? ¿No se habrá propasado?
– No, papi
– ¿Pero lo ha intentado?
– No.
y precisamente ése es el problema
– No lo entiendo pequeña, explícamelo
Se quedó mirándome dubitativa durante un par de minutos, luego me abrazó y me susurró al oído
– Prométeme que no te vas a enfadar por lo que te voy a decir
– Te lo prometo
Ella se separó de mí y con rostro serio empezó a relatarme
– He estado teniendo relaciones sexuales con Álex
En ese momento me enfurecí tanto que estuve a punto de estallar el botellín de cerveza, así que lo dejé sobre la mesa, yo había confiado en ese cabrón y resulta que el muy cerdo se había estado follando a mi pequeña, ¡¡y a saber durante cuánto tiempo!! Abrí la boca para decir algo, pero ella me puso un dedo en los labios
– Papi me lo has prometido– yo asentí y dejé que siguiera con su historia – además, no tienes de qué preocuparte, no has criado una hija tonta, todas las veces hemos usado protección, lo que pasa que yo quiero hacer algo que él no quiere
En ese momento sonó mi móvil, era mi mujer que llamaba para ver si mi hija ya había vuelto a casa, no la conté que le había ampliado el horario, ni que había llegado tarde, y por supuesto no le conté la tremenda revelación que me acababa de contar, simplemente le dije que estaba viendo la tele conmigo y que todo estaba bien.
Mientras hablaba con ella me di cuenta de que mi hija no me quitaba la vista de encima, supongo que en espera de ver si la delataba ante su madre, pero no lo hice, quedó entre nosotros.
Cuando colgué Lucía siguió hablando
– Papi, he pensado que quizá tú puedas ayudarme
– ¿Quieres que descuartice a Álex? porque lo haría encantado
Ella negó con la cabeza mientras reía divertida, cómo me gustaba oírla reír.
De repente se puso aún más seria que al principio y me miró directamente a los ojos
– Te quiero mucho, papi
Luego se recostó sobre mi pecho como solía hacer de pequeña cuando veíamos los dibujos animados juntos, yo comencé a acariciarle el pelo
– Yo también te quiero pequeña, ya lo sabes
– Lo sé, por eso no quiero que te enfades por lo que te voy a pedir, porque puede sonarte raro, pero lo digo totalmente en serio
– Me estás empezando a preocupar Luci, ¿qué es lo que quieres que haga?
En ese momento levantó la cabeza lentamente para mirarme a la cara mientras me hacía su petición
– Papi, quiero que me folles el culito
Creo que si en ese momento me hubieran pinchado con una aguja no hubiera sangrado, se me había helado la sangre, allí estaba mi hija pequeña, mi niñita, diciéndome que quería que la follara, pero no de cualquier manera, sino que quería que la follara por detrás, algo que no me había dejado hacerle ni siquiera su madre, me quedé sin habla, no sabía qué decir, pero ella siguió insistiendo
– El imbécil de Álex no quiere follármelo y yo quiero que me follen por detrás, así que ¿quién mejor que tú para hacérmelo que eres quien más me quiere y a quién más quiero yo, papi?
– Pero.
cariño.
yo.
Intenté tragar saliva sin saber qué decir, ella apoyó sus brazos sobre mi pecho y me miró fijamente, yo le acaricié la mejilla con el dorso de la mano, tenía una piel tan suave.
mi pequeña.
Notaba la boca seca pero finalmente conseguí encontrar las palabras apropiadas para seguir hablando
– Lucía pequeña, yo haría cualquier cosa por ti, pero soy tu padre, no está bien que tengamos sexo
– Papi por favor, lo deseo tanto.
no se lo diré a nadie, te lo prometo, a ninguna de mis amigas, ni a Álex, no se enterará mamá, ni mis hermanos
Realmente estaba ansiosa, no sé de dónde habría sacado esa idea pero se la veía decidida a llegar hasta el final e intentó una última opción desesperada
– Haré lo que tú quieras, te daré placer oral antes de hacerlo, sé que te gusta, una vez vi por la rendija de la puerta que mamá te lo hacía
– ¡Lucía! ¿en serio nos viste?
En ese momento noté cómo me ponía rojo de vergüenza, mi mujer y yo seguíamos teniendo una vida sexual activa, pero siempre habíamos tenido mucho cuidado de que los niños no nos vieran
– Fue sólo un momento, y prometo que fue sin querer
– ¿Cuándo sucedió?
– Hace 2 años, el día antes de que mamá fuera a hacer las compras de Navidad, fui a decirle lo que quería que me comprara para regalarte a ti, porque iba a ir mientras yo estaba en clase y cuando intenté llamar a la puerta ésta se abrió sola porque no estaba bien cerrada, sólo vi un segundo lo que hacíais, volví a entornarla y me marché, pero recuerdo que volvísteis muy contentos de la habitación
– Lucía por favor, éso son cosas de mayores
– Papi, por si no te has dado cuenta yo ya soy mayor, no soy virgen, y ahora quiero probar nuevas experiencias, ¿me ayudarás?
Seguía teniendo medio cuerpo sobre mi pecho, y cada vez se acercaba más a mí, yo no sabía qué hacer, ponía esa expresión con la que nunca era capaz de negarle nada, pero era mi hija, mi niña pequeña, no estaba bien, de ninguna manera, aunque era cierto que ya no era una cría y aunque siguiera siendo menor ya tenía 17 años y su cuerpo era casi el de una mujer, pero maldita sea, era mi hija, si me la follaba se consideraría incesto, pero con esa carita que tenía y casi suplicándome no sabía qué hacer, y entonces fue cuando lo tuve claro
– Papi, por favor, fóllame
Y entonces su expresión cambió completamente, dejó de ser mi dulce niñita para convertirse en una zorrita, empezó a morderse el labio inferior con deseo, su expresión se volvió lujuriosa, sus ojos brillaban con intensidad y a mí se me empezó a poner dura
– Estamos solos papi, no hay nada que temer, nadie se va a enterar
La cogí en brazos y la llevé a su dormitorio mientras ella me daba dulces besos en el cuello, pero cuando llegamos a la puerta me sorprendió con algo inesperado
– No papi, aquí no, en tu cama, quiero que me folles como a mamá
Ese comentario ya me acabó de empalmar del todo.
– Mamá nunca me ha dejado que le folle el culo
La deposité suavemente en la cama que yo compartía con su madre
– ¿En serio? pues hoy tendrás la oportunidad de hacerlo
Y me dedicó una mirada llena de lujuria, empecé a colocarme sobre ella cuando me interrumpió
– Espera papi, necesito algo que hay en mi bolso
– Yo te lo traigo, no te muevas de aquí, cielo
Fui a buscar su bolso al salón y cuando volví me la encontré en ropa interior tendida en la cama, yo creía que no podía estar más empalmado pero me equivocaba, porque en ese momento sentí cómo se me endurecía más al ver el precioso cuerpo desnudo de mi hija sobre mi cama.
Le tendí el bolso, ella rebuscó en su interior y sacó un bote de lubricante y un paquete de condones mientras yo me quitaba los pantalones y la camiseta
– Ya estoy lista, papi
Me tumbé a su lado, ella se ladeó hacia mí y comencé a acariciarla
– ¿Cuándo te has convertido en una mujer tan hermosa, Lucía?
– Todo lo que ves esta noche es para ti papi, disfrútalo porque soy toda tuya
Eso me puso a cien, la tumbé bocarriba, me puse encima sin echar el peso del cuerpo sobre ella y comencé a besarla, primero en la frente, luego en la nariz, luego en la mejilla, ella reía
– Me haces cosquillas, papi
Luego me acerqué a sus labios y comencé a besarla dulcemente, primero una suave presión, luego más intenso, ella entreabrió los labios y yo comprendí que quería que introdujera mi lengua, ella sacó la suya, se juntaron y empezaron a juguetear.
Me separé de ella cuando necesité respirar y seguí besándola por la barbilla, el cuello, la clavícula, bajando hasta el pecho, ella se incorporó suavemente y desabrochó su sujetador, yo lo quité y comencé a acariciar esos pechos, no eran tan grandes como los de su madre pero se veían deliciosos, así que acerqué mis labios a uno de ellos y comencé a besarlo mientras con mi mano pellizcaba el pezón del otro lado, comencé a morderlo, succionarlo.
mi hija gemía de placer mientras echaba la cabeza hacia atrás.
Después de entretenerme un poco en los pechos seguí bajando, besando todo su abdomen hasta llegar a sus braguitas, comencé a acariciarla por encima de la tela y noté la humedad que se escondía debajo
– Quítamelas, papi
Yo obediente se las quité, ella abrió las piernas para mí y quedó ante mi rostro su precioso coñito, llevaba el pelo muy cortito, recortado y arreglado para su novio.
Comencé a acariciar los muslos, a besarlos desde las rodillas hasta llegar a su sexo y entonces empecé a depositar pequeños besos por todas partes haciendo que mi niña gimiera una y otra vez deseosa de lo que venía a continuación.
Me abrí paso con mi lengua entre sus labios buscando su clítoris y ella soltó un tremendo grito de excitación que me puso cardíaco, quería penetrarla, pero tenía que controlarme, tenía que hacerlo bien.
Continúe lamiéndole toda la rajita de arriba a abajo, haciendo especial hincapié en el clítoris, y en una de las veces que llegué abajo la penetré con la lengua, ella arqueaba la espalda y me agarraba de la cabeza para que no me retirara
– Qué bien lo haces papi.
me encanta
Volví a dirigir la lengua hacia el clítoris y la penetré con los dedos volviéndole a provocar un intenso gemido que resonó por toda la habitación.
Estuve un par de minutos penetrándola con los dedos y cuando empecé a sentir que su orgasmo estaba a punto de llegar aumenté el ritmo y le succioné el clítoris suavemente con los labios.
Ella empezó a convulsionarse gritando y agarrándose con fuerza a la colcha de la cama.
Cuando hubo acabado me tumbé a su lado y la abracé
– Gracias papi, ha sido el mejor orgasmo de mi vida
– Me alegro de que te haya gustado cariño, tienes un coñito muy rico, ha sido un auténtico placer comértelo
Le di un beso en la frente mientras nos abrazábamos con fuerza
– Ahora te toca a ti – me dijo
Y sin que apenas me diera cuenta se colocó encima mío y comenzó a restregar su sexo contra el mío mientras me besaba, metiendo su lengua juguetona en mi boca.
Luego fue bajando con sus besos como había hecho yo, primero por el cuello, luego por mi torso desnudo hasta detenerse en mis pezones, comenzó a morderlos y a pellizcarlos pero no se entretuvo demasiado, le interesaba otra cosa.
Siguió bajando hasta llegar a mi bóxer, donde comenzó a besar mi durísima erección por encima de la tela haciéndome jadear de excitación
– Cariño .
no tienes que hacerlo.
si no quieres
Estaba tan excitado que me costaba hablar
– Pero quiero hacerlo papi, quiero comértela entera
Y diciendo esto bajó mi bóxer hasta dejar mi erección al desnudo.
Estaba cardíaco, menuda viciosilla tenía por hija.
Me quitó el bóxer entero para tener libertad de movimientos y cogió mi erección con las dos manos
– No la imaginaba tan grande papi, pero se ve riquísima
– Cómetela, nena
No tuve que repetírselo, sacó la lengua y comenzó a lamer la punta con suavidad mientras con una mano acariciaba la base y la otra me sobaba los huevos, pero yo quería más
– Métetela en la boca, pequeña
Abrió la boca y comenzó a chuparla provocándome un tremendo gemido de placer, tenía la boca tan caliente que era un gusto tener mi polla dentro.
Acto seguido comenzó a meterla y sacarla de su boca lentamente mientras con la mano meneaba la parte que no le cogía dentro.
Nunca he tenido quejas de mi mujer, pero he de reconocer que mi hijita me hizo rozar el cielo.
– Lo haces muy bien, cielo
Comenzó a intensificar el ritmo y yo pensé que en cualquier momento explotaría y no estaba seguro de si ella querría que lo hiciera en su boca, pero no hubo tiempo para preguntas porque entonces ella paró, se la sacó de la boca y cogió un condón de la caja
– Papi, te voy a follar
– Sí nena, hazlo por favor
Apenas acabó de ponérmelo se puso encima mío y lentamente se la fue metiendo dentro de su coñito empapado mientras yo le acariciaba los pechos y ambos gemíamos de placer.
Una vez que sentí que toda estaba dentro de ella la agarré por las nalgas y empecé a marcar el ritmo mientras ella se apoyaba sobre mi pecho y se movía haciendo que mi polla entrara y saliera de su interior.
Era una experiencia deliciosa, diferente a cuando me follaba a su madre porque aunque ella ya no era virgen su vagina era mucho más estrecha puesto que su madre había tenido 3 hijos
– Me encanta, pequeña – le susurré al oído
Ella levantó la cabeza, que reposaba en el hueco de mi cuello y me sonrió satisfecha.
Acto seguido comenzó a besarme sin dejar de moverse.
La sujeté por la cadera dándole a entender que quería que parara y entonces yo con rápidos movimientos de la pelvis comencé a penetrarla cada vez más rapido hasta que acabé por correrme ahogando los gemidos de ambos en nuestras bocas.
Dejó caer su cuerpo sobre el mío extasiado y la abracé con fuerza
– Eres maravillosa cielo, ese imbécil se lo pierde
– Gracias, papi
Permanecimos unos minutos abrazados en la misma postura, ella sobre mí, y luego lentamente se tumbó a mi lado.
Me levanté al baño a deshacerme del condón y limpiarme los restos de semen, cuando volví un par de minutos después ella seguía allí, desnuda sobre mi cama y sonriendo feliz.
Me volví a tumbar a su lado y la besé en la mejilla
– ¿Todavía quieres que te folle el culo?
Se giró hacia mí emocionada
– ¿Lo dices en serio, papi?
– Te prometí que lo haría, ¿sigues queriendo hacerlo?
– ¡Claro que sí!
– Pues pásame el lubricante y ponte a cuatro patas– me miró como si no comprendiera – te tengo que dilatar cielo, no te puedo penetrar así sin más– se le iluminó el rostro y obedeció mis órdenes – mmm, qué culito más rico tienes pequeña
Daban ganas de estrujarlo, así que no me privé de ello, al fin y al cabo me lo iba a follar, ¿por qué no disfrutarlo? Comencé a acariciar esos cachetes blanditos, a pellizcarlos y masajearlos, incluso le di un pequeño mordisco.
Luego los abrí con delicadeza y comencé a lamer su agujerito intentando penetrarlo con la lengua, mi niña jadeaba de excitación, me imaginé que se empezaba a humedecer.
Me eché una pequeña cantidad de lubricante en los dedos y con suavidad le metí uno en el culito, ella gimió
– Si te hago daño dímelo cielo, no te lo calles, no quiero que sufras mi amor
– Si papi, pero eso no duele, dame más
Le metí un segundo dedito y ella volvió a gemir de placer
– ¿Te gusta, pequeña?
– Sí, papi
Comencé a mover los dedos hacia dentro y hacia fuera penetrándola con suavidad, eché un poco más de lubricante y metí un tercer dedito, esta vez mi niña soltó un gritito ahogado
– Ahí duele, papi
– No pasa nada pequeña, nos quedaremos de momento con dos
Deslicé la mano libre entre sus piernas y comencé a masajear su clítoris para que el dolor desapareciera y mi hijita volvió a gemir de placer.
Eché más lubricante y sin dejar de masturbarla volví a intentar un tercer dedo, esta vez lo conseguí y ella emitió un leve gemidito de placer
– Sí papi, siiii
Seguí penetrándole el culito con mis 3 dedos mientras le masajeaba el clítoris, ella mientras se acariciaba los pechos y se pellizcaba los pezones con una mano mientras con la otra se apoyaba en la cama.
Pasados unos minutos llegó al orgasmo y todo su cuerpo se convulsionó, sentí la presión en mis dedos y pensé que si se corría mientras la penetraba no sabría cuánto tiempo aguantaría sin correrme porque la presión era muy intensa.
– Creo que ya estás lista pequeña, ¿quieres descansar un poco?
Ella giró ligeramente la cabeza para mirarme pero habló con voz firme
– No papi, quiero que me folles ya
No hizo falta ni que me la meneara, estaba completamente erecto después de haberla estado penetrando con los dedos y haber visto cómo se corría, así que simplemente me puse otro condón, me coloqué tras ella y acerqué mi polla a su culito
– Voy a empezar cariño, quiero que te toques como te he hecho yo para que te sea más placentero, ¿vale pequeña?
– Vale, papi
Mi niña muy obediente introdujo su mano entre sus piernas y empezó a acariciarse el clítoris.
Yo agarré con firmeza mi polla y empecé a meterla en su agujerito trasero, ella empezó a jadear
– ¿Todo bien, cielo?– ella asintió – si te duele dímelo– ella volvió a asentir
Yo seguí apretando muy lentamente, metiéndola muy muy despacio, ella gemía con suavidad, yo sabía que le estaba doliendo, pero ella no decía nada, con lo que probablemente también le estuviera gustando.
Ya tenía la mitad dentro y ella no había dicho absolutamente nada, la saqué y volví a empezar, volví a meterla muy despacito, esta vez mi hija gimió un poquito más fuerte, seguí apretando hasta que entró por completo y la dejé ahí dentro sin moverme
– Ya está toda dentro cariño, ¿puedes notarla?
– Sí
– ¿Y qué tal cielo? ¿te duele?
– Un poco, pero también me gusta
– ¿Quieres que la saque?
– ¡No! por favor, no la saques, déjala ahí un poquito
– ¿No quieres que me mueva?
– Un minuto por favor, papi
– Está bien cariño, ¿te estás tocando?
– Sí papi, pero no te muevas por favor, un minuto
– De acuerdo
Permanecí un par de minutos con toda mi polla dentro del culito de mi hija como ella me había pedido y luego comencé a moverme, suvamente comencé a sacarla, y cuando estaba a punto de salir volví a meterla, ella gimió de placer, repetí la operación un par de veces.
Ya se la notaba mucho más tranquila, así que la saqué por completo y la metí de un sólo golpe y mi niña gritó de placer
– ¡Aaah, papi, me encanta! ¡Quiero más de eso!
Sonreí satisfecho y repetí la operación un par de veces más, sacándola por completo y metiéndola de golpe, haciéndola rozar el cielo, luego la metí hasta dentro y empujé hasta el fondo, éso también le gustó, así que también lo repetí
– Pequeña ya me queda poco, quiero que tú también te corras
– Fóllamelo fuerte, papi
La cogí por las caderas y empecé a follarme su culito como si fuera lo último que fuera a hacer en la vida, con fuertes embestidas que nos hacían gemir de placer a ambos.
Entonces cuando yo estaba a punto de llegar al orgasmo ella se me adelantó, sentí cómo los músculos de su ano se tensaban y apretaban mi polla con fuertes convulsiones y tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida, expulsé hasta la última gota de leche que me quedaba y caí rendido sobre su espalda.
No quería aplastarla, así que me retiré de su interior, fui al baño a deshacerme del condón y cuando volví estaba tendida en la cama, todavía extasiada por la intensa experiencia que acabábamos de vivir.
Me tumbé a su lado y me abrazó con fuerza
– Ha sido maravilloso papi, eres el mejor padre del mundo, te quiero con locura
– Yo también te quiero con locura pequeña, tú sí que eres la mejor hija del mundo
– Voy a ir al baño a limpiarme, ¿luego puedo quedarme a dormir aquí contigo?
– Claro que sí pequeña, pero tráete un pijama, que está empezando a refrescar
Le di un beso en la frente y observé su cuerpo desnudo mientras salía por el pasillo
Sé que lo que hicimos estuvo mal, pero ayudé a mi hija a cumplir su fantasía de probar el sexo anal y no me siento mal por ello, sé que soy un buen padre.
Además, nunca más se ha repetido lo de aquella noche, nunca más he tenido sexo con mi hija, ni con su hermana tampoco.
Al día siguiente rompió con Álex y un par de meses después empezó a salir con otro chico, un chico decente que según ella la respetaba y la trataba bien, pero sobre todo, y era lo que a mí más me importaba, se la follaba con condón y le hacía sexo oral y anal, que era lo que a ella más le gustaba, y aunque no me gustara demasiado que ningún niñato se follara a mi pequeña, lo que me interesaba era que por lo menos la dejara satisfecha y parece que eso lo cumplía a la perfección.
Yo prefiero vaginal