Mi hijastra, de niña a mujer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El relato es real y me sucedió a mi.
Después de cuatro años de casados, y de varios problemas económicos, mi esposa me decía que quería irse a trabajar a los Estados Unidos, yo le decía que eso no era buena idea, que solo estabamos viviendo un mal momento. Un día ya no regresó a la casa, la busqué con sus amigas al siguiente día y ninguna razón de ella. De pronto una amiga de mi esposa me trajo una carta en donde ella se despedía de mi, asi solamente..tomó camino y me dejó los dos niños, su hija ahora de 12 años y un hijo de ambos de 3 años. Lloré varias semanas su partida, me sentía desesperado, no se lo deseo a nadie, lo que pasé esos días.
Mas tarde, había que enfrentar la realidad; hubo que asignar nuevas responsabilidades y Michelle ahora era la mujer de la casa, tenía que mantenerla limpia y habitable, lo cual hacia después del colegio, yo no podía en ese momento contratar a una sirvienta. Yo tengo un negocio que poco a poco comenzó a mejorar.
Entre Michelle y yo siempre hubo, desde que me case con mi esposa, química. Ella me quiere mucho, y no tenía verguenza de mostrarse en ropa interior, yo fui viendo como de niña se iba volviendo una linda adolescente, sus senos iban creciendo y ya tenían el tamaño de una naranja, eran redonditas y sus piernas, a pesar que eran largas y delgadas eran muy sensuales y sexys, su trasero aunque nunca fue prominente, tiene linda forma de corazoncito. Pero, aunque ella me produjera buenas erecciones, siempre la respeté como hijastra. En una ocasión que regresabamos de la playa, aún estaba su madre con nosotros, me metí a la ducha a quitarme la arena, cuando de repente ella entra totalmente desnudita, en cueritos, que lindo cuerpecito se le iba formando, rapidamente mi pene se fue poniendo rigido enfrente de ella, ella me preguntó porque me sucedía eso, yo solo le respondí que lo buscara en internet, lo cual nos dio risa, pero varios días después ella me se sentó en la sala, yo veía tv y me dijo que lo habia encontrado en internet, y que sabía porque el pene de un hombre se pone erecto, yo me sonrojé y ella me dijo, -no importa papi, guardaré el secreto!- y se marchó. Hasta alli todo bien, pero cuando me duchaba y mi esposa no estaba, Michelle entraba conmigo a la ducha completamente desnuda, la verga se me ponía dura, sobre todo después de lo que me dijo aquella noche en la sala, luego yo la enjabonaba y después ella lo hacía conmigo, me tomaba el pene y lo enjabonaba, pero parecía más una paja, luego me decía -esto lo vi también en internet!- y yo me volvía a sonrojar.
Pero volvamos a la historia. Luego de que mi esposa me abandonó, Michelle se encargó de mi ropa, de la casa y de su hermanito. Las duchas juntos siguieron, no tan frecuentes como antes, pero suficientes para que yo pudiera ver como su cuerpo iba cambiando, como su panochita se llenaba de pelitos púbicos, como sus senos crecían al igual que sus pezones, su rostro de niña cambiaba a señorita, sus nalgas se llenaban más y seguían paraditas, yo en la ducha la tocaba toda, ahora cuando enjabonaba sus pezones se ponían duritos, y mi mano pasaba sobre sus labios vaginales y aveces le encontraba su clitoris, ella daba pequeños saltos, yo le preguntaba si estaba bien, ella me decía que si, ahora era ella la que se sonrojaba.
Michelle llegó a sus quince años y ya era un muy preciosa mujercita, ya tenía varios pretendientes en el colegio. Los chicos la llegaban a ver a la casa, pero ella no topaba a nadie, solo amigos. Una noche, regresé del trabajo muy tarde, casi habiamos salido de la crisis económica, tenía mucho trabajo. Entre a mi habitación cansado, y de pronto veo a Michelle, con la ropa interior de su madre puesta, pero no era la ropa normal, sino una ropa que usaba en ocasiones para jugar a seducirme, en nuestros mejores días. Michelle tenia puesto una braguita tipo tanguita, aprenas tapaba el parche de su cuquita y por atras solo un hilo entre sus bellas nalgas, en sostén era diminuto que apenas tapaba sus pezones, todo en negro, y para terminar unas medias tipo mallas rojas. Se miraba como una putita linda, mi verga se empalo entre mis pantalones, eso sucedía también porque tenía varios meses ya sin sexo, ya que el trabajo me quitaba todo el tiempo y el poco que me quedaba lo invertía en mi hijo y mi hijastra. Michelle notó de nuevo como me puse al verla, ella quiso quitarse el atuendo, pero yo le pedí que no lo hiciera, le dije que me recordaba a su madre y que por favor se lo dejara un rato más. Vimos tv juntos en la cama, ella con ese atuendo, yo la abrazaba. Cuando ella se marchó a su habitación me tuve que jalar la verga hasta que eyaculé, lo hice pensando en mi hijastra y su bello cuerpecito. Esa noche antes de dormirme, fui a la habitación de Michelle a darle las buenas noches y antes de entrar oí algunos gemidos, al principio pensé que algún chico se había metido en la habitación de ella, me puse celoso, pero luego comprendí que ella se estaba tocando la panochita y gimió hasta que llegó a un orgasmo, lo que más me impactó fue que cuando estaba teniendo su orgasmo ella gritó -asi papi, asi mi papi lindo!- refiriéndose a mi.
Y llegó la noche. Llegué tarde de nuevo, entre a mi habitación y no había nadie, me desvestí lentamente, me quedé en boxer y una camiseta, me acosté y estaba dormitando. Cuando de pronto como si fuera un sueño, vi entrar a Michelle, con la misma ropa interior que la vez pasada, solo que ahora su cabello lucía diferente, ella se subió encima de mi, se sentó directamente sobre mi, es decir su cuquita cuberta solo por su delgada braguita sobre mi verga, ella jineteaba y comenzó a darme besos en las mejillas y en la frente, todo eso me excitó mucho y tomándola por el rostro con mis dos manos, la tomé y la besé en la boca, pensé que ella se apartaría, pero no, ella correspondió mi beso y nuestros labios se comian unos a otros. La abracé e instintivamente mi brazos la rodearon y pude sentir lo suave y lo terso de su piel, mis manos tocaron su estrecha espalda y luego bajaron hasta tocar sus nalguitas, todo fue mágico.
Luego ella me soltó y quitándose de encima se dirigió a la puerta, me dijo -te espero en mi habitación- y salio corriendo, me quedé sorprendido de su actitud, pero luego recapacité y analicé que Michelle no quería seguir, porque aunque estuviera lejos la cama seguia siendo de su madre y mia. Asi que me alisté, me quedé en boxer y camiseta, me fui caminando hasta la habitación, alli estaba Michelle sobre la cama, me sonrió cuando me vio, me senté en la cama, luego ella se puso sobre sus rodillas y yo me puse sobre mis rodillas, de frente, me quité la camiseta y Michelle me acarició el torso, me besó y busco mis tetillas y las besó, yo le levanté el rostro y le dejé ir un beso en la boca, como el de hace unos minutos, ella volvio a corresponder, nos besamos apasionadamente, metí mi lengua en su boca y ella la recibió entre sus labios y la chupó, luego ella lo mismo y yo atrapé su lengua entre mis labios. Mis manos tocaban su cuerpo, deslicé una entre su braguita y toqué su panochita, sentí la humedad de su rajita y eso me calentó mucho, la fui acostando y la tuve a mi entera disposición.
Primero le quité las mallas de las piernas, besé sus pies y luego cada dedito lo chupé entre mis labios, hice lo mismo con su otro pie, luego fui lamiendo sus rodillas y después su entrepierna, ella cada vez cerraba sus ojitos como degustando mis besos. Deposité una lluvia de besos sobre su braguita que tapaba su rajita, luego la corrí y pude ver de cerca sus pliegues vaginales, eran rosaditos, lamí abundantemente y la punta de mi lengua le dio pequeños toques a su diminuto clitoris, inmediatamente ella gimió y me tomó de los cabellos, Michelle gemía como si la estuvieran sacrificando, me comí su panochita como si fuera la última en el planeta, tantos meses de abstinencia se reflejaban en el sexo oral que yo le propinaba a la pequeña.
Le mamé su panochita como veinte minutos, ella tuvo al menos un orgasmo, y había quedado agotada un poco. Me quité el boxer y me dispuse a cogerla, lo había deseado por más de un año y por fin llegaba el momento, la abrí de piernas, ella lo presintió y me recibió puse mi verga en la entrada de su vagina y con mi peso fui introduciendosela, ella gimió fuerte, se la dejé ir un poco, sentí la presión de su himen muy probablemente, pero con un leve empujón eliminé ese obstáculo, ella volvió a gemir fuerte y mi verga se fue metiendo dentro de su cavidad nunca explorada, era el momento que Michelle dejaba de ser una niña y se convertía en mujer. Le metí como la mitad antes de empezar a bombear su panochita. Ella estaba prendida contra mi cuerpo y nos besamos de nuevo mientras yo comenzaba a entrar y salir despacio de su rajita, ella se fue excitando mucho y en ocasiones mordía mis labios y gemía. Poco a poco se la fui metiendo completa, su vagina era suave y calientita, la cogí lento por varios minutos mientras se acostumbraba a tenerme adentro. Luego fui acelerando y ella cerró sus ojos y se corrió, sentí las paredes de su vagina que se tensaban y luego sentí sus juguitos vaginales que empapaban mi dura carne por dentro.
Luego me levanté un poco y coloqué cada uno de sus pies sobre mis hombros y seguí penetrándola, ella me arañaba los muslos, lo cual me proporcionaba un raro placer, su panochita estrecha me apretaba la verga que me estaba llevando al climax, aceleré porque sentí que estaba por correrse y quería que ella llegara antes que yo, le di un poco más duro y en dos o tres minutos ella se desbordó en otra corrida, aceleré más para llegar a la mia, unos segundos antes pensé si debía o no eyacular adentro o afuera de su rajita, pues no estaba usando condón, decidí no correr riesgos y acabé afuera sobre su vientre. Nos quedamos un rato descansando mientras nos normalizabamos, yo sentado y ella acostada. Luego ella con su mano tocó el semen que yo había eyaculado, me miró y me dijo que lo había visto en internet, pero nunca lo había tocado.
Nos acostamos y nos seguimos besando, cada uno externalizó su deseo consumado. Luego entre besos nos volvimos a calentar y la puse ahora en cuatro, le besé sus nalgas y le lamí su orto, su panochita otra vez estaba mojadita y lista, le puse mi pene en su entradita y la volví a penetrar, la cogí nuevamente lento, pero conforme los minutos se consumían, le daba duro por periodos, ella se corrió y yo me corrí sobre sus nalguitas. Habia sido un maravilloso palo.
La relación con mi hijastra se volvió más íntima a partir de esa noche. Empezamos cogiendo una vez por semana, luego aumentamos a la frecuencia a dos veces y llegó un momento que follabamos hasta cinco veces a la semana, los dos estamos muy enamorados. Después de una noche de sexo, Michelle me preguntó que haria yo si volviera su madre, no pude contestarle eso..
Ya quisiera yo eso
Aww, del momento de super mierda con esa que huyó salió relacion tan linda con la nena. Disfruten y que la nena orgasmee mucho si pasan algo asi, lo mismo madres y nenes. Es un regalo de la vida y lindo premio por salir adelante, no es casual.