Mi hijita
no podía creer que mi hija de 9 años se hubiera comido mi pene entero a la primera. Chupe sus tetas y comencé a moverme, ella jadeaba como una perra en celo y me decía lo rico que sentía..
Mi esposa nos había dejado a mi hija de 9 años y a mí. Yo que siempre había sido un hombre caliente me sentí enojado de tener que estar encerrado en caso con mi hija, aunque la amaba con toda mi alma, necesitaba un coño donde meter mi pene. Estaba bien dotado, era una de mis cualidades, y no cualquier mujer podía clavarse en ella. Así que ahí estaba yo, con un trabajo desde casa, porque soy abogado y daba asesorías y tomaba las audiencias de forma online.
Lo único que tenía a mi disposición era mi mano y un juguete que hacia de vaginas, pero yo necesitaba más. Mi hija era hermosa, se parecía mucho a su madre, pero había sacado mis ojos grises. Tenía un buen cuerpo a pesar de que era pequeña y se gastaba un culito respingón precioso que no debería ser tan grande a su edad. Nunca había visto a mi hija de esa manera, era mi princesita y le cumplía cualquier capricho hasta ese día.
Estaba en mi cama masturbándome, estaba lloviendo muy fuerte por lo que cuando sonó un trueno, mi hija entro corriendo a mi habitación y se subió a la cama. Escondí mi pene bajo la sábana muy rápido para que ella no lo viera, pero la erección era notable. Mi hija vestía solo una polera y sus calzones que practicamente se perdían entre sus nalgas. Se aferró a mi como si la vida se le fuera en ello y pude sentir su vagina contra mi pene.
—Papi tengo miedo, ¿puedo dormir contigo? –me preguntó. Su cara de asustada no me permitió negarme, así que le dije que sí y ella se tapo con la sábana pasando su mano por encima de mi estomago. Como yo aun estaba desnudo, su mano tocó mi pene y ella se sorprendió y me miró rápidamente.
Quise apartar su mano, pero ella la envolvió alrededor de mi pene y eso me provocó una sacudida de placer riquisima.
—Papi, tu pipi está muy duro —dijo.
Quería apartar su mano, en serio quería, pero el calorcito y el morbo de que mi hija de 9 años me tocara el pene, me pudo más.
—Sí, princesa.
Ella movió su mano y volví a sentir ese placer. Mierda, era un enfermo, porque me gustaba sentir la mano de mi hija en mi pene tan duro que dolía.
—¿Por qué?
Decidí arriesgarme.
—Porque cuando veo a una niña tan hermosa como tú, mi pene se pone duro porque quiere darte su lechita.
Ella abrió los ojos.
—¿Sale leche de aquí, papito?
Ah y la forma en que decía papito era exquisita. Asenti con la cabeza y bajé la sábana para que ella pudiera verlo completo. Mi princesa abrió los ojos sorprendida por lo grande que era.
—Sí, mi amor. ¿La quieres? —le pregunté acariciando su cabeza y luego bajando mi mano hasta su culo. Era un sueño, el culito duro y grande. Necesitaba tenerla en cuatro y no podía esperar más, había tenido una vagina a mi lado demasiado tiempo para no usarla.
—Bueno papito.
Le indiqué cómo tenía que hacerlo y que no usara sus dientes. Como siempre había sido inteligente, no le costó entender y cuando dio la primera chupada y vi como sus labios pequeños y su carita de niña engullian mi pene, me corrí en su boca dejando salir un fuerte gruñido. Para mi sorpresa, se tragó todo y me miró sonriendo.
Resulta que mi hija veía videos porno porque su prima de 15 años le había mostrado, y además le había enseñado a tocarse. Eso me puso a mil y mi pene volvió a la vida rápidamente. Ella quería más, quería que le hiciera lo que hacían en los videos.
La puse de espaldas y le bajé el calzón. Ella me miraba con atención, le abrí las piernas y pase mi lengua por su vagina rica. Mi princesa arqueo su cuerpo y un gemido salió de sus labios, pude ver por la comisura de su boca un poco de mi semen y eso me hizo comerme su concha con más ganas.
Subí mis manos por su cuerpo hasta tocar sus tetitas que no eran demasiado grandes, apenas saliendo, porque lo que mi hija tenía era ese culo grande. Agarré sus pezones entre mis dedos y los moví para estimularla aun más.
—¡Que rico papito! ¡Quiero hacer pipí! —comenzó a gritar.
—Déjate ir, mi amor, es un rico orgasmo —le digo.
Mi pequeña hija se corre en mi boca y suelta un grito escandaloso. Su respiración estaba agitada, sus piernas convulsionaban y tenía la boca abierta. Subí a su rostro y la comencé a besar. Metí mi lengua dentro su boquita y ella la chupo. Al parecer su prima le había enseñado varias cosas.
—Voy hacerte mi mujercita, mi amor —le dije mientras metía un dedo en su vagina. Ella estaba demasiado caliente, al final, había salido a mí en ese sentido y me sentí afortunado. Comencé el mete saca mientras chupaba sus tetitas y ella gemía como loca, luego cuando sentía que estaba bastante abierto, le metí un segundo dedo y me pasé a otra teta. Chupé y mordí sus pezones con ganas y ella volvió a correrse, pero esta vez sobre mi mano. Sentí como sus paredes me apretaban y ya no podía esperar más.
—Te voy a hacer la putita de papi, mi amor.
—Sí papito, quiero ser tu putita.
Me acomodé entre sus piernas. El tamaño era impresionante, y yo me iba a follar a mi pequeña hijita como un desquiciado.
—Te va a doler un poco, princesa, pero luego vas a gozar como una perrita en celo —le dije.
Ella me miro inocente, sus ojos nublados por la excitación, pero asintió.
—Quiero que me metas tu pipi, papito.
Comencé a entrar en ella lentamente, yo tenía muchas ganas pero no quería lastimarla. Mi princesa hizo una mueca, pero no me pidió que parara y yo no lo hice, y no lo iba a hacer aunque me pidiera. Esto era de otro mundo, su vagina apretada, me succionaba el pene. Rompí su himen sacandole un grito que calle con mi boca.
Esperé que se acostumbrara a mi tamaño, no podía creer que mi hija de 9 años se hubiera comido mi pene entero a la primera. Chupe sus tetas y comencé a moverme, ella jadeaba como una perra en celo y me decía lo rico que sentía. La agarré de las caderas, subí una de sus piernas a mi hombro y comencé el mete y saca cada vez más rápido.
—Oh mi niña, tu vagina es el coñito más rico que he probado —jadeaba yo.
—Siento muy rico papito —decía ella.
Le daba estocadas como un puto enfermo y ella lo recibía obedientemente. Decidí cambiar de posición, la puse en cuatro y su culito era una maldita bendición. Me enterré en ella de golpe y mientras azotaba sus nalgas viendo como se movían, sentí que iba a correrme. Mi pequeña jadeaba y cuando sentí que sus paredes me apretaban ante el inminente orgasmo me corrí como un caballo.
Me quedé unos segundos asimilando que me había cogido a mi hija pequeña, pero lo iba a seguir haciendo todos los días. Er a mi puta personas y le iba a follar todos sus agujeros. Esa noche lo hicimos varias veces más, ella chupaba mi pene como un borreguito y yo le rompía su pequeña vagina para compensarla.
Mi puta personal.
Me a gustado mucho, ojalá subas más sobre esta historia.
q rico
Huy que rico. Eres afortunado. Espero que tengas una hija con ella y la folles tambien.
Suertuda
Que rico relato, a esa edad ya empiezan a dar y recibir placer las nenas.
Suertudo tu, suertuda ella, maravilloso relato. Escribes bien. Espero que los otros 2 relatos y los proximos que vengan me asombren como este. 5 estrellas de evaluación
Wouuuuu
Me tuviste mojada fue rico creo faltaron detalles
Después de leer este relato tienes que cogerte a tu padre para obtener la experiencia completa jiji
A un hijo o sobrino asi lo chupo horas, bien puta y feliz jaja y con 11 que me coja hasta el culo.
Sigue relatando ricooo
Muy buen relato, excelente, excitante y muy morboso
Esperando la continuación