Mi hijita es mi Celestina – I
Celestina, es una mujer que procura, encubre o facilita, una relación amorosa o sexual entre dos personas. El nombre viene del extraordinario libro La Celestina, de Fernando de Rojas (1)..
Mi ex-pareja y yo, Juanfran, nos conocimos cuando teníamos 12 años por cambios de colegios. Unos meses más tarde ya follábamos como locos y lo hemos seguido haciendo. Los dos somos bisexuales, de relaciones totalmente abiertas y sin tapujos. A los 19 años, se quedó inesperadamente preñada y nació nuestra hija Anabel. Catorce meses más tarde, conoció a un cuarentón con pasta, se fue con él, renuncio a su hija y a cualquier derecho y pensión, y Anabel y yo nos quedamos solos con mis padres.
En nuestra adolescencia, mi ex y yo, follábamos no solo con gente de nuestra edad, sino también con mayores, luego fuimos creciendo pero nunca abandonábamos a esos infantes-adolescentes maravillosos que desean ser «mayores», jugar al sexo con los mayores, pero sin perder su preciada edad de las muñecas. O incluso de grabar videos sexuales que tan importantes son para ellos. Cuando mi ex desapareció, seguí jugando con esas niñas y niños deseosos del sexo de verdad y les sumé a mi hijita.
Así que nuestra hija, Anabel, desde que nació, compartió nuestra cama, nuestros juegos, y los juegos con nuestros adolescentes amigos. Lo compartía todo y con alegría.
Mis padres nunca entendieron nuestra forma de vida, mi abuela materna sí. Y me propuso ampliar un poco su casa y modernizarla para hacer con una parte de ella, nuestro hogar (de mi hija y mía), que incluía una amplia buhardilla para juegos, y poder así tener una intimidad que viviendo con mis padres no la tendríamos, y yo podría dormir con mi hija, cosa que mis padres no gustaban.
Así lo hicimos y nos instalamos a unos 30 km del pueblo de mis padres. Terminé mis estudios de informática y monté un pequeño taller de venta y reparación de ordenadores, móviles y todo eso de informática y complementos.
Mi joven abuela quiso, desde el principio, cuidar de mi hija, pero yo deseaba que creciese libremente, no de forma conservadora. Mi abuela sonrió y mientras encendía un cigarrillo me miró y expulsando el humo a mi cara, me dijo que lo que yo quería hacer con mi hija, además de vivir incestuosamente con ella, era convertirla en una buena puta, como lo había sido su madre. Me quedé sorprendido y mi abuela, riéndose a carcajadas, me dijo:
– Vamos a ver Juanfran ¿de qué crees que mis padres y mi hermano comían durante la crisis de los 70, y como me quedé preñada de tu joven madre? Pues de mi coño juvenil que se convirtió en la Caja de Ahorros de la familia. Sé de sobra que tu ex-pareja era puta, y seguro que tú ni siquiera sabes quién es el verdadero padre de esta preciosa chiquilla con cuyo cuerpo juegas en la cama, pero si lo que deseas es putearla, la puedes compartir conmigo y haremos de ella una fiera sexual. Guapa y grande para su edad lo es, ahora hay que entrenarla y putearla.
Y sin dejarme recuperar de la sorpresa, se acercó a mí, me besó intensamente en la boca y acariciando mi pollón, me dijo:
– Algunas noches compartiré cama con vosotros. La niña debe vernos desnudos y follar como la cosa más natural del mundo. Y en cuanto a ti, no te preocupes, te aseguro que no se me han olvidado 19 años de hacer la calle y todo lo que he follado después. Te haré gozar y a ella también. Y ya verás como te gusta mi cuerpo que nunca he abandonado, pero que ahora me arreglaré para ti y también te traeré alguna jovencita para compartir juegos. Anabel debe aprender a follar, ya que pronto cumplirá los cinco años -y se fue riéndose-
Pero la puta de mi abuela no iba de bromas. Esa noche, cuando entré en la cocina para cenar, me la encontré con una simple braguita y un sujetador mini que solo tapaba desde los pezones y le subía sus tetas. A sus 61 años, su cuerpo aún era deseable y se mantenía fuerte con el pequeño gimnasio del trastero. Cada vez que pasaba por mi lado me acariciaba la polla y aunque jamás pensé sexualmente en ella, mi polla estaba gritando que la usase. Fue a por mi hija y la trajo desnuda y con los labios ligeramente pintados.
Al terminar de cenar me senté en el sofá con mi hija entre mis brazos, sentada sobre mis piernas viendo unos dibujos en la TV, y por la entrada del pasillo apareció ella, totalmente desnuda, muy bien maquillada, con medias negras hasta casi la ingle, un coño peludísimo y con unos taconazos de escándalo. Vio la TV, puso un vídeo y salió la versión porno de los 7 enanitos con unos pollones de caballo. Vino a nosotros. Apartó a mi hija, me desabrocho el pantalón y me sacó mi pollón. Se arrodilló ante mí, sobó mis huevos y mi pollón hasta hacerme daño, y se lo fue metiendo en la boca.
Y su mano cogió a mi hija y puso su cabeza junto a mi polla y su boca. Mi hijita lo miraba todo sin perder detalles, y pronto su mano fue tocando mi polla, mi ingle y el rostro de su bisabuela. Y cuando me corrí en la boca de mi abuela, ella cogió a Anabel, le abrió la boca y besándola, le depositó en ella un poco de mi semen con su saliva ¡y mi hija se lo bebió! Y luego otro poco. Y luego un poco más. Así tres veces y mi niña se lo fue bebiendo. Mi abuela se tragó el resto pero la niña dijo:
– Más. más, lo quiero todo.
Mi abuela cogió mi hija, la puso de forma que su cara estuviese sobre mi polla, abrió sus labios y metió mi glande entre ellos y le dijo:
– Chupa cielo, vacía los huevos de papi. Y tú cabrón, dale a tu hija lo que te pide y enséñale a mamarla de verdad, no como hasta ahora ¿no querrás que se lo haga todo yo?
Pero la puta de mi abuela era bastante más puta de lo que yo nunca hubiese imaginado. Sus manos iban del coñito de la niña a su culito masajeando los dos. Cogía su cabeza y se la aplastaba contra mi polla para que la penetrase lo máximo posible, y poco tardó mi glande en desaparecer en su boca. Al mismo tiempo, me masturbaba a mí jugando con la base de mi polla y mis cojones.
Y en esos minutos, me di cuenta que mi hija podía ser una puta perfecta. La niña no solo estaba recibiendo placer de su bisabuela, ya que yo procuraba no tocarla para no interferir, sino que la propia cara de Matilde (mi abuela) reflejaba una lascivia brutal. Incluso una ligera hilera de saliva salía de su boca, y debo confesar que yo también me puse bastante cachondo. Anabel me estaba cogiendo con sus dos manitas mi polla y ayudaba a su puta bisabuela a masturbarme a mí, pero a la vez, estaba haciendo verdaderos esfuerzos para meterse más mi polla en su boca. No sé cómo abría tanto su mandíbula para meterse mi gruesa polla, pero lo hacía y yo notaba un inmenso placer.
– Mira Juanfran, ¡mira como tu hija es una puta chupapollas! Mira como abre su boca para tragarse ese pollón. Ha probado tu leche y le gusta y a partir de hoy la buscará todos los días. Nuestros cuerpos desnudos la excitarán, la provocarás con tu polla tiesa y ya verás cuantas veces cada día se la mete en la boca. Y a partir de esta misma noche, nuestros dedos deben meterse en sus agujeros para dilatarla, y antes de los 7 años, tú ya debes follar todos sus agujeros como a una adulta.
Y yo, bromeando, aunque realmente estaba excitadísimo con lo que decía y con el placer que mi hijita me estaba dando, pregunté a mi abuela:
– ¿Y cuando piensas tú que debemos hacer que folle por dinero?
– A los 8 o máximo 9 años, estará preparada para hacer verdadero porno y para follar por dinero. Cuando consideremos que ya está bastante dilatada, traeré unos amigos para que empiecen a follarla, enviciarla, y acostumbrarla a ser puta «entre amigos». Y sé quién puede encargarse de explotarla profesionalmente. Y haremos que se quede preñada en cuanto sea posible y si es de las que se preñan antes de tener la regla mejor, cuanto antes la tenemos que preñar ¿te imaginas como estará de buena esta puta preñada con 10 u 11 años? Su precio sería astronómico y quedaría marcada de por vida. Crecerán sus caderas, sus tetas y todo su cuerpo se desarrollará ¡y nunca se cansará de dar placer!
Y lo que decía mi abuela, con una voz de orgullosa pasión, en lugar de avergonzarme como padre, me excitaba de tal manera, que mi manaza se depositó sobre la cabeza de mi hija acariciándola, pero al mismo tiempo haciendo presión para que se la introdujese más ¡como si eso fuese posible! Pero lo fue. Ni siquiera me fijé en su respiración. Instantes después tuve una corrida enorme, excitante, extraña, que mi hija intentó beberse cuanto pudo, pero que casi la ahogaba, vomitó un poco pero sin darme tiempo a nada, agarró Anabel de nuevo mi polla con sus dos manitas y se volvió a meter mi polla en su boca.
Y con un enorme deseo interior y una excitación sexual imposible de reprimir, miré a mi abuela, que también me miraba sonriéndome a mí, y solo le dije:
– Quiero que me digas abuela qué tenemos que hacer con ella, me la quiero follar cuanto antes, preñarla todos los años si es necesario y hacerla puta, una puta muy pervertida lo más pronto posible ¿me ayudarás?
– Por supuesto cariño, soy tu abuela, la bisabuela de la niña, y te prometo que haré que ella sea más puta que lo fui yo. Deseará follar y ser follada cada segundo de su vida ¡ya lo verás y verás que buena puta hacemos con ella! Nos sentiremos orgullosos de ella.
Y en ese momento, mi hija levantó su rostro hacia mí y me preguntó:
– ¿Ya está bastante limpia tu pilila papi o quieres que siga?
Y al ver su rostro sonriente, su boca babeando partículas de mi semen junto con su saliva, su cuerpo desnudo y su pequeña grieta del coñito manchada de su corrida anterior, no me pude contener y entre las risas de mi abuela, de su bisabuela, la cogí entre mis brazos y me la llevé al dormitorio, la deposité sobre la cama, y mi abuela, muy feliz y sonriente, me la empezó a mamar para que estuviese lo más dura posible. La primera penetración vaginal de mi hija no debía perderse en el recuerdo de nuestros cerebros. Y una vez consideró la bisabuela que ya estaba todo preparado para el sacrificio de la divina infanta, se apartó de mí y solo me dijo:
– No se te olvide Juanfran que solo tiene casi cinco años. Mete solo el glande y si lo aguanta, no la penetres más. Tenemos años de sobra y solo debemos hacer que la niña desee follar y ser follada. Que disfrute toda una vida sexual.
Eso lo tenía yo metido muy profundamente dentro de mí. Me gustaría convertir a mi hijita en una puta siempre insatisfecha, siempre loca en busca de todos los placeres sexuales posibles, siempre deseosa de llenar de semen todos sus agujeros constantemente, pero nunca le haría daño. Y como decía mi abuela, teníamos tiempo de sobra. Mi hijita estaba muy desarrollada para su edad y prometía muchos placeres.
– Cielito, papá va a follarte. Ya sabes, es eso de meter la pililita dentro de tus agujeritos. Ya lo has hecho en la boca, ahora lo haremos en el coñito y otro día en el culo, pero no te lo meteré todo porque es muy grande y muy gorda mi pililita ¿te parece bien cariño? Y la abuela (siempre la nombrábamos abuela, no bisabuela) te enseñará muchas cosas que solo las mujeres hacéis entre mujeres.
– Vale papi, pero cuando puedas meterla toda la metes ¿me lo prometes?
– Claro que te lo prometo Anabel. Y te aseguro que la abuela también me lo recordará porque quiere hacer de ti la reina de las putas. La mayor puta del cole.
– ¡Vale… bien… yo seré la reina de las putas y del cole… que chuli! -gritando de alegría-
La abuela se puso junto a la niña y mientras con una mano empezó a acariciar su cuerpo, con la otra lo grababa todo con la pequeña cámara. La niña había tenido una expulsión de fluidos que no se si llamarle corrida a su edad en su coño y eso podía facilitar la penetración. Mi abuela, mientras jugaba con los pezones de la niña me miró y asintió con la cabeza. Yo apoyé mi glande sobre la pequeña grieta y me acojoné.
Cierto es que ya habíamos jugado con nuestros dedos para dilatarlo al igual que el ano, pero la diferencia de tamaños… La vulva se destacaba poderosamente entre sus piernas, maravillosamente infantil, sonrosada. Era como un pequeño volcán entre las piernas con una pequeña grieta como para salir la lava… o el semen. La niña se acariciaba y se rascaba toda esa parte esperando la penetración. Pero yo miraba el grosor de mi glande, el grosor y el tamaño del tronco de mi polla, miraba su tierno, sonrosado y virginal coñito… y temblaba. Pero la voz pasional de mi abuela me decidió:
– O te la follas ahora o cojo un dildo y me la follo yo sin contemplaciones!
Y me la follé. La cogí por las caderas, apreté con fuerza y noté como la mirada de mi hijita cambiaba de objetivo. Antes miraba mi polla como iba a meter en su agujerito y ahora, ahora me miraba fijamente a los ojos. Y mirándonos los dos a los ojos, apreté, apreté y apreté, y mi capullo empezó a entrar y con más facilidad de la que esperaba. Anabel no dejaba de mirarme, sus ojos no perdían nunca de vista los míos y aunque sus labios, bien apretados, denotaban dolor, no se quejó ni una sola vez.
Yo le introduje todo mi glande y allí lo dejé quieto un momento. Los labios de la niña se fueron dulcificando con aquello quieto dentro de ella, y poco a poco lo empecé a mover, a ladear, a sacar, a meter, pero no más allá del propio y grueso glande que yo tengo. No pretendía desvirgarla ese día, sino irla dilatando para poco a poco poder penetrar mejor, y sobre todo, que ella buscase y desease ser penetrada una y mil veces. No cogiese miedo al dolor. De repente, en el solemne silencio de la habitación, se elevó su voz:
– Papi ¿te vas a correr dentro? Yo quiero que te corras dentro, quiero ver como sale tu lechita de mi coñito por primera vez.
Y mi propia abuela se puso detrás de mí, y cogiendo el tronco de mi polla empezó a masturbarme lentamente, mientras en voz baja me decía al oído, pero también lo oía perfectamente nuestra niña:
– Que buena puta va a ser Juanfran. Cualquier otra niña te maldeciría del dolor, pero ella, ni una sola vez ha gritado, ni se ha quejado, al revés, te ha pedido que te corras dentro porque, como buena puta, quiere ver como esa leche paterna sale de su coño.
Y un par de minutos más tarde. la suave y lenta masturbación que mi abuela me estaba haciendo tuvo sus efectos. Chorros de leche espesa y cálida, inundaron la pequeña vagina de la niña y salieron a presión entre sus sonrosadas paredes y mi amarronado glande. Mi hija se puso a aplaudir mientras decía en voz alta:
– ¡Ya puedo quedarme preñada, ya se ha corrido mi papi dentro de mí, ya soy mujer!
Y apenas saqué el glande del coñito de mi niña de casi cinco años y mientras mi leche salía de su interior, mi abuela se lanzó a por mi polla, se la metió en la boca y mientras seguía acariciando el cuerpo de nuestra infanta, me hizo una mamada gloriosa y apenas la puso bien dura, se tumbó junto a la niña y me dijo:
– Y ahora cabrón, fóllame a mí.
Y mientras yo le metía mi pollón con todas mis fuerzas, Matilde cogió a la niña y se la puso sobre ella con las piernas abiertas, y mientras yo me la follaba, ella lamía constantemente el coñito de la niña bebiéndose la leche y dando un gran placer a la pequeña. Hasta que instantes más tarde, la niña tuvo una bonita ¿corrida? y se lanzó al cuello de su abuela abrazándola fuertemente y comiéndosela a besos. Poco después, yo me corrí dentro de la abuela, y viendo cómo la niña se había quedado completamente dormida, nos abrazamos los dos, abuela y nieto, nos besamos intensamente y dormimos junto a ella.
A la mañana siguiente y mientras desayunábamos los tres, Anabel nos llamó poderosamente la atención, una vez más, al preguntarnos:
– Papi, abuela, ¿lo que hicimos anoche es una de esas cosas que no debo contar en la guardería… es uno de los secretos de familia que dice la abuela… como cuando me metíais los deditos en el coñito y en el culo?
Nos miramos la abuela y yo y sonreímos. Sí, tenía razón la abuela, la niña sería una buena puta, pero también podría ser una buena espía guardando secretos ¡menuda forma de comprender las cosas! Su edad mental era superior a la física. Y tomé conciencia definitiva de poder jugar con su edad mental y ajustarme a la física.
Pero Anabel era un saco de sorpresas y el ir desnuda le encantaba. Todos los días quería su ración de leche. El ir desnudos por casa facilitó todas las cosas. Unas veces me masturbaba y ella misma cogía «la manguera» y hacía que mi leche cayese encima de su rostro, su cuerpo. Otras veces se la iba metiendo en la boca y me hacía unas mamadas-masturbaciones gloriosas. Otras veces, elegía el coño de su abuela, me hacía follarla y aplastaba su boca sobre su coño parta beberse mi semen y los flujos de su abuela.
Su abuela y ella mantenían relaciones sexuales diarias que hacían disfrutar a la niña y a la abuela. Y varias veces cada semana, cuando nos acostábamos los tres juntos, follaba a la niña con la ayuda de nuestra queridísima abuela. Y su coñito se fue dilatando, mi polla fue penetrando más y más. Y un día exploramos su ano y desde entonces, ya no dejamos nunca de explorar todos sus agujeros diariamente. Anabel se estaba convirtiendo en una niña-puta capaz de hacer cualquier cosa que le propusieras… y siempre con la más maravillosa de sus sonrisas.
Los meses fueron pasando, los años también poco a poco, y en el cole, la educación infantil se terminó y dejó paso a la primaria, y algunas de sus amigas cambiaron de colegio y de aulas, de grupos. Y en uno de esos nuevos grupos encontró una amiga especial, Lara.
Lara tenía cuatro meses más que Anabel. Era alta, dos centímetros más, pero era algo más gordita y sus tetitas ya se marcaban bien. Era guapita y al igual que Anabel, siempre sonreía. Y Anabel, sin avisar a nadie, se la trajo un día a casa y la pobre abuela, vestida solo con unas pírricas braguitas y sus altísimos tacones, se la encontró cara a cara. Y para sorpresa de la pobre Matilde, las dos niñas, no solo Anabel sino las dos, se desnudaron al unísono delante de ella. Mi hijita le dio a su abuela un explosivo beso en la boca, y le dijo:
– Matilde (muchas veces la llamaba por su nombre en lugar de abuela) mi amiga Lara y yo nos hemos hecho muchas confidencias, quiere aprender a masturbarse bien para jugar conmigo, y yo le he dicho que tú la enseñarás. Y como quiere jugar con pollas, también le he dicho que papá le enseñará y la hará mujer follándola.
Y Matilde, después de recuperarse de las inesperadas sorpresas, empezó de inmediato a enseñar a Lara a hacerse una buena masturbación. Y yéndose a la cama con las dos, les enseñó a jugar sexualmente con su amiga Anabel, mi hijita del alma ¡dos lesbianas más!
Y cuando yo llegué, me desnudé, me tumbé con las dos y empecé a enseñar a Lara lo que era una polla y los secretos de los placeres sexuales, ante la atenta y sonriente mirada de mi amada hijita.
Y aunque esto lo relataré en los próximos capítulos, lo que realmente me importó y lo que intento reflejar en estos relatos, es que mi propia hija, mi angelical putita Anabel, me empezaba a traer a casa sus primeros ligues, mis primeras alumnas, que no solo querían superar todas las pruebas de primaria en el cole para hacerse adultas, sino también en el sexo de la mano mía y de mi abuela, sabiamente elegidas y coordinadas por mi hijita, que se convirtió en nuestra Celestina privada.
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(1) Este libro me impactó, cuando a los 14 años tuve que hacer un resumen y análisis de comentario sobre él. A lo largo de mi vida, he conocido muchas niñas y mujeres «celestinas», y me han impactado la facilidad que tienen para captar esos deseos ignorados y/o escondidos de sus dueñas, y dirigirlos hacia un uso sexual y vicioso de tantos cuerpos ¡Qué suerte tienen algunas! Fdo.: La autora de este relato.
Fue un relato muy excitante Libre, aunque no estoy acostumbrada a leer sobre estas cosas, pero dices que está basado en un libro real ?
Hola cielo, primero perdona el retraso.
La Celestina, es un libro de Fernando de Rojas que te puedes descargar gratis en pdf porque hace más de 300 años que no tiene derechos de autor. Y como explico, «las celestinas» han sido siempre mujeres que trabajaban para los hombres que las pagaban, que se dedicaban a convencer a muchas mujeres para que tuviesen relaciones con estos hombres interesados en ellas.
Gracias por leerme tú y los demás. Un besote a todos
Leí La Celestina hace muchos años y ya no recuerdo la trama con precisión; pero este relato estoy seguro es mejor por mucho. He vivido situaciones similares donde también interviene una Celestina, la cual representa una de mis primas, quien me procuraba a sus amigas para que yo me las cogiera e incluso algunas eran vírgenes. Quizá más adelante escriba estas aventuras.
Existen muchos libros eróticos con historias muy fuertes. Lógicamente que son fantasías pero te dan un buen calentón.
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Que bueno
Deliciosooooo!!!
Buenisimo