Mi hijita es mi Celestina – II
Celestina, es una mujer que procura, encubre o facilita, una relación amorosa o sexual entre dos personas. El nombre viene del extraordinario libro La Celestina, de Fernando de Rojas (1)..
Querid@s amig@s, lo que intento reflejar en estos relatos, es la existencia de muchas mujeres (y algunos hombres) que tienen una percepción especial para calmar las apetencias y deseos sexuales, y conocedoras de las apetencias y deseos de sus amigas de satisfacer esos placeres incumplidos, debido a sus frustraciones o insatisfacciones personales, actúan de intermediarias o más coloquialmente «de celestinas».
Y no solo las maduras, sino que desde muy niñas, su afán por jugar, de sentir, de crecer, de sentirse «mujeres», de hacer piña, se hacen celestinas, intermedian entre quien desea el placer y quien puede hacerlas disfrutar de ese placer deseado. Y una de esas niñas y como ya sabéis de mi relato anterior, es mi propia hijita. Mi angelical putita Anabel, me trajo a casa su primer ligue a punto de cumplir sus 8 años, mis primeras alumnas sexuales, sabiamente elegidas y coordinadas por mi propia hijita, que se convirtió así en nuestra Celestina privada.
Mi hijita Anabel ya sabía lo que era ser penetrada por mi polla en su coño y en su culo y sentir en ellos la calidez y pegajosidad de mi semen. Como sabía muy bien lo que era mamar esa polla y beberse una y mil veces el semen que extraía de mis huevos. Como sabía perfectamente agradar sexualmente a su bisabuela Matilde (que muchas veces llamaba Tilde), mi abuela con la que vivíamos. Pero ahora se había superado. No solo se estaba convirtiendo en una magnífica putita, sino que ya nos traía su primera pesca, su primera amiga deseosa de ser tan puta como ella. Nuestra primera niña deseosa de explorar ya, todos los placeres sexuales.
Cuando llegué a mi casa y noté como mi abuela y mi hijita no estaban por ningún sitio adecuado a ese horario, incluyendo la cocina. Y vi como lo que debería ser la cena estaba fuera de los fogones para no quemarse, me imaginé que estarían follando las dos como tantas otras veces y me fui al dormitorio orgiástico, es decir al mío, con una cama de 2,5 x 3 metros y encontré la sorpresa inesperada. Mi abuela estaba follando con mi hijita y otra niña físicamente más desarrollada que mi hija y con ya tetitas en cuarto creciente ¡Lara!
Totalmente desnudas las tres, las estuve mirando en su orgía sexual mientras mi polla alcanzaba la dureza del titanio ¡Qué placer más extraordinario ver a Matilde, con sus muy bien cuidados 61 años, follando con su biznieta y una amiga desconocida pero muy deseable! Según supe más tarde, Lara ya había cumplido los 8 años, medía 2 cm de altura más que Anabel (las dos eran muy altas) y pesaba casi 3 kg más que mi hija, lo que se le notaba perfectamente en ese precioso y apetecible cuerpecito. Las dos con boca grandecita y labios carnosos. Deseé follarme a la niña apenas verla.
Pero quien primero me vio fue Anabel, me sonrió y con su mano me hizo un gesto para que pasara y me uniese a la fiesta. Y eso hice. Me desnudé y me arrodillé en la cama en el momento que mi abuela hacía correrse de placer a Lara. Esta se dejó caer en la cama por su peso y totalmente satisfecha por el orgasmo. Mi niña abandonó a Matilde y tal y como vio la polla mía, se abalanzó sobre ella y no tardó nada en llevársela a la boca delante de Lara. Mientras mi polla iba desapareciendo dentro de la boquita de mi hijita, mi mano derecha empezó a acariciar los muslos de la nueva amiga de Anabel y fue subiendo poco a poco hasta llegar a tocar su coñito ahora húmedo y empecé a jugar con él.
Y Lara no recogió sus piernas, no se ladeó, no puso mala cara, al revés, con esa cara de ligero cansancio y de placer por el orgasmo anterior, me sonrió y aún abrió más sus piernas ¡se me ofreció! Y en ese momento, mi abuela Matilde se levantó de la cama y acariciando mi hombro, me dijo en voz apenas audible:
– Son tuyas Juanfran. Lara quiere polla y tu hija también la quiere como siempre. Folla primero a tu hija para que lo vea la amiga y luego a Lara que aún es totalmente virgen por todas partes. Lo desea, no la prives de ese placer, creo que sabrá guardar el secreto de los placeres que busca y desea. Estoy segura que también es muy viciosa.
Y a eso me preparé. Ladeé mi cuerpo para que Lara viese muy bien cómo Anabel chupaba mi polla. Y la muy putita no perdía ojo, al revés, en pocos minutos vi pasarse varias veces la lengua por los labios y eso me hizo pensar en cambiar de mamona. Dije a mi hijita que dejase chupar mi pollón a su amiga y apenas oyó esto, Lara se levantó como si le hubiese puesto un cohete en su culo y se agarró a la polla como hacía mi hija. Pero al ver cómo intentaba meterla en su boca, me di cuenta que no tenía experiencia alguna, y como si mi hijita me hubiese adivinado mi pensamiento, le oí decir:
– Papá, para Lara, tu polla es la primera polla que ve y que mama, le tendrás que enseñar como a mí. Y cuando la folles, no se te olvide que nunca la han follado y tampoco ha jugado con dildos y vibradores como yo. En realidad, lo que estamos haciendo contigo y antes con la abuela, son sus primeras experiencias sexuales de verdad. Pero ya verás en poco tiempo lo bien que lo hará.
Y Lara, dejando de chupar con la lengua mi capullo, me dijo:
– Juanfran (así, por mi nombre) Anabel me ha estado hablando de que te la follas como una mujer y no como una niña, y yo quiero hacer lo mismo que ella. Nos hemos hecho muy amigas y las dos queremos ser putas. Hace poco le dije a mi padre que yo quería follar con él, quería que me enseñara y me pegó y me castigó. Y mi madre se reía. No quiero nada más con él, contigo si quiero follar. Y te juro que no contaré nada a nadie.
Y yo miraba a Lara y a mi hijita que, sonrientes las dos, me miraban fijamente, sobre todo mi hija. Acerqué el rostro de Lara hasta mi rostro, mis labios se aplastaron con los suyos y nos dimos el primer beso de tantos otros miles. Le tiré de la mandíbula inferior para abrirle más la boca para que entrara toda mi lengua para jugar con la suya ¡y la niña abrió su boca desmesuradamente y con deseos de placer! Aproveché y mi mano cogió su húmeda y desarrollada vulva y volví a excitarla considerablemente ¡y se corrió otra vez!
– Ves Lara como puedes abrir mucho la boca, no debes tener miedo, solo tienes que hacer fuerza para abrirla, ya verás como mis dedos y mi mano la abren más. Y ya verás como a poco a poco, también se abren todos tus agujeros. Nunca tengas miedo. Tú haz lo que te digo y todo lo que haga Anabel ¿de acuerdo?
Nuevamente la besé en sus labios y ahora la tendí boca abajo sobre mi polla, le dije que abriese la boca, que metiese la lengua para dentro o los lados, y que fuese intentando meter mi grueso capullo dentro de su boca y si no podía de frente, que lo hiciese por los lados de la boca. Y Lara cerró los ojos y agarrando mi polla desde su base, empezó a meterse todo lo que podía dentro de su boca.
Y de repente, pasó lo más extraño y maravilloso del mundo ¡mi propia hijita, cuatro meses menor que Lara, le iba diciendo, mientras la besaba y acariciaba, lo que tenía que hacer! Y Lara lo fue haciendo. Y mi hijita, con esos actos y en esos momentos, me demostró a mí y a su sorprendida bisabuela, que no solo iba a ser una poderosa Celestina, sino una auténtica maestra de todas las perversiones sexuales de sus amiguitas. Ella empezó a controlar a Lara y ella empezó a decirme lo que yo tenía que hacer con ella y cómo lo tenía que hacer mientras me sonreía y cerraba un ojo.
Viendo esos dos cuerpecitos de 8 años, muy bien desarrollados para su edad, totalmente desnudos y tan apasionadamente entregados a satisfacer sus primeros deseos sexuales, mi polla estaba al límite de dureza. Deseaba como nunca, penetrar esos coños, el de mi hija ya usado y el de Lara totalmente virgen, así que arranqué la polla de la boca de Lara y mi amada niña no necesitó palabras, se vino a mí, se tumbó a mi lado y cogiendo a Lara se fundieron en un abrazo y en unos intensos y apasionados besos ¡joder con las niñas… además de putas, se estaban haciendo lesbianas con 8 años!
No me lo pensé dos veces. Ante la atenta mirada de Lara, abrí las piernas de mi niña y poco a poco le fui introduciendo mi polla sin problemas. Y nuevamente mi hijita nos sorprendió a su abuela, que nos miraba desde la puerta, y a mí:
– Ves Lara, a mi me la está metiendo ya sin hacerme daño porque me la ha metido muchas veces. A ti, las primeras veces te dolerá un poco pero te tienes que aguantar. Ya te lo he dicho, si quieres follar como mujer tienes que aguantar todo lo que aguanta una mujer. Es como fumar, las primeras veces toses y se mojan los ojos, pero luego ya no. Además, mi padre tiene una polla grande y gruesa y eso es mejor para las dos porque así nos dilata más los agujeros ¿verdad papi?
Pero yo no estaba para contestar a esas preguntas, yo me las quería follar a las dos. Pero nuevamente mi hija marcó el rumbo:
– Papá, no te corras dentro de mí, hazlo primero con Lara ¿Tú prefieres Lara que mi padre se corra primero dentro de mi vagina o dentro de la tuya?
– Dentro de la mía ¡y además me lo prometiste! -contestó Lara-
Con mi niña sonriendo y cerrándome un ojo, le saqué la polla de su coñito y nuevamente me extrañé del comportamiento de las dos niñas, como si lo hubiesen ensayado. Mi hijita se apartó de inmediato de mí y Lara la sustituyó en un suspiro tumbándose a mi lado, boca arriba, sonriente y abriendo a tope sus piernecitas. Le agarré las piernas y me las puse sobre los hombros. Mi boca se acercó a su desarrollado coñito y todo él me lo metí en la boca, y la niñita casi se corre de nuevo.
No quería jugar con el coñito, ni chuparlo, ni excitarla más de lo que ya estaba con las dos corridas que había tenido. Lo que yo quería era explorar el tamaño de su puerta vaginal virginal con el fin de no penetrarla excesivamente o de calcular el dolor que la pobre iba a sentir. Porque dolor, le iba a doler. Así que metí mi lengua y jugué con ella. Y con ella dentro calculé la flexibilidad de sus músculos y la longitud, la profundidad de su vaginita, y la vi lo suficientemente profunda, mi lengua no llegaba al final. Y mientras hacia estos cálculos, Lara se moría de risa porque decía que le hacía cosquillas y que le gustaban mucho ¡mejor así!
Ya con el coño superhúmedo, empecé la ceremonia de la penetración ¡su primer polvo! Le recogí un poco las piernas, acaricié y pellizqué sus pezones y las pequeñas colinas de sus tetitas, apoyé mi glande sobre sus diminutos labios vaginales y por primera vez en su vida, los labios inferiores se fueron separando, mi glande empezó a tirar de sus músculos como nunca antes lo habían hecho, mi polla empezó a entrar muy poco… y la pobre niña dejó de reírse. Me miraba a mí y miraba a Anabel con cara de muy pocos amigos, con cara de sorpresa, que poco a poco iba cambiando a cara de dolor. Apretó los labios, apretó los puños, pero ningún grito salió de su boca.
La abuela Matilde se puso detrás de las niñas para que yo la viese y con las expresiones de su rostro y algunos signos con las manos, me iba guiando. Yo tenía que hacer con Lara una obra maestra. Si a esa preciosa niña le gustaba ser follada por mí y volvía a mis brazos una y otra vez, entre ella y mi hijita reclutarían más niñas, más amigas, más ninfas deseosas de obtener los mayores placeres sexuales posibles y que además, en las amigas «normales», incluso con más años que ellas, eran placeres imposibles de complacer. No solo serían mis amantes ¡serían las chupapollas oficiales del cole y de los parques!
No le di a Lara un solo segundo de descanso. Mi polla, muy lentamente pero de forma inexorable, penetraba en esa maravillosa gruta jamás explorada por un ser humano. Mi hijita acariciaba a su amiga y le daba besitos en la cara. Sus manos estaban unidas con fuerza. Quizá con la misma fuerza con la que yo deseaba unir sus destinos sexuales de esta vida, de su futuro como verdaderas putas. Y seguía empujando, penetrando, metiéndome cada vez más adentro de su cuerpo. Hasta que toqué fondo. Algo más de media polla estaba dentro de Lara que ¡ya no era virgen!
Si amig@s, Lara ya no era virgen y se lo hice saber. Mi propia hija le ayudó a incorporarse para que viese como gran parte de mi polla estaba dentro de ella. Y al verla, al percibirla, una nueva sorpresa apareció ¡Lara se abrazó a mi hija y mientras se comían a besos empezó a llorar de alegría! Yo no sabía qué hacer, pero la abuela me lo indicó con gestos de la cabeza y de sus manos ¡tenía que follarla a tope y correrme dentro de ella! Que en realidad, era lo que ella deseaba y mi hija le había prometido.
Así que poco a poco fui sacando y metiendo mi polla y me di perfecta cuenta que estaba la niña muy bien lubricada con sus corridas y la saliva que le metí con mi lengua. Tal y como iba moviendo mi polla en su interior, arriba y abajo, la niña se fue relajando, se apartó un poco de mi hija y empezó a mirar como mi polla se movía. Y no sé qué le dijo la putita de mi hija al oído, que la niña sonrió, se dejó caer en la cama, se agarró de las manos de Anabel, respiró profundamente, y poco después su cuerpo se estremeció de forma inesperada y brutal ¡su primer orgasmo verdaderamente sexual!
Seguí metiendo y sacando mi polla y los rostros de las dos niñas eran de plena felicidad.
Y como si ese orgasmo hubiese descargado de Lara todos sus miedos, su rostro volvió a cambiar y sus ojos brillaban de felicidad y de deseo. De repente, me di cuenta que me iba a correr y se lo quise decir para que fuese plenamente consciente de ese importante acto para ella ¡la primera descarga de semen en su coñito! Tal y como ella quería, ya podría presumir de ser mujer.
– Lara -le dije- voy a correrme dentro de ti. Ya serás como Anabel, una niña adulta, una niña putita, una niña mayor que no solo has sido follada esta tarde, sino que además, te voy a llenar de semen que verás como sale desde dentro. Cariño ¡me corro… me corro!
Y me corrí.
Su infantil coñito empezó a recoger las descargas de semen que mi polla iba escupiendo a toda presión ¡el primer semen de su vida! Y no sé qué efecto causaron esas descargas a presión dentro de ella pero su rostro si se transformó ahora. Sus grandes ojos se dilataron desmesuradamente. Su boca se abrió más que cuando chupaba mi polla como si quisiera lanzar un grito salvaje. Su cuerpo se estremecía y se ladeaba… y de repente se abalanzó sobre mí, sus brazos rodearon con fuerza mi cuello, y sus labios se aplastaron sobre los míos.
Mientras, la gran cantidad de semen que deposité en su coñito quiso salir. Pero mi polla estaba tan apretada contra sus paredes vaginales, que esa presión interna iba escupiendo fuera, como pequeñas masas de semen, como escupitajos. Yo por supuesto, no me daba cuenta con el abrazo de la niña y mi pasión desatada, pero como lo filmaba la abuela, luego vimos esas «cosas» que me decía la niña que le producían cosquillas al salir.
Y encima, mi hijita se abrazó a nosotros, se besó con nosotros y nos fundimos en un abrazo interminable de besos y caricias. De repente, Lara y en voz alta, empezó a gritar:
– Te quiero Juanfran, te quiero Matilde, te quiero Anabel. Quiero ser vuestra amante para siempre y si tu papi me deja, quiero ser tu novia Anabel. Juanfran ¿me dejas ser la novia de Anabel? Podrás follarnos a las dos y las dos trabajaremos de putas juntas ¿nos dejarás?
Alguien cree que a una maravillosa nena que acabas de follarte de manera extraordinariamente gozosa le vas a negar todos esos placeres que desea? Como es natural, les dije que si. La abuela nos dijo lo de la leche que se salía a escupitajos y todos miramos para allí y las niñas se rieron, sobre todo, cuando le expliqué a Lara que ese color sonrosado del semen, era parte de su sangre virginal y que demostraba que ya no era virgen. Lara se fijó bien en todo y solo dijo con voz bastante relajada:
– Joder Anabel ¡cuánta leche tienen los huevos de tu padre!
Y mi hijita, que era ya más putita de lo que yo mismo podía imaginar, le dijo:
– Pues ahora verás Lara, la leche que le saco yo. Ya has visto antes como me ha follado y como entraba de bien su polla, pero ahora se la voy a mamar y cuando se corra dentro de mi boca te besaré, tú abres la boca y te pasaré leche de mi padre para que te la tragues y así sabrás qué sabor tiene. Te gustará, es un poco salada, como las galletitas.
Mi hija apartó a un lado a su amiga y se tumbó a mi lado. Cogió mi polla que aun estaba bastante rígida y sin pensarlo dos veces, se la metió dentro con gran rapidez. Debo reconocer que a pesar de su edad, era muy buena mamona y me daba montañas de placeres constantemente. Se la metió hacia la parte izquierda de su boquita y empezó a abrir y cerrar la boca para ir metiéndola más adentro. Su lengua recorría con grandes lamidas mi capullo, y os aseguro que Lara no perdía detalle, tumbada al otro lado mío y con su cabeza a unos 25 cm de mi polla y la cabeza de mi hijita.
Noté como penetraba dentro de su paladar y noté después como sus arcadas empezaban a salir. Pero mi hija ya las dominada. Paró un momento de mover su lengua, abrió mucho su boca como si boquease como un pez, y de repente, se inclinó sobre mi polla y se incrustó un par de centímetros, suficiente para dejar las arcadas y meterla casi en la garganta. Más ya no podía la chiquilla porque su boca no podía abrirse más. No podéis ni imaginaros las miradas de sorpresa ante esa «tragada», que ponía la novata Lara.
Y Anabel siguió chupando polla. Su lengua acariciaba todo mi glande dentro de ella y poco a poco la fue sacando y metiendo. Sus manitas jugaban con mis huevos y masturbaba la base de mi polla. Y ante la admiración y las risas de Lara, metió en mi ano dos dedos y me lo masajeó. Apenas apartó sus dedos de mi culo para seguir masajeando mi polla, la cabrita de Lara me metió un dedo dentro de mi culo, y al verlo mi hija, metió ella otro dedo dentro del culo de Lara, que no dejaba su culo quieto, ni su dedo dentro del mío.
Pero todo lo que empieza acaba y esa mamada de mi amada hijita tuvo su fin. Como siempre que iba a correrme en su boca, le rocé su naricita para que tragase aire porque me iba a correr y le podría hacer falta más aire en los pulmones. Y apenas terminó de hinchar su pecho, descargué nuevamente mi semen y en esta ocasión en la boca de mi hija, que tuvo la precaución de apartar un poco la polla de su garganta, para no tragar demasiado semen y así poderlo repartir con «su novia».
Cuando terminé mis descargas, mi hija, con la boca hinchada, se acercó a Lara que inmediatamente abrió la suya y fundiéndose las dos en un apasionado beso, hicieron un trasvase de mi semen de una boca a la otra. Y todo lo que entró en la boca de Lara se lo tragó en dos o tres veces. Y como Lara empezó a tocarme la polla descaradamente, la tumbé a cuatro patas y se la volví a meter en el coño desde atrás. Abracé su cuerpo, lo acaricié lentamente, jugué con sus pezones retorciéndolos y tirando de ellos, y entre unas cosas y otras, se corrió de nuevo.
La dejamos descansar un poco, abrazada a mi hija y luego, Matilde, con una esponja y solo agua, sin perfumes, la fue limpiando toda. Mi hija preguntó el por qué no se duchaba, y la abuela le dijo que para que no cogiese olores fuera de los suyos habituales y para que no se mojase el pelo, o la podrían pillar sus padres. La secó con una toalla y la acompañé, junto con mi hija, hasta la puerta de su casa. Y al día siguiente, la abuela compró colonia y cremas de las que habitualmente usaba Lara, y así no habrían problemas de «perfumes no habituales».
Fueron pasando los días y ya de manera habitual, las niñas se reunían para hacer los deberes en la gran habitación de juegos, con camastros y dos sofás, que había en la gran habitación superior. La abuela les compró dos dildos relativamente gruesos, de glicerina ambos, para que en sus juegos sexuales después siempre de los deberes, las niñas se follasen y los agujeros de Lara se fuesen dilatando más. Al menos tres días a la semana, yo follaba con Lara que se estaba convirtiendo en una ninfómana ¡si por ella fuese, no dejaría de follarla todo el día!
Tuve que ir un día con la niña y mi hija a casa sus padres para acompañarla, porque intenté penetrar largo rato su culo, pero era muy estrecho y Lara se mareó por el dolor. Así entré en contacto con sus padres y como nuestra casa estaba muy cercana al colegio, les pareció muy bien que las niñas jugasen juntas, merendasen, hiciesen los deberes y todo eso, y como yo era informático y las matemáticas eran lo mío, pues estupendo que les diese clases ¡incluso nos invitaron a la niña y a mí a cenar el sábado! Menudas risas tenían las niñas mirándose entre ellas, a los padres de Lara y a mí, su follador. Aunque por alguna razón desconocida, su madre no me perdió de vista y me sonrió en la cena.
Y unas cuatro o cinco semanas después y ya próximo el fin del curso, al llegar a casa después del trabajo oí bastantes ruidos en la buhardilla de los juegos, y de sopetón, salió mi abuela sonriendo de la cocina y me dijo:
– Tómate un buen vaso de leche antes de subir arriba. Tu hija y Lara te han traído una nueva putita, Andrea, que acaba de cumplir los 9 años, está buenísima, muy desarrollada y ya mama pollitas en el cole. Y tiene unas ganas de polla terribles, pero de polla de verdad, no de pollitas del cole
Y «mi polla de verdad» se me endureció de manera inmediata. Si las niñas querían polla… pues…
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Libre95
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(1) Este libro me impactó, cuando a los 14 años tuve que hacer un resumen y análisis de comentario sobre él. A lo largo de mi vida, he conocido muchas niñas y mujeres «celestinas», y me han impactado la facilidad que tienen para captar esos deseos ignorados y/o escondidos de sus dueñas, y dirigirlos hacia un uso sexual y vicioso de tantos cuerpos ¡Qué suerte tienen algunas! Y no confundáis mi relato con el libro ¡ya quisiera yo haberlo escrito!
Guaooo, gracias por escribirlo y, más, por compartirlo
Espectacular, tengo la verga a reventar de tanta excitacion, por favor continua !!!