Mi hijo me sedujo
Estas son las vivencias de una amiga, tal y como ella dice que se produjeron.
Soy María, una mujer casada de 42 años, razonablemente feliz en mi matrimonio del que nació Adrián nuestro hijo de 13 años.
Así empezó algo que nunca pensé que pudiese pasar, algo que no he compartido con nadie salvo alguna noche en un chat con un amigo que no me juzga y que me entiende.
Mi hijo como todos los chicos y chicas al comiendo de la adolescencia sobre los 12, 13 años son protestones, creen saberlo todo , lo cual genera contínuas tensiones en casa conmigo y con su padre.
Pero hace unos meses algo cambió. De repente se volvió amable conmigo, me halagaba, para él siempre estaba guapa, elegante, mi corte de pelo le parecía bonito, le encantaba la comida, siempre amable y presto a ayudar en lo que hiciese falta.
Además de todo ello, se mostraba especialmente cariñoso, besos, caricias, abrazos, a veces injustificadamente largos. Masajes viendo la tv, por la espalda, los hombros, hasta mi marido se sorprendía. Yo simplemente pensaba que estaba madurando… no imaginaba cuánto.
En esa edad supongo que consideraba normal que mi hijo fuese sintiendo curiosidad por su cuerpo y por el de las mujeres, a veces pasaba largos ratos en el baño, supongo que como todos los jóvenes se masturbaba y cuando salía a veces estaba rojo y me miraba fijamente y sonreía, lo cual debo decir que me ponía nerviosa.
De repente un día sucedió algo que me pilló completamente por sorpresa. Yo sabía que se hacía pajasy el sabía que yo lo sabía, y era parte de su juego de adolescente, pero un día oigo que me llama desde el baño. Al principio pensé que había resbalado y que se había hecho daño por lo que corrí a verle. Al entrar mi sorpresa fue encontrarle de pie, frente al espejo, completamente desnudo y con su pene agarrado, se estaba .. masturbando. Mi primer impulso fue salir y pegarle un grito, pero no lo hice simplemente me quedé mirando mientras él con cara de pena me decía que estaba teniendo problemas para terminar, que quería que le viese a ver si me parecía normal. No sabía que hacer, que decir, pero me quedé, mi h ijo desnudo con su pene en la mano, con cara de pena y mirando mis tetas. En casa suelo estar con camiseta y pantalón corto. No atinaba a hablar y solo pude asentir con la cabeza, el se masturbaba, cerraba los ojos y me preguntaba si el tamaño era normal que cuánto tiempo se tratada en eyacular, cosas así, yo deseaba que aquello terminase y le decía que sí, que la tenía normal (más grande que la de su padre por cierto) y que no veia nada raro, pero yo estaba sudando. En eso mi hijo me miró fijamente a los ojos, gimio y se corrió. Yo tenía sentimientos contradictorios, sabía que no debía estar ahí. Mi hijo me sonrió y me dijo que estaba muy guapa mientras me miraba el pecho. yo le dije que se limpiase y se fuese a estudiar. Esto no debe volver a pasar, pensé para mí.
Sin embargo, a los pocos dias volvió a llamarme desde el baño. Yo sabiendo que podría pasar fui y allí estaba tocándose y preguntando si todo me parecía normal a lo que yo le decía que sí y que no me llamase para ello, pero me llamaba. Los siguientes días siguió pasando. Llegaba a casa, se cambiaba, iba al baño y me llamaba. Cuando ya habían pasado varias semanas yo ya esperaba que pasase. De hecho con el paso de las semana, no hizo falta que me llamase, sin decir nada llegaba de clase me saludaba con el beso en la mejilla e iba al baño y yo detrás , se desnudaba, se masturbaba y yo le miraba, era como una ceremonia, era nuestro momento, hasta que un día pasó algo más, que mentiría si dijese que no lo esperaba. Generalmente tardaba unos 15 minutos en masturbarse, pero ese día, llevaba más de 30 y no se corría y al final, lo dijo, «mamá necesito ayuda». Mi hijo me estaba pidiendo que le tocase. Tras haberle visto tantas veces , tenía memorizado su pene, cada centímetro, cada vena, cada movimiento cuando iba a correrse. Le dije que no, que era su madre y que no podía hacerlo, pero yo sabía que lo haría. Ver su cara de pena terminó de decidirme y le toqué , masturbé a mi hijo y se corrió en un par de minutos. Al terminar no pude ni mirarle, escuche un suave mamá te quiero cuando salia del baño. Sabía que algo había cambiado para siempre.
Hola. Creo que lo haces muy bien. El sexo meece la mejor escuela y tú lo eres. Creo que las mayores desviaciones nacen a partir de la ignorancia y la anciedad de los jovenes y en este caso, tú hijo cuenta contigo para aprender, con la diferencia que tú tambien gozas. El sexo es maravilloso, no importando si es incestuoso. Saludos y sigue disfrutando.