Mi hijo, mi hombre. – Segunda parte.
—¡Dámela toda, cariño! … ¡Dame tu corrida como anoche! ….
Por fin llegó el fin de semana. Me desperté emocionada pensando y haciendo planes sobre lo que iba a pasar esta noche de viernes. Olivia no había dejado de enviarme WhatsApp preguntándome cosas como que ropa interior vestir, si debía afeitar su panocha o no, qué maquillaje sería el más apropiado, etc. Yo le había recomendado de afeitarse, pero no totalmente y usara la imaginación para efectuar un dibujo sugestivo en su monte de venus. También le sugerí usar tanga y un maquillaje ligero. Luego en la mañana me llamó por celular.
—¿Estas segura de que Paulo no sospechará nada? …
—No, él sabe que vendrás a cenar … Así como lo has hecho otra veces … Solo que no te olvides de traer tus cosas para pasar la noche … Si todo va bien, te quedarás aquí hasta mañana …
—¡Ay, Kathy! … Estoy tan nerviosa … Tú sabes que no he estado con nadie desde hace algunos años … Además, he pensado a todas esas cosas que tu haz hecho con Paulo y me excita tanto …
—Bueno … Asegúrate de estar tranquila y descansar, porque no sé si Paulo te dará tregua … Él es joven y vigoroso, además, insaciable …
Nos juntamos para ir a almorzar a mediodía, pero no fuimos a la cafetería habitual. Pasamos a un local de comida rápida y compramos algo para llevar. Después nos fuimos al Centro Comercial para hacer algunas compras. Cómo Olivia estaba interesada en actualizar su ropa interior, nos fuimos directamente a un negocio de lencería.
—¿Y que vamos a comprar aquí? … —Preguntó Olivia ansiosa.
—Bueno … Tú sabes que Paulo tiene un fetiche por las bragas … Compraremos algo para animarlo y entusiasmarlo … Colores llamativos y trasparencias son sus preferidos …
—¡Uhm! … Yo tengo solo pantaletas de esas pasadas de moda … Espero sentirme cómoda con esas prendas nuevas y modernas …
—Y sexys … No te olvides que serán muy sexys y de seguro te verás preciosa con ese hermoso cuerpo tuyo …
—Pero tengo algunos kilos demás …
—¡Ay! … No seas exagerada, yo me siento más gorda que tú … Solo que tú eres más anchita de caderas …
—¡Pero mírame aquí arriba! …
—Bueno tienes tetas grandes … Yo también … Pero eso no significa que seamos gordas … Paulo se volverá loco con tanta teta grande …
—¿Tú crees? …
—¡Uhm! … Lo conozco … De seguro te las llenara con su cosa caliente y pegajosa …
—¡Uy! … No digas eso que más me mojo …
Mientras caminábamos le di a conocer algunos pormenores de lo que haríamos más tarde, solo que no le dije todo porque esperaba sorprenderla. Entramos a la tienda de lencería y comenzamos a ver las vitrinas. Había hermosos conjuntos y estaba segura de que encontraríamos algo bonito para esta noche. No fue difícil seleccionar las bragas, pero con los sujetadores fue algo más complicado dado que nuestras tetas eran muy grandes. Encontramos todo los que nos gustó y salimos de ahí rápidamente hacia nuestros trabajos. De camino a nuestras oficinas, Olivia me dijo.
—¿Crees que está mal que esto me ponga tan caliente? …
—Todo depende de lo que creas que está mal … No eres la única que se moja pensando en todas las cosas que vamos a hacer esta noche con Paulo …
Ahora todo estaba preparado. Pensando y repasando todos mis planes, sabía muy bien que esto iba a funcionar. Siempre pensé que Paulo encuadraba muy seguido a Olivia cuando ella nos visitaba, sabía que él se había hecho ideas con ella; esta noche las haría realidad.
Después del trabajo nos fuimos juntas de regreso a casa, sabía que tendríamos bastante tiempo para prepararnos para la noche. Le dije a Olivia que se diera una ducha mientras yo preparaba algo para la cena; quería tener la oportunidad de verla desnuda. Olivia tiene un hermoso cuerpo y de seguro Paulo será muy afortunado de poner sus manos sobre ella y no solo sus manos. Pero también yo tenía una pequeña curiosidad de poder verla sin nada encima, ya que jamás la había visto desnuda, solo unas pocas veces pude verla en bikini.
Olivia y yo siempre fuimos cercanas. Nos casamos casi en la misma fecha. Quedamos embarazadas casi al mismo tiempo. A veces bromeábamos en hacer un intercambio de maridos, pero nunca tuvimos nada sexual. Incluso quedamos viudas con un año de diferencia y siempre nos hicimos compañía y reforzamos nuestra amistad. Mientras pensaba a ella con mi Paulo, más excitada me sentía. Estaba por realizar una oscura fantasía mía con ella, pero también me excitaba la idea de verla con mi hijo. Escuché cuando abrió el grifo de la ducha, así que prontamente me fui a mí habitación y me desnudé. Mi corazón comenzó a latir desbocado por mis deseos de verla. Entré desnuda en el baño lo más natural posible y me acerqué a la ducha. Instintivamente Olivia se cubrió los senos y la rajita depilada de su coño, pero le era imposible cubrir todas sus esplendorosas curvas.
—¡Oh, cariño! … No tiene sentido que te cubras … Dentro de un par de horas estaremos desnudas tu y yo junto a un chico que también estará desnudo …
—¡Uhm! … Supongo que tienes razón …
Dijo haciéndome un poco de espacio detrás de ella. Miré descaradamente su hermoso cuerpo, efectivamente su culo era un poco más sustancioso que el mío, pero sus tetas asemejaban mucho a las mías, excepto que sus areolas eran pequeñas y sus pezones más oscuros que los míos. Su vientre estaba ligeramente redondeado al igual que mi disimulada pancita; entonces me fijé en su coño frescamente afeitado; labios gruesos e hinchados, pero muy apretados; su monte de venus con una fina línea de vellos púbicos elegantemente recortados, que formaban una especie de flecha apuntando a la grieta cerrada de su panocha. Me alegré por Paulo que iba a gozar dos coños limpiamente afeitados, tal como le gusta a él.
—¡Guau, Olivia! … Luces muy hermosa …
—Gracias, Cathy … Tú también eres una hermosa mujer …
Nos dijimos mientras observábamos todas nuestras delicias femeninas.
Tomé un poco de gel de ducha en la mano para lavarme. Esparcí el jabón sobre mis pesantes senos, note inmediatamente el endurecimiento de mis pezones mientras frotaba la esponja contra ellos. Fue más fuerte que yo y no pude contenerme de tocarla. Ella estaba girada espalmando champú sobre sus cabellos. Delicadamente comencé a lavar su espalda, frotando sus omóplatos, descendiendo luego por la línea de su columna vertebral, hasta alcanzar el surco apretado de sus glúteos. Lavé sus redondas y firmes nalgas, metí mi mano en el surco de esos dos hemisferios de delicada carne y mis yemas enjabonadas rozaron el agujerito apretado de su ano, dibujando círculos alrededor de esa apretada gruta caliente.
—¡Uhhhhhh! … ¡Ummmmmm! …
Gimió Olivia mientras acariciaba su ojete anal, entonces le susurré al oído:
—¿Cuántas veces te lo han hecho por aquí? …
—¿Estás loca? … Mi marido era un ascensor … Subía-bajaba y basta … ¡Ni siquiera me besó el coño alguna vez! …
—¡No te puedo creer! …
—Pero es la sacrosanta verdad … Mis orgasmos casi todos me los provocaba yo … Él era solo un excelente proveedor y un buen padre …
En este momento mis manos atraparon sus caderas y refregué mis tetas sobre su espalda, al tiempo que besé su estilizado cuello. Esta era mi primera experiencia con otra mujer y debo confesar que me encantó. Pasé mis manos bajo sus brazos y atrapé sus tetas, pellizqué sus pezones, dejé mi mano izquierda aplastando sus exuberantes senos y mi mano derecha se deslizó por su vientre hacia abajo. Cuando mi mano alcanzó los labios calientes de su coño, Olivia abrió sus piernas y yo me sentí libre de explorar su ranura estrecha, con mis dedo índice y mi dedo medio abrí sus apretados labios, luego mi dedo medio se deslizó al interno de sus labios menores rozando su clítoris delicadamente. Ella gimió audiblemente y me dijo.
—¡Hmmm, Cathy! … ¿Cuántas veces has hecho esto? …
—Esta es la primera vez que toco a una mujer … Nunca antes lo había hecho …
—¡Qué rico que se siente! … Eran años que nadie me tocaba … Jamás pensé que ibas a ser tú quien volviera a hacerme sentir cositas ricas …
Me sentí tan caliente escuchándola gemir y apretarse contra mi cuerpo, que me hubiese gustado seguir con ella hasta concretar una relación sexual lésbica, pero pensé en conservar nuestras ganas para cuando nos uniéramos a Paulo. Masturbé su coño por unos segundos y luego le dije:
—Bueno … Lo dejaremos hasta aquí … Pero te prometo que lo retomaremos más tarde con Paulo al lado nuestro …
—¡Uhhhh! … No sabes lo caliente que me hace el pensar a todo eso …
Terminamos de ducharnos y nos fuimos a prepararnos, habían trascurridos un par de horas y Paulo pronto estaría de regreso en casa. Nos hicimos una selfi vestidas en lencería íntima para tener un recuerdo, luego nos vestimos para esperar a mi hijo.
Mientras esperábamos, le conté a Olivia algo sobre mis planes. Le dije que sería muy probable que Paulo quisiera oler sus bragas, así que le sugerí de dejarlas sobre la cesta de la ropa sucia y él no sabría resistirse a la oportunidad, tampoco sabría que no eran mis bragas, luego le preguntaríamos si había olfateado el olor de Olivia.
Nos fuimos a la cocina y yo destapé una botella de espumante d’Asti fresco para degustar y relajarnos mientras esperábamos, pero estábamos ambas muy nerviosas y también muy excitadas. Paulo finalmente llegó a casa, nos encontró en la cocina conversando y nos saludó con afectuosos besos en la mejilla, él estaba totalmente ignaro sobre los planes que teníamos para él.
—¡Hola, mami! … ¡Hola, tía! … ¿Qué buenos vientos te traen por aquí? … Hacía rato que no nos visitabas …
La abrazó estrechándola en sus brazos, el escoté generoso y elegante de Olivia, se infló cuando él apretó sus tetas contras su fornido cuerpo. Inmediatamente me di cuenta y vi que Paulo no pudo resistirse a mirar las voluminosas tetas de ella. Yo también la miré y sentí algo de celos, pero él hizo como si nada y se volteó a sacar una cerveza desde el refrigerador. No sabiendo que decir, le pregunté.
—¿Todo bien? … ¿Cómo ha sido tú día? …
Hubiese querido ponerlo al tanto de mis planes, pero estimé que deberíamos ir poco a poco sobre el tema.
—Sí … No mal … Pero nada como estar de regreso en casa otra vez …
—Supongo que tienes ropa sucia para lavar, ¿no? …
Le pregunté mirándolo a la cara, con anterioridad le había escondido un par de bragas mías en su mochila del colegio, noté que se sonrojaba levemente.
—¿Ropa sucia? … ¡Ehm! … Yo … Sí … Creo que algo tengo en la mochila …
Él no sabía que Olivia estaba al tanto de todo, pero muy pronto se enteraría.
—Pon todo junto a la lavadora … Yo veré luego todo eso …
Salió a hacer lo que le había pedido y luego regresó a la cocina muy relajado, mirando nuestros vestidos y escotes que mostraban nuestras delicias generosamente.
—Y ustedes señoras … Lucen preciosas esta noche … ¿Van a salir? … ¿Quién es el afortunado? …
Preguntó sonriente mientras sorbía un poco de cerveza. Olivia y yo nos miramos y sonreímos, recién había abierto una segunda botella de espumante y nos estábamos relajando un poco más. Tomé un vaso para Paulo y le serví un poco de espumante que él mezcló con la cerveza.
—Hemos planeado que esta noche haríamos una cosa totalmente hogareña y sexy … por eso nos hemos vestido de esta manera … No tenemos ningún hombre afortunado … Pero podría haber uno … Sí es que te sabes comportar y eres un buen chico …
Paulo casi se atraganta con su cerveza cuando terminé de hablar. No daba crédito a lo que acababa de escuchar de mis labios. Además, en frente de una huésped como tía Olivia, pero inmediatamente se iluminaron sus ojos con entusiasmo.
—¡Por qué no te vas a la ducha y te lavas un poco antes de cenar? …
—Sí … ¡Ehm, sí! … Voy y vuelvo, mami …
Hubo un intercambio de miradas entre todos nosotros y alguna nerviosa sonrisa, el erotismo y la cachondez podía olerse en el aire. Todo me parecía increíble y la velada estaba solo al comienzo, él no sabía todo lo que le esperaba. Me dirigí a Olivia y le dije.
—Acompáñame … Veamos que hizo con mis bragas … Vamos a revisarle la mochila …
—¡Oh, sí! … Quiero ver … Me muero de curiosidad …
Nos fuimos a la sala de la lavandería y su mochila estaba encima de la lavadora. Abrí la alforja y encontré una bolsita plástica con una de mis bragas cuidadosamente dobladas y sin muestras de nada; me sentí un poco defraudada, pero busqué la otra. La encontré en otra bolsita un poco arrugadas e inmediatamente me di cuenta de qué, la humedad encontrada, no tenía nada que ver con mis fluidos. Olivia la tomó de mis manos y se las llevó a la nariz.
—Es semen … Este es semen de tu hijo …
Curiosa se los arrebaté de las manos y los llevé a mi nariz. El olor era inconfundible, estaban húmedos, casi mojados. Descaradamente saqué mi lengua y lamí la parte más mojada.
—¡Qué haces! …
—Puedo confirmarte que es semen de Paulo … Y debe haberlo hecho de reciente …
Olivia me dio una maliciosa sonrisa y volvió a quitarme las bragas húmedas. Hizo lo mismo que yo, paso su lengua por la parte más mojada y exclamó.
—¡Uuuuhhhh! … Quisiera ya probar un poco de su lechita fresca …
—Yo también …
Le contesté. Pero enseguida hizo algo muy erótico. Estiró la parte de la tela manchada de color azafranado con los fluidos de mi panocha y las nacaradas manchas de semen de mi hijo, levantó su vestido, deslizó su pequeña tanga hacia un lado y restregó la prenda contra los labios de su coño, dejando escapar un suave gemido y un susurro.
—¡Mmmmmm! … Muero por estar en la cama con ustedes dos …
No esperaba que ella hiciera eso, pero encendió mi imaginación. Metí mi mano entre sus piernas y penetré su candente panocha, saqué los dedos y los chupe saboreando las delicias de su coño empapado. Entonces ella se acercó y casi sin esperar que dejara de chupar mis dedos, me atrajo contra su cuerpo y me besó apasionadamente. El olor a sexo se expandió por toda la habitación mientras nos besábamos. El deseo se estaba acumulando y mi coño estaba tan mojado como el de ella. Necesitábamos refrescarnos, así que pusimos la ropa en la lavadora; luego nos fuimos a la cocina y abrimos otra botella de espumante fresco.
Paulo volvió a los minutos y se sentó a la mesa con nosotras. Serví la cena. No dijimos nada de lo que habíamos estado haciendo, eso vendría después, según mis planes. Él comió, coqueteó y bebió mucho espumante. Abrí otra botella de vino efervescente, estábamos finalizando el segundo plato y decidí que era hora de que comenzáramos con mis planes. Él se estaba tomando demasiada confianza y era hora de colocarlo en su lugar, demostrarle que la única que comanda soy yo y nadie más.
—Cariño … ¿Disfrutaste los regalos que puse en tu mochila? …
Inmediatamente su actitud cambió. Su rostro se puso color bermellón y miró nerviosamente a Olivia. Sus ojos lo decían todo, se sentía avergonzado que trajera a colación su fetiche por las bragas delante de tía Olivia. Le dije para tranquilizarlo.
—No tengas vergüenza, cariño … Tía Olivia sabe ya todo … Le conté cuanto te gusta oler mis bragas y lo que haces con ellas … Apuesto a que cuando fuiste a ducharte encontraste las bragas en la ropa sucia, ¿eh? … ¿Las oliste? … ¿Qué te parecieron? …
No dijo ni una sola palabra, pero asintió con su cabeza. Se notaba que estaba realmente afectado y avergonzado, pero yo estaba disfrutando su timidez de adolescente. Al final balbuceó.
—Parecían y olían diferentes …
—Eso es porque no eran las mías …
Le dije y sus ojos se abrieron a desmesura.
—¿No? … ¿Y de quien eran entonces? …
—Míos …
Dijo escuetamente Olivia, luego añadió.
—¿Disfrutaste las bragas de tía Olivia, querido? … ¿Huelo tan bien como tu madre? …
Paulo estaba confundido sin saber que decir. Apartó la mirada de Olivia y me fijó con sus ojos encandilados.
—Sí, tía … Gracias …
Respondió educadamente y más sumiso. Entonces le pregunté.
—¿Y qué hiciste con las mías? … ¿Las trataste bien? … Al parecer no, chico malo …
Dije en un tono severo. Por el tono de mí voz supo que estaba en problemas, bajó inmediatamente su cabeza y continué a reprenderlo.
—Sabes que me parece una falta de respeto que trates mis bragas tan mal … Acordamos que podías usarlos, pero que tenías que tratarlas bien … Por lo que encontré en tu alforja, no has hecho eso … ¿Verdad? …
Cuando abrió la boca para intentar hablar, le puse un dedo en su boca y lo hice callar.
—¡Sssshhhh! … Nada de lo que digas podrá excusarte de tu falta, jovencito … Debías usarlas con mi consentimiento y no me llamaste ni siquiera una vez … Ahora deberás someterte a un castigo … Tendrás que hacer lo que te pidamos durante toda la noche, ¿entiendes? …
—Sí, mami …
—Le dije a tía Olivia que estabas creciendo bien y tenías un bonito cuerpo … Vamos … Enséñale a ella como te estas desarrollando … Quítate la remera …
—Pero mamá, no … Ella no quiere eso … Me da vergüenza … —Argumentó.
—¡Oh! … Sí lo quiero … —Dijo prontamente Olivia.
Paulo titubeó por algunos segundos, él sabía que yo estaba al comando y tenía que obedecer, así que tímidamente se quitó la camiseta, dejando ver sus fornidos pectorales y los marcados músculos en su abdomen. Olivia se lo devoró con los ojos y lo halagó.
—¡Uhm! … Eres un chico muy apuesto, Paulo …
—Te dije que tenía un cuerpo muy bonito …
—Ciertamente es de admirar su belleza de macho joven …
Miré a Paulo que esperaba recibir más instrucciones de mi parte.
—Cariño … Si te gustaron las bragas de tú tía, ve al baño y te las colocas … Luego vuelve acá para mostrarnos que tal te van …
Paulo frunció el ceño y quiso protestar, pero lo detuve inmediatamente.
—Nada de rabietas, jovencito … Ve inmediatamente al baño y haz lo que te he ordenado, ahora … ¿Entiendes? …
Paulo bajó su cabeza y salió hacia el baño.
—¡Oh, Dios! … Va a ser tan caliente esto … —Dijo Olivia.
La miré sonriente y llené nuestras copas con más espumante.
Paulo regresó a la cocina. Tenía sus manos tratando de cubrir la parte delantera de las bragas, pero era ridículo, el pequeño slip apenas contenía sus enormes bolas, todo el resto de su grueso pene estaba totalmente erecto ligeramente apartado de su vientre.
—Cariño … Ven y acércate a mamá … Déjanos ver que tal te quedan las bragas de tía Olivia …
Realmente su pene lucía todavía más grande tratando de ser contenido en ese diminuto trozo de tela con encajes.
—¡Hmmmm! … Alguien parece disfrutar de mis bragas … —Dijo Olivia sensualmente.
Me levanté y caminé detrás de él, rodeé sus caderas con mis brazos y acaricié sus pelotas por sobre el sedoso género que las cubría. Froté delicadamente su prepucio afelpado y suave y muy caliente, surcado por sus azulinas y gruesas venas.
—Te gusta como se sienten, ¿eh? … Te calienta usar las bragas de tía Olivia, ¿no? …
Paulo hizo una mueca a especie de sonrisa. Claro que estaba avergonzado delante de su querida tía Olivia. Pero su pene duro como palo me decía que estaba muy excitado también.
—Puedes admitirlo, tesoro … Esto no es un castigo … Lo estás haciendo bien … Puedes ser el hombre afortunado de estas dos damiselas necesitadas …
—Sí, mami … Me gusta y lo disfruto … Las tuyas también las he usado … Me encanta como se sienten en mí … Y si están mojaditas, refrescan mis bolas …
—¡Oh, qué buen chico! … Me encanta cuando eres honesto … Como premio, te has ganado de vernos en nuestra ropa interior …
Miré a Olivia y ella asintió con su cabeza, enseguida hice sentar a mi hijo en una silla y Olivia y yo nos paramos frente a él. Mi mano fue a la cremallera del vestido de Olivia y lo bajé lentamente hasta ver el hilo de su tanga que se perdía entre sus hermosas nalgas, luego me volteé y ella hizo lo mismo con el cierre de mi vestido. Moviendo nuestras caderas y deslizando los tirantes de nuestros vestidos, iniciamos una especie de danza hasta que nuestros vestidos cayeron al piso de la cocina. Los ojos de Paulo de abrieron como platos.
—¿Qué te parece? …
Le pregunté rodeando la cintura de Olivia con mi brazo. Dos mujeres de mediana edad paradas en ropa interior delante a mi hijo adolescente. Ambas sabíamos de no ser perfectas. Tanto ella como yo teníamos algún recuerdo de nuestros embarazos. Nuestras tetas voluminosas ya no estaban tan erguidas como cuando estábamos de veinte años, pero nuestros pezones apuntaban exuberantes hacia adelante y duros como el granito. Tome la mano de Olivia y giramos juntas para mostrarle nuestros traseros. Mientras giraba vi que Paulo tomaba su pene en su mano. Inmediatamente le grité.
—¡Todavía no, muchacho! … No te toques … Esta noche nos perteneces a mi y a tía Olivia …
Paulo tímidamente quitó la mano de su verga un poco achunchado, entonces le pregunté.
—Creo que es hora de que nos vayamos a mi dormitorio … ¿Te va bien eso, bebé? …
—Sí, mami … Por favor … ¿Viene también tía Olivia? …
—Obvio, quiero ver como harás para complacerla a ella … Quiero saber si has aprendido bien todo lo que te he enseñado esta última semana … Quiero ver si la haces sentir como me has hecho sentir a mí …
Dije de forma seductora mientras lo tomaba de la mano y lo guiaba hacia mi habitación. Su pene se movía con cada paso que daba, yo y Olivia lo mirábamos embelesadas. Cuando llegamos lo empujé de espaldas sobre la cama y miré a Olivia.
—Vamos, amiga … Ahora es todo tuyo …
Tomé de su mano y la hice subir a la cama al costado de Paulo; ambos se quedaron allí mirándome, entonces instruí a mi hijo.
—Vamos, Paulo … ¿Recuerdas lo primero que tienes que hacer? …
—¿Besarla? …
—Eso es … Puedes comenzar …
Sin embargo, Olivia continuaba a mirarme un poco confundida y nerviosa.
—Vamos, Olivia … Adelante … Te mereces esto … Sé que hace tiempo que no lo haces …
—Gracias, Cathy …
Paulo la tomó de la cintura y depositó un suave beso en los labios de ella, Olivia inmediatamente se pegó a él levantando una pierna sobre su muslo. Se besaron apasionadamente y yo me sentí muy cachonda viendo esos dos bellos cuerpos iniciando un juego carnal delante de mí. Paulo estaba haciendo exactamente lo mismo que me había hecho a mí. Besos largos y sensuales, atrapó los lóbulos de ella y los mordisqueó, acarició con sus labios el hermoso cuello de Olivia, incluso jugo a morderle la nariz mientras ella le sonreía a ojos cerrados y se entregaba poco a poco al juego de hacer el amor.
Las manos de mi hijo comenzaron a desplazarse por todo el cuerpo de ella, después de su cuello él comenzó a besar su pecho. Me senté junto a ellos y deshice el cierre de su sostén, los amplios pechos de ella se desparramaron y se estrellaron contra los pectorales de Paulo; él lamió las voluminosas tetas de Olivia y chupó uno de sus pezones; muy pronto comenzaron los gemidos de mi mejor amiga.
Olivia se recostó sobre la cama y Paulo se puso encima de ella. Su boca iba y venía de uno a otro pezón, mordisqueándolos tiernamente y estirándolos hacia arriba. Una de sus manos los amasaba y aplastaba en un suave y continuo masaje. Las areolas de Olivia se ensancharon y sus pezones se pusieron duros como oscuras aceitunas. Paulo comenzó a mamar de sus tetas, tal cual había hecho conmigo, la mano de Olivia se puso en la nuca de él y lo empujaba maternalmente a que succionara sus mamas con tesón, empujando su pezón dentro de su boca. La otra mano de Paulo masajeaba su otra teta haciendo deslizar el oscuro pezón entre sus dedos, presionándolo suavemente. Observar a mi hijo y mi mejor amiga enfrascados en darse placer fue mucho mejor que cualquier porno que hubiera visto hasta ahora. Era extremadamente erótico verlos interactuar el uno con el otro; pronto la mano de Paulo comenzó a desplazarse sobre el liso vientre de Olivia en dirección a su coño, pero yo la agarré y lo hice cambiar de destino.
—No todavía, cariño … Recuerda que una dama tiene mucha sensibilidad en sus tetas … Continúa como te enseñé …
Volvió a aferrar su seno y su boca cambió al otro pezón. La cabeza de Olivia estaba perdida entre las almohadas, ella estaba gimiendo con su boca entreabierta y sus ojos cerrados. Se podía ver la excitación en ella. Volaba hacia el cielo y mi hijo pilotaba la maquina sexual de ella. Podía sentir las contracciones deliciosas de mi propio coño. Sin poder aguantar más, comencé a frotarlo por sobre mis bragas. Cuanto más miraba, más me encendía y quería participar al placer de ellos. Me moví hacia atrás de la cama y mis dedos se metieron en el elástico de la tanga de Olivia. Ella levantó su cabeza y me miró; le lancé un beso concupiscente y comencé a bajárselas por su muslos, ella levantó sus nalgas para facilitarme la tarea.
Me encontré con la luciente y húmeda rajita de su coño mojado. Para Paulo esto fue como una luz verde y su mano bajó a acariciar el monte de venus de ella, dibujando figuras en sus ralos vellos púbicos a forma de flecha y luego se insertaron en el surco caliente de su labia hinchada, cerrada y apretada. Olivia meneó sus caderas hacia arriba para buscar la caricia de los dedos de él. Paulo metió dos dedos en ella y comenzó a follarla con sus falanges estirando y empujando los labios de ella dentro de su panocha fundente. Yo termine de quitarle sus bragas y me quedé alucinada a ver los dedos de mi hijo sumergirse entre los labios brillantes y mojados de Olivia. Los gemidos de ella se incrementaron, su muslo izquierdo se plegó ligeramente y su muslo derecho se abrió hacia el lado opuesto. La excitada vulva de Olivia se veía hermosa gozando con los dedos de mi hijo, pero ahora ella gemía escondiendo su rostro en el cuello de él.
Paulo se había desentendido un poco de los senos de ella y se estaba entreteniendo a follar su panocha con sus dedos. Las manos de Olivia se ubicaron sobre sus tetas y comenzó a sobarlas y a apretar sus pezones mientras disfrutaba de los dedos de mi hijo; sus caderas se insinuaban cadenciosamente para llevar el ritmo de los dedos de él y lograr que la penetraran profundamente. El ruido de su coño mojado llenaba toda la habitación, era increíble y alucinante. Entonces dije.
—Paulo, hijo … Creo que es hora de que saborees esa sopa de coño de tía Olivia …
Obedientemente pasó sus brazos bajo los muslos de ella y la hizo levantar sus piernas hacia arriba. Se ubicó en medio a ellas con su boca a centímetros del abultado y mojado coño de Olivia. Sus manos forzaron sus muslos abiertos y la pequeña panocha bañada de fluidos de ella se abrió como una flor floreciente y sus empapados pliegues rosados se abrieron mostrando el interior colmo de fluidos densos y jugosos.
A continuación, Paulo bajo su cara al nivel de la panocha de Olivia, ella extendió un poco más sus piernas para darle un mejor acceso y él saco su lengua para barrer los brillantes labios gorditos de la panocha de ella, desde abajo hacia arriba; Olivia dio un sonoro gemido y apretó las mejillas de Paulo con sus muslos calientes. Era tan cachonda la escena que gemí y se me hizo un nudo en la garganta que prontamente tragué. Sentí un irrefrenable deseo de sentir algo dentro de mí, abrí el cajón de mi velador y extraje la bolsa rosada donde guardaba todo tipo de juguetes, elegí un rojo consolador y vibrador de gel de dieciocho centímetros. Me quité las bragas y me senté en cuclillas, luego bajé poco a poco mi panocha sobre el grueso consolador comenzando a mecerme y a follarme con eso. Paulo me miró por el rabillo del ojo mientras succionaba los jugos de la panocha de su tía y su madre se follaba con uno de sus consoladores preferidos. ¡Que niño más suertudo!, pensé.
Por la extenuante y agitada respiración gemebunda de Olivia, me di cuenta de que ella estaba muy próxima a su orgasmo. Su cuerpo se tensaba y comenzaba con una tembladera. La vi apretar sus piernas alrededor de la cara de Paulo y chilló en un potentísimo clímax que lo estremeció todo. Trataba de empujar vanamente la cabeza de Paulo que hozaba como un cerdito en su acuosa panocha que había explotado con algunos chorros que bañaron a Paulo hasta sus cabellos. Se contorsionaba sobre el lecho como una boa herida y gruñía como una tigresa en celo. Ver a mi mejor amiga como se revolcaba de lujuria y placer, fue demasiado para mí. Me senté sobre el edredón con el consolador que vibraba profundamente en mi chocho y me corrí aplastando mis tetas que rebotaban con cada salto que me hacían dar las ondas orgásmicas de mi apretado coño.
—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ahhaaaa! … ¡Ahhaaaa! … ¡Uhhhhhh! … Mmmmmm! … ¡Oh, Dios! … ¡Oh, Dios! … ¡Justo ahí, Paulo! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii! …
—¡Ahhaaaa! … ¡Ahhaaaa! … ¡Mmmmmmm! … ¡Mmmmmmm! … ¡Uhhhhhh! … ¡Uhhhhhh! …
Gemíamos contemporáneamente mi mejor amiga y yo, mientras ella rociaba toda la cara de mi hijo. El olor a sexo caliente se expandió por toda la habitación.
—¡Jesús, Jesús! … Eso fue realmente, increíble … ¿Estas seguro de que eres un aprendiz? … Creo que tienes un don innato para lamer coños, Paulo …
—Gracias, tía Olivia …
Dijo mi hijo mientras lamía sus labios y limpiaba su barbilla de los flujos goteantes de su tía. Dejé mí consolador ronroneando al interno de mi panocha y le dije a mi hijo.
—Cariño … Es tu turno ahora … Muéstrale a tía Olivia lo que sabes hacer con esa enorme polla tuya … Trátala con cuidado, porque ella ha estado largo tiempo sin probar nada … No le vayas a causar algún mal … Tienes que ser suavecito, tal como yo te enseñé …
Vi a mí muchacho arrodillarse entre las piernas abiertas de Olivia y apoyó su enorme miembro en el vientre de ella. Olivia lo miró con ojos estupefactos e instintivamente toco su abdomen como para medir las dimensiones de tamaña verga, apoyo su dedito justo bajo su ombligo.
—¡Hasta aquí! … ¡Hasta aquí me puede llegar! … Hazlo con cuidado, Paulo …
—Sí, tía …
—Él ya lo sabe … Eres su tía preferida y sabrá como tratarte … Con amor y cariño …
Le dije para tranquilizarla. En tanto, Paulo alineaba su monstruosa polla con el ojete vaginal de ella. Atentamente seguí la escena, su polla se apoyó en ese agujerito estrecho y él empujó suavemente, Olivia levantó su mano de canto y se la llevó a la boca mordiendo sus dedos mientras la polla de Paulo comenzaba a adentrarse en su apretado coño centímetro a centímetro. Lanzó un grito ahogado cuando tuvo la mitad de su polla en el interior resbaladizo de su chocho. Rodeó a Paulo con sus brazos y empujó su pelvis contra la pelvis de mi chico. Entonces lo abrazó con fuerza y tiro de su cara para besarlo, en ese preciso instante Paulo empujó sus últimos centímetros profundamente en su coño, Olivia lanzo su cabeza hacia atrás y gritó desesperada, pero al mismo tiempo sus piernas rodearon los glúteos de él para no dejarlo escapar. Paulo estaba muy excitado y comenzó un movimiento hacia atrás y hacia adelante. Olivia bramaba como un fiera debajo de los embistes sostenidos de Paulo. La escuché gemir, berrear, aullar y gruñir; a ratos parecía una loba, a otros una felina llena de ardor luego ronroneaba como una gatita apretando a mi hijo contra sus tetas. Pero yo quería que ella disfrutara a concho a mi hijo y quería que éste la follara en diferentes posiciones.
—Está bien, cariño … Ahora probarás algo que ni siquiera has hecho con mami … Se llama “a lo perrito” …
Dije mientras mi diablillo alado se apoderaba de mi mente. Y añadí.
—Tía Olivia se ubicará en cuatro entre mis piernas … Tú irás detrás de ella, entonces colocarás tu coso dentro de ella … Pero no te vayas a equivocar de agujero … No creo que tu tía pueda soportar tu enorme polla en ese otro boquete … También así podré ver vuestras hermosas caras y tú podrás ver el cuerpo desnudo de mamá … ¿Te parece? …
—¡Oh, mami! … Eso suena increíble …
Olivia obedeció inmediatamente y se puso entre mis piernas arrodillada y afirmada en sus manos. Quería que la follaran pronto, estaba desesperada por la polla de mi hijo. Me senté frente a ella con las piernas abiertas y me acerqué un poco más a ella. La boca de Olivia se transformó en una tremenda “O”, cuando sintió el pene de Paulo deslizándose dentro de su panocha. Me miró encendida y murmuró un susurrado “Gracias”. Luego sus cabellos cayeron hacia adelante y cubrieron su rostro lujurioso que comenzaba a gemir y chillar, Paulo la tenía tomada de las caderas y afondaba su polla tiesa y gruesa en lo profundo de su coño. Escuchándola gemir, le dije a Paulo.
—Lo estás haciendo bien, cariño … Puedes estirar tus manos y jugar con sus tetas …
Paulo entusiasmado preguntó.
—¿Te gustaría eso, tía? … Te gusta si alguien te pellizca los pezones, ¿verdad? …
Entre gemidos Olivia respondió.
—Sí … Sí, Paulo … Hazlo por favor … Pellízcame … Pellizca mis tetas más fuerte … Me encanta eso …
Paulo ahuecó sus manos y alcanzó las pesantes tetas de Olivia comenzando a apretar sus pezones mientras se balanceaban hacia adelante y hacia atrás al mismo ritmo en que mi hijo le daba enérgicos embistes con su polla. Saqué el consolador de mi panocha y comencé a jugar con mi túrgido clítoris con las yemas de mis dedos. Olivia me miraba sonriendo. Al parecer le gustaba verme excitada y jugando con mi panocha mientras mi hijo penetraba profundamente su coño. Podía escuchar cuando los muslos de Paulo se estrellaban en las nalgas de su hermoso culo. Mi conchita nunca había estado así de mojada.
Con cada embestida de Paulo, más su cabeza se acercaba a mí, sus ojos miraban fijamente mi coño. Moví mis manos hacia mi conchita y la abrí con dos de mis dedos para hacerle ver mi rosácea humedad. Prácticamente le estaba ofreciendo mi chuchita caliente a mi mejor amiga. ¿Lo aceptaría ella? Sus manos se habían apoyado en mis piernas y se deslizaban hacia arriba por mis muslos y se avecinaba inexorablemente hacia la ranura extendida de mis labios vaginales abiertos. En esos momentos lo que más quería al mundo es que ella me tocara mi hinchada labia mojada. Sus dedos hicieron contacto con mis pliegues empapados. Sentí como una descarga eléctrica cuando su dedo penetro mi caliente humedad. Nuestras miradas se encontraron, me mordí mi labio inferior y le sonreí, cuando ella insertó un segundo dedo, gemí y empujé mi pelvis contra sus dedos. Mi coño se contrajo y sujetó firmemente sus dedos. Olivia comenzó a follarme suavemente con sus dedos mientras mi hijo hundía la verga en su coño desde atrás.
Me abandoné a la dulce sensación dejando que mi cuerpo se balanceara y mis caderas se mecieran al compas de sus dedos; eché mi cabeza para atrás y cerré mis ojos. De repente me enderecé sorprendida, su lengua estaba lamiendo mi clítoris y chupando mi coño. Esto me hizo instantáneamente estremecer y sentí un micro orgasmo. Agarré la parte posterior de su cabeza y la empujé estrechamente contra mi coño.
—¡Lame! … Lámeme más fuerte … Más fuerte, querida …
Pude ver la lujuria en los ojos de mi hijo mientras veía como el coño de su madre venía lamido por su mejor amiga y él iniciaba violentos embistes follando la panocha de su tía.
—¡Me voy a correr! … ¡Me voy a correr! …
Gruño Paulo mientras Olivia empujaba con fuerza su culo hacia atrás para enterrar profundamente la polla enorme de él en su coño. Ella continuó a mover sus dedos dentro de mi conchita y a lamer mi clítoris con fuerza. Me estaba llevando al paroxismo absoluto. Me estremecí toda mientras aplastaba mis propias tetas y tiraba de mis pezones, retorciéndolos suavemente y pellizcándolos. Mi cuerpo se sacudió involuntariamente mientras me corría en los dedos de Olivia.
—¡Ahhaaa! … ¡Ahhaaa! … ¡Ahhaaa! … ¡Uhhhhhh! … ¡Ummmmmm! … ¡Ahhaaa! … ¡Umpf! …
Repentinamente Paulo se detuvo y extrajo la polla de la panocha de Olivia y me llamó.
—Ven, mami y bebe …
Me acerqué premurosa a la inmensa polla mojada de mi hijo y comencé a succionar los jugos de Olivia que la habían bañado por completo. Mi hijo cerro sus ojos y puso su mano en mi nuca empujando su polla dentro de mi boca, comenzando a follarme con su entera verga mientras yo acariciaba sus bolas candentes y repletas de semen. Esperaba ansiosa que pronto explotara dentro de mi boca sedienta de su lechita.
—¡Dámela toda, cariño! … ¡Dame tu corrida como anoche! …
Le dije sacándome brevemente su polla de mi boca. Olivia nos miraba atentamente y luego un poco tímidamente acercó su mejilla a la mía para ayudarme a chupar la polla de mi hijo. Compartí la polla de Paulo y en minutos él explotó bañando nuestros rostros con sus espesos filamentos de tibio semen. Traté de beber todo lo que pude, lo mismo hizo Olivia. Me sentí emocionada, mi hijo se había convertido en un verdadero hombre y estaba preparado para follar con quien le plazca. Mis enseñamientos tuvieron un buen resultado. De ahora en adelante podía dedicarme a disfrutar de los frutos de mi trabajo. En pocos minutos más comenzaríamos una segunda ronda de lujuriosos deseos y ahora lo quería a él en mi coño. Quería que volviera al agujero que le dio la vida y desde donde comenzó todo.
Fin
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
Excelente relato, como la primera parte. Muy morboso y excitante. Espero que la serie continue y haya más juegos con las dos, o quizás incluso con más amigas. Gracias y felicidades por el relato.