Mi madre me cuenta cuando se la chupa a mi padre.
Mi querida madre me cuenta por obligación cuando atiende a mi padre…..me gusta ponerla en aprietos. .
Quiero narrar hoy algunos episodios de la incontinencia de piernas que mi madre padecía, o comenzó a padecer en diversas ocasiones en las que hicimos el amor. Hay que tener en cuenta que ella tiene ya 60 años y con esa edad las mujeres tienen pérdidas de orina todas. Con el tiempo mi madre se volvió una disfrutona en la cama. La relación con mi padre no iba bien y el romance que mantenía con su hijo, es decir conmigo, la habían rejuvenecido tanto sexualmente como personalmente. De nuevo era una mujer llena de lívido y se sentía muy activa en la cama.
Recuerdo una ocasión en la que estábamos los dos en mi dormitorio. Ella tendida bocaarriba, desnuda completamente y con sus piernas abiertas de par en par. Yo desnudo con mi cabeza entre sus piernas. Mi guapa madre con sus piernas flexionadas por sus rodillas. Me encanta agarrarla de sus muslos mientras le como el coño. Así estábamos los dos. Yo lamiéndole el coño a mi madre de abajo a arriba, deteniéndome en su clítoris, el cual poco a poco se le iba poniendo más duro y más gordito con mis lamidas.
A mí me encanta comerle el coño a mi madre, meter mi boca ahí dentro y lamerle cada uno de sus rincones. Me vuelve loco como le sabe la rajita cuando comienza a emanar flujos. Para la edad que tiene es una hembra que aún lubrica mucho y sus flujos le producen un sabor especial a su entrepierna. No sólo me encanta su sabor, me pone muy cachondo olerle el coño a mi madre mientras se lo lamo. Ella es una mujer muy limpia y mantiene una higiene íntima muy adecuada, pero ya tiene sesenta años y eso en las mujeres se nota. Sus flujos tienen un olor especial a mujer madura y a esas edades todas las mujeres comienzan a tener ligeras pérdidas de orina, que mezcladas con los flujos producen en mi madre un olor que desprende feromonas y que activan el deseo sexual de forma incontrolable para mí.
En esas estaba con mi madre despatarrada y sujeta de sus piernas, pasando mi lengua y mi nariz por su mojada entrepierna, lamiendo y oliendo su coño.”Mmmmm, mamá, mmmmm, qué rico, mmmmm,,,,,,que rico está tu coño mamá, mmmmm, qué rico te huele a perra caliente madre, mmmmm, te huele un poquito a pipí mamá, mmmmmm, me gusta mucho que te huela así, mmmmmm”, le decía a mi madre con mi cabeza enterrada entre sus piernas.
Mi madre se volvía loca cuando le hacía esas guarradas y sobre todo cuando le decía esas cosas tan sucias. Ese día allí en mi dormitorio, mi madre estaba ya jadeando despatarrada. Tenía los pezones gordos y duros y una mueca en su cara, que denotaba lo caliente que estaba con la comida de coño que la estaba dando su hijo. “Mmmmmm, amor, mmmmm, sigue, siiiiii, sigue, mmmmm, cómeme el coño, mmmmm, eso es, cómemelo, mmmmm”, me decía mi madre cada vez más excitada.
Las sábanas empezaban a tener una mancha de flujo justo debajo de la entrepierna de mi madre. Ella jadeaba y sujetaba mi cabeza contra su entrepierna. “¿Te gusta amor?, ahhhhhh, ¿Te gusta comerme el coño hijo?, mmmmm, ¿Te gusta como me huele?, mmmmm, ¿me huele bien cariño?, mmmmmm”, me decía la muy perra sabiendo que eso me ponía a mil.
Mi madre sabía que las pequeñas pérdidas de orina mezcladas con sus flujos producían en ella un olor especial. Ella sabía cómo le olían las bragas cuando se las cambiaba tras ducharse, y aunque le parecía una guarrada sucia sabía que a mi me encantaba ese aroma.
Ese día saqué la boca de su coño cuando me harté de comérselo y me subí hacia arriba, cubriendo a mi madre con mi cuerpo. Me coloqué entre sus piernas y llevé mi dura polla a la entrada de su vagina. Empecé a follármela. Me rodeó con sus brazos apretándome contra su cuerpo. Mi pecho aplastaba sus tetazas y sus pezones se me clavaban en la piel de lo duros que se le ponían. Tenía los ojos cerrados y la cara desencajada de gusto. Con el transcurso de nuestra relación, ella cada vez se ponía más cachonda cuando follábamos y se convirtió en una mujer muy sexual y deseosa de ser follada por su hijo.
Me levanté de encima y me puse de rodillas en la cama frente a ella. La cogí de las piernas y la atraje hacia mí, sujetándola por los muslos y abriéndole las nalgas por completo. La tenía el culo un poco levantado del colchón para poder penetrarla a mi gusto. Mi madre iba y venía sujetada por su hijo. Le estaba dando buenos pollazos deleitándome con el vaivén de sus tetas, y con lo gordos que se le ponen los pezones cuando está cachonda perdida., me encanta ver a mi madre así empitonada.
Qué gusto me estaba dando, teniéndola sujeta así, mientras la penetraba a mi antojo, dando tirones de sus muslos hacia mi cuerpo, a la vez que empujaba con mis caderas contra el coño de mi madre. Ella me miraba jadeando. “ Qué gusto me das, ahhhhh, qué gusto cariño, aaaahhhhh, tu padre no me ha follado así en la vida, ahhhh, qué bien me follas amor, ahhhh, así, ahhhhh, fóllame, ahhhhh, fóllame, aaahhhhh, qué gusto, ahhh, qué gusto, aaaahhh”, me decía la empitonada de mi madre, con esa cara de perra en celo que tenía allí en la cama con su hijo.
Yo seguía apretándole la polla a mi madre por su coño, bien sujeta y bien abierta de piernas. La pegaba pollazos duros, los cuales me producían un placer indescriptible. No tardaría en correrme y sabía que ella también estaría a punto de nieve, para empezar a gritarme como una perra en celo. “¿Te gusta verdad mamá”, ¿Te gusta cómo te follo?, ¿Eh, mamá?, ¿Te gusta mucho verdad putita?”. Fue decirle la palabra putita y a mi madre comenzaron a temblarle las piernas. Y vaya si le temblaban. Sus pies, sus gemelos y sus muslos se agitaban. Sus jadeos se intensificaron y se convirtieron en gritos de gusto. Mi madre se estaba empezando a correr jadeando como una perra en celo. De repente, al sentir los primeros calambrazos del terrible orgasmo, que estaba sacudiéndola, mi madre comenzó a orinarse con mi polla insertada en su coño, bombeándola profundamente. Ella a cada espasmo del orgasmo que estaba disfrutando soltaba un chorro enorme de orina, que se estrellaba contra mi vientre. Yo sentía ese chorro caliente golpear mi vientre y no pude contenerme más. La sujeté más fuerte de los muslos y comencé a penetrarla duramente, preso del orgasmo que estaba llegando a mi cuerpo. Empecé a correrme dentro del coño de mi madre mientras ella seguía meándose de gusto. Me veía incapaz de seguir sujetándole las piernas de los temblores que tenía. Seguí penetrándola hasta que terminé de vaciarme dentro de mi madre y ella no paró de orinarse hasta que vació su vejiga sobre la cama, dejando el colchón y las sábanas hechas una mierda. Ese día me dejó la cama inservible y tuve que secar mi colchón acercándolo a una ventana abierta. Desde ese día tengo puesto un cubre colchones de plástico. Es un rollo tener que poner esas cosas en la cama a nuestras edades, pero valió la pena sólo de recordar el polvo que echamos aquel día y el orgasmo tembloroso que disfrutó mi madre, que la llevó a orinarse de gusto conmigo en la cama.
Esa fue de las primeras veces que descubrí que mamá sentía tanto gusto follando conmigo, que le estaba resultando muy difícil contener su vejiga, al llegarle el orgasmo. Ella se sentía cada vez más tranquila conmigo y se relajaba al máximo, lo que seguramente, estaba provocando que esas cosas le pasaran, eso y los 60 años que tenía, que son la edad propicia para que las mujeres tengan pérdidas de orina difíciles de controlar.
Per esa no fue la única vez que le pasó eso a mi madre. Un día estábamos en casa enrollados y yo estaba sentado en una silla. Yo llevaba sólo una camiseta de tirantes y por lo demás estaba totalmente desnudo. A ella la tenía de rodillas en el suelo con la cabeza entre mis piernas. Mi madre me estaba dando una mamada de campeonato. Ella siempre reconocía que le daba mucho morbo chuparme la polla de rodillas, de forma obediente, con sus manos en mis muslos y sujetada de su cabeza y de su pelo por mí. He de confesaros que me da unas mamadas impresionantes y que le excita como a una perra que le llene la boca con mi polla.
Yo la sujeto la cabeza para que no pueda sacarse mi polla de la boca, mientras le digo guarradas. Ese día me comía la polla, de rodillas, con su falda cortita y sus pies metidos en unas diminutas chanclas, comencé a decirle cosas guarras.
“¿Te gusta mamá?, ufffffff, ¿Te gusta comerme la polla madre?, lo haces muy bien mamá”, le decía. “Uffffff, ¿Quién te ha enseñado?, mmmm, ¿Ha sido papá?, uffffff, ¿ Papá también te pone de rodillas?, mmmm.” Le decía a mi madre mientras apretaba su cabeza contra mi polla dura y empalmadísima.
Ella empujó con su mano el brazo que sujetaba su cabeza y sacó mi polla de su boca. Me miró a la cara desde el suelo. “Hijo, el hombre de mi vida ahora eres tú, cada día siento más asco de tu padre, lo intento esquivar todas las veces que me busca, pero sigue siendo mi marido y a veces tengo que ceder a sus peticiones”, me dijo mi madre mirándome a los ojos. “No quiero follar con él, ni quiero que me toque. Sólo cuando se pone muy pesado y veo que se está enfadando mucho por mis rechazos…..pues….hago de tripas corazón, y le hago una mamada, pero te juro hijo que cada día me da más asco hacérselo”, me dijo mamá mirándome a los ojos.
Volví a poner mi mano en la cabeza de mi madre y de nuevo la llevé hasta mi polla para que siguiera comiéndomela. Ella dócilmente abrió su boca y prosiguió premiándome con esa mamada que me estaba regalando. “Ufffffff, mamá, ven aquí cariño, mmmmm, sigue chupándome la polla, uffffff, eso es mi amor, mmmm, llénate la boca con mi polla mamá, uffffffff, ¿Entonces ha sido papá quien te ha enseñado a comerte una polla así?”, ¿ Así se la comes a papá también?”, le dije mientras sujetaba su cabeza.
Mi madre volvió a quitar mi mano de su cabeza y se sacó la polla de la boca. Esta vez no levantó su mirada y siguió con su cabeza agachada. “Yo sólo se la he chupado a dos hombres en mi vida, a él y a ti, pero te juro que sólo lo hago con placer cuando estoy contigo hijo, con él lo hago por obligación”, me dijo y añadió, “Supongo que sí, que ha sido él quien me ha enseñado a hacer esta cosas, pero contigo las hago por placer, con él no”.
Esta vez mi madre reanudó la mamada a mi polla sin tener que sujetarle la cabeza. Llevó su lengua a mis testículos y me los empezó a lamer. Se afanó en pasar su lengua por mis huevos y a veces abría la boca como queriendo meterse uno de ellos en la boca. Me los besaba y lamía con delicadeza. En ese momento me estaba matando de gusto y volví a sujetarla de la cabeza.
Sujeta por su cabeza y totalmente excitado pregunté a mi madre: ¿Cuándo se la chupaste por última vez mamá?, le dije, “ya sabes que no me gusta que hagas nada con papá”, mi madre dejó mis huevos y se llenó la boca de polla como queriendo no contestar a esa pregunta. Prefería tener la boca cerrada o atareada para no hablar. Cogí del pelo a mi madre y levanté su cabeza, sacándole mi polla de la boca y la dije “mírame”.
Ella me miró a los ojos y tenía cara de querer empezar a llorar. “Hijo, no me hagas esto te lo ruego”, me dijo sollozando, “ yo sólo te amo a ti, sabes que me da asco tu padre y que lo que hago con él lo hago cuando no tengo más remedio, por favor hijo entiéndeme amor”. Me dijo ella compungida.
A mí me dio mucha lástima estar forzándola tanto y le acaricié el pelo. “Tranquila mamá, te entiendo perfectamente cariño”, le dije, “ya sabes que te quiero sólo para mí, pero entiendo que debas disimular y acceder de vez en cuando a sus peticiones, sólo quería decirte que cada vez le rechaces más, quiero que deje de hacerte cosas y que sólo seas mía mamá”.
Agarré a mi madre por debajo de las axilas y la levanté poniéndola de pie. Yo seguía sentado y la abracé por la cintura acercándola a mí. “Mamá ven aquí con tu hijo”, la dije, “Ven y siéntate encima de mí cariño, súbete la falda y siéntate sobre mí”. Mi madre se subió la falda para poder abrir sus piernas y se sentó sobre mi regazo mirándome. “Tranquila mamá, no he debido forzarte tanto cariño, sé que haces lo que puedes por rechazarlo y por disimilar nuestro amor, no puedes estar continuamente rechazando a papá, te entiendo mi amor, he sido muy exigente contigo y te pido disculpas.”
Mi madre asintió con la cabeza y agradeció mi comprensión besándome en la boca con pasión de mujer enamorada y comprendida por su hombre.
Mi madre se desabrochó los botones de la blusa y dejó sus tetas al aire. No llevaba sujetador y sus pechos aparecieron ante mí voluptuosos y coronados por ese par de pezones gordísimos que tenía. Comencé a besarle los pezones y a chupárselos pasando de uno al otro. Los metía en mi boca aprisionándolos con mis labios y mis dientes. Se los succionaba como si estuviera amamantándome. Mi madre, abierta de piernas sobre mi me sujetaba la cabeza y comenzaba a dar gemidos de placer. A su vez refregaba su coño contra mi polla, solamente separada de ella por la fina tela de las húmedas bragas que llevaba puestas. Yo me aferraba a cada uno de sus pezones alternándolos, los apretaba con mis labios y chupaba como queriendo mamar, pero no de forma suave, se los chupaba succionando con mi boca de forma dura y a veces le mordía el pezón, sujetándoselo con mis dientes. De un pezón pasaba al otro. A mi madre esos chupetones y esos mordiscos la estaba volviendo loca y cada vez gemía más, dando grititos de placer, mezclados con ciertas dosis de dolor.
Yo la tenía bien agarrada por el culo y la refregaba contra mi dura polla, la cual apretaba contra sus labios vaginales y su coño, como queriendo romper la tela de sus bragas. A su vez, seguía dando chupetones fuertes en sus pezones, los cuales estaban gordísimos y empezaban a ponérsele morados. Mi madre se apartó unos centímetros de mi y metió la mano entre sus piernas. Cogió sus bragas de un lado y se las apartó. Tenía las piernas muy abiertas y los pies apoyados en el suelo. Se levantó un poco, lo suficiente como para ponerse encima de mi polla y dejarse caer metiéndosela toda de un golpe. La postura que teníamos los dos permitía una penetración total. Ella se impulsaba de puntillas con sus pies y se dejaba caer clavándose mi polla hasta el fondo de su coño. Yo ayudaba a ese movimiento sujetándola por el culo y acompañando sus vaivenes, mientras seguía chupándole los pezones cada vez más duros y más amoratados. Ella jadeaba como una perra.
“Hijo, ufffffff, hijo,,,,qué gusto, uffffff, clávamela, uffffff, por dios hijo, mmmmm, me duelen los pezones cariño, ufffff, me duelen mucho los pezones amor, uffffffff, que gusto mi amor, ahhhhhh, qué gusto me da que me duelan los pezones, ufffffff, muérdelos, ahhhhh, muérdemelos,,,,,,ufffffff, qué dolor, mmmmm, qué dolor más rico hijo mio.”
Mi madre seguía clavándose mi polla hasta las entrañas y el dolor que sentía en sus pezones se había convertido en placer. No cesaba de jadear con cada penetración de mi polla y apretaba sus caderas contra mí, para llegar con ella lo más profundo posible. Le solté los pezones y nunca se los había visto tan gordos y amoratados. La silla crujía a cada embestida de mi madre, ella no paraba de follarse con mi polla y sus jadeos eran cada vez más obscenos y calientes.
Solté una mano de su culo y la llevé a su boca metiéndole un dedo dentro de la misma. “Chúpalo mamaá, ufffffff, chúpame el dedo cariño, ufffff, eso es putita, uffffff, chúpalo”. La palabra putita ejercía en mi madre un efecto automático. La ponía a mil oírla. Mi madre se follaba con mi polla totalmente fuera de sí. Llevé mi mano de nuevo a su culo y le metí en su estrecho agujero el dedo que acababa ella de chuparse.
Ella comenzó a gritar de placer y a mover su cabeza de lado a lado. “No,no, ahhhhhh, no, ahhhhh, no aguanto más, noooo, ahhhhh, ahhhhhh.
De repente sentí como algo caliente empapaba mi vientre y mi polla. Mi madre se estaba orinando encima de mí. “Me corro hijo, me corro”, decía mientras se apretaba mi polla dentro del coño y a su vez se meaba de placer encima de su hijo. Yo la propinaba penetraciones duras y fuertes con mi dedo metido por el culo. Reconozco que verla fuera de sí y meándose encima mía, provocaron que mi orgasmo se precipitara y comencé a correrme dentro de ella. Los dos jadeábamos como posesos y mi madre salpicaba su orina en todas direcciones, mientras se corría como una perra sobre mí.
Cuando las convulsiones cesaron se echó sobre mi pecho y terminó de vaciar si vejiga por completo. Me encantó sentir ese líquido caliente empaparme y caer en el suelo chapoteando. Saqué el dedo del culo de mi madre y la abracé. Estuvimos abrazados unos minutos y ahora lo que sentía salir de su coño era el semen que le había metido dentro con mi corrida, y eso que aún la tenía penetrada hasta el fondo y mi polla seguía dura.
Cuando recobré las fuerzas la sujeté del culo y me levanté de la silla con ella en brazos y aún penetrada por mí. Ella se sujetó a mi cuello y me rodeó con sus piernas para sujetarse con mis caderas. “Vámonos al sofá cariño, aquí esta todo empapado”. Mi madre había dejado un charco de orina en el suelo y la silla empapada de la enorme meada que había acompañado a su orgasmo.
La llevé en brazos al sofá. Ella se aferraba a mi cuello y hundía su cara en mi pecho. Antes de soltarla le dije: “Dime cuando fue la última vez que le comiste la polla a papá”, mi madre no movió su cabeza de mi pecho, pero me dijo en voz baja, “ayer mi amor, anoche tuve que hacérselo para que se quedara tranquilo y me dejara venir a verte”. En ese momento y al oír sus palabras la ví muy sucia, la sentía muy sucia. “Perdóname cariño, perdóname, no tuve elección”, me dijo sollozando. La solté en el sofá y me senté a su lado. “Tranquila mamá, tranquila, sé que no pudiste negarte mi amor, te entiendo”, le dije a mi madre. “Ahora descansa un poco y luego hablaremos sobre eso”. La tapé con una mantita y me fui al baño lleno de rabia y de asco de saber lo que me había confesado. Odiaba que la tocase, pero no tenía más remedio que soportarlo. La quería sólo para mí, pero ese de momento no era posible, al menos de momento.
Así ocurrieron algunas ocasiones en las que mi madre no contuvo su orina, presa del placer que sentía conmigo. Eso era algo que a mí no me preocupaba ni me asqueaba, al revés, me excitaba que ocurriera, lo que no me gustó fue saber lo que seguía haciéndole a mi padre, pero eso es otro tema.
Espero que os guste.
Que delicia que tengas sexo con tu madre, yo también tengo con la mía y ella también tiene 60 años.
Mi madre tiene sexo con mi padre, con mi hermano mayor, con unos hermanos suyos, con unos amigos de mi padre y conmigo.
Solamente yo se con quién nomás se acuesta y todos los demás creen que mi madre lo hace solamente con ellos y con mi padre.
A mi si me excita que tenga sexo con todos ellos.
Mi madre tiene unas tetas enormes y le gusta escotarse para que la vean y excitar a otros hombres.
El que tú madre se orine sobre ti me parece excitante.
Ya tuviste sexo anal con tu madre?