MI MADRE ME RETA A QUE LA FOLLE
Esta historia se inicia cuando yo tome conciencia sobre la importancia del sexo en los mayores. Cuando cumplí los diez y siete años, en esta época mi madre constantemente rozaba mis partes íntimas, entraba sin aviso a mi habitación, se colaba en el baño cuando yo estaba desnudo y al tomar conciencia.
Esta historia se inicia cuando yo tome conciencia sobre la importancia del sexo en los mayores. Cuando cumplí los diez y siete años, en esta época mi madre constantemente rozaba mis partes íntimas, entraba sin aviso a mi habitación, se colaba en el baño cuando yo estaba desnudo y al tomar conciencia me dije… Esta situación no debe continuar, hace tiempo que la padezco y de seguir así, podría afectar mi equilibrio emocional, por eso un viernes cuando llegué del colegio senté a mi madre frente a mí y le dije:
¡Necesito hablarte!
OK ¿Qué quieres? – me responde.
Ella se abre la camisa en un gesto como buscando aire y con cara picara me mira abriendo los ojos y haciendo un leve movimiento con la cabeza me insta a que comience a hablar. Y le digo…
Hace varios meses que siento que estás jugando conmigo no sé a qué, me tocas a escondidas, si estoy en mi cuarto o bañándome te metes sin preguntar y me agarras la verga y me la sacudes hasta que se me pone dura y luego me dejas empalmado. También has cogido la costumbre de masturbarte con la puerta de tu cuarto entreabierta, sabiendo que te observo. La semana pasada, entraste a mi habitación cuando estaban de visita unas personas, yo había salido de ducharme, me empujaste sobre la cama, metiste mi verga en tu boca me la chupaste como loca por unos segundos y luego te retiraste dejándome tremendamente excitado. Y cuando se fue la visita, te encerraste en tu cuarto, te masturbaste con tus juguetitos y gemías como una gata en celo sabiendo que me habías dejado con una tremenda calentura.
¡Esta situación no puede seguir así! – Le dije casi gritando.
¿Y qué pretendes hacer? ¿Qué quieres de mí? – Me respondió.
Al tiempo que se paró frente a mí, con mirada desafiante, clavando sus ojos en los míos, y sin decir más palabras, se desabotonó y quitó la blusa dejándola tirada en el piso.
Sus pechos rebosan su sujetador, sus pezones se veían duros y puntiagudos y en su dorada piel de su pecho brillaban unas gotitas de sudor.
Luego, pasa sus manos por detrás de su cintura y baja el cierre de su falda dejándola caer al piso. Da media vuelta y dándome la espalda un brillo intenso llama mi atención, son los cristales de piedra de adorno, es una libélula, que une las tres tiritas que forman la parte de atrás de su tanguita.
Mis ojos recorren cada centímetro de su diminuta tanga.
Ella se agacha un poco y sin doblar sus rodillas empieza a bajar sus medias, una a la vez.
La imagen de su hermoso culo no parece real. Agudizo mi visión y la fijo en el espacio que queda entre sus glúteos que al agacharse se separa y me deja ver como asoma desde abajo su depilada vagina cubierta por la tanga.
Se vuelve a poner los zapatos y se dirige hacia mí, la figura semidesnuda de ella hace que por unos segundos me intimide.
Nunca la había visto así, tan despampanante, tan hermosa, tan hembra.
Su piel, su cabello, su cuerpo, todo brilla con luz propia, en una excitante imagen.
Se interrumpe el silencio con su voz que me dice inquisitivamente:
¿Y? ¿Dime entonces que pretendes de mí?
¿Me quieres poseer?
¿Quieres follarte a tu mamá, pendejo?
Sin pensarlo me paro, la miro fijamente y le respondo:
¡Sí! ¡Si eso quiero!
¡Quiero follarte y hacerte mía! – le respondo con voz fuerte y segura.
Instintivamente me abalanzo sobre ella y siento su rechazo en seco, mientras me grita:
¡Estás equivocado pichoncito!
¡Así no son tan fáciles las cosas, si me quieres tener, tendrás que esforzarte!
No será fácil y menos por las buenas
¡No te entiendo! – le respondo con desesperación.
¡Si me quieres me tendrás que violarme a la fuerza! – me dice con sarcástica sonrisa.
La propuesta me deja atónito, aturdido y algo asustado, pero la excitación puede más:
Ok. ¡Como tú digas! – le contesto con voz desafiante.
Me vuelvo a lanzar sobre ella y me recibe con otro terrible empujón que me impacta y el golpe me sacude.
¡Te repito que no será fácil! – dice ella mientras se aleja unos pasos y se ríe a carcajadas. Si logras por la fuerza meter tu verga en mi concha me podrás poseer todas las veces que quieras, mientras eso no suceda no habrá nada.
Ella se da vuelta tomando distancia de mí y verle su culo con el hilo de la tanga, escondido entre sus nalgas y el brillo de la libélula de cristales, me excita.
Vuelvo al ataque y tomando precaución, me acerco por un costado, la sujeto por uno de sus brazos y detengo un golpe que venía en el aire; y alcanzo con un manotón el broche del sujetador y lo jalo hasta que se arranca quedando sus tetas a la vista.
Ella retrocede unos pasos, trastabilla con el borde de la alfombra e intenta reacomodarse el sujetador sin conseguirlo porque el broche está roto. Sus hermosos senos de duros pezones se mueven arrítmicamente. Los bucles de su cabellera cubren en parte sus pezones. La escena me excita al límite, siento mi pene duro como un riel buscando salir de mi bóxer.
Ella se reincorpora y al no poder acomodar su sujetador lo tira al suelo quedando frente a mis ojos sus hermosas tetas, además aprovechando el tiempo que le di por detenerme a mirarla, ella intenta pasar corriendo por mi lado. La alcanzo a sujetar por el cabello, (ella odia que la cojan del cabello o que se lo toquen) y la freno de inmediato.
Y ella dice: ¡No se vale del pelo! ¡Del pelo no, pendejo! – me grita
Halo sus cabellos hacia atrás, ella arquea su espalda y eleva sus pechos hacia el techo y con mi otra mano desde atrás se los acaricio.
¡Ya basta! – me dice.
La atraigo hacia mi sujetándola de su cabellera como si fuera una rienda, hasta que su culo queda pegado a mi verga, le refriego mi bulto en sus nalgas mientras ella se mueve y tira manotazos hacia atrás tratando de golpearme.
¡Basta por favor me haces daño! – me dice.
¡Basta ya! – agrega con voz enérgica.
Me conmueven sus pedidos y entonces la suelto, de mala gana dejo escapar sus cabellos y ella se escapa de mi control.
¡Eres un imbécil! – me dice
¡Perdón, no quería hacerte daño! – le aclaro
¡Eres un imbécil!
¡Ni te imagines que te voy a dejar que me atrapes de nuevo! – me dice mientras vuelve a reír irónicamente.
No entiendo bien el juego, y la miro como pidiendo una explicación mientras ella ríe como loca.
¿Te creíste mi actuación?
¡Te dije que si me querías tendría que ser por la fuerza y meter tu verga en mi concha y tú me dejas escapar! Jajajaja
¿Eres un tonto, o que te pasa pendejo?
¿Es que no me quieres follar? – me dice gritando
¡Claro que te quiero follar! – le respondo
¡Entonces viólame pendejo! – me grita como poseída
¡No ves que estoy loca por follar! – me vuelve a gritar
Entonces entiendo que es un juego perverso, pero un juego al fin.
La siguiente vez no vuelvo a fallar, cuando la agarro ya no se me vuelve a escapar.
Tomo del piso sus medias de nylon. La llevo hacia la habitación. A propósito, la hago correr de un lado a otro, me encanta ver como se sacuden sus senos y como se ve su culo desde atrás. Como se bate su cabello cuando intenta escapar.
Ya que la tengo controlada la acuesto boca abajo sobre mi cama y poniendo mi rodilla en su espalda aprovecho para quitarme la camisa, le tomo un brazo y le amarro la muñeca a la baranda de la cama y luego hago lo mismo con su otra mano y teniéndola controlada me quito los pantalones y las medias y me quedo solo con el bóxer.
Ella mira el bóxer abultado por mi pene.
Se sonríe perversamente, y me dice:
¿Qué te pasa? ¡Te estás preparando porque quieres meter tu verga en mi concha!
Mueve sus brazos y separa sus piernas mostrándome sus agujeritos e insiste en su comentario:
¿Quieres poner tu verga aquí?
Hago solo un amague y ella trata de voltearse
Por un instante me detengo a mirar mi trofeo, su cabello enredado, su cara enrojecida por la lucha, sus pechos apretados contra la cama, su espalda brillosa por la transpiración y su hermoso culo adornado por la pequeña tanguita que lleva puesta y que cubre el mejor premio que me voy a ganar, su concha.
Comienzo a acariciarle la espalda, respira aceleradamente.
Recorro con mis dedos desde su cuello hasta el borde de sus nalgas poniéndosele la piel de gallina.
Me acomodo, extiendo mi mano para acariciar su culo y reacciona diciendo:
¡Te la voy a poner difícil maldito degenerado!
Trato de cuidarme porque me he dado cuenta que este juego va en serio, tengo que buscar algo para sujetarle las piernas.
Busco algo con que amarrarla. Voy a su cuarto, y saco otro par de medias de nylon y en ese momento veo en el interior del cajón a mi rival más directo de los últimos dos meses, «el vibrador «, un brillante aparato dorado, similar a un proyectil a una bala o un misil, que reposa junto a un gel íntimo. Tomo ambos y junto con las medias me dirijo a seguir adelante con este insólito juego.
Regreso a mi habitación donde tengo atada a tan sensual mujer, ella se sacude intentando escaparse. Verla así, tan indefensa y a la vez tan perversa, me excita al extremo, tanto que mi pene quiere salirse de mi bóxer, pero todavía no es tiempo, falta un poco más, debo excitarla hasta el punto que ella sea la que me pida que la folle.
Me aseguro que las ataduras de sus manos estén firmes, luego la ligo de uno de sus tobillos a la otra baranda de la cama pese a los intentos que ella hace de darme un puntapié. Y a continuación le sujeto su otra pierna.
¡Lo conseguiste cabrón! ¡Me tienes bien amarrada hijo de puta! – Me grita mientras se sigue sacudiendo intentando en vano escaparse.
Yo le respondo… Claro que soy un hijo de puta, no recuerdas que soy hijo tuyo y de ahora en adelante serás mi puta exclusiva.
Ahora que ya la tengo bien amarrada me acomodo y estando atada con las piernas separadas, le puedo ver la diminuta tanga acomodada entre los labios de su concha, y el hilo del colaless que apenas tapa el rosado orificio de su ano.
No demoro en iniciar el manoseo, mientras me insulta. Para controlar que no se mueva tanto, decido darle unas palmadas en sus nalgas al tiempo que le ordeno que se quede quieta.
Las palmadas parecen excitarla, responde moviendo sus caderas con cierta cadencia. Me animo y le doy otro par de palmadas, se queja, pero jadea al mismo tiempo. Jamás imagine que fuera una zorra tan perversa. ¡Qué suerte!
Sus nalgas están coloradas, por las palmadas que le he dado, ahora quiero ir un paso más adelante, me arrodillo le separo un poco sus nalgas y tomo la tijera que traje del cajón de su ropa para cortar las tiras de su tanga, se la retiro y queda su concha totalmente depilada brillante por sus flujos, de seguro ella esta estimulada porque la excita la rudeza.
Le acaricio su concha y ella responde con jadeos y suspiros a mi estimulación y me excita que mueva sus caderas jugando con mis dedos que la penetran tímidamente.
Ahora es tiempo de darle una lección en su concha, mojo mis dedos con el gel lubricante íntimo y esto permite que deslice mejor mi mano desde su clítoris hasta su culo.
Ella jadea y responde con movimientos de su cuerpo. Me concentro ahora en su clítoris, como una cereza. Lo acaricio y ella gime de placer diciéndome:
¡Sigue así, no pares!
Me doy cuenta que la muy perra esta fuera de sí por la excitación. Le suelto su cereza y me quedo inmóvil por un instante. Ella sacude sus caderas buscando mi cara, buscando mis dedos:
¡Continua por favor no te detengas! – Suplica.
La observo por un segundo, tengo ante mis ojos su resplandeciente y mojado ano, su concha lubricada y a ella ante mí, suplicando mis favores.
¿Qué más puedo hacer, complacerla? Me pregunto
Vuelvo a las caricias de su clítoris y a ella se le escapan algunos gemidos que luego concluirán en grititos. Sacude sus caderas favoreciendo la penetración que mi dedo entre y salga como un pistón de su concha, al tiempo que el dedo pulgar frota su clítoris y lento pero seguro va creciendo su excitación acompañando de gemidos… aghhh, aghhh, aghhh, y palabras sueltas… sigue, sigue cabron, hazme más, más, más duro, eso, eso, que rico, uhmmm, uhmmmm, sigue hijo de puta, no pares, ayyyy, que delicia y de pronto está experimentando un orgasmo, lo advierto por sus últimos gemidos muy fuertes que luego se apagan.
Pasados varios minutos la dejo recuperar, me posesiono y enciendo el vibrador. Ella abre los ojos y asombrada me pregunta:
¿Qué vas a hacer maldito degenerado?
Tú ya has tenido tu dosis de placer, pero yo no ¡Ahora es mi turno Susanita!
¡Nunca imaginé que fueras tan cabrón! – me dice entre dientes.
Tampoco creí tener una madre tan puta que me excitara tanto.
¡Tranquila que te voy a hacer gozar y vamos a explotar los dos hasta las nubes! – Le digo con voz firme.
Me muevo sobre la cama y la sujeto firmemente por el pelo levantándole la cabeza y le digo:
¡Abre bien la boca y chupa tu aparatito!
Se niega, entonces le oprimo la nariz, hasta que abre la boca y le pongo su aparato dentro. Ella lo muerde fuertemente casi tanto que no me lo deja quitar. Luego lo libera y me grita:
¡Así te voy hacer si se te ocurre ponerme tu verga en mi boca!
¡Idea descartada pensé para mí!
Vuelvo a reubicarme, tomo su gel íntimo y le rocío la espalda. Comienzo a refregarle el aparato desde el cuello hasta el borde de sus nalgas, mientras el instrumento vibra al máximo de sus posibilidades. Avanzo un poco más y ahora se lo paso en medio de sus nalgas hacia su concha, cuando llego ahí, dejo caer un poco más de gel para que lubrique y tomando el vibrador con mi mano libre, lo empiezo a deslizar por entre sus nalgas hasta que la puntita del aparato se encuentra con su concha.
Lo dejo un instante ahí y presiono solo un poquito buscando que la penetre unos milímetros. Ella suelta un gritito, y mueve sus caderas como intentando librarse, entonces le doy un par de nalgadas y le digo:
¡Si no te quedas quieta te lo voy a clavar hasta el fondo!
Sigo jugando con el aparato en su concha y lo hago penetrar otro poquito, ahora ella gime de placer, porque le ha gustado y ella levanta un poco su cadera favoreciendo la penetración. Aprieto más y su concha se dilata para dejar que unos centímetros del vibrador sigan penetrándola.
Escucho que jadea mientras el aparato vibra dentro de ella y con apenas estos centímetros parece motivarla.
Se lo retiro y se lo pongo en el clítoris. ella se perturba. Se lo aprieto un poco y ahora tiembla y suelta gemidos de placer y se lo vuelvo a clavar, ella expresa su placer:
¡Continúa, continúa y no te detengas cabrón!
¡Ahora tengo algo más para ti, querida putica! – Le digo susurrándole al oído
Y sin retirarle el vibrador de su vagina, me bajo el bóxer y enarbolo mi verga que esta como el acero, lo arrimo a su ano y lo refriego con presión buscando penetrarla.
Con la ayuda del lubricante y un poco de presión entra la cabeza de mi verga, ella se da cuenta que tiene mi polla entrando en su anito y la escucho gemir y un jadeo de placer. Le doy otro golpecito con mi mano abierta sobre su nalga y le digo:
Pídeme que te meta todo mi aparato dentro de tu cola.
Si cabron hazlo por favor. ¡Pon todo tu aparato dentro de mi culo! Hazme lo que quieras. – responde.
¡Dime que eres mi puta y que te gusta que te folle el culo! – le grito
¡Si pendejo, soy tu puta y deseo me folles el culo!
Presiono mi pene y venzo la resistencia que opone su ajustado y rosado anito. Y mi verga se desliza hasta desaparecer en su interior.
¡Disfruta mi culo, gózatelo, hazle lo que desees! – Gritaba mientras mi verga se perdía dentro de su apretada colita.
Ella levanta su culo favoreciendo mi penetración hasta que el último milímetro de mi verga desapareció.
En la medida que inicio el mete y saca ella gime como loca y mueve sus caderas gozando con mi verga en su culo, al tiempo que tiene el vibrador en su concha.
¿Te gusta la verga de tu hijo? – le pregunto
¡Si me gusta, me enloquece! ¡Dame más por favor, dámela toda!
Yo comienzo a moverme frenéticamente metiendo y sacando mi verga de su ano mientras ella grita:
¡Hazme duro!
¡Dame con todo!
¡Gózate el culo de mamá!
Sus palabras me excitan mientras estoy disfrutando con mi verga en su culo, adicional las vibraciones del aparatico que le tengo clavado en su concha, las cuales alcanzo a percibir en mi pene y me excitan aún más. Pero deseo seguir disfrutando, entonces saco mi pene de su culo que se encuentra dilatado y enrojecido.
¿Qué pasa? ¿Porque te detienes? – Me pregunta.
Es que estoy a mil, estoy por llegar y deseo que este momento dure un poco más.
¡Vamos que tenemos toda la vida para follarnos! -Me insiste.
Méteme tu verga y sigue moviéndote. ¡Te lo ruego! – me lo dice con los dientes apretados
Como yo quiero que dure un poco más, no voy a discutir con ella en este momento.
Me dedico a masturbarla más con su aparato, mientras me recupero un poco.
Le sigo motivando su concha con el vibrador y cada vez que noto que está por llegar al clímax, se lo quito y le corto la inspiración. ¡Esto la enloquece!
Luego de jugar así un rato le digo:
¿Quieres mi verga en tu concha?
¿Qué pregunta? ¿Claro que la quiero!
Me acomodo, tomo mi pene con la mano, lo posiciono a milímetros y le voy metiendo mi sable en su ultra lubricada concha. Ella gime, se sacude, jadea, se vuelve a sacudir y me pedí:
¡Ya ganaste, basta de jugar, métela toda de una vez! Por favor.
Yo sigo despacio, muy despacio y ella se desespera. Sacude sus caderas, levanta su culo se mueve intentando que mi pene llegue hasta el fondo, pero yo sigo firme y lento, muy lento.
Y cuando noto que no da más su desesperación, le clavo mi sable hasta el fondo y empiezo a moverme bombeándole como si fuera una biela que entra y sale de su interior, llegando a lo más profundo de su concha.
Sus jugos calientes invaden su túnel, se sacude y se contorsiona como poseída. Grita ahogadamente anunciando su orgasmo mientras todo su cuerpo tiembla como una hoja en el viento.
Me quedo quieto un instante, si bien necesita llegar al orgasmo, le he tenido paciencia a esta puta, porque quiero que mi momento sea perfecto.
Ahora es mi turno. Me empiezo a mover disfrutando de cada centímetro de mi pene que le clavo, del aroma que deja su sexo. Dibujo con mis manos el contorno de sus caderas, acaricio sus nalgas. Estoy a punto de llenarla con mi semen cuando entrecortadamente y casi balbuceante ella me dice:
¡Por favor! ¡No acabes dentro de mi concha!
¡He dejado de tomar las pastillas por este mes y no quiero un embarazo!
No lo puedo creer, me interrumpe justo en el momento que estoy por coronar.
Pero la adrenalina me hace pensar rápido:
Ok, ¡Entonces te voy a llegar en el culo! – Le digo.
¡Si, dame tu semen en mi colita! ¡Dámelo todo!
Saco rápidamente mi sable de su concha, apunto a su ano y cuando lo voy a poner, pienso, he esperado tanto, esperare un poco más.
Antes de continuar le digo… Me vas a quedar debiendo una follada en tu concha espero reinicies pronto tus pastillas porque te voy a follar con todas mis ganas, como la puta que eres.
Tomo el vibrador y se lo pongo en la concha y ella gime:
¡Ya no más! ¡Estoy muy sensible!
¡Cállate puta! – Le digo enojado
¡Cállate y disfruta! – le insisto
Le doy unas cuantas nalgadas, ella grita y le digo…
¡Mueve tu culo, zorra! –
¡Como tu digas! – responde
Apunto mi pene a su ano y cuando la punta esta justo para penetrarla, ella hace un movimiento de presión con sus caderas hacia mí y casi sin esfuerzos mi glande se clava en su ajustado culo.
¿Así te gusta? – Me pregunta
¡Si perra, así me gusta!
Mientras le clavo mi miembro en su culo, ella me ínsita a la penetración, moviendo su culo de arriba hacia abajo y luego lo menea con mi tronco dentro de ella.
Su túnel hierve, su interior casi me quema. Luego de unos cuantos vaivenes siento que el semen esta por escapar de mi verga, me aferro con mis manos a su cintura y le clavo hasta el fondo mi verga, haciendo que mis testículos golpeen contra su concha.
Me muevo, la bombeo, lo hago con mucha fuerza mientras comienzo a llenar su culo con mi semen y quiero que todo mi esperma quede en su interior. Ella se da cuenta y mientras me mira por sobre su hombro me dice:
¡Me estas llenando el culo con tu leche!
Y en susurros me pide:
¡Mírame por favor, mírame!
¡Quiero ver como disfrutas de los encantos de mamá!
Ella sigue moviendo su culo mientras yo se lo sigo llenando con mis últimas gotas y me dejo caer sobre ella, mientras mi pene permanece en su interior.
Solo un instante después, cuando logro recuperar el aliento, me reincorporo. Ella reposa sobre la cama, casi dormida y su cuerpo brilla de sudor.
La desato, primero las piernas, luego los brazos. No se mueve, se queda quieta sobre la cama con los ojos cerrados. Me acerco y le hablo al oído.
¡Levántate, ya te he desatado!
Llévame alzada a mi habitación – Me responde sin abrir los ojos.
La cargo en mis brazos y la transporto hasta su habitación; la deposito en su cama. Esta inmóvil. Luego se abraza a la almohada y se acomoda para dormir.
Es tarde son más de las tres de la madrugada.
Me voy al baño, me ducho mientras repaso lo sucedió y no dejo de pensar que fue la mejor y más excitante experiencia de mi vida.
Ahora más relajado y satisfecho, me tiro en la cama y me entrego al sueño. Pero recuerdo que me ha prometido que cuando vuelva a tomar las pastillas anticonceptivas la puedo follar y correrme dentro de su concha.
Al otro día, sábado, me despierto hacia las diez de la mañana y todo está en silencio, me levanto camino hasta la habitación de mi madre que sigue dormida y me voy a la cocina a preparar el desayuno para los dos. Cuando estoy en esto escucho que ella se ha levantado y ha entrado al baño, entonces voy a buscarla y ella está frente al espejo, me acerco y le pregunto…
¿Cómo amaneciste?
Se queda mirándome a través del espejo y me dice…
¿Cómo crees?
Casi me desbaratas
Le respondo…
¿Y eso no era lo que querías?
Si, pero te sobrepasaste.
No creo, porque te vi disfrutando dos orgasmos escandalosamente ruidosos.
Aquí cambio la imagen de su cara y soltó una carcajada. Jajajajaja.
Sigues siendo muy inocente. Todo te lo crees. Jajajajaja
Muy bien, esperare que comiences a tomar tus pastillas porque tu concha está en deuda conmigo.
Tendrás que saber cobrar la deuda.
Con esta respuesta comencé a imaginar que debía prepararme para el cobro.
A continuación, la invite a disfrutar del desayuno que había preparado y como los dos estábamos totalmente desnudos, mientras disfrutábamos la comida hicimos comentarios picantes, así que al terminar yo ya estaba deseando follarla, aunque fuera por el culo.
Nos levantamos y caminamos en medio de roces morbosos de sus senos y mi verga hasta llegar a la ducha donde disfrutamos de un baño maravilloso.
Tomé el jabón y recorrí todos los rincones del cuerpo de mi madre y luego ella hizo lo mismo conmigo. Cuando terminaron los recorridos nos paramos bajo la ducha a disfrutar del agua y estando yo a su espalda, tomé uno de los aceites que ella usa para cuidar su cuerpo y lo esparcí en sus senos, concha y culo y otra parte en mi verga. Estando a su espalda deje que mis dedos motivaran sus pezones y ella me dijo… Uhmmm, que rico masaje, me está excitando, sigue, sigue. Entretanto mi verga se deslizaba en medio de sus nalgas rozando su culo y fueron tan eficaces mis caricias en sus senos que ella misma tomo mi verga y la puso a la entrada de su culo, se inclinó y me dijo… Penétrame.
Mi verga con tanta lubricación se fue adentro de un solo golpe y para complementar comencé a acariciar su clítoris, lo cual hizo que pronto los dos estuviéramos gozando, ella de un orgasmo y yo de una corrida maravillosa.
Hasta aquí mi tormentosa historia, quedo esperando saber cuándo ella estará lista para pagar su deuda.
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