Mi madre, mi mujer
De cómo un hijo se enamora de su madre.
Hace ya muchos años de esto, yo era un joven que acababa de terminar la mili y mis estudios secundarios. Mi madre, Maria, era una mujer que apenas llegaba a los 40, viuda muy joven, activa y llena de energía, rellenita pero bien cuidada. No es ninguna modelo pero es apetecible para cualquiera. No muy alta, apenas pasa el 1.60, de piernas bien torneadas y unas nalgas y muslos bien carnosos y definidos, pechos grandes, enormes diría yo, pero firmes.
Tuvo la mala fortuna de quedar viuda joven, aunque nunca le faltaron pretendientes los rechazó a todos, además que es una mujer que le gusta cuidarse y enseñar sus encantos, pero no volvió a casarse, dice que ya no quiere enterrar maridos.
Vivimos solos en una casa enorme herencia de sus padres. Yo a veces veía como traía a sus amantes a casa pero no decía nada, total, una mujer joven debe disfrutar la vida, y mientras me dejara en paz yo estaba tranquilo.
Todo cambio cuando termine mi servicio militar, llevaba tiempo buscando un trabajo y ver si hacía mi vida propia. Una tarde mi madre entró en mi cuarto, me ofreció ir a una fiesta de su empresa a ver si hacía algún contacto para trabajar, yo dije que perfecto y quedamos en eso.
Yo no sabía como cambiaría nuestra vida desde entonces. Esa noche salimos y por fin me di cuenta de la mujer que tenía por acompañante. Ella llevaba un vestido azul escotado muy ceñido que dejaban ver casi sin esfuerzo sus pechos generosos y sin sujetador, la falda del vestido apenas tapaban hasta la parte mínima de sus muslos y dejaban entrever su culo perfecto apenas tapado por unas braguitas negras y blanco de encaje, unas pantimedias hasta los muslos y para rematar unos taconazos negros que enmarcaban a la perfección sus piernas y realzaban más aún su perfecto trasero. La verdad que nunca hasta entonces me había fijado en mi madre como mujer, pero esa noche casi no le pude quitar los ojos de encima y me costó un mundo no excitarme con ella.
La noche transcurrió tranquila, esa fue la primera de muchas salidas.
Cada vez que salíamos tenía que hacer un esfuerzo enorme porque ella siempre iba muy provocadora y yo cada vez me sentía más y más celoso de los hombres que se le acercaban.
La noche que marcó un antes y un después yo ya había bebido unas cuantas cervezas y ella también, cuando vi que un tipo la molestaba me levante de la barra y, por instinto, la agarre por la cintura y la aparte, me encare con el tipo y el me grito «¡Ni que fuera tu mujer!». Ella se abrazo a mi y con toda naturalidad le respondió: «Claro que soy su mujer, ¿no ves?» Y dicho eso me dio un beso en los labios que a mi al menos me quitaron de encima toda la borrachera que tenía.
Nos fuimos a casa, yo estaba aún pensando en ese beso cuando al dejarla en su habitación ella me atrajo hacia si y me dio otro, este beso fue más largo, abría suavemente sus labios y los míos le siguieron el ritmo, no dijimos nada, solo nos besamos durante un buen rato, sentía el sabor de sus labios, su saliva mezclada con la mía y el carmín que llevaba puesto.
Después de un rato se apartó de mi y me soltó lo que nunca pensé que me diría. «Te adoro, hijo, ya basta de fingir, se como me miras y se lo celoso que te pone que salga con otros hombres». «¿Que solución es esa?» Respondí. «Que tu seas mi hombre» me respondió sin inmutarse. Me explico que ya se había dado cuenta que la miraba, reconoció que ella también me había estado mirando y que quería intentarlo.
Me aparte un poco de ella, una parte de mi pensaba que estaba mal, pero entonces la vi en frente mío, ya no veía a la mujer que me dio la vida, veía a Maria, llevaba el pelo ondulado, suelto hasta los hombros, un vestido de baile sin tirantes encorsetado que apenas disimulaban sus pechos, la falda corta, las piernas bien definidas por unos pantys oscuros y no pude resistirme. La apreté contra mi pecho y le di un beso. Un beso largo e intenso, como solo se puede dar a una amante, nuestras lenguas jugaban la una con la otra, apreté su cintura contra la mía y pude sentir como su corazón latía a mil por hora, con una mano baje la parte de arriba de su vestido y tuve delante mío sus pechos, subían y bajaban en un jadeo de placer, con mi mano izquierda empecé a masajear uno y mi boca se deslizó hasta el otro. Sus manos me quitaron el cinturón y me abrieron la bragueta, ella empezó a deslizarse hasta quedar de rodillas, apartó mi bóxer y vio mi verga que ya para entonces estaba como una piedra, dura y gruesa, la beso en la punta, paso su lengua a todo lo largo del tronco y se la termino metiendo en la boca, poco a poco, centímetro a centímetro hasta que por fin la tuvo entera dentro. No había recibido en mi vida una mamada así de extraordinaria, debieron pasar unos cinco minutos o así hasta que sentí que me venía, sujete su cabeza por el pelo y la apreté contra mi verga, sentí su respiración entrecortada, mi verga no le entraba del todo en la boca y ya estaba faltandole el aire cuando el chorro de semen salió disparado, lentamente saque mi miembro de su boca, mientras ella tragaba lo que podía y lo que no le chorreaba por las comisuras de los labios. Entonces la levante del suelo y la lleve a la cama, la tumbe boca arriba, levante el vestido y le quite las bragas, tenía el coño palpitante, pasé mis dedos por su raja y sentí el calor y la humedad, acerque mi cara y olí eso que nos vuelve locos a todos. Olía a sexo, a hembra lista para recibir a su macho. Pero yo quería disfrutar al máximo, con la lengua fui abriendo poco a poco sus labios vaginales, me detenía a juguetear con su clitoris y volvía a empezar, ella gemia de placer y me agarraba la cabeza para que no parará, con el pulgar empecé a masajear su monte de venus y a bajar hasta excitar su clitoris mientras mi lengua se hundía en su vulva carnosa, húmeda y deliciosa. Cuando se corrió sentí el sabor de sus jugos, un chorro tibio que me lleno la boca. Entonces supe que estaba lista, subí besando todo su cuerpo hasta encontrar su boca y fundirme con ella en otro beso mientras con una mano acomode mi verga en la entrada de su vagina, no pude resistir más y con un solo empujón la penetre del todo, fue un poco brusco de mi parte pero ya no aguantaba más, ella ahogo un grito y me abrazo con fuerza, yo me movía con fuerza y ella apretó sus piernas alrededor de mi espalda, empecé a moverme con más rapidez, su coño estaba ardiendo y se notaba que no había tenido una polla tan gruesa como la mía, sentía la estrechez y me excitaba más aún. Baje la cabeza a comerle las tetas y me sorprendió el sabor que emanaban, de la excitacion había empezado a brotar leche y la fui lamiendo con ansias.
-¡Ah, si mi amor, follame bien!, desde hoy tienes a tu mujer para que hagas lo que quieras. ¡que gruesa la tienes, me vas a partir el coño!
-¡Oh si! Que rico coño tienes mami.
-No me llames así, ya no soy tu mamá, soy tu mujer, tu puta o tu hembra, pero ya no mamá. Tu ahora eres mi macho, mi marido ¿entiendes?
-Si, lo entiendo.
Seguí moviéndome rápidamente hasta que ella arqueo la espalda y se vino otra vez, entonces la sujete por la cintura y la levante, quede sentado en la cama con ella encima mío, seguía moviéndome de arriba abajo, penetrandola con fuerza y ella acompañaba el movimiento, estábamos sincronizados, su coño recibía mi polla como si estuvieran hechos el uno para el otro, así seguimos durante un buen rato.
-Termina dentro, por favor, quiero ser totalmente tu mujer.
-Ya eres mi mujer, voy a correrme dentro tuyo mi amor.
-¡Si! Quiero que me preñes ¡oh!
Entonces la agarre por el pelo, la puse boca abajo en la cama levante su cintura hasta tener su vagina levantada en posición de perrito y volví a metersela. Es indescriptible lo que sucedía entonces, solo recuerdo el placer de follarme a esa diosa, el sabor de su sudor, el calor de su coño alrededor de mi polla y entonces me vine. Todo mi semen salió como una inundación dentro de ella, la llene hasta lo más profundo de sus entrañas y lo que no cupo quedó chorreando por su vagina, sus muslos y manchando las sábanas.
Nos tumbamos ella de espaldas a mi y yo abrazandola. Le di un beso en el cuello.
-Ya eres mi mujer.
-Ya soy tu mujer.
Hay porfavor te juro que he leído muchos relatos de madres e hijos pero este relato me ha excitado de sobremanera porfavor. Si es que puedes seguir contando más experiencias te lo agradecería. Es mi fantasía el día que tenga un hijo.
Es una historia verídica mía, y no acaba aquí. Seguiré contando. Gracias por tu comentario
Verdad que es rica?? Me encantaría leer tus fantasías con tu nene 😉
Que rico es poder meterle la verga tu propia madre…
Wowww maravilloso