Mi madre qiere recuperar el tiempo perdido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por calisto03.
Mi madre tiene 45 años y yo 17, mi madre es gordita, con unos pechos impresionantes y un culo “generoso” como ella misma dice. Vivíamos solos desde hacia más de catorce años, cuando mi padre nos abandono para irse con una pelandusca, como la llamaba mi madre, Desde ese momento, mi madre se volcó en trabajar muy duro y cuidarme a mí, “no quiero saber nada de ningún otro hombre” decía cuando sus amigas la preguntaban el porqué no se buscaba un novio.
Una tarde, había estado jugando en pleno aguacero un partido de futbol en las canchas del barrio, cosas de juventud. Cuando llegue a casa todo empapado, mi madre se puso hecha una furia,
– Ahora mismo a la bañera, a darte un baño de agua caliente, me dijo, vas a pillar una pulmonía.
– Ya será menos,
Ella misma me preparo el baño mientras yo me desnudaba en su presencia, por vergüenza me había dado la vuelta.
– Que pasa, ¿que ahora te da vergüenza que tu madre te vea desnudo?
– Mama, ya tengo 17 años, no soy un niño. Y me di la vuelta.
– Ya veo que no eres un niño. Como has crecido,
– ¡Mama! no digas esas cosas, y note como me ponía colorado
– Perdona cariño, llevo mucho tiempo sin ver…algo tan hermoso
Yo me metí rápidamente a la bañera, para que mi madre dejara de mirármela. Ella bajo la tapa del servicio y se sentó.
– ¿Vas a quedarte ahí sentada todo el rato?
– No tengo otra cosa mejor que hacer. Déjame que te frote la espalda y me voy.
– Vale, pero solo la espalda ¿eh?
Empezó a frotarme la espalda, y con el movimiento las tetas se le bamboleaban de un lado a otro. Yo miraba de reojo sus pechos, solo llevaba una camiseta y como frotaba con tanto ímpetu se le mojo, transparentándosele los pezones un poco. Por suerte el agua estaba un poco turbia por el jabón, si no, hubiera visto la erección que tenia. Cuando termino de frotarme, me tiro la esponja a la cabeza
– Ya te dejo solo, no vayas a estar una hora metido, que se enfría el agua.
– Vale, no te preocupes.
Cuando llevaba un rato, me empezaron a dar escalofríos, llame a mi madre. Vino corriendo y cuando me vio
– Ya esta, lo sabía. Seguro que has pillado una pulmonía. Vamos, fuera de la bañera. Ahora mismo te acuestas y llamo al médico.
Vino el médico y por suerte no era pulmonía, solo un catarro del quince. Yo no hacia más que temblar, no lograba entrar en calor, mi madre entonces decidió llevarme a su cama, que era más grande y acostarse conmigo para darme calor. Me abrace a ella, y así logre dormir a ratos. En unas de las veces que me desperté, note que me estaban masajeando la polla. Me hice el dormido, e intentaba por todos los medios no hacer ningún ruido que me delatara, pero cuando me corrí, no puede contenerme y di un gemido. “duerme, cariño, duerme” dijo. Note mi semen correr por mi ingle, mi madre se levanto y vino con una toallita para limpiarme, me quito el pijama y los calzoncillos y me puso otros limpios.
Al dia siguiente desperté mucho mejor, los “cuidados” de mi madre habían surtido efecto. Mi madre no me dejo levantar de la cama, “hoy seré tu enfermera”, me dijo. Por la noche, otra vez se acostó conmigo, pero no note nada raro.
Todo volvió a la normalidad, pero ahora la miraba con otros ojos, como una mujer necesitada de sexo, que por culpa de mi padre se estaba marchitando. Ahora por cualquier motivo la abrazaba y la colmaba de besos, si estaba de espaldas, la agarraba por la cintura y me apretaba contra ella, sin importarme que mi miembro rozara contra su culo.
Llego el dia de su 46 cumpleaños, yo me levante muy temprano para hacer un buen desayuno. Se lo lleve a la cama y la desperté.
– Muchas felicidades mama, la abrace y la di varios besos sonoros.
– Gracias amor mío, me dijo con lagrimas en los ojos.
– Toma, esto es para ti, y le alcance una cajita.
– ¿Por qué te has molestado? Y la abrió con ansiedad. Era un colgante con un corazón.
– Ábrelo, en ese momento rompió a llorar, dentro tenia nuestras fotos.
– Mi vida, no necesito ninguna foto tuya para llevarte en mi corazón.
– Anda vamos a desayunar, que se enfría todo.
Cuando terminamos, la pregunte,
– Bueno, que quieres hacer hoy. Es tu cumple y tu mandas,
– No quiero ir a ningún sitio, quiero quedarme en la cama todo el dia. Levanto la ropa de cama y me dijo, anda ven, como cuando eras pequeño.
La obedecí, ella se abrazo a mi mientras que la acariciaba el pelo. En ese momento recordé aquella noche de mi enfermedad. Mi miembro empezó a ponerse duro, ella seguía abrazada a mí, por fuerza tenía que notarlo, pero no decía nada. Empezó a bajar la mano lentamente hasta llegar a mi polla. Metió la mano por el pantalón y la agarro con firmeza, no dije nada. Empezó a masturbarme, y me abrace más fuerte y la bese. Ella correspondió a mis besos con pasión, “amor mío, amor mío”, no hacia más que repetir. Soltó la polla y con rapidez se quito el camisón que llevaba, e hizo lo mismo con mi pijama. Los dos desnudos nos comíamos a besos.
Se detuvo y abrió sus piernas, me puse encima y de un golpe la penetre. Empecé a bombear rítmicamente, “mama… mama” no hacia más que repetir. “si, mi vida” me respondía. La cama crujía, no me importaba que los vecinos de abajo nos oyeran, yo aumentaba el ritmo y cada vez daba las embestidas más fuertes. No paraba de gemir, cuando llego al orgasmo, dio un grito y me clavo las uñas en la espalda. Saque la polla y me corrí sobre su vientre. Estuvimos abrazados un buen rato mientras recuperábamos fuerzas, yo notaba la humedad de mi semen entre los dos.
Ella se levanto y se dirigió al servicio, yo la seguí, después de aliviarnos, ella se puso frente al lavabo y empezó a limpiarse el semen. Yo la cogí por detrás, la hice que abriera las piernas y la volví a penetrar. En el espejo nos veíamos las caras, sus pechos se bamboleaban adelante y atrás. Ella tenía la mano en la boca para no gritar, no sea que los vecinos nos oyeran. Unas cuantas embestidas más y nos corrimos casi a la vez.
Se dio la vuelta, me beso y se puso de rodillas, se metió la polla en la boca dio unas cuantas chupadas y la soltó.
– Hay que dejar algo para esta noche, ahora recupera fuerzas, esto no ha hecho más que empezar, me dijo
– Me das miedo,
– Tengo que recuperar el tiempo perdido, catorce años es mucho tiempo para haber estado sin probarlo.
– Pero no quieras recuperarlo todo de una vez.
– Tranquilo cariño, echando cuentas, a polvo diario entre semana y dos los sábados, domingos y festivos, en dos años estoy a la par.
– Si, y yo en el cementerio.
– No hace falta que me penetres, una buena comida de coño también cuenta, y ahora mismo vamos a por la primera para empezar a descontar.
Fuimos a la cama, se tumbo con las piernas abiertas por fuera de la cama, me arrodille y amorre a su coño y se lo comí con fruición, le pasaba lentamente la lengua por el clítoris, con deleite y ella se convulsionaba hasta que llego a otro orgasmo.
– ¿Ves?, este ya cuenta
Nos volvimos a acostar y dormimos hasta bien entrada la tarde. A partir de ese dia, hacíamos vida marital en casa, y conforme pasaba el tiempo, parecía rejuvenecer. Sus amigas la preguntaban el secreto, querían probarlo ellas también, pero ella solo decía “El amor de mi hijo me hace más joven”
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