Mi madre y su cálido recuerdo (Como fue la primera vez)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juandeldiablo1957.
Lógicamente mi madre lo mando le dio aire y le pidió el divorcio, el cual fue bastante truculento, ya que, por razones de la ley nos dividieron a mis hermanos y a mí.
Mi hermana menor y yo nos quedamos con mi mama y mis otros dos hermanos se fueron a vivir con mi padre, tiempo después mi padre se casó con su amante y se fue a vivir a Puebla.
Es triste y es duro al mismo tiempo, que mi madre haya roto con mi papá, y como suele pasar en estos casos, eso fue muy duro de asimilar para mi mama.
Durante unos días ella se mantuvo callada, sin querer hablar con nadie.
Muchas veces la sorprendí llorando, al verla así me causo mucho pesar, durante nuestras comidas, ella no decía nada.
Yo guardaba un respetuoso silencio a su problema y a su tristeza, yo procuraba distraerla con las cosas que me pasaban en el Colegio Militar.
El tiempo que me quedaba de mis franquicias, me la pasaba en mi casa con mi mama.
Después por la poca pensión que recibía de mi padre, tuvo la necesidad de trabajar, casi de tiempo completo, por ese motivo mi hermanita se quedó al cuidado de una de mis tías y también, por ese motivo, mi madre se quedaba sola toda la semana, excepto los fines de semana en que yo estaba en la casa, después de darle lo suyo a mi tía (historia que pronto subiré), me iba todo presuroso a mi casa, esos dos días la pasábamos muy bien juntos, yo trataba de hacerle más llevadera su soledad, ya que siempre hasta su muerte nos unió un fuete lazo filial.
De vez en cuando, le daba parte del dinero que me daba mi tía, como pago de los tremendos encuentros que teníamos, ella me decía, que era una ayuda para mantenerme en la escuela, yo pensaba lo contrario, en fin, ese dinero lo utilizaba para ayudar a mi madre con el gasto.
Como teníamos más dinero nos cambiamos a otra vivienda un poco más amplia, con el baño adentro, por el rumbo de Tlalpan.
El baño tenía como puerta una cortina, un poco corta en la parte de abajo, que mi madre la había colocado para que no se viera nada, eso no fue obstáculo para seguir con el deporte extremo, que era espiar a mi madre cuando se bañaba, lo único que tenía que hacer, era tenderme en el suelo y asomarme muy discretamente por debajo de la cortina, para poder observar con detenimiento, el sabroso cuerpo que se cargaba mi madre y que el estúpido de mi padre había dejado.
Lo que más me gustaba ver, era cuando se enjabonaba su sabrosa vagina, que ahora para mi sorpresa la tenía completamente depilada, al enjabonarse se metía los dedos en su vagina varias veces, como queriéndose hacer una buena chaqueta, al verla así, me ponía bien caliente, a leguas se veía que necesitaba un hombre que calmara esa calentura que sentía, la verdad, yo no me podía aguantar y luego, luego, me iba a jalar el pescuezo al ganso, en honor de mi madre.
Debido a la ruptura con mi padre, mi mama empezó a agarrar la adición a las cervezas, eso lo note cuando comíamos juntos, se llegaba a tomar hasta tres cervezas, eso me pareció mal.
No quería meterme en sus cosas personales, pero este hecho ciertamente me preocupaba.
Me preguntaba, ¿Cómo resolverlo?, yo me exprimía el coco, buscando la manera de ayudarla, sin que se sintiera herida, ni presionada ante sus sentimientos y sus penas.
Entonces me decidí a hablar con ella, le hice ver, que lo único que buscaba con eso es hacerse daño, que, si pretendía hacerle daño a mi padre, estaba en un error, puesto que ya tenía otra vida hecha, seguramente no le importaba lo que ella hiciera o dejara de hacer con su vida.
También el hice ver, que su persona era muy importante para mi hermanita y para mí, al decirle esto ella se soltó llorando y me dio un largo abrazo.
Sentí divino tener tan cerca de mi madre y sobre todo tener pegados a mi pecho ese par de melones tan sabrosos que se cargaba, estuvimos así un largo rato muy juntos, después ella se separó, se sonrió conmigo y me prometió que ya no iba tomar más.
Paso más de un año, y durante ese año, ella no volvió tomar nada, en esa época, yo ya estaba por graduarme de oficial en el Colegio Militar, seria por el mes de agosto, cuando estábamos en los preparativos del baile de graduación.
Unos días antes, yo le había mandado una invitación a mi padre, a mis tías para que asistieran a dicho jolgorio.
Mi hermanita, por lo joven que era, la tuvimos que mandar con unos parientes para que la cuidaran, mientras nosotros asistíamos a dicho baile.
Llego el día del baile, mi ti Julieta iba con un guey que no conocía, yo iba con mi mama, quien, déjenme decirles iba a todo lo que daba, yo no sé, de donde saco un vestido de noche negro, pero le sentaba de maravilla, se veía despampanante a sus 40 años, recuerdo que el cabron que se llevó la noche fue mi padre, porque se le ocurrió llegar acompañado de su vieja, eso fue lo que le dio en la madre a la velada, mi madre al ver eso se angustio bastante.
Yo me jale a mi padre aparte y le dije, que eso que le hacía a mi madre estaba muy cabron, no sin alegar mucho con él, logre que se fuera del baile, pero el mal ya estaba hecho, no sentamos en la mesa asignada para nosotros, y como ese baile era de traje, pues cada quien tenía que traer lo que se quería tomar, el guey de mi tía se discutió con una botella de tequila.
Nada más terminamos de cenar, y mi madre se empezó a aventar unos buenos tequilazos entre pecho y espalda, tantos que la botella, no duro mucho llena, ya sea por la pena o por el efecto del tequila mi madre empezó hacer demasiados desfiguros, tantos que tuvimos que retirarnos del baile muy temprano, porque mi madre, si bien no estaba completamente borracha, poco le faltaba para estarlo.
Salimos, hacia bastante frio.
Afortunadamente para nosotros, el querido de mi tía traía carro, así que nos llevaron a nuestra casa, durante el trayecto, mi madre iba cantando, se notaba que estaba alegre, al menos bajo el influjo del alcohol lo estaba, quizás ya no, cuando se le pasara el efecto de los tequilazos, no sabía de qué humor estaría al otro día.
Rápidamente llegamos a mi casa, vivíamos en esa época por Tlalpan, relativamente cerca de la escuela, cuando nos dejaron ahí, la verdad sentí mucha envidia y celos del cabron que andaba con mi tía, al despedirnos, ella, sin que se diera cuenta nadie, me dio un beso en la boca, diciéndome muy quedito, luego nos vemos guichito, así me decía mi madre y ella de cariño.
Entramos a la casa, con mucho esfuerzo la tendí en la cama vestida y procedí a irme a dormir, me desvestí, quedándome únicamente en calzoncillos de manga larga reglamentarios, cuando me estaba acomodando para dormir, entre sueños oí la voz de mi madre que me decía en forma lánguida, por el efecto de los tragos, ¡guichito!, no seas malito, quítame el vestido, porque yo no puedo sola, pues ordenes, son ordenes, me dirigí a su cuarto, le dije que se diera la vuelta para que yo pudiera bajarle el cierre del vestido, lanzando un suspiro entre cortado, se dio la vuelta y me dio la espalda, para que yo pudiera bajarle el cierre del dichoso vestido cuando ya estaba hasta abajo, se dio la vuelta de nuevo con los brazos hacia arriba, esperando que yo le sacara el vestido.
Empecé a quitárselo y lo primero que vi fueron ese par de tetas desnudas que se cargaba mi madre, no traía sujetador, por eso cuando le zafé esa parte del vestido hasta la cintura, pude notar la turgencia de esas dos tetas hermosas, nada caídas, a pesar de habernos amamantado a mí y a mis hermanos, ver tal espectáculo me puso bien cachondo y casi sin notarlo, me provoco una tremenda erección.
Erección que no noto mi madre, porque mantenía cerrados sus ojos, quizás por los efectos del alcohol.
Acto seguido, le dije, mama estira las piernas un poco, para que pueda sacarte el vestido, ella lo hizo, fue entonces que jale en forma firme dicha prenda, hasta que logre sacársela por completo, lo que vi me dejo bastante impactado, ella usaba un liguero negro y una pequeño panti de color negro, además de un par de medias del mismo color que se amoldaban ricamente a sus piernas duras y turgentes.
No bien, no había terminado de sacarle el vestido, cuando instintivamente abrió sus piernas dejándome ver nítidamente, como se comía sus labios vaginales el pedazo de tela que los cubría, eso me puso a cien, me puso bien caliente, en chinga me fui al baño para echarme un poco de agua fría en la cara, porque la verdad estaba que ardía de deseo, tenía una erección, sin mentirles, que me producía dolor en los testículos, pensé hacerme justicia por mi propia mano, cuando de nueva cuenta su voz me volvió a la realidad, ¡guichito!, papito ¡quítame las medias y el liguero, mira que no puedo dormir con ellos!
Para mí, hacer eso era un martirio, le quite las medias, después la tome de las caderas, se las alce para poder sacarle el liguero, al hacerlo, sentí el olor a sexo que rezumaba la conchita de mi madre, por lo caliente y nervioso que estaba, cuando le saque el liguero se lo quite con todo y pantis, quedando de nueva cuenta abierta de patas, fue entonces cuando pude observar en toda su plenitud el hermoso cuerpo desnudo de mi madre y me dije muy en mis adentros, que pendejo era mi padre al dejar a una hembra tan buena como lo era mi madre.
Quede extasiado al ver ese par de chichotas que se cargaba y sobre todo la entrada de su vagina toda depilada, por lo que podía ver el color rosado de su interior.
Hubiera podido lanzarme al abordaje si hubiera querido, quien me lo hubiera impedido, pero todavía guardaba algo de razón dentro de mí, así que me fui a acostar, trate de dormir, pero la imagen de mi madre desnuda no me dejaba hacerlo y el dolor de mis testículos por la excitación no se me bajaba, así que decidí ir al baño y darme un buen baño con agua fría, que bien lo necesitaba, para ver si se me bajaba la calentura, porque a esa hora el agua estaba bien helada, me bañe y me fui a acostar de nuevo, más o menos me sirvió el baño para calmarme, entonces casi me quede dormido, no bien estaba entrando en el sueño, cuando volví a oír la dulce voz de mi madre.
¡Guichito!, ¡papito tengo frio!, ¡vente a acostar conmigo!, al oír eso me puse a temblar, no lo podía creer, no sabía si lo decía con conocimiento de causa o porque todavía estaba bajo el influjo del alcohol, como vio que me tardaba, me volvió a decir ¡Papito! que no oíste que tengo frio, me lo dijo con una voz entre cortada, como un susurro que apenas se podía oír, yo le dije, ya voy, entonces haciendo uso de mi razón, me acosté al otro lado de donde estaba ella, por ningún motivo quería estar muy cerca de ella, entonces le di la espalda y me hice el dormido, mi corazón latía a mil por hora, en eso estaba, cuando sentí una mano que me rodeaba la espalda, seguido de su cuerpo que se me repegaba en la espalda, así estuvimos por un buen rato, sentía su respiración en mi nuca.
Yo para entonces, ya no me podía aguantar, y empecé a agarrarme la verga para hacerme justicia por mi propia mano, en ese momento sentí el cuerpo de mi madre que se volteaba de espaldas a mí, parando su lindo culo, fue entonces que me decidí a dar el siguiente paso, me dije, total que puede pasar, que mi madre se dé cuenta y me la haga de pedo, las recriminaciones podrían venir después, mientras, yo ya no podía más, al verla así, acostada de lado, con las tremendas nalgas que se cargaba apuntando hacia mí, me hicieron decidir tomar el camino sin retorno, ya era tarde para echarme para atrás.
Lo que ocurrió después no fue menos lascivo, ni lujurioso.
Sus nalgas eran enormes, grandes, hinchadas, duras y macizas que sobe hasta hartarme de placer.
Y en medio de esos cachetotes maravillosos, se encontraba un par de labios vaginales húmedos, así, de espaldas, mitigué con mi lengua mis deseos más ocultos, acariciando con ella su conchita jugosa y ya humedecida.
Lamidas y chupetones que hicieron que mi mamá soltara muy quedito una serie de suspiros entre cortados.
Fue entonces que me acomode de lado, atrasito de ella, agarre mi verga erecta y le restregué la cabeza entre sus labios, me detuve un momento esperando su reacción, como vi que no pasaba nada, de un suave empujón solo le metí la cabecita, me quede estático, quietecito, con la cabeza de mi verga atrapada entre sus labios, esperando cualquier indicio de desaprobación, como me cerciore que no pasaba nada, fue entonces que decide metérsela toda, con un suave y delicado empujón, al sentirla toda adentro, mi madre lanzo un hondo suspiro y paro un poco más sus nalgas.
Entonces comencé con el mete y saca a media velocidad, después se la empecé a meter en suaves estocadas profundas, que le hacían soltar pequeños bufidos, no sé, si todavía estaba bien borracha, pero de que estaba gozando entre los influjos del alcohol, lo estaba, se la saque, gire su cuerpo boca arriba, abriéndole las piernas me comí su vagina mordiéndola y cosquilleándola con mi lengua, esperando oír sus jadeos y sentir sus jugos en mis labios de nuevo, sus jadeos no los oía, pero si sentí sus jugos en mi lengua y boca, bebí ese elixir que me deleitaba y que quería sentir más y más en mi boca.
Tras un buen rato de estar comiéndome la conchita de mi madre, en un ambiente de lujuria y pecado, la giré y la volví a poner de espaldas, me acaricié la verga sin dejar de ver su vagina, me imagino que mi mama, ya se había dado cuenta de lo que estaba pasando, pero por los efectos del alcohol no podía o no quería hacer nada, nada más se dejaba hacer.
Esto lo digo, porque al ponerla de nuevo boca abajo, abrió sus piernas y paro sus nalgas, me coloque entre sus piernas, acomode mi verga en la entrada de su vagina, ya para entonces bastante lubricada y de un evite largo y profundo se la clave todita, quedando afuera nada más mi pelotas, las cuales al estarla penetrando, chocaban alegremente entre los cachetes de sus nalgas, mientras lo hacía, ella no dejaba de soltar unos pequeños bufidos, me imagino de satisfacción, después de un buen rato de estar así.
La volví a voltear boca arriba, le abrí las piernas, volví a contemplar extasiado el cuerpo desnudo de mi madre, la vista de la entrada de su vagina toda colorada y mojada, era algo ante lo que mi verga no podía aguantar.
Me dije, que rica conchita estaba ante mis ojos, todo abierta y mojada, luciendo lascivamente sus sonrosados labios.
Sus muslos eran duros y macizos.
La verdad, me dije, mi padre había sido muy estúpido en dejar a mi madre, después de observarla así desnuda, no me pude aguantar más, me acomode entre sus piernas, la tome de los muslos y se la deje ir toda, mi verga se hundió en ella con mucha facilidad, a causa de los jugos que manaban de su vagina, lubricando mi verga cuando la penetraba.
Al sentir tal penetración, mi madre como que se quiso despertar, levanto la cabeza, diciendo ¡Ho dios! pero al sentir la sabrosa cogida que le daba, cerró los ojos y siguió disfrutando tan rica cogida, que más le quedaba, no tenía otra opción que gozar el momento.
Al sentir tal cogida, mi madre ahora si abiertamente pedía más, tenía toda mi verga adentro, mientras mis manos sobaban sus tetas y mis dedos jugueteaban con sus pezones, mi madre cerraba sus ojos y abría la boca entre gemidos, gozando hondamente la tremenda faena que le estaba dando.
Quiero que sepan, que desde que se divorció de mi padre, mi madre no había tenido sexo con nadie, en los hechos me demostró que eso era cierto.
Después de unas estocadas que le di, mi madre hecho la cabeza hacia atrás lanzando una ahogado suspiro, se estaba viniendo como una loca, yo me aguante lo más que pude, pero ya no pude más y me empecé a venir profusamente dentro de ella, ella estaba gozando, sentía los chorros de la leche caliente que soltaba mi verga dentro de ella, al sentirlos sus jadeos y sus grititos apagados se intensificaron más, esos grititos me llenaron de orgullo, porque eso significaba que mi madre había gozado como loca, todavía me quede una largo rato encima de ella, con la verga adentro, saboreando tan rica venida.
Por la inercia de la venida, mi verga toda flácida se desenchufo de su vagina, me levanté y estuve observando a mi mama, para ver cómo reaccionaba, ella seguía resoplando toda abierta de piernas, que buena estaba, volví a deleitarme con la morbosidad de sus muslos, y de su rica vagina afeitada que rezumaba mi leche por sus labios.
Mi mama levanto la cabeza y me dijo toda seria, mañana hablamos guichito, ahora ya es tarde, ya vete a dormir.
Sin más se tapó con una cobija y se quedó dormida.
Al otro día, cuando yo me levante, ella ya estaba parada y ya había preparado el desayuno, durante el desayuno no me dijo nada, comimos callados, esperando que uno de los dos rompiera el hielo, fue entonces que ella tomo la iniciativa, ¡Guichito! ¡Porque me hiciste todo eso!, me lo pregunto bien seria, me quedé callado un momento, le dije, mama, quiero que sepas que lo que paso anoche no sabes cómo lo lamento, la verdad, por más que quise no hacerlo, me fue imposible, tenerte cerca de mi toda desnuda, la verdad me puso muy excitado y no pude evitar hacerte el amor, además estabas muy triste por lo de mi papa, por eso se dieron las cosas, como se dieron.
Cuando termine, ella se quedó callada, me miro y lo que me dijo, me sorprendió y me puso cachondo, ¡Guichito!, no tienes porque pedirme perdón, lo que hiciste por tu madre, estuvo muy bien.
Para serte franca, ya lo necesitaba, ya que desde que se fue tu padre, con nadie he hecho el amor y no porque no me gustara, sino, porque no tenía la confianza de hacerlo con un extraño.
Como te disté cuenta, yo fui muy bien arreglada a la fiesta, con la esperanza de estar con tu padre una noche nada más, pero como tú pudiste ver, ese cabron vino con su amante.
Al terminar, empezó a llorar, yo me acerque y la abrace para consolarla, ella me dijo, que pensaras de mí, yo le dije, que el haberla tenido entre mis brazos había sido lo más maravilloso que me había sucedido en mi vida.
Desde ese día, nos hicimos amantes, como regla principal que ella me impuso, fue, que lo hiciéramos cada vez que ella quería, yo nunca inicie los encuentros, ella siempre tomo la iniciativa.
Poco después, empecé a trabajar de militar y religiosamente cada quincena le daba su gasto.
Las ganas se las quitaba, cada vez que ella y solo ella me lo pedía, nunca, como lo dije antes, yo tomé la iniciativa, mis relaciones con ella siempre fueron muy dulces y delicadas, siempre fueron consensuadas y de mutuo acuerdo.
Nuestra relación duro como 20 años, pese a que me casé, la seguí amando como al principio, yo me daba mis escapadas para visitarla y para quitarles las ganas.
Cuando ella murió, me dejo muy solo y triste, porque, además, de ser mi madre, fue parte importante de mi vida sexual.
Hoy en día me pregunto, ¿realmente estuvo bien que tuviera relaciones sexuales con mi madre?, yo digo que sí, porque su necesidad de amor carnal y espiritual yo la cubrí con esmero, sin ningún peligro.
Probablemente tuvo secuelas sexuales tal relación en mí, pero no fue nada, que influenciara rotundamente en mi relación con las demás mujeres que conocí.
Podrían decir, después de leer esta vivencia, que yo estoy enfermo, nada más alejado de la realidad, yo solo tomo lo que me dan en forma consensuada, nada es a fuerzas.
Y lo digo, porque si mi madre en esa noche no hubiera querido hacer el amor conmigo, no hubiera pasado nada entre los dos y mi amor sexual hacia ella, no hubiera pasado de las espiadas que le daba, cuando se bañaba, nada más hubiera sido una fantasía sexual, que se hubiera resuelto con una buena chaquetota en su honor.
Yo llegue, únicamente hasta donde ella quiso, saludos.
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