Mi mamá goza gracias a mí
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
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Ese fin de semana mis padres iban a subir a la sierra para solucionar un problema referente a el chalet que tenemos allí.
Mi madre que era la propietaria del chalet debía firmar unos papeles ante el notario el sábado por la mañana.
Yo no tenía previsto subir con ellos.
Pero el Viernes, mientras comíamos en casa mi madre y yo, llamó mi padre diciendo que tenía mucho trabajo y no podría subir a la sierra y me dijo que fuera yo con mi madre para solucionar el problema.
Mi madre no sabía conducir , así que yo la llevaría en el coche.
Yo tenía 19 años, mi madre 39, era una señora guapísima, una hembra de bandera.
Salimos a las cinco de la tarde y llegamos sobre las siete.
Hacía mucho frío y la calefacción no funcionaba.
Fuimos a cenar a un restaurante y al volver al chalet vimos un rato la televisión.
Yo estaba algo cansado y le dije a mi madre que me iba a la cama.
Está bien hijo, yo también me iré pronto a la cama, pero antes pasaré por tu cuarto a darte las buenas noches.
Muy bien mamá, le respondí.
Antes de ir adormir me di una ducha, por suerte sí que había agua caliente, pero el cuarto de baño estaba gélido , así que al salir de la ducha me entró una gran sensación de friío.
Me puse un albornoz, fui a mi cuarto y me metí en la cama.
Aunque hacía mucho frio dormiría como siempre, sólo con una camiseta, pues es una costumbre mía dormir con mis genitales al aire.
Tenía un frio horrible y tiritaba.
En eso entró mi madre para darme el beso de buenas noches que me había prometido.
Ella también venía con mucho frío y al verme tiritar me dijo, voy a meterme en la cama contigo para darte mi calor, bueno para darnos calor el uno al otro porque yo también estoy helada hijo.
Entonces me dijo, voy a mi cuarto a ponerme el camisón, o mejor ven tú allí conmigo pues mi cama es más grande y estaremos mejor en ella.
Le dije a mi madre que me pasara el albornoz.
Ya en su cuarto me metí en la cama y me dijo que mirara hacia el otro lado pues se iba a desnudar para ponerse el camisón.
Yo me di la vuelta y aunque no la podía ver a ella directamente , sí que veía el reflejo de su cuerpo en el espejo.
Se desnudó rápidamente, pero no obstante pude ver su hermoso cuerpo casi desnudo.
Pude ver como se había quedado sólo en bragas y se ponía un camisón de esos cortitos que por delante tapan justo el coño y por detrás dejan ver la parte baja del culito.
Una vez puesto el camisón se quitó las bragas, pues al igual que yo, ella también tenía la sana e higiénica costumbre de dormir con los genitales ventilados.
Bueno, es una costumbre de toda mi familia que recomiendo a todo el mundo.
Ver así a mi madre me había excitado.
Yo sabía que tenía una mamá muy guapa y con un cuerpo estupendo, pero siempre la había visto como mi madre, bueno casi siempre, pues he de confesar que alguna vez me había hecho una paja fantaseando con ella.
¿Pero qué hombre siendo adolescente no lo ha hecho? más si su madre aún es joven y hermosa.
Se metió en la cama y apagó la luz.
Puso su cuerpo junto al mío por detrás para darme calor.
La visión de mi madre semidesnuda me había provocado una buena erección y ahora sentir en mi espalda su cuerpo dándome calor y sentir en mi cuello su aliento aún hacía que mi excitación fuese en aumento.
Allí estaba yo con mi madre en la misma cama, sintiendo su cuerpo en el mío.
Aunque yo me había hecho pajas fantaseando con ella y fantaseando que la penetraba, nunca se me había pasado por la cabeza ,fuera de esos momentos en que te haces una paja, que yo en la realidad pudiese hacer el amor con mi madre.
Pero ahora lo deseaba de verdad.
Entonces ella me dice date la vuelta para que te dé el beso de buenas noches.
Pero si me daba la vuelta, ella seguramente notaría mi pene erecto, así que le dije mamá dámelo en el cuello Y así lo hizo.
Me dio un beso en cuello.
Al notar el suave roce de sus labios sobre la piel de mi cuello, me estremecí y tuve unos escalofríos y temblores pero no de frío sino de de origen erótico.
Al darse cuenta de mi estremecimiento, me preguntó ella si aun tenía frio, y le conteste que no, que me había estremecido por lo mucho que me había gustado su beso.
Carlos , hijo date la vuelta para que ahora seas tú el que me des el beso de buenas noches.
No me podía negar , aun a riesgo de que notase la erección, además en el fondo quería que la notase y si ella era quien me pedía que me volviese , volviéndome sólo estaría cumpliendo sus deseos.
Me estaba excitando la idea de ver cómo reaccionaría mi madre al sentir mi erección y notar la presión de mi polla sobre su cuerpo ¿ diría algo o por el contrario haría como si no la sintiese? Así que me volví y con la excusa de que la luz estaba apagada le di el beso en los labios.
El contacto de mis labios con los suyos hizo que me volviese a estremecer, pero ahora me di cuenta de que mi madre también se estremecía, es más era ella la que ahora me besaba y comenzaba a lamer mis labios con su lengua.
Aquel beso me estaba sabiendo mucho mejor que los que me había dado con las chicas con las que había salido, quizá porque aquel beso era un beso prohibido, un beso que rompía el tabú de los tabúes, el de gozar sexualmente con la hembra que te había dado la vida y te había llevado nueve meses en con su seno.
Mientras seguíamos besándonos con pasión noté que mi madre me tomaba con su mano la polla y la palpaba como inspeccionándola.
He de decir que mi polla en erección no es de las más grandes pues tiene sólo unos 12,5 cm.
Notaba yo que mi madre estaba muy excitada y en eso me dice Carlos , hijo me gustaría mucho que me penetrases y me dieras placer con tu polla, pero si no lo quieres hacer porque soy tu madre lo comprenderé.
Mamá soy tu hijo y sé que esto no es lo normal entre una madre y su hijo, pero nada me gustaría más que hacer el amor contigo y penetrar tu chocho y volver a estar en la vagina por la que pasé para salir al mundo.
Me encantaría que mi cuerpo y el tuyo se fundiesen en uno sólo.
Eres tan guapa y se te ve tan sexy.
Pero mamá soy aún virgen y por lo tanto inexperto.
No te preocupes hijo, el instinto te guiará y además tu madre te enseñará.
Se puso encima de mí y tomado mi polla con sus manos la llevó hasta la entrada de su chochín y me dijo Carlos empuja y métemela toda.
Yo obedecí con la alegría que se obedecen las ordenes cuando coinciden con tus deseos.
La punta del glande iba abriendo paso con la facilidad con la que el cuchillo penetra la mantequilla, pues la vagina de mi madre estaba muy húmeda y caliente.
¡Qué gozo, qué sensación tan placentera! Una vez toda la polla dentro, mi madre empezó a menear la caderas con un ritmo que me confería un gran placer.
Sigue así mamá, sigue así le decía yo.
Poco a poco yo también fui moviéndome y adaptando mi movimiento al suyo.
Succionaba sus pezones, los mismos pezones que me había alimentado durante los primeros catorce meses de mi vida.
¡Qué ricos me sabían! Sus jadeos eran más intensos cada vez, yo también jadeaba y notaba que de seguir con ese ritmo pronto me correría.
Mi madre de pronto intensificó los jadeos y dijo me corro Carlos, me corro y entre jadeos y con la voz entrecortada me decía ¡gracias hijo, gracias por este inmenso placer que me das! Y yo preso por la excitación de ver a mi madre gozar tanto gracias a mí, también me corrí experimentado un placer mucho mejor que el de una paja, y le decía mamá quiero follar siempre contigo, siempre contigo, contigo.
Nos besábamos y nos acariciábamos por todo el cuerpo.
Jugábamos, mi polla seguía erecta.
Ya no teníamos frio, ese frio tan intenso gracias al cual se había desencadenado todo.
Ahora teníamos calor, mucho calor sin duda por el frenético movimiento al que habíamos sometido a nuestros cuerpos.
Mi madre encendió la luz.
Qué guapa se le veía con el pelo alborotado.
Fijó su mirada en mi polla y dijo que hermosa es ¡Métemela otra vez! Carlos ¡ Métemela ya! Sí mamá, ponte a cuatro patas mirando al espejo, quiero follarte al estilo perrito y los dos podremos vernos follado en el espejo.
Se puso como le dije y los dos disfrutamos viendo en el espejo como follábamos como perro y perra, como madre e hijo.
Cuántas veces me había imaginado ,cuando me hacía una paja, esa escena que ahora podía ver en el espejo y que era totalmente real, la de mi propia madre siendo poseída sexualmente por mí, como si fuese una perrita en celo.
Gracias a su reflejo en el espejo podía ver yo como las hermosas y voluptuosas tetas de mamá se bamboleaban al ritmo de las metidas y sacadas de mi polla en su caliente, jugoso y mojadísimo chocho.
Podía ver la cara de placer de ella y como me decía Carlos así, así, no pares baby, fóllame así, fóllate a tu madre, baby.
Mientas yo me preguntaba a mí mismo si yo era un depravado por hacer lo que estaba haciendo o si era un hombre afortunado, uno de eso pocos afortunados que han experimentado el inmenso placer de penetrar el sexo de la hembra que les dio la vida.
Pero yo no soy un depravado, simplemente soy un hombre que goza dando placer a la mujer que más lo quiere, pues nadie quiere tanto a un hombre como su propia madre.
Ella volvió a tener otro orgasmo acompañado de movimientos y sacudidas violentas por lo que tuve que agarrarla fuertemente para que mi verga no se saliese del chochín.
Puse mi torso contra su espalda y la sujete con fuerza mientras le decía ahora te follaré como si fueses una leona y yo tu cachorro favorito y le mordí la nuca, naturalmente con un mordisco suave, sin hacerle daño; pues con ese mordisco pretendía excitarla y dar un toque salvaje a nuestra cópula.
Recordaba cómo había visto en un reportaje como un león al montar a la leona le mordía así la nuca.
Y ella me dijo cachorro mío folla a tu mamá leona, fóllame hasta el amanecer y cuando amanezca vuélveme a follar .
Nos entregamos los dos a ese juego animal y así llegamos los dos a otro orgasmo que yo disfruté muchísimo mientras la tenía muy agarrada y le mordisqueaba la nuca y le susurraba al oído pequeños rugidos de placer.
Tras ese orgasmo nos relajamos y mi madre me dijo que ahora debíamos dormir y que mañana hablaríamos.
Nos dimos un inocente beso de buenas noches y nos abrazamos dispuestos a dormir.
Ella se durmió enseguida, pero yo no lograba conciliar el sueño pues la excitación por lo que había ocurrido no me dejaba dormir.
Pensaba en mi padre y en como mi madre había follado conmigo como si hiciese mucho tiempo que no lo hubiese hecho.
Por fin me dormí.
Al día siguiente me desperté pronto.
Tenía frío, así que me abracé a mi madre.
Ella medio dormida también me abrazó fuertemente para buscar mi calor.
La verga reaccionó inmediatamente y busqué el coño de mi madre.
Ella aunque estaba medio dormida y no hablaba estaba lo suficientemente consciente para darse cuenta de lo que pasaba, así que sin decir nada se puso encima de mí colocando la abertura de su chocho en la punta de mi verga y luego la engulló toda, quedando mi polla entera en el interior del sexo mi mdre.
Así estuvimos un rato sin decir nada ninguno de los dos, y de repente me dijo: hijo, esta noche pasada he disfrutado del sexo por primera vez en mi vida, gracias a ti Carlos.
Mamá ¿qué me dices? Sí hijo, sí.
La polla de tu padre es tan descomunal, tan grande en largura y anchura que cuando follamos sólo me puede meter la punta y sí empuja y mete un poco más me hace daño.
Afortunadamente para mí desde hace algún tiempo apenas puede mantener la erección, pues debido a su descomunal tamaño y a que ya no es joven sólo la tiene erecta un par de minutos y luego se le queda flácida y gorda y como no le gusta que se la chupe termina haciéndose una paja mientras me toca o me ve el culo, porque a tu padre le encanta mi culo ¿sabes,hijo? Entonces me atreví a decirle: eso no me extraña en absoluto, tu culo le encanta a papá , a mí y a cualquier hombre.
Gracias, hijo.
Ayer Carlos, lo que pasó no fue premeditado, sino hubiese sido por el frío cada uno hubiese dormido en su cama y hoy tú aún serías virgen y yo no habría experimentado por primera vez el placer sexual con un hombre.
Gracias ti hijo y a esa polla tan normal que tienes he podido sentir toda un polla dentro de mí y obtener de ella el placer, un placer mucho más intenso y gratificante del de las pajas que frotándome el clítoris me suelo hacer para aplacar mi ansiedad sexual.
A partir de ahora, Carlos hijo mío serás mi amante.
Desde luego mamá.
Esto ocurrió hace un poco más de un año y desde entonces nos las hemos arreglado para follar todos los días, pues mi padre pasa todo el día trabajando y llega tarde a casa.
Ahora mi madre está más contenta pues gracias a mí y a que mi polla no es como la mi padre, ella y yo disfrutamos del sexo y nos queremos cada vez más como amantes y como madre e hijo que somos.
Buen relato, sigue disfrutando a tu mamá, ella te hace feliz.
Saludos.