Mi mamá y sus cosas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Luis, mis padres y yo somos peruanos, hace años que vivimos en España.
Mi padre se pasa la mayor parte del día trabajando, se va a las seis de la mañana y vuelve como a las once de la noche.
Yo estoy cursando el secundario y mi madre es ama de casa.
Ella es de mediana altura, de piel cobriza, tetas grandes y unas nalgas bastantes grandes, tiene una tripa no muy grande pero se le nota bastante.
Siempre está con su amiga Monica, que vive en el piso de arriba, ella es ecuatoriana, las dos son de la.
misma edad, 45 años, las dos son inseparables.
Yo siempre pensé que a ellas las unía una.
fuerte amistad, hasta que un día llego a casa fuera.
de mi hora normal, y no vi a nadie, mucho silencio, pensando que mi madre y su amiga habrían ido a hacer algunas compras, me voy a mi habitación, pero escucho un fuerte gemido del cuarto de mis padres.
Intrigado fui sin hacer ruido y como la puerta estaba entre abierta, asomé la cabeza y casi me caigo de espaldas.
Estaba mi madre desnuda en cuatro patas, abriendo sus enormes nalgas y Monica su amiga también desnuda.
con su cara metida en el poto de mi madre.
Cuando Monica saca su cara de entre las nalgas de mi madre, le vi su peluda chucha y un chuquito muy abierto, oscuro y con algunos pelos.
Monica, con un aparato parecido a una picha, se lo empezó a meter por el.
chiquito, haciendo que mi madre, sin dejar de abrir sus nalgas de fuertes gemidos a medida que Monica le metía todo eso en su cola.
Cuando se lo hubo metido todo, mi madre lo agarró con su mano y lo empezó a hacer entrar y salir de su ano,
mientras Monica se ponia frente a su cara de piernas abiertas y mi madre le empezo a chupar la chucha.
Las dos gemian como locas, ya rayando en gritos.
En un momento dado mi madre deja de chupar la chucha de su amiga, y por el cristal de un cuadro, me ve asomado, yo deje de espiar y sali corriendo de la casa, escuchando como mi madre me llamaba a gritos.
A la hora de siempre volví a casa, como si no hubiera visto nada.
La noté nerviosa, me preguntó si yo había estado en casa, y le dije que no, que había estado en el instituto.
Por lo nerviosa que estaba, no me había creído.
Una tarde en que habian salido las dos, me fui a su dormitorio y empece a buscar entre sus cosas, hasta que vi una caja al fondo de su placard, cuando la abrí, habian varios de esos aparatos y había uno que parecía una enorme picha con dos cabezas, una en cada extremo.
Yo estaba tan entretenido viendo eso, que no me di cuenta que ella habia llegado, «que haces hurgando en mis cosas?», me gritó, arrancando esa caja de mis manos, «entonces no me equivoqué cuando te vi el otro día», me gritó enojada, dándome una cachetada, «sí, te vi como te metian una de estas cosas por el chiquito y como le chupabas la chucha a Monica y tú lo movías con tu mano», le grite llorando.
«Es que estoy muy sola, tú padre de tanto trabajar casi no me cacha, y yo necesito eso», me dijo sentándose a mi lado en la cama con gesto cansado, como derrotada.
«Soy una mujer gorda, fea, si no lo hago con Mónica, ningún hombre me mira», me dijo llorando.
«Tú eres una mujer muy atractiva mamá», le dije pasando mi mano por su cabeza, tratando de consolarla, «te vi desnuda y eres muy linda mujer», le seguí diciendo, «de verdad te gusto?», me dijo mirando mi cara con sus ojos llenos de lágrimas, «si mami, me gustas mucho y me gustaría que lo hagas conmigo y no con Mónica», le dije acariciando sus cabellos, «pero Luis, eres mi hijo», me respondió mirando fijamente mis ojos.
Lentamente fue acercando su cara a la mía y siento sus labios en los míos.
Me volvió a besar, haciendo que con su peso, quede acostado boca arriba en la cama, metiendo su mano dentro de mi pantalón y me acariciaba la picha, «mami», le dije al sentir su mano, «no digas nada, dejame hacer a mí», me dijo bajando mi pantalón, agarrando mi picha, y bajando el prepucio, se la llevo a la boca, chupando mi picha.
Yo gemia, me retorcia de placer sintiendo como mi madre me chupaba la picha, era una sensación maravillosa, a mis 14 años me iba a estrenar con mi madre.
Era tanto el placer, que casi sin darme cuenta me empecé a venir en su boca, a lo que ella empezó a chupar mas fuerte.
Sacó mi picha de su boca y la lamio toda, «que rica leche que tienes», me dijo habiendo tragado toda mi corrida.
Se puso en pie, se levantó su falda y se quitó los calzones, se tumbó sobre la cama de piernas abiertas, dejando que le vea su peluda chucha, abriendo sus labios, me hizo meter mi boca y me decia como tenía que chupar su peluda y mojada chucha.
Era un sabor tan extraño, pero tan rico, el olor que le salía de su chucha, me hacía poner loco, y chupaba con fuerza, la lamia toda, es indescriptible lo que sentí chupando su chucha.
Cuando se dio la vuelta y se abre sus enormes naldas, vi su chiquito, abierto, muy abierto, oscuro, con pelos a su alrededor, el olor que tenia, me volvía loco.
Metí mi cara entre sus nalgas y empecé a lamer y chupar su chiquito, escuchando los gritos de placer que daba mi madre, dejando de abrir una de sus nalgas, acariciaba y se metía los dedos en la chucha.
El sabor amargo de su chiquito era como si estuviera soñando, y escuchar a mi madre gemir, era maravilloso, hasta que dando un grito, contrae el chiquito y se empieza a orinar sin dejar de gritar y moviendo sus dedos dentro de su chucha.
«Nunca nadie me hizo gozar así como tú hijo mío», me dijo, cayendo fatigada sobre la cama, con su falda recogida hasta la cintura y su enorme poto para arriba.
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