Mi nacimiento.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi hija cumplió 12 años en octubre pasado.
Somos una familia normal, chilena. Yo de 35, mi esposa 10 años menor y mi hija, constanza de 12 años.
Siempre hemos sido abiertos a la hora de hablar de sexualidad y anatomía humana. Andamos desnudos por la casa, nos duchamos juntos, vamos a playas nudistas. Se podría decir que entre nosotros no hay secretos.
En diciembre, nos escapamos un fin de semana a una playa nudista que existe en el litoral central de chile.
Estabamos caminando, como cual familia normal pasea en una playa aprovechando la naturaleza del sol, el mar y la desnudes humana.
Nos instalamos cerca de un roquerío, ya que constanza quería subirse y jugar, como niña.
-Ya ya, ok, pero ten cuidado. No quiero volver contigo en una bolsa de plástico
– ¡¡OYE!! -mi esposa me golpea en el hombro con su mano.
-Jajaja, no papá. Me cuidaré
Nos instalamos bajo la sombrilla, pusimos toallas, dejamos la cooler, listo. Era la playa y nosotros.
A un costado de nosotros se coloca un matrimonio. Cordialmente le saludamos. Hicieron lo mism por su parte.
-Papá, ya, me cansé
-¿quieres un jugo?- mi esposa , como tierna madre mientras le seca su cuerpo del rocío marino, le pregunta con suave voz.
-Si por favor!
-Ya, por mientras recuéstate en la arena y disfruta del sol -le digo-
Cony, con ternura infantil y juguetona rapidez, se tira de piernas abiertas en la arena, de tal forma que su cabeza queda a mi costado y su entre pierna apunta al matrimonio recién llegado.
El sol ilumina su cuerpo, su pálido cuero. Ese cuerpo delicado, de niña, de infantil inocencia que de a poco fue creciendo. Sus pezones rosas, sus pechos pequeños. Su pelvis tierna, blanca, con un vello castaño que al sol pareciese rojo. Ese lindo vello púbico que sólo ocupaba la nada aún dejando a la visa su tierna, rosa y delicada vagina.
Noté como la miraban,como seguían cada uno de sus movimientos. Noté como con la mirada, disfrutaban cuando abría, flexionaba , movía y jugaba con sus piernas. Como entornaba la cadera.
Su pene ya no estaba tan flácido.Su pezones estaban erectos. Ambos la deseaban.
Mi hija se incorpora y queda apoyada en sus codos. Piernas abiertas, cabeza caída hacia atrás. El sol era su aliado.
No podía dejar de mirar a la pareja. Noté como cada vez el pene de ese tipo se erectaba. La mano juguetona de su mujer se encontró con el glande semi erecto. Me excitó. Mi mujer lo notó.
-¿qué pasó mi amor?, ¿por qué se te paró?
-¿ah?¿qué? – Despegué de ese transe y la miré- No sé..osea… -¿me excitaba mi hija?¿me excitaba que la miraran?¿me excitaba la pareja excitarse? . No sabía como responderle
-Mira. – con la boca apunté hacia pareja-
Mi señora miro a la pareja. Vió como la mujer, sutilmente jugaba con el glande erecto de su esposo. Luego miró a nuestra hija.
-Ya veo. Y a ti ¿también te excita?
Sentí dos dedos tocar mis testículos
– Te excita ver como se tocan, como piensan, como imaginan en el delicado cuerpo de tu hija, en su suave vagina, en sus tiernos pechos. Te excita el querer saber, cómo se la están follando. Una y otra vez, como la penetra, como la enrolla, como la besa.
Mi pene estaba duro. Su mano lo ahorcaba. Mi corazón latía. Mi hija, sólo era ella.
La miro de vuelta. Le miro sus labios. La beso apasionadamente, sintiendo cada movimiento de su lengua, cada mezcla de sus labios con los mios.
-Si, me excita.
Vuelvo la mirada. Mi hija me estaba mirando con sus ojos de pregunta, sus pardos ojos de querer saber el por qué de la situación.
Volví la mirada hacia el matrimonio. El tipo eyaculó . La arena se vió manchada con el semen expuesto gracias a la mano de su esposa, y mi hija.
Mi esposa me acariciaba el glande. Quería follarla ahí mismo.
-¿Vamos a la mar? -Les dije con pesar.
Ambas asintieron.
El dia pasó. Volvimos a la cabaña que arrendamos. La noche cayó sobre nosotros y decidimos acostarnos a ver una película.
-Bleh, nada bueno -Reprochó cony.
-Bueno, no puedes pedir mucho de la tv nacional. -Le respondí-
La hora continuó y decidimos que era hora de dormir. Estabamos todos desnudos, ya que era costumbre y el calor ayudaba a mantener lejos la ropa.
-Papá, ¿puedo hacer lo qué mamá te hacía?
-… – no supe que decir-
-Sé que el sexo es algo natural. Se que se practica cotidianamente y con seguridad. Pero, yo te amo papá y quiero hacer lo mismo que mamá te hacía.
Nos miramos con mi esposa. El hecho de hablar a practicar, era mucho.
-Hija -Mi esposa interrumpió el silencio- claro que puedes, ya que, papá y tu se aman mucho, y yo los amo a los dos, pero, no puedes contarle a nadie que se lo harás.
-Tranquila mamá. Lo sé.
Mi esposa, carolina, se levantó de la cama y con rapidez, botó de ella, sábanas y ropa de camas innecesarias. Para luego, de rodillas caminar sobre la cama y posarse a mi costado izquierdo, dejando así, a cony a la derecha y a mi al medio.
-Bueno -me mira- Si quieres empezar, hazlo con delicadeza. Papá te cuidará.
Cony , con seguriad y ternura coge mi pene entre sus dedos, para posterior, cogerlo completo y enrollaro con su mano .
Su delicada mano, su sauave piel. Aquella palidez que la caracterizaba, aquella ternura de hacer las cosas, lo estaba aplicando mi pequeña conmigo, con mi sexo.
Empezó con sutileza a masajearlo, lo apretaba, lo soltaba.
-Papá! se pone duro, como cuando me lo explicaste.
Se ponía duro muy rápido. Mi pene se erectaba como nunca. Se enanchaba como jamás lo hizo.
-Si mi amor y gracias a ti.
Empezó a masturbarme, suavemente. Su mano bajó del todo y dejó al descubierto todo el glande, que ya a ese entonces, estaba muy dilatado. La cabeza de este salió a la luz.
-Papá , es como rosado, morado, es tierno jajajaja – ella reía. No sé si de timidez, nerviosismo o cruel erotismo.
-Si, ¿ y sabes qué le gusta a papá? – mi esposa le habla- Le gusta que lo besen, que le pasen la lengua y que lo metas en toda tu boquita.
Yo sólo la respondía a mirarla. Mirar como mi pequeña se recogía el pelo, lo pasaba tras su oreja, mostrando al universo una belleza natural, un erotismo innato, una desnudez cariñosa que a la visa hacía que explotara cualquier universo.
Se coloca de rodillas. Se inclina. Me lo cogió con sus manos. Lo empezó a lamer.
Oh dios…No lo creía, mi pequeña me lamía el pene. Veía como su lengua jugueteaba con todo el, como sus labios se apregaban a mi sexo, lo acariciaban, hacían de este un reino de ella.
-Eso es mi amor -le dije- lo haces muy bien.
Mi esposa se acerca a mi. Toma mi mano y la coloca en su entrepiernas. Le meto mis dedos, ella me lame la oreja.
-Eso…si mi amor..pequeña. Ahora abre tu boca e intenta introducirlo. -le digo mientras le recojo su cabello en mi mano y poso esta última en su cabeza .
Mi pequeña, abre su boca , esos labios rosas.
Con delicadeza, mi glande desapareció dentro de su boca. OOOOH SANTO DIOS! que calidez, que suave, por favor sigue por siempre.
Jamás experimenté esa sensación, ese erotismo , esa explosión orgásmica y casi celestial al sentir mi pene, en la boca de mi hija.
-Si …así pequeña…sigue – le hablaba mientras empujaba su cabeza hacia abajo y ella acto reflejo la subía.
Mi esposa miraba y disfrutaba de mis dedos. Acto seguido, acarició su cabellera y me ayudaba a empujarla.
-Papá, se me cansó la cara- Se acariciaba la mandíbula- Pero, me gustó, mucho.
Con suspiro cual esclavo sin aire, le respondí – Si.. a mi también.
-Bueno – mi esposa se levanta de la cama. Camina hacia su cajonera y saca algo de esta. Se acerca nuevamente, se coloca de rodillas y muestra lo que fue a buscar: Un gel lubricante.
-Ahora, viene la segunda parte -nos mira- Así que mi amor, acuéstese al lado de papá, mirando al techo.
¿La iba a penetrar?
Carolina, se coloca entre las piernas de nuestra hija. Destapa el tubo y en sus dos dedos de la diestra, coloca un poco del gel.
-Estará helado mi amor, pero será divertido. Sube un poco tus piernas y abrelas de par en par
-Ash!! Está heladito jajaja y me haces cosquillas mamá.
Carolina con ternura esparcía en la vagina de mi hija, ese transparente lubricante. Con ambos dedos, acariciaba cada rincón delicado y con vello tierno de una niña.
-Jajajaja, me haces cosquillas- repitió-
-Ya papá! -mi esposa me miró- Tu turno.
Repite el mismo acto de colocarse lubricante,pero, esta vez en la mano. Para luego, enrollar esta en mi pene y bañarlo con el gel. Su mano se deslizaba con rapidez y esmero, para así, no dejar lugar sin lubricar.
Listo. -se levanta de la cama-
Lentamente me incorporo. Veo a mi hija allí, de espaldas, con sus brazos recogidos cubriendo su pecho, con una sonrísa angelical. Sus mejillas rojas. Su cabellera como la mar, pero en nuestra cama, se volvía a su propio ser.
Me puse frente a ella. Cogí las piernas y las separé, dejando un espacio suficiente para mi.Casi la triplicaba en tamaño, no quería dañarla, pero, estaba muy excitado. Escuchaba mis latidos.
Puse una mano al costado de su cabeza. Me incliné hacia delante. Con la diestra, tomé mi pene, posé mi glande en su vagina. La mire. Nos miramos. Hice el va y ven, subí y bajé el glande por sus labios vaginales, tratando de tantear el pequeño espacio para tal pene, que, por primera vez, penetraría a una doceañera.
-Mi amor, mi bebé. Ahora te penetraré y seremos unos- terminé estas palabras, Me incliné más hacia ella y la besé en los labios. Me correspondió el beso mientras con sus manos me acariciaba el mentón.
Puse el glande en la entrada de su vagina y lenta, pero, muy lentamente empecé a introducirlo.
Un gemido muy fuerte. Una presión única. Calidéz humana. Ella. Yo.
Se encorvó totalmente, formando un arco con su espalda y dejando un espacio entre la cama y ella. Pase mi mano bajo ese espacio. La abracé. Ella me abrazó muy fuerte. Mi pene se introducia. Nuestros cuerpos se volvían uno.
Estaba demaciado, demaciado apretada. No podía penetrarla. La sensación, la estimulación hizo que me quisiera venir, pero soporté.
Mi pene viajaba dentro de ella, con lentitud y sin espacio. Ella gemia
– AH!! PAPÁ!! AHH!!!
Mi esposa la acariciaba – Es normal mi amor, disfrúta a tu padre, siéntelo, siente su pene dentro tuyo. Siente como su cuerpo se posa sobre el tuyo.
CÁLLATE POR FAVOR, QUE ME CALIENTAS MÁS! Le quería decir, pero, sólo me dediqué a penetrarla hasta donde pude. Lo hice.
Quedé quieto un momento. Puse ambas manos al costado de su cabeza, me levanté y la miré a los ojos.
Tenía pequeñas lágrimas naciendo de estos pardos hermosos que le pertenecian. Su negra cabellera se enredaba entre su boca, la almohada, sus hombros.
-papá, te amo…papá….ah…
Mi pequeña. Ahora eras mia, eras toda mia. Tu cuerpo, tu palidez infantil. Tus rosados pezones que nacían de pequeños pechos. Tu plano estómago que se mezclava con ese pelvis tierno y tus vellos , tus pequeños vellos castaños nacientes que indicaban tu crecimiento y daban paso a largas y delgadas piernas.
-Mi pequeña.
Empujpe mi cadera un poco más hacia ella, introduciendo un poco mi pene. No entró más. Inicié el va y ven.
El juego, el movimiento sexual, el tintineo de mi cadera hacia ella. El movimiento de su cuerpo, su cabeza empujando la almohada. Ella apretando mis hombros con sus manos. Gimiendo, fuerte, muy fuerte.
-Ah!! AH!!! PA…PÁ…
– Si mi amor, tran…quila – le decía-
Mi esposa, sólo miraba y acariciaba el cabello de mi niña.
Si pudiesen sentir lo que sentí en ese momento, más de lo carnal, más que su vagina muy caliente, muy apretada. Como en mi pene sentí esa presión natural de su interior. Como el lubricante hacía que el meterlo y sacarlo fuese menos difícil.
Mis embestidas empezaron, sin notarlo , a ser más fuertes. Mi cuerpo empujaba el sullo hacia arriba. Su cabeza casí golpea el cabezal de la cama. Sus pequeños pechos, erectos totalmente acariciaban mi pecho. Sentía que me iba a venir.
La abrazé completamente. Con mi diestra, la enrollé por el cuello y posé mi mano en su cabeza. Con la zurda la tomé trás sus hombros. Era ella y yo. Mis caderas y las suyas. La embestía, LA EMBESTÍA.
Me movía más rápido. Su respiración se agitó demaciado, sus gemidos eran más fuertes. Mi oído lo sentía.
Mi esposa, se colocó trás de mi. Puso sus manos en los muslos de ella y los empujó hacia abajo, haciendo así, que se abriera aún más para mi, y la penetración fuese mejor.
La besé. Me besó. Nuestras lenguas jugaron y entre gemidos se encotraban.
Eyaculé.
Sentí la exploción nacer en mis muslos. Continuaron mis testículos. Mi pelvis. La sentía mientras la besaba.
Como pude saqué mi pene de ella y le eyaculé. Eyaculé sobre mi hija, junto a un orgasmo, junto a un beso. El mejor orgasmo de mi vida.
Mi pene expulsó el semen por abundancia sobre su pelvis, recorriendo su vagina, su vello púbico, sus nalgas.
Eyaculé mucho. La bañé.
Nos miramos a los ojos. Aún estaba en el mundo de las maravillas. Aún sentía la latencia de su vagina en mi pene, sus manos rasguñarme la piel.
Me incorporé muy, pero muy lentamente y me acosté a su derecha, sin dejar de acariciarla.
Ella yacía sobre la cama, abierta de piernas, con mi semen sobre ella. Respiraba agitadamente, sus ojos cerrados, la boca abiera. Sudaba. Gemía. Se retorcía.
-Mi pequeña. Mi amor – mi esposa hablo-
Posó sus dedos en la pelvis de mi niña, acarició su bello púbico y resfregó las gotas de semen que nacían desde su pelvis, recorrían sus nalgas y morían en las sábana.
-Ahora somos más familia que nunca. Ahora, somos los tres un lazo de amor incondicional. -Mi esposa hablaba. La escuchaba mientras me recuperaba-
Sin esperarlo, mi esposa paso su pierna derecha por sobre las piernas de nuestra hija, acercó su vagina a la de ella y delicadamente las unío. Esparció mi semen entre las dos. Ella lentamente se movía jugando con mi semen y sus sexos.
Ahora si -dijo- ahora ambas tenemos parte de papá dentro.
Al día siguiente. Empacando las cosas el auto, veo de reojo un par de siluetas acercarse. Era el matrimonio del otro día.
-Creo que los hemos escuchado. -Me dice el tipo.Tras de ellos surgieron seres, una pareja de niños. Eran sus hijos.-
Esto nos ocurrió a inicios de este año y ya ves, el tiempo ha pasado. Y bueno, las historias surgieron. Anécdotas nacieron y espero contartelas pronto.
Un abrazo y un saludo , de un dichoso padre.
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