Mi nacimiento y evolución en el sexo II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por argamedon40.
Al año siguiente Juan iba a ir a un Colegio de Madrid ya que al siguiente teníamos el curso de Preuniversitario (era el curso necesario de aprobar para poder entrar en la Universidad) y decían que en ese Colegio el nivel de preparación y aprobados era muy alto.
El verano antes de que él fuese al nuevo Colegio, salíamos juntos casi todos los días.
Algunos días venía a mi casa a la piscina y otros iba yo a su casa que también tenía piscina.
Cuando estábamos en mi casa coincidíamos a veces con mi hermana y sus amigas (sobre todo recordando lo sucedido y que estábamos deseando volviese a suceder), así que nos pasábamos el tiempo mirándoles e intentando jugar con ellas en el agua, deslizándose alguna mano como que no pasaba nada, y como consecuencia luego Juan y yo nos pajeábamos, a veces cada uno con la suya y otras veces el uno al otro comentando lo sucedido.
Un día que fui a casa de Juan para pegarnos un baño en la piscina, me abrió su madre, llevaba un bikini enano, sus tetas asomaban por el sujetador viéndose parte de sus areolas, y adivinando sus pezones que se marcaban en la ropa.
Sus piernas, esculturales, subiendo hasta su culito en el que llevaba un tanga que por detrás era como un hilo.
Me quedé sobresaltado y tras decirle buenas tardes le pregunté por Juan.
Ella me dijo que no estaba, que había tenido que salir a casa de sus abuelos porque necesitaban que les echase una mano, pero que en una hora o un poco mas estaría de vuelta.
Hice ademán de darme la vuelta y marcharme, pero me dijo que me quedara y le esperara, que si quería fuese a la piscina que ella también iba.
Acepté su propuesta y le seguí hacia la piscina.
No quitaba mis ojos de su culo, redondo, terso y se adivinaba duro.
El movimiento de sus caderas hacía que mi me mente volase y mi excitación subiese.
No podía controlarlo y mi polla comenzaba a endurecerse, ¿Qué iba a hacer?, no podía disimularlo.
Llegamos al jardín, ella se echó de espaldas en una tumbona y abrió las piernas para tomar el sol.
Mis ojos se quedaron fijos en su bikini, soñando con la vulva que se ocultaba tras ese trozo de tela.
Ella me vio y me sonrió, pero no movió las piernas.
– ¿Raúl podrías darme crema solar?, yo por la espalda no puedo hacerlo bien.
Nuevo mazazo, mi polla aún mas excitada, se notaba en mi pantalón.
Ella volvió a hablar:
– Vas a pasar calor, quítate la ropa y quédate en bañador, así estarás más cómodo.
(todo eso dirigiendo su mirada a mi paquete, que ya empezaba destacar).
¡Trágame tierra! , me di la vuelta, me quité la camiseta que llevaba y me baje el pantalón quedándome en bañador, menos mal que era holgado porque sino me hubiera muerto de vergüenza.
Me giré y me dirigí hacia ella, se había dado la vuelta y ahí la tenía, a mi disposición, con todo su cuerpo casi desnudo, porque como había comentado, su culo solo llevaba un hilo de tela que lo dejaba todo al aire y por la espalda solo pasaba la tira de su bikini.
Cogí el bote de crema y me puse un poco en las manos empezando a dárselo luego por sus hombros.
Me lo tomaba con calma, quería disfrutar al máximo de tocar ese cuerpo, mis manos y mis dedos más que darle crema masajeaban su cuerpo; tras los hombros bajé a su espalda, era una espalda preciosa, su piel blanca, tersa y suave.
Mis dedos la acariciaban y ella se dejaba hacer, seguía el camino de su espina dorsal, subía hasta su cuello y bajaba hasta su culo, pero sin tocarlo.
Me crecí y me atreví a bajar los dedos hacia sus costados tocando sibilinamente sus tetas por la parte no cubierta por el bikini, volvía a subir hacia su espalda central para volver a bajar hacia sus tetas, que las notaba duras y suaves.
Mi bañador no sujetaba mi polla, esta quería salir y me encontraba incómodo pero feliz.
Seguí hacia abajo y llegué a las dorsales, no me atrevía a tocar su culo, lo rodeaba pero no lo tocaba, aunque no paraba de mirarlo, estaba arrodillado al lado de la tumbona, mirándolo, mientras mis manos repetían una y otra vez los mismos sitios y movimientos porque no quería terminar.
Elsa, que así se llamaba la madre de Juan, giró la cara y sonriéndome me dijo:
– ¿Qué te pasa Raúl?, tengo más partes en las que me da el sol y también hay que protegerlas, así que espero termines bien tu labor.
Espoleado por ese comentario me animé y decidí ponerme manos a la obra, así que me volví a dar crema en las manos y las dirigí a esa prominencias que tanto me atraían.
Comencé con prudencia y cuidado, no quería que por alguna causa aquello se acabase, así que poco a poco fui esparciendo por sus cachetes, con mucha delicadeza.
En la medida en que le iba acariciando ella comenzó a respirar mas fuerte cada vez, y de vez en cuando se le oía un suspiro.
¿Se estaba calentando?.
Animado por esa idea mis dedos empezaron a entrar cada vez mas en su culo, y en la medida en que le daba la crema, separaba sus cachetes y veía su culo en toda su majestuosidad ya que la cinta de tela no le cubría casi nada, llegando hasta otear ese agujero glorioso que nunca había observado en una mujer.
Al rato de estar magreando su culo y cuando empecé a bajar mis manos por sus muslos y subir por su interior, para ver si podía tocar algo mas, ella se giró y dijo que ya estaba bien que lo había hecho muy bien y que me lo agradecía.
Yo estaba de rodillas con mi polla ya muy dura y no sabía como hacer para que no me la viese.
Tenía que hacer algo, no podía quedarme así toda la tarde y decidí que daba igual, no podía ocultarlo, así que me levanté sin mas.
Ahí estaba mi bulto, tras el bañador, destacando.
Elsa lo miró y abrió la boca.
No dijo nada pero se quedó fija en él aunque esbozó una ligera sonrisa.
Me giré y me fui hacia el agua con el fin de que bajase mi hinchazón.
Estuve un rato en el agua fría hasta que vi a Elsa que se levantaba y venía hacia el agua.
Su cuerpo, esas curvas, sus prominentes tetas, duras, tiesas y dominantes; su coño oculto se adivinaba hinchado, sus piernas esculturales y largas, su andar majestuoso hizo que mi imaginación trabajase a gran velocidad haciendo que otra vez mi excitación comenzase.
Bajó por la escaleras y se metió al agua con delicadeza, de pronto se sumergió y por debajo del agua se dirigió hacia mi.
Salió delante de mío, pensé que me había visto el paquete por debajo del agua, que ya estaba bastante crecido, eso me turbó; pero lo que mas me turbó fue ver su sujetador ya mojado y sus pezones que se reflejaban despuntando en la tela, era como si no llevase nada, sus tetas se adivinaban preciosas y grandes.
Me miró y sonriendo me dijo:
– Raúl te has quedado callado, ¿te pasa algo?, no me digas que nunca habías visto a una mujer en bikini?
Yo no podía reaccionar, me había pillado, pero me atreví a contestarle
– Perdone, pero es que usted es muy hermosa y guapa (mi cara solo reflejaba asombro).
Ella se rio,
– Me han dicho muchas cosas en mi vida pero que soy hermosa nunca y creo que ya es momento de que dejes de tratarme de usted, acuérdate que me llamo Elsa.
Y cogiéndome de la mano me tiró al agua, intentando hacerme una aguadilla y empujando en mis hombros hacia abajo.
Yo por debajo del agua miraba su cuerpo y animándome por lo sucedido; al salir y ponerme de pie hice lo mismo con ella, pero al empujarle hacia abajo mis manos resbalaron de sus hombros le tocaron las tetas, nuevo estímulo para mi polla.
Ella se dejó hacer y al levantarse para asomar encima del agua, noté que algo tocaba en mis partes, pensé que había sido involuntario pero mi mente ya muy caliente hizo que me pusiese cachondo, estaba a mil, ¿de verdad me la había tocado?.
Elsa salió de la piscina y se tumbó de nuevo, no sin antes mirarme y sonreírme, con una sonrisa seductora y atractiva.
Yo no podía salir, necesitaba calmarme antes, así que hice unos largos en la piscina hasta que mi cuerpo se normalizó, saliendo a continuación la vi otra vez tumbada boca arriba y con las piernas abiertas, así que cogiendo una toalla me fui al baño.
Elsa me miró y se sonrió, creo que adivinó a que iba.
Cuando estaba en el baño comenzando a pajearme llegó Juan, le preguntó a su madre donde estaba y fue en mi búsqueda.
Me encontró con mi herramienta en la mano y masturbándome.
El me miró y me pregunto a que se debía eso.
– Juan, no quiero que te cabrees, pero es que tu madre está muy buena, le he puesto crema y estoy ardiendo.
El se echó una carcajada diciéndome.
– Creía que era el único que se excitaba con mi madre, a mi me pasa a menudo, incluso le espío y luego me pajeo.
Me quede tieso, ¿Juan se pajeaba pensando en su madre?
El siguió,
– No tiene nada de malo, como has dicho, mi madre está muy buena y es bastante desinhibida, anda muy a menudo en ropa interior en casa y yo no soy de piedra.
Le dije lo que había sucedido y la sensación de que me había mirado la polla y me la había tocado en el agua.
Juan también se fue calentando y al final acabamos los dos masturbándonos, soñando con esa mujer que estaba fuera casi desnuda y era motivo de nuestra excitación.
Salimos juntos ya desahogados (por lo menos eso creíamos), Elsa nos sonrió y nos dijo:
– Ya se me ha quitado la crema de protección, ¿qué tal si me la dais de nuevo entre los dos?
Nos quedamos mudos, nos miramos y nos fuimos acercando cada uno por un lado, nos pusimos de rodillas y tras darnos crema en las manos comenzamos a acariciarla.
Nuestras manos se cruzaban, cada uno se fijaba en lo que hacía el otro y si uno le pasaba los dedos por las tetas el otro hacía lo mismo.
Ambos sabíamos que estábamos muy calientes, seguro que las dos pollas estaban deseando salir de su escondite para liberarse de la opresión del bañador.
Elsa suspiraba, pero no se movía, cuando estábamos llegando a su culo, abrió las piernas.
Eso nos inspiró y empezamos a masajear el culo y bajar por su raja, cada vez mas hacia su interior.
Yo animado por lo de antes, decidí arriesgarme nuevamente y comencé a darle crema en sus muslos.
Su respiración era cada vez mas acelerada, soltando de vez en cuando algún gemido.
Su hijo le estaba masajeando el culo y metiendo la palma de la mano entre sus cachetes y yo le estaba dando masaje por los muslos, pero cada vez mas arriba, llegando a tocar su coño como por descuido.
Ella se movió, nos quedamos parados y se dio la vuelta.
Sus pezones mirando al cielo, sus ojos cerrados y sus piernas abiertas.
No hizo falta que dijese nada, empezamos de nuevo por arriba, por los hombros, bajando enseguida a sus pechos tapados por su bikini.
Nuestras manos rodeaban éste y de vez en cuando pasaban por encima de sus pezones como quien se despista, estaban fuera y eran muy duros.
Elsa dio un gemido la primera vez que se los toqué, pero no dijo nada mas.
Estaba muy lanzado, ya me creía capaz de todo, excitado y sin control.
Mientras su hijo seguía alrededor del pecho, por su tripa y cintura, me lancé a sus muslos nuevamente, pero esta vez mis manos subían hasta sus braguitas tocándolas por encima.
Le estaba tocando el coño y ella no decía nada.
Su hijo me miraba asombrado pero caliente como yo paseaba su mano y sus dedos por su ano, apartando la tira del bikini.
Después de un rato, cada vez rozando más su coño y su ano, Elsa se incorporó, nos miró y miró hacia nuestras entrepiernas, adivinando enseguida nuestra situación.
– Chicos, quiero que vengáis conmigo, y no quiero ningún comentario.
Se levantó y fue al interior.
Juan y yo nos miramos, sabiendo lo cachondos que estábamos y la situación que teníamos ambos, nos colocamos nuestras pollas ya muy excitadas y le seguimos sin hablar.
Cuando llegamos al salón, ella bajo las persianas y encendió la luz.
Nosotros nos quedamos quietos de pie mirando lo que hacía.
Nos hizo sentar en el sofá y comenzó a hablar.
– Chicos, sé que estáis pasando por una mala época y en la que la gente joven está permanentemente excitada.
– También sé que la imaginación trabaja muy rápido y que la experiencia de los jóvenes como vosotros con mujeres es mas bien escasa.
– No quiero que vuestros inicios sean equívocos, ni que vuestra primera vez sea con prostitutas.
– Quiero llegar a un trato con vosotros.
– Yo os enseñaré como tratar a una mujer, pero debéis prometerme que quedará entre nosotros y no lo sabrá nadie mas.
Estábamos acostumbrados a esa cláusula, ya la habíamos vivido con mi hermana y María.
Nos miramos, estábamos cortados, ¿qué quería decir?.
Fuese lo que fuese sonaba muy bien, así que los dos asentimos.
Una vez dimos nuestra conformidad, ella comenzó a soltarse el bikini diciendo que lo primero que deberíamos saber era como es una mujer (no sabía que ya habíamos tocado a algunas y que estas nos habían llegado a pajear).
Su tetas grandes y tiesas asomaron de entre sus manos, sus pezones aun mas grandes que los de mi hermana destacaban entre sus areolas.
Siguió, y cogiendo su tanga se lo fue bajando, enseñándonos el culo en primer lugar y girándose para que le viésemos por delante.
Su coño estaba depilado, no tenía ningún pelo, liso y blanco, sus piernas cerradas no dejaban averiguar mucho mas, salvo que era como una diosa.
Nuestras pollas estaban ya al límite, por lo que yo tuve que cogerla con mi mano dentro del bañador y resituarla.
Ella nos miraba y vio mi movimiento, mientras, nosotros no le quitábamos los ojos de encima.
– Chicos, para estar en igualdad deberíais quitaros los bañadores.
Juan fue el primero, sin quitar los ojos de su madre se lo bajó asomando su polla en plena erección.
Elsa la miró abriendo a boca, tenía delante a su hijo totalmente desnudo y con su polla tiesa y dura, se estaba excitando aun más y se puso colorada.
Al ver a mi amigo, me decidí a seguir sus pasos e hice lo mismo.
La mía, como he dicho, mas grande que la de Juan, asomó también, mi glande mojado por líquido preseminal fruto de mi excitación y mirando hacia el cielo.
Ella comentó: pues vaya, si que estáis bien armados los dos, creo que vais a hacer muy felices a muchas mujeres.
Vino hacia nosotros y se sentó entre los dos.
Cogió una mano de cada uno y las dirigió a sus tetas, y sin soltarlas nos decía como deberíamos acariciarlas, con suavidad, alrededor de sus tetas primero para jugar luego con sus areolas y sus pezones, apretando de vez en cuando con delicadeza si ocasionarle dolor.
Estábamos con nuestras pollas palpitando, no sabía si iba a ser capaz de aguantar sin correrme.
Tras unos minutos nos dijo que era muy importante saber besar, así que se dirigió a mí y cogiéndome la cara con sus manos me acercó su boca y comenzó a besarme, primero suavemente en los labios, luego con su lengua los recorría y al final presionó para meterla en mi boca.
Me dejaba llevar y obedecía a sus actos, así que abrí la boca y la dejé entrar.
Enseguida encontró mi lengua y la rodeó con la suya, el placer que estaba teniendo era enorme, nunca pensé que unos besos pudiesen llegar hasta ese extremo, mi experiencia con otras chicas no había sido así, los besos habían sido fugaces.
Mientras nos besábamos, su hijo estaba con las dos manos sobre las tetas de su madre, seguía sus indicaciones y estaba jugando con sus pezones; Elsa ocupada con mi boca y mi lengua gemía de placer al sentir también las manos de su hijo tocándole las tetas.
Nuestras lenguas se enroscaban ya dentro y fuera de nuestras bocas, era una orgía de placer la que sentía, no solo por los besos, sino por todo lo que estaba sucediendo.
A continuación se giró y cogiendo la cara de su hijo empezó las mismas lecciones.
Yo les miraba, madre e hijo besándose, juntando sus lenguas.
Mis manos empezaron el masaje de las tetas de ella, siguiendo sus instrucciones.
Juan muy caliente se tocó la polla con una mano y su madre, que se dio cuenta, la retiró diciéndole que ya habría tiempo para todo.
Después de unos minutos se separó de su hijo y nos dijo:
– Sois unos alumnos muy aventajados y disciplinados, así que vamos a seguir con otras lecciones.
– Poneros de rodillas en el suelo y mirando hacia mi
Nos levantamos ambos, ya no disimulábamos la situación de nuestras pollas, estaban tiesas y punto.
Nos pusimos como había dicho y le miramos, ella nos miró, sonrió y procedió a separar sus piernas.
Allí estaba su secreto, sin pelos, tierno, suave, blanco, y cerrado.
Sobresalían sus labios mayores por encima de su raja, eso lo sabíamos por lo que habíamos leído en los libros de la biblioteca, aunque como he comentado ya habíamos tocado a mas de una chica, pero siempre medio en secreto, medio a escondidas salvo cuando estuvimos con mi hermana y su amiga.
Pero Elsa no era “ellas”, era una mujer madura, su moldeado cuerpo, formado, preciosa, madre de Juan y que sabía lo que hacía y lo que quería.
Nosotros éramos dos aprendices muy cachondos y que no sabíamos cual iba a ser el final.
Con sus manos abrió y separó su coño, se notaba mojado, estaba excitada, lo abrió para que lo viésemos en todo su esplendor.
Nos fue explicando como era, donde estaba su agujero, cuales los labios, cual su clítoris.
De éste último estuvo hablando bastante rato ya que decía que era un punto muy importante en la excitación de una mujer, aunque no el único.
De su agujero nos dijo que era por donde los hombres introducían su miembro, que aunque parecía estrecho tenía la capacidad de adaptarse a casi todos los miembros, aunque eso dependía también del tamaño.
Dijo, que seguro que nos habían contado como era el acto sexual, pero aún así nos indicó que la penetración era muy importante, pero que antes la pareja debía dejarse llevar por la felicidad compartida, estimular, excitar, saborear, dejarse llevar por los instintos de cada uno y pensando en la felicidad de ambos, para llegar al climax.
Como os podéis imaginar Juan y yo estábamos ya fuera de sí, supercalientes, muy atentos a sus explicaciones pero mas que por ellas y aprender, por lo que estábamos viendo y viviendo.
Como vio cual era nuestra situación, nos dijo que nos pusiésemos de pie; estábamos delante de ella con nuestras pollas tiesas y a la altura de sus tetas.
Ella cogió cada una con una mano y comenzó a moverlas mientras las observaba.
Nosotros ya no nos podíamos aguantar, gemíamos y movíamos nuestras pelvis como queriendo follar las manos de Elsa.
Mirándonos nos dijo:
– Veo que ya estáis preparados para empezar la práctica, así que vamos a comenzar.
– Hijo, tu me acariciarás ahí abajo en mi coño y si te apetece paseas tu lengua por ahí, yo me encargaré de que tu amigo experimente algo que seguro no le han hecho nunca.
El se agachó de nuevo y dirigió sus manos al coño de su madre, comenzó a investigar, pero como ya había tocado mas, fue directo al clítoris.
Elsa, cogió mi polla mientras sus gemidos iban en aumento y tras menearla un rato acercó su lengua y me toco con ella el capullo, ¿qué estaba haciendo?, nunca me lo habían hecho, que placer.
Siguió con su lengua mojando y paseándola por toda mi polla mientras su mano me cogía los testículos.
Cuando ya la había mojado suficiente, comenzó a masturbarme con su mano al mismo tiempo que se la metía en la boca.
Juan acercó su boca al coño de su madre y comenzó a pasear la lengua por él, ella apretó sus labios sobre mi polla como efecto de lo que le hacía su hijo.
Estaba cada vez mas cachonda y yo lo notaba.
Su hijo le metió un dedo en su agujero, ella pego un pequeño salto porque no se lo esperaba, pero siguió con sus maniobras en mi herramienta.
Comenzó a mover el dedo en su vagina, sacarlo y meterlo, notando que se mojaba y cada vez su coño se abría mas, lo que le animó a meter un segundo dedo mientras su lengua trabajaba el resto.
Ella, al cabo de un rato en esa situación, llegó a un orgasmo, y empezó a follarme cada vez mas fuerte y rápido con su mano y su boca.
No pude aguantar más y sin decir nada me corrí, no sabía lo que hacía ni que me podía decir ella, pero lo necesitaba, no me aguantaba.
Mi leche le sorprendió y abrió la boca, pero no se sacó la polla de ella, sino que con su mano agitó aun mas rápido para que me vaciase.
MI amigo al sentir los flujos de su madre en los dedos y oírle, nos miró y vio como me corría en su boca, así que comenzó a pajearse mientras nos miraba.
Su madre, que se dio cuenta de la urgencia de su hijo, me dejó libre, le levantó, y para que no fuese menos se metió la polla de su hijo en la boca follándole con sus labios, él que ya estaba muy caliente no aguantó mas y enseguida se corrió en la boca de su madre, a quien le salía ya nuestra leche por la comisura de los labios.
Nos quedamos quietos, con las pollas ya casi morcillonas, ella tragó el semen de su boca ,se limpió los labios y nos sonrió.
Cuando ya estábamos mas relajados los tres, Elsa nos dijo que la clase no había terminado pero que por ese día ya bastaba, que continuarían otro día con otras lecciones igualmente de placenteras.
Nos recordó que eso formaba parte de nuestro secreto y que si lo cumplíamos no nos íbamos a arrepentir y cogiendo la cara de Juan, le dio un beso diciéndole:
– Hijo, no sabes las ganas que tenía hace tiempo de estar contigo, siempre me he sentido atraída por ti en la medida en la que ibas creciendo, y sé, que algún día encontrarás una mujer que te hará feliz, pero hasta entonces me gustaría que siguiésemos disfrutando.
– Se giró y me dijo: Tú no eres mi hijo, pero eres su mejor amigo desde niños, también te he visto crecer y como cada vez te convertías en un hombre muy atractivo para mi.
– Quiero que sigáis la formación, que el día de mañana podáis a hacer felices a vuestras parejas y mientras podéis hacerme feliz a mi.
Estábamos acalorados y sorprendidos, no solo por lo que nos decía sino por todo lo que había sucedido y que se adivinaba iba a volver a suceder.
Nos dijo que fuésemos a ducharnos y que ella iba a salir a hacer una pequeña compra, que ya quedaríamos para otro día.
Nos fuimos a la ducha.
– Juan, joder!! ¿Te has dado cuenta de lo que hemos hecho?
– Raúl, aun no se reaccionar, he estado haciendo sexo con mi madre y tú también, no sé que nos ha pasado y no sé que le ha pasado a mi madre.
No sé si esto es normal, estoy un poco asustado, es mi madre.
– Juan, no me negarás que tu madre está muy buena y es muy excitante, además me ha encantado lo que hemos hecho y estoy deseando repetirlo, Y con respecto a ti, lo importante es que le gustas y te gusta, si no se entera nadie mas no creo que haya problema.
Me fijé en mi amigo, tenía una mano en su polla, su glande estaba fuera y se estaba acariciando, estaba rememorando lo sucedido.
Yo, después de lo sentido al mamármela su madre, quise saber que se sentía y agachándome cogí su polla y comencé a saborearla, follándola como ella me lo había hecho.
Este, se sorprendió por mi reacción pero no la retiró, sino que presionó para metérmela mas adentro, comenzando a moverla como si me estuviese follando y sujetando mi cabeza.
Yo también excitado empecé a masturbarme mientras Juan se movía en mi boca.
Era una sensación muy rara para mí, pero me gustaba tener ese instrumento caliente y duro en mi boca, sentir como resbalaba en mis labios y golpeaba mi paladar.
Cuando mi amigo estaba para correrse, sacó su polla de la boca y moviéndola con su mano me echó toda la leche en mi cara y mi pecho, eso me encendió aun mas y me corrí echando todo mi semen en el suelo del baño.
– Joder!!! Raúl, me ha gustado lo que me has hecho, me ha sorprendido pero veo que las enseñanzas de mi madre están teniendo sus frutos.
Nos reímos los dos y nos fuimos hacia el agua.
Nos duchamos, nos vestimos y me fui sin despedirme de su madre porque ya se había ido.
Al día siguiente Juan vino a mi casa por la mañana y me dijo que por la noche había estado hablando con su madre.
Estaban en el sofá del salón y ésta le había contado que desde que su padre se había ido hacía unos cinco años, ella había intentado controlarse; que había tenido varios amigos perro que con ningún había cuajado.
En esos años, tanto él como yo íbamos creciendo y ella nos iba viendo como nos formábamos, nos veía atractivos, limpios y legales y además cuando estábamos en la piscina se fijaba que teníamos ciertas relaciones entre nosotros mientras estábamos en el agua y que aunque ella disimulaba no podía evitar verlas.
Eso le hizo pensar que estábamos despertando al sexo y que carecíamos de conocimientos y creía que esa relación de hombre – hombre, no debía ser la única forma de descubrir la sexualidad, por eso llevaba tiempo pensando en como actuar para que los tres pudiésemos disfrutar y nosotros aprender.
Su hijo le confirmó que efectivamente él y yo nos habíamos tocado en muchas ocasiones y que también habíamos estado con chicas pero siempre medio a oscuras, en secreto, con prisas y que aunque llegábamos a corrernos, notábamos que tenía que haber algo mas excitante.
– Mamá, a mí y a Raúl siempre nos has gustado, aunque hasta hoy no habíamos hablado de ello, pero además de que eres mayor que nosotros, eres mi madre, así que nunca se nos habría ocurrido que esto podría suceder, y aunque tengo mis dudas sobre si esto que hacemos está bien, me alegro de que haya sucedido.
He sido muy feliz y él también, espero que no te arrepientas y volvamos a repetirlo.
Al oir esas manifestaciones de su hijo, le cogió la cara y le besó.
El reaccionó y abrió enseguida su boca sacando su lengua.
Su madre contestó de la misma forma y se enzarzaron nuevamente en esa pelea de placer.
El fue enseguida a las tetas de su madre, ella para ayudarle se quitó la blusa y el sujetador, él comenzó tocarlas como le había enseñado; mientras, ella le besaba y pasaba su mano por encima del pantalón, haciendo que su polla empezase a situarse en plena efervescencia.
Juan se levantó y se desnudó, su madre le imito y ambos se quedaron de pie, desnudos, uno frente al otro.
Se besaban, sus lenguas peleaban, se cruzaban, sus salivas se mezclaban mientras su excitación subía de tono.
El con una mano estuvo acariciando durante un rato las tetas de su madre, su cuello, su cara, hasta que descendió la otra hacia su vulva, jugando con su mata de pelo al principio, acariciándolo después suavemente y empezando a meter sus dedos en los recovecos.
Ella no se quedó atrás y tras jugar con los pezones de su hijo ya acariciar su pecho, cogió la polla de su hijo, masturbándole.
Tras un rato en esa posición, ella se tumbó de espaldas en la alfombra y tirando de su mano hizo que éste se acomodase en el suelo, llevándole a que su boca le comiese el coño.
Este hizo lo aprendido, su lengua recorría, mojaba aún mas, tocaba y golpeaba el clítoris mientras con dos dedos follaba su agujero; tras unos minutos así ella le cogió de la cabeza e hizo que se incorporara tumbado sobre ella comenzando a besarle.
Mientras con una mano cogía la polla de Juan y la dirigía a su vagina poniéndola en su entrada.
El adivinaba lo que venía pero nunca lo había hecho, así que ella, cuando Juan ya estaba dispuesto, elevó su pelvis e hizo que la lanza de su hijo entrase en su vagina.
Ella se movía para que la polla de su hijo penetrase y saliese de su coño, pero solo entraba la punta.
Este, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo y siguiendo sus instintos, empujó, su madre dio un grito y le apretó aún mas contra ella, de tal forma que su hijo la penetró hasta el fondo.
De pronto ella recogió sus piernas enrollándolas sobre la espalda de Juan, quien comenzó a meter y sacar su herramienta cada vez con mas energía.
Si él estaba disfrutando, ella no paraba de jadear y decirle :
– Así, hijo mío, así, métemela entera, más fuerte, quiero sentirte dentro, sentir como rozas mis paredes y me das placer, juega con el lugar por el que saliste al nacer.
Su hijo, al oírle se aceleraba cada vez más hasta que no pudo aguantar, quiso salirse para no correrse dentro, pero ella no le dejó y toda su leche se expandió por el interior de su madre.
A pesar de ello, él no paraba, seguía entrando y saliendo, quería quedarse seco y ella estaba feliz notando como el semen de su hijo recorría su interior.
Se besaban, se miraban, gemían, jadeaban, sudaban, se sonreían, pero no hablaban.
Tras un rato y ya con su polla fuera, él se incorporó y se puso de costado en el sofá, a su lado para no pesarle a su madre.
Esta le cogió de la cabeza y le beso el cabello, le acariciaba como cuando era pequeño, su hijo le había amado, le había follado, se había corrido en su interior.
Desde hacía muchos años no se sentía tan feliz.
Estuvieron unos minutos pegados, acariciándole ella y sintiendo que estaba con su hijo.
Luego se dieron un beso y ella le dijo que se fuese a la ducha que iban a cenar enseguida.
Cenaron y cada uno se fue a su habitación, dándose un beso al despedirse.
Cuando terminó la narración de lo sucedido yo estaba con la boca abierta, mi amigo había follado por primera vez y había sido a su madre, no daba crédito, ¿eso era malo?, ¿era normal?, aún así, su relato me había puesto cachondo.
Le pregunté que había sentido, él me fue contando sus sensaciones, yo ensimismado no le quitaba ojo y estaba superatento
A pesar de mis lógicas dudas, estaba acelerado así que pensando en que luego ya tendríamos tiempo para hablar, le dije que si quería subir a mi habitación, me dijo que si y nada mas entrar nos besamos, y comenzamos a desnudarnos.
Tras desahogarnos nos quedamos tirados en la cama, y comenzamos a hablar
– Juan, lo que hicimos tu y yo con mi hermana y su amiga me originó dudas, lo que hicimos con tu madre nos creó dudas a los dos, pero que te la follases, aún me deja mas perplejo.
No sé que pensar, ¿esto que está sucediendo es normal?, ¿lo estamos haciendo bien?, ¿Qué puede pasar?
El me contesto: Le he dado muchas vueltas esta noche, no he dormido apenas y voy a contestarte según lo que creo:
– Creo que lo que hicimos con tu hermana es fruto de nuestra inocencia, nuestras ganas de descubrir, las hormonas que teníamos alteradas los cuatro y nada más, no pasó nada y de hecho no ha vuelto a suceder, es como otras veces en que hemos estado con otras chicas, aunque he de reconocer que pocas como María y tu hermana.
– De si es normal o no, no quiero pensar, lo que es normal para unos, no es normal para otros, y lo que te voy a decir va unido al resto de tus preguntas.
– ¿A quién hacemos daño con esto?, ¿a tu hermana o a mi madre?, no, a ninguno de los que hemos participado, todos queríamos, todos deseábamos y éramos conscientes de lo que hacíamos.
Otra cosa es que alguien lo hubiera hecho en contra de su voluntad, pero eso no ha sucedido.
En el caso de Susana y María podíamos tener dudas por ser menores que nosotros, pero ellas sabían lo que querían y lo aceptaron, además fue una vez y no ha sucedido, ni va a suceder mas, ya lo dijo Susana.
En el caso de mi madre, es mayor y madura, sabe a lo que se expone y si está con nosotros es porque nos quiere.
Me gusta lo que he hecho y quiero seguir haciéndolo, pero no voy a ser tan tonto de divulgarlo porque todo el mundo no lo entiende así.
Me quedé pensando lo que me acababa de decir mi amigo; tenía razón, todos habíamos deseado lo que había sucedido, a todos nos había gustado, así que ¿porqué me preocupaba?.
A pesar de mis pensamientos y mi interés en quitar de mi cabeza esa dudas, me dije que tenía que darle una vuelta mas y con la cabeza y el sexo frio.
Juan se fue y me quedé pensando, tenía que hacerlo.
A los días mi amigo y yo estábamos sentados en la cama masturbándonos mutuamente, cuando por el rabillo del ojo vi que algo se movía, giré la cara y le vi.
Susana, de pie en la habitación al lado de la puerta, como en la ocasión anterior, pero con la diferencia de que esta vez aparte de mirándonos estaba acariciándose el pecho.
Le miré, Juan no la había visto, ella siguió quieta y acariciándose.
– ¿Susana, quieres participar? (aún no comprendo como me atreví a decírselo)
Ella seguía quieta, sin moverse.
Juan paró se tapó como pudo y se quedó mirando como yo.
Los tres estábamos clavados, pasmados, unos por ser sorprendidos y ella por su excitación ante una situación ya vivida con anterioridad.
Ella de pronto bajó sus manos y se dio la vuelta.
Nos quedamos otra vez de piedra, pero sabíamos que esta vez que ella no iba a decir nada porque nosotros también podíamos hablar de ella, estaba pillada.
Tras el golpe recibido por la visita de mi hermana, no seguimos con nuestra actuación, nos habíamos quedad fríos, y tras efectuar algún comentario quedamos en que hablaría nuevamente con ella.
MI amigo se fue a su casa, y me dirigí a la habitación de Susana, llamé a la puerta y esperé a que me respondiese.
Como no lo hacía, entré y le vi, despatarrada encima de la cama, desnuda, con una mano acariciándose el clítoris y con la otra estrujándose un pezón.
No me extrañó que no se enterara de mi llamada, estaba gimiendo y era imposible que mis toques los oyera, porque sus gemidos tapaban cualquier otro sonido.
Me vio entrar, pero no paró, estaba muy caliente y necesitaba desahogarse.
Me acerqué, me desnudé y me senté a su lado.
Ella paró lo que estaba haciendo, se giró y cogiendo mi cara con su mano se acercó y me besó con pasión, abrió su boca, sacó su lengua y comenzó a jugar en mi boca ya abierta.
Yo dirigí mis manos a sus tetas, comencé a acariciarlas, rodearlas, sobarlas y jugar con sus pezones
Ella, excitada por las maniobras de mis manos, bajó su mano y la paseó por encima de mi herramienta.
Yo me dejaba.
En esas estábamos cuando ella, cogiéndome las manos las bajó a su coñito, yo empecé a investigarlos, a rebuscar, acariciar, masajear y en la media en que yo aumentaba mi presión, ella aumentaba su velocidad de movimientos en mi polla.
Me arrodillé delante de ella, le separé las piernas y tras mirar ese tesoro, empecé a aplicar lo que Elsa me había enseñado.
Deduje que era virgen así que no hice caso de su vagina, pero sí del resto de lugares a visitar, los chupé, los mojé con mi lengua y mi saliva, los toqué hasta llegar a su clítoris al cual le di un tratamiento muy especial.
Sus gemidos, jadeo y respiración iban en aumento, mi presión sobre él eran cada vez mayores y ella llegó a un orgasmo, se convulsionaba, me costaba mantener mi lengua en su sitio porque no paraba de moverse y gemir.
Se incorporó en el borde de la cama, hizo que me levantase y cogiendo mi polla con su mano y acercando su boca la lamió mi glande, la mojo con su lengua y saliva, la saboreó.
En seguida se la metió en a boca, se notaba que le habían contado algo de eso, pero nunca lo había hecho, era torpe y no sabía como actuar, pero el ver a mi hermana con mi polla en su boca y su mano tocándola, me excitó, y como con la madre de Juan, a los pocos minutos no pude aguantar mas y me corrí.
Ella al notar mi semen retiro mi polla de su boca, así que los siguientes chorretones le cayeron en sus labios, en su cara y en sus tetas.
Estaba sorprendida pero no disgustada, se le vía en la cara, placer, relajación y cariño.
Me besó en los labios y tumbándome en la cama se apoyó en mi pecho tumbada.
Yo le acariciaba los brazos, los hombros, de vez en cuando le daba un beso en el pelo y ella me acariciaba y besaba en el pecho.
Transcurrieron muchos minutos así, sin hablar, solo manifestaciones de amor y cariño entre dos ¿hermanos? ¿Esa era la relación y el cariño entre dos hermanos?, no quería pensar en ello, quería evitarlo, pero estaba ahí.
Ella me miró:
– Raúl, tras lo sucedido el otro día con tu amigo y María le he dado muchas vueltas.
Estamos descubriendo el sexo y tu me gustas como chico, eres guapo, delicado, cariñoso y me gusta tu cuerpo.
Me gustaría que siguiésemos esta situación pero sin otras personas, es una relación muy íntima pero quiero poner una condición y espero que la cumplas.
Quiero mantenerme virgen hasta que yo considere que estoy con la persona que quiero que lo haga, no sé que va a suceder en el futuro, pero te pediría que eso no lo intentes porque entonces se rompería nuestro acuerdo.
Le miraba y escuchaba con atención.
¿Mi hermana me estaba diciendo que quería mas sexo conmigo?, ¿qué le gustaba?.
Ni en mis mejores sueños habría sucedido lo que me estaba pasando últimamente, Susana, Elsa, Juan, joder !!! eran demasiadas cosas en poco tiempo.
Le dije que a mi ella me gustaba mucho, que había descubierto mi atracción por ella y que también le había dado vueltas a lo de ser hermanos, pero que había llegado a la conclusión que lo importante era lo que sentíamos el uno con el otro y no lo que decían las normas sociales, que por otra parte no tenían porque saber nada de ello.
Le cogí la cabeza, la besé, ella se incorporó y acercó sus labios a los míos.
Seguimos un rato quietos, juntos, abrazados, como dos enamorados, hasta que tuvimos que levantarnos, me vestí y me fui a la habitación a ducharme y hacer los deberes.
Los siguientes días transcurrieron con normalidad, salvo que mis encuentros sexuales con Juan fueron distanciándose, sentía que mi época de masturbarme con él estaba llegando a su fin, había descubierto otros placeres que me llenaban mas, o por lo menos eso creía yo.
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