Mi nacimiento y evolución en el sexo III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por argamedon40.
Juan y su madre tuvieron mas relaciones, yo participé en algunas de ellas pero nunca solo con ella.
El al principio él me contaba mas cosas y poco a poco esos comentarios fueron disminuyendo.
El, al final del verano se fue a Madrid capital al nuevo colegio, solo volvía los fines de semana, hablábamos por teléfono aunque entonces no era tan fácil, así que procurábamos estar juntos los fines de semana y nos contábamos nuestras cosas.
Nuestra relación sexual había terminado, por lo menos por el momento, él había conocido a una compañera que vivía en un piso cercano al suyo con otro grupo de chicas, según me dijo aunque aún no habían consumado estaban muy a menudo solos en la cama.
Un día, cuando Juan estaba en Madrid, me encontré con Elsa en la calle
– Hola Raúl, ¿Cuánto tiempo sin verte?
– Buenas tardes, es que ando muy ocupado y como no está Juan
– Para visitarme no hace falta que esté mi hijo, eres su mejor amigo y siempre eres bienvenido.
¿Qué te parece si el jueves por la tarde vienes después de clase?, podríamos charlar un rato y merendar.
Yo aturdido por su oferta le respondí que conforme, que iría el jueves a las cinco después de clase.
Era martes, así que ese día y el siguiente los pasé dándole vueltas y excitado.
¿Volvería a suceder lo de antes, cuando Juan y yo estábamos con ella?, pero no estaba su hijo, ¿Qué iba a suceder?
Esos dos días me pajeé pensando en lo que podía llegar a suceder y recordando nuestras actuaciones.
El jueves pasé el día en clase sin enterarme de nada, mi mente estaba en casa de Juan, en el cuerpo de Elsa y en mis hormonas que estaban totalmente alteradas.
Por la tarde después de clase me fui a casa de Elsa, había avisado a mis padres de que iba a casa de un amigo y que llegaría sobre las nueve.
Toqué el timbre y me abrió, allí estaba, como Venus esculpida, como la diosa que era, preciosa, con un vestido holgado por el que asomaban el comienzo de sus pechos, como dos caramelos destinados a chuparlos.
Me cogió de la mano y diciéndome “Hola Raúl” me llevó hacia adentro cerrando la puerta.
Fuimos al salón donde encima de la mesita baja tenía unos pasteles de crema , dos tazas y no sabía si té o alguna otra infusión.
Nos sentamos en el sofá, ella me cogía las manos y me preguntaba que tal el Colegio, que si llevaba bien el Preuniversitario, que era muy importante que estudiase para ir a la Universidad…, hasta que me preguntó si tenía alguna amiga especial.
Le contesté que no, que a veces salía con alguna pero que nada importante.
Entonces me cogió la cara y me besó, yo respondí, no como la primera vez sino que mi respuesta fue apasionada, mi boca se abrió, buscó la suya, su lengua, entramos en una pelea que formaba parte de una batalla.
Sus manos fueron hacia mi entrepierna, le facilité la tarea tirándome hacia atrás y permitiendo que me bajase la ropa.
Cogió mi herramienta y empezó a masajearla mientras nuestras bocas otra vez seguían su juego, mis manos se lanzaron a sus tetas, las recordaba grandes, duras, pensaba en sus pezones ocultos por la ropa.
Ella se levantó y con parsimonia fue quitándose prenda a prenda, no quitaba ojo de lo que hacía, era un striptease particular; mi mano se dirigió a mi polla mientras ella se desnudaba.
Me miraba y miraba lo que yo me hacía, mientras, seguía con sus evoluciones llegando al momento de la última prenda que le quedaba, sus bragas.
Se las bajó mostrándome su culo, ese culo que yo había acariciado y masajeado la primera vez, redondo, terso y con sus tesoros ocultos.
Se dio la vuelta y ¿Qué era eso?, las veces anteriores no estaba ahí, tenía una raya de pelo que por encima de su coño indicaba la dirección a seguir cuando se bajaba de sus pechos hacia él, no era muy habitual en aquella época.
Me quedé sorprendido, ella se rio y me preguntó si le gustaba, yo balbuceé que sí y se sonrió.
Se sentó a mi lado ya desnuda, yo aparte de acariciar mi herramienta mientras se desnudaba me había quitado el resto de la ropa, aunque no como ella, sino con premura y urgencia porque no quería perderme nada de lo que estaba sucediendo.
Me aproximé a ella y cogí un pecho con mi mano, lo acaricié y lo miré, lo manoseé y lo besé, lo apretuje y lo chupé; ella dirigió su mano a mi herramienta ya dispuesta.
Los dos estábamos disfrutando el uno del otro.
De pronto me preguntó:
– Y cuando estás con las amigas ¿qué hacéis?
Joder !!! ¿a qué venía esa pregunta en ese momento?
– Cuando estoy con ellas nos besamos, les acaricio las tetas y a veces abajo, mientras ellas me masturban.
Alguna vez he estado en casa de alguna cuando sus padres no están y hemos tocado nuestros cuerpos desnudos, los hemos lamido, chupado, hasta que me corro, porque ellas pocas veces se corren aunque me dicen que disfrutan.
Me miró sonriendo y volvió a la carga
– ¿Y nunca habéis hecho nada más?, es decir, ¿nunca has penetrado a una chica?
Me volví a sentir abrumado, pero le contesté
– No, nunca, a la única mujer que he penetrado es a ti cuando estábamos con Juan, ellas siempre temen quedarse embarazadas, así que hasta ahí no llegamos.
Volvió a reírse nuevamente diciéndome:
– Raúl, las mujeres además de la vagina tenemos otros lugares en los que meter vuestras pollas, ¿no lo sabias?
Claro que lo sabía, la boca que ya la había utilizado y el culo según las revistas, pero nunca me lo había planteado , ni lo había intentado; nuevamente me vino una pregunta a la cabeza ¿Qué intentaba, qué quería?.
Ella como no respondía, me dijo:
– Veo que no, que estás aún muy pez, así que hoy daremos una nueva clase, pero deberás seguir mis instrucciones.
Me hizo bajar del sofá y ponerme de rodillas delante suyo, abrió las piernas y me mostró su tesoro, como siempre me quedé como un tonto mirándolo, así que ella empujó mi cabeza y la acercó a su coño, yo me di por aludido e intenté demostrarle que había sido buen alumno y aprendido sus enseñanzas, aunque lo que ella no sabía es que ya las había practicado, sobre todo con Susana.
Tras bastantes minutos de chuparle, lamerle, mojarle, meterle los dedos y follarle con ellos, estaba muy caliente, sus gemidos eran ya grititos y su respiración se había transformado en jadeos.
Se levantó del sofá y fue a un cajón en un aparador, de donde sacó dos cosas, un tubo de crema y un aparato de cristal o vidrio, con forma de cono y de punta redondeada
A continuación, se puso a cuatro patas en el sofá, cogió el tubo, lo abrió y untó el aparato con la crema dirigiendo a continuación el aparato a su culo, buscando su ano.
Cuando lo encontró empezó a meterlo poco a poco y moviéndolo en su interior, yo comencé a masajear mi verga despacio, ya estaba dura pero ensimismado en lo que veía solo mantenía mi excitación.
Ella seguía metiendo y sacando el aparato de su culo y, cuando estaba dentro lo movía en círculos.
Yo me animé y metí mi mano por debajo de ella, entre las piernas, acariciándole el clítoris, ella dio un gritito y siguió, mis dedos tocaban y acariciaban todo, hasta que le metí dos dedos en el coño y comencé a moverlos.
Ella espoleada por lo que le estaba haciendo se metió aún mas el instrumento, sus dedos tocaban ya su ano, y seguía moviéndolo en círculos.
El diámetro de ese aparato no era como el de mi polla pero muy cercano, aunque su longitud era mayor.
Se sacó el aparato de su culo, se dio la vuelta y me vio pajeándome con una mano.
Se bajó a la alfombra, cogió el frasco y untando sus dedos de crema la esparció por mi polla, estaba pringosa pero al acariciármela me gustaba.
Se dio la vuelta quedando yo detrás de ella y me dijo
– Métemela por el culo, pero despacio que aún tiene que dilatarse mas.
Yo nunca lo había hecho, y nunca lo había visto hacer (recuerden que no existía internet), así que me puse detrás, tenía su culo a mi merced, cogí mi polla con una mano y la puse en su ano presionando un poco; parecía que entraba pero no.
Ella al darse cuenta que no sabía, la cogió con su mano y la dirigió a su agujero; cuando la sintió en su entrada, sin soltarla dio un empujón hacia atrás.
Mi capullo entró y ella soltó un grito, pero no se movió
– Raúl, vete metiéndola despacio y sacándola para que mi ano se vaya aclimatando a tener tu polla dentro.
Yo, como buen alumno, obedecí.
Comencé a presionar y cuando había entrado un poco mas la sacaba para volver a meterla.
Ella gesticulaba al principio, como que le dolía o le molestaba, pero no decía nada, así que yo seguía con mis movimientos.
Tras un par de minutos mi polla ya entraba hasta el fondo y sus quejidos se transformaron en respiraciones entrecortadas y gemidos.
Cada vez se la metía con mas fuerza y mas velocidad, mi polla estaba dentro del culo de la madre de Juan.
Elsa parecía que disfrutaba y yo seguía.
Al cabo de un rato largo follando ese majestuoso culo, se tiró hacia delante y mi polla salió, ¿porqué?.
Se dio la vuelta, se metió mi verga en la boca, la saboreó, la chupo y luego hizo que me tumbase boca arriba en la alfombra.
Ella se sentó encima mío con las piernas a mis costados, y cogiéndome la polla ya erecta fue bajando hasta colocarla en el lugar que antes estaba y dejándose caer poco a poco.
Esta vez no hubo esperas, entró hasta el fondo y ella comenzó a saltar sobre mi verga, sus tetas a mi alcance hicieron que mis manos se deslizaran hacia ellas acariciándolas al principio y achuchándolas después.
Estábamos en la gloria, sentía su culo apretadito rozándome la polla cuando subía y bajaba sobre mi cuerpo, sus tetas a la distancia de mis brazos y manejadas al mismo ritmo que ella imprimía a sus subidas y bajadas.
Ella ya no se controlaba, gemía y jadeaba, creo que tuvo un orgasmo por los gritos que dio.
No pude aguantar mas y le dije que me iba a correr, ella al oírme intensificó sus movimientos haciendo que mi explosión de semen se quedara en el interior de su culo.
Estuvo moviéndose hasta que notó que mi polla, ya disminuida, perdía dureza y se deslizaba hacia fuera de su culo, haciendo que saliese al mismo tiempo parte del semen que le había dejado.
Se incorporó y se tumbó a mi lado abrazándome, me dio un beso y nos quedamos tumbados en la alfombra, desnudos.
– Raúl, espero que hayas aprendido la lección, hay muchos más sitios en los que se puede excitar y dar placer a una mujer, pero hay que buscarlos y hacerlo deseando que el placer sea de los dos.
Le dije que sí, que me había encantado su lección, pero que no sabía si iba a poder practicarlos por que las chicas que conocía eran muy retraídas.
– Raúl, con tus amigas tienes que hacer lo que ellas quieran y os guste a los dos, no fuerces las situaciones, pero siempre me tendrás a mí, sabes que estoy encantada de estar contigo y con Juan.
Además yo también necesito cariño y como os he dicho muchas veces, el vuestro es el mejor para mi, además me encanta ser vuestra maestra.
– No obstante, avísame cuando vayas a venir y busca excusas para que nadie sospeche nada.
Le dije que eso lo tenía claro y que aceptaba su invitación, aunque dado que Juan estaba fuera, tendría que tener mas cuidado de no ir a menudo para que los vecinos no sospechasen nada.
Me dio un beso y descendió su mano hacia mi polla nuevamente, comenzando a jugar con ella.
Al sentir su tacto fui reaccionando y en poco tiempo estaba otra vez dura.
Ella se incorporó, se puso a mi lado y se la metió en la boca, estuvo mucho tiempo chupándomela y acariciando mis huevos, hasta me toco el agujero del culo con sus dedos, algo que me causó una sensación extraña y que me excitó.
Yo de vez en cuando le miraba, veía como mi polla entraba y salía de su boca, como se le movían las tetas al mover su cabeza y le dije que me iba a correr.
Ella la sacó de la boca y me siguió masturbando con su mano dirigiendo mi punta hacia sus tetas.
Mi verga explotó, mi leche salió como de un manantial y se expandió por sus tetas, sus pezones, sus areolas.
Veía como esta las manchaba de blanco.
Dejó de masturbarme y con sus manos se expandió mi leche por todas sus tetas, lo estaba disfrutando, se le vía que estaba muy cachonda y era su forma de continuar hasta que su excitación bajase.
Yo le miraba, ella se acercó y con su lengua recorrió mis labios, mientras sus manos jugaban con sus tetas embadurnadas de mi crema.
Al cabo de unos minutos, paró, se levantó y me dijo que era ya hora de que me fuese a casa para que mis padres no se preocupasen, me cogió de la mano y me llevó a un baño para que me duchase mientras ella subía a sus habitaciones.
Cuando salí del baño, recogí la ropa, me vestí y miré si estaba por ahí, no la vi, me imaginé que estaría duchándose así que cogí mis cosas y me fui a casa.
En el trayecto pensaba en como había cambiado mi vida en tres años, recordaba mis escarceos con Juan en el colegio y con el resto en nuestras casas, mi primera vez con mi hermana y su amiga, la primera vez que Juan y yo estuvimos con su madre, mi nueva situación con Susana, todo eso ya había pasado y ya me consideraba un hombre capaz de hace feliz a cualquiera.
Cené y me fui a la cama.
Cuando estaba en ella mi hermana llamó a la puerta y entró.
Venía con una bata y debajo no sabía lo que llevaba.
– Raúl, ¿te pasa algo conmigo?
Desde que estuvimos juntos la última vez no has intentado en ningún momento volver a estar conmigo.
– ¿es que no te gusto ya?, ¿no te gusta estar conmigo?
Yo que estaba ya saciado por mi encuentro con la madre de Juan, le miré y sonriéndole le dije que no, que estaba equivocada, que últimamente estaba muy liado con los estudios, que si se había fijado me quedaba casi todas las tardes en casa de algún amigo para adelantar deberes y los futuros exámenes.
Ella se acercó y me dio un beso.
Se le entreabrió la bata un poco y vi que no llevaba nada debajo.
Le besé y le dije que se fuera, que le prometía que a lo largo de la siguiente semana estaríamos juntos si ella quería, que lo estaba deseando pero que el fin de semana que llegaba estarían nuestros padres y no era prudente.
Sonrió sin decir, me dio otro beso y se volvió hacia la puerta, donde me echó un beso con la mano y se fue cerrándola, no sin antes recordarme lo de la próxima semana.
Mi vida se estaba complicando, menos mal que al año siguiente iba a Madrid a la Universidad y esperaba ordenar y resituar mi vida.
Pero mientras, seguro que iba a vivir momentos muy interesantes.
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