Mi nietecita.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Lovelygirl.
Alguna vez leí que sin saberlo, podemos estar
enamorados. Es lo que me pasó.Mi nieta, una
niña hermosa, delicada, sonriente, cariñosa, largo
pelo castaño, ojos claros, piel brillante y tersa, un
color de piel maravilloso, siempre como recién
tostada, muslos firmes, piernas esbeltas, cintura
baja y flexible, era amada por mi, siempre atento
con ella, siempre cariñoso, esa niña llenaba mis
días de alegría. Pero nunca pensé que fuera un
sentimiento morboso, y menos algo que tenga que
ver con el incesto, con lo sexual.
Claro que
admiraba su belleza, su atractivo, me encantaba
abrazarla, besarla, recibir sus besitos o sus
caricias, y acariciarla yo.Pero jamás pensé más
allá de eso. Pero, la vida tiene sus vueltas, y tras
lo que pasó, y que ahora relataré, me doy cuenta
que todo lo que antes dije estaba inspirado por el
amor, por el enamoramiento que tendía con esa
bella criatura. Y ahora la amo con locura, es mi
pasión, algo que me desborda, me hace feliz y
gozo hasta el infinito. Bueno, si han leído hasta
acá, les cuento el hecho que desencadenó este
amor tremendo.
Un día los padres de la niña debían viajar a una
fiesta a varios kilómetros lejos de su casa, y no
teniendo con quien dejarla, lo hicieron conmigo.
Me trasladé a su casa.Los padres se fueron y
regresarían al día siguiente, para no conducir en
altas horas de la noche por los peligrosos
caminos de retorno. La niña tiene su propio
cuarto, y yo dormiría en otro no muy lejano.
Estuvimos juntos mirando televisión, charlando,
muy amenos ambos, hasta tarde. Ella estaba
preciosa. En un momento dado me dijo que debía
bañarse y luego acostarse, costumbre que sus
padres le habían inculcado. Se fue al baño
mientras yo miraba tele en la cocina. Llegó
envuelta aun en un toallón, bebió un ligero yogur
y tras darme cariñosos besos, se enfiló a su
cuarto a dormir. Me quedé un rato más y yo
también me dispuse acostarme en mi cuarto.
En mi interior estaba encantado de estar con mi
nieta, la encontré esa noche más alegre y bella
que nunca y me sentía feliz y realizado de su
compañía. Pasó un largo rato y unos truenos
insinuaban una tormenta aproximándose. Los
truenos redoblaron, ya la tormenta estaba
encima.
En un momento dado, se cortó el servicio
de luz y los rayos y truenos era más fuertes y
notorios. Entonces, la niña vino muy alarmada,
buscándome, se metió a mi lado en la cama,
temblando de temor por la feroz tormenta.
Por
cierto, la cobijé de inmediato, tratando de
calmarla, mientras ella se pegaba a mi. Acaricié
su cabecita, su largo pelo, la estreché conmigo
mientras le hablaba tiernamente. Sentí que se
calmaba, aunque seguía pegada a mi cuerpo. En
un momento dado, mis caricias se extendieron
por su espalda, sus nalgas, mientras mi boca en
su cuello sentía su perfume de niña recién
bañada, fresca y natural.
Casi sin darme cuenta y
sin proponérmelo, una erección se me produjo. La
tormenta continuaba, aunque con menos
intensidad. Me sentí ligeramente incómodo por la
situación: mi nieta en mis brazos, con una
pequeña camisola, yo con piyama, muy juntos,
con una erección, y acariciándola…Le pregunté si
quería retornar a su cama y me dijo que no, que
tenía miedo y prefería quedarse conmigo. Bueno,
creo que a partir de ese momento comenzó la
verdadera aventura amorosa que me produjo el
mayor placer de mi vida.
La mantuve
estrechándola,pese a mi erección, de la que ella
no podía dejar de advertir, ya que era notoria y
mi bulto se estrellaba en su entrepierna.
Comencé, casi naturalmente, a moverme
suavemente,refregando mi miembro duro (sin
sacarlo) en su cuerpito, en su vientre, sus
piernas, mientras mis caricias iban en aumento. A
esa altura, no dude ya de mis sentimientos y
sensaciones: la niña me excitaba enormemente y
sentía crecer un ansia inmensa por poseerla,
mientras dentro mío me decía que esto era el
amor, verdaderamente.Musite cosas a su oído,y
no sé cómo,en un instante, tomé su cara y besé
sus labios con dulzura. Ella no se retraía. Era
como si estuviese dispuesta a seguir conmigo,
como si mis caricias, mis palabras le gustasen.
Alcancé a preguntarle si alguna vez había besado
y apenas audiblemente, me dijo que no..Con tono
jovial, le dije que le enseñaría a besar. Le pedí
que entreabriese sus labios y jugase con la
lengua mientras yo la besaba. Lo hizo, y fue tan
grande mi gozo, que sentía palpitar mi miembro
en forma brutal.Mis manos tocaban sus piernas,
su piel era tan suave, tan lisa y templada que yo
ardía de deseo. Sin poder contenerme, saqué mi
miembro como pude, velozmente, y se lo puse
entre sus piernas. Seguía yo frotándome,
moviéndome despacio, besándola en su cara, su
cuello, sus labios, y de tanto en tanto, un
prolongado beso en la boca, jugando con mi
lengua en la de ella.
Cuando me parecía que
estaba aproximándose mi orgasmo, que era
inevitable, me frené un poco,mientras maquinaba
con urgencia cómo seguir. Pensé en ese instante
que sería muy difícil llegar a un acto sexual pleno,
es decir a poder introducirle mi duro miembro, sin
provocar una situación muy violenta para ella. No
obstante, logré sacarle su braguita y puse mi
miembro, ya mojado totalmente con el pré-semen
entre sus piernas, rozando su pequeña vagina.Así,
pero procurando no moverme demasiado porque
sobrevendría el orgasmo que quería demorar, me
mantuve un rato.
Mi mano derecha acariciaba su
vagina, y de a poco, logré introducir un poco el
dedo índice en ella. Todo esto,mientras mi ternura
se multiplicaba en besos, palabras, caricias. Mi
calentura era tal, que creo que temblaba de
fervor. Sin temor ya, tomé su mano y la dirigí
hacia mi miembro. Quiero decir acá que es
grande, de poco más de veinte centímetros y casi
cinco de diámetro. Y estaba tan duro como pocas
veces lo había tenido.Y palpitante.
La niña, muy
inexpertamente, lo tomó como pudo. Yo aferré su
manito y le enseñé a abrazar con ella y a moverla
arriba y abajo, cosa que hizo, pero la detuve.
Bueno, ya en el máximo de mi deseo, en el
apogeo de mi calentura, la puse de espaldas, le
abrí sus piernitas y me puse encima, colocando
mi pene enhiesto en la puerta de su vaginita
tierna y carnosa y sin vellos.
Traté de ser suave,
cauto y de empujar el miembro para producir la
introducción sin que le doliese, pero me dí cuenta
que era una tarea poco probable.La cabeza del
glande entre los grandes labios de esa pequeña
vagina, logré que arqueara las piernas doblando
sus rodillas, y comencé a empujar firmemente,
pero sin torpeza. Sentí que debajo mío ella se
arqueaba de dolor, gemía y creí sentir sus
lágrimas.
Apenas había entrado la cabeza de mi
miembro, pero pude moverme, en un mínimo
bombeo. Ah! de sólo recordarlo, en este mismo
instante tengo otra erección! Besuqueaba su cara,
bebía sus lágrimas, y, en un torbellino de pasión,
mientras casi gritaba diciéndole lo que la amaba,
terminé, con una enorme eyaculación, un orgasmo
que me hizo sentir toda mi virilidad como jamás
lo había experimentado en mi vida, y el semen
obró como lubricante, entrando mi miembro un
poco más en tan estrecha vagina…
Nos quedamos
luego, ya volcado de costado, estrechándonos un
larguísimo tiempo, en el cual creo que también
lloré, de felicidad…Esto es lo que quería relatar,
es mi gran secreto y ella es todo mi amor, ahora.
Muy rico
Dulce y morboso. Yo sería la abue chupando al nietito y con el encima cojiéndome como tu a la nena.
Me gustó mucho. Besos!
Ya quiero un abuelo así