Mi novia y su mamá
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La conocí en secundaria, tenía 14 años, le gustaba mi amigo, y comenzó a hablarme para según conocerlo, pero después me dijo que era yo el que le gustaba.
Bueno resulto que al mes de novios, dejamos de ser vírgenes, que yo ya no lo era, por haber estado con mi tía.
Pero si era mi primera vez con una persona de mi edad.
Recuerdo que fue hermoso hacerlo.
Sus fluidos, sus gemidos, era una forma muy dulce de conocer el sexo juvenil.
Una confluencia de sensaciones que nos llevaron a los placeres de eros durante mucho tiempo.
Al año de novios, -si no es que antes-, nuestra actividad sexual era muy fluida y ya ella comenzó a confesarme que le gustaba el porno, que sus papas tenían películas y que ella sabía dónde estaban y me las mostró, después vimos algunas.
La primera vez que vimos porno juntos, estábamos en mi casa, en el cuarto de mis papas, y ella llevó una película, una de sus favoritas.
La vimos y cogimos como locos…
Recuerdo que me platicaba que cuando salían sus papas, ella se quedaba, y lo hacía adrede para ver toda la tarde películas, me decía que le encantaba ver porno; que sentía un vacío en el estómago solo de saber que se quedaría sola.
Le pregunte como empezó a ver porno y me dijo que cuando estaba de doce años, se dio cuenta que sus papas veían películas.
Que ella veía desde su cama, cómo sus papás ponían una sábana para que ella y su hermana no vieran si despertaban, pero como todo se trasparentaba, ella veía cómo se calentaban sus papas; cómo su mama de nombre Cecilia, se abría de piernas y comenzaba a sobarse por debajo de los calzones, y como le daba la luz de frente de la televisión, podía ver como se acariciaba, y cómo su papa (Oscar), se acariciaba su miembro viendo ambas escenas, a su esposa y la peli.
Vio cómo su mama se quitaba los calzones y se abría la vagina, acicalando los pelos y dejando expuesta su peluda vagina, se la sobaba y brincaba; observó cómo su papa se subía al sillón para que la señora le hiciera un oral, hasta que la puso muy firme y ella se acomodó de a perrito y se la metió hasta el fondo.
Al contarme, ella también se sobaba y brincaba solo de acordarse de las escenas de sus papás.
Hasta ahí yo no sabía las cosas que pasaban en su casa.
La señora era una mujer latina común, de estatura baja, caderas amplias, piernas rollizas, pechos medianos, cabello rizado y muy ardiente.
Su hija, era de las mismas condiciones pero más morena, más delgada y de carnes firmes.
Me contó que hacía un año o dos, llegaron tarde a su casa de una fiesta familiar, y que las hermanas menores de su mamá, Lucía de 21 y Esther de 22, se quedaron a dormir.
Que en esa ocasión veía raro a su papa como que muy juguetón con su tía Esther; pero no le puso mucha atención porque ya tenía mucho sueño, y se fue a su cuarto.
Cuando se estaba cambiando la ropa, y entre dormitada y no, escucho que sacaron una botella de vino y refrescos y siguieron tomando.
Salió al baño y al llegar, vio que estaba cerrado con la luz prendida.
Espero y después toco sin obtener respuesta, al mirar por una rendija, vio a su tía Esther sentada en la taza del baño y a su papa parado y veía como su papa tenía su miembro erecto y su tía le daba unas embestidas con sus labios y su lengua.
– Fue tan impactante ver a mi tía dándole una mamada a mi papa, que inmediatamente me moje y me fui a mi cuarto a masturbarme-.
Me dijo emocionada.
Después de masturbarse ya no escucho ruido solo unas pequeñas risas, y caminó sigilosamente hasta llegar a la sala.
Cuál fue su sorpresa al ver que estaban su mama y sus tías frente al televisor viendo una película porno.
Estaban en silencio, con la iluminación del cinescopio, y las tres solo en calzones, acariciándose de forma individual, y con risas de complicidad; mientras, su papa estaba en la cocina sirviendo las copas.
Al pasar junto a su esposa, le pasa el pene junto a la boca y ella no dudo en tomarlo y comenzarlo a chupar mientras sus tías veían de forma lasciva como se lo hacía.
Una de ellas sin pensarlo se quitó el calzón y abrió su vagina frente a su cuñado, estaba tan peluda que se abría los pelos y le mostraba toda la vagina, mientras se sobaba el clítoris.
Mi novia al ver esta acción estaba nuevamente empapada, al grado de quitarse el calzón y comenzar a lamerlo de lujuria.
Cuando su mama acabó, se puso de a perrito recargada en el asiento del sillón, esperando la penetración.
Su otra tía, Lucía, al ver eso, se quitó el calzón y puso su vagina frente a la cara de su mamá, ella de un movimiento, comenzó a olerle la vagina y le dijo algo que excito tanto a su tía que movió la pelvis hacia su boca.
Fue una noche de lujuria y placer para todos.
Así siguieron pero ella, cansada, se fue a dormir temblando de tanta excitación.
Me dijo que daba vueltas por la cama y solo escuchaba los gemidos de todos.
Posteriormente y ya con un noviazgo de tres años; me contó que, en una ocasión su mama la encontró masturbándose viendo porno, que cuando la vio, ella pensó que la regañaría, pero lo primero que le dijo es que no lo hiciera seguido.
Titubeante, me dijo que su mama se había puesto nerviosa y que le hablo con voz entrecortada; que mientras le hablaba, ella no paro la película y la siguió corriendo y que no dejaba de sobarse bajo la cobija.
Le preguntó sobre dónde conseguía esas películas, que le parecían conocidas, volteando a ver la tele y al mismo tiempo, mirando la vagina de su propia hija.
Salió y no le comento nada más.
Paso el tiempo y ella siempre le hacía preguntas, en forma de regaño, sobre su masturbación y cómo había aprendido a sobarse.
Ella en una ocasión le contestó que por qué se enojaba, que ella hacia lo mismo todos los viernes en la noche, porque su papa llegaba tarde o de plano no llegaba.
Y mi novia le dijo enfáticamente -¡me has visto cuando te espío mamá! y hasta te abres más de piernas!-
Y su mamá le preguntó: -cuando me espías masturbándome, ¿tú también te masturbas?-
Ella se quedó parada como estatua al escuchar eso, nunca pensó que su mamá le preguntara algo así.
Titubeó un momento, y después le contesto tímidamente que sí.
Ahí quedo la charla porque mientras me contaba, yo le estaba sobando el clítoris y como estábamos bien calientes me baje a chupársela todita…
Desde que ella me contó esas historias nunca volví a ver a su mamá de la misma forma, fue la actriz principal de mis fantasías sexuales.
Y cada que iba a su casa (que era casi diario), buscaba la forma de encontrarla en posiciones donde le pudiera ver todo.
Me fue contando anécdotas, de cómo es que se ponían de acuerdo todos los viernes para ver porno juntas y masturbarse, incluso ya andando conmigo.
Ella me contaba que luego le preguntaba si ya cogíamos y siempre le dijo que no; aunque si me platicaba todo lo que hacía con ella, pero mi novia siempre le dijo que no.
Una vez le dije que me llevara un calzón mojado de su mama, de cuando se masturbaba, me dijo que sí.
Pasaron las semanas y un sábado por la mañana llegue a su casa como a las siete de la mañana y mi novia me abrió un poco nerviosa y me dijo: -Toma, toma! Es de ayer en la noche!- Estirando su mano y en su puño me da un calzón húmedo, me dice: -huélelo! Es de mi mamá!-, recuerdo que fue la excitación más grande que sentí.
Por primera vez olí los calzones mojados de orgasmo de mi suegra, su esencia de mujer entrando a los 40.
En ese momento comencé a lamer el calzón como loco, sobre todo la parte donde estaba más mojada.
Me saque mi miembro y lo frote en esos calzones húmedos, mi novia estaba bien caliente que comenzó a frotarme con el calzón ya cuando iba a terminar, me dice que se los eche a los calzones y me puso para eyacular en los calzones.
Fue todo un éxtasis fetichista.
Le pregunte qué es lo que haría con ellos, y me dijo que los pondría cerca de su mama, para que los oliera.
Le dije que se daría cuenta y me dijo que, qué importa la va a poner caliente…
La señora era de las mujeres que cuando andaba en las labores domésticas de su casa, siempre andaba de shorts muy holgados, como de algodón, y esto hacía que se le vieran los calzones.
En ocasiones se sentaba explayada confiada de que estaba sola y se extendía sus piernas y se veía cómo se le marcaban los labios vaginales.
Algunas veces Cecilia fingía que no me veía, y se estiraba de forma transversal en el sillón; traía lo que ahora son los leggins y se le marcaba muy rica su vagina.
Una vez que se dio cuenta como la mire con lujuria desbordada, hizo un ademan como de niña chiquita y le dijo a su hija: -Damaris dile a tu novio que no me mire así!- Mi novia le dice -¿Así cómo? Y Cecilia le contesta: -Me encuera con la vista y nomas ve mi parte!- Damaris le contestó: -Ay , no te hagas si bien que te gusta!- y ahí quedó la cosa.
Ya con cinco años de noviazgo y entrados en los 20 años de edad, las cosas comenzaron a calentarse más, porque mi suegro comenzó una relación incestuosa con la hermana de mi suegra, la más chica, Lucia, y la señora estaba un poco deprimida.
Recuerdo que en una ocasión, me llamo la señora por teléfono, se escuchaba borracha, y me decía de cosas, pensando que era su esposo a quien le hablaba.
Yo preocupado, no se que hacer y de pronto me llamó mi novia por teléfono y le dige lo que paso con su mama, y me dice que fuera a auxiliarla porque ella estaba muy ocupada en la escuela.
Yo ni justo ni perezoso fui en auxilio de la señora.
Al llegar toqué la puerta y tardo un poco en salir, por fin la señora preguntó quién era, y al saber que era yo, me abrió inmediatamente y sin asomarse tanto me jaló para adentro, estaba con un leotardo negro, de esos que se desabotonan de la entrepierna.
Al jalarme se para frente a mí y me dice: -Cómo me veo enano?- Le dije: Señora! Se ve riquísima! Y me dice -¡mentiroso!.
Al entrar a su casa, la señora tenía música (de esas que escuchan los deprimidos), se sentó sobre el sillón, y mirándome me dice: -¿Por qué ustedes los hombres son tan cabrones?- Le dije que por qué? Y ella me dijo: -Cogen con quien quieren y no saben lo que tienen en casa!- y de repente me dice: -¿Te parezco atractiva?- le contesté que sí, que de hecho era muy atractiva! – ¿Y mi hija va a venir?- le contesté que no, que estaba en clases.
Sin decirme nada se levantó y se fué hacia su cuarto; yo me quedé en la sala a esperarla; después de unos minutos me grita que fuera con ella.
Ya en su cuarto me preguntó que si sabía que Damaris veía porno y le dije que sí, -Ves con ella?- Me preguntó, y me quede callado.
–No te hagas! Si bien se ve que eres re perver!.
En serio, a poco no ves? Si a mi hija le encantan y me dice que ves con ella!- Le contesté que sí.
-Y ¿qué haces cuando ves? ¿te la jalas?- Si, le conteste apenado.
Y me dice: -Veamos una! A ver si aguantas sin hacer nada! Jajajajajaja…-
Acto seguido, puso la película y después se sentó sobre la cama.
Yo estaba que reventaba de calentura, pero no me toqué ni nada.
Ella primero me veía esperando una reacción mía, pero al ver que no me movía, comenzó a frotarse su vagina, cuando se percataba de que la veía, quitaba la mano de su parte.
De repente, vio una imagen que se ve que le era familiar, e inmediatamente se desabotonó el leotardo por debajo de la entrepierna, y dejo ver su vagina peluda y rizada, se sobaba con calma, se acicalaba los pelos y se tocaba el clítoris con una suavidad erótica.
Se acomodó bien en la cama y me dijo: – Acomódate que nadie vendrá en un buen rato- Me senté en la cabecera de la cama y seguí viendo el espectáculo de mi suegra masturbándose viendo porno.
Abrió bien las piernas cuanto pudo y siguió en su goce, se metió dos dedos dentro y temblaba de placer.
Yo por mi parte me saque mi miembro y comencé a sobarme el glande, ella al verme me dijo: – No pares… cuando vayas a terminar me los echas en el cuerpo calientitos- Eso me puso súper cachondo y seguí sobando mi pene hasta que ya que iba a terminar le dije: – señora me vengo- ella me dijo: –espera- Se levantó de inmediato y comenzó a darme una tremenda mamada que provocó que sacara chorros de semen, ella como mujer madura disfrutó de mis fluidos hasta la última gota, comiéndoselos toditos.
Nos quedamos un rato tirados en la cama.
Ya cuando terminamos, me dijo que haber cuando me quedaba a dormir con ellas para tener una noche de pelis los tres… A partir de ahí se suscitaron muchas cosas en la casa de mi novia.
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