No creí que cambiarían los roles en la familia.
Hoy fue el último día de clases universitarios. Estaba ya harta de seguir y solamente quería terminarlo todo. Pasé 5 años lejos de mi familia, rentando un pequeño apartamento en el que no solía más que aburrirme, hacer mis tareas, comer y dormir. En el transcurso de estos 5 años en mi familia pasaron muchas cosas, entre ellas, la separación de mis padres hace ya 2 años. La verdad es que el problema me dió muy fuerte mentalmente y pasaba días pensando y llorando. Hablaba con papá, quién era al que realmente queríamos que se quedara con nosotras. Mamá siempre era la mala. Las cosas me tranquilizaron con el paso de los días al escuchar por teléfono a papá diciéndome que cuidaría siempre de nosotras, mi hermanita pequeña y yo. Los dos años desde que sucedió eso se volvieron eternos para mí, pero fueron día a día una tranquilidad al escuchar a papá y a mi hermana felices, diciendo que día a día las cosas mejoraban y se adaptaban al nuevo estilo de vivir.
Y si, llegó por fin el día de volver a casa. Tomé mis cosas, mi ropa, equipaje y algunos souvenirs durante mi estancia aquí y partí para mi hogar, con mi familia.
El autobús tardó dos horas de trayecto y por fin llegue a casa durante la mañana alrededor de las 10 am. Mi padre por supuesto estaba fuera por su trabajo y mi hermanita en sus clases escolares. Llame a papá y le explique de mi llegada, él se emocionó bastante y me pidió que recogiera a mi hermanita a la 1 de la tarde, hora que salía de clases. La esperé, la abracé efusivamente cuando salió de su escuela por el largo tiempo de no vernos, y volvimos a casa.
– ¿Y bien? ¿Cómo te está yendo en tu escuela?
– Muy bonito, hermanita. La maestra le dice a papá varias veces que muchas felicidades porque le pongo muchas ganas y atención a las clases
–Eso también me da gusto a mí, me alegra tener a una hermana tan inteligente. Le diré a papá que recompense lo que haces en clases
–por eso soy inteligente en clases, hermanita, porque todas las veces que mi maestra le dice cosas bonitas de mí a papá, papá siempre me da premios cuando llegamos a casa.
–Por eso amamos a papá, ¿verdad? Porque siempre nos demuestra mucho amor. Y bueno, ve a cambiarte en lo que preparo la comida y esperamos a papá.
Mi hermana se fue contenta a su cuarto, y yo también me había puesto feliz. Empecé a hacer la comida, cuando veo a mi hermana que sale en ropa interior y se mete al cuarto de papá. Tardo escasos 15 minutos cuando salió vestida ya con un mallóncito color negro y una playerita con dibujos cartón estampados en ella. Algo simple pero mi hermana había sacado facetas de papá que la hacían ver guapa siempre, como los hoyuelos en las mejillas, el color de piel, cosas que papá tenía y lo hacía siempre atractivo. Dos horas más tarde llegó papá con una amiga de su trabajo, al parecer, la persona con la que revisaba lo administrativo en la empresa. Una mujer más joven, guapa, y coqueta que no dejaba de sonreír. Me presentó con ella y toda la comida se la pasó echándole miraditas de coqueteo a él. Al terminar de comer, me comentó que saldrían a una plaza comercial, invitándome a ir con ellos, pero la verdad estaba muy cansada y decidí quedarme. Se fueron todos, incluso mi hermanita.
Aproveché la soledad para desempacar, ordenar mi cuarto y recostarme un poco. Los souvenirs que traje los saque del equipaje (uno para papá y uno para mi hermanita) y decidí dejárselos a cada uno en su cuarto. Fui al cuarto de mi hermana y dejé el estuche en su mesita junto a la cama, le había comprado una hermosa medallita. A papá le había comprado un reloj, e hice lo mismo en dejárselo en su mesita de la cama. Entré al cuarto de papá y coloque la caja junto a su cama. Ahí en la mesita había una foto de él y mi hermanita, él abrazándola por detrás con sus brazos cayendo sobre los hombros de mi hermana, se notaba esa felicidad. Empecé a curiosear la habitación, sobre el mueble de la televisión había más cuadros de ellos dos, se notaba que salían de paseo varias veces y me alegraba saberlo, tal vez así papá compensaba las buenas calificaciones que mi hermana tenía. También me encantó un ramo de flores que estaba ahí, rosas frescas y pequeñas pero que llenaban la habitación de ese olor que tenían. Olí un par de ellas y me generó mucha paz, me di cuenta que debajo del jarrón que tenía las rosas había una pequeña hoja doblada. La tomé y desdoblé, “ para la niña de mis ojos. Amo tener a la hija más hermosa e inteligente del mundo” decía la hoja. Definitivamente papá era feliz con lo bien portada que era mi hermana.
Antes de salir, por curiosidad y sin pensar eché un vistazo al ropero, abrí las puertas y dentro había muchos vestidos pequeños colgados. ¡Guau! No pensé que mi hermana guardara su ropa aquí. Posiblemente no tenía espacio.
– “ habrá que comprarle un nuevo mueble” pensé.
La mayoría de su ropa eran vestidos de vuelo, cortos, que posiblemente le llegaban hasta el muslo o poquito más cortos, y algunos de tirantes pequeños y se notaba que un poco escotados, algo que no preocupaba ya que el escote aún no marcaba el pecho de mi hermana. Eran como 15 vestidos. “Nunca pensé que le gustara tanto usar ropita así a mi hermana”
En la parte debajo del mueble estaba sus zapatos. Huaraches lindos, de brillos, y sí, había zapatillas, no con tacon alto obviamente pero si tenían un tacón considerable. Sorprendida de saber que mi hermana ya pudiera andar en tacón. A mi me costó un mundo a corta edad. En un cajón asomaba algo de color rosa, lo abrí y era cajón de ropa interior de mi hermanita, lo curioso es que descubrí ahí un par de tangas. Pero… ¿por qué? ¿Tangas para mi hermana? ¿Y en el cuarto de papá? Empecé a preocuparme. ¿Que era todo eso? Cálmate, cálmate, pensé. No debe ser algo raro. Tranquila.
No dije nada, volvieron solamente papá y mi hermanita, habían ido de compras para la comida y alguna otra botana. No pregunté ni por la amiga de papá.
Todo eso me daba vueltas, cosa que me hacía dormir hasta la madrugada. Y esa primera noche, escuché un par de veces la puerta cerrarse, aunque no supe bien si era el cuarto de papá o de mi hermana. Y no pude más, la duda me comía.
Una mañana decidí un plan, y consistía en dejar mínimo un radio encendido en la habitación de papá, escondido por supuesto. Y le comenté que me quedaría en casa de una vieja amiga que estaba feliz por saber que estaba de vuelta y haríamos pillamada. Él se mostró feliz e incluso mi hermana me insistía en que me fuera pronto para que la pasara contenta el mayor tiempo posible con mi amiga. E quedé cerca de la casa, en un viejo hotel que era un poco barato. Como a las 9 de la noche encendí la radio que yo llevaba. Nada… no había nada de ruido. Justo a las 11 se escuchó un tronido, me imagino que fue la puerta. Pero… solo se escuchaban susurros. Susurros y nada más que susurros. Posiblemente la radio había fallado. Sin preámbulos salí a esa hora del hotel, camine apresuradamente hasta casa, porque realmente ese hotel estaba cerca de la casa, y entré sigilosamente. No, tampoco había ruido, pero la sala, cocina y comedor ya estaba a oscuras. Subí escaleras… y el resquicio de la puerta de papá estaba iluminado. Pegué el odio a la puerta, escuchaba a mi hermana quejarse. ¿Qué demonios?
—Te amo, hija.
–yo… igual… papi
Abrí.
Los dos completamente desnudos. Mi hermanita encima de él. Apenas y su cuerpo pequeño cubría la parte de la pelvis de papá. Pero estaba sentada sobre el, con sus ojitos cerrados pero cabalgando para enfrente y para atrás sobre el pene de papá. El la penetraba y sus manos cubrían en su totalidad las nalgas de mi hermana.
–¡Lucia!
Gritó mi papá al verme, aventando a mi hermana a un lado y su pene saliendo y balanceándose fuera ya de mi hermana.
–pero qué demonios, papá. Que diablos es esto…
No pude ver más esa escena y salí de ahí.
–oye, oye… Lucia
Alcancé a escuchar a papá pero no me siguió. Salí de la casa y mis lágrimas no pude contenerlas más. Me regresé al hotel, lloré. ¿Qué era todo eso?
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