Pues sí, era raro ver a mi hermanita pequeña ahora como mi madre.
Regresé a casa y dejé de hospedarme en ese hotel económico. Al final, me resigné y terminé aceptando la relación entre papá y mi hermana. Total, a papá lo veía feliz y trataba con mucho cariño a mi hermanita, además, era también su hija.
Los días pasaban y ese enojo que me habían provocado terminó por disiparme y nos llevábamos muy bien. Yo conseguí un empleo de corte de pantalones. A veces salía muy tarde, a veces medianamente temprano.
En una ocasión el paquete de pantalones que estaba a mi cargo terminó pronto y logré salir a las 2 de la tarde. Pase por compras que me hacían falta y regresaba a casa. A estas horas mi hermanita ya tendría que estar en casa después de su escuela.
Llegué y entré con toda calma, sin intuir nada, y efectivamente mi hermanita ya estaba en casa, solo que papá también, ya no había regresado a su trabajo, y los dos estaban en la sala. Ni siquiera me escucharon entrar. Mi hermana se había soltado su cabello, llevaba aún el uniforme escolar, bueno, el pequeño sueter estaba en el respaldo del sofá, y su camisa blanca tirada en el suelo, eso sí, tenía su falda puesta y sus calcetas blancas que le llegaban a la rodilla también puestas. Estaba sentada de frente, frente de papá, sobre él y cara a cara. Papá sentado en el sofá, solamente con su camisa puesta pero desabotonada, de lo demás, toda su ropa aventada en toda la sala. Tenía a mi hermana sentada sobre él, y sí, mi hermanita jadeaba, jadeaba y se movía enfrente y atrás sobre papá. Sus manitas de ella sobre la nuca de papá. Estaban teniendo sexo, y lo estaban disfrutando bastante. Estaban tan concentrados que nunca me vieron pasar.
Subí a mi recámara. “¡Dios! Esto es lo que me va a costar” pensé. Pero traté de normalizarlo. Salí un poco a escucharlos y espiarlos.
— ay, papi, me gusta mucho
— a mi también, mi vida. Te amo. Siempre te voy a hacer sentir esto, mi niña, siempre lo haremos, ¿ok?
— sí, papito. Yo sí te amo más que mamá te amó.
— Te amo, hija, te amo te amo…
Y se fundieron en un beso mientras mi padre la seguía penetrando lentamente.
Entré de nuevo y hasta ahí también se escuchaban los jadeos de mi hermana.
— oigan, al menos háganlo cuando yo no esté aquí, vale. — les dije esa tarde a la hora de la cena.
— perdón, hija, no sabíamos que ya habías llegado
— Lu, perdónanos, no te enojes, hermanita. — me respondió mi hermana.
Los días seguían su curso y ayudaba a seguir acostumbrándome. Papá seguía feliz, y lo demostraba comprándole ropa muy linda a mi hermanita. Vestidos floreados, de vuelo, y a mi hermana le gustaban bastante. Algunos muy cortitos, total, a ella no se le veían nada mal, aún era pequeña y en la calle todos la veían normal. En casa también los usaba, y tenía algunos con escote, aunque aún no se le notarán los pechitos. Pero ella era feliz al usarlos en casa.
Dos meses después, papá me llamó mientras realizaba unas compras en el supermercado. Me dijo qué esa noche habia preparado una bonita cena para los tres. Teníamos qué ponernos bonitas. Yo opté por ponerme un vestido que llegaba a la altura de mi muslo. Total, si mi hermana usaba esos vestiditos, yo también podía hacerlo. En conjunto unas zapatillas de punta alta color negras. Me maquillé ligeramente y esperé la hora. A las 8 papá nos llamó a la cocina. Había comprado pollo al carbón, olía delicioso.
–Hola, papá. Qué rico huele. — le dije sentándome en la silla ya frente a la mesa. —¿Y mi hermana?
— Me dijo que preparara todo y salía en un ratito de su cuarto.
Diez minutos más tarde salió. Realmente preciosa. Papá le había comprado un bonito vestido para esa noche. Muy cortito, arriba del muslo para ser exacto, con escote y tirantes delgaditos aunque sus pechos aún no se desarrollaran. Traía una coleta hecha en su cabello y por primera vez la veía con labial en sus labios. Traía unos bonitos huaraches negros. Para su edad era difícil encontrar zapatillas.
—¡qué bonita! ¿Cómo te arreglaste tan bien y desde cuando aprendiste?
— papá me ha enseñado. Yo he querido siempre verme bonita para él y le pedia siempre ayuda, ¿verdad, papi?
—si, mi vida. Quien más si no es tu padre el que te enseñe para que siempre estés preciosa. Y bueno, a comer.
Terminamos de cenar y papá llevó los platos sucios al fregadero. Sacó del horno una rica tarta que había hecho y apagó las luces. Había preparado cuatro velas en la mesa y las encendió.
— bueno, Lucia, quiero que seas parte de este momento. —me dijo. — y sobre todo espero que no me mates y puedas comprender. No quiero hacerte un lado. Hice esta cena porque es un momento muy especial para mí y quiero que lo sepas abiertamente.
Mi hermanita y yo estábamos sorprendidas y no sabíamos a lo que se refería. Papá se levantó, metió la mano a su bolso y sacó una cajita. Camino y se detuvo frente a mi hermana. Se hincó.
—Mi niña, mi Danielita, me gustaría casarme contigo y que seas mi esposa.
Abrió la cajita y era un anillo. Brillaba bastante. Yo… yo no podía creer lo que estaba viendo.
—papi yo ya soy tu esposa.
—si, pero ahora quiero que sea de a de veritas, mi amor. Que nos casemos de verdad.
—si, papi sabes que sí, que quiero estar donde mi mamá ya no estuvo y besarte mucho y sentir rico cuando nos vamos a la camita.
Papá volteó a mirarme:
—Lu… por favor…
Hizo su cara de ruego y tristeza.
—Ay, papá. Yo ya no sé ni en dónde vivo. Esto es una locura. En fin, qué más me queda. —me resigné.
—Gracias, hija por entendernos. Te prometo que cuidaré siempre a tu hermana. A ambas.
—¿y cómo piensas casarte, papá? —le espeté.
—¿recuerdas a Enrique? Mi amigo de la empresa. Pues… es el único que sabe todo realmente. Es juez y… accedió a casarnos con la condición de convercer al jefe que lo suba de puesto.
—Es una buena persona, Lucia —dijo mi hermanita— el nos quiere igual mucho y no se enoja que papá y yo seamos novios. También puedo besar a papá frente a él y no pasa nada.
—en dos semanas aquí en la casa, hija.
—ok. Ahora bien, me voy a mi cuarto. Cada día me sorprendes más, papá. —le dije saliendo rápidamente de la cocina.
Y sí, al final no iba a poder evitar que eso sucediera. ¿Acusarlos? No. Solamente iba a provocar una ruptura amorosa y a mi hermanita eso le dolería bastante. Ahora sí era un hecho y decidí aceptarlo.
Una semana antes de la boda, fui a un centro comercial y entré a las tiendas de ropa. Como a mi hermana le encantaban los vestidos, decidí que como regalo de bodas le compraría algo como eso. Anduve deambulando una hora hasta encontrar el que estaba buscando. Un vestido pequeño, de vuelo, que tenía colores y figuras en tono pastel, de pequeños tirantes como le gustaban a mi hermanita y cortito que le llegaría a la mitad del muslo. Busqué su talla y y pagué.
El día de la boda efectivamente solo estuvo Enrique, el amigo de papá y yo. Además obviamente de mi padre y mi hermana. Mi padre se había puesto un traje completo, y le había comprado a mi hermana un vestido blanco, liso y ligero a juego con unos zapatos blancos de tacón pequeño. Se veía muy linda.
Enrique dio todo el protocolo vestido también de traje
—puedes besar a la pequeña novia, amigo. —fueron sus palabras finales.
Papá besó a mi hermanita. Un beso pequeño que duró un par de segundos y enseguida la cargó para abrazarla felizmente. Enrique y yo aplaudimos y los felicitamos.
—¿qué sientes de tener una nueva mamá? —me preguntó Enrique en un momento a solas mientras papá preparaba unas bebidas en la cocina.
—Es rarísimo, ¿sabes? Creo que nunca me acostumbraré a decirle mamá a mi hermana menor.
—Lo sé. Si algún día no soportas estar en casa, dime y vamos a dar la vuelta.
—probablemente te acepte la salida jeje.
—de acuerdo, por mí encantado.
Le entregué el regalo a mi hermana, diciéndole que lo estrenara en un momento especial. Esa misma noche a oídos también de Enrique, papá y mi hermana Daniela nos dijeron que se irían de luna de miel. 3 días en la playa. Total, cosas así ya eran normal en casa. Ya les platicaré lo que sucedió durante su luna de miel
Me gusta, seria bueno que escribieras más escenas de ellos teniendo sexo o más extendidas. Continúa con la historia
Muchas gracias por la opinión. De verdad es bien recibida y claro que sí, se viene la luna de miel entre este padre y su pequeña niña