Mi nueva pareja, mi hija y yo. Continuación
Seguimos con más experiencias surgidas a partir de conocer a un nuevo hombre con el que compartir mi vida.
Después de lo acontecido en el anterior relato, con mi nueva pareja y mi hija, y las expectativas que se nos abrían, que acabaron por cambiar nuestra vida por completo, porque sucedió algo que yo nunca me hubiera imaginado cuando le conocí.
Mi nueva pareja, Paco, me sorprendió contándome todas esas experiencias que había tenido cuando estaba casado con su anterior mujer y esas relaciones que entablaron con otras familias de mente abierta en esas reuniones tan morbosas que disparaban mi imaginación.
Él hacía tiempo, desde que se había quedado viudo, que no frecuentaba esos contactos, pero al estar ahora en pareja conmigo y con mi hija, se le abrían las puertas de nuevo a ese mundo, una vez que nosotras le habíamos dado nuestro consentimiento para conocer a esas familias.
Tal como me había dicho, todavía mantenía el contacto con una de esas familias, que tenían un hijo y una hija, ya más mayores que la mía, pero a mí me causaba mucho morbo conocerlos y empezar a entrar en ese tipo de relaciones, porque me confesó que cuando les habló de la nena, tuvieron mucho interés en que nos juntáramos para conocernos, ya que parece ser que cuando tienen estas edades son las favoritas para compartir, debido al poco tiempo que dura esa edad mágica para algunos, entre la preadolescencia y adolescencia, aunque siempre hay otros con gustos diferentes.
Así que un día nos presentamos en su casa, yo muy nerviosa, por mi parte, y mi hija más expectante por esas nuevas experiencias que iba a tener sin ser todavía muy consciente de ellas.
Paco nos presentó a Pedro y Alicia, que era bastante más joven que él, muy atractiva y sensual al hablar, mientras que su marido era de una edad parecida a Paco, y por esos tenían más sintonía entre ellos, pero los dos fueron muy amables y cariñosos con nosotras para que estuviéramos cómodas desde el primer momento.
Mientras mi hija Sheila se quedaba con los hijos de este matrimonio, Cristian y Janina, su madre Alicia, se quedó hablando conmigo mientras los hombres se pusieron a hablar de sus cosas, y ella empezó comentándome:
—Me encanta conocer a nuevas familias con esta mentalidad para disfrutar unos de otros sin límites.
—Yo hasta hace poco desconocía completamente que hubiera familias como la vuestra, pero Paco empezó a contarme y casi ni me lo creía.
—Pasamos muy buenos momentos con él en el pasado, pero desde que se quedó viudo, andaba un poco deprimido el pobre, aunque ahora, al conoceros a vosotras ha vuelto a ser el que era, una persona maravillosa y muy cariñosa.
—Sí, mi hija está encantada con él, aunque ella ya tenía sus experiencias con mi exmarido, pero yo lo desconocía por completo.
—¡Qué rica! Empezando pronto a disfrutar ya. Muchas mamás son las últimas en enterarse, pero tu hija es un encanto. Se lo va a pasar genial aquí. Las nenas de su edad son la debilidad de mi marido y está muy agradecido a Paco por traeros aquí. Pero dime, tú eres nueva en esto… ¿Qué te atrae especialmente?
—Pues todo, no sé decirte… Me da un poco de vergüenza, pero desde que me lo dijo Paco, me encantaría estar con tu hijo.
—Claro, mujer, Cristian es muy guapo y está en una edad divina. Disfrutarás un montón con él —su madre le llamó para que se acercara a nosotras.
Cuando llegó, Alicia le bajó el pantalón de chándal que tenía, dejando a mi vista su polla totalmente depilada, lo que le daba un toque más morboso todavía:
—Mira que hermosura… Es que te dan ganas de comérsela toda. Yo soy adicta, jaja —me decía su madre, entusiasmada.
—Sí, ¡uuufff!, una maravilla —le dije, meintras se la agarraba con la mano—. Bueno, no te pregunto desde cuando se la comes, porque me imagino….
—Desde pequeño, empecé a metérmela en la boca. Yo creo que le ha crecido tanto por eso, jaja.
—¡Mmmm! Si yo hubiera tenido un hijo, no sé si habría hecho lo mismo que tú. Bueno, hace años supongo que no, pero ahora la tentación sería muy grande.
—No hay que resistirse a las tentaciones, mujer. Eso lo aprendí yo hace mucho tiempo y nunca me arrepentí. Tienes que dejarte llevar y disfrutar de lo que te ofrecen…., así, sin más. Así he educado a mis hijos también.
La polla de Cristian en mi mano ya había alcanzado su total erección, lo que la hacía más irresistible todavía para llevármela a la boca y con la confianza que me había dado su madre, no dudé en hacerlo, un poco para mi sorpresa, por ser tan atrevida, pero las ganas eran más fuertes que mi turbación, así que empecé a degustar esa hermosa polla adolescente que haría las delicias de cualquier mujer, como llevaba tiempo haciendo las de su madre, algo que excitaba mi morbosidad recién explotada por mi nueva pareja.
Mi mamada a ese chico era presenciada por su madre, orgullosa de su hijo y excitada por verme a mí disfrutando de él, de tal forma que mi boca causó sus efectos en ese miembro que empezó a disparar su semen dentro de mí, ofreciéndome ese sabor diferente que tiene el semen de los jovencitos:
—¿Te ha gustado? —me preguntó Alicia.
—Me ha encantado, es delicioso, fíjate que hermosura, —le mostré la polla de Cristian a su madre todavía hinchada y brillante por los restos de semen y saliva en su glande todo enrojecido.
Desde luego, el aspecto del chico aniñado, resaltado por su pubis depilado y su delgado cuerpo, en el que destacaba esa jugosa polla que no dejaba de apuntar al cielo, era una imagen muy morbosa para dos mujeres maduras como nosotras y según su madre, era la debilidad de alguna amiga suya con la que lo había compartido en esas reuniones habituales en su casa.
Ante la persistente erección del chaval, le dije a su madre:
—Quiero que me folle ahora…..
—Por supuesto, no te prives de lo que gustes. Túmbate en el sofá o ponte como quieras, que él te la va meter bien rico.
Me tumbé en el sofá, abriéndome de piernas y ofreciéndole a Cristian mi coño abierto para que me follara. Enseguida se tumbó sobre mí y empezó a bombear, primero con suavidad, pero luego golpeando duramente mi encharcado coño en el que chapoteaba su polla de forma rítmica hasta hacerme llegar a un intenso orgasmo que me hizo gritar, haciendo voltear las miradas del resto de la familia hacia lo que estábamos haciendo.
—¿Te gusta cómo te monta mi hijo? —insistía Alicia, a la que parecía excitarle especialmente ver a su hijo con otras mujeres.
—Siii, me encanta. ¡Qué joya tienes en casa….!
En uno de los sillones del salón de su casa, Pedro tenía sentada en sus piernas a mi hija, y mientras hablaba con su amigo Paco, él la acariciaba con las manos bajo su vestido:
—Ya te decía yo que era una delicia esta cría —le decía Paco.
—Sí que lo es, está en la edad perfecta para sobarla sin descanso. Estoy notando como se calienta y se le moja la rajita.
—¿Cuánto hace que no tienes a una así encima? —le preguntó mi pareja.
—Una como esta, hace tiempo ya. Mi hija va siendo mayor y ahora ya no nos juntamos con tantas familias como antes, como cuando venías tú con tu mujer, pero sí que tuvimos algo con una pareja joven que tenían una niña, aunque era demasiado pequeña para joderla todavía.
—Como echo de menos esas reuniones, amigo —le decía Paco, con nostalgia.
—Bueno, al menos tienes a esta ricura en casa, y has tenido mucha suerte de que su madre te deje estar con ella.
—Sí, jaja, la he metido el morbo en el cuerpo y creo que nos va a sorprender a todos. Fíjate que viciosa se la ve con tu hijo…
—Ya veo. Bueno, a todas las mujeres de su edad les vuelve locas mi hijo, aunque la verdad es que para mí está muy rico también. Yo le como la polla también con su madre y tiene semen para los dos. ¿Te apetecería a ti?
—La verdad que sí. Hace tiempo que no me como una polla, sobre todo de estos chavales.
—Bueno, a su tiempo, primero vamos a disfrutar de esta criatura que me has traído.
Pedro fue desnudando a mi hija, observándola con detenimiento:
—A ver como tienes el coñito, cariño.
Le abrió las piernas y pasó su mano por la vagina mojada de mi hija que ya reaccionaba a tantas caricias, mientras le abría la vagina con los dedos:
—¡Qué cosa más tierna! Me encanta. Sujétamela, que se la voy a comer un poco —le dijo a Paco.
Mi pareja sujetó a mi hija con las piernas abiertas para que Pedro empezase a lamer su vagina abierta para él, que ya rezumaba sus jugos, extasiándose con su sabor, mientras se pajeaba al hacerlo, pero mi pareja me sorprendió al verle llevarse a la boca la polla de su amigo y empezar a mamársela con ganas mientras él le comía el coño a mi hija, por lo que le dije a Alicia:
—No sabía que a Paco le gustaran tanto las pollas también.
—Sí, cuando venía por aquí, los dos se daban sus buenos banquetes, jaja —me decía Alicia, divertida.
Todo estaba siendo demasiado morboso para mí, ya que no estaba nada acostumbrada a ese tipo de reuniones familiares, llenas de vicio y de esa depravación que me hubiera parecido todo esto hace prácticamente un año.
—Todos los que participamos en esto solemos ser bisexuales, porque no se pueden desaprovechar todas las oportunidades para disfrutar, y al final el sexo es solo sexo, da igual con quien estés. Por naturaleza, todos somos bisexuales, lo que sucede es que por prejuicios, no dejamos desarrollar en nosotros esas otras facetas de nuestra sexualidad —me aclaraba Alicia.
Yo pensé que ella tenía razón, y una vez metida en este mundo, no veía problema para disfrutar igualmente de un hombre que de una mujer, aunque yo nunca había tenido experiencias con ninguna, pero Alicia ya había empezado a tocarme mientras veíamos la excitante escena que nos estaban proporcionando.
Sus dedos masajeaban mi vagina y chupaban mis tetas hasta llevarme a ese punto en el que yo también empecé a acariciar su cuerpo, poniendo por primera vez mis dedos en el coño de otra mujer, recreándome con su jugosidad y esa carnosidad que me invitaba a degustar para saciar mi curiosidad, así que puse mi cabeza entre sus piernas para empezar a lamer todo eso que tanto gusta a muchos hombres.
Al principio con algo de prevención, por ser algo nuevo para mí, pero poco a poco, ese aroma que desprendía su excitada vagina me fue haciendo meter mi lengua más dentro de su coño, presionando su clítoris con mis labios, haciéndola gemir más intensamente, a la que estaba siendo mi anfitriona en estas nuevas experiencias para mí.
A pesar de ser mi primera vez comiendo un coño, no debí hacerlo tan mal, porque Alicia empezó a orgasmar con mi lengua metida en su coño, lo que a mí me excitó más todavía, y me volteé para permitir que ella se amorrara también al mío y dedicarnos un 69 de lo más lúbrico, ofreciendo ahora nosotras ese morboso espectáculo a los demás.
Mientras tanto, mi pareja y Pedro seguían deleitándose con mi hija, a los que se unió su hija Janina para disfrutar de los dos hombres y también de la cría a la que empezó a besar haciéndose un hueco entre ellos y sumando un coño más para degustar por esas lenguas ansiosas de carne fresca.
Janina empezó a acaparar la atención del amigo de su padre, que se quedó solo con mi hija Sheila para disfrutarla a su antojo, primero haciendo que le chupara la polla y luego intentando metérsela en su coño sabiendo que ya había sido follada por mi pareja y que no tendría muchas dificultades para montarla sin muchos miramientos.
Mi pareja empezó a hacer lo mismo con Janina hasta que la experta hija del matrimonio hizo que se corriera antes de lo que hubiera deseado, pero aprovecho ese descanso para ponerse a mamar la polla de Cristian, que también se había sumado a ellos, a la vez que su hermana hacía lo mismo con Paco, para provocarle una nueva erección con la que repetir la follada con ella o con su madre, ya necesitada de una buena polla después de la sesión de sexo lésbico conmigo.
Así fueron sucediéndose los encuentros entre unos y otros, sin importar sexo ni edades, aunque Pedro seguía follando con entusiasmo a mi hija, aprovechando esa ocasión que hacía tiempo que no se le presentaba.
Luego, su hijo Cristian le tomó el relevo, poniéndose a follar analmente a la cría, sorprendiéndome que ella no pusiera ningún reparo a ello, ya que mi pareja también había disfrutado de ella por ahí y ya tenía su culo dilatado y dispuesto para cualquier penetración.
Al terminar, por puro cansancio, seguimos hablando entre nosotros, invitándonos a una nueva reunión en la que tirarían de viejos contactos para conseguir nuevos invitados:
—Llamaremos a esa pareja joven que conocimos, y que vinieron con esa cría que te decían que en aquella ocasión, todavía era pequeña para joderla —decía Alicia a su marido—, pero ya han pasado dos años de eso y debe ser una ricura ya, experimentada en todo, conociendo a sus padres, y a ver si podemos traer a más gente que os van a sorprender especialmente —nos decía Alicia..
Pasados unos días, Paco me dijo que Pedro y Alicia habían preparado una nueva reunión en su casa y que nos esperaban para el fin de semana.
Yo esperaba que solo hubieran llamado a esa pareja de la que nos hablaron, con su hija, pero al llegar me sorprendió verlo tan concurrido:
—Menuda sorpresa, Alicia —no me esperaba a tanta gente.
—Cuantos más seamos, más se disfruta. Ya lo veréis.
Y nos los fue presentando:
—Estos son la pareja de la que os habíamos hablado, Angélica y Juan Luis y fijaros que ricura de nena, Susi se llama, que ha crecido una barbaridad desde la última vez.
Yo me fijé en lo guapo que era Juan Luis, al igual que su mujer y su hija Susi, que tenía una luz especial y un brillo en los ojos, de la que me llamó la atención la barriga que tenía, aunque no se me pasaba por la cabeza lo que su madre me dijo en voz baja:
—Es que la cría está preñada. Ya sabes cómo son estas cosas, con su padre todo el día jodiéndola, fue inevitable.
Yo quise aparentar la mayor naturalidad posible ante sus palabras, aunque supongo que ella se dio cuenta de mi estupefacción, y me dijo:
—No es tan sorprendente. Cualquier día puede pasarle a la tuya, teniendo a un hombre en casa….
—Bueno, espero que no…. Todavía es muy joven para eso —le dije, un poco asustada por esa posibilidad.
—Pues ahora su padre disfruta un montón con ella en este estado. Seguro que tu pareja también desearía preñar a tu hija.
Paco, que estaba escuchándola no se atrevió a decir que le gustaría embarazar a mi hija, pero miraba con ojos de deseo a Susi, e intentó salir del paso:
—Eso tendré que hablarlo con ellas, pero de momento voy a probar con Susi, para ver lo que se siente con una cría de esta edad embarazada.
—Te sentirás en el cielo —añadió Juan Luis.
Pedro y Alicia continuaron con las presentaciones, como la de otra pareja de más edad que estaban por allí:
—Estos son Brant y Elba. Son alemanes pero llevan mucho tiempo viviendo aquí. Y este es su encantador hijo Albert. Ya nos conocemos ¡eh! —le dijo Alicia con ironía, debido a su complicidad.
Con tantas presentaciones, todavía no me había dado tiempo a fijarme en una niña pequeña, que estaba con un señor mayor, un poco apartados del resto, pero a los que nos acercamos, volviendo a sorprenderme nuevamente Alicia con lo que me dijo:
—Esta preciosidad es Editha, que es hija de Elba y de…., bueno, de su hijo Albert, que preñó a su madre.
—¿Cómooo….? —Exclamé yo, perpleja, sin poderlo evitar.
—Sí, jaja. Ellos lo llevan con naturalidad. Están más acostumbrados a estas cosas que nosotros.
Pero si esta sorpresa ya no era poca cosa, todavía me sorprendí más al ver que el señor que estaba con Editha era un…. Cura, y así me lo presentaron.
—Y aquí está el padre Nicolás, de la Parroquia del barrio, que es un viejo amigo y que no podía faltar en estas reuniones.
La verdad es que yo no era muy asidua a ir a la Parroquia, pero si me sonaba de ver a ese hombre por el barrio, aunque nunca me hubiera imaginado que fuera a conocerlo en ese lugar, pero me saludó afectuosamente:
—Encantado, hija. Ya me ves, vengo directamente de la Parroquia y no me ha dado tiempo ni a cambiarme, pero me he fijado que venís con una nena. A mí me encantan los críos y mis buenos amigos Pedro y Alicia siempre me obsequian con algunos “regalitos” —me dijo mientras sonreía maliciosamente.
Mientras hablaba con nosotros, no soltaba de la mano a la pequeña Editha, a la que estaba sobando a su gusto con su complacencia y la de sus padres, añadiendo:
—¡Veis! La acabo de conocer y ya somos muy buenos amigos —¿verdad, cariño?
La verdad es que resultaba chocante ver a ese hombre totalmente desinhibido babeando con aquella cría, mostrando su parte más libidinosa y viciosa, pero a la vez nos abría la puerta del morbo más transgresor que se podía vivir en un lugar así.
Como cada cosa que veía me sorprendía más, Paco quiso aclararme:
—No es tan extraño ver a curas y miembros de la Iglesia en estos lugares. Yo ya me he encontrado a varios, cuando los frecuentaba con mi mujer.
Ahora ya solo faltaba entrar en acción, como decía yo, y dejamos que el padre Nicolás siguiera jugueteando con Editha, mientras Paco se interesó por el embarazo de Susi, preguntando a su madre como lo llevaba:
—De momento muy bien. Tuvo sus molestias, pero el Ginecólogo nos dijo que todo iba perfecto a pesar de su edad, aunque nos aconsejó que la nena no tuviera demasiado sexo, pero ella es la primera que no le hace mucho caso, jaja.
—¡Vaya! Debe de ser un Ginecólogo de mucha confianza, porque no sé si atenderá a muchas niñas como tu hija.
—Sí, es muy amigo de mi marido y juntos tuvieron sus aventuras, jaja. Pero no te creas, nos dijo que ya le habían llevado a varias nenas jovencitas embarazadas para que las supervisara y que normalmente el padre suele ser alguien muy cercano a ellas.
—Ya, eso ya me lo imagino, claro…. Le dijo Paco.
También ví que Brant se ponía a hablar con mi hija, a la vez que la acariciaba, pero Alicia y Elba me llevaron con Albert, que ya parecía dispuesto a atendernos a las tres.
Albert era un chico alto y bien formado, para su edad, sin un solo vello en su cuerpo, un auténtico caramelo para mujeres entradas en años y tan viciosas como me estaba convirtiendo yo, que no deseaba otra cosa que empezar a comerle la polla, aunque mi pudor me impedía lanzarme impulsivamente y siguiendo el juego morboso de las otras dos más experimentadas que yo, empezamos a besarle y acariciarle, metiendo nuestras manos bajo sus ropas, que le fuimos quitando, hasta que yo metí mi mano en su pantalón y me encontré con una polla dura que no lograba abarcar con la mano:
—¡Uuufff!, ¿Qué tienes aquí?
Al bajarle el pantalón, me encontré con una hermosa polla que no podía creerme que tuviera aquel chaval, y cuando miré a su madre con incredulidad, me dijo:
—Está fantástica, ¡eh!
—Desde luego. Ya me imagino lo que disfrutarás con ella…..
—Sí, siempre la tuvo de buen tamaño. Alicia lo sabe bien, jaja.
Yo estaba como loca por probar eso…
—Tú no te prives, todo tuyo —me dijo su madre.
Se la empecé a pajear, hasta que la probé con mi lengua, apreciando ese calor que desprendía y la sensación en mi boca de esa carnosidad que la llenaba, mientras el gusto empezaba a recorrer mi cuerpo, cuando empecé a notar las caricias de Juan Luis, que había dejado a su hija con Paco, y ahora quería cobrarse el intercambio con ese morbo que mostraba en cada cosa que decía:
—¿Quieres que te monte el chaval?
—Sí, estoy chorreando ya.
—Pues ponte ahí, abierta como una perra, para que te joda —añadió, muy excitado.
Yo me tumbé en el sofá y Albert se puso sobre mí, poniendo su polla en mi coño y empezando a follarme a fuerte ritmo, con esa fogosidad de su edad, que a mí me arrancaba mis primeros gemidos, cada vez más fuertes y continuados hasta que llegó mi primer orgasmo antes de que él se corriera abundantemente en mi interior.
Esta sensación de tener a un chaval como él encima de mí jodiéndome me llenó de un morbo y perversión como no había tenido en mi vida, ni incluso con los juegos de mi hija con hombres adultos que ya me habían indicado que yo era una mujer mucho más perversa de lo que hubiera imaginado, pero ahora estaba claro que había iniciado un camino que me hacía ver que siempre habría algo más que desearía ver o hacer.
La madre de Albert luego compartió conmigo los restos de semen que seguían saliendo de la polla de su hijo, mostrándose orgullosa de que yo lo hubiera disfrutado tanto como ella lo había hecho a lo largo de su vida, transmitiéndome ese vicio por lo prohibido que tantas satisfacciones nos podía dar si nos atrevíamos a transgredir ciertas normas sociales.
En eso eran unos maestros este matrimonio alemán, acostumbrados toda su vida a vivir al margen de estas imposiciones o normas morales que nos imponían, y que por su tradición familiar, no había tenido ni siquiera que dar ese paso de liberarse de ellas, ya que siempre lo vieron como algo normal transmitido ya por sus padres.
Ante mi asombro, Brant y Elba me contaron sucesos de su vida que me dejaban la boca abierta, como el que me contaba ella:
—Mira, en nuestro país es normal que los padres dejen tener sexo a sus hijos con sus novios o novias, ya desde niños casi, y como nosotros nos conocemos desde que íbamos al Colegio, nos hicimos novios y cuando él venía a mi casa, nos metíamos en la habitación para follar.
—¡Vaya! Mira que bien. La verdad es que es mejor así, que no andar por ahí buscando sitio para hacerlo, ¿no?
—Claro. Nosotros lo vemos así. Además Brant ya sabía que mi padre me follaba también y a él no le importaba. Incluso alguna vez me lo hacían juntos, ya ves. Aunque bueno, mi madre también se encaprichó de Brant, jaja, y al final, acabábamos todos con todos…..
—Me encanta esa forma de pensar y de ver la vida. Aquí debería ser así también.
—Bueno, se va avanzando aquí también. Míranos aquí a nosotros, todos juntos….. —me decía Elba.
—Es verdad, pero es muy minoritario todavía.
—Ya, pero por lo menos vamos a disfrutarlo, ¿no?
—Pues sí, mira al Cura con tu hija, como se lo pasa… Si parece que hasta quiere meterle la polla…
—Jaja, sí, a la cría le encanta una buena sobada en su coñito, pero eso ya lo hemos hablado con él, que de momento haga lo que quiera con ella, que la sobe, que se caliente y que se corra donde quiera, menos follarla, jaja.
—Sí, se le ve entusiasmado con ella, pero supongo que querrá ser su padre el primero….
—No necesariamente. Lo hará en el momento adecuado, sea con quien sea. Tampoco es algo que tengamos que decir, tal día o con tantos años…. Eso depende de muchas cosas. La verdad es que ella ya tiene ganas, viendo todo lo que ve, pero yo prefiero esperar un poco más.
—Es normal. A mí me pasaría igual con mi hija, pero yo no podía controlarlo, porque ignoraba lo que pasaba con ella y con su padre, y luego con Paco viviendo en casa con nosotras, pero viéndolo ahora hubiera preferido que todo fuera más abierto, como en vuestra familia.
—Es lo mejor. El sexo es algo natural en todos nosotros y no debería ser algo tan privado, sino más abierto a todos, como otras necesidades que tenemos.
Como Brant nos dejó para irse con la cría embarazada, yo me quedé hablando con Elba de una forma más íntima, si cabe:
—Bueno, es un cambio de mentalidad a la que me voy haciendo, pero a veces cuesta un poco, pero me está encantando hablar contigo y me gustaría que me contaras más sobre todo eso, como por ejemplo, como os dais cuenta o reconocéis que otras familias son como vosotros y que hagan las mismas cosas.
—Pues mira. En Alemania tenemos nuestros Clubs, donde nos reunimos todas las familias que pensamos y disfrutamos de esta manera, pero fuera de ellos, cuando conocemos a alguna familia, hay ciertos detalles o señales que nos hacen ver que podríamos relacionarnos entre nosotros, aunque siempre con discreción, porque a veces todo eso no da el resultado buscado.
—Ya te entiendo. Os fijáis en cómo se comportan esos papás con sus hijos.
—Sí, a veces durante la conversación ya nos damos cuenta de ello, pero otras veces reconozco que es difícil hablar de ciertos temas con personas que conoces poco todavía, y es entonces cuando nos fijamos en ese comportamiento. Por ejemplo, hay papás y mamás que besan a sus hijos en la boca, recreándose en sus labios. Pues eso puede ser una señal y un tema para empezar a hablar sobre ello….. Otra señal, es cuando el papá tiene a su hija sentada encima de él, y si vemos que empieza a acariciarla de una forma en la que se nota que la va sobando cada vez más y viendo, sobre todo, la actitud de la cría, pues es otra señal, porque esto pueden hacerlo las mamás con sus hijos también.
—Ya, ya entiendo, pero claro, supongo que todo eso será con cuidado y viendo cómo reacciona la otra familia.
—Sí, claro. Es con eso que llaman “comunicación no verbal”. Si un papá hace eso con su nena delante de otras personas y nota que les incomoda o que le miran raro, pues deja de hacerlo, pero si nota esas caras de complicidad y de morbo en el papá de la otra familia, pues ya es un buen inicio para comentar el tema, aunque sea sin comprometerse demasiado, pero ya se notan esas caras de vicio. Nosotros hemos tenido anécdotas muy llamativas.
—¡Ah, sí! Cuenta….
—Pues hace unos meses. Estábamos charlando con la familia de una compañera del cole de Editha en la terraza de un bar. Los hombres estaban un poco apartados, y Brant tenía a la cría sentada en sus piernas mientras charlaba con el padre de la otra nena, que se llamaba Sofi y él cuando la tiene así, no puede evitar ponerse a acariciarle las piernas sobándola toda por debajo de la ropa, sin darse cuenta de que alguien le puede ver hacer eso y pensar mal.
—Claro, pero es muy frecuente eso, aunque lo hagan con discreción.
—Así es, se hace de una forma instintiva, pero a Editha eso le encanta y se pone cariñosa con su padre empezando a darle besos, y claro, el otro padre ya estaba poniéndose malo viendo todo ese manoseo, pero él no decía nada, solo miraba con cara de vicio, y eso lo nota muy bien mi marido, que para provocarle le preguntó si su hija era así de pesada y de cariñosa con él y el pobre le dijo que a veces se ponía también así.
—Yo creo que todas son así con los papás.
—No todas, las hay que son más despegadas o no están tan sexualizadas, pero hay que seguir sus ritmos y no forzarlas tampoco.
—Es lógico, pero vosotros tuvisteis suerte con la vuestra.
—Sí, verás….
Entonces Brant le preguntó si quería tenerla él encima un poco, que él tenía que ir al baño, respondiendo el otro sorprendido, que sí, que no tenía problema y cuando volvió del baño, antes de llegar, se quedó mirando un rato como el otro hombre estaba sobando a la cría todo entusiasmado sin que ella dijera nada.
—Se estaría aprovechando bien….
—Sí. Además como estaba anocheciendo no había mucha luz y podía hacerlo tranquilamente, pero al llegar mi marido, dejó de hacerlo, claro, aunque se le notaba que ya estaba empalmado y cuando quiso devolver la cría a Brant, él le dijo que no pasaba nada, que se quedara con ella y este hombre, poco a poco, yo creo que no se aguantaba ya, volvió a acariciarla otra vez viendo que mi marido no le decía nada.
—¡Buuffff! Menuda situación más morbosa, ¡no?
—Ya ves…. El otro estaba totalmente excitado y Brant le preguntó si la suya se dejaba sobar de esa manera también, a lo que el otro asintió, diciéndole también que su mujer se lo consentía y le dejaba hacer…. Y bueno, así empezaron a hacerse confidencias, mientras mi marido le decía que le metiera el dedo en la vagina y la masturbara, y ahí empezó a hacérselo, sacando el dedo de vez en cuando para chupárselo y mi hija, imagínate, ahí toda abierta, dejándose hacer y retorciéndose de gusto.
—¡Madre mía! Iríais después a un sitio más discreto.
—Sí, claro, nos llevaron a su casa, y allí ya te puedes imaginar…..Otra familia más con la que nos reunimos a veces.
Mientras tanto, el Padre Nicolás, aunque parecía que tenía acaparada a Editha, iba siguiendo con la mirada a Cristián y a Albert, ya que al parecer, chupar las pollas de estos chavales era otro de sus vicios ocultos y aprovechando que Cristian se había quedado libre, le llamó, añadiéndole a los juegos con la pequeña cría. Se veía que era un auténtico pervertidor y le encantaba fomentar el vicio de la jodienda entre los chavales, así que ahí Cristian le dio verga al cura, que le mamaba esperando que todavía le quedara algo de leche para él.
En la otra parte del Salón, Susi, la cría embarazada, estaba rodeada por los hombres que se turnaban para follarla por todos sus agujeros mientras ella disfrutaba de todas esas pollas a su disposición con auténtica lujuria, siendo ofrecida con orgullo por su padre, al que envidiaban los demás hombres por tener en su casa a esa criatura tan maravillosa para poder gozarla siempre que quisiera a lo largo de ese estado mágico del embarazo.
La casa de nuestros nuevos amigos se había convertido en una pequeña parte de esos sueños libidinosos que todos y todas tenemos alguna vez, pero que pocos pueden llegar a cumplir, algo que yo he descubierto ya a una edad avanzada, pero mi hija va a tener toda la vida por delante para disfrutar de ello en este nuevo mundo que mi nueva pareja nos ha abierto.
Excelente historia, no sé si todo es verdad o no, pero no sabes lo pegajoso que estoy, si me entiendes.
Seguiré tus historias cada vez que aparezcan y suerte y si es verdad todo eso.
Verdaderamente excitante. Que morbo tener y conocer familias así.
Quién pudiera…
No sé como pagar a Veronicca, por permitir que nosotros admiremos un poco de ese rico mundo interior y espero que en sus relatos comparta una que otra experiencia propia, este relato es toda una delicia, superando la primera parte.