Mi nueva vida con mi hija
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me presentaré, mi nombre es saul tengo 48 años y trabajo de profesor de artes marciales y también de entrenador personal en un gimnasio que tengo a partes iguales con un amigo.
Estoy divorciado desde hace 4 años y tengo una hija, Noemi, una ricura de niña de 13 años recién cumplidos que además de ser una belleza de ojos verdes preciosos, una melena negra azabache y un cuerpecito precioso por donde lo mires heredado de su madre, es graciosa y simpática como pocas.
Todo empezó una mañana que parecía como otra cualquiera hasta que tocaron a la puerta.
Yo me encontraba arreglando la bolsa de deporte porque estaba a punto de irme al gimnasio, fui a abrir la puerta era mi ex y mi hija, venían preciosas las dos.
-Hola papi (me abrazó y me dio un beso)
-Hola cariño, que hacés tan temprano por aquí (mi ex me traía a mi hija 5 o 6 días al mes por que ella se había ido a vivir a otra ciudad bastante lejos)
-sauli te la traigo hoy antes, mi ex-mujer a pesar ya de tener 42 años todavía rivalizaba con cualquier modelo de 18 años, estaba muy buena, yo cada vez que la veía solo pensaba en volver con ella pero lo nuestro, muy pesar mío, estaba acabado
-Bueno está bien, pero te tendrás que venir conmigo al gimnasio (le dije a mi hija con una sonrisa)
-Vale papi que bien lo vamos a pasar
-Bueno muchas gracias saul.
i eres un cielo (y con mucha suavidad me dio un beso en la mejilla que me supo a gloria)
A mi hija le entro la risilla porque yo me puse rojo como un tomate.
-Venga mami vete ya que yo me quedo con papi
-Chao los dejo
Mi mujer se fue y yo seguí preparando todo para ir al trabajo.
Mi hija salió corriendo para su cuarto donde guardaba su antigua ropa, al cabo de diez minutos bajo corriendo llamándome
-Papi, papi voy bien así a entrenar
-Yo me quedé mirándola como embobado (llevaba puesto unos shorts de algodón blancos de cuando tenía 11 años que hacia gimnasia artística, y por primera vez no miré a mi hija a su carita linda sino más abajo)
-¿No te queda un poco apretado cariño? (era una visión que a mis 48 años no creí que me pudiera gustar tanto, mi hija literalmente se tragaba la prenda, tenía un conchita que era una locura, nunca había visto unos labios tan marcados y tan bien definidos)
-Si papi pero es lo único que había, pero tampoco me queda tan mal no papi (con una sonrisilla pícara lo que pareció darse cuenta donde le estaba mirando)
Yo tragué saliva sin entender esa risilla y miré para otro lado como quitándole importancia
-OK vamos
Tengo que reconocer que mi ex también tiene una buena vulva muy gordita y marcada y eso me encantaba, pero el chochito de mi hija es espectacular.
-Vale papi a ver si me atrapas (y salió corriendo al coche).
Yo salí detrás de ella y también pude apreciar el culito tan bonito que le hacían esos shorts, redondito y respingón como el de su madre pero con 29 años menos.
Después de media hora de camino llegamos al gimnasio donde nos recibió Pablo muy alegre y jovial como siempre.
-Hola saul
-¿Qué tal Pablo? (dijo mi hija con una sonrisa de oreja a oreja)
-Mira si es la Noemi, ¿qué tal guapísima? como has crecido.
¿Qué vienes a hacer deporte con tu papi?
-Sí, con mi padre y contigo (dijo con una sonrisilla la cual no me hizo mucha gracia)
Pablo es el típico guaperas de gimnasio rubio y de ojos azules, que tenía a todas las chavalas a sus pies y, sinceramente, para eso estaba, para atraer a público femenino.
Yo ya me encargaba del resto.
-OK guapa, empezad los dos que termino de rellenar unas suscripciones y voy.
Subimos a la zona de las máquinas y mi hija me preguntó que por donde empezaba, yo le dije que primero teníamos que calentar y nos pusimos a ello.
Nos pusimos delante de los espejos, yo me puse detrás de ella y le enseñé a calentar los hombros y cuello, le subí los brazos y con sus piernas un poco separadas empezó hacer giros con los brazos, yo desde detrás tenía una visión perfecta de su culito y su chochito que se veía esplendido por el espejo, sus labios mayores gordos y bien formados se dibujaban a la perfección.
-Vale cariño, ahora vamos a cambiar, vas a abrir más las piernas y con la palmas intenta tocar el suelo (yo desde atrás no perdía detalle y me empecé a empalmar).
-Vale papi, así lo estoy haciendo bien o bajo más (todo me lo decía con una sonrisilla pícara como si supiera mis pensamientos).
-Muy bien, veo que no has perdido flexibilidad estos años (casi con la cabeza metida entre sus piernas me miraba riendo entre ellas).
Yo con la mirada puesta en el culo de mi hija y en su rajita, que no perdía su forma ni con esa postura, no me percate que ella también me miraba el pantalón que parecía que iba a reventar.
-Papi, ¿qué te pasa allí abajo? (con la carita roja y una sonrisa)
-Eh, nada, es que tengo ganas de hacer pipí, espera ¿vale?.
Rojo de vergüenza fui al baño donde me recibió uno de mis alumnos que se preparaba para dar la clase de la mañana de artes marciales , que empezaba en 10 minutos.
Tardé un tiempo hasta que se me bajo el empalme, y volví a subir a la zona de máquinas, donde me encontré a Pablo que estaba haciendo ejercicios de flexibilidad con Noemi, que estaba tumbada boca arriba con las piernas juntas en el aire y Pablo llevándoselas a la cabeza .
Pablo me miró y con un gesto me dijo que fuera.
-Mira saul cuanta flexibilidad tiene tu hija (y de un golpe le llevó las rodillas a los hombros y las dejó allí).
El short en esa postura se le abría por los lados, dejando ver parte de la vulva de Noemi, que no tenía ni un pelito, y por lo que veía tampoco llevaba calzoncitos.
Era una locura, ese chochito me estaba volviendo loco.
Pablo me miró como dándose cuenta de porque había tenido que ir al baño hace un momento y con una sonrisa me dijo:
-¿Estás ?
-Sí, eh Pablo, yo creo que ya puedes soltarle las piernas.
-Pero si a ella le encanta, mira.
-Si papi, me gusta hacer flexibilidad , es muy divertido (y con sus dos manos, que las tenía por dentro de sus muslos, se llevó los tobillos por detrás de sus hombros.
Esto hizo que se le saliera uno de sus labios completamente, por la tensión del short que se le metía en lo más hondo de su rajita)
-Vale, los dejo me, voy a dar la clase (muy a pesar mío tenía que ir a dar la clase)
Cuando me iba a ir cogí a Pablo del hombro y le pegué una mirada que fundiría el acero.
Pablo lo comprendió de inmediato, pero me soltó un tranquilo Saúl, no muy convincente.
-Vuelvo en 1h30, ¿ok?
-Vale saul, estate tranquilo, yo la cuido.
Después de dar la clase, regresé con mi hija, ya preparada para marcharnos, y cuando entré en la sala de máquinas vi una imagen que no olvidaré mientras viva.
Mi hija a cuatro con las piernas juntas y las manos estiradas hacía adelante con el culo total mente en pompa y con los dos labios de la vulva completamente fuera, parecía que llevaba un hilo dental en vez de un short.
Pablo, enfrente de ella con las dos manos le presionaba la espalda hacia abajo, parecía que se la estuviese mamando, y eso no es todo, por lo menos 10 tíos mirando la escena a placer, uno incluso se la estaba cascando por encima de pantalón.
Pablo me miró con cara de cabrón y vino hacia mí.
-saul ¿estás bien?, parece que te has quedado traspuesto (seguía con el cachondeo).
-Ya veo como controlas al personal, cabrón, ¿has acabado ya con los estiramiento? mi hija y yo nos vamos ya (con cara de encabronado).
-Tranquilo, no le he hecho nada, pero, tu hija es un portento.
Mira como tiene a todos , muchos me han preguntado, sin cortarse un pelo, que si tu hija iba a seguir viniendo.
-¿Y tu que les has dicho cabronazo?
-Que no lo sabía pero seguro que no (Pablo al verme la cara reculaba cada vez más)
Pero me explicó que a mi hija no le importa lo más mínimo que la mirasen, e incluso parece que le gustaba.
Yo ya no podía oír más y llamé a mi hija, que con las mismas se levantó de un golpe al oír mi voz y vino corriendo hacia mí.
Yo no quitaba ojo del chochito de mi hija que se le salía por todos lados.
-Nos vamos cariño.
-Si papi, me lo he pasado muy bien con Pablo (con su bonita sonrisa).
Pablo al oír esto se creció y le preguntó a mi hija que si iba a venir los días que pasara conmigo.
-Papi, si, porfa que me lo he pasado muy bien
-Ya veremos cariño (mirando a Pablo cabreado).
Nos despedimos y nos fuimos.
Al subir al coche, mi hija puso la música y empezó a cantar su música favorita, y no paro hasta que a mitad de camino me dijo que tenía ganas de orinar, que no podía aguantar.
Paré el coche en la cuneta y mi hija bajó como una bala, y se puso a mear al lado del coche.
Menos mal que habíamos salido de la ciudad, y por allí no pasaban casi coches, porque no reparó mucho si la veían mientras orinaba.
Mientras, yo estaba pensando en si estaba volviéndome loco por mirar a mi hija de 13 años así, y repasando todas las imágenes que me había regalado mi hija esa mañana, tanto pensar se me empalmó y de pronto:
-Papi mira que bicho más feo
Yo, sin pensarlo, salí del coche y me acerqué a mi hija que aún seguía de cuclillas con los shorts en los tobillos, y, mientras con una mano me señalaba al bicho, con la otra se abría los gordos labios vaginales.
Eso ya fue por demás y mi polla creció a su máximo, y a metro y medio de la cara de mi hija que, con una risilla, miró mi entrepierna y después me miró a los ojos.
-Papi, tú también tienes ganas de orinar, tienes el pito muy grande.
-Sí, eh, tengo ganas, pero ya me aguanto a llegar a casa (yo rojo como un tomate solo se me ocurrió decir esto y darme la vuelta)
-¿Por qué te das la vuelta papi? ¿Vas a orinar aquí?
Nunca me imaginé esta situación, al final le dije que sí, que iba a mear allí, y que si ella había terminado que se fuera al coche.
La verdad quería sacármela un rato porque ya me dolía un poco.
Ella se fue para el coche, y me dejó solo.
Cuando oí la puerta cerrarse me la saqué, la tenía empalmadísima y súper sensible, y empecé a tocármela.
No se el tiempo que pasó cuando sentí un escalofrío en mi espalda.
-¿Papi ya has terminado?
-Eh, no hija aun no (me cogió por sorpresa, yo aún tenía la verga en su plenitud, mis 19cm brillaban al sol de la tarde).
-Ya lo veo papi, la tienes grandísima todavía, ¿qué te pasa papi? (me lo dijo sonriendo y mirando mi verga con los ojos completamente abiertos)
Yo me la intenté meter en los pantalones, pero no era tarea fácil, con mi hija mirando y mi verga reventando, cuando de pronto mi hija sin previo aviso dijo:
-Espera papi que te ayudo (me la cogió con la manita izquierda y con la otra me intentaba abrir el pantalón, al principio hizo el amago de meterla pero como me miró y mi cara no se oponía en lo más mínimo a los tocamientos al contrario, continuó tocándola)
-Ah cariño ¿qué haces? (me promocionó tal gustazo el tacto de su manita que no pude decirle que no, y la deje hacer)
-Papi que grande la tienes, y que gorda no puedo cogerla entera, ja, ja ¿Te gusta que te toque? (mi hija no podía abarcar con su pequeña manita el grosor de mi pene)
-Cariño, me da mucha vergüenza decirte esto pero sí, me gusta mucho (yo estaba en la gloria y mi hija parecía que no era la primera vez que cogía una verga)
-Papi, ¿lo hago bien? ¿te gusta así, adelante y atrás? (mientras me miraba a los ojos)
-Sí, lo haces perfecto pero ¿por qué no nos vamos al coche? aquí nos van a ver.
-Como quieras, papi, pero ¿podré seguir tocándote en el coche?
Yo asentí y nos fuimos al coche.
Me senté en el asiento del conductor y ella se puso con las rodillas apoyadas en el asiento del copiloto, mirando para mí, y con las dos manos a la vez me la empezó a pajear.
Yo miraba como lo hacía y no me podía creer que mi hija de 13 años me la pudiera estar tocando así de bien.
Estaba ya que no podía aguantar más, me iba a correr.
-Mi vida, no puedo aguantar más, te voy a manchar las manitas.
Mi hija me miró con su carita linda, y me saco la lengüita en gesto de no importarle, y con carita de cachonda que había conseguido su premio, continuó pero más rápido y con más presión.
-Ah, ah, hija ¡así! (me corrí de tal manera que llegó casi al techo, sus manos, el volante y mi camiseta quedaron llenos de semen)
-Guau, ja, ja, ¡cuánto has echado papi!
Yo, con el gustazo que tenía, ya no echaba cuentas ni a las palabras de mi hija, pero pasados unos segundos me pude recomponer, abrí los ojos y miré a mi hija.
Ella recostada en su asiento me miraba con sus ojitos alegres como si nada de esto hubiera pasado.
-Mi vida, me gustaría hacerte una pregunta ¿dónde has aprendido a hacer esto? parece que no es la primera vez que lo haces (se lo pregunté muy amablemente para que no se sintiese mal)
-Ja, ja, ¿te ha gustado papi? lo aprendí hacer en la colonia nudista.
-¿Que colonia nudista?
-Sí, mami y su nuevo novio me llevan todos los veranos a una.
Allí todo el mundo va desnudo y, bueno, eso de tocarse no es un tabú.
Mis amigas me enseñaron y, bueno, a veces tocamos a los chicos y (mi hija se quedó como queriendo decir más cosas)
Yo tragué saliva, no me podía creer lo que oía, claro, pensé ahora entiendo muchas cosas.
-Y ¿qué edad tienen tus amigas cariño? (esperando una respuesta menos obvia)
-Pues… a ver, la mayoría 13 o 14 y alguna 15 años.
-Y ¿con esas edades ya hacen cosas de esas a los chicos?
-Si papi, allí es normal, ¿quieres venir una temporada con nosotros y te las presento? (esto último me lo dijo con una sonrisilla cachonda)
-No se cariño, no estaría bien, y además yo nunca he estado en un sitio así (imaginándome la situación me fui poniendo morcillón otra vez y, claro, con la polla ya fuera del pantalón no podía disimularlo, bueno tampoco quise)
-Seguro que te gustará y, además, un hombre tan guapo y fuerte como tu seguramente que dejará con la boca abierta a todas las mujeres, ja, ja (mirándome la entrepierna que ya estaba otra vez en su plenitud)
De un salto felino mi hija se montó encima a horcajadas y empezó a besarme la cara, el cuello y también la boca.
Yo si lo de antes me pareció extraño entre una hija y su padre esto ya fue el colmo.
-Noemi ¿qué haces cariño? (mi verga estaba pegada a su chochito el cual la envolvía con sus grandes labios)
-Nada papi, que te quiero mucho, y como veo que tú también me quieres pues te correspondo ¿quieres que siga? (me lo dijo mirándome a los ojos con cara de niñita cachonda)
Mi respuesta fue un rotundo -sigue mi vida.
Ya con la calentura que llevaba me daba igual todo, y mi hija, ya sin miramientos, me mordía el cuello y me daba piquitos en la boca, y con sus caderas bajaba y subía recorriendo mi verga con su rajita.
-Papi, ¿te puedo coger el pito?
-Si cariño, haz con él lo que quieras.
Cogió mi verga y se la metió por un lado del short, era una delicia sentir su piel aterciopelada y una humedad que iba en aumento.
-Papi, me gusta mucho sentir tu enorme pito rozando mi chochito, ah, ah (su carita se puso rojita y su ritmo se aceleró ya parecía que me estaba cabalgando)
No paso ni 5 minutos cuando mi hija exploto literalmente.
Era una fuente, me puso las piernas y, ya no decir la polla, empapadas.
-Noemi ¿estás bien? (al ver que después del orgasmo tan brutal se quedó como inconsciente abrazada a mí)
-Si papi, me siento muy bien pero me siento mal por ti.
-¿Por qué hija? yo estoy muy bien.
-Sigues con el pito para arriba, quiero solucionarlo (ahora cogió mi polla, se levantó y colocó la punta en su maravillosa entrada y se la fue clavando, pero no era fácil.
-Papi, es muy gorda, no sé si podré (pero no paraba de intentarlo hasta que entró mi grueso capullo) ah, ah, papi, ha entrado.
-Tranquila hija, si no puedes no pasa nada (le miraba la cara y parecía que se estuviera empalando)
-Si puedo papi, ya verás (se la consiguió meter hasta más de la mitad, parecía que no le entraba más)
Ese chochito era una maravilla, era apretadísimo y, con lo húmeda que estaba, desprendía un calorcito impresionante.
Mi hija se quedó unos segundos como acostumbrándose, pero después empezó a subir y bajar despacio, me puso las manos en los hombros y con una sonrisa me dio a entender que empezaba la fiesta, empezó a cabalgarme la polla como una loca.
-Ah, papi, me gusta mucho.
-Y a mi hija, eres una maravilla.
-Papi, papi te quiero, me voy, me voy, ¡ah! (echó el cuerpo para atrás y se apoyó en el volante y se corrió de una forma que yo nunca había visto, me dejó todo perdido de fluido, pero yo no paré)
Seguí dándole y dándole hasta que no aguanté más, y la subí en peso para sacársela y me corrí en su culito.
Mi hija temblaba como poseída abrazada a mí, no sé cuánto tiempo nos quedemos abrazados en el coche.
-Hija, despierta, nos tenemos que ir ya, hay que comer (mi hija no respondía estaba completamente dormida)
Me bajé del coche con ella en brazos y la coloque en el asiento trasero.
Me fijé en su chochito, estaba rojito y completamente empapado.
De camino a casa me acordé de las palabras de Pablo (tu hija es un portento) no lo sabe bien, pensé yo, después de 15 minutos de camino llegamos a casa y mi hija seguía durmiendo.
La subí al piso de arriba donde estaba su dormitorio y la acometí en la cama.
Yo me fui a comer, y mientras veía la tele.
Pasó una hora cuando mi hijita bajó por las escaleras, vestida únicamente con una camisa larga.
Al mirarla me sonrió, y se me pasaron por la cabeza mochas locuras para hacer con ella, pero habría tiempo para todo, tenía que aprovechar muy bien estos días.
-Hija, ¿te apetece que te haga la comida?
-Vale papi, tengo mucha hambre (sentándose en mis piernas)
-Papi, me gustó mucho lo que hicimos en el coche, me gustaría repetirlo más veces (con carita de niña buena)
-A mí también me gustó mucho cariño, tranquila, lo repetiremos muchas veces (yo le cogí) ¿qué quieres que te haga de comer?
-Lo que tú quieras papi (parecía que no había roto un plato en su vida)
Me puse a prepararle la comida y, cuando menos me lo esperé, sentí una mano tocándome la espalda, era mi hija.
Seguí con la comida, como haciéndome el difícil, pero poco a poco mi hija fue bajando de la espalda a mi polla que ya estaba morcillita, y metió su manita por dentro de mi pantalón y la agarro con fuerza.
-¿No tenías hambre hija? (en tono gracioso)
-Si papi, pero me apetece mucho repetir lo de antes (me lo dijo con una voz entre mimosota y cachonda)
Me di la vuelta y me puse de frente a ella, estaba completamente desnuda, le miré sus ojos, su pecho, su barriguita, y ese chochito tan lindo que me tenía loco y de nuevo la miré a los ojos y le di beso en la boca.
Mi hija me abrazó muy fuerte y yo, aprovechando el abrazo, la cogí del culito con las dos manos, cargándola y tumbándola en la mesa de la cocina, le separé las piernas lo más que pude, le abrí los carnosos labios mayores que no dejaban ver su clítoris, y me empecé a comer ese chochito que era una maravilla, y cuando empezó a mojarse, le metí un dedito, a lo que mi hija me respondió:
-Ah, sigue papi, me está gustando mucho (y le metí otro dedo)
-¿Te gusta hija? (pregunta tonta, porque la rajita ya empezaba a parecer un río)
-Si papi, más, más quiero, más (a mi tierna hija le encantaba el sexo, quien me lo iba a decir)
-Pues ahora verás (me puse de lado, y con una mano en su barriguita y con dos dedos de la otra metidos hasta el fondo de su rajita, empecé a moverlos rápidamente, tocándole la cara superior de su vagina)
-Ah, ah! no papi, no tan rápido, no aguanto más!
Una fuente salió del chochito de mi hija a cada sacudida que le daba, fue bestial el orgasmo que tuvo, ni en mis sueños más morbosos hubiera imaginado esto.
Mi hija se quedó convulsionándose en la mesa mientras yo la miraba.
Ella, con la manita, me empezó a acariciar los huevos, fue la señal.
Me puse entre sus piernas y se la fui metiendo poco a poco, era una pasada meter la polla en ese agujerito tan estrecho y húmedo acompañado de esos labios tan carnosos y bonitos que parecían envolverme.
-Ah papi, que sensible lo tengo, como noto tu… ah!
-A ver si la puedo meter toda, ¿vale Noemi? (la tenía hinchadísima, yo mismo no podía creer que ese chochito tan bonito se estuviera tragando mi pollón, que estaba más grande que nunca)
Poco a poco fui metiendo cada centímetro hasta que toqué fondo, pero mi hija parecía querer meterla toda, así que me abrazó con fuerza y cerró las piernas en mi cintura.
-Papi, te quiero mucho, no quiero que me la saques.
-Ya verás cariño, esto te va a gustar, abre las piernas para que pueda pasar las manos y agarrar tu culo.
-Si papi, hazme lo que quieras (abrió las piernas y así pasé las manos hasta agarrarla del culo y la cargué en peso)
Mi hija, que no llegaría ni 50kg, en el aire parecía una muñequita en mis brazos y sin previo aviso comencé a metérsela a toda velocidad.
-Ah, ah, ah, papi, ah (a cada embestida le llegaba hasta lo más hondo)
Así estuvimos unos 10 minutos, yo le iba cambiando las piernas de posición.
Se las juntaba en mis hombros, las abría mientras ella me abrazaba el cuello, hasta que mi hija se tensó, echó la cabeza atrás y se corrió por cuarta vez.
Yo, que aún no me había corrido, la dejé tumbada en la mesa de la cocina y mirándola me vine encima de sus pequeñas tetitas.
-Papi me lo voy a pasar muy bien estos días, espero que mama nos deje más días.
Continuará.
Muy buena historia