Mi padre y mis amigas. Parte 1.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por camaroja0018.
Mi nombre es Karen.
Tengo catorce años recién cumplidos.
Estoy en mi habitación esperando el mensaje de mi hermano.
Esperando a que me diga que baje.
Me pongo a pensar y supongo que cuando baje cerraré todo y apagaré las luces.
Estoy ansiosa, no sé que sentir.
Una parte de mí aún me dice que no lo debo hacer, pero el otro 90 por ciento de mí se muere por hacerlo.
No me he arrepentido de todo lo que hice hasta ahora, y no me arrepentiré de esto.
Y mucho menos me siento arrepentida de lo que hice hoy con marcela y Sofía.
Este podría ser el mejor día de mi vida.
Y aún no termina.
Y es en este preciso momento donde se me vienen a la mente todas las cosas que pasaron.
Las cosas que hice y las cosas que vi a mis seres cercanos hacer.
Mis padres fallecieron cuando yo tenía cinco años y mi hermano siete.
Un matrimonio nos adoptó y nos sacó del orfanato.
Nos criaron como sus hijos biológicos y nosotros le devolvimos ese amor.
Cuando iba a cumplir catorce años, mi padrastro me llevó a una cabaña en el bosque a pasar mi cumple.
A mí y a mis cuatro amigas.
Solo él y nosotras.
Mi madre y mi hermano se nos unirían unos días después.
Mi padrastro tiene 41 años.
Se llama Sebastián.
Es apuesto, siempre viste camisas y jeans.
Ojos claros.
Buen físico, ya que siempre va al gimnasio y le gusta correr.
Trabaja de contador pero se ha tomado unos días de licencia para hacer este viaje y cumplirme mi deseo de llevarme a mí y a mis amigas a nuestra cabaña familiar.
Marcela, Julieta, Antonia y Sofía, mis amigas del alma nos acompañan.
Nos vamos a divertir y a pasarla súper.
Fue un viaje de varias horas en auto.
Mi padre conducía y yo iba de copiloto.
Mis cuatro amigas en el asiento trasero.
A pesar de ser tan guapo yo nunca dejé de ver a mi padre con ojos de hija.
Pero parece que mis amigas lo veían de otra forma, ya que todo el viaje pude percibir leves coqueteos hacia él.
Al principio creí que era solo mi imaginación.
Pero luego fueron pasando cosas que me lo fueron confirmando.
La forma en la que le hablaban, la forma en que lo miraban.
No sé si mi padre se habrá dado cuenta de eso o no, pero estoy segura de que no haría nada bizarro ante esta situación.
Él quiere mucho a mi madrastra, y son un matrimonio feliz, no tengo razones para sospechar algún tipo de disparate entre él y mis amigas.
Habíamos parado a almorzar en una estación de servicio, a cada momento que mi padre no estaba con nosotras, mis amigas hacían comentarios sobre él.
Mencionaban lo guapo, inteligente y chistoso que era.
Supongo que cualquier mujer dice eso cuando lo conoce por primera vez, y esta no fue la excepción, ya que hoy por primera vez, mi padre conoció de cerca a mis amigas de la infancia.
Él tarde o temprano notará que está asechado por mujeres de 13 y 14 años, con cuerpos bien formados y entrenados.
Me pregunto cuánto tiempo más podrá resistir.
Terminamos de almorzar y emprendimos la recta final.
Cruzamos por un pequeño pueblo, luego tomamos un camino de tierra con campo alrededor.
Poco a poco el camino se iba volviendo más boscoso.
Fue casi una hora de ese camino estrecho y sombreado.
Había curvas y una que otra pendiente.
A nuestro alrededor solo había arboles y más arboles.
El auto levantaba hojas secas a su paso.
Después de unos minutos así, llegamos a una tranquera a un costado del camino.
Mi padre bajó y abrió el candado, nos adentramos unos cien metros, atravesando un pequeño camino arbolado, y finalmente llegamos a nuestra cabaña.
Es un terreno de casi doscientos metros cuadrados.
Es una pequeña casa decorada con troncos en el exterior.
Al frente hay un enorme patio con césped algo crecido.
A la izquierda de la casa y bajando una pendiente hay un depósito con todo lo necesario para equipar la casa.
Sin dejar de mencionar la selva que rodea este terreno.
Cuando bajo del auto lo primero que hago es mirar mi celular, noto que no tengo nada de señal, es solo una manera más de decir que estamos en medio de la nada.
Solos y sin nadie a nuestro alrededor.
Son las 14:20 de la tarde.
Entre todos bajamos el equipaje del auto.
También descargamos nuestras carpas, en las que vamos a dormir mis amigas y yo.
Mi padre como es el adulto le toca dormir en la cabaña.
Nos instalamos y a pesar del largo viaje, mis amigas tenían demasiada energía.
Pedían que juguemos a algo para pasar el rato.
Ya que no había señal, tuvimos que recurrir a otra cosa para entretenernos.
A marcela se le ocurrió jugar a las escondidas.
Las demás aceptaron solo si ella contaba primero.
Y así fue.
Marcela se puso al costado de la casa y empezó a contar hasta cincuenta.
Pero antes de jugar yo me quería cambiar la ropa, tenía puesto unos jeans nuevos y no me los quería ensuciar, asique les dije a las chicas que empezaran sin mí.
Ellas aceptaron y yo fui corriendo a la casa.
Entré y no vi a mi padre por ninguna parte.
En la sala estaba nuestro equipaje y unas cuantas bolsas de comida que habíamos traído.
También veo un poco de leña cerca de la chimenea, esa debe estar trayéndola del depósito.
Mientras mi padre trae leña voy a usar la su habitación para cambiarme, la única habitación de la casa.
Tomo uno de mis bolsos y me dirijo al cuarto.
Entro a la habitación y para mi sorpresa encuentro a mi padre ahí adentro.
También está con su bolso.
-Hola papá que haces aquí.
-vine a cambiarme hija y tu.
-También, lo siento creí que no estabas.
-Estuve trayendo leña y me manché el pantalón, asique quise cambiarme de ropa.
-ah pues yo también, quiero cambiarme este pantalón antes de jugar con las chicas.
-descuida, solo espera un ratito afuera y en un momento salgo.
-papi no me importa si nos cambiamos juntos.
-¿de veras?
-Si porqué no.
No le veo lo malo y tú.
-pues si quieres.
Adelante pasa pues.
-Gracias.
Muchas veces mi padre, mi madre y yo nos cambiamos de ropa en frente del otro.
Lo he hecho desde niña y a pesar de que he crecido un poco, aun no me molesta hacerlo.
Entro y me ubico en una esquina de la cama.
Mi padre en la otra, lo tengo de costado.
Él saca varios pantalones de su maleta.
Yo hago lo mismo.
Encuentro un shorcito verde claro.
Es algo pequeño pero con el calor que hace será muy confortante.
Mi padre aún no se decide que pantalón usará, yo ya elegí asique ya puedo empezar a sacarme lo que llevo puesto.
Estando parada, empiezo por desabrocharme el pantalón, luego me bajo el cierre, y dejo al descubierto el frente de mi calzón blanco.
Me quito los zapatos, y luego llevo mis manos atrás y me bajo el jean con toda normalidad.
Mi padre saca unos pantalones azul claro, lo tengo de costado pero en ningún momento me mira ni de reojo.
Yo continúo en lo mío, me bajo los jeans por completo dejando ver mis piernas pálidas.
Estoy solo con una playera pequeña color rosa y mis calzoncitos blancos.
Escucho el ruido del cinturón de mi padre desabrochándose.
Baja su cierre y se comienza a bajar su pantalón, en un momento casi por reflejo lo miro y veo que trae un bóxer negro bastante ajustado.
Luego el gira la mirada hacia mí y yo volteo con rapidez.
Finjo estar concentrada en lo mío.
Tomo el chorcito verde y comienzo a ponérmelo.
Siento que mi padre me ve pero no me atrevo a mirarlo.
De pronto esta situación que debería ser normal empieza a ponerme algo inquieta.
-Parece que te estás sonrojando un poco Karen.
-¿Qué?… para nada.
–Lo digo terminando de subirme el short.
-A mí me parece que sí.
-Porqué lo dices.
-Pues porque no dejas de verme.
Y a la vez te sientes incómoda si yo lo hago.
-No me siento incómoda, solo que pienso que a ti te incomodaría verme así.
-Claro que no.
Te he visto así desde niña.
-Sí pero ya no soy una niña padre.
Soy una jovencita que en dos días cumple 14 años.
Y tengo partes del cuerpo que ahora son más grandes que cuando era niña.
-Sí lo sé.
Y me sigues pareciendo igual de hermosa que siempre, pero que hayas crecido o que unas partes de tu cuerpo sean más formados que antes, no significa que me baya a incomodar como dijiste.
-… ¿Estás seguro papi?
-Sí hija.
Porqué lo dudas.
-pues porque a muchos hombres les gustaría tener a una adolescente semidesnuda frente a ellos.
-pues yo no soy así.
-¿Estás seguro papito? ¿Aunque me tuvieras aquí en ropa interior me seguirías viendo como hija?
-Sí claro.
Estoy seguro.
Se me ocurre algo divertido para hacer.
Doy un paso al costado para que me vea de pies a cabeza.
Luego le digo.
-Vamos a probar si lo que dices es cierto.
Me desabrocho el chorcito y me lo bajo lentamente hasta el suelo.
Lo miro y él parece no haberse incomodado.
Me quedo parada con el chorcito en el suelo y mi calzoncito blanco.
Luego doy una vuelta como si fuera una modelo, pero él no se impresiona.
Parece que se está haciendo el difícil.
Después intento otra cosa.
Mirándonos frente a frente cruzo los brazos y empiezo a quitarme la remerita rosada levantándomela hacia arriba.
Me la saco por completo y la suelto al piso.
Llevo puesto un brasiere negro.
Apoyo mis manos en mi cintura y poso para mi padre.
Muestro mis pechitos redonditos, duros y en crecimiento, mi pancita plana y mis nalgas redonditas y firmes.
Tanto mi brasier como mi calzón me quedan a la perfección, bien ajustados, ni muy grandes ni muy chicas.
Él está en camisa pero sin pantalones y con su bóxer negro.
Padre e hija semidesnudos frente a frente.
Lo miro fijamente tratando de provocarle alguna calentura con mi cuerpo y mi mirada pero él parece no impresionarse.
-Estás muy hermosa hija, tienes un cuerpo formidable que varias de tus amigas envidiarían.
Pero aún así no dejo de verte con ojos de padre.
Y si quieres desnúdate por completo, pero no me lograrás incomodar o hacer sentir las ganas que otros hombres sentirían.
En un momento se me ocurre quitarme todo y quedar desnuda como él dice.
Siento muchas ganas de hacerlo, pero a la vez me doy cuenta de que sería en vano.
Sin mencionar el morbo que se generaría en mi cabeza ante tal situación.
Creo que mi padre ganó esta batalla.
Me comienzo a vestir nuevamente.
Me pongo mis zapatillas y cierro mi bolso.
Mi padre ya se terminó cambiarse el pantalón.
Ambos guardamos silencio fingiendo que nada ha pasado.
No quiero quedar como una mala hija por lo que acabo de hacer, asique cuando termino de vestirme, voy hacia él y le doy un beso en la mejilla.
-Adiós papi.
Voy a jugar.
-Diviértete.
Tomo mi bolso y lo dejo donde estaba.
No le pude notar ni siquiera una erección, apuesto a que en esa habitación hubiera pasado otra cosa si en lugar de mí, hubiera estado una de mis amigas.
Trato de olvidar lo que pasó y salgo a jugar con las chicas.
Al parecer a la que le toca contar es a marcela nuevamente.
Ella va a la esquina de la casa a contar.
Cuando empieza Sofía, Julieta, y Antonia salen a correr hacia el bosque, era lo más obvio y seguramente marcela intuía que lo iban a hacer.
Yo por otra parte opté por ir al depósito que al fondo del terreno.
Fui corriendo y entré.
Por suerte mi padre ya le había quitado el candado para entrar a sacar leña.
El depósito tiene el tamaño de una habitación, está oscuro y repleto de cosas.
Entro y me escondo detrás de unos estantes.
Me agacho y guardo silencio.
Luego de unos minutos, escucho a lo lejos a alguien corriendo, debe ser marcela dirigiéndose hacia el bosque.
Creo que es mi oportunidad para salir y salvarme.
Pero antes de levantarme escucho unos pasos.
Creo que alguien viene caminando.
Me escondo nuevamente y guardo silencio.
Alguien entra al depósito y cierra la puerta.
Escucho que se queda parado.
Creo que es mi padre, no estoy segura.
De repente escucho lo mismo que escuché en la habitación cuando me estaba cambiando.
El sonido del cinturón de mi padre desabrochándose.
Miro a través de unas tablas que me escondían y veo a mi padre con una mano a poyada en la pared.
Lo que veo me deja petrificada.
¡No lo puedo creer! Mi padre está con los pantalones y el boxer bajados hasta la rodilla y con su miembro al aire.
Tiene su pene parado y se está empezando a masturbar.
Lo veo y no lo creo.
Guardo silencio lo más que puedo y trato de no moverme.
Él no sabe que estoy aquí y no quiero que lo sepa.
Lo escucho suspirar, hasta puedo oír el sonido de su mano haciendo fricción con su pene.
Miro de nuevo para estar segura de si esto está sucediendo realmente.
Espío a través de las tablas y lo veo ahí, masturbando su gran pene.
Baya qué grande es.
Se ve tan grande y tan duro desde aquí.
Es la primera vez que veo un pene en persona.
Ya había visto otros en videos porno pero en persona nunca.
Mi padre se sacude la verga con toda furia.
Suspira y tiembla mientras lo hace.
No puedo creer lo que estoy presenciando.
Yo sola en este oscuro depósito con mi padre masturbándose a unos metros de mí.
Se sacude fuerte su enorme pene con toda confianza.
Baya que debe estar motivado.
Me pregunto que lo habrá llevado a hacer esto, en pleno día con niñas jugando afuera.
Después de un par de minutos, lo veo muy excitado y a punto de llegar al climax.
Se la jala con más fuerza y comienza a suspirar más alto.
Flexiona un poco sus rodillas y larga un enorme suspiro de placer.
-aaaaaaaaahhhhhhhhh Karen mi amor aaaaaahhhhhhh.
Veo un largo chorro de semen saliendo de su pene, luego otro, y después uno más pequeño.
Esto sí que es traumante.
¿Dijo mi nombre? ¿Lo dijo? No, no puede ser.
Espera sí, lo hizo.
Dijo mi nombre antes de acabar.
Cierro los ojos y trato de no ver, ni escuchar, ni pensar, ni nada.
Ahora todo tiene explicación.
De inmediato comienza a subirse los pantalones nuevamente.
Después toma unos troncos de leña y se va del depósito con toda naturalidad.
Yo me quedo unos minutos ahí en mi lugar.
Completamente paralizada y con la cabeza llena de pensamientos que van y vienen.
Al parecer sí le gusto a mi padre.
Al parecer sí sintió algo al verme en ropa interior frente a él.
Y luego vino hasta aquí a masturbarse pensando en mí.
Le gusto y no solo como hija sino también como mujer.
Debo relajarme y buscar la manera de olvidar esto.
Aunque sé que será casi imposible.
Lo de la habitación fue un juego pero mi padre se lo tomó muy enserio.
Trataré de no volver a hacer nada parecido.
No quiero volver a vivir esta situación.
Esto no debe volver a pasar.
Luego de eso, pasan varias horas y llega la noche.
Son las 22:55 de la noche del viernes.
Estamos todos reunidos en el patio y alrededor de una fogata.
Hace unos minutos terminamos de cenar y ahora vinimos aquí a pasar el rato de forma tranquila.
La noche está algo fresca, mis amigas y yo nos pusimos un suéter y unos pantalones.
Mi padre está con pantalones y una remera negra, al parecer él resiste el frió un poco más que nosotras.
Todos estamos hablando y contando chistes.
Todos se divierten pero yo no tanto.
No puedo dejar de pensar lo que ocurrió hoy en el depósito.
Me siento algo molesta con mi padre.
Es increíble que haya hecho eso pensando en su propia hija.
Admito que es apuesto pero yo nunca hubiera hecho lo que él hizo hoy.
Hubiera preferido que se masturbara pensando en mis amigas antes que en mí, o tal vez ya lo hizo.
La cabeza me da vueltas y no puedo parar de pensar.
Será mejor que me vaya a dormir.
Me levanto y me despido de todos.
Están algo sorprendidos pero aún así me dan las buenas noches.
Me doy la vuelta y voy caminando hacia mi carpa.
El lugar está oscuro solo es iluminado por las luces de la casa.
De repente no me doy cuenta y tropiezo con una roca y me caigo sobre el borde de la carpa.
Caigo y me raspo el hombro con una de las estacas.
Mi suéter queda enganchado en la estaca.
Mis amigas y mi padre vienen a ayudarme.
Cuando me levantan del suelo, la parte de mi suéter que estaba enganchada se estira y se rompe.
Quedo con una parte de mi suéter y mi remera rota, al parecer alcanza a verse una parte de mi corpiño negro, me cubro como puedo.
-¿Hija te lastimaste?
-Sí papá creo que me raspé el hombro.
-¿te duele? –me pregunta marcela.
-si mucho.
–Le respondo.
-creo que tengo una herida.
-vengan vamos a la casa –dice mi padre.
–hay que curar a Karen y conseguirle ropa nueva.
Todos me acompañan y entramos a la cabaña.
-voy a buscar el botiquín en el baño.
–dice mi padre.
Mientras tanto, mis amigas y yo nos metemos en la habitación.
Encienden la luz, me siento en el borde de la cama y me dicen que me quite el suéter.
Yo lo hago con mucha timidez, ya que una parte de mi ropa interior está al aire.
Mis amigas ven la herida y se desilusionan por completo.
Me dicen que es solo un raspón y que ni siquiera tiene sangre.
Les digo que es un raspón grande y que me duele, pero no aún así se enojan con migo diciendo que estoy exagerando.
-vengan chicas.
–Dice marcela.
–dejemos a la niñita con rasponcito.
Las demás la siguen y dicen que me esperarán afuera cuando me hayan terminado de curar.
Pero antes de que cierren la puerta le digo a marcela que vaya caerse sobre la estaca de la carpa y que después me venga a decir si le duele o no.
La puerta se cierra y quedo sola en la habitación.
No puedo creer que me hayan hecho esto, pero no importa lo que digan, yo sé lo que me pasa y sé lo doloroso que esto se siente.
La puerta se vuelve a abrir y mi padre es el que entra.
Trae consigo un pedazo de algodón y una botellita con un líquido negro.
-¿Y tus amigas? –me pregunta.
-se fueron, dicen que la herida no es muy grande y que estoy exagerando.
-¿y aún te duele?
-pues claro.
Y además tengo la remera rota.
-si quieres puedes ir a cambiarte y te limpio la herida después.
-no, mejor hagamos esto primero.
Luego me la cambio y me voy a dormir.
-como quieras.
Mi padre cierra la puerta y deja la botellita en la mesita junto a la cama, se sienta en la cama y luego moja el algodón con el líquido.
Me pide que me pare en frente de él.
Yo me levanto, hago lo que puedo para cubrir la parte rota de mi remera, luego voy hacia él.
Mi padre abre sus piernas y me pongo delante de él.
Abro un poco el agujero de mi remera para mostrarle la herida.
Es un raspón de cinco centímetros y está muy rojo, además tiene leves líneas rojas.
Me arde demasiado.
Mi padre acerca el algodón a la herida y yo cierro los ojos.
No duele tanto, casi nada.
Me dice que el líquido negro es un suero para desinfectar.
Comienza a mojar el algodón y lo pasa una y otra vez por la herida.
Solo la está curando a través de la parte rota de la remera, yo no me animo a quitármela, no después de lo de hoy.
Pero noto que mi padre está muy concentrado en la herida y hace lo que puede para curarme, necesita que me la quite pero no se anima a pedírmelo, a pesar de gustarle me trata con mucho respeto.
Tal vez sabe que me incomodará estar así delante de él y por eso no me lo pide.
Veo un hombre muy diferente al que vi en el depósito hoy, seguramente está arrepentido.
Sino ya me lo hubiera pedido.
Me está volviendo a mirar con ojos de padre y creo que no hay nada que temer.
-Papi, si te molesta la remera me la puedo quitar.
-No hija no es necesario.
Además ya vamos a la mitad.
-¿De veras? Porque a mí no me molestaría.
Además veo que te cuesta limpiarla.
-Descuida mi amor.
No es necesario que lo hagas.
Yo no lo escucho y aún así lo hago.
Doy un paso atrás y me levanto la remera hacia arriba.
Me la quito y la dejo en la cama.
Luego me acerco y me pongo de nuevo delante de él.
Mis pechos son tapados por mi corpiño negro y están muy cerca de él.
Pero en ningún momento mi padre se altera o se incomoda.
No noto nada raro en su mirada, él solo continúa en lo suyo y me sigue curando la herida.
Si se siente incómodo o excitado lo está ocultando muy bien.
Moja los algodones y me toca la herida lentamente.
Noto su cariño en cada toque.
Veo que me quiere y me cuida mucho.
No hace esto para verme desnuda, lo hace para que su hijita esté bien.
Soy su tesoro, su ángel.
Él mira la herida pero yo lo miro a él.
Veo su rostro, es hermoso.
Sus ojos claros, su cabello negro.
Tiene 41 años pero aún así está muy atractivo.
Lo cierto es que mi madrastra tiene mucha suerte de tenerlo.
Veo sus labios y no me imagino lo que debe ser para mi madre disfrutar de esa boquita, es hermosa.
Apuesto a que da buenos besos.
A cada segundo que lo miro me olvido del hombre del depósito y me concentro en el hombre dulce y tierno que me cura la herida.
Siento su respiración y parte de su aliento.
La remera negra le queda muy bien, hace distinguir su espalda ancha y sus fuertes brazos.
Este hombre se siente atraído a su hija, pero hace lo más caballeroso que se puede hacer y es ocultarlo.
Solo se dedica a darme cuidado y cariño.
Siento su amor y afecto hacia mí.
Y eso me genera una sensación indescriptible.
-Ya terminé.
–me dice al mismo tiempo que guarda el algodón y cierra la botella.
Qué pena que esto terminó, ojalá tuviera más heridas.
-quédate aquí.
– me dice.
–ahora vuelvo.
-a dónde vas papi.
-voy al botiquín del baño a traer unas gasas para cubrir la herida.
Ya vuelvo mi amor.
Se va y cierra la puerta.
Yo me quedo ahí parada aún sin remera.
Me quedo pensando en su boca, también en lo bien que se comportó conmigo.
Dios jamás había visto a mi padre de esta forma.
No sé lo que pasa dentro de mí.
Siento ganas de… Mi cabeza trata de controlarme.
Lo que estoy sintiendo está prohibido.
Esto está mal.
Sé que está mal pero aun así quiero hacerlo.
Poco a poco mi calentura le va ganando la batalla a mi cabeza.
Hace solo unas horas lo detestaba y ahora siento todo lo contrario.
Este hombre me encanta, ya no lo estoy ocultando, y lo mejor de todo es que yo también le gusto.
Él me quiere, me desea.
Siento que mi corazón va a estallar.
Dios mío no se que voy a hacer.
Mi padre entra nuevamente a la habitación, deja la puerta abierta.
Se acerca a mí con una gasa y un pedacito de cinta adhesiva.
Se agacha un poquito para quedar a mi altura y me lo coloca sobre la herida.
Cuando termina de me da un golpecito en el hombro.
-Listo mi niña, con esto terminamos.
-¿Eso es todo?
-Sí mi amor.
Ya puedes ponerte de nuevo tu remera y ve a tu carpa a cambiártela.
-okey papi.
Tomo mi remera rota y me la pongo, camino hacia la puerta para salir, pero cuando llego no salgo.
Cierro la puerta quedándome adentro.
Mi padre se da la vuelta y no entiende por qué no salí.
-Espera Papi, antes de salir quiero decirte algo.
-Que ocurre mi amor.
-Fuiste muy cariñoso conmigo hoy y estoy muy feliz de tenerte.
-Gracias mi niña.
Me gustan tus palabras.
-Sí pero también quiero decirte otra cosa.
-Qué cosa.
-Creo que me curaste muy bien y me complaciste mucho trayéndome aquí a mí y a mis amigas.
-No es nada mi cielo, en un par de días cumples 14 años y mereces que sea algo especial.
Sabes lo mucho que te quiero y que solo me importa tu felicidad.
-Sí yo también te quiero mucho papi, y en este momento te quiero dar las gracias por lo que acabas de hacer.
-No debes agradecerme, cuidarte y protegerte es parte de mi deber.
-Pero aún así quiero agradecerte papi, y se me ocurrió la manera perfecta.
Por favor siéntate en la cama.
Mi padre duda un momento y luego se sienta en la cama algo desconcertado.
Yo me acerco a él y nuevamente nos ponemos en la posición en la que estábamos hace un rato.
Él sentado con las piernas abiertas y yo parada delante suyo.
-Papi tu siempre me mimas y me cuidas mucho.
Además, me acabas de curar como un ángel y por eso creo que te ganaste un premio.
-¿Un Premio? ¿Qué clase de premio?
-Papi quiero darte un beso en los labios como agradecimiento.
Mi padre levanta las cejas completamente sorprendido.
-¿Un beso en los labios? ¿Porque quieres hacer eso?
-Pues porque es algo muy especial y creo que te lo mereces.
-No mi niña, eso no se hace.
-Yo no le veo lo malo.
-Pues yo sí le veo lo malo.
A demás no es necesario.
-Vamos papi solo uno.
A mí me gustaría mucho y creo que a ti también te va a gustar.
-Lo siento Karen.
Eres muy hermosa y te quiero con el alma, pero dudo mucho de que algo así de prohibido me guste.
-Y que tal si lo intentamos, solo uno.
Y si no te gusta no te lo vuelvo a pedir nunca más, y hacemos como que nunca pasó.
¿Dale?
-No lo sé mi niña.
-Vamos papi, solo un beso, que tan malo puede ser.
¿Acaso no me quieres?
-Sí mi niña, te quiero mucho.
-Entonces porqué no le concedes su deseo a tu niñita.
Me concediste el deseo de tráeme hasta aquí a pasar mi cumpleaños con mis amigas.
Comparado con todo eso, un besito no es nada.
Mi padre mira para otro lado, pensando y repensando.
Creo que está teniendo la misma lucha interna que yo tuve hasta hace un rato.
Después de unos segundos me vuelve a mirar.
-Está bien mi niña, si tanto insistes, solo uno.
-Siiiii.
Gracias papi.
-Pero solo será un beso y debes prometer que no se lo contarás a nadie.
-Sí papito a nadie.
-Ni a tu madre, ni a tu hermano, ni a tus amigas.
-Okey papi no se lo contaré a nadie.
Te lo prometo.
-…Bueno.
Ambos dejamos de hablar y nos quedamos callados.
Nos miramos a los ojos.
La habitación es un completo silencio.
Nadie dice nada.
Mi corazón es una máquina.
Suspiro y comienzo a agachar mi cabeza hacia él.
Mi padre levanta un poco la mirada emparejando su rostro con el mío.
Apoyo mi mano derecha en su hombro y me acerco cada vez más, siento su respiración, su aliento tibio, solo unos centímetros más.
En ese último instante lo veo cerrar los ojos, yo hago lo mismo.
Llegó la hora.
Nuestras narices se rozan, y luego siento que mi boca se toca con la suya.
Aprieto suavemente mis labios a los suyos.
Mi padre pone su mano en mi mejilla.
Nos besamos de una forma lenta y apasionada.
Tiene unos labios tan duros y tan blandos a la vez.
Me gusta su aliento de hombre.
Me prueba el labio superior y luego rozándolo aprieta mi labio inferior con los suyos.
Después de eso mueve su cabeza hacia atrás y termina el beso.
Yo me sorprendo por lo rápido que terminó.
Abro los ojos y doy un paso hacia atrás.
-Listo Karen.
Ya me diste mi premio.
-Me gustó mucho papi.
-A mí también me gustó.
Tienes una bonita boca.
Gracias por el beso.
-Si te gustó tanto te puedo dar otro.
-No mi niña con uno fue suficiente.
– ¿Seguro?
-Sí.
Seguro.
Yo no lo escucho y de nuevo me acerco a él.
Acerco mi rostro al suyo y lo vuelvo a besar.
Lo beso y esta vez muevo mis labios un poco más apasionado que la vez anterior.
Mi padre pone sus manos en mis hombros como para intentar separarme, pero yo en ningún momento separo mis labios sino que uso mi lengua y la meto en su boca buscando la suya.
Mi padre aún tiene sus manos en mis hombros y me empuja levente como para separarme.
Pero yo no hago caso y sigo en lo mío, pruebo sus labios y hago que pruebe los míos, al mismo tiempo que busco su lengua con la mía.
Y de la nada siento que la encuentro, su lengua dura y caliente se une a la mía.
Me toma por sorpresa.
Mi padre deja de empujarme y no solo eso, siento que sus manos bajan a mi cadera.
Me deleita con su boca al mismo tiempo que me tironea hacia él.
Me abraza y pega mi cuerpo hacia el suyo.
Este es el momento más erótico de mi vida.
Me besa con toda pasión, su boca es un poco más grande que la mía y yo me la como toda.
Lo abrazo rodeando mis brazos a su cuello y disfruto la sensación.
En un momento se recuesta hacia atrás y me lleva con él.
En ningún momento dejamos de besarnos.
Sus manos agarran mi colita.
Que sensación más rica.
Me dejo llevar por todo.
Me aprieta las nalgas con las manos y la lengua con su boca.
Yo me aparto y comienzo a probarle el cuello.
Lo beso y lo chupo haciendo chasquidos con mis labios.
Luego con mi mano izquierda masajeo su pecho.
Pero él no pierde el tiempo y me mete la mano por debajo del chorcito.
La mano dura de mi padre y mis nalgas piel con piel.
Eso me calienta tanto que casi por instinto meto mi mano por debajo de su remera y le froto el pecho y el abdomen.
Que buenos músculos tiene.
A medida que lo acaricio le voy levantando la remera, dejo al descubierto sus abdominales.
Y él hace lo mismo, estando yo acostada sobre él, lleva sus manos por debajo mi remera y me acaricia la panza y parte de los pechos.
En ese momento yo me siento sobre él, con una pierna a cada lado como si fuera mi caballito.
Me mira fijamente acariciando mi cintura y yo cruzo mis brazos y me quito rápidamente la remera, la lanzo al suelo, luego sin perder un segundo llevo mis manos hacia atrás y me desabrocho el corpiño.
Pero no me lo saco, lo dejo ahí aflojado para que mi padre lo haga, lo miro con deseo y él rápidamente entiende el mensaje.
Con una mano lo tironea del medio de mis pechos y me lo quita.
Mis aureolas son chiquititas y color marrón clarito.
Quedan al descubierto y a su completa disposición.
Cierro los ojos y lo primero que siento son sus manos.
Me los masajea y aprieta apasionadamente, luego se levanta un poco y viene hacia mí.
Siento su boca empezándomelos a chupar.
Miro hacia arriba cerrando los ojos y disfruto, siento sus labios y su lengua sobre mi pecho derecho, después sobre el izquierdo, después sobre el derecho nuevamente.
Le acaricio el cabello mientras me los chupa.
Seguimos así un tiempo más hasta que me lanza a un costado de la cama.
Mi padre se comienza a quitar la remera y lanza al piso, luego hace lo mismo con su pantalón.
Yo no pierdo tiempo y me quito el chorcito quedándome solo con mi calzoncito blanco.
Mi padre queda solo con su boxer negro y luego se lanza a mí nuevamente.
Nos besamos nuevamente.
No me canso de hacerlo.
Me devoro sus labios y le entrelazo mis dedos en su cabello.
Él se pone sobre mí y me acaricia las piernas, sus manos suben y bajan rozando mi piel.
Con mis manos acaricio su abdomen y bajo lentamente.
Bajo mis manos y lo primero que siento es su bello, luego bajo un poco más y siento su boxer, luego estiro mi mano un poquito más y llego a donde quería.
Es tan duro, es tan grande, es tan… rico.
Desearía tener cuatro manos.
Mi padre se apoya sobre mí y comienza a balancearse apoyándome su miembro, yo cierro los ojos y lo disfruto, mi padre se balancea apoyándome enorme erección sobre mi vagina por encima del calzoncito.
Yo solo me dedico a gozar, lo abrazo contra mí para que lo siga haciendo.
-¿Te gusta? –me pregunta.
-Sí papi.
Sigue.
-Te gusta mi amor.
-Sí si si, por favor sigue.
-estoy super caliente.
Se me balancea y me hace gozar con ese pene apoyándome.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
-Sí papi.
Sí.
Así, así, sigue.
Que rico, que rico, no pares, no pares, sigue, mmmmmmm, sigue, mmmmm, no pares, métemela, métemela, métemela papito, por favor.
De repente se detiene y deja de moverse.
Yo abro los ojos y lo noto quieto.
Ambos estamos con la respiración acelerada.
Nos cuesta recuperar el aliento.
Nos quedamos mirándonos.
-Papi que ocurre.
-Hija que estamos haciendo.
-quiero que me folles papi.
-no hija no lo voy a hacer.
-Yo quiero hacerlo.
-lo sé hija pero no lo quiero hacer.
-no me digas que otra vez te agarró esa amargura.
Y vas a estar negándote a todo nuevamente.
-No mi hija, no es eso.
Ya no voy a ocultar mi deseo por ti.
-entonces qué es.
-solo creo que este no es el momento.
Tus amigas están allá afuera y nos pueden descubrir.
-creo que tienes razón.
Ahora que lo dices ya nos hemos tardado mucho.
-Sí, así es.
Lo disfruté mucho pero creo que ya es hora que te vuelvas a tu carpa o pueden sospechar algo.
-me duele aceptarlo pero creo que tienes razón papi.
-debemos ser inteligentes y pensar bien lo que hacemos y cómo lo hacemos.
-okey papi me iré de nuevo a mi carpa.
Pero prométeme que esto no ha terminado.
Prométeme que me harás tuya en algún momento.
-te lo prometo mi amor.
Nada me haría más feliz.
Tú eres la jovencita más linda del mundo y te quiero solo a ti.
Mi padre se acerca y nos damos un enorme beso de despedida.
Luego me bajo de la cama y nos empezamos a vestir nuevamente.
Antes de irme nos volvemos a dar otro beso apasionado.
Me acaricia levente las nalgas.
Ve voy de ahí siendo la chica más feliz del mundo.
Antes tenía miedo de que alguna de mis amigas me lo quite, pero ahora sé que ese hombre es mío.
Solo mío.
Continuara….
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