Mi padre y mis amigas. Parte 2
«El secreto de los tres».
Cuando salí de la cabaña, veía a mis amigas entrando a sus carpas, yo hacía como que nada había pasado y me metí rápidamente a la mía, tomé mi mochila de la esquina de la carpa y me cambié de remera, me acosté y me tapé con el acolchado, al ratito llegó Marcela, mi compañera de carpa. Entró y bajó el cierre de la puerta.
-¿Ya te sientes mejor? ¿Ya no te duele tanto? –Me pregunta marce.
-No ya no, mi padre me curó y me puso unas gazas para tapar el raspón. –Le respondo.
-Sigo pensando que estabas exagerando, te comportaste como niña ante esa herida.
-Pues para ti será una tontería pero a mí me dolió de verdad, y todavía siento algo de dolor.
-¿Hubieras preferido que nos quedáramos contigo en la habitación?
-Es lo menos que pudieron haber hecho como amigas, me hubiera gustado que se quedaran mientras mi padre me curaba.
-¿No te gustó que los dejáramos solos?
-No.
-¿Estás segura?
-Pues sí, por qué lo dudas tanto.
-Por nada, mejor acostémonos a dormir.
De inmediato marcela se coloca al lado mío, se mete debajo del acolchado y se cubre hasta el cuello. Llámenlo intuición femenina o como sea, pero tengo un muy mal presentimiento.
Es sábado, nos levantamos como a las 9 de la mañana, desayunamos en la sala de la cabaña. Café, chocolate, tostadas y facturas, mi padre y yo actuamos con normalidad, nos hacemos los tontos como si nada hubiera pasado, cada tanto cruzamos miradas cómplices y luego seguimos en lo nuestro, mientras desayunamos y bebo mi taza de chocolate también recuerdo lo que me dijo Marce anoche, creo que ella sabe algo, o tal vez vio algo, tal vez me estoy precipitando, pero si mi sospecha es cierta y marcela sabe lo que hice con mi padre, dudo mucho que se lo guarde.
Mientras yo pensaba, las chicas preguntaban por la cabaña que vieron antes de llegar aquí, peguntaban si era una cabaña abandonada, mi padre le respondió.
-Hay solo cuatro cabañas por toda esta zona, hay dos que están a cinco kilómetros, la que vieron está a 300 metros pero no está abandonada.
-¿Ah sí? Y quién vive ahí –Preguntaba Antonia.
-Un sujeto llamado Raúl, pero ahora no está. Vive en la ciudad y solo viene aquí muy de vez en cuando, usa la cabaña como casa de campo igual que nosotros.
-¿Usted lo conoce señor? –pregunta marcela.
-Claro que sí, es un gran amigo, lo conozco hace años, siempre que viene al bosque lo voy a visitar.
-¿Tienen la misma edad?
-No, el es menor que yo, pero es igual de explorador que yo, por eso viene aquí.
-¿Y también es igual de apuesto que usted señor? –Preguntó marce.
Mi padre hace una leve sonrisa, casi sonrojado.
-No marcela, más bien, no lo sé, esa opinión se la dejo a ustedes.
-Esperemos verlo algún día.
-Pues tal vez, si llega uno de estos días se los presento.
-Nos gustaría –responde Sofía.
Y todas comienzan a reírse de lo que acaban de decir marcela y mi padre, yo finjo reírme, pero en el fondo me siento algo inquieta, no sé lo que está buscando marcela.
Son las 10:00 de la mañana, mi padre salió afuera y dijo que iba a recortar el pasto del patio, la herida que me hice anoche lo dejó en alerta y no le gustaría que alguien más se lastime, él fue al depósito a sacar la moto-guadaña. Sofía y Julieta propusieron que viéramos una película dentro de la cabaña, Marcela, Antonia y yo aceptamos.
Cerramos las puertas y las ventanas, prendimos el aire acondicionado y cerramos también las cortinas, Julieta sacó su dvd de su mochila y lo conectó al televisor, nos sentamos en la alfombra al frente del televisor y pusimos también algunas almohadas para recostarnos, Julieta enchufó su pendrive y nos puso a elegir entre 20 películas, nos decidimos por una de terror, a lo lejos se escuchaba el sonido de mi padre cortando el pasto con la máquina. Julieta puso Play y nos dispusimos a ver la película EL CONJURO 2, Marcela estaba sentada junto a mí, yo veía la película al mismo tiempo que pensaba en alguna manera de confrontarla y preguntarle lo que sabe.
Parece que no iba a tener que esperar mucho para tener esa oportunidad, ya que ella se veía bastante asustada por la película, no es la primera vez que la veo así, tal parece que se levantará en cualquier momento, a eso de los 30 minutos de la película, vimos una escena de una niña enferma que se quedó en casa, y que su control remoto cambiaba de lugar, de pronto todas brincamos del susto, casi nos agarra un infarto a las cinco, nos reímos entre nosotras, pero Marce no lo toleró más y dijo que se iba a la carpa, se levantó y salió de la cabaña, allí supe que era la oportunidad que esperaba, me fui de ahí con el mismo argumento, las chicas se burlaron un poco de mí pero no me importó.
Mi padre estaba a lo lejos cortando el pasto en el otro extremo del patio, me metí a la carpa en la que dormíamos marcela y yo, y allí estaba ella, a punto de ponerse unos auriculares, se sorprendió al verme.
-Marcela quiero hablar contigo –Le dije mientras bajaba el cierra de la puerta y nos quedábamos adentro.
-¿Ah sí? De qué –Respondió.
-Es algo sobre lo que me dijiste anoche.
-Que cosa.
-¿Acaso tú me viste a mí y a mi padre anoche?
-Te refieres a cuando los dejamos en la habitación.
-Sí ¿Tú nos viste por la ventana verdad?
Marcela agacha la cabeza dudando en responder, comienza a ponerse nerviosa.
-Si nos viste solo dímelo, por favor.
-Está bien Karen, sí… los vi un poco.
-¿Y viste todo?
-…Solo la parte en que se besaban y cuando te quitabas la ropa.
-Eso solo.
-Si… bueno… también, también… cuando él te chupaba los pechos.
-Ay dios mío –Me morí de vergüenza.
-Karen lo siento.
-¿Y las demás también lo saben?
-No, claro que no, solo era yo la que estaba detrás de la ventana, noté que tardabas mucho y los quise espiar para saber de que hablaban, jamás me imaginé lo que iba a ver, debo confesar que me quedé impactada.
-No lo puedo creer, sabía que no debí haberlo hecho, estoy tan avergonzada no me esperaba que alguien nos viera.
-Karen no te sientas tan mal, no es tan malo como crees.
-¿No es tan malo? A que te refieres.
-Pues ya sabes… él no es tu padre de verdad, no tienes porque sentir tanta culpa.
-Tal vez no lo sea pero yo lo quiero como un padre y quiero seguir viéndolo así, y que él me siga viendo como su hija.
-Entonces por qué hiciste lo de anoche.
-No lo sé, creo que fue un poco de calentura y confusión, es que ayer a la tarde yo lo vi cuando él se estaba…
-Se estaba qué.
-Olvídalo no es importante, la cosa es que anoche lo vi como lo ven el resto de las mujeres, un hombre fuerte, apuesto, tierno, dulce y protector, y pues quise dejar de disfrutarlo como padre y empezar a disfrutarlo como hombre, no lo pude resistir y todo terminó en eso.
-Pues parece que él también dejó de verte como hija anoche, pues lo veía bastante entusiasmado contigo.
-Cielos Marcela no digas esas cosas.
-Jeje, sabes lo que creo, creo que estás enamorada de tu padre y llevas mucho tiempo ocultándotelo a ti misma.
-¿Qué? Claro que no.
-Yo creo que sí.
-Basta marcela, fue un momento muy, muy morboso y es un asunto muy delicado, no quisiera que nadie más lo supiera, asique creo que sabrás lo que te voy a pedir.
-Sí lo sé, descuida, tu secreto y el de tu padre están a salvo con migo desde hoy.
-Debes jurármelo.
-Te lo juro Karen, no se lo diré ni insinuaré a nadie.
-Gracias, gracias marcela, eres una buena amiga, te lo agradezco mucho.
-De nada.
-Estoy atravesando una situación muy delicada en mi vida y necesito tiempo para procesarlo.
-Pues no tiene que serlo, si abrieras los ojos te darías cuenta.
-¿Cuenta? Darme cuenta de que.
-Tú le llamas a esto una situación delicada, pero también puede convertirse en una… oportunidad.
-¿Oportunidad? Oportunidad de qué.
-Dijiste que muchas mujeres ven a tu padre como un hombre fuerte y apuesto, pero no todas tienen la oportunidad de disfrutar a ese hombre.
-¿Disfrutarlo? No entiendo tu punto, porqué esto sería una oportunidad.
-Solo piénsalo, estamos en medio de la nada, lejos de la gente, lejos de tu madre y lejos de cualquiera que pueda descubrir que un hombre esté haciendo el amor con dos niñas de 14 años.
-Pues no lo había pensado así… espera un momento… a qué te refieres con DOS niñas de 14 años.
-Pues que… solo digo que tal vez… esta sea una gran oportunidad para ti y… para mí.
Hace un momento estaba agradecida con mi amiga, pero ahora estoy furiosa.
-¡Para nada! Ni se te ocurra, eres una maldita perra.
-¿No crees que sería algo fantástico?
-Creo que sería algo enfermizo y asqueroso.
-Sabía que te pondrías así.
-Pues como quieres que me ponga, no te lo permitiré, no voy a dejar que te folles a mi padre como te follaste al novio de Julieta.
-Oye baja la voz.
-Sabía que eras una perra pero no sabía que también eras una depravada.
-Júzgame si quieres, pero en esta carpa hay otra chica que es más depravada que yo, y al parecer anoche salió del closet.
-Esta discusión se terminó.
-No te estoy pudiendo que lo decidas ahora, tú misma te darás cuenta de que no es tan descabellado como suena, solo piénsalo es todo.
-No hay nada que pensar.
Me doy la vuelta y abro el cierre de la puerta, cuando estoy saliendo, marce me habla una vez más.
-Oye Karen.
-¡Qué! –Respondo aún enojada.
-No te preocupes, decidas lo que decidas, tu secreto estará a salvo con migo.
Lo que dice hace que se me baje el enojo, luego miro para otro lado y cierro la carpa. Me quedé parada afuera de la carpa y no sabía qué hacer, no podía volver adentro asique comencé a caminar hacia el bosque, caminé y me adentré solo unos cincuenta metros y me senté un tronco y me puse a pensar, había muchas cosas que procesar en mi cabeza, estuve como una hora allí.
A eso de las 12:30 nos sentamos en la mesa de afuera y nos pusimos a almorzar, Marcela y yo no nos decíamos nada, solo escuchábamos a las demás contar cosas que pasaron en la película, luego mi padre dijo que había que preparar las cosas para esta noche, es cierto, casi se me olvidaba, es la razón principal por la que estamos aquí. Esta noche celebraremos mi cumpleaños, mi padre nos decía que aún faltan varias cosas por comprar, la comida y las bebidas para esta noche, dice que irá al pueblo a comprar lo que falta asique no estará esta tarde por un par de horas.
Sofía propuso que vayamos a recorrer el bosque esta tarde, ya que estaban aburridas de estar en la cabaña, a las demás nos pareció buena idea, cuando terminamos de almorzar nos fuimos a dormir una pequeña siesta, y saldríamos al bosque más tarde cuando haya menos calor.
Eran como las 14:00, ni Marce ni yo podíamos dormir, solo hacíamos silencio y mirábamos hacia arriba, de pronto escucho a mi padre preparando el auto para ir a la tienda del pueblo, abro un poco el cierre de la carpa y lo espío, lo veo vaciando el baúl y sacando unos bolsos que quedaban.
-Se me ocurre algo –Decía marcela.
-¿Qué cosa? –Pregunto dándome la vuelta.
-Estamos ante una muy buena oportunidad, lo podemos acompañar.
-Te refieres al viaje que mi padre va a hacer.
-Sí, te demostraré que no era tan descabellado como pensabas, tuviste tiempo de pensarlo, qué decides.
-Mi respuesta sigue siendo no.
-No te oigo tan enojada como antes.
-¿Crees que lentamente voy cambiando de opinión?
-Creo que lentamente tus miedos van desapareciendo.
-Déjame preguntarte algo Marcela ¿Por qué deseas tanto esto?
-Y por qué no, tienes un padre hermoso, lo hemos deseado desde hace tiempo, él es apuesto, simpático y gentil, cualquiera de las chicas querría hacerlo con tu padre, solo que yo sí me animo a confesarlo.
-Aunque te dejara hacerlo, por qué crees que tú le gustarías.
-Tú le gustaste, no somos tan diferentes, somos igual de hermosas, vi tus pechos anoche Karen, si los tuyos le gustaron, los míos lo dejarán loco.
-¿Ah sí? Que tienen tus pechos que no tengan los míos.
Marcela se corre su cabello hacia atrás y se comienza a levantar la remera, se la levanta con sostén incluido hasta por debajo del cuello, sus dos pechos están al aire frente a mí.
-Ay maldita sea Marcela, tápate –Le digo cerrando los ojos y mirando para otro lado.
Ella se baja la remera nuevamente.
-No es tan difícil, yo solo tengo que mostrárselas a tu papito, sus instintos de hombre harán el resto –Decía ella mientras se tocaba por encima de la ropa.
-Aunque te desnudaras toda frente a él, no le moverás un pelo, no te servirá de nada.
-¿Acaso un reto? Porque si eso es lo que crees, solo hay una forma de comprobarlo, yo estoy dispuesta si tú lo estás.
-¿Querías saber mi opinión?… Pues ya la tengo.
Marcela se deja de tocar, yo me corro el cabello hacia atrás y voy gateando hacia ella, cruzo mis piernas y me siento enfrente de ella, me acerco lo más que puedo, nuestros rostros están a solo 10 centímetros de distancia.
-Esto es lo que haremos, le diremos a mi padre que queremos ir con él para ayudarlo, el viaje de ida será tranquilo y sin insinuaciones, cuando volvamos, a mitad de ese largo camino de tierra, tú le dirás a mi padre que frene para ir al baño, te bajarás del auto e irás al bosque, luego de algunos minutos de espera mi padre se preguntará por qué tardas tanto, yo le diré que te vaya buscar, mi padre irá y se encontrarán en el bosque, tú lo estarás esperando, y finalmente cuando estén solos… harás lo tuyo, y veremos quién de las dos tiene razón.
Marcela queda fascinada con la idea, aceptó con gusto el trato.
De inmediato nos fuimos adentro de la cabaña y nos cambiamos de ropa, ambas nos pusimos unas remeritas blancas y unos chorcitos de jean azul, le dijimos a mi padre que queríamos ir con él. Luego fuimos a las carpas de las demás chicas y les dijimos que iríamos con nuestro padre y que dejaríamos lo del bosque para otro momento, ellas estaban confundidas por nuestra decisión, pero inventamos el pretexto de que mi padre nos lo había pedido, y que insistió mucho en que las dos lo acompañáramos, ellas nos creyeron fácilmente, y luego de unos minutos nos fuimos.
Tal como lo planeamos, todo marchó a la perfección, fuimos al pueblo, estuvimos como media hora en la tienda comprando comida y bebidas, luego nos subimos al auto y emprendimos el viaje de regreso.
Eran las 16:20, luego de la carretera nos adentramos en el camino de tierra, yo iba de copiloto y Marce en el asiento trasero, las dos estábamos haciendo más silencio que de costumbre, el camino se fue volviendo más boscoso, aún nos quedaba como una hora de viaje hasta llegar a la cabaña, mi padre conducía como si nada, lo cierto es que los minutos iban pasando y hasta llegué a dudar si Marcela lo iba a hacer o no, ya que solo en un rato llegaríamos y ella estaba bastante callada, pero justo en ese momento…
-Disculpe señor puede pararse aquí, necesito ir al baño –Dijo ella.
-¿Estás segura? No estamos tan lejos de la cabaña, llegaremos en 10 minutos.
-Sí lo sé señor pero ya no me aguanto ¿Puede detenerse aquí mientras voy al bosque?
-Sí claro, está bien, veo que es urgente.
Mi padre detuvo el auto a un costado del camino, Marcela abrió la puerta y se bajó, atravesó un alambrado y comenzó a caminar hacia el bosque, fue caminando hasta desaparecer entre los árboles, mi padre y yo la perdimos de vista y nos quedamos a esperarla, yo solo miraba mi celular y me hacía la distraída, mi padre apagó el motor del auto, permanecimos dentro del auto unos minutos haciendo silencio, no se escuchaba nada a nuestro alrededor. Pasaron un par de minutos y Marcela aún no volvía.
-¿Porqué tardará tanto? –Preguntó mi padre.
-No lo sé papi, estoy preocupada igual que tú.
-¿Crees que le haya pasado algo?
-Tal vez, o tal vez no, no lo sé, qué te parece si… vas a investigar.
-¿Segura?
-Sí ve, tal vez se perdió, si hubiera ido solo al baño ya hubiera regresado, me pregunto qué estará haciendo allá.
-Está bien, tienes razón iré a ver, espérame aquí.
Abre la puerta del auto y se baja.
-Avísame cualquier cosa que pase –Le digo antes que cierre la puerta.
-Claro –Dice él y se encamina hacia el bosque.
Atraviesa el alambrado y comienza a caminar en la misma dirección en que se fue ella, lo pierdo de vista y me recuesto en mi asiento, pongo algo de música en mi celular, cierro los ojos y trato de relajarme, el paso de los minutos dirá si sucede algo o si no.
Yo permanezco dentro del auto observando el camino, miro hacia el frente y no veo a nadie viniendo por ahí, luego observo el espejo retrovisor y tampoco veo nada, se ven como tres kilómetros de camino desierto en cada lado, termina la canción y empieza otra, miro hacia la dirección en que se fue mi padre y pero no lo veo venir. No puedo evitar pensar lo que estará ocurriendo con ellos, no sé si estarán hablando, si se estarán besando o si estarán peleando, me bajo del auto y me siento sobre el capó, me quedo de brazos cruzados con la mirada hacia el bosque, ya pasaron como 15 minutos desde que mi padre fue a buscarla. Me canso y decido que no quiero esperar otros 15 minutos más, asique sin pensar en las consecuencias voy hacia donde fueron ellos, y veré lo que tenga que ver.
Respiro hondo y camino hacia el bosque, primero atravieso un pequeño pastizal y me agacho para saltear el alambrado, comienzo a caminar en dirección a donde se fue mi padre, doy unos diez pasos y luego me detengo, me quedo quieta sin hacer ruido, no oigo nada. El suelo está cubierto por hojas secas de los árboles, que hace que mis pies chasqueen a cada paso, por lo tanto camino un poco más lento, si sigo caminando en esta dirección los encontraré, pero no quiero que me vean, asique hago un rodeo y voy un poco por la izquierda, avanzo lentamente escondiéndome entre los árboles, doy unos pasos y me escondo detrás de un eucalipto, escucho voces, parece que son ellos. Me quedo detrás del árbol y los espío sigilosamente, acerco un poco mi cabeza y los veo a solo unos treinta metros, no distingo bien, parece que se están besando, escondo mi cabeza nuevamente y trato de relajarme, luego cuando los vuelvo a ver noto que están abrazados, observo con atención y veo que se están besando y tocando recostados contra un árbol, yo cierro los ojos y escondo mi cabeza otra vez, la situación me pone muy incómoda pero no puedo dejar de ver.
Mientras se besan, Marce se desabrocha el chorcito y se baja el cierre, mi padre la pone de espaldas contra el árbol, luego se pone de rodillas detrás de ella y le comienza a estirar el chorcito hacia abajo, de forma violenta, se lo baja hasta las rodillas con tanga incluida. Veo la cola de Marce y mi padre se la comienza a manosear y besar, ella comienza a suspirar de placer, se apoya con fuerza en el árbol mientras le chupan las nalgas.
La situación me pone muy incómoda y dejo de espiar, cierro los ojos y me apoyo de espaldas contra el árbol, escucho a lo lejos los jadeos de Marcela, tengo miedo de que me vean si me voy, me tapo los oídos y hago silencio, me quedo así como por un par de minutos bastante asustada, luego los vuelvo a mirar.
Se besuquean de forma muy apasionada, haciendo pequeños chasquidos con sus labios, mueven sus rostros al ritmo de un lento y suave beso, con esa pasión él le comienza a quitar la remera a ella, pero Marce le aparta las manos y da un paso atrás. Es ella misma quien se la saca, queda con un sostén negro que rápidamente se lo saca también, tira su ropa al suelo y queda desnuda de pies a cabeza, camina hacia mi padre apretándose los pechos, él enloquece y se agacha a chupárselos, se lleva a la boca los redondos pechitos de ella, los tiene un poco más grande que yo, se los devora con los labios y la lengua, ella vuelve a suspirar como lo hizo cuando le chupó la concha.
No lo puedo evitar pero me estoy excitando de verdad, no me di cuenta que me estaba manoseando la entrepierna por encima de la ropa, era una imagen bastante fogosa, mi amiga completamente desnuda con el cabello suelto, arqueando el cuerpo hacia adelante para que mi papi se los chupe, ambos siguen así por unos minutos.
Marce le acariciaba la entrepierna por encima del pantalón, paso a paso se lo iba desabrochando, hasta que finalmente mi padre ayudó Marce a desabrocharse por completo, él se desajustaba el cinturón y ella le bajaba el cierre. Marce se puso de rodillas delante de él, cuando se le aflojó el jean ella se lo estiró hacia abajo, el bóxer blanco de mi padre estaba estirado hasta su límite, ella se relamió los labios y con ambas manos le bajó el bóxer hasta las rodillas de un estirón, la enorme erección de mi padre se sacudió como un resorte y golpeó la nariz de Marce, ella no perdió ni un solo segundo, se corrió el cabello hacia atrás y se lo metió en la boca lo más profundo que pudo.
Mi corazón estalló de excitación, me di la vuelta, y me apretaba la entrepierna con ambas manos, me apretaba los pechos y me mordía los labios, quiero gozar el momento igual que ellos, de nuevo estaba sintiendo lo de anoche, una lucha interna entre culpa y deseo, me moría de ganas de hacer lo que mi cuerpo me estaba pidiendo. Se me pone la piel de gallina al tenerlos tan cerca, hasta mi conciencia me está pidiendo que me una a ellos.
Los veo otra vez, Marce arrodillada frente a él, metiendo y sacando de su boca esa larga verga, mi padre parado apoyándose con una mano sobre el árbol, con el torso al descubierto y los pantalones bajados. Esa escena me hace enloquecer y me comienzo a tocar con más fuerza, cierro los ojos y recuesto mi espalda contra el árbol, ella tenía razón después de todo, es realmente excitante saber que estamos los tres aquí solos sin nadie a nuestro alrededor, podemos hacer lo que queramos y nadie nunca lo sabrá, salgo de inmediato de mi escondite.
Voy caminando hacia ellos, camino rápidamente pero ellos aún no me notan. Cuando estoy a unos pasos de ellos mi padre gira la cabeza y me ve, Marcela escucha mis pasos y se asusta, se da la vuelta y se sorprende al verme.
-¡Hija! –Dice mi padre sin saber qué hacer.
-Karen pero qué haces aquí –Dijo de inmediato Marce.
Ambos se cubren con sus manos al verme acercarme.
-Hola papi –Digo eso y me arrodillo frente a él junto a Marce.
Le aparto las manos de la pija y se la comienzo a manosear con las mías, le quito la saliva que dejó ella.
-Si crees que es rico que una chica de 14 te la chupe, imagina dos –Le dije eso y lo comienzo a masturbar con mi mano derecha.
Marcela está con la respiración acelerada, todavía sigue impresionada, mi padre no sabe qué responder, yo levanto la mirada y sin dejar de verlo me meto su miembro a mi boca, cierro los ojos y me empiezo a comer ese pedazote de carne. Me meto la mitad de esa enorme pija y me la saco hasta que la cabeza llegue a mis labios luego me la vuelvo a meter, mi padre intenta hablar pero los jadeos no lo dejan, saco mi boca para recuperar el aliento pero no dejo de pajearlo, mi padre no lo disfruta del todo ya que la presencia de Marcela le da vergüenza.
-Descuida papá, ella ya lo sabe.
-¿Qué? ¿Lo sabe?
-Por supuesto señor, ahora el secreto es de los tres, usted hizo bien al no ocultar su deseo por su hija, y ahora gracias a eso tendrá premio doble, ambas seremos sus mujeres de aquí en adelante.
Marce se acerca y yo le sedo el lugar, se la comienza a chupar nuevamente, yo le acaricio la espalda a mi amiga dejando que lo haga, le hundo la cabeza y le aprieto el cabello para que se la meta lo más profundo que pueda, mi papito por fin se va relajando y lo comienza a disfrutar, ambos le apretamos la cabeza a Marce para que chupe sin parar. Después de varios minutos de arcadas ella saca la boca y la deja abierta recuperando el aire, gira la cabeza y me mira.
-Te toca a ti.
No hacía falta ni que me lo dijera, yo la aparto y me levo a la boca ese enorme y venoso tronco, Zarandeo mi cabeza hacia adelante y hacia atrás, ésta vez lo hago con los ojos abiertos, mirando hacia arriba el rostro de mi padre, él me observa con cara de satisfacción, yo continúo y le doy la mamada que se merece, siento caliente la cabeza de su verga, hago arcadas y aprieto su cuerpo hacia mí tomándolo de las nalgas.
Marce acerca su rostro y se la comenzamos a chupar los dos al mismo tiempo, le saboreo la cabeza de la verga y Marce el largo, hay espacio para dos bocas en esta verga, me deleito con su redonda y tibia cabeza y Marce le chupa el largo yendo y viniendo con sus labios, luego avanzo y le paso la lengua por el resto del largo, Marce pasa sus labios por la cabeza, luego los huevos, luego el tronco, luego la cabeza una vez más, mi mentón se roza con el de ella, ambas cerramos los ojos y continuamos chupando y besando cada centímetro. Parece que a él donde más le gusta es en la cabeza de la verga, asique nos concentramos cerca de esa zona, mis labios se comienzan a rozar con los de ella, abro los ojos y ella también, pero no nos detenemos, nuestros labios y nuestras lenguas se rozan al mismo tiempo que saborean la verga que las separa, siento su respiración, el aliento de su boca y parte de sus labios, luego intencionalmente estiro mi lengua un poco más haciéndola rozar con los labios de ella, Marce me mira a los ojos y no dice nada, nuestras narices se chocan, siento su cabello golpeando en mis mejillas.
De la nada mi padre da un paso hacia atrás, y se comienza a masturbar con más fuerza.
-Aaaaaahhhh me voy a venirrrrr, ahhhh siii ahí está.
Marce y yo abrimos las bocas y juntamos nuestras mejillas.
-Tomen mis putitas aaaahhhh tomen, aaaaaaaaaahhhhhhhhhhh
Un chorro blanco y caliente nos impacta en la cara a ambas, yo cierro los ojos y siento la leche impactando por todo mi rostro, es rico, tibio y salado, por fin lo saboreo, mi padre larga una gran cantidad sobre nuestras caras, luego nos acerca nuevamente su miembro y le exprimimos las gotas que le quedaron, se la mamamos hasta dejarlo seco.
Fue un momento magnífico para los tres, conforme pasan los minutos me parece aún más increíble que me haya animado, Marcela y yo salimos de ese bosque con una imborrable sonrisa en los labios, yo me había limpiado con los dedos el semen que tenía en la cara, pero aún así me había quedado la cara pegajosa, asique cuando llegamos al auto saqué una botella de agua mineral y me la lavé, Marcela hizo lo mismo. Mientras ella se lavaba mi padre me tomó del brazo y nos recostamos contra el auto, acerco su sus labios a los míos y comenzamos a besuquearnos, lo hacíamos dulcemente, parecíamos dos adolescentes, estábamos en el camino pero nadie pasaba por aquí asique lo hacíamos con naturalidad, solo estaba Marce, quien solo nos miraba y asentía a lo que hacíamos, terminamos el besuqueo y emprendimos el viaje de regreso, mi padre conducía y Marce habló desde atrás.
-Me encantó esta experiencia señor Sebastián, gracias por animarse a hacerlo –Decía Marce desde el asiento trasero.
-¿Y a mí no me agradecerás? –Le digo a ella mirándola por el espejo retrovisor.
-Por su puesto amiguita, gracias a ti también, te agradezco por compartir con migo la verga de tu papito.
-Pues de nada, es una verga lo suficientemente grande para entrar en dos bocas.
-Qué bueno que les gustó tanto –Decía mi padre –Porque esta noche después del cumpleaños les va a entrar por otro lado.
Continuará…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!