Mi padre y mis amigas. Parte 4
«La venganza de Marcela».
Mi padre y mis amigas. Parte 4. (La venganza de Marcela)
Domingo. Cuando terminamos de almorzar mi madre me dijo que quería hablar con migo en privado, yo la seguí y fuimos a la cabaña, mi hermano Ezequiel había ido con mis amigas a dar un paseo en el bosque, ya que él conocía mejor este lugar y les iba a dar un tour a las chicas. Mi madre y yo entramos a la cabaña, nos metimos a la habitación y allí estaba mi padre, no sabía que hacía él aquí, mi madre cerró la puerta y nos quedamos los tres ahí adentro. Ella tomó la palabra.
-Karen voy a ser directa contigo, una de tus amigas me dijo algo perturbador acerca de ti y de tu padre, quiero saber inmediatamente si es verdad o no.
La respiración se me cortó, me quedé petrificada, un escalofrío de terror me recorría el cuerpo, no sabía qué responder, miraba a mi padre buscando auxilio pero él miraba hacia otra parte.
-Karen respóndeme la pregunta, es verdad o no es verdad, si es verdad dímelo ahora.
-No sé que responderte mami, lo siento, lo siento muchísimo, estoy muy avergonzada.
Comencé a romper en llanto, me sentía de la peor manera, toda mi vida se vino abajo.
-Por la forma en que te estás poniendo veo que la respuesta es sí, seguro sientes una culpa enorme ahora que me he enterado ¿verdad? Ya veo, solo quería escuchártelo decir, asique este viaje con tu padre terminó en esto, quién lo iba a decir, ésta sería una situación horrorosa para cualquier familia, pero por suerte para ti Karen nosotros no somos cualquier familia… ¿No es así Sebastián? Nos tomaremos esto de una forma muy, muy diferente.
Yo dejo de llorar por un momento, mis padres se miran con una mirada cómplice y de confianza, no tengo la menor idea de lo que está pasando, luego mi madre me dice.
-Karen sécate esas lágrimas y vete preparando, vamos a hacer algo que tu padre y yo hemos querido hace mucho, y gracias a ti lo vamos a poder hacer.
-¿Qué? –No entiendo a qué se refiere ella con eso -¿De qué hablas mami?
-Vamos a aprovechar que estamos solos para hacerlo, solo será algo rápido pero intenso.
-Mami, no sé de qué me estás hablando, qué cosa es lo que vamos a hacer, me tienes cada vez más confundida.
-Así que aún no te has dado cuenta, bueno, tal vez esto despeje tus dudas.
Ella dio un paso atrás, se comenzó a levantar la remera y se la sacó frente a mí, mi padre se puso de pié y se comenzaba a desabrochar el cinturón, los dos me miraban mientras se desvestían, quedaron en ropa interior y vinieron hacia mí. Yo estaba boquiabierta y completamente inmóvil, ellos me comenzaron a desnudar y yo no podía detenerlos, me quitaron el shorcito y la blusa, mi padre se paró detrás de mí y me tomó los pechos con ambas manos. Los dos suspiraban de calentura y me lo empezaron a transmitir, mi madre con sus manos subía a través de mis piernas, recorriendo mis muslos, mis nalgas y mi vientre.
-¿Creíste que tu padre era el único que te deseaba? –Me dijo ella en voz baja al oído.
Hizo un pequeño silencio y después puso su mano en mi mejilla, me miraba a los ojos mientras acercaba su rostro al mío, yo me quedé inmóvil viéndola aproximar sus labios a mi boca, cuando estaba a tres centímetros pude sentir su calor y su respiración, ella cerró sus ojos y yo cerré los míos.
De pronto, abro los ojos y me despierto en mi carpa, todo era un sueño, estoy con la respiración acelerada, aún tengo fresca en mi mente esa última imagen. Miro la hora en mi celular y son las 08:55 de la mañana del domingo, Marcela aún sigue dormida junto a mí, noto que tengo unas lágrimas en mis ojos, parece que lloré de verdad a causa de ese sueño, pero ya se acabó y me empiezo a calmar de a poco.
De repente escucho el sonido de un auto acercándose, abro el cierre de la carpa y veo a lo lejos que el auto rojo de mi madre está llegando y se estaciona junto a la cabaña, mi madre Mónica y mi hermano Ezequiel bajan del auto y mi padre los recibe. Ella tiene 37 años y es morocha de pelo largo, mi hermano es de cabello castaño oscuro, ojos marrones, contextura deportiva y mide 1,70.
Un par de horas después todos ya nos habíamos acomodado, no hacían falta presentaciones ya que mis amigas venían mucho a mi casa y nos conocíamos entre todos. Nos pusimos al día acerca de todo lo que habíamos hecho estos días, mi madre me trajo una tablet como regalo por mi cumple, le contamos sobre la fiesta de anoche, y a pesar de que aún habían quedado unas botellas por ahí ella no se enfadó y no le dio importancia.
Mi hermano Ezequiel se sentía algo incómodo por ser el único varón aquí, asique se la pasaba la mayoría del tiempo chateando con su celular, él era uno de los pocos afortunados que tenía señal en su teléfono, al igual que Julieta y mi padre, las demás estábamos en la edad de piedra.
Todas mis amigas se comportaban con naturalidad delante de él, excepto por Sofía, ella se comportaba algo más tímida de lo normal cuando estaba cerca de mi hermano. Pero mi mente no tenía tiempo para pensar en eso, mi mente solo pensaba en Marcela, tenía algo de temor por lo que ella podía estar pensando, no hemos hablado de lo de anoche, ella solo se despertó en la mañana y no me dijo nada. Yo intenté despertarla anoche pero ella no respondía, ninguna de las dos ha mencionado el tema hasta ahora, tal vez por la borrachera no se acuerda de nada, o tal vez sí se acuerda de nuestro plan pero no sabe que yo lo hice sin ella, seguramente piensa que yo también me quedé dormida toda la noche. Estoy pensando que debería confrontarla en algún momento y preguntarle lo que sabe, aunque luego pienso que no, no quiero hacerlo, la última vez que hablé con ella para despejar dudas terminamos haciendo un trío con mi padre en el bosque, asique si tiene planeado algo tendrá que hacerlo sin mi ayuda esta vez.
Algunas todavía tenían algo de resaca por lo de anoche y mi madre lo notaba, se tomaron un analgésico para calmarles la migraña, yo me tomé uno pero no para el mareo, sino porque me sentía algo adolorida entre mis piernas, mi madre preguntó si me sentía bien y le respondí que sí.
Almorzamos en la mesa de afuera, cuando terminamos mi madre y mi hermano continuaron desempacando algunas cosas, Ezequiel dijo que tomaría un baño. Mientras él se duchaba, el resto de nosotros dábamos un paseo por los alrededores mientras mi madre veía como crecieron sus plantas y flores. Nos preguntó si ya habíamos recorrido el resto del bosque y le dijimos que no, solamente Julieta y Antonia quienes visitaron brevemente el lago ayer a la tarde, y las veces que jugábamos a las escondidas, fuera de eso no hemos tenido tiempo de hacer una excursión, mi madre se sorprendió con nuestra respuesta.
-Éste es un bosque hermoso, qué han hecho todos estos días que no lo han recorrido.
Así surgió la idea de salir a dar un paseo, hay una pequeña cascada con rocas blancas a dos kilómetros de aquí, para llegar hay que atravesar el bosque a través de un pequeño sendero en dirección al norte, a las chicas y a mí nos encantó la idea, también a mi padre, dijimos que iríamos todos en un rato y así fue.
Eran las 15:10 de la tarde, empezamos a preparar nuestras cosas para la excursión, las chicas y yo estábamos junto a las carpas poniéndonos nuestras zapatillas. Dentro de la cabaña estaban mis padres y mi hermano, luego Ezequiel salió afuera y se fue caminando hacia el bosque pero en una dirección diferente a la que pactamos, seguramente él sabía lo que hacía asique no le dimos mucha importancia, aunque de reojo pude notar que Sofía puso la mirada en él más tiempo que nosotras. Antes de partir mi madre nos explicó que mi hermano tenía ganas de estar solo un rato y por eso se fue hacia el oeste del bosque en dirección hacia el lago, luego les preguntó a mis amigas si aún tenían algo de resaca y respondieron que no, luego me lo preguntó solo a mí y le respondí lo mismo, ella estaba bastante insistente con ese asunto. Unos minutos después nos sumergimos en el bosque, dejando la cabaña deshabitada.
Caminamos en fila india, y observábamos nuestro alrededor, había muchas plantas y troncos pero el sendero se distinguía bien, yo disfrutaba cada paso que daba, la vista a nuestro alrededor era verde y pura, mi padre iba delante de todos, luego Sofía y Antonia, detrás de ellas yo, detrás de mí mi madre, luego por último Marcela y Julieta. Mi madre hablaba con ellas dos y les decía lo bonitas que estaban, Marcela con su cabello castaño claro casi pelirrojo, y aún más Julieta con su cabello rubio y lacio, sus ojos negros, su piel clara y su cuerpo dotado que parecía de una chica de 16. Mi madre les preguntó si tenían novio, ellas respondieron que Marce estaba soltera pero que Julieta no, ella ya tenía un novio. Cuando llegamos a la mitad del camino hicimos una parada para refrescar, mi madre abrió su mochila y se encontró con una sorpresa, tenía en su mochila el celular de Ezequiel, dijo que se lo había pedido en la cabaña pero olvidó devolvérselo, y se comenzó a preocupar porque no paraban de llegar mensajes y de seguro mi hermano lo iba a necesitar. Se sintió algo tediosa porque iba a tener que volver por el camino a llevárselo a mi hermano, fue en ese entonces cuando Marce le propuso llevarlo por ella, mi madre se sintió agradecida pero había un problema, Marce no conoce el lago donde está mi hermano, en ese momento Julieta rápidamente se ofreció a acompañarla, ella ya había visitado el lago con Antonia ayer. Así fue que mi madre les dio el teléfono y las dos se fueron de regreso por el camino donde veníamos, las dos se dirigieron al lago donde mi hermano estaba solo, el resto de nosotros continuamos nuestro recorrido, yo ya no disfrutaba tanto, caminaba pero con la mente llena de paranoias. Después de un rato más finalmente llegamos a la cascada.
Era una pequeña cascada de uno diez metros donde caía el agua y se formaba un pequeño río que marchaba entre las rocas, todos disfrutaban el paisaje excepto yo, mi cabeza no dejaba de pensar en Marcela y Julieta. Por otro lado Antonia y Sofía estaban muy cerca del agua y se notaban sus ganas de refrescarse, pero no se animaron a meterse, hasta que mi madre al notarlo propuso que todos nos metiéramos, las chicas saltaron de alegría pero mi padre prefirió quedarse en la orilla.
Mientras ellos hablaban mi cabeza estaba llena de los fantasmas de ésta mañana, aún dudaba si Marcela se dio cuenta o no se dio cuenta de que me fui a la habitación de mi padre sin ella, no hay que ser muy inteligentes para saber lo que tendría planeado en éste momento. Ezequiel no es ningún calentón, es muy seguro de sí mismo y muy inteligente, pero sigue siendo un hombre después de todo. Mi madre me pregunta si quiero entrar al agua y le respondo que no, le digo que aún siento un poco de dolor de cabeza por la resaca, dice que me lo advirtió y no la escuché, dije que no me sentía bien y que quería volver a la cabaña, ellos me creyeron la escusa y me marché rápidamente de ese lugar.
Me fui de ahí y comencé a caminar de regreso por el sendero, a medida que avanzaba lo hacía cada vez más rápido, luego comencé a trotar, quería llegar lo más rápido posible al lago, miraba hacia todas partes pero no veía a nadie aún, lo lógico sería que Julieta y Marce ya estuvieran volviendo y encontrármelas en éste sendero, pero no las veo por ninguna parte y eso que ya pasó un rato. Me desespero y no me doy cuenta de que empecé a correr, corro a toda velocidad, tenía pensado apartarme del sendero y tomar un camino más corto hacia el lago, pero antes de hacerlo me detengo. Observo a Julieta viniendo sola por el mismo camino en el que voy, cuando me la encuentro ella también se sorprende al verme.
-Karen pero qué haces aquí, porqué venías corriendo así.
-Es que… olvidé algo importante en la cabaña (me faltaba el aire), por cierto dónde está Marcela.
-No pudo venir, ocurrió algo y se tuvo que quedar con tu hermano.
-¿Qué? Qué fue lo que ocurrió.
-Cuando llegábamos al lago donde estaba tu hermano lo vimos sentado en una roca, luego en ese momento Marce se resbaló y cayó en una pequeña zanja, se raspó la pierna y dijo que le dolía mucho, luego nos pidió a tu hermano y a mí que la acompañemos a la cabaña para curarle la herida, y eso hicimos.
-Oh vaya, que terrible, espera un momento… entonces por qué estás tú aquí y no en la cabaña con ellos.
-Es que Marcela me pidió que viniera a avisarles a ustedes lo que pasó, así no se preocupaban por nuestra tardanza.
-Dijiste que ella pidió que le curaran la herida.
-Así es, creo que le preguntó a Ezequiel si había en el baño algún algodón o algún suero para desinfectar la herida, luego me fui de ahí.
-De modo que ahora se quedaron los dos solos en la cabaña ¿Y dónde dijiste que Marce tenía la herida?
-En el muslo, muy cerca de su nalga.
Ni cuando estaba corriendo se me agitó tanto el corazón como ahora, Julieta tal vez tenga el cuerpo de una chica de 16 pero su cerebro parece de una niña de 12, hice lo posible por disimular mis nervios, luego le dije que continuara su camino y vaya con los demás mientras yo volvía a la cabaña, ella notó algo raro en mi rostro y me preguntó qué estaba pasando, solo le dije que se lo explicaba luego. Nos separamos y cada quien tomó su camino, primero fui caminando y cuando la perdí de vista volví a correr.
Corría y a medida que me acercaba mi cabeza se agitaba cada vez más, pero no por la corrida, sino por las imágenes que yo misma me creaba aún sin haber visto nada. Salí del bosque y llegué al predio de nuestra cabaña, fui caminando lentamente mientras recuperaba el aire, cuando estaba a unos diez metros me detuve a escuchar para ver si estaban adentro pero no oía nada, no me animé a entrar aún, asique fui al grifo de agua de atrás de la cabaña y me refresqué. Aún no los escuchaba, imagino que pueden estar en la habitación, comienzo a hacer un rodeo por detrás de la cabaña y voy hacia el muro lateral del otro lado, es ahí donde está la ventana de la habitación, camino en silencio. La ventana está cerrada pero aún puedo ver a través del cristal, por dentro la cortina no está cerrada por completo, hay un pequeño espacio por donde puedo espiar, y después de un momento tomo valor y lo hago, acerco un poco mi cabeza y veo lo que sucede.
La escena me resulta algo familiar, Ezequiel está sentado en la cama con la ropa puesta, tiene la botellita de suero en una mano y un pedazo de algodón en la otra, Marce está parada delante de él pero dándole la espalda, no tiene su shorcito, está con su tanga rosada y con las nalgas al aire pero todavía tiene puesta su musculosa, veo que mi hermano le pasa el algodón por el muslo debajo de la nalga derecha, ambos están de espaldas a la ventana asique no me ven. Me escondo nuevamente y me quedo agachada, cierro los ojos y trato de concentrarme, al ver a Marce sin su shorcito se viene a la mente algo que hice cuando mi padre me curaba, le dije que si le estorbaba mi remera rota me la podía quitar, y ahora ella tiene un raspón debajo de la nalga. No sé que tanto esperar de Ezequiel, él es un chico seguro de sí mismo y ya ha tenido un par de novias, no está tan desesperado y puede darse cuenta cuando una chica tiene algo planeado.
Vuelvo a espiar y parece que todo ya está terminando, mi hermano le limpia los últimos lugares donde quedan manchas del suero. No lo noto para nada inquieto a mi hermano, todo lo hace relajado y sin temor, cuando termina con lo suyo comienza a cerrar la botella y a guardar el algodón, pero luego algo ocurre. Mi hermano se pone de pié, en ese momento Marce se da media vuelta y quedan ambos frente a frente, se quedan quietos mirándose a los ojos sin decirse ninguna palabra, hasta que lentamente se van separando y todo vuelve a normalizarse.
Mi hermano deja la botella y los algodones en una mesita junto a la puerta, Marce levanta su shorcito del suelo y luego le dice algo a él, no alcanzo a escuchar desde aquí qué fue lo que le dijo, mi hermano dice que sí con la cabeza y comienza a acercarse a ella, se para delante suyo y agarra su shorcito, luego se inclina y deja la prenda abierta a media altura, me doy cuenta que está ayudándola a ponérselo, Marce apoya una mano en su hombro y mete una de sus largas piernas, luego con mucho cuidado mete la otra, mi hermano toma los bordes de shorcito y se lo comienza a levantar, se lo sube a través de las piernas hasta acomodarlo bien contra su cintura. Luego sin que se lo pida le sube el cierre con cuidado y luego le abrocha el botón, cuando termina levanta la vista nuevamente y se encuentra con la mirada de Marcela, vuelven a hacer un espontáneo silencio quedándose frente a frente, hasta que ella le acerca sus labios y le da un beso en la mejilla, un beso suave como de agradecimiento, Ezequiel queda perplejo por un momento, luego de la nada hace lo mismo y la besa también en la mejilla, intercambian miradas luego se separan. Mi hermano se da la vuelta, toma la botellita y los algodones y se prepara para irse, abre la puerta pero Marce se queda quieta, se sienta en la cama y parece que le indica algo sobre sus zapatillas, parece que ella estaba sin su calzado y ahora se lo va a poner. Supongo que ahora ella se pondrá sus zapatos y mi hermano irá a dejar las cosas en el botiquín del baño.
Mi hermano sale de la habitación y cierra la puerta, tan pronto como él sale, Marcela se pone de pie y se comienza a desnudar, ver eso me toma por sorpresa y mis cejas se alzan, rápidamente se saca la musculosa y luego se desabrocha el chorcito, se lo baja hasta el suelo quedando en ropa interior. No pierde ni un segundo y también se quita su brassier y su tanguita rosada, yo me quedo boquiabierta, no me lo esperaba para nada, ella queda completamente desnuda de pies a cabeza, luego incluso desata la liga de su cabello dejándoselo suelto, es la segunda vez que la veo desnuda, tiene los senos más grandes de lo que recordaba. Escucho que dice el nombre de mi hermano en voz alta como llamándolo, luego se da la vuelta y se mete a la cama, se recuesta en la cabecera de la cama apoyándose sobre las almohadas, acomoda su cabello hacia los costados dejando ver bien sus bustos, noto su par tetas redonditas con pezones rosados y claritos. Ella lo está esperando y él va a entrar en cualquier momento, mi exasperación está al máximo, no sé qué pasará cuando entre… y el momento llega, la puerta se abre y veo a Ezequiel entrando, el corazón se me detiene y agacho la cabeza, me vuelvo a esconder debajo, no quiero mirar, ya no soporto la situación, cierro los ojos y me tapo los oídos.
Permanezco inclinada encerrándome en mi pequeño mundo, ya no quiero verlos ni escucharlos, me quiero ir ahora mismo, quiero volver a la cascada y eso haré. Abro los ojos y camino agachada sin hacer ruido, me voy alejando rápidamente de la ventana, pero cuando doblo la esquina de la cabaña me encuentro con otra sorpresa más, veo a Julieta a punto de entrar a la cabaña y ella también me ve a mí, casi me agarra un infarto al encontrármela de ésta manera, qué hace ella aquí, y entonces me doy cuenta de que me siguió.
-Karen qué hacías detrás de la cabaña.
-Ssshhhh baja la voz.
-Qué, que pasa, estás igual de extraña que en el bosque, qué ocurrió.
-Nada, solo que hay que irnos ahora mismo.
-¿Qué? Porqué, dime donde están Marce y tu hermano.
De pronto se escucha un ruido de adentro de la cabaña, como un objeto caído.
-Qué fue eso –Pregunta Julieta.
-Amiga nos tenemos que ir.
-No, no me iré hasta que me digas lo que está ocurriendo.
Yo no tenía la capacidad mental para inventar una buena escusa, y ella notaba algo raro en mi actitud, no me animaba a decirle abiertamente lo que estaba ocurriendo adentro, pero negándoselo solo le daría a ella más curiosidad para entrar a la cabaña. Le confesé que estaba espiando a mi hermano y a Marce, pero ella no entendía por qué estaba haciendo algo así, le dije que fuera a verlo por sí misma, no me importó lo que pasaría si los veía, yo ya estaba completamente resignada.
Ambas fuimos a la parte lateral de la cabaña y nos acercábamos a la ventana, ella con algo de confusión hizo lo que le dije, con mucho cuidado acerca su rostro al vidrio y comienza a espiar. Los ojos se le resaltan y lo primero que hace es taparse la boca, se estremece por completo, después gira la cabeza y me mira a mí, como buscando mi opinión por lo que está pasando adentro, continúa observando sin salir de su estado de conmoción. Luego vuelvo a escuchar otro ruido de un objeto cayéndose, me preocupo un poco, pero al ver a Julieta que no cambia su expresión supongo que es parte de la energía con la que mi hermano le está dando a Marcela lo que quería, pensarlo es desagradable y escucharlo peor. Me siento terriblemente incómoda aquí, y Julieta también pero tiene los ojos paralizados y ni siquiera puede parpadear, se ha quedado con la mirada congelada viéndolos a los dos adentro, noto que tiene la boca semi-abierta respirando con profundidad, es algo igual a lo que me está pasando a mí, luego veo que se relame levemente el labio inferior. Su actitud está cambiando y a mí me empieza a dar curiosidad sobre lo que está viendo.
-Oye, cuéntame qué están haciendo.
Julieta sale de su estado de concentración y luego me responde.
-Sexo… están teniendo sexo –Me susurra con algo de nervios.
-Eso ya lo sé, quiero saber cómo lo están haciendo ¿Están acostados o arrodillados en la cama?
-No están en la cama.
-¿Qué? Dónde están.
-Están contra la pared.
Escucho eso y trago mi saliva.
-Ella tiene el cabello algo agitado –Me dice Julieta sin que se lo pregunte.
-Y Ezequiel como está.
-Está muy enérgico y la está follando con fuerza, tiene sus manos en la cadera de ella, los pechos de Marce se están sacudiendo, parece que ella lo está disfrutando bastante.
-Ay no puede ser.
-Espera, ahora se separaron, Marce se va a arrodillar en el suelo.
-¿Ah sí? y que va a hacer –Ella no me responde –Qué está haciendo, dime.
-Ella le está comenzando a hacer una mamada, le está chupando la verga a tu hermano.
Yo me tapo la cara y ya no puedo seguir escuchando, tengo ganas de irme ahora mismo.
-Tiene una verga muy grande, no le entra toda –Me dijo Julieta con total calentura.
Me toco la entrepierna y no sé porqué me siento húmeda, quiero que Julieta y yo nos vayamos pero sé que no me hará caso, ya vio lo que ocurre adentro y no se irá hasta que termine todo. Entonces le digo que me deje ver un poco, me pongo en su lugar y ella se pone junto a la pared donde yo estaba, en realidad no quiero ver, lo hago solo para que Julieta deje de excitarse, miro por la ventana y todo es más caliente de lo que ella me describía.
Marce sacude su cabeza metiendo su boca hasta la mitad de la verga, se la chupa con ganas haciéndolo gemir a mi hermano, él le junta el cabello a Marce y se lo sostiene con una mano. Luego le toca la cara para que se quede quieta, ella lo hace y ahora es mi hermano quien se empieza a mover, le sostiene la cabeza mientras le mete la verga en la boca, comienza a aumentar la velocidad moviendo muy sensualmente su cadera mientras se la mete. Marce solo cierra los ojos disfrutando cada una de las embestidas de Ezequiel. Continúan así unos segundo más hasta que él se la saca de la boca y la hace poner de pie, la lleva de la mano a la cama, se acuestan y se preparan para otra posición. Él se recuesta boca arriba, Marce se prepara para cabalgarlo, se sienta en su entrepierna, le toma la verga y se la acomoda en su conchita, se la va metiendo lentamente hasta quedar totalmente sentada, teniéndola toda adentro.
Esa escena no la resisto y aparto mi mirada de la ventana, los dejo de espiar, ya no lo soporto más. Giro mi cabeza y no veo a Julieta, miro hacia todas partes y no la veo, a donde fue, ay no, no puede ser, me alejo de inmediato de ese lugar, camino rápidamente rodeando la cabaña, llego al frente donde está la puerta de entrada y la veo a Julieta entrando silenciosamente, qué rayos cree que hace, la sigo haciendo todo el silencio que puedo, ella deja la puerta entreabierta y yo entro a buscarla. Cuando estoy adentro veo que se coloca junto a la puerta de la habitación, se arrodilla para espiar por el cerrojo, luego nota que me acerco a ella, quiero gritarle pero aquí tenemos que hacer más silencio que nunca.
-Qué haces –Le digo moviendo la boca sin hablar.
-Los quiero escuchar –Me dice susurra en voz muy baja.
Entonces me doy cuenta que desde aquí junto a la puerta se los escucha bastante, oigo a Marcela gimiendo y oigo los golpeteos contra los resortes del colchón, Julieta acerca su ojo por el cerrojo lo más que puede, nos quedamos junto a la puerta un momento, ella arrodillada y yo sentada apoyando la oreja.
Se escucha un poco las tablas de cama golpeándose con el movimiento de ellos, ella lo está cabalgando y bastante fuerte, me vuelvo a quedar con la boca abierta, se escuchan los gemidos de mi hermano y los de Marce son cada vez más fuertes, veo a Julieta arañando un poco la puerta y mordiéndose el labio inferior, apoyo mi cabeza contra la puerta disfrutando el sonido de la cama agitándose, cierro los ojos recordando cuando le hacía lo mismo a mi padre anoche. Julieta nota mi calentura y me toma de la mano invitándome a espiar como ella lo hace, miro a través del cerrojo y los veo a los dos en la cama, el cabello de Marce se agita con cada brincada, mi hermano la toma con fuerza de las caderas metiéndole la verga más profundo. Luego escucho la respiración de Julieta y noto que está apoyando la oreja contra la puerta, con ojos cerrados y con una mano dentro del shorcito, vuelvo a espiar y veo que mi hermano ahora está sentado mientras que Marce sigue en la misma posición, ahora la cabalgada es más lenta pero más excitante que nunca, él le rodea la espalda con un brazo y con el otro se apoya en la cama, ella le rodea el cuello con los suyos y así comienzan a moverse, ondean sus cuerpos al compas del otro sin dejar de mirarse. Me caliento como nunca y no resisto mis ganas de tocarme.
Le toco la mejilla a Julieta y la traigo para que se acerque a ver eso, ella mira sin quitar su mano de donde las tiene y se deleita con la follada que hay en la habitación, me aprieto mi vagina por encima de mi ropa y me acaricio con mi dedo índice. Giro y veo que Julieta se comenzó a masturbar, al ver eso yo me bajo el cierre y comienzo a hacer lo mismo, pero lo quiero hacer espiando igual que ella asique me arrodillo y me acerco al cerrojo, Julieta se aparta pero no demasiado, su rostro queda cerca del mío. Ezequiel la toma a Marce de las nalgas y se pone de pié cargándola sin sacarle la venga, ella se aferra a él con las piernas y luego lo abraza del cuello, se besan fogosamente, así en esa posición mi hermano la lleva hasta la mesita que está cerca de la puerta, Julieta y yo en ningún momento dejamos de masturbarnos, él la hace sentar en el borde de la mesa con las piernas abiertas, Julieta me apoya su mano en mi muslo cerca de mi rodilla, una vez que se acomodaron la comienza a follar de nuevo. Julieta me apoya su mejilla contra la mía y me muevo unos centímetros para que pueda ver, tengo su mano apoyada en mi muslo y siento ganas de hacerle lo mismo, y lo hago.
Nos masturbamos y nos tocamos los muslos, se escuchan más de cerca los gemidos de Marce y mi hermano, Julieta suspira prestándole atención a lo que hay del otro lado pero yo dedico mi atención a mirarla a ella. Veo sus labios rosados, su labio inferior es un poco más grueso que el superior, su piel es clara y limpia, es hermosa, su cabello lacio y rubio me encanta, la tengo muy cerca y siento el aliento de su boca, no me di cuenta que empecé a acariciarle el muslo y ella me empieza a hacer lo mismo, luego gira la mirada para verme, no sé qué me está pasando, me quedo perdida en sus ojos negros, se masturba con más rapidez mientras me mira, yo hago lo mismo pasando mi lengua por mi labio inferior. Los gemidos de lujuria de Marce y Ezequiel se hacen más intensos y se mezclan con los golpeteos de la mesa contra la pared, yo me acerco a observarlo y veo como las duras embestidas de mi hermano hacen vibrar a Marcela. Me meto los dedos imaginando que estoy en el lugar de Marce, siento la mano de Julieta empezando a recorrer mi muslo, me manosea suavemente desde la rodilla hasta mi entrepierna, tengo una sensación desconocida dentro de mí, yo sigo observando pero también empezando a acariciar las piernas de ella, le recorro la piel de sus muslos incluso tocando algo de sus nalgas.
Se escuchan gemidos y malas palabras del otro lado, escucho lo que se dicen sin dejar de coger, ella le dice que es el mejor de todos, no entiende como puede aguantar tanto sin correrse. Julieta me acerca sus dedos a mi conchita, me sacude los labios de la vagina por encima de la ropa, cierro los ojos y meto mis manos por debajo de mi remera para apretarme los pechos, me manoseo las tetitas con mis dedos hasta que siento la boca de Julieta en mi cuello, me lo besa con sus labios suaves, la piel se me eriza por completo, hasta que finalmente estallo de placer cuando su lengua hace contacto con mi piel. Algo dentro de mi vientre se rompe en mil partes y me muerdo los dedos con fuerza para no gritar, mi chorcito se moja por completo, comienzo a correrme por primera vez. Me desvanezco sobre la puerta quedando completamente exhausta.
Julieta apoya su cabeza en mi hombro como si lo hubiera disfrutado igual que yo, nos dejamos de tocar y nos quedamos ahí quietas recuperando energía. Después de un par de minutos escuchamos a mi hermano correrse dentro de la habitación, Julieta espía y lo termina comprobando. Con la cabeza le hago una seña de que nos tenemos que ir y ella asiente fácilmente, nos vamos en silencio de ahí y salimos al patio. Cuando estamos afuera ninguna de las dos dice nada, lentamente voy recuperando la conciencia y ella también, ni siquiera nos atrevemos a miramos. Luego decido romper el silencio diciéndole que debemos irnos a donde se encuentran los demás, me dice que sí y empezamos a caminar hacia el bosque. Pero antes de irnos yo me metí a mi carpa a cambiarme la tanga y el shorcito, los tenía totalmente mojados, era la primera vez que me corría y la imagen de ese momento aún estaba intacta en mi cabeza.
Nos fuimos de regreso al bosque rápidamente para que Ezequiel y Marce no nos vieran.
A la noche las chicas empezaron a empacar sus cosas, mañana será lunes y ellas deberán volver a casa. La estadía en el bosque se terminó para ellas, yo y mi familia nos quedaremos un par de días más. Ezequiel, Marcela, Julieta y yo hablábamos de forma normal entre los cuatro, como si nada hubiera pasado, ni volverá a pasar. Ya no me interesa preguntarle a Marcela lo que tenía pensado hoy en la mañana, así como seguramente a ella ya no le interesa si la desperté o no. Las chicas volverán mañana a sus hogares, solo espero que les haya quedado una buena imagen mía y de éste bosque.
Cuando terminábamos de cenar escuchamos el sonido de una campana en la entrada del predio, esa campana funciona como un timbre junto a la tranquera. Mis padres, mi hermano, mis amigas y yo fuimos a ver quién era, caminamos hasta la tranquera y vimos que había una camioneta estacionada y un hombre esperando. Mis amigas no lo conocen, pero yo y mi familia sí, él es Raúl, el sujeto que usa la cabaña que está a 300 metros de aquí, y que es amigo de mi padre. Vio las luces de nuestra cabaña encendidas y quiso venir a saludarnos, mi padre lo recibió con gran afecto y hasta lo invitó a pasar pero él solo estaba de paso, todos lo saludamos e incluso mis amigas, quienes estaban con la mirada iluminada desde que lo vieron. Raúl es el hombre más apuesto de éste bosque después de mi padre, tiene 35 años, de brazos fuertes, es alto, con ojos celestes y cabello castaño claro casi rubio. Algo curioso en él es que su voz se parece mucho a la de Ezequiel, me pregunto si alguien más lo habrá notado, suenan muy parecido al hablar.
Las chicas teníamos una mirada admirativa hacia Raúl, especialmente mi madre y yo, y creo que por un segundo noté lo mismo de parte de él. Luego cuando terminó de saludarnos nos deseó buenas noches a todos, se subió de nuevo a su camioneta y se marchó hacia su cabaña. Algo me dice que lo volveremos a ver.
Continuará…
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