Mi padre y mis amigas. Parte 7
«Unión familiar».
Viernes 01:05 de la mañana. Observaba a través del picaporte a mi hermano Ezequiel arrodillado en la cama y acabándole sus chorros de semen a mi madre. Cuando él le contó la verdad sobre el depósito en ningún momento me mencionó, lo hizo para protegerme y eso me calmó un poco. Cuando se estaban volviendo a vestir, ella le dijo que a pesar de haberlo disfrutado aún tenía algunas dudas y temores, y que no estaba segura si quería que esto volviera a pasar, yo me alejé de la puerta y volví a mi habitación. No me importaban las dudas de mi madre, sabía que lo que su hijo le acababa de hacer eran unas de las mejores cosas que le podían haber pasado, solamente estaba atravesando un momento de culpa igual al que yo tuve. Ahora que ella ha aceptado tener relaciones con Ezequiel no tendrá motivos para oponerse a que mi padre tenga relaciones con migo, ha llegado el momento de que la verdad salga a la luz.
Viernes, 09:05 de la mañana. Ezequiel y yo estábamos desayunando en la cocina, mi padre estaba de viaje y mi madre había ido a trabajar, nos pusimos a hablar de lo de anoche.
-Estuve todo el tiempo detrás de la puerta, asique no tienes mucho por contarme –Le dije.
-Sí eso ya lo suponía –Me dijo él.
-Le dijiste que fue idea tuya lo del engaño de la carta de Raúl, gracias por no delatarme.
-De nada.
-Aunque creo que de todos modos fue en vano, ya que ella se enterará dentro de muy poco.
-¿Qué? Cómo que se va a enterar, yo no se lo voy a decir.
-Ya lo sé, seré yo quien se lo diga, eso y todo lo demás.
-A qué te refieres con todo lo demás.
-Pues a todo, debemos reunirnos lo cuatro y sacar a la luz nuestros secretos.
-¿Qué? ¿Estás loca? Y eso para qué ¿Tienes idea de lo que puede llegar a pasar?
-Qué es lo peor que puede llegar a pasar.
-Pues cuando los dos sepan lo que ha estado haciendo el otro se pueden llegar a divor…
-¿Divorciar? Recuerda que ya se están divorciando, no pueden estar peor de lo que están ahora, no tenemos nada que perder.
-Que no tengamos nada que perder no es razón para empeorar todo.
-No lo quiero empeorar, más bien lo quiero arreglar, quiero unir más a nuestra familia.
-Y como planeas hacer eso.
-Reuniéndonos los cuatro en la habitación de nuestros padres… y que luego cada pareja tenga sexo en frente de la otra.
Mi hermano soltó su cuchara y tragó su saliva.
-Descuida –Le digo –No estoy esperando a que lo decidas ahora, tómate tu tiempo.
-La que debería tomarse un tiempo eres tú, para darte cuenta de la locura que quieres hacer.
-Todo lo que ha ocurrido hasta ahora parecía una locura, hasta que ocurrió.
Él guardó silencio y se recostó sobre su silla, giró la mirada evitando hablar con migo, yo me levanté de mi silla, antes de irme le dije una última cosa.
-Los dos queremos que nuestros padres sigan unidos, pero también queremos tener una relación con ellos, si hacemos lo que estoy proponiendo… podremos tener ambas cosas.
Me doy media vuelta y lo dejo para que reflexione, creo que lo puedo llegar a convencer, espero que tome una decisión pronto. Mientras tanto me fui al patio trasero de la casa junto a la piscina, me senté sobre una de las reposeras y me puse a ver los mensajes de mi celular. Pude ver un mensaje de Julieta, me dijo que estuvo chateando un poco con Sofía y que le confesó el deseo que le tiene hacia mi hermano, le pedí una captura de pantalla y Julieta me la envió, pude ver los mensajes de Sofía diciendo lo enamorada y a atraída que se sentía por Ezequiel. Eso no era una gran novedad, cuando estábamos en la cabaña pude percibir algo de eso, Sofía es la más tímida de mi grupo de amigas, antes ella y yo éramos las únicas vírgenes, ahora solo queda ella, haría muy buena pareja con Ezequiel, el único problema es que él tiene la mirada fija en otra mujer.
Al mediodía llegó mi madre y nos pusimos a almorzar, cuando terminamos de comer dijo que estaba muy cansada y que iría a su habitación a tomar una siesta. Mi hermano tardo varias horas en tomar una decisión, a las tres de la tarde yo estaba sentada en el escritorio de mi habitación empezando a dibujar una calavera con rosas, en eso él toca la puerta y entra, viene hacia mí y hablamos sin que yo me levante de mi silla.
-Y bien… ¿Decidiste algo? –Le pregunté.
-… ¿Estás segura de que funcionará? –Me volvió a preguntar él.
-Sí, lo estoy.
-Cómo lo sabes.
-No puedo decírtelo pero tengo un muy buen presentimiento, confía en mí y no te arrepentirás.
-…Solo pero que no te equivoques.
-Entonces… ¿Eso es un sí?
-Creo que tenías razón en algo, no tenemos nada que perder… asique lo haré.
-Siiii, muy bien, gracias hermanito.
-¿Te das cuenta que después de esto seremos una especie de familia liberal cierto?
-Sí, lo sé, creo que es hasta algo divertido si lo piensas.
-Tú sí que estás loca hermana.
-Jeje.
-Bien, eso es todo, avísame más tarde si haces algún plan o algo así.
-Claro, yo te aviso luego, adiós.
Él se dio la vuelta y se dirigió a la puerta nuevamente, yo volví a concentrarme en mi dibujo, pero luego él me dijo una última cosa.
-…Oye Karen.
Giré mi cabeza y lo vi parado cerca de la puerta.
-Sí, dime.
-Hay algo más que quiero advertirte, esto lo hago solamente por Mónica, la única mujer de ésta familia que me interesa es ella, y nadie más, ten eso en cuenta para cuando seamos una familia liberal.
Salió de la habitación y cerró la puerta, yo me quedé quieta y perdida en el tiempo, mi mente se puso en blanco por unos segundos, y cuando me volví a normalizar lo primero que sentí fue un poco de tristeza, no sé porqué sentía esto. Finalmente comencé a comprender algo que me estaba ocultando a mí misma, creo que había otra razón por la que quería llevar a cabo esto, y mi hermano se dio cuenta antes que yo.
Por cierto, él me pidió que le avise si se me ocurría algún plan, lo que él no sabe es que el plan ya lo puse en práctica, al mediodía le dejé una carta a mi madre en su cama, en esa carta le cuento toda la verdad, todo lo que pasó entre mi padre y yo, y lo que sé que pasó entre ella y mi hermano. En éste momento ella no está durmiendo una siesta, está leyendo y releyendo los párrafos detallados que escribí, está procesando todo eso de lo que se está enterando, lo único que no le conté fue lo que pasó con Marcela y Antonia, a ellas las dejé afuera de esto, aún así no deja de ser impactante todo lo demás. Hace diez minutos fui al baño y pasé por su habitación, escuché leves llantos a través de la puerta, sé que estará sufriendo, pero esto es necesario, además hay un signo positivo en todo esto, ella no ha salido de la habitación en todo este tiempo, tal vez la primera persona con la que quiera hablar es con mi padre cuando llegue.
Pasó toda la tarde encerrada en su habitación, a eso de las 18:00 ella salió y fue hacia su oficina, la que tiene en nuestra casa, en ningún momento habló con migo ni con Ezequiel, yo le había dicho en la carta que esto lo escribió uno de sus hijos pero no le dije quién. A eso de las 19:00 Ezequiel había salido un rato con sus amigos, yo estaba en el living mirando una película, ella pasó por detrás de mí y me dijo que iría a recoger a mi padre al aeropuerto, me lo dijo en un tono neutral y se fue como si nada, había un total desconcierto en mí sobre lo que iba a pasar. Un rato después ella me envió un mensaje diciendo que no llegaría a cocinar la cena asique pidiera dos pizzas al delivery, y yo lo hice. Mi hermano volvió a casa a las 20:00 y mis padres llegaron 10 minutos después, yo y Ezequiel estábamos en la cocina, mi padre subió las escaleras y se fue hacia su habitación, mi madre nos dijo que empezáramos a comer nosotros, que ellos dos comerían más tarde, luego se fue a la habitación con mi padre. Ezequiel no entendía lo que le pasaba a ella y le conté la verdad, cuando le conté sobre la carta por supuesto que se comenzó a enojar, y también a preocupar.
Cuando terminamos de comer nos fuimos al living a mirar tele, escuchábamos los gritos de nuestros padres discutiendo en su habitación, lo único que hicimos ante eso fue subir el volumen y fingir que no pasaba nada, alrededor de las 21:00 bajamos un poco el volumen y se escuchaban algunas voces, ya no gritaban tanto pero todavía seguían discutiendo, pasó media hora y seguían allá arriba sin bajar, por tanta incertidumbre me empezó a dar tanto miedo como a Ezequiel. Hasta que a eso de las 22:00 mis padres finalmente salieron de la habitación, bajaron las escaleras y vinieron hacia nosotros, sus rostros lo decían todo, la discusión por la que habían pasado los había dejado con la mirada algo triste, pero al menos algo relajados y daba la impresión que lo peor ya había pasado.
-Apaguen la tele por favor tenemos algo que decirles –Dijo mi madre corriéndose el cabello detrás de su oreja.
Ezequiel y yo nos miramos entre sí, luego apagamos la tele con algo de timidez. Acomodamos los sillones para quedar frente a frente, mis padres se sentaron en el sillón grande, yo y Ezequiel en sillones individuales delante de ellos, y entre ellos y nosotros había una mesita de cristal con un pequeño florero. Yo solo hacía silencio muriéndome de nervios, mi hermano se sentía igual, mis padres estaban más relajados que nosotros, las cortinas de las ventanas estaban cerradas y la casa en completo silencio. Una vez acomodados la primera en tomar la palabra fue mi madre.
-Bien, empezaré diciendo esto, supongo que los dos ya saben por qué nos quedamos tanto tiempo su padre y yo arriba, hemos discutido un rato y tomamos una decisión, además pude comprobar que todo lo que decía la carta era verdad, y no necesito preguntar quién fue el que me la envió, porque ya sé que fuiste tú Karen ¿Quieres saber cómo me di cuenta?
-Antes quisiera saber… qué decisión fue la que tomaron –Le digo eso fingiendo valentía, pero en realidad estoy aterrada.
-Está bien, sé que no son ingenuos y que seguramente ya saben del divorcio, asique lo que pasará es que su padre y yo nos vamos a separar, tal como lo hemos venido planeando, su padre se irá a vivir a otra casa con Ezequiel y tú Karen te quedarás a vivir con migo, y fingiremos que nada pasó, y no solo eso, sino que nos aseguraremos de que no vuelva a pasar, porque lo cierto es que ya hemos tomado conciencia de nuestras acciones, y ninguno de los dos quiere volverlo a hacer.
-Ya veo, y entiendo, ahora quisiera preguntar cuál es el motivo, por qué quieren asegurarse de que esto no vuelva a pasar.
-¿Acaso no es obvio Karen? –Decía mi madre –Las cosas que pasaron convirtieron a tu padre y a mí en una pésima pareja, y lo peor de todo en unos pésimos padres, ustedes no se merecen una familia así.
No noto enojo en ella, sino arrepentimiento, es el momento de convencerla de que no tiene porqué sentirse así, esto es entre mi madre y yo, Ezequiel y mi padre solo miran y escuchan.
-Sé que todo lo que pasó es grave pero no tiene porqué seguir siéndolo –Le digo –Yo y Ezequiel no estamos arrepentidos por lo que pasó y ustedes tampoco tienen que estarlo, es cierto que hubieron infidelidades, pero si lo miran bien la balanza aún sique equilibrada, además lo que hicimos nos gustó a Ezequiel y a mí, asique no veo que haya ningún problema.
-Qué estás diciendo Karen –Decía ella algo angustiada –Dos padres tuvieron sexo con sus hijos, por qué dices que no hay ningún problema en eso.
-Pues en primer lugar porque nosotros no somos sus hijos, somos adoptados, no hay lazos verdaderos entre ustedes y nosotros, y en segundo lugar nadie más se enteró de esto, solo es un secreto entre los cuatro, asique no hay por qué sentirse avergonzados, nadie nunca sabrá lo que pasó y tampoco tienen que enterarse de lo que va a pasar.
-A qué te refieres con lo que va a pasar.
-Pues a que Ezequiel y yo queremos seguir con esto, y sé que ustedes también, no les estamos pidiendo que regalen a su pareja sino que la compartan, es todo.
-¿Compartir? ¿Quieres que comparta a mi esposo contigo?
-El único problema entre ustedes dos es la infidelidad que tuvieron, si superan eso no solo el matrimonio podrá seguir sino también nuestras relaciones.
-Qué… eso… es una locura.
Su tono de voz ya no es el de antes, cuando le dije eso último su mirada cambió y giró a ver a Ezequiel, conozco esa mirada, su rostro no puede ocultar que yo tengo razón, observo mi padre y noto que él sí está de acuerdo con lo que estoy diciendo, pero esperará a que mi madre lo diga primero.
-Estás caliente por Ezequiel y se te nota.
-No, eso no es cierto.
-Sí, sí lo es, a ambos les gusta la idea admítanlo.
-Karen por favor, basta –Dijo mi padre –Por más que nos guste o no, eso no es motivo para hacerlo, no insistas.
-Así es –Decía mi madre –No insistas, ustedes son nuestros hijos y los queremos como hijos.
-Sé que nos quieren y mucho, nos han cuidado durante todos estos años, han cumplido nuestros deseos y nuestros caprichos, nos han dado la mejor educación y un hogar, lo mejor que han hecho por nosotros es adoptarnos y brindarnos todo su amor, y creo que llegó la hora de que les devolvamos todo el amor que nos han dado.
Luego de decir eso me pongo de pie, mi madre, mi padre y mi hermano me miran desconcertados. Me comienzo a levantar mi blusa y me la voy sacando, todos hacen silencio, cuando me la termino de sacar la dejo en el piso, llevo puesto un brasier blanco. Giro la mirada y le hago un gesto a Ezequiel, él de inmediato se pone de pie y comienza a quitarse su remera.
-Qué… qué están haciendo –Preguntaba mi madre nerviosa.
Me empiezo a bajar el short y le respondo.
-Queremos hacerles el amor.
Los dos se quedaron ahí mudos, viéndonos a Ezequiel y a mí desnudándonos, sé que el plan original era hacer esto en la habitación de nuestros padres pero tendremos que hacerlo aquí. En un momento mi madre intentó levantarse e irse pero mi padre le tomó la mano y la tranquilizó un poco. Cuando mi hermano y yo quedamos completamente desnudos comenzamos a acercarnos a ellos, Ezequiel con mi madre y yo con mi padre.
-Si se resisten a esto, no volveremos a insistir –Les dije.
Me subí a las piernas de mi padre, sentada en sus muslos y abrazándolo del cuello. Ezequiel fue un poco menos intenso y se sentó junto a mi madre a darle besos en el cuello, ella se resistía girando la cabeza hacia el otro lado y usando sus manos para evitar que él la manosee. Comencé a darle a mi padre unos besos en el cuello, en la mejilla y en la boca, pero él no me correspondía mucho.
-Esto es una locura –Me susurraba él.
-Te masturbaste en el depósito a escondidas pensando en mí, eso sí que es una locura, ahora me tienes aquí, como siempre me quisiste, hazte hombre y fóllate a tu hijastra.
Me miró a los ojos con frialdad, su mirada quedó en blanco por unos segundos hasta que finalmente se dejó llevar, me acercó su rostro y uní mi boca con la suya, nos empezamos a dar un beso ardiente, yo solo cerraba los ojos y disfrutaba el rozar de su lengua con la mía, sus manos cobraron vida y me comenzó a tomar con fuerza las piernas, sus dedos se hundían en mi piel hasta que llegaron a mis nalgas. Sin dejar de besarlo abrí mis ojos y miré a mi madrastra, Ezequiel le tocaba las piernas por encima del pantalón y le besaba el pecho debajo del cuello, la boca de mi padrastro bajó de mis labios a mi cuello, mientras me lo chupaba yo la miraba a ella, mi madrastra veía como su esposo me besaba el cuello y me manoseaba la cola. Cuando Ezequiel le empezó a dar besos en la mejilla ella tímidamente giró su rostro para que la besara en la boca, sus labios se tocaron y Ezequiel la besaba con dulzura, hasta que ella dejó de mirarme y cerró los ojos para concentrarse en besar a Ezequiel.
Yo aún seguí sentada sobre las piernas de mi padrastro, sus manos pasaron a mis pechos, yo me incliné un poco hacia atrás para que me tocara con más comodidad, empezó a chupármelos y yo le empezaba a desabrochar la camisa. Ezequiel separó sus labios de los de mi madrastra haciendo un chasquido, le empezó a desabrochar el jean mientras ella le acariciaba el cabello. Los labios de mi padre estiraban con cuidado la piel de mis tetas, me chupaba una y me apretaba la otra, entraba perfectamente dentro de su mano y hacía rozar la punta de sus dedos con el pezón. Ezequiel le estiró el jean hasta quitárselo por completo, sacó a la luz su tanga azul y sus grandes muslos blancos, ella comenzaba a quitarse su blusa, él se acercó y juntos levantaron la prenda hasta quitarla. Cuando terminé de quitar los botones de la camisa la abrí y la estiré hacia atrás dejando fuera sus pectorales y sus hombros, y yo dirigí mis besos hacia su pecho y a sus abdominales.
Cuando se quitó la camisa por completo me ayudó a desabrocharle el cinturón, yo me arrodillaba delante de él, se bajó el cierre y yo le metí la mano debajo del bóxer, su verga salió fácil ya que no estaba tan dura aún, antes de chuparsela volteé a ver a mi madrastra y mi hermano, ella estaba sentada con la cabeza recostada mientras él le hacía sexo oral, no me di cuenta cuando le quitó la tanga, ahora solo tenía puesto su brasier azul que le tapaba poco sus grandes tetas. Abrí mi boca y comencé a comerme la verga gomosa de mi padrastro, empecé haciéndole chupadas tan largas como podía, comencé a mover mi lengua en círculos alrededor de su glande, los suspiros de él no tardaron en llegar, no la miraba pero también escuchaba los suspiros de mi madrastra. Mis dientes comenzaron a rozarse con su verga, señal de que se estaba endureciendo, sentí la mano de mi padrastro sobre mi cabeza. Cuando su verga estaba completamente dura saqué mi boca y lo comencé a pajear, eran como 22 centímetros, le recorrí todo el largo con mi lengua hasta llegar a sus testículos.
Mi madrastra se apartó del sillón y se arrodilló en la alfombra, lo tenía a Ezequiel parado delante de ella y su verga frente a su cara, se la comenzó a chupar alzando la vista mirándolo a mi hermano, él le apoyaba una mano en la cabeza guiando los movimientos de esa mamada. Volví a meter la verga en mi boca, esta vez se lo chupaba más lento, quería que sintiera la suavidad de mi boca. Su glande chocaba con mi garganta, levantaba la mirada mientras se lo chupaba y su rostro de satisfacción lo decía todo, saqué mi boca y pensaba volver a pajearlo, pero apartó su verga y se puso de pie, yo me senté en el suelo, él se comenzó a agachar y me pidió que me diera la vuelta, yo lo hice y me puse de rodillas apoyándome sobre la mesita de cristal, él también se arrodilló colocándose detrás mío. Mientras él se preparaba para follarme, me puse a observar como mi madrastra aún seguía arrodillada, pero ahora su brasier estaba en el piso y Ezequiel un poco inclinado le pasaba su verga por entre medio de las tetas. Ella se sujetaba los pechos apretándolos contra el miembro, se podía ver el glande que subía y bajaba y ella estiraba la lengua rozándola con la punta de la verga.
Sentía a mi padrastro entrando en mi interior después de mucho tiempo, no me han metido nada desde aquella noche en la cabaña asique esto va a estar un poco doloroso y apretado como la otra vez. Él me toma de la cintura, yo aprieto mis dientes con fuerza y rasguño un poco la mesa, sin llegar a meterla toda la comienza a sacar, pero antes de que la punta salga la vuelve a meter, la llevó hacia atrás y la volvió a meter. Cerré mis ojos y me dediqué a disfrutar, sentía como en mi interior se abría paso para su miembro, con cada segundo que pasaba su intensidad aumentaba, mi cabello que estaba suelto se movía con cada embestida que él me daba, no me di cuenta cuando comencé a gemir, en ese momento mis gemidos se sentía tan natural como mi respiración.
Todo mi cuerpo se movía hacia adelante y hacia atrás por la cogida que me estaban dando. Mi madrastra se acomodó apoyando su cabeza contra la alfombra y levantando la cola, Ezequiel se puso detrás de ella disponiéndose a follarla, parece que vernos les provocó esas ganas de ir al grano. Mi padrastro me sujetaba fuerte con sus manos varoniles, yo tenía la cabeza apoyada contra la mesa, no me molestaba en ocultar mis gemidos de placer, era una sensación indescriptiblemente fabulosa, valió la pena esperar tanto. Él me recogía el pelo y me lo sujetaba, me lo estiraba con una mano haciéndome levantar la cabeza, mi boca estaba abierta lanzando gemidos más fuertes, pero luego escuché otra mujer gimiendo, al parecer mi hermano comenzó su follada con mucha energía. No podía verlos ya que tenía el cabello estirado, pero no me interesaba tanto, mis paredes internas se abrían cada vez más, en el living se sentían los gemidos de una niña y los de una puta, Ezequiel demostraba que no tiene nada que envidiarle a Sebastián, uno estaba caliente viendo como se cogían a su esposa y el otro se calentaba viendo como se cogían a su hermana, las embestidas de ambos no se detenían y nuestros jadeos de placer tampoco.
15 minutos después todo seguía igual de intenso, solo que estábamos en un lugar diferente. En la habitación de mi padrastro estábamos él y yo, mientras que en la habitación de Ezequiel estaba él y mi madrastra.
Mi padrastro está acostado boca arriba y yo brincando sobre él, brincando sobre su verga, mis sentones son fuertes y hacen resonar las tablas de la cama, alzo la cabeza dirigiendo mis gemidos al techo, él me toma de la cintura y me arrastra con fuerza hacia abajo profundizando cada embestida que doy. Por momentos él detiene mis sentones para afirmarme con fuerza sobre su verga y hacer girar mi cintura en círculos, en esos momentos mis gemidos disminuyen y se puede escuchar lo que está sucediendo en la habitación de al lado, los jadeos de mi madrastra se oyen con bastante claridad, lo que sea que Ezequiel le esté haciendo lo hacen muy cerca de la pared. Mis sentones regresaron, me apoyaba en su abdomen y mi cuerpo saltaba sobre él, la cama no paraba de moverse, sus fuertes manos me recorrían el vientre y las tetas, mi cabello se agitaba y cada tanto me lo corría hacia atrás.
Nos dejamos de mover por un momento, él se sentó en la cama y me hizo acostar boca abajo, cuando me acosté él puso una almohada debajo de mi cadera a la altura de mi vagina, mi cola quedó un poco elevada, él se comenzó a acostar encima de mí, creo que a ésta posición se le dice misionero, sentía casi todo el peso de su cuerpo sobre el mío. Comenzó a meterme de nuevo su verga, sentí su mano izquierda apretándome una de mis pompis mientras me entraba hasta el fondo, y cuando terminó de entrar hicimos que el colchón se vuelva a mover, me follaba hundiendo su cadera contra mis nalgas, tenía sus brazos estirados apoyándose a cada lado de mí mientras me cogía, nuestros cuerpos estaban uno encima del otro, ambos nos movíamos al mismo tiempo, su cogida me llevaba hacia adelante y hacia atrás, que rico debe verse desde el costado.
Yo comprimía mis nalgas cuando empecé a sentir que sus embestidas eran más duras, comencé a morder las sábanas, el pelo me tapaba un poco la cara, eran como dos bombeos por segundo, él me corrió el pelo hacia un costado destapando mi rostro y me dio un besito en la mejilla. Giré mis ojos para verlo un momento, su cabello estaba algo despeinado y un poco mojado por la transpiración, no solo era un hombre hermoso sino que también era el que me estaba follando, mis ojos comenzaron a encenderse y él me los leyó, se daba cuenta de lo que yo quería y me lo comenzó a dar, sus embestidas pasaron a ser tres por segundo, era una velocidad apasionante, el cabello me volvió a tapar la cara, de tanta fuerza me comenzó a llevar unos centímetros hacia adelante, mi cabeza estaba cada vez más cerca de la cabecera de la cama.
Luego se detuvo, empezó a recuperar el aliento por unos segundos, yo tenía la cara apoyada contra las sábanas haciendo lo mismo, comenzó a cambiar de posición nuevamente, se puso de pie y se paró a un costado de la cama, luego me agarró una pierna y me tironeó hacia él, yo quedé boca arriba con mi cintura en el borde del colchón, me tomó ambas piernas y me las abrió, se puso en medio de ambas, sin que me lo pidiera volví a poner la almohada debajo de mis nalgas, mi vagina quedó justo a la altura de su miembro, mientras me la metía de nuevo acercó su rostro al mío para besarme, él hizo que los besos se volvieran pasionales metiéndome su lengua hasta el fondo, sentía lo gruesa y caliente que era y me encantaba como se movía. Así como estábamos nos empezamos a mover, le mordía el labio inferior mientras me follaba, lo tenía rodeado con mis brazos y luego lo abracé con mis pies, nuestros rostros estaban cerca, mi cuerpo iba para adelante y para atrás, nos mirábamos a los ojos, me embestía incansablemente, no nos decíamos nada, con nuestras miradas era suficiente.
Me pareció escuchar un largo gemido en la pieza de al lado, el semen de Ezequiel debe estar cayendo o entrando en el cuerpo de mi madrastra. Las manos de mi padre pasaron de mis nalgas hacia mis piernas, se paró de forma más vertical poniendo mis piernas sobre sus hombros, sus embestidas no se detenían, no dejaba de cogerme y yo no dejaba de gozar, cada tanto yo me manoseaba mis pechos y luego me los soltaba para que se sacudan con el movimiento de mi cuerpo. Con mis dedos me comencé a tocar el clítoris, se sentía un placer doble, mi padrastro me cogía mientras yo me masturbaba, la temperatura de mi cuerpo se elevaba rápidamente, creo que si seguía en ésta forma iba a correrme muy pronto, pero cuando sentía que llegaba al clímax mi padre me tomó de la espalda y me levantó. Me alzó sobre él quedando mi pecho pegado al suyo, en ese momento yo lo abracé del cuello y lo rodeé con mis piernas, él me sujetaba de mis nalgas, en ningún momento su pija salió de mi interior, estando de esa forma me comenzó a levantar y a bajar, cogiéndome allí parado junto a la cama y cargándome, ya no me dolía casi nada, su gran verga dentro de mí era solo placer.
Seguimos en esa posición unos segundos más, yo cerré mis ojos y lo volví a besar aprovechando que estaba cerca de su boca. Mientras nos besábamos él caminó unos pasos hasta la pared cerca de la puerta, aún me tenía cargada y me apoyó contra el muro, terminé de forma apretada con la pared detrás de mí y él enfrente. Allí fue que me devoró los labios con más pasión, su dura cogida me golpeaba contra el muro, yo gemía pero él no se quedaba atrás, me apoyaba la frente y veía el fuego de sus ojos, podía sentir como su verga me entraba más hondo, le apretaba la espalda fuerte hasta rasguñarlo, mi pelo se sacudía y mi cuerpo se tumbaba contra el muro de atrás. Mi padrastro no solo suspiraba sino hasta pareciera ser que rugía, estaba fogosamente irreconocible ¿Quién es el loco ahora? Sentía que me iba a correr, y creo que él estaba a segundos de hacer lo mismo. La puerta de la habitación se abrió y apareció mi madrastra completamente desnuda, su cabello se veía agitado, nosotros no nos detuvimos y ella no nos interrumpió, se quedó parada mirándonos con gesto de satisfacción, fijé mis ojos en ella y ella en mí, sin quitarle la vista de encima algo en mí se estremeció. Largué un grito desconsolado al mismo tiempo que con mis manos intenté separarme, mi padrastro me liberó y cuando su verga salió de mi vagina un torrente de fluidos cayó sobre la alfombra, yo me derrumbé y me quedé sobre el suelo arrodillada y apoyándome con mis brazos.
Me temblaban las piernas, me había quedado exhausta de un segundo al otro, mi padrastro se seguía masturbando delante de mí, estaba a punto de acabar, en ese momento mi madrastra se acercó a nosotros, más precisamente a él, se paró a su lado y lo rodeó con su brazo derecho, mientras que con la mano izquierda lo comenzó a pajear. Él la dejó hacerlo y se miraban a los ojos, le tocaba las tetas con las manos mientras suspiraba por la paja que ella le estaba haciendo, hasta que con su grito advirtió que se iba a venir, yo aún estaba en el suelo y me incorporé quedado arrodillada delante de ellos, su verga me comenzó a largar chorros de leche que me caían sobre la cara y sobre el pecho, era mi madrastra quien sostenía la verga y dirigía los salpicones sobre mí, le siguió exprimiendo el miembro hasta que cayera la última gota. Él quedó extenuado y yo me sentía igual, me masajeaba para que se esparciera sobre mi panza y mis pechos el semen que me había caído. Cuando la verga se le comenzó a ablandar ella aún lo tenía agarrado, lo empezó a pajear con suavidad y luego empezaron a besarse, fue un beso lento pero pasional, cuando se despegaron ella le dijo algo.
-…Mañana me toca a mí.
Le dijo eso en un tono lujurioso y se comenzó a ir, volvió a la habitación de Ezequiel. Mi padrastro y yo nos fuimos a la cama y nos sentamos un momento, me preguntó cómo me sentía y le dije que bien. Durante los primeros momentos sentía más dolor que placer, pero con el pasar de los minutos mi interior se iba dilatando y la penetración se iba facilitando, además entre el sudor y mis fluidos estaba por demás lubricada. Cinco minutos después nos empezamos a hacer algunas caricias y nos dábamos algunos besitos, éramos más felices que nunca. Él me hizo acostar boca abajo de nuevo, yo lo hice, luego abrió un cajón de la mesita de luz y sacó un sobrecito de lubricante.
-No necesitas eso, mi conchita está por demás lubricada.
-No es para tu conchita –Me dijo él mientras me volvía a poner la almohada debajo de mi cadera.
Teníamos toda la noche para nosotros, el mejor sexo padre e hija de la historia apenas iba a la mitad.
Al día siguiente me tomé dos pastillas, una anticonceptiva y otra para los dolores. Era sábado, nos sentamos los cuatro en la cocina a desayunar, las chicas nos sentamos en el regazo de nuestros hombres, Mónica sobre Ezequiel y yo sobre mi padrastro Sebastián. Por supuesto que nos pusimos a hablar de lo de anoche, sobre los suspiros y golpeteos que cada uno escuchaba de la habitación de al lado, mi madrastra se comportaba un poco tímida y vergonzosa hablando de estas cosas, creo que con el tiempo irá entrando en confianza, entre Ezequiel y Sebastián había más compañerismo del que me esperaba. Mónica y Sebastián tenían todo el fin de semana libre, asique siguiendo con lo que dijo anoche ella le propuso recuperar el tiempo perdido, yendo a un hotel a pasar el día hasta mañana. En principio a él le pareció una buena idea pero antes quería saber qué opinábamos Ezequiel y yo, por supuesto que les dijimos que sí, estábamos felices ya que esto significaba que ellos dos volverían a unirse y dejarían de lado la separación.
Todo entre ellos dos quedó arreglado y dijeron que irían a un buen hotel a las afueras de la ciudad y volverían mañana a la tarde. Pero antes de terminar nuestro desayuno ellos dos mencionaron algo más, algo que se iba a mencionar tarde o temprano y aún así me tomó de sorpresa. Propusieron que ya que Ezequiel y yo nos quedaremos solos en la casa sería una buena oportunidad para que él y yo profundicemos nuestro vínculo y demos paso también a una relación. Yo claramente me estremecí y no supe que responder, pero antes de que yo dijera algo mi hermano habló por mí, dijo que eso era algo interesante pero que nunca lo planteamos, que no lo deseaba ni lo descartaba, que habría que hablarlo y decidirlo a solas él y yo. Él no les confirmó nada pero aún así ellos se sintieron satisfechos con esa respuesta.
A eso de las 11:00 de la mañana los dos hicieron una valija cada uno y estaban listos para irse, nos reunimos los cuatro en la puerta y nos dimos unos intensos besos de despedida. Se subieron al auto y se fueron, Ezequiel y yo nos quedamos solos, unos minutos después él se fue al patio junto a la piscina, yo no sabía si lo que había dicho en el desayuno era verdad asique debía preguntárselo. Él estaba parado mirando el agua y yo me acerqué y me quedé unos pasos detrás de él.
-¿Lo que dijiste en el desayuno era verdad? ¿Lo vamos a hablar?
-Solo lo dije para que se fueran tranquilos, mi decisión ya está tomada y te lo dije ayer.
Ni siquiera me preguntó qué era lo que yo quería, solo siguió firme en su decisión, debo confesar que me quedé algo desilusionada. Pero mientras estaba ahí observé la reposera junto a la piscina, la misma en la que estaba sentada ayer y empecé a recordar lo que Julieta me contó, fue en ese momento donde se me ocurrió otra cosa para hacer este fin de semana, más bien para que mi hermano haga.
-Escucha quiero proponerte algo.
-Mi decisión ya está tomada –Me dijo.
-No, no es sobre mí, es sobre Sofía.
-¿Sofía? ¿Hablas de tu amiga? –Me preguntaba dándose la vuelta para mirarme.
-Sí, ella misma, seré directa contigo, ella está muerta por ti, qué te parece si aprovechamos que estamos solos en la casa y la invito a venir.
-¿Qué? ¿Es una broma? ¿Me estás proponiendo que tenga un encuentro con tu amiga?
-Sí, exactamente, Sebastián y Mónica no se enterarán.
-Oye no, para nada, ya te dije que la única mujer que me interesa es Mónica, mi atención ha estado puesta en ella todo este tiempo.
-Eso no es cierto, también hubo alguien más en éste tiempo y yo sé quién es.
-¿Qué? ¿De quién hablas?
-Hablo de Marcela, se que te la cogiste en la cabaña el día que llegaste, asique no me mientas con eso de que solo piensas en nuestra madrastra, admite que también te gustan las jovencitas.
Con eso que le dije además de paralizarlo lo hice reflexionar profundamente, todo lo que mencioné era cierto y no tardó en darse cuenta, no me lo estaba negando a mí sino a sí mismo. Finalmente lo aceptó y volvió a reflexionar sobre lo que le propuse.
-Okey está bien, creo que tienes razón, entonces… ¿Sofía?
-Sí, es bonita, virgen y está loca por ti –Le comentaba yo –No sé que más que eso un hombre puede pedir, asique… qué decides ¿Lo harás o no?
Él mira hacia abajo y mueve los ojos pensando en algo más aparte de la respuesta, y finalmente me contesta.
-Lo haré… pero con una condición.
-… ¿Cuál condición?
Continuara…
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