Mi padre y mis amigas. Parte 8
«Las condiciones de Ezequiel».
Una tormenta se acerca, será muy fuerte y muy intensa. Veo por la ventana que las nubes van tomando un tono azul oscuro, pero no es en lo que más pienso ahora.
Son las 15:30 de la tarde del sábado, Marcela y Sofía llegan a mi casa, les abro la puerta y las hago pasar al living. Le he dicho a Sofía por teléfono que mi hermano quiere hacer el amor con ella, que le gusta mucho y quiere aprovechar que la casa está sola. Ella no sabe que esto en realidad es idea mía y que yo le pedí a Ezequiel que me haga este favor. Comienzo a hablar con ella en el living, lo primero que quiere es saber si esto es una broma, no solamente la convencí de que no lo era, sino que también le hice creer que mi hermano sentía lo mismo que ella.
-No puede ser, esto parece un sueño –Decía Sofía tomándose las mejillas –Cómo fue que él decidió esto tan rápido.
-No me preguntes cómo lo decidió, simplemente ocurrió y ya –Le dije.
Marcela estaba feliz por Sofía, sentada junto a ella le tomó el hombro y le dijo que hoy por fin se hará mujer, Sofía tenía en el rostro una gran sonrisa, que lástima que no le vaya a durar mucho.
-Entonces… ¿Simplemente me está esperando en su habitación? –Preguntaba Sofía mirando la planta alta.
-Sí –Le dije –Pero antes… necesito decirte una cosa más.
-Qué cosa.
-Él dijo que quiere hacerte el amor, pero si quieres que eso ocurra hoy mismo será con una condición.
-¿Una condición? ¿Cuál es esa condición?
-Esa condición está sentada al lado tuyo.
Sofía de inmediato giró su cabeza mirando a Marcela, ninguna de las dos entendía nada.
-Él quiere que estés en la habitación con ellos –Le dije a Marce.
-¿Qué? ¿Acaso quiere que yo los mire?
-No, él quiere que te les unas.
Ambas quedaron boquiabiertas, me miraban con asombro y también se miraban entre sí. Esto llevará unos minutos asique decidí ir a la cocina a traerles un vaso de agua a cada una, mientras estaba ahí observé por la ventana que los arboles de nuestro patio iban captando el viento por la tormenta que se acercaba. Ezequiel ya debe saber que las chicas están aquí, debe estar preguntándose si las voy a convencer o no, creo que hubiera sido más fácil si él mismo les hablaba en persona. Volví al living y les di a beber el agua fresca, tal como era de esperarse Marcela fue la primera en decir que sí, mientras que Sofía tenía su confianza en un 80%, solo faltaba que Marce y yo le diéramos el empujón final.
-Esto no es como yo me lo esperaba, creí que sería algo más amoroso entre él y yo –Decía Sofía.
-Sofía esto no se trata de amor, se trata de sexo –Decía Marce –Esta es la mejor manera de comenzar, o acaso no te lo quieres follar.
-Sí quiero, pero… hacer un trío es algo muy fuerte, no sé si lo pueda resistir, y mucho menos sé si le voy a gustar tanto.
-Hay dos cosas que debes saber Sofía, la primera es que nadie se enterará de lo que esta tarde va a ocurrir aquí, y la segunda es que si tu no le gustaras a mi hermano no estarías aquí, él quiere desvirgarte y te prometo que todo saldrá bien, no te arrepentirás… puedes confiar en mí.
Un rato después me arrepentiría de haberle dicho eso último. Sofía nos miró a ambas y tomó una decisión, lo que le acabamos de proponer es una locura, pero la razón principal por la que aceptó es porque confía en nosotras, pone toda su esperanza en nuestras manos para que todo salga bien. No la podemos defraudar.
Le tomo la mano a Sofía y se pone de pie, Marcela también, las tres comenzamos a subir por las escaleras, en silencio y oyendo el viento que hay fuera de la casa. Yo voy por delante llevando de la mano a Sofía, y un par de pasos por detrás viene Marcela. Recorremos el pasillo hasta llegar a la habitación de mi hermano, abro la puerta y entramos las tres, él estaba escuchando música en su computadora, no se sorprendió tanto al vernos. Vuelvo a recordar que yo fui quien le pidió este favor a Ezequiel, asique no tengo nada que reprocharle. La ventana de la habitación estaba cerrada y la luz encendida, se observaba a través del cristal las nubes oscureciéndose.
-Aquí estamos –Dijo Marcela dando un paso al frente junto con Sofía.
-¿Las dos estás seguras que quieren hacer esto? –Preguntó él con seriedad.
-Claro que sí ¿Acaso no nos vemos seguras?
Ezequiel observó que Sofía estaba algo nerviosa, pensé que eso traería algún problema pero no fue así.
-Okey –Dijo él mientras se ponía de pie –Voy a empezar con ella, a ver si logro relajarla.
Y empezó a caminar hacia Sofía, Marcela se apartó y se sentó en la cama, yo sentí que este era el momento de irme, comencé a abrir la puerta y les dije.
-Yo me iré para dejarlos solos a los tres.
-Para qué –Dijo mi hermano – ¿Para que nos espíes por la cerradura? Mejor quédate a verlo desde adentro, después de todo esto fue idea tuya.
Sofía oyó eso y se dio cuenta de mi mentira, se volteó a verme y me dijo.
-Cómo que fue idea tuya, se suponía que fue Ezequiel el que te dij…
No pudo terminar su frase porque se dio la vuelta y notó que lo tenía a mi hermano pegado a ella, él le tomó la cintura con ambas manos y le estampó un beso inesperado, Sofía se quedó quieta y no supo qué hacer con sus brazos, cerré la puerta quedándome adentro, ella empezó a dejarse llevar y le siguió el ritmo a Ezequiel. Marcela observaba desde la cama y yo parada junto a la puerta.
Esos primeros minutos comenzaron con ellos dos parados en medio de la habitación besándose y desnudándose con lentitud, Sofía quedó en ropa interior con una tanga y un brasier, ambos de color violeta, después de dejarla así mi hermano se quitó su remera y la llevó a la cama. Marcela se hizo a un lado y se sentó en la alfombra del suelo, yo me aparté de la puerta y me senté junto a ella. Ya estando Sofía en la cama, mi hermano se quitó su pantalón quedando en bóxer, se subió con ella y se acomodó sentándose con el respaldo de la cama detrás de él, Sofía fue hacia él y se sentó en su entrepierna con una pierna a cada lado quedando ambos frente a frente, los besos entre ambos regresaron, la pequeña boca de Sofía hacía que me hermano la besara con delicadeza, me gustaba como sonaban esos chasquidos. Marcela y yo estábamos sentadas en diagonal hacia la cama, Ezequiel llevó sus manos a la espalda de Sofía y le desabrochó el brasier, como la teníamos de espalda no le vimos sus pechos al principio. Él inclinó su cabeza y se los comenzó a chupar, lo tuvo que hacer con cuidado ya que Sofía aún tenía mucha sensibilidad, pero mi hermano no tenía ninguna prisa, ella lo miraba mientras le acariciaba el cabello, tenía una respiración muy profunda que le hacía arquear su cuerpo inflando su pecho.
No tenía una vista exacta de cómo se los estaba chupando, pero a distinguir por la forma en que se los agarraba y el sonido que hacía su boca, me atrevería a decir que le está pasando la lengua por la punta de los pezones. Cuando Ezequiel ya se sintió satisfecho, la empezó a acomodar un poco más atrás, luego ella acercó su cabeza a la entrepierna de él. Sofía lo miró y luego bajó la vista empezando a quitarle el bóxer, se preparaba para hacer su primer sexo oral, desde aquí abajo no alcanzaba a distinguir como tenía de dura la verga, ella le tomó los costados del bóxer y se lo comenzó a estirar, pero Ezequiel le tomó las manos y la detuvo, ella se sorprendió y no supo que pasaba, Marcela y yo tampoco supimos, algo andaba mal. Mi hermano puso un rosto diferente al que tenía, luego se inclinó a decirle algo a Sofía al oído, ella al escucharlo se sintió algo perpleja, pero no tardó mucho en asentir con la cabeza. Ella volteó a vernos, y nos dijo algo que nos dejó perplejas a nosotras esta vez.
-Quítense sus remeras –Nos dijo Sofía.
-¿Qué? ¿Qué cosa? –Respondí.
-Ya oyeron, háganlo por favor.
Sonaba como una orden, Marce y yo estábamos sorprendidas y con un nerviosismo en aumento. Rápidamente entendí lo que pasaba, para que Sofía le pueda chupar la verga a mi hermano primero debemos quitarnos nuestras remeras, me parecía una idea descabellada, pero no es con Sofía con quien debo enojarme, sino con Ezequiel.
-¿Qué es esto? ¿Una condición más? –Le pregunté.
-Así es –Me respondió mi hermano con frialdad.
-¿Y por qué debemos hacer eso?
-Pues porque así será más entretenido, nadie se enterará, asique no tienes que dudarlo tanto.
-¿Qué? Qué cosas dices, ni creas que vamos a…
Miré a mi derecha y la vi a Marcela empezando a quitarse la blusa, se la levantó hacia arriba y se la sacó dejando a la vista su brasier blanco, lo hizo con total naturalidad, yo no entendía por qué le hacía caso a mi hermano, giró a verme y se acercó a decirme algo al oído.
-Si no hacemos esto, nos echará de la habitación… a las tres.
Me dijo eso y de inmediato me estremecí, miré a Sofía y notaba la súplica en sus ojos, ella estaba a la mitad de un sueño y necesitaba este favor mío.
-Obsérvala a Sofía, dime si quieres cortarle la ilusión en este momento.
Me susurró eso y me hizo sentir una mala amiga, la forma en que los tres me miraban me hizo sentir mal con migo misma. Marcela me ayudó a quitarme mi remera y yo levanté mis brazos para que saliera, me quedé con mi brasier rosado. Acepté hacer esto pero no por Sofía, sino porque mi mente recordó que ya había hecho cosas más atrevidas que esta, quedarme en ropa interior delante de mis amigas no debería ser tan vergonzoso comparado con lo que pasó los últimos días. Al vernos sin nuestras remeras y con lo brasieres al aire Ezequiel continuó con lo suyo, dejó que Sofía le vuelva a tomar el bóxer y la ayudó a que saliera, levantaba sus piernas para que ella se lo quite por completo, desde aquí abajo alcancé a ver solo la mitad de su verga, el colchón me tapaba la otra mitad, Sofía se inclinó y cerrando los ojos se metió a la boca el glande rojo de ese miembro. Comenzó a subir a bajar su cabeza, lo hacía con la misma delicadeza con la que él le chupó los pechos, pero mi hermano al parecer quería sentir más, asique empezó a hondear su cadera para meterle la pija a su boca con un poco más de velocidad, todo al mismo tiempo que le sujetaba la cabeza.
Yo debería estar disfrutando este espectáculo que había en la cama, pero no podía ya que mi cabeza no me dejaba, estaba preocupada porque sabía lo que venía, Ezequiel ya nos hizo quitar una prenda a Marce y a mí, cuánto tiempo tardará en pedirnos que nos quitemos otra. Ezequiel se aprovecha de nuestra debilidad por Sofía, pero más que nada se aprovecha del favor que le pedí. Sospechaba que era cuestión de tiempo y no me equivoqué.
Había sonidos de tormenta, aún no llovía pero el cielo comenzaba a manifestarse, la primera gota de lluvia estaba a punto de caer. Sofía le chupó la verga por casi diez minutos, bastante tiempo para ser su primera vez, mi hermano la hizo acostar boca arriba con la cabeza en el extremo de la cama donde van los pies. Durante ese momento vi lo duro y estirado que estaba el miembro de Ezequiel, también vi por primera vez los pezones de Sofía, eran de color rosado clarito. Él le comenzó a bajar su tanga violeta y la dejó en el suelo, le abrió las piernas y le pasó una mano por la vagina, haciéndola estremecer, le dio un par de besos en los muslos para relajara, su cabeza iba descendiendo por ente medio de las piernas de ella, cerró sus ojos al sentir su aroma. Sofía aún se sentía algo temblorosa, él sabía que ella no lo iba a disfrutar del todo si estaba nerviosa, asique se acercó a ella y le dio un beso en los labios para relajarla, luego dos más en su mejilla derecha, le susurraba cosas tiernas al oído. Ella se relajó un poco y cambió su expresión, se quedó mirándolo un momento y luego nos miró a nosotras, tardé dos segundos en darme cuenta de lo que realmente pasaba, creo que no eran cosas tiernas lo que le susurró, ay no, no puede ser, aquí vamos otra vez. Sofía nos miró fijamente y nos dijo:
-Los pantalones.
-¿Qué cosa? –La escuché fuerte y claro pero aún así necesitaba preguntárselo.
-Quítense… los pantalones.
La lluvia comenzó, se percibía en el sonido del techo y en las gotas que golpeaban el cristal de la ventana. Al parecer debemos cumplir una condición más para que él le chupe la vagina. Sentía que Marcela me miraba pero yo no me animaba a mirarla a ella, ni a ella ni a nadie, no sé porqué me siento así de tímida, se supone que estas cosas deben provocarme placer, pero en lugar de eso siento que vivo una pesadilla. Marcela ya empezaba a quitarse su jean, creo que lo hace porque Sofía lo necesita y no la quiere decepcionar, o tal vez solo lo hace porque es una perra barata que no tiene vergüenza de nada. Cuando se lo quitó por completo quedó con su ropa interior blanca, sus muslos eran anchos y más claros que el resto de su cuerpo.
-Ahora es tu turno –Dijo Ezequiel.
-No quiero hacerlo, por favor no me lo pidas –Respondí.
-Sé que puedes hacerlo, de lo contrario no te lo pediría.
-Porqué primero no le chupas la vagina y luego me lo quito, acaso no te gusta mi amiga, acaso no se la quieres chupar.
-Sí, claro que quiero, pero la que tiene más ganas de que eso pase eres tú.
El hijo de puta tenía razón, no sé de donde le salían esas palabras para describirlo tan perfectamente. Cuando me di cuenta ya la tenía a Marcela al lado mío, se me acercó y volvió a susurrarme algo al oído.
-A él le gusta Sofía, y lo está disfrutando, pero eso no quiere decir que le va a hacer el amor gratis, éste es el precio, hazlo por ella, se lo merece.
Escuchaba todo esto mientras miraba a Sofía a los ojos, ella acostaba boca arriba con la cabeza apuntando hacia mí. Levanto mis rodillas y me comienzo a quitar mi shortcito, lo hago porque recordé lo que le dije a Sofía en el living antes de que todo esto comenzara: “Puedes confiar en mí”. Marcela me quiere ayudar a quitármelo pero le digo que no hace falta, me lo termino de sacar y lo dejo a un costado, me quedo con mi tanga y brasier rosados. La lluvia se volvía cada vez más intensa, los truenos daban la impresión de que el cielo se estaba quebrando. Ezequiel no perdió tiempo y puso sus manos en ambos muslos de Sofía, acercaba su boca a su entrepierna mientras alzaba la vista viéndola, cuando la lengua de él hizo contacto un gemido involuntario salió de ella, si esa zona no fuera así de sensible no tendría sentido hacer esto, la lentitud con la que Ezequiel movía su cabeza denotaba la suavidad con la que sus labios y su lengua trabajaban. Justo cuando me empezaba a relajar y a disfrutar lo que tenía en frente ocurrió otra cosa inesperada, algo que nos tomó por sorpresa a los cuatro.
Una intensa luz ingresó a través de la ventana, el foco y la computadora se apagaron dejándonos a oscuras, y solo medio segundo después un retumbante trueno cayó sobre la casa, todo esto en un par de segundos y me hizo saltar del susto. Mi corazón se detuvo por un momento, como si ya no tuviera suficiente, me sentí una niña aterrada durante esos momentos, Marcela y Sofía también estaban atónitas. Ezequiel se quedó observando la situación por un momento, vio que solo se trataba de un apagón normal durante las tormentas, yo solo espero que los electrodomésticos hayan resistido el impacto de ese rayo, como no parecía tan grave Ezequiel siguió con lo suyo, o más bien con la de Sofía. Todo seguía igual pero con la diferencia de que ahora estábamos a oscuras, solo nos iluminaba la tenue claridad de la ventana.
El rostro de Sofía demostraba que no le afectó tanto lo que pasó, seguía con los ojos cerrados apretándole el cabello a Ezequiel, inflaba su pecho concentrándose en resistir y disfrutar, estoy sentada a un par de metros de ella y puedo sentir el aroma de su sexo. En un momento no sé qué le habrá hecho Ezequiel ya que vi como de la nada ella arqueó su cuerpo, lanzando el gemido esta vez hacia adentro, bajó de nuevo su espalda e intercambió una mirada de asombro con Ezequiel, lo que sea que le haya hecho estoy segura de que mi madrastra se lo enseño anoche. Solo continuaron en esa posición un par de minutos más, no había mucho más por hacer, había llegado el momento de ir al grano, para bien o para mal Sofía iba a recordar este momento el resto de su vida.
Ezequiel abrió el cajón de su mesita de luz, sacó un sobrecito rojo y lo abrió con sus dientes, ella esperaba a que él le indicara la posición que iban a usar, se masturbó por un par de segundos comprobando que su verga estuviera bien dura, luego apretó la punta del látex y estiró el preservativo cubriendo todo su miembro. Marcela y yo nos miramos entre sí, él la fue acomodando en la posición de perrito, apoyando las manos y las rodillas sobre el colchón, Ezequiel sostenía su verga con una mano y con la otra le sujetaba la cintura a ella. Este era el momento en que la tenía que desvirgar, pero no fue así, simplemente volteó la mirada a nosotras y nos dijo.
-Dense un beso.
Así, de forma inesperada nos daba la tercera condición. No solamente me tomó por sorpresa, sino que también me hizo tirar a la basura toda la excitación que empezaba a tener. No lo haré, no lo voy a hacer, no puedo, todo menos eso. Ni siquiera miré a Marcela, ni a ella ni a Sofía. Me puse de pié y comencé a caminar hacia la puerta, no les dije nada simplemente me fui, salí de la habitación y comencé a caminar por el pasillo, toda la casa estaba oscura, me metí al baño y cerré la puerta. Una vez que estuve allí adentro se me escaparon un par de lágrimas, me paré frente al espejo apoyándome en el lavamanos, a estas alturas ya estaba por demás arrepentida de todo, no puedo creer que mi hermano me haga esto, entiendo que quiera algo a cambio pero esto es demasiado, esta fue una mala idea. Se supone que yo no soy así, se supone que debo ser más atrevida, y creo que ya se cual es el problema. Esta es la primera vez que debo hacer algo porque alguien me lo está pidiendo, todas las veces anteriores las cosas pasaron porque yo las planeé, o simplemente pasaron sin que yo tenga que participar, y ahora no soy yo quien hace las propuestas sino otro.
La tormenta avanzaba y los truenos no daban tregua, la pequeña ventana del baño hacía que esto esté tan oscuro que me empezó a dar un poco de miedo. De pronto alguien llamó a la puerta, y luego entró sin que yo le dijera que pase, era Marcela, se metió con migo al baño y cerró la puerta, al verla semidesnuda recordé que yo también estaba en ropa interior. Vino a tratar de convencerme de volver, ni siquiera me preguntó cómo me sentía, solo se puso a explicarme porqué Ezequiel nos pedía esas condiciones.
-Nos está haciendo un gran favor y solo quiere algo a cambio, así como nostras nos calentamos viendo como desvirgan a nuestra amiga él también quiere calentarse con algo.
-No lo sé Marcela, todo esto me resulta muy fuerte.
-También es fuerte para mí, pero lo hago por Sofía, y sé que tú también tienes ganas de hacerlo.
-Sabes que él nos está pidiendo que nos besemos, eso es algo que yo no creo poder hacer.
-Y por qué no.
-Pues porque no somos lesbianas.
-No te estoy pidiendo que te vuelvas lesbiana, te pido que solo por un momento le des a tu cuerpo algo diferente y muy intenso que nunca ha sentido, verás como tu mente dejará de lado todo y tu cuerpo te lo va a agradecer.
-Admito que puede llegar a ser “intenso” como dices, pero eso lo sentirás más tú que yo, mi mente aún me está manteniendo consciente y sé que no lo disfrutaré tanto, asique no gano mucho haciendo esto.
Marce inclina su cabeza, señal de desilusión al ver que no me ha convencido, se da cuenta de que no pienso hacer esto solo por placer como ella lo pide. Se queda observando la ventana un par de segundos, se toma un momento para pensar seriamente y luego se le ocurre algo, me vuelve a mirar fijo y me dice:
-Okey, si no vas a hacer esto por Sofía… hazlo por tu padre.
-A qué te refieres.
-Me refiero a que si te animas a volver a la habitación con migo, no volveré a acercarme a tu padre, y él quedará todo para ti.
-¿Qué? ¿Lo estás diciendo en serio?
-Así es, no soy tonta, me doy cuenta de lo mal que te sientes por compartirlo con migo.
-No creí que se notara tanto.
-Pues ya lo ves, yo fui quien tuvo la idea de iniciar esta relación entre los tres, ahora yo decido ponerle fin.
-Y qué pasará con Antonia, cómo haremos para excluirla a ella.
-Ella ya se excluyó sola, lo disfrutó pero se siente bastante arrepentida, ayer me envió un mensaje para que le vuelva a jurar que no le diría a nadie lo que pasó.
-Sí, tienes razón, a mí también me envió uno.
-Bien… entonces qué decides.
Su propuesta me gustaba, y me gustaba demasiado, Marcela me estaba dando lo que más quería de ella y que no me animaba a pedirle. Ahora la balanza estaba inclinada hacia el otro lado, este era el momento que tanto esperé.
-Quiero que me prometas que cumplirás con tu palabra –Se lo dije con total rectitud.
-Lo prometo.
-Hablo en serio Marcela.
-Yo también, tú eres mi mejor amiga Karen, y quiero que lo sigas siendo, tienes mi palabra hoy y siempre.
-Está bien… lo haré… voy a volver a la habitación.
Ella se sonrió, se corrió el cabello a detrás de su oreja y me tomó la mano, empezamos a salir del baño, pero mientras cruzábamos la puerta ella se detuvo.
-Un momento –Me dijo y se dio media vuelta a mirarme.
-Que ocurre.
-Una vez que entremos él inmediatamente nos pedirá que nos besemos, quiero saber si estás lista.
-Sí, lo estoy, eso creo.
-Te veo muy nerviosa.
-Es solo que será algo nuevo para mí y tengo miedo de echarlo a perder en el momento.
-Si quieres podemos practicar antes de entrar.
Dijo eso y se me abrió media boca, ahora sí estaba nerviosa, desafortunadamente ya no es el momento de demostrar inseguridad.
-Okey, bueno… practiquemos.
Nos volvimos a meter al baño, yo me puse de nuevo donde estaba, con el lavamanos detrás de mí, Marcela cerró la puerta e hizo silencio, solo se escuchaba el sonido de la lluvia, comenzó a caminar hacia mí, su ropa interior era más delgada que la mía. El pecho se me endurecía, no pudo creer que esto vaya a pasar, ella daba los últimos dos pasos, sentí que me empezaba a faltar el aire, cuando llegó hasta mí se me paró en frente y acercó su mano a mi mejilla, me la rozó con una caricia y luego llevó sus dedos a mi cabello, me quitó la liga que lo sujetaba y me lo dejó suelto como el de ella, usaba sus dedos para peinármelo y dispersármelo. Luego alzó sus ojos y me miró fijo, empezó a acercarme su rostro, me temblaban las piernas, nuestros pechos se tocaron, quedamos a centímetros, cuando sentí su respiración cerré mis ojos y de inmediato su boca se unió a la mía.
Mi cuerpo y mi mente sintieron el impacto de ese beso, al sentir sus labios lo primero que noté fue que eran más suaves que los de mi padrastro, y su aliento era más fresco y dulce, tenía mis labios cerrados pero cuando ella empezó a abrir un poco más su boca yo también lo hice, abrí mi boca buscando su labio superior y volví a sentir su aliento femenino, su nariz respiraba lentamente sobre mi rostro. Mientras la besaba abrí un poco mis ojos para mirarla, ella tenía sus ojos cerrados con su rostro pegado al mío, volví a cerrar los míos y con timidez puse mis manos en su cintura, todo esto era inexplicable e intenso a la vez, mi cuerpo tomaba conciencia de que estaba besando y tocando a una mujer.
Separamos nuestros labios haciendo un pequeño chasquido, volví a abrir mis ojos, ella se separó dando un paso atrás, no nos dijimos nada, una pequeña sonrisita de felicidad había en cada una. Marcela me volvió a tomar de la mano y salimos del baño, caminamos por el pasillo de regreso a la habitación, ella iba por delante y yo la observaba de pies a cabeza, su cuerpo era hermoso, al verla así comencé a entender por qué a los hombres les gustan las mujeres. Al entrar a la habitación nos llevamos una gran sorpresa, Ezequiel y Sofía se estaban poniendo en la misma posición que hace un rato, ella en posición de perrito y él a punto de penetrarla por detrás, ver eso me hizo suponer que él nos espió en el baño y que ya vio que cumplimos con su condición.
-¿Nos espiaste? –Pregunté para estar segura.
-Sí –Me respondió.
Dos segundos después su verga comenzaba a entrar en el interior de Sofía, ella cerró los ojos y apretó las sábanas con fuerza, observé que todo su cuerpo se endurecía, Ezequiel solo se detuvo cuando ella lanzó un fuerte gemido, no fue uno de placer sino de dolor. Él se quedó quieto por un momento, yo pensé que la iba a sacar hacia afuera, pero al contrario metió su miembro más profundo aún, con dientes apretados ella fue sufriendo por lo que había en su interior. Yo me volví a sentar en el suelo, Marcela en cambio se quedó parada, mi hermano sacó su verga hacia afuera, dejando salpicar sobre las sábanas unas cuantas gotas rojas. Volvió a metérsela tan profundo como ella lo resistiera, luego se la sacó de su interior, repitió esa acción un par de veces más. Se notaba lo exhausta que había quedado Sofía, tenía su rostro pegado al colchón, asique en ese momento Marcela se acercó y le propuso cambiar de lugar, para que así se tomara un descanso.
Marcela se subió a la cama mientras que Sofía venía a sentarse al lado mío. Estando arrodillados sobre el colchón comenzaron a besarse, eran besos bastante pasionales, el cabello de ella se movía de un lado a otro junto con su cabeza, las manos de Ezequiel subían por su espalda y bajaban hasta sus nalgas. Sofía desnuda junto a se recuperaba y poco a poco su dolor iba desapareciendo, notó que le observé los pechos por un momento pero no me dijo nada. Ezequiel no le desabrochó el brasier a Marcela sino que se lo estiró hacia arriba, vi como sus pechos rebotaron hacia abajo al liberarse, él le agarró una teta con su mano volviéndola a besar. La luz de un relámpago entró a través de la ventana y nos iluminó a los cuatro, esta vez Ezequiel no se detuvo sino que siguió con lo suyo.
Veía como se notaba en el rostro de Sofía que lo estaba disfrutando igual que yo, le tomé la mano demostrando que estaba orgullosa de ella, al ver que hice eso se quedó mirándome de una forma inusual. La tanga blanca de Marcela cayó al suelo, ahora los dos estaban en la cama completamente desnudos, lo hizo acostar boca arriba, él quedó con la cabeza sobre las almohadas, y ella se fue acomodando sobre él acercándole su vagina a su boca, iniciaban la posición del 69.
Sofía me tomó la mano con fuerza y luego se movió de donde estaba, vino a colocarse de rodillas detrás de mí, a mí me sorprendió esa actitud, Marce y Ezequiel no se daban cuenta y seguían en lo suyo, yo me quedé quieta y no le dije nada, ella me recogió el cabello y lo acomodó a un costado de mi cuello dejando libre mi espalda, y luego de forma inesperada me dio un besito en la nuca, eso me hizo poner la piel de gallina. Me acomodó sus manos en mis hombros y comenzó a masajearme con suavidad, se la notaba muy relajada y quería que yo también lo estuviera, me acariciaba los hombros y me recorría con sus dedos los bordes de mi cuello, cuando sentí que realmente lo empezaba a disfrutar cerré mis ojos, sus manos se comenzaron a concentrar en mi espalda, me desabrochó mi brasier y lo dejó abierto, sus masajes subían y bajaban desde el trapecio hasta los dorsales de mi espalda, luego volvió a mis hombros y me lo recorría bajando por mis brazos. Con lentitud me empezó a correr hacia un costado las tiras de mi brasier y con un simple movimiento de hombros le ayudé a que me lo quitara dejando mis pechos al aire.
Marcela dejó de chuparle la verga a Ezequiel para quedarse sentada sobre la cara de él, y en esa posición empezaba a cabalgarse sobre su lengua y sus labios, tomándose el cabello mientras se movía sobre él. Sofía me masajeaba el abdomen haciendo círculos, todo con mucha suavidad, los círculos que ella hacía eran cada vez más grandes, poco a poco se acercaba a la parte baja de mis pechos, cuando llegó a esa zona yo creí que me los tocaría, pero no lo hizo, solo me los rozaba un poco con sus dedos. Me volvió a besar el cuello de nuevo, esta vez más intenso, manteniendo sus labios sobre mi piel, después sentí más que sus labios, sentí su lengua, acomodé mi cabeza hacia un lado dejando espacio, su boca ganaba terreno sobre mi cuello, mis latidos y mi excitación rompían barreras dentro de mí, no quería que ella se detuviera. Sofía subía besándome la oreja, las mejillas y mi cuello de nuevo, yo le tomé las manos y la hice tocarme los pechos, no me dijo nada, me los apretó rosando sus dedos con mis pezones, ambas teníamos nuestras manos manoseando mis tetas. Comencé a girar un poco mi rostro hacia el de ella, su boca pasaba de mi cuello hacia mis mejillas, no lo resistí más y giré mi cara hacia la suya, primero nuestros labios se rozaron, y luego se unieron. La suavidad que sentía sobre mi cuello ahora la sentía sobre mi boca, Sofía y yo nos estábamos besando.
Tenía mis ojos cerrados y escuchaba los primeros gemidos de Marcela, gemidos acompañados de golpeteos. Todo mi cuerpo sentía los manoseos de Sofía, fui la primera en usar la lengua en nuestro beso y ella me respondió haciendo lo mismo, era una lengua delgadita y tibia. Me di la vuelta para que quedáramos frente a frente, se vino encima de mí y nos tumbamos en el suelo, la tenía encima y no parábamos de besarnos, su boca pasó a mi oreja. Noté como Marcela nos estaba mirando, posada en cuatro patas sobre la cama con Ezequiel embistiéndola por detrás, todo su cuerpo se sacudía con las embestidas que mi hermano le estaba dando. Volví a mirar a Sofía y le tomé el rostro, la traje hacia mí para seguirla besando, sin despegar nuestras bocas dimos una vuelta sobre la alfombra quedando yo encima de ella.
Luego me incorporé y ambas nos pusimos de pie, nos dirigimos hacia la cama, Ezequiel dejó de coger a Marcela para que nos acomodáramos los cuatro, Sofía aprovechó la oportunidad y fue hacia mi hermano, quería continuar por donde se había quedado, y él no dudó en aceptar. Yo me acomodé del lado izquierdo de la cama, boca arriba con la cabeza en las almohadas, y Ezequiel del lado derecho en la misma posición, Sofía apoyaba sus manos en el pecho de él preparándose a sentarse sobre su verga, mi hermano tenía puesto otro preservativo, debió habérselo puesto cuando Sofía me besaba el cuello. Marcela me tironeaba la tanga rosada y yo levante mis rodillas para facilitarle la tarea, ahora los cuatro estábamos desnudos, sus manos rozaban mis muslos invitándome a abrir las piernas, y yo lo hice. Poco a poco Sofía se fue sentando sobre el miembro, hundiéndoselo despacio en su interior, Marcela acomodaba su cabeza en mi entrepierna, lo primero que hizo fue rosar la punta de su nariz sobre mi vagina, creo que quiere deleitarse con mi olor, inesperadamente su lengua hace una pasada por mis labios y se me agita el corazón, por suerte su lengua está tibia, me hace unos lentos chupones abriendo y cerrando sus labios, todo mi cuerpo palpita al ritmo de su lengua, usa dos dedos para abrir espacio y adentrar su lengua más en mi interior, me siento cada vez más húmeda.
El colchón se comienza a agitar por los movimientos de Sofía, mi hermano le sujeta las nalgas con fuerza haciéndola subir y bajar, un fuerte estirón de los labios de Marce me toma por sorpresa y mi cuerpo se arquea, se me escapó un fuerte gemido. Sofía empuja su cuerpo hacia abajo una y otra vez, mientras que Marce empuja su lengua cada vez más profundo en mí, el colchón nos mueve a los cuatro, estoy muy cerca de Sofía y siento que me la estoy cogiendo. Los chupones de Marce se hacen más violentos, me llena de calentura, siento ganas de correrme pero me aguanto, me aprieto mis pechos y me sacudo mi cabello. Levanto mi mano y le manoseo el muslo a Sofía, ambas nos miramos y gemimos. Marcela se abalanza encima de mí y nos besamos nuestras bocas, ambas tenemos nuestros ojos entreabiertos y nos miramos durante el beso, enredo su cabello con mis dedos y muevo mi lengua, ella mete y saca la suya con cada rosándola por debajo y por arriba de la mía, apretamos más nuestras bocas, siento hasta las pequeñas asperezas del fondo de su lengua. La cabalgada de Sofía ahora era de adelante hacia atrás, Marce y yo separamos nuestras bocas y nos devoramos nuestros cuellos entre sí.
En la habitación solo había oscuridad, el sonido de la lluvia y el de nuestros gemidos. Marcela le manoseaba las nalgas a Sofía pidiendo cambiar de lugar otra vez, Sofía se apartó viniendo directo hacia mí, mirándome mientras me apretaba mis pechos, yo le correspondí haciéndole lo mismo.
Mi hermano hizo que Marcela se acostara de lado, ella quedó a mi derecha mirándome con él follándola por detrás, luego le levantó la pierna derecha haciendo más espacio para cogerla más cómodo. El movimiento de ellos dos se reflejaba en la cama, ella gemía como puta lanzando el calor de su aliento sobre mi rostro, mi hermano la tomó del cuello y le hizo girar el rostro hacia él, se daban un beso mojado mientras cogían, luego vi como ella acercaba su rostro al mío y le correspondí besándola también, uníamos nuestros labios tanto como su sacudida nos permitía. Aún tenía a Sofía encima de mí, sentía como ella acercaba su rostro pidiendo ser besada también, despegué mi boca de la de Marce haciendo un chasquido y dejé que las dos se besaran, lo hacían a solo centímetros de mi cara, yo no perdía ningún detalle de eso y Ezequiel tampoco, vi como la tomó a Sofía del mentón y la acercó hacia él para que le entregue sus labios, mientras ellos dos se besaban Marcela y yo hacíamos lo mismo, Marce besaba mejor que Sofía y su lengua se entendía con la mía, todo mientras mi mano apretaba fuerte una de sus tetas.
Ezequiel se pasó cogiendo a Marcela en esa posición un par de minutos más, luego se acostó sobre el otro lado del colchón, estaba exhausto pero aún no había acabado, al ver que la verga de mi hermano aún seguía dura Sofía fue hacia ella, no lo dejaba descansar y se preparaba para volver a darle sentones a ese miembro, Marcela y yo nos reacomodamos en la cama para que Ezequiel pueda posicionarse bien en el centro, cuando él se terminó de acomodar sobre el colchón Sofía se acomodó sobre él, desde atrás vi como esa verga iba desapareciendo a medida que ella bajaba sus nalgas. Ella comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo, a pesar de haber sido desvirgada hace un momento la verga se deslizaba con normalidad, todo gracias a lo húmeda que estaba. Cada sentón iba acompañado de un agudo gemido, parecía que mi hermano se estaba cogiendo a una niña. Sus sentones aumentaban de velocidad, se escuchaban los golpeteos de la piel de ambos, la pasión de ellos se empezaba a reflejar en la cama. Marcela no se iba a quedar mirando asique se comenzó a acomodar sobre Ezequiel, más precisamente sobre su cara, abrió las piernas y las puso a cada lado de su cabeza, apoyando su concha sobre la cara de mi hermano. Él tenía a Sofía montando su verga y a Marcela montándose sobre su lengua.
Los miraba a los tres y me sentía fascinada, Ezequiel se deleitaba con la concha de Marce sujetándole los muslos, todo mientras que ella se sacudía su cabello tocándose a sí misma sus pechos, ambas gemían por igual, Marce me miró y me invitó a unirme, lo iba a hacer de todos modos. Me acerqué y me senté sobre el torso de Ezequiel, dejando mis piernas a cada lado, ahora las tres estábamos cabalgando a mi hermano. Ambas comenzaron a tocarme apenas me acomodé, las manos de Sofía llegaban desde atrás manoseándome mis pechos, y Marcela me tomó del cuello y me acercó a su boca, me dejé dominar por ella, abríamos nuestras bocas más de lo normal, sentía su lengua pegada a la mía en todo momento. Sofía tomó una de mis manos y se la llevó a su boca, empezó a chuparme los dedos.
Los relámpagos de luz entraban por la ventana, los rayos de la tormenta nos iluminaban a los tres. Sofía aumentaba la intensidad de sus sentones, se escuchaban los chasquidos de los labios de Ezequiel con la concha de Marce, las tres comenzamos a gemir, Marcela imitaba los sentones de Sofía mientras se apretaba sus pechos, los resortes del colchón subían y bajaban, habían golpeteos sobre las tablas de la cama, yo miraba al techo diciendo malas palabras, Sofía me apretaba mis tetas con fuerza mientras tenía en su boca uno de mis dedos, sentía como ese dedo se rozaba con su lengua, sus dientes y su saliva. Los cuatro nos movíamos al mismo tiempo brincando sobre el colchón, Ezequiel acostado y nosotras tres cabalgando como putas sobre él.
Hasta que mi hermano comenzó a levantarse y nos empujó a las tres sobre las almohadas, yo quedé en medio de ambas, Ezequiel se quitó el preservativo y apuntado su verga hacia mí se empezó a masturbar lanzándome su semen, ahora el que suspiraba con fuerza era él, todos esos chorros cayeron sobre mi cuerpo y un poco sobre mi cara, me quedé sorprendida por la cantidad, estando exhausta solo me concentré en recuperar el aire mientras él me bañaba. Después de lanzarme la última gota se inclinó hacia atrás y les dijo algo a las chicas.
-Ahí tienen la leche, ya saben qué hacer.
Yo tenía mis ojos cerrados y comencé a percibir las lenguas de Marce y Sofía recorriéndome el cuerpo, se me erizaba la piel por la sensualidad con la que me lamían, me limpiaron por completo y no dejaron ningún rastro, me sentía algo pegajosa. Cuando finalizaron Sofía me dio un beso en la boca y Marce uno en la mejilla, ambas se acostaron de nuevo a cada lado mío. En el cabello de Ezequiel se notaba su traspiración, simplemente se quedó sentado en la cama viéndonos y sonriéndose, y nosotras lo mirábamos de la misma forma a él. Todo este tiempo pensé que él me iba a tocar, o que yo me iba a tentar a tocarlo a él, pero nada de eso ocurrió, creo que esto pone fin a la expectativa que yo tenía. Mis amigas y yo estamos desnudas junto con mi hermano en su habitación, nunca entenderé como rayos pasó esto, pero qué bueno que pasó.
Una hora después estábamos Marcela y yo en la cocina tomando algo, la lluvia comenzaba a cesar y la luz ya había regresado. Ezequiel se dio una ducha y luego bajó al living donde estuvo unos minutos dándose cariño con Sofía, yo estaba contenta por ella, pero es una lástima que no pueda lograr más que esto. Lo que acaba de pasar demuestra que Ezequiel no es de nadie, ni de Mónica, ni de Marcela y ni de Sofía, a esta edad creo que ningún chico está ligado a nadie, solo espero que ella lo pueda entender algún día. Yo misma me pregunto para qué planeé esto entonces, si de todos modos ellos no iban a formar una relación, creo que no lo hice por Sofía, creo que lo hice por Ezequiel, ahora mi hermano está en deuda con migo.
Eran las 18:00. La lluvia cesó y las chicas se prepararon para irse, ambas subieron a la habitación de mi hermano a despedirse de él, yo tenía dudas sobre si Marcela iba a cumplir o no con la promesa que me hizo en el baño, sobre que no volvería a acercarse a mi padrastro, por suerte con el paso de los días y de los meses comprobé que su promesa era real. Las dos bajaron y nos despedimos con un fuerte abrazo, les abrí la puerta y se fueron. Me volví a quedar sola con Ezequiel, mis padrastros no iban a volver hasta mañana a la tarde.
A la noche los dos cenamos en la cocina, yo estaba tranquila, ya no me importaba lo que él sintiera por mí, por primera vez en mucho tiempo mi cabeza estaba relajada y libre de incertidumbres. Durante la cena él volvió a tocar el tema sin que yo lo mencionara, esta vez se le notaba una actitud diferente a la que tuvo esta mañana en la piscina.
-No tomes esto como una proposición, sino como algo que haré para quitar las dudas ¿Te gustaría hacer el amor con migo? –Me dijo.
-No lo sé ¿Y a ti te gustaría?
-No lo sé, debo confesar que me gustas y me pareces bonita Karen, pero a la vez pienso que es un gran paso.
-Tú también me gustas y te quiero mucho Ezequiel, asique no te voy a presionar.
-O sea que sí quieres.
-No importa lo que yo quiera o no, lo que importa es que lo pensemos bien, de ese modo no habrán arrepentimientos.
No tenía ganas de seguir hablando de esto, así fue que me levanté de la mesa sin haber terminado de comer, una vez más lo dejaba a mi hermano en la mesa pensado. Subí las escaleras y me metí a mi habitación, tomé mi ropa y luego me fui a dar una ducha. El olor a semen que había quedado por mi cuerpo empezaba a desaparecer, me terminé de bañar y cuando salí del baño me encontré a mi hermano, cruzamos nuestras miradas y no dijimos nada, él entró al baño y yo entré a mi habitación. Nunca hubo tanto silencio en la casa como ahora, cerré la puerta de mi habitación y me senté en mi escritorio, me dediqué a continuar dibujando la calavera con rosas de ayer. Escuchaba a mi hermano en el living mirando una película, yo pensaba a cada minuto que él iba a entrar a mi habitación pero no lo hacía, lo cierto es que pasó una hora y todo seguía igual. Me moría de ganas de estar con él, mi mente ya no lo renegaba, ya he tomado mi decisión, sé lo que quiero y no puedo esperar ni un minuto más, no lograré nada estando aquí quieta asique decido dar el primer paso, tomé mi celular y le envié un mensaje:
“Mi respuesta es sí, quiero hacer el amor contigo y lo quiero hacer ahora mismo, dime que baje y lo haré, depende de ti”.
Le envié ese mensaje y me mente se quedó en blanco, me quedé perdida en el tiempo, por un momento no supe ni donde estaba, mi mente hizo un viaje a lo más profundo de mí y luego regresó, recordé quien soy y donde estoy. Estoy en mi habitación, esperando el mensaje de mi hermano, esperando a que me diga que baje, me pongo a pensar y supongo que cuando baje cerraré todo y apagaré las luces, estoy ansiosa, no sé que sentir, una parte de mí aún me dice que no lo debo hacer, pero el otro 90 por ciento de mí se muere por hacerlo. No me he arrepentido de todo lo que hice hasta ahora, y no me arrepentiré de esto, y mucho menos me siento arrepentida de lo que hice hoy con Marcela y Sofía, este podría ser el mejor día de mi vida, y aún no termina, y es en este preciso momento donde suena mi celular y me llega el mensaje de Ezequiel, lo abro y leo lo que dice:
“Mi respuesta también es sí, pensaba sorprenderte metiéndome a tu cama esta noche, pero veo que estas demasiado ansiosa y lo quieres hacer ya mismo, asique ven, te espero aquí en el sillón”.
No había más nada por decir. Me levanté de mi silla y salí de mi habitación, fui caminando por el pasillo y bajé las escaleras, no me dirigí al living aún. Recorrí la casa cerrando las cortinas y apagando las luces de cada lugar, me aseguré de que las puertas de adelante y de atrás de la casa estuvieran bien cerradas, con las luces apagadas todo quedo en oscuridad, solo iluminado por las luces del televisor. Ezequiel estaba sentado en el sillón grande y yo me puse unos cuantos pasos delante de él, saqué mi celular y lo apagué dejándolo a un lado, él hizo lo mismo.
Nos miramos un momento, me comencé a levantar mi remera y esta vez no tenía ropa interior, él se puso de pie y también se quitó la suya, sus abdominales eran iluminados por el resplandor de la tele, sin dejar de mirarlo a los ojos me bajaba mi shortcito hasta el suelo, quedando toda desnuda frente a él.
-Te voy a agradecer por haberme traído a tus amigas hoy –Me dijo mientras se bajaba su pantalón y su bóxer al mismo tiempo, dejando salir su verga que ya estaba parada.
-Te amo Ezequiel.
Me solté mi cabello y fui caminando hacia él. Hoy le he dado a mi hermano el mejor sexo de su vida, ahora él me lo va a dar a mí.
F I N
El mejor relato de la plataforma, es simplemente perfecto, no le vi falla alguna, solo una, que terminó, ame este relato y lo he leído no sé cuántas veces, no sé si el escritor o escritura siga frecuentando esta página pero si lo hace porfavor escribe más o dime dónde más te puedo leer, saludos de Mr Crow
Vaya serie de relatos. Llevo todo el fin de semana leyendo sin parar.
Como me gustaría que hubiera más relatos de la serie. Con los padres, el hermano y las amigas. Ya más creciditas, pueden ser más abiertas todavía. Me encantaría leer más relatos.
Muchas felicidades.