Mi padre y yo: Drama de la vida real
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Wow… debo decir que mi historia no es como todas las que he leído, no es romántica ni mucho menos tierna, a mí, este episodio me pesó durante mucho tiempo, en el que repasaba mentalmente detalle a detalle de todo lo sucedido; fue motivo de muchas masturbaciones y de la misma cantidad de resacas morales.
Como antecedente, he de decir que nunca llevé una relación "ideal" con mi padre. Fuimos una familia algo disfuncional. Cuando éramos pequeños, mis hermanos y yo, mi padre fue cariñoso y atento, pero cuando crecimos, la relación se tornó insípida. Mi madre era la que llevaba toda la casa, incluso emocionalmente; mi padre solo proveía dinero, que siempre no era lo suficiente, según mi madre.
Todo comienza hace 15 años aproximadamente; mis padres se habían separado hacía 2 años y mi padre vivía solo en una pequeña casa que alquilaba. Mi madre siempre procuraba exhortarnos a mis hermanos y a mi, a no dejarlo solo, a visitarlo cada vez que pudiéramos.
Mi padre tendría poco más de 55 años y yo, unos 35 años y mientras mi padre vivía soltería yo estaba inmerso en un matrimonio en el que no quería estar, pero del que tampoco podía salir.
Fue una tarde de un clásico viernes para mí: Al salir del trabajo, algunas cervezas con los amigos y justo antes de ir para la casa, se me ocurre "cumplir" con la visita a mi padre. Sabía que lo podía encontrar ebrio o con amigos tomando y no me equivoqué: Estaba en el pequeño comedor de su casa en compañía de un amigo; a ambos se les veía algo ebrios. Me presentó a su amigo, con sus alardes de "buen y orgulloso padre"; me tomé una cerveza con ellos y después de ésta, el amigo se despidió. Mi padre, ya cansado, charló conmigo unos minutos y se preparó para la ducha, mientras yo le decía que limpiaría la cocina que parecía que no lavaba un plato en semanas. Oí que salió del baño, encendió un pequeño radio con el que siempre dormía y se acostó. Yo tardé un poco en dejar decente la cocina; finalmente me acerqué a su cuarto para despedirme y lo vi: Espléndidamente roncando a "pierna suelta" solo con unos amplios calzoncillos puestos. La única luz era la que entraba por la ventana y el único sonido leve era el de su pequeño radio. El morbo y la excitación se me subieron a la cabeza en golpes de cienes; surcaron en mi mente recuerdos de cuando era yo adolescente y a escondidas de mi madre, me metía al cuarto de mi padre mientras él dormía sus borracheras yo le toqueteaba la verga, incluso llegué a mamársela más de una vez; o cuando lo espiaba por la ventana mientras mi padre se bañaba, enjabonándose su corpulento y peludo cuerpo, me hacía eyacular casi sin tocarme.
Los nervios me hacían temblar las manos y mi corazón casi se me salía del pecho; me acerqué lentamente hacia su cama y lo admiré: Hacía muchísimo tiempo que no lo veía casi desnudo, tenía un hermoso pecho con poco bello, como yo; un estómago completamente cubierto de pelos desde arriba del ombligo hasta abajo, como el mío; tenía panza, no mucha, pero así acostado se le veía espléndido, con unas gruesas piernas y brazos que harían sentir a cualquiera, protegido.
Lentamente acerqué mi mano y lo acaricié sin tocarlo; casi podía sentir el calor de su cuerpo; con las yemas de los dedos toqué apenas sus pelos de su vientre, esto me produjo una corriente eléctrica que me recorrió el cuerpo; lentamente posé mi mano en su bulto, lo acaricié y lo palpé sintiendo su flacidez. Tenía que hacer esfuerzos para que mi mano no temblara. Busqué el orificio de sus calzoncillos y metí mis dedos; lo áspero de sus pelos púbicos me pararon de inmediato la verga; pasé mi dedo por su verga flácida y toqué sus huevos, con mucho nervio logré sacar su verga y la tomé en mi mano; me parecía menos grande que cuando era yo adolescente; en esa época me parecía descomunal su verga. Acerqué mi cara hacia su verga y olí su sexo, mezcla de jabón y alcohol; ese olor fue la droga que me hizo perder aún más la cabeza; abrí la boca y me metí la verga flácida que me dio la vida. La saboreé como niño con su paleta, le chupaba el glande y pasaba mi lengua por la uretra; me la metía toda en la boca, hasta que sentía sus pelos en mis labios. Pero yo quería más, ya estaba perdido, drogado por la excitación. Metí toda la mano en el orificio de sus calzoncillos y saqué sus huevos, peludos y grandes, los tomé en mi mano y los caté suavemente. En ese momento una mano tosca se posó en mi mano y la tomó con fuerza; casi se me infarta el corazón. Instintivamente traté de zafarme pero aquella mano parecía de fierro. Alcé la vista y veo el rostro de mi padre mirándome… desconcertado. Me sentí en ese momento un gusano, el mas vil y asqueroso gusano. Solo logré soltar dos tres palabras: Ya me voy. En ese momento me solté de su mano me incorporé y me di la vuelta; no esperé respuesta de mi padre, salí literalmente corriendo de ahí. El pánico es un pésimo acompañante, y mientras conducía para la casa, un huracán de sentimientos encontrados me rodeaba. Finalmente me detuve en un parque a pensar o tratar de acomodar mis pensamientos, no sé cuánto tiempo pasé ahí, pero cuando llegué a casa mi mujer ya estaba dormida, me acosté junto a ella e intenté dormir.
Los meses siguientes fueron una tortura terrible, no me concentraba en nada, solo pensaba en las consecuencias que podría traer ese episodio con mi padre.
Poco a poco y ante las escasas noticias de mi padre, ese estrés fue amainando. Los problemas en mi matrimonio me ocuparon la mente, hasta que finalmente, tres años después, mi separación y divorcio fueron inevitables. La situación económica que me dejó este proceso no era buena, mi madre vivía con mi hermano menor, así que solo podía pedirle asilo a mi padre. Lo pensé mil veces y le di mil vueltas, pero no me quedaba de otra más que hablar con él. Para mi sorpresa, al hablar con él, fue todo cordialidad y solidaridad. Una semana después ya estaba instalado en su casa; pero obviamente no me sentía cómodo, procuraba no encontrarme con él o interactuar lo menos posible. La "libertad" es algo que veces, no sabemos manejar. Ante mi nueva situación, las salidas con mis amigos fueron más frecuentes, procuraba llegar a la casa de mi padre cuando él ya estuviese dormido; así pasaron varios meses. Vivíamos juntos pero no convivíamos.
Una de esas tantas noches con mis amigos, llegué a casa y mi padre aún no llegaba, medio mareado me di una ducha, salí del baño y entré a mi cuarto y así desnudo, como siempre, me tumbé en la cama. Empezaba a tomarme el sueño cuando oí la puerta de la calle, mi padre había llegado; escuché el ruido de sus llaves y dinero caer en la mesita de la sala, ruidos en la cocina y después oí que entró al baño. Al poco rato salió y escuché la puerta de mi cuarto abrirse, yo estaba de espaldas a la puerta, así que no podía ver lo que ocurría. “Ya llegué” dijo con su voz raposa pero suave; fingí dormir, cerró de nuevo la puerta y se fue a su cuarto, en medio del silencio de la noche solo apenas percibía los murmullos de su pequeño radio.
Empezaba a tomarme el sueño, cuando oí mi puerta abrirse de nuevo, yo fingí roncar, tal vez entraría para buscar algo o que se yo. Sentí sus pies descalzos al entrar. “Ya llegué” murmuró de nuevo; ante mi “profundo sueño” esperaba que se fuera, pero no, se quedó parado a mis espaldas, junto a la cama. Un choque eléctrico me recorre el cuerpo cuando siento su mano posarse en mi cadera, quería voltearme y ver qué pasaba, pero mi cuerpo no me respondía. Lentamente su mano fue bajando acariciando mi nalga, yo estaba a punto del infarto, hacía esfuerzos para no temblar; así estuvo varios segundos, sus dedos pasaban por mi raja e intentaban meterse entre mis nalgas, de pronto los mismos dedos pero húmedos de saliva creo yo, intentan de nuevo llegar hasta mi agujero, lo toca y un estremecimiento me hace temblar de pies a cabeza; no pude más y me volteé. Veo a mi padre inclinado hacia mí, con sus amplios calzoncillos y una erección que le sobresalía. En la penumbra del cuarto, su bulto parecía enorme; yo respiraba con rapidez por la excitación y los nervios. Me miró a los ojos y sin decir palabra empezó a acariciarme las piernas y las nalgas, se inclinó y comenzó a besarme las piernas, beso a beso subía, al llegar a mi vientre un espasmo de placer me hace encorvarme, él continúa con sus besos, llega a mis tetillas y me vuelvo loco; como desesperado busco su entrepierna y logro sacar su verga que la tenía caliente e impresionantemente dura, le tomo los huevos y lo masturbo; en un impulso, le tomo la cara con las manos y lo beso en la boca, él no responde, yo le paso la lengua por sus labios e intento meter mi lengua en ellos, pero no responde. Tiene los ojos cerrados, le tomo la cara y se la acerco a mis tetillas y enseguida mordisquea y lame. Me deslizo hacía su cintura buscando con mi boca su verga, él no se hace de rogar y me la mete a la boca; le acerco su cara a mi verga intentando hacer un 69 pero se rehúsa, sólo logra darme besos en el vientre, él entierra con fuerza su verga hasta hacerme atragantar hasta las lágrimas.
Me pide perdón y sigue con sus besos que ahora están en mi cuello. Yo estoy drogado, perdido. Él me toma de las piernas y me arrastra hacia él, acomoda cada una de mis piernas en sus hombros y se prepara, suelta una gruesa gota de saliva sobre mi agujero, la extiende con su verga, me la pone en la entrada y empuja suave; siento estirarse mi ano de impresionante manera, pero recuerdo haber sentido tanto dolor; no era la primera vez que me entraba una verga pero esta era una sensación diferente, extrema… La verga se desliza en mis adentros, en medio de una mezcla de dolor, excitación, pero también con deseos de detenerme. Siento presión en la próstata y una explosión de placer de me hace encorvarme; tengo cerrados los ojos, temo abrirlos y detener todo este torbellino de deseos. Mi padre empieza a bombear suave y poco a poco aumenta el ritmo, siento el peso de su cuerpo y mis piernas encogerse hacia mí. Me desconcierta su boca que hace unos instantes me rechazaba los labios, ahora me los mordía y con su lengua hurgaba como serpiente queriendo penetrar en mi boca. Las embestidas son más rápidas y profundas; sus huevos hacían ruido al chocar con mis nalgas, eso me encendía aún más… ya no pude más y estallo en una poderosa eyaculación sin haberme tocado siquiera; por instinto intento estirar mis piernas y apretar el ano en cada chorro de semen que sale de mi verga, pero la contrafuerza la hace mi padre que clava con más ahínco su verga hasta convulsionarse ante una explosión de semen que me inunda el ano.
Sentía latidos en el ano, mi padre jadeaba encima de mí. En un movimiento saca su verga y un dolor agudo me hace gemir. Sentía el ano abierto y adolorido. El pánico me envuelve pero me quedo inmóvil hasta ver la reacción de mi padre. Nadie dice nada. Él ya recuperando el aliento se incorpora y sale del cuarto. El ruido del agua correr en el baño… yo tirado en la cama con una resaca moral del tamaño del universo. Lo escucho meterse en su cuarto y solo así salgo del mío para lavarme en el baño.
Esa noche no dormí, y así pasaron muchas noches.
Al poco tiempo me fui a vivir solo. Después de un buen tiempo y harto de tantos pedos mentales y por salud emocional procuré tomarlo como lo que fue: Dos personas maduras que tuvieron sexo, porque así lo decidieron.
No fue el único encuentro que tuvimos, hubo otro más, ya con más conciencia y mejor actitud, pero bueno, eso ya no fue tan avasallante como esas primeras veces, desde todos los sentidos.
Saludos
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