Mi papa y sus amigos
Por aquel entonces tenía apenas 16 años recién cumplidos y estaba en una época de curiosidad y de abrirme a nuevas experiencias..
Por aquel entonces tenía apenas 16 años recién cumplidos y estaba en una época de curiosidad y de abrirme a nuevas experiencias. Mido 1,65, tenía un cuerpo delgado. Mis tetas eran redondas, no muy grandes pero duras y firmes, con unos pezones algo grandes. Nalgas, grandes, duras y bien paradas, el sueño de todo hombre (maduro je je) además que resaltaban más por tener la cintura delgada y panza plana.
Los hombres me miraban mucho, sobre todo cuando se me marcaban los pezones a través de la camiseta, eso a mí me ponía a mil y les sonreía coqueta, insinuante.
Confieso que me encantaba que me miraran, sobre todo los hombres maduros. A veces entraba a las aplicaciones de citas y ponía un rango de edad 50 a 75 años, para ver los hombres maduros que había por mi zona. A ellos me les insinuaba y trataban siempre de intentar quedar conmigo como locos. Yo me solía tocar mientras hablaba con ellos, porque me encantaban las fotos de sus vergas. Me las enviaban la mayoría bien paradas y eso me encendía. Fantaseaba con que los viejos me penetraran con sus enormes pollas y poder lamerlas de abajo a arriba.
El caso es que mis padres estaban divorciados y vivían separados. Mi padre nunca fue mal padre, pero era muy despistado y un desastre con sus obligaciones. Quizás, parte de mi fijación con los hombres mayores venía de él como figura paternal, y porque para mí y para todas las mujeres que conozco, siempre ha sido un papi muy atractivo.
Esa tarde, saliendo del Cole, decidí ir a visitarlo, no había podido ir a verlo y sabía que le daría gusto verme. Cuando llegué a su casa, parecía que tenía visita, se escuchaba ruido y gente hablando. Así que usé las llaves que tengo y entré en la casa, llamándolo con mi voz en alto desde la puerta.
Entre todo el ruido, se escucharon unas voces del salón que decían:
– ¡José!, te buscan, ha llegado alguien a casa, le gritaban a mi papa.
Me asomé al salón y vi a mi padre con otros 3 amigos, todos de unos 65 años aproximadamente. Estaban teniendo una especie fiesta de adolescentes, música, botellas de alcohol por las mesas, vasos medios vacíos, ceniceros llenos de colillas, etc. Parecían jovencitos, todos bastante borrachos y fumados.
– ¡Sara! ¿Qué haces aquí? ¡No sabía que venías! -Se le ilumino el rostro, ¡Ven, te presento a mis amigos!
-Joder, ¿esta es tu hija? ¿Cómo es que no nos las habías presentado antes?
-Pero si esta deliciosa– decía uno de ellos.
-Es toda una lindura y se ve que ya está en edad de hacer travesuras, decían entre todos echándose unas carcajadas por su atrevimiento.
Se acercaron a saludarme, uno de ellos tuvo la confianza de venir a darme dos besos y sentí como su mano me apretaba una nalga al saludarme.
Al ver eso, los otros dos hicieron lo mismo, besos en la mejilla y manos sobre mis nalgas.
Todos eran unos hombrones, todos de la misma edad de mi papa, grandes, fuertes, así que con solo una mano fácilmente me rodeaban todo el cuerpo.
Yo solo les sonreí y devolví los besos como si no pasara nada. Supuse que sería un pequeño desliz porque estaban un poco bebidos.
Parecían todos señores que se cuidaban mucho en el gimnasio. No tenían barriga, sus brazos estaban bastantes marcados.
¡Que ojazos tienes! José, cómo tienes una hija tan guapa y no nos lo habías contado? Jaja Siéntate aquí con nosotros guapa, para que nos cuentes donde te tenía escondida tu papa
-Si claro, sabiendo como son… jaja – Mi padre respondió con esa sonrisa tonta del principio. -Siéntate Sara que ellos se van ya en un rato.
Sinceramente, me sentía un poco nerviosa, no es lo mismo ver hombre en la compu que de a deveras, pero intentaba poner la mejor de las caras y ser simpáticas con ellos. No sabía bien si esos amigos se iban a ir en algún momento o o no. Veía a mi padre un poco ausente, y yo no sabía si ellos eran así de bromistas siempre o qué pasaba. Imaginé que eran típicas bromas de mayores de mal gusto que yo no captaba bien.
Me senté en el sofá y se me puso un amigo de mi padre a cada lado, girados un poco hacia mí, preguntándome cosas. Les dije que tenía 18 añitos. Uno de ellos pasó su brazo por encima de mi cuello y dejo caer la mano y la dejo colocada distraídamente mero encima de mi teta. Yo hice como si nada, porque no sabía qué hacer. Mi padre me veía pero parecía que no le importaba.
¿Y que es de tu vida? me preguntaban, ¿ya tienes novio?
Mientras miraba a un lado, para responder el otro puso su mano sobre mi muslo, lanote enorme caliente. Sentí un escalofrío, pero sentí también un cosquilleo rico en mi sexo que me empezó a poner muy nerviosa, muy a mi pesar.
Por suerte mi padre interrumpió. Aunque no como se esperaba…
-Oye, pórtate bien y enséñales a mis amigos esos animes tuyos con tu móvil. -Dijo mi padre, en ese arrebato fugaz de presencia.
Mi padre parecía que le importaba todo muy poco… Esos amigos estaban metiéndome mano a lo tonto, y él no hacía nada.
Me levanté del sofá para evitar esa situación tan incómoda para coger el móvil que lo tenía encima de la mesa grande del salón, y uno de ellos me dio una nalgada haciéndome estremecer.
-¡Oye! -Le dije, lanzándole una mirada picara, como de complicidad.
-Con esa minifalda, ¿qué quieres que haga? Decía morboso. Se te ve media nalga. Uno no es de piedra, ¿sabes? Jajaja -Y miro a los demás que se rieron a carcajadas.
Todos se rieron, cada vez que uno decía algo, miraba a los demás buscando esa complicidad de tipos que estuvieron juntos en el ejército. Cuando desbloquee el móvil para mostrarles mis disfraces, uno de los amigos me lo arrebató y empezó a mirar mis cosas privadas. Yo intenté recuperarlo mientras todos se reían. Temía que vieran fotos íntimas mías.
-¡Joder! ¡Pero miren que tiene la niña en su móvil! ¡Es una colección de vergas de todos tamaños! Decian asombrado, yo queria que la tierra mne tragara. Habian descubierto mi secreto, yo estaba ya de lo mas apenada con la cara toda colorada sin poder decir palabra.
-¡Déjame ver! – Dijo mi padre- Pero ¿qué haces con todas estas fotos Sara? Yo no supe que decir.
Otro de los amigos le cogió el movil a mi padre y siguió mirando las fotos.
-Igual que su madre, que nos la hemos follado todos, me parece que la hija es igual, decía ya en un tono más descarado, jajaja
Entonces uno de ellos que estaba de pie junto a mí me cogió de la mano y me la puso en su paquete. Sentí su polla gigantesca debajo de sus jeans, en comparación con mi manita pequeña, sin querer le di un apretoncito involuntario que me hizo estremecer todita. Se sentía enorme.
-¿Te gusta verdad? ¿Se siente rico? -Esta es de verdad, no fotos del móvil, me decía sonriendo.
Me apretó más fuerte mi mano contra su paquete mientras me miraba a los ojos. Me puse muy colorada y nerviosa. Yo se la apretaba inconscientemente, muy dentro de mi, algo me obligaba sin que yo pudiera evitarlo.
Entonces, otro de ellos se sacó la verga totalmente fuera de su pantalón y yo, yo…no pude evitar mirársela. Los ojos se me abrían como platos por la sorpresa, que bárbaro, que verga, estaba enorme, no como las fotos que me mandaban mis admiradores, muy a mi pesar, no podía apartar la vista de ella, sentí claramente como se me hacía agua la boca, ¡se me estaba antojando!
Los otros rieron cuando vieron cómo se la estaba checando, absorta, impávida, la mirada fija en ella. Otro también se animó y también se sacó la verga ofreciéndomela, colocándomela sobre la mano. Yo se la atrape involuntariamente.
-Por dios, a la hija de José le gusta más una verga que a una niña una paleta de dulce, ¡casi gritaba emocionado! ¿A que sí? jaja. No seas tímida anda, y agárrala sin miedo.
Yo las miraba absorta, incrédula, sin decir palabra, pero de pronto, algo en mi se estremeció, sentí que me empezaba a mojar, les miraba la enorme verga a los dos viejos, tuve que tragar saliva y abrir un poco mis labios carnosos para poder tomar un poco de aire.
El hombre que me tenía la manita apretada contra su paquete, se me acerco, al tiempo que me besaba en plena boca, metió mano bajo la blusa y empezó a manosearme las tetas.
Sentí como se me ponían duras, los pezones super parados. Me quedé paralizada, excitada, me di cuenta de que mis manos se movían solas acariciándoselas a los dos viejos, noté como empezaron a pararse y ponerse duras.
-Miren, se está calentando la puta, decían asombrados.
De inmediato, entre todos me rodearon y me empezaron a manosear y yo, yo empecé a calentarme más y más, me sentía super acelerada. ¡La adrenalina empezó a correrme poniéndome a mil!
¡Por un momento me había olvidado de que mi padre estaba frente a mí!
Pero esos pervertidos, esos, esos… 3 hombres estaban con sus pollas fuera de sus jeans y me estaban manoseando delante de mi padre, que estaba muy borracho y no parecía importarle que se fueran a cogerse a su hija delante de él.
En eso recordé las palabras de uno de ellos, en ese momento supe que entre todos se habían cogido a mi mama y delante de mí papa. El solo imaginarme eso me calentó a lo bestia, me puse a mil. Asi que les deje.
Me empezaron a besar por turnos, me quitaron el vestido y me mamaban las tetas, metiéndome mano en el sexo y dedeándome el culo, parecía que ya estaban fuera de sí, no les importaba que yo fuera casi una niña, una muy caliente, por cierto, pero al final una niña.
De pronto, uno se sentó en el sofá y me jalo hacia él.
-Ven anda, que hace tiempo que tu madre no me la come, a ver que tal la mamas tu. A ver si tú lo haces igual que ella, jeje –Dijo.
Que hablara así de mi madre me ponía super cachonda. No sabía que se la habían cogido a ella también entre todos, pero ya lo presentia y ese solo pensamiento me estaba poniendo caliente, muy caliente. Siempre supe que mi madre era muy puta. Y yo, me di cuenta de que había salido igual a ella.
Se sentía raro que la nombraran una puta caliente y eso me hacía sentir absurdamente orgullosa de ella, y muy dentro de mi sentía una extraña emoción y alegría por tratar de intentar superarla, por muy raro que pudiera sonar.
Yo miré a mi padre, que me miraba morbosamente, como esperando turno, viéndome desnuda con todas esas pollas cerca mía. Por momentos, me olvidaba que estaba delante mío, luego sin querer lo veía ahí sentado agarrándose la verga y me generaba una gran excitación saber que estaba listo para montarme cuando ya le tocara su turno
Me puse de rodillas delante del sofá y empecé a besar la verga del viejo, en esos momentos ya no me importaba nada, que pensaran lo que quisieran. Me puso la mano sobre mi cabeza y me empezó a meter la verga hasta dentro en mi garganta mientras sentia que me ahogaba
-Tranquila mujer, ya te acostumbraras. Jaja. -Me empujaba con su mano de una manera insistente e impaciente, pero suave. Parecía que me conocía …
Un viejo se reía y decía: Sarita, ¡estabas deseando comerle la verga a un hombre maduro, verdad, pues ahora podrás comerte cuatro, todas están a tu disposición,¿eh?
Vamos a ver como tiene el coñito esta princesita. Decía otro. Sentí una mano suya en una de mis caderas y cómo con la otra guiaba su polla a mi coñito, que estaba ya escurriendo de caliente.
Empezó a metérmela un poco y se detuvo, la saco y enseguida la volvió a meter de hasta el fondo. Yo no pude evitar lanzar un gemido de placer, me sentí tan llena. Era la primera vez que me metían una polla tan grande y gruesa para un coñito tan apretado como el mío.
Poco a poco la sensación se fue convirtiendo en placer. Empecé a mojarme mucho, y mi respiración empezaba a transformarse en la de una perra en celo. Así que le empecé a mamar la verga al viejo rápidamente, haciéndolo gemir y estremecerse de placer, mientras me empezaba a mover rítmicamente disfrutando, tal vez demasiado, la tremenda cogida que me estaba dando el mendigo viejo ese.
-Joder José, tu hija es una verdadera zorra, ya está bien caliente. Y mira cómo se la come toda. Se parece tanto a su madre, reía.
Entonces, el viejo, empezó a embestirme suavemente hasta que empezó a golpear mis nalgas redondas con sus enormes huevos, que empezaron a tornarse rojizas. En una de las veces que me ahogué un poco con mi saliva y que empecé a toser, miré hacia un extremo del sofá con esa expresión mía de estar cachonda y volví a acordarme que estaba ahí mi padre. En lugar de vergüenza de que me viera así, sentí como una enorme oleada de placer y excitación me invadía, mi padre de pie con la enorme verga de fuera tocándosela mientras me veía ya muy excitado como me la metían y como la mamaba.
Yo lo miraba super desconcertada. Porque esos viejos me estaban follando delante de él y él no hacía nada para evitarlo, muy al contrario, esperaba una oportunidad para cogerme el mismo.
Uno de ellos se percató con que expresión me miraba mi padre y decidió intervenir.
-Jajaja anda ven aquí puta, siéntate encima de mi para que tu papi vea lo zorrita que eres y que rico coges.
Se puso en el sofá y vi esa polla recta hacía arriba. Me encantaba esa postura y acepté la invitación.
Me sentó sobre su verga. Otro me acercó su verga a mi cara, y no super hacer otra cosa que agarrarla con mi manita y metérmela en la boca mientras miraba a mi papa,
Entonces uno de ellos, mientras yo estaba sentada en la polla de Fran, se puso detrás mío. Yo sabía a lo que iba. A mí me encantaba el anal, pero con esas pollas enormes nunca lo había intentado. Cerré los ojos porque esperaba que me metiera un dedo o dos con un poco de saliva antes de penetrarme, pero en su lugar note algo caliente y muy húmedo. Se había puesto a comerme el culo desde atrás, mientras cabalgaba la polla encima del sofá. Nunca me habían hecho eso y estaba alucinando del placer que sentía.
De hecho, mientras me agarraba mi cabeza para meterme su polla en mi garganta me aparté un momento para soltar un gemido que se escuchó en todo el edificio.
-Mira que eres putita… Jajaja. ¿Tú sabes que a tu madre nos la hemos follados también entre todos, así como te estamos follando? A ella le encanta, y tu padre siempre mira… ¡Es un pervertido!
Sentía cada vez más espasmos de placer y mi culito se estaba dilatando al sentir los lamidos del viejo en mi culito, mientras escuchaba esas guarradas de los amigos de mi padre sobre mi madre, cosa que me hacía sentir todavía más sucia y descontrolada. ¿Sería verdad eso? Parecía que sí… Eso me ponía a mil
Entonces el viejo dejo de lamerme el culo y empezó a meterme su polla, mientras yo seguía sentada encima del otro. En un lado del sofá estaba mi padre viendo la escena.
Yo empecé a gemir y a mirar de reojo con mis ojitos a medio cerrar y vidriosos, con mis agujeritos llenos de pollas enormes. Vi como mi padre se masturbaba mirándome boquiabierto totalmente excitado.
Ellos se percataron y se rieron de mí, de notarme super cachonda y mirando a mi padre.
-No me lo creo. Anda José, vente para aquí que tu hija te va a dar un premio.
Entre todos me levantaron para ponerme de rodilla delante de mi padre que estaba tan borracho que no sabía ni donde estaba.
Entonces por puro instinto, agarré su polla y se la empecé a agarrar tímidamente mientras ellos festejaban.
– ¿Ves como no es tan difícil? -decían felices
Me bajaron un poco la cabeza para que la polla de mi padre me tocara los labios y empecé a comérsela con timidez. Empezaron todos comentaron asombrados.
-¡¡¡Joder José cabrón!!! ¡Le tenías ganas a tu hija! eh? Cacho de pervertido.
Mi padre empezó a empujarme la cabeza contra su polla mientras los otros se iban turnando, cogiéndome por detrás, yo de rodillas estilo perrita.
Luego de que todos me cogieron por el culo, se dirigieron a mi papa.
-Bueno José, te toca disfrutar el culo de tu nena. Aprovecha que está delicioso.
Me levantaron del suelo y me cogieron en volandas. Y me sentaron encima de mi padre, con mi espalda pegada a su torso. Sentí por primera vez los pectorales y abdominales de mi padre. Por instinto, él me tenía abrazada y nuestras caras estaban cerca una de la otra con las bocas entreabiertas. Sentí como su polla me atravesaba el orto poco a poco de principio a fin. Solté un super gemido y me dio un temblor de piernas que no pude reprimir.
-Ahhh, ahhh! -Dije sin querer, cosa que no pude remediar, me empecé a mover bien cachonda, con la verga de mi padre llenándome el culo, que me puso super colorada. Fue un impulso instintivo y salvaje. Mi padre me correspondió agarrándome con fuerza las tetas y empezó a cogerme rápido también. Los dos gemíamos super excitados, mi padre me agarró entonces de las piernas para poder embestirme más seguido y profundo. Yo no paraba de gemir, esto era incesto puro, pervertido, pero, pero…increíble.
-Uf, nos estas poniendo super cachondos. Ven aquí., entonces empezó a follarme por el coño, mientras mi padre me movía para que su polla entrara y saliera de mi culito.
Miré a mi padre que parecía ponerse super cachondo después de toda esta escena y viendo de cerca las expresiones de mi rostro. Entonces empezó a gemir y empecé a sentir como su polla empezaba a bombear en el fondo de mi culito.
-¡Joder! ¡Se está viniendo en el culo de su hija! ¡Pero que viejo tan pervertido será!
Yo estaba cada vez más super cachonda. Tan cachonda que empecé también a tener múltiples espasmos del orgasmo que estaba teniendo.
-¡¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡¡Ahhh!!! – Empecé a gritar del placer mientras uno de ellos me metía unas embestidas brutales.
Entonces vinieron los otros. me agarraron y me pusieron de rodillas en el suelo delante de mi padre. Me salía la corrida de mi padre de mi culo, que yo me toqueteaba con mis deditos con el propósito de prolongar esa sensación…
Los tres empezaron a correrse en mi cara sin pararse. Mi padre miraba satisfecho, aunque no sé si se acordaría al día siguiente con esa borrachera que llevaba.
Después de eso, estuve un rato limpiándoles con la boca la polla a todos incluyendo a mi papa, con mi carita llena de semen de todos esos hombres.
Luego, uno a uno, se fueron retirando. Se vistieron y estuvieron un rato más comentando lo mucho que les había gustado. Me dieron las gracias, cosa que me hizo sentir muy bien. Mi padre quedó tumbado en el sofá con los ojos cerrados con cara de felicidad.
-Chica, eres una máquina. Coges mucho mejor que tu mama, ella es una puta muy caliente igual que tú, y también está bien buena, pero tú, tu…eres increíble, me decían haciéndome que me avergonzara y me pusiera toda colorada.
Cuando quieras nos llamas. Debemos repetir, nos ha encantado conocerte, a ver si también la invitamos a ella. Gracias, respondí todavía aturdida.
Por tu padre no te preocupes, que mañana ni se acordará de esto, jaja.
Se fueron de casa de mi padre y cuando volví al salón mi padre estaba dormido roncando. Me limpié y limpié un poco todo y me fui a mi cuarto a dormir.
Al día siguiente mi padre no se acordaba de nada, pero a mí me hacía gracia verle haciéndose el digno y yo sabiendo que era un pervertido.
Me daba ideas para un futuro… Sabía su secreto, el de mi madre y el de sus amigos.
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