Mi papa y yo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mis primeros recuerdos son de cuando tenia cerca de 5 años. Para entonces la historia habia comenzado antes, pues ya estaba acostumbrado a bañarme con mi padre. Mi padre llegaba mucho antes a casa que mi madre del trabajo, por lo que solíamos tener unas cuantas horas para nosotros solos, donde merendábamos y tomábamos largos baños llenos de amor y juegos.
Teníamos una bañera bien grande,suficiente para que mi padre,de 1.85 de estatura se tumbara cómodamente. Mi padre, de 1.85, unos 90 kilos,robusto pero no gordo, velludo por todas partes menos en la cabeza, primero se sentaba en la bañera y procedía a limpiarme todo el cuerpo, yo bajito para mi edad y algo gordito, de salientes nalgas. Yo disfrutaba mucho de esas limpiezas, me gustaban las manos grandes de mi padre pasando por todo mi cuerpo, y como se demoraban para enjabonarme mis partes, que inevitablemente se ponía dura, y como me acariciaba las nalgas y me las abría para limpiar la rajita y hurgar en el hoyo.
Luego llegaba su turno, donde se enjabonaba él con mi ayuda. Me enseñó a limpiar bien su pene, que por entonces siempre estaba duro, y sus huevos con delicadeza, aunque lo que más me gustaba era cuando se daba la vuelta y se inclinaba para que le limpiara el culo. Esto me fascinaba, lo tenía muy peludo y con un gran agujero. Limpiaba lo de fuera y metía algunos dedos, sintiendo como por dentro estaba muy caliente y eso me fascinaba.
Cuando decidía que estábamos suficiente limpios era hora de relajarse, se tumbaba cuan largo era y yo me tumbaba encima de su estomago,apoyando la cabeza en su peludo y fuerte pecho, cosa que me encantaba. Me acariciaba la espalda, nalgas y piernas un rato, donde acababa totalmente relajado por sus cuidados, luego me daba la vuelta y me ponía de espaldas tumbado sobre él para que siguiera acariciándome, me cubría el pecho y estomago con sus manos y me cogía mi pequeño pene, aun duro, para frotarlo y masajear mis pequeños huevos, provocándome escalofríos de placer. Notaba su pene duro entre mis piernas las cuales me hacía cerrarlas apresando su pene.
Entonces se movía suavemente, rozándose largamente con mis piernas mientras acariciaba mi pene y me hurgaba en el culito con los dedos, provocándome esos pequeños orgasmos sin eyacular debido a mi edad, hasta que él mismo llegaba al clímax entre mis piernecitas.
Después, salíamos de la bañera y nos secábamos, mientras me acariciaba más, y me daba besos con lengua a los que ya estaba familiarizado, disfrutando de su lengua grande y su barba que me picaba de forma placentera.
Estas sesiones llevaban ocurriendo desde siempre, y no tardó mucho hasta que me enseñó el placer oral,al cual me volví adicto, y en poco tiempo al sexo completo en todas sus formas. Si les gusta este relato, escribiré también nuestras nuevas experiencias de forma que espero disfruten. Un saludo.
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