Mi papi
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Anís, soy de complexión pequeña, muy, muy delgadita, con pechos apenas notables, cintura diminuta, piernas flaquitas, tanto que al juntar mis pies mis muslos no se tocan.
De ojos color miel, cabello negro y piel pálida.
Aunque actualmente tengo 18 años parezco una inocente niña de 13.
La razón de mi nombre es que mi papá me nombró así por ser su sabor favorito.
Y vaya que soy un favorita en todo.
Él me crió solo, es papá soltero.
Me tuvo cuando él y mi mamá apenas tenían 16.
Ella no quería tenerme, pero él le pidió darme a luz, él se haría cargo de mí y ella podría hacer lo que quisiera.
Pensó que al verme ella se enamoraría de mí pero no fue así, siguió con su misma idea y desapareció de nuestras vidas.
Por ello, desde que mi papá se enteró que lo sería buscó trabajo y continuó estudiando.
Afortunadamente mis abuelos siempre lo apoyaron.
Ninguno de nosotros le ha guardado rencor a mi mamá, incluso nos es indiferente.
Para cuando mi papá se graduó en Negocios Internacionales, pudo conseguir un mejor trabajo en una importante cadena hotelera, por lo que el dinero nunca nos ha faltado, hasta sobra y nos ha permitido darnos muchos lujos.
Al ser su única hija he crecido como la princesa de la familia, soy la nieta favorita al ser la única niña.
Y mi papá siempre me ha adorado, me ha consentido en todo aunque ha sabido ponerme límites y criarme bastante bien.
Supongo que ha sido esa cercanía tan estrecha la que terminó enamorándome de él.
Y no lo culpo, ni a él ni a mí.
Mi padre, de nombre Antonio, es un hombre de gran atractivo, cabello negro como el mío, barba corta y sútil, facciones finas pero varoniles, de ojos verdes como mis abuelos.
Su cuerpo, ¡uf! Siempre lo ha trabajado muy bien con dieta rigurosa y ejercicio duro.
Es el deseo de toda mujer y hombre también.
Nunca me he sentido atraída por nadie, ni hombres, ni mujeres, solo por mi padre.
Mi único amor.
Eso lo descubrí cuando tenía 7, aunque me callé pues sabía que no estaba bien.
Pero siempre aprovechaba cualquier oportunidad para bañarnos juntos y verlo desnudo, sorprendida de la inmensidad de su miembro.
Al se de sexos opuestos él tuvo que explicarme a temprana edad la diferencia entre hombres y mujeres, algo que entendí a la primera.
Lo que más me gustaba era verlo entrenar, tiene su propio gym en casa, así que me fascinaba verlo en ropa deportiva, sudando y ejercitándose.
Nunca me dejó fuera de ese mundo, él era cinta negra en karate desde los 14, así que a diario me enseñaba y me ponía a practicar con los muñecos de entrenamiento mientras él se ejercitaba en sus máquinas.
Siempre viéndolo y deseándolo.
Notaba cierto cosquilleo entre mis piernas, pero trataba de ignorarlo.
Hasta que cumplí 8.
Una noche nos encontrábamos recostados en la sala viendo una película de Disney, Mulán, que hasta la fecha es mi favorita.
Ambos comiámos palomitas hechas por él, ya que siempre me alejó de los productos no orgánicos, aunque nunca pudo negarme dulce alguno.
Pero bueno, volviendo al tema, yo estaba recostada sobre él, con mi espalda golpeando su pelvis, fascinada por la película mientras él y yo cantábamos todas las canciones.
En un momento el control se cayó, mi papá al tratar de levantarlo sin molestarme lo pisó, cambiando de canal a otro que a esa hora mostraba películas porno.
Mi padre se espantó al ver a un hombre penetrando duramente a una mujer mientras ella gemía.
Yo no me espanté, pues no entendía eso, pero sí sentí un fuerte cosquilleo en mi conchita.
Rápidamente alcanzó el control y regreso a a la película.
-Papi, ¿qué era eso?
-Nada princesita, nada.
-En ese momento sentí algo extraño hacer presión sobre mi espalda, era su miembro poniéndose duro aunque en ese momento yo no entendí, y antes de poder preguntar mi papá habló.
-Dame permiso princesita, necesito ir por agua.
-Me quité de encima y él se levantó corriendo a la cocina.
Quise regresar al canal pero noté que papá se había llevado el control.
Al recordar esas imágenes el cosquilleo volvió, y noté como me empezaba a mojar, en ese momento creí que era pipí, así que me revisé, viendo que mis braguitas estaban mojadas pero de un líquido ligeramente blanquecino.
Cuando papá regresó se detuvo en seco al verme con los pantalones abajo.
-Papi, creo que me hice pipí.
-Cuando reaccionó corrió a ponerme todo de nuevo.
-No princesita, no te hiciste pipí.
-Lo noté exaltado, sudaba levemente.
-¿Entonces?
-Después lo entenderás.
-Nos acostamos de nuevo, ésta vez puso una almohada entre sus piernas sobre la cuál me recargué.
Esa noche seguimos viendo películas hasta quedarme dormida.
Al día siguiente era sábado, día de descanso, así que me paré un poco más tarde de lo usual.
Mi papá me mandó a bañarme antes de bajar a desayunar.
Le obedecí y al bañarme recordé el video.
la mujer tenía pechos y trasero grandes, y el hombre tenía un cuerpo parecido al de papá, muy bien trabajado.
Me volví a mojar pero traté de ignorarlo como lo había dicho papá.
Cuando bajé a desayunar papá ya lo había hecho, tenía sus horarios estrictos para la comida, así fuera fin de semana.
Platicamos como siempre, sobre la escuela, caricaturas y demás.
No fue hasta que terminé de desayunar que recordé lo sucedido en la ducha.
-Papi, mientras me bañaba volví a mojarme.
-Lo dije con toda la inocencia del mundo.
Él se quedó callado unos minutos, dejando de lavar los trastes.
Quise volver a preguntarle pero finalmente habló.
-Creo que ya es tiempo de enseñarte algo.
-Se secó las manos y me cargó hasta llegar a su despacho, donde me sentó en una de las sillas y él sacaba un plumón de pizarrón.
Yo me quedé callada viéndolo actuar.
Comenzó a dibujar en el pizarrón, no me dejaba ver por su gran y bien formado cuerpo.
tardó unos 5 minutos y finalmente me dejó ver.
Había dibujado un pene y una vagina.
-Princesita, tú ya sabes que eres mujercita y por lo tanto tienes vagina, yo por ser hombre tengo pene.
-Asentí con la cabeza, embobada con los dibujos, recordando el miembro de papá.
-Bueno, ambos son órganos llamados sexuales.
Los hombres teneos 2 orificios, uno en la punta del pene por donde hacemos pipí y eyaculamos, y el ano, donde hacemos popó.
Tú tienes 3 orificios, el ano, uretra por donde también haces pipí, y la vagina.
Tu vagina es por donde nacen los bebés.
-¿Y cómo es eso papi?
-Nosotros los hombres metemos nuestro pene en la vagina en un acto llamado sexo, cuando ambos tienen algo llamado orgasmo, los hombres eyculamos, es decir, soltamos un líquido que contiene diminutos bebés.
Uno de ellos viajará por la vagina hasta llegar a una casita llamada ovario, donde el bebé crecerá hasta cumplir 9 meses.
Lo que tú viste anoche en la tele fue eso, dos personas teniendo sexo.
-¿Y eso duele?
-No, se siente bonito.
-Quiero sentirlo.
-Mi papá se quedó callado, un tanto nervioso.
-No princesita.
-Pero yo quiero que me metas tu pene.
Quiero sentir bonito.
-Mi papá se acercó hasta mí y se arrodilló, viéndome detenidamente, con cariño.
-No podemos princesita.
-¿Por qué?
-Porque la gente no lo vería bien.
Y si alguien se entera nos separarían para siempre.
-Yo no diré nada papi.
-Acaricié su cara, sonriéndole inocentemente.
-¿Tú sí?
-No
-Entonces nadie lo sabrá.
Podemos hacerlo -Se quedó pensando mientras besaba mis manitas.
-¿De verdad lo quieres?
-Sí papi.
Quiero que tú me hagas sentir bonito.
-besó mi mejilla para después cargarme suavemente.
-Bien, pero vamos a mi cuarto.
-Y eso hizo, me llevó hasta su recámara donde me acostó en su cama.
Cerró las cortinas y cerró la puerta con seguro.
-Recuerda no decir nada princesita.
-Yo asentí emocionada.
-¿Promesa?
-Promesa
-Bien.
Comenzó a quitarse la ropa lentamente, yo lo imité hasta ambos quedarnos desnudos.
-Ven -Lo obedecí y me acerqué a él, quedando de frente a su pelvis, notando su pene un poco más grande lo normal y levemente parado.
-Acaricia mi pene con tus manitas.
-Y eso hice.
Comencé a acariciarlo suavemente y noté como poco a poco se iba haciendo más duro y levantándose más hasta quedar recto, apuntando a mi rostro.
-Lámelo, como si fuera una paleta, pero no muerdas.
Quise imaginar que eso era, una paleta, pero no pude, mi atención estaba completamente centrada en ese enorme miembro, así que me dejé llevar y le dí pequeñas lamidas por todos lados.
Noté como mi padre gemía muy suavemente, apenas se oía.
Sabía bien, y en un momento de curiosidad quise saber si podía metérmelo todo a la boca, así que abrí lo más que pude mis labios y me lo metí poco a poco, apenas pude cubrir poco más de su glande.
Mi papá tembló, pero no me detuvo.
Con su pene adentro movía mi lengua de un lado a otro.
-Mételo y sácalo princesita.
-Obedecí, lo sacaba y metía de mi boca mientras movía mi lengua y acariciaba el resto de su pene con mis manitas.
Sabía muy bien, y noté como mi conchita se empezaba a mojar mucho más que la noche anterior.
El cosquilleo incrementaba y se sentía muy bien.
-Ponte como si gatearas.
-Sin dejar de chupar su pene me acomodé y mi papi aprovechó para empezar a acariciar mi conchita.
-Estás muy mojada princesita.
-Yo sentía muy rico con sus cariciar, el cosquilleo era más fuerte y me mojaba más y más.
-Papi.
Méteme tu pene.
-Tuve que dejar del chupáselo para poder hablar, aunque no dejé que acariciarlo con mis manitas.
-Acuéstate.
-Me eché de espaldas en su cama y él se agachó hasta quedar en mi cochinta, la cual lamió suavemente por todos lados, succionándola.
-Sabes deliciosa mi niña.
-Yo soltaba pequeños gemiditos pidiéndole más.
Metió un dedo en mi vagina, dolió un poco así que mi papi no hizo nada, solo dejó ahí el dedo mientras seguía lamiéndome.
Cuando notó que estaba más relajada empezó a penetrarme con su dedo suavemente y para mí se sentía delicioso y mis gemidos eran un poco más fuertes.
Metió un segundo dedo y al poco rato un tercero.
Era muy placentero todo lo que sentía.
-¿Estás lista princesita?
-Sí papi, mete tu pene en mi vagina por favor.
-Colocó dos almohadas debajo de mi cadera, dejándome a la altura de su pelvis.
Con su pene empezó a acariciar mi humedísima conchita hasta que al fin se detuvo en mi vagina donde comenzó a empujar con fuerza.
Volví a sentir ese ligero dolor, pero era más pequeño gracias a que ya me había preparado, además el placer era mucho más grande.
Poco a poco fue adentrándose más y más hasta meter más de la mitad en mí.
-¿Te duele?
-No papi, se siente bonito.
-Y no mentía, tener ese enorme pedazo de carne dentro de mí se sentía muy bien.
-Bien.
-Suavemente me embestía.
Ambos gemiámos.
De principio sus embestidas eran lentas, pero aumentaron hasta hacer rudas y salvajes, aumentando al ritmo de nuestros gemidos.
-¡Ahh papi! -Mientras me penetraba, con una mano acariciaba mi clítoris y con la otra metía un dedo en mi ano.
Ese dolía un poquito más, pero rápidamente se vio opacado por todo el placer que sentía.
-¡Sí papi! ¡Meteme más tu pene! -Ambos estábamos más que excitados, yo veía como su enorme pene se metía en mi vagina, marcándose a través de mi pelvis.
Estaba tan excitada que mis fluídos vaginales nos estaban mojando el vientre.
En un momento se detuvo.
-Voltéate princesita, como al principio, te haré mía por completo.
-Me puse nuevamente en cuatro sintiendo de inmediato como su pene se metía lentamente en mi ano.
Era dolorosamente placentero, así que lo dejé continuar.
Ésta vez sentí como su pene si se metió por completo en mi ano.
-¿Duele mi niña?
-No papi, se siente bonito.
-Eso fue suficiente para que me embistiera una y otra vez con fuerza.
El dolor pronto desapareció y se convirtió en placer.
-¡Papi más! -Le gritaba como perra.
Y él no se detenía, al contrario, se puso también en 4 para poder acariciar mi clítoris y mis pechitos.
-Papi te quiero.
-Giré para darle un beso en la mejilla, pero él se apoderó de mi boca, todo eso me estaba llenando de placer, temblaba de tan delicioso que era todo eso.
Hasta sentía como todos mis fluídos bajaban por mis piernas, mojándolas totalmente.
-¿Te gusta princesa?
-¡Sí papi! ¡Dame más! -Me tomó por los hombros y me volteó sin dejar de penetrarme el culo.
Alcanzó a tomar un espejito de mano de su buró y lo puso a la altura de su pelvis, reflejando mi mojadísima vagina y ano siendo penetrado.
Por cada penetrada veía algo viscoso y ligeramente blanquecino salir de mi vagina.
-Mira como te mojas princesita.
Mira cómo te pongo.
-Esa imagen me prendió más aún.
Tuve mi primer orgasmo anal, arqueé mi espalda y grité.
Él no paró, siguió penetrándome.
-Papi.
-jadeaba.
-¿Qué.
qué fue eso?
-Eso es el orgamo princesita.
Tuviste un orgasmo anal, y te haré sentir otro por la vagina.
-Sin soltar el espejo sacó su pene de mi ano, extrañamente salió completamente limpio.
Yo veía todo a través del espejito, y de un solo golpe me la metió en la vagina.
Sentí de nuevo ese fuerte cosquilleo.
-¡Papi! ¡Más! -En ese momento sus embestidas aumentaron, fueron mucho más rudas, rápidas, salvajes.
Ambos estábamos en el cielo hasta que al mismo tiempo llegamos al orgasmo.
Éste fue más intenso que el anal, temblé, arquée la espalda en éxtasis, sentí a mi padre llenar toda mi vagina de su caliente semen mientras su pene palpitaba.
Nos quedamos unos segundos así hasta que se salió de mí y sentí como su semen salió de mí.
Se acostó a mi lado y me abrazó.
-Nada de esto a nadie, ¿eh princesita?
-No papi.
-beso mi mejilla.
-Papi, ¿tendremos un bebé? -Él se rió
-No princesa, tú aún no puedes.
-Después de eso nos quedamos dormidos.
Me siento orgullosa de decir que esa fue nuestra primera vez, más no la última.
Casi a diario teníamos sexo rudo y desenfrenado, en su mayoría por mis tres orificios, aunque a veces solo por la vagina, otras solo analmente, y hasta había ocasiones en las que íbamos a alguna fiesta de gala por parte de su trabajo.
Y yo con la excusa de querer ir al baño íbamos juntos y ahí me dedicaba a chupársela frenéticamente hasta que él se venía en mi boca, ¡y cómo me encanta su sabor!
También recuerdo que en mi 12° cumpleaños me regaló un butt-plug de zorro con todo y orejitas.
A partir de ahí no hemos parado de experimentar con juguetes, tenemos nuestra propia colección.
Hemos tenido varias aventurillas placenteras, pero bueno, esas historias serán para otra ocasión si ustedes me permiten contárselas.
Me despido, que tengan una bonita noche.
Falta q te comparta y hagan tríos