Mi pasión, mi obsesión…mi hijo
Madre e hijo.
No me malentiendan; he tenido amantes de diversas edades y he disfrutado de una vida sexual plena pero aún así, no se como describir este sentimiento cuando estoy con él. Cuando me mensajea, llama o viene a verme me siento como una puberta emocionada por la atención de un primer novio.
Se muy bien que desde la perspectiva de un tercero tanto mi esposo y yo somos malos padres por dejar desolados a nuestros hijos (por trabajo, claro) pero desde nuestra perspectiva siempre hemos echo bien para la estabilidad esconomica y bienestar de nuestros hijos y creo que ese desapego maternofilial; añadido a eso su personalidad frivola natural, fue para mal. Desde muy pequeño fue perspicaz, listo y frivolo, tanto con nosotros como con su hermana mayor, familiares, servidoras domesticas y compañeros del colegio. Y cuando entró a la universidad se fue a vivir con la familia de su padrino dando como resultado una metamorforsis bestial tanto física como psicológica donde aparte de su frivolidad, era excéntrico, extrovertido y muy pícaro.
A diferencia de mi hija que siempre nos a visitado y tenemos una comunicación constante además de que siempre ha sido como una amiga o hermana. Mi hijo; poco comunicativo y sin haber venido a visitarnos ni siquiera en vacaciones, cuando se dispuso a visitarnos ya habia pasado cuatro años. Llegó en vacaciones de verano, y cuando lo vi luego luego sentí una diferencia en él, no se si fue intuición de madre o no, porque mi esposo solo notó su evidente cambio superficial pero yo sentí ese «algo» diferente en él. Mi hija solo alabó su cambio fisico que la verdad que a pesar de que mi hijo ya era atractivo, volvió mucho mas atractivo, pero un atractivo mezclado entre elegancia y savaljismo que a decir verdad también me fascinó. Su aire su hablar y su forma de comportarse había sufrido un cambio que también me fascinó y que no le importaba mostrarlo frente a su padre y es que su forma de tratame a mí y a su hermana era inapropiada pero por alguna razón no nos molestaba; sus abrazos, besos y piropos que un hijo no debe decirle a su madre y a su hermana, eran el día a día durante su estancia con nosotros y en nuestra salida familiar.
Me describo: Mido 1. 72 m, piel clara, ojos verdes como mi difunta madre, desde un par de años atras me ha gustado tener el cabello estilo bob corto y teñirlo de rojo oscuro. No quiero sonar presuntuosa pero soy muy guapa y con un buen cuerpo resultado de la dieta, alimentación y suplementación para la práctica del fitness. Me enorgullesco de mi delgada cintura tonificada y grandes «atributos», y auque tengo 48 años, no lo aparento. No por nada me llovían amantes, hasta que llegó mi hijo; mi amado principe y amo.
Mi hija tiene 27 años y es muy similar a mí; mide 1. 68 m, cabello largo y castaño, heredó mis atributos y rostro solo que ella tiene los ojos cafes oscuros. También practica fitness pero no es tan disciplinada como yo.
En cuanto a mi hijo… ja, ja, ja, ja no se como describirlo para no sonar como toda una loca obsesionada. Mi hijo mide 1.81 m, 22 años y heredó mis ojos verdes; cabello corto y negro; muy guapo con un cuerpo muy trabajado y bronceado. Tiene una elegancia y un porte muy varonil que es excéntrico y peculiar que a la vez irradia salvajismo y malicia que en vez de alejar a la gente, atrae. Tiene una voz profunda y una elocuencia mañosa que junto con su sonrisa de «chico malo» hace que me pierda en un mar de estrellas cuando me ataca con su picardía maliciosa. Se hizo un tatuaje muy llamativo en todo el brazo que se extiende hasta cierta parte de su espalda y pecho el cual hizo enojar mucho a mi esposo pero que a mí me encantó porque en la playa lo hizo ver intimidante y «maloson»; junto con su nuevo caracter confiable y protector; y su sonrisa maliciosamente pícara no hacía mas que querer besar maternalmente sus labios y no separarme de él. No solo era yo, tambien mi hija estaba muy apegada a él, aún cuando ella había traído a su novio.
Mientras mi esposo y el actual esposo de mi hija conversaban, bebían y se mantenian apartados como todos unos aburridos, mi hija y yo nos divertiamos con mi hijo; platicabamos, jugabamos y nos divertiamos con el nuevo «él», era como si lo re-conocieramos y no haciamos mas que querer saber de su vida universitaria, su vida en casa de su padrino, interés amoroso y el por qué de su gran cambio. De vez en cuando miraban coquetamente a mi hijo cosa que me molestaba y también hubo unos tipos que nos hizo platica tanto a mi como a mi hija cuando mi hijo fue un momento con su padre pero como de película mi hijo llegó serio e imponente nos tomó de la cintura y mirando casualmente a esos tipos nos alejó, que aunque eran atractivos en ese momento no había nadie a mis ojos más que mi hijo. Mi hija también compartia los mismos sentimientos que yo; se notaba en su sonrisa que creo que era la misma que la mía y el mismo aferro que la mía que creo que había olvidado que trajo a su novio…
— Y bien, dinos, ¿cuál es el por qué de tu cambio? –. Dijo mi hija. Estabamos sentados en la arena cada una tomando uno de sus brazos, rozando nuestras pieles; él con su bañador y nosotras en bikini.
— jajaja, no es nada, solo me di cuenta que me estaba reprimiendo. Desde niño me sentía frustrado por alguna razón ser entre comillas un maldito puto niño genio siempre me agobió y aún así nunca los sentía cerca tanto a tí como a papá–. Dijo mirandome luego miro a su hermana y prosiguió:
— Y en cuanto a ti no eras más que una hermanita muy bonita pero nada confiable, jeje –.
— ¡Tonto!, yo siempre queria jugar contigo pero siempre me hacías cara de pocos amigos –. Dijo mi hija comportandose como una niña malcriada.
— Perdón hermanita no supé aprovechar la compañia de mi preciosa hermana pero no te preocupes aunque tengas novio te valorare mucho a partir de hoy –. Dijo mi hijo sonriendole picaramente y dandole un beso muy cerca de los labios, mi hija no hizo mas que corresponderle sonriendo y devolviendole el beso.
— Pero no guardo rencor ni nada por el estilo, es más, estoy agradecido con la vida por nacer en una familia acomodada y por tener una madre hermosa y una hermana preciosa–.
Despues mi hijo empezó a contar anecdotas graciosas que vivió junto algunos compañeros y con otra gente, también empezó a hablar de sus negocios (sé uno de sus «negocios» actualmente pero no puedo quejarme por dificíles razones) que empezó con la ayuda de ciertas conexiones de su padrino y también habló de su casa que después nos lo mostró a través de unas fotos el cual nos dió la promesa de llevarnos algún día para verlo en persona. Pero cuando mi hijo empezó a contarnos su vida amorosa que no era más que historias perversas, tanto mi hija como yo se nos medio borró la sonrisa cosa que alegró a mi hijo y se burló mientras nos daba su cariño inapropiado.
— jaja, ¿mami esta celosa? –. Decía mientras tomaba mi barbilla y me besaba en la comisura de los labios.
— No solo mamá, ¿también tu hermanita? –. Dijo mientras rodeaba de la cintura a su hermana y la presionaba sobre su cuerpo e igualmente besaba su mejilla.
Sabiamos los tres que estabamos jugando inapropiadamente pero nos entregabamos a ello y mi hijo era el que menos le importaba que fueramos su madre y su hermana; se veía en su forma de mirarnos, de tocarnos y de hablarnos aún frente de mi esposo y el novio de mi hija cuyas caras solo nos miraban extrañas pero no decian nada tal vez porque era mi hijo y el hermano de dicha novia y solo lo veían como un juego un tanto subido de tono…
Después de esas vacaciones mi hijo empezó a venir cada ocho días y mi hija también venía a casa pero procuraba venir sin su novio para coquetear libremente con su hermano y así ambas salir de paseo con él.
Cada vez más me sentía como una puberta enamorada, esperaba con ansias para ver a mi hijo, no era suficiente los mesajes y fotos inapropiadas que me fascinaban. Ya me había enviado un par de fotos de su enorme y grueso pene seguido de un mensaje de voz cuya voz burlona y nada avergonzada decía: «¡Ups! lo siento me equivoque de número» seguida de una carcajada. Que sin pruebas tampoco tenia dudas de que se las había mandado a su hermana también.
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Era a finales de otoño cuando mi esposo, mi hijo y yo nos encontrabamos sentados en el sofa viendo una película. Yo me encontraba sentada en el regazo de mi hijo (cosa que ya era natural a los ojos de mi esposo) y mi esposo estaba acostado en el sofa lateral prestandole atención a la película cosa que mi hijo y yo no hacíamos y solo nos hablabamos a susurros riendo discretamente y comportandonos como todo unos tortolitos. Esa tarde no había podido venir mi hija así que tenía a mi hijo para mi sola.
— Oye pa, si te robo a mamá y la hago mi novia no te importaría ¿verdad? –. Dijo mi hijo casualmente mirandome a los ojos a lo que yo me sorprendí, pensé que estaba jugando y le seguí el juego comportandome como una puberta feliz.
— Pero que tonterías dices –. Dijo mi esposo sin mirarnos de forma aburrida (ya estaba acostumbrado a nuestro comportamiento meloso).
— Eso significa que ¿sí? –. Mi hijo me sonreía como un especie de villano mientras me tomaba de la barbilla y me acariciaba el labio inferior. No podia dejar de sonreírle también y mi corazón latía rapido por tener la tentación de besar esa sonrisa suya.
— Haz lo que quieras –. Dijo mi esposo tediosamente.
— Ya oíste mamá, papá me dio permiso de robarte, ¿quieres ser mi.. (se acercó a mi oreja y susurró lo mas suave posible) quieres ser mi mujer-amante? –.
Yo en ese momento había sentido que mi hijo no estaba jugando y traté de tomarlo como una broma pero muy dentro de mí sabía que mi hijo ¡no!. Nunca pretendí (o tal vez si) ir mas allá de mandarnos; yo mensajes de una madre super encariñada con su hijo y él sus packs y nudes (creo que estas líneas suenan ridículamente hipócritas de mi parte). Pero aún así le correspondí.
— Si mi amor, seré todo lo que tú quieras –. Pero cuando terminé de hablar sentí sus labios sobre los míos. Yo me quede petrificada, no creí que mi hijo se atrevería a besarme teniendo cerca a su padre pero el momento fue tan emocionante que correspondí. Yo traté de besarlo de forma restringida pero él fue más sigiloso e inescrupuloso sintiendo así su lengua dentro de mi boca y ambos empezamos a vigilar cualquier movimiento de mi esposo. Su sabor, el olor de su cuerpo junto con el miedo y la emoción de ser descubiertos fue el detonante para dar inicio al ápice de un sin fin de emociones que mi amado hijo me dió.
Nos miramos; yo un tanto turbia y él con su ya típica sonrisa y mirada altanera en el que podía distinguir el brillo del deseo por mí. Mi marido estaba entre el sueño y la realidad porque no había echo ningún movimiento; o eso creo, porque en la actualidad él sospecha o sabe de mi relación con mi hijo pero no dice nada.
— Vamos a comer fuera mamá-. Dijo mi hijo levantandose y cargandome como una princesa. Yo solo me sentía como en una especie de ensueño, no sabía que me pasaba. Era una mujer experimentada en varios ámbitos entre ellos el sexual pero con mi hijo me sentía diferente; una mezcla de amor de madre y mujer junto con la sensación de ser protegida, dominada y perteneciente. Añadiendo a eso; mi culposa lujuria y deseo por él por haber visto su pene e imaginar que me hacía suya.
Ignoramos el estado de mi marido y nos fuimos a nuestra cita. Hace mucho desde mis primeros noviecitos que no me sentía tan feliz por un paseo con alguien ni siquiera con mis amantes. Mi hijo con su actitud dominante, segura, pícara y protectora, solo hacía que me enamorará mas de él. Comimos, bebimos un poco, bromeamos, nos divertimos y ya entrada la noche fuimos a un hotel a consumar nuestros mas inmorales deseos.
Nos tomamos un baño juntos antes de ir a la cama, él recorrió pacientemente todo mi cuerpo con sus grandes manos enjabonadas mientras yo sobaba su enorme mástil y sorbeaba su lengua de un momento a otro. Cuando me toco bañarlo fui un poco impaciente, cosa que divirtió a mi hijo-amante…
Parecía que mi hijo quería llevar esa noche a su ritmo. Nos sentamos ambos en bata a beber champagne y a platicar como dos amantes cuando de la nada se puso de pie, trajo una pildora y me la dió.
— Come estó mamá –. Dijo casualmente.
— ¿Que es esó, amor? –. Dije extrañada.
— ¿Nunca haz tomado pildoras del «amor» mamá?, jeje –. Dijo maliciosamente.
— No, cariño, ¿qué es? –. Intuía un poco que es lo que era, pero nunca había consumido algo asi.
— Ya te dijé, es la pildora del «amor», solo confía en mí y cometelo –. Dijo mi hijo sonriendo.
Por la posesión de ese estimulante parecía que ya tenía planeado desde semanas atrás hacerme suya y hasta ahora tuvó la oportunidad de hacerlo. Así que no dude y me lo comí…
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¡ZAS! ¡ZAS! ¡PAF! ¡PAF! ¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAS! ¡PLAS!…
— ¡¡¡Ooohh!!! ¡¡¡Si mi amor!!! ¡¡¡sigue mi vida!!! ¡¡¡destroza a tu madre!!! ¡¡¡acaba dentro de tu madre!!! ¡¡¡cariño!!! ¡¡¡mamá te ama!!! ¡¡¡mamá será tu puta por siempre!!! ¡¡¡vierte tu semen en donde alguna vez estuviste!!! ¡¡¡bebé!!! ¡¡¡hijo!!! ¡¡¡mi niño!!!…
Nunca me había sentido así ni había estado en esas condiciones en encuentros pasados con alguno de mis amantes; voz áspera, vista nublada, sensibilidad extrema, sudoración más de lo normal y una gran lujuria que a pesar de mi fuerte cansancio deseaba mas de las insanas embestidas de mi hijo. Podía ver por medio del espejo como me taladraba mi hijo sobre la cama, estaba acostada bocabajo con una almohada debajo de la pelvis y mi hijo me embestía de una forma brutal como si me odiara, como si fuera una especie de bestia furiosa. En ciertos momentos se detenía y movia sus caderas de forma circular o en ocho teniendo aún su gran mástil muy adentro de mí, podía sentir como magullaba mis nalgas con su pelvis y hurgaba muy adentro de mi vagina con su gran polla y sus movimientos deliciosos y muy placenteros.
Ya había devorado su rica polla. Él ya me había comido las tetas, la vagina y el ano con una maestría impresionante. Ya había estado colgada de su cuello con mis brazos alrededor y él de pie sosteniendo mis piernas abiertas mientras me embestía. Ya me había dadó unos brutales sentones sobre él, gimiendo y pronunciando su nombre. Ya me había puestó mi hijo en cuatro sobre la cama para después chocar contra mí y sujetar mi cabello; que mas que una especie de riendas (porque no lo tengo largo), lo sujetaba como una especie de manojo de cualquier cosa con tal de hacerme sentir dominada el cual lo logró el maldito de mi amado hijo. Abofeteó mi trasero fuertemente una y otra vez haciendome sentir un enferma masoquista y en un momento después me tomó de las caderas para proceder a embestirme brutalmente y rapidamente a su merced. Después me pusó de pie me acercó al espejo para apoyarme en el y con los senos y el rostro muy pegados al espejo; mi hijo aún sosteniendome de las caderas volvió a devastarme.
— ¡¿Dime quién te esta follando, mamá?! –. Exclamó mi hijo-bestia con dominio y mirandonos a traves de nuestros reflejos.
— ¡Tu mi vida! –. Exclamé acompañando sus movimientos a la vez que me sorprendia en mi interior por verme con el rostro un tanto desencajado por el placer.
— ¡No! (Se acercó a mi oreja y replicó), debes decir: «Tú, mi hijo y amo me está follando» –. Yo me sentí un poco incomoda en mi interior aún en ese momento, desde que empezamos a copular procuré decir su nombre y no llamarlo ‘hijo’ pero… ¡mi hijo queria que estuviera conciente de que era él; mi hijo, con el que tenía sexo!, analicé con dificultad y fue entonces que me di cuenta; en todo momento mi hijo me llamó ‘mamá’ y lo decía con mucha emoción y frenesí. Fue también entonces que dejé todo hipócritamente rastro de moralidad que auque mi cuerpo estaba muy sencible y mi mente nublada aún mi corazón estaba sujeto a un hilo de moralidad.
— ¡Vamos ma, dime!, ¡¿quién te esta follando?! –. Volvió a repetir de forma severa.
— ¡Tu, mi hijo amado y amo me esta follando muy rico! ¡haz de tu madre tu propiedad! ¡haz de tu madre tu puta! ¡haz de tu madre tu esclava! –. Exclamé agregando de más haciendo de eso inconcientemente un monstruoso estimulo para mi hijo-amo. Y posteriormente sabiendo eso empezé a drigirme a mí como ‘tu madre’ y a él dejé de llamarlo por su nombre para empezar a llamarlo entusiasmadamente ‘hijo’, así como la madre y el hijo que realmente somos. Y/o ‘amo’ tomando también el rol de esclava que desde esa noche comencé a tenerle un gran gusto convirtiendonos así en una especie de pareja; madre-esclava e hijo-amo…
Así fue el proceso para terminar en esa posición y en esas condiciones y así fue el porque de mis exclamaciones para dar a conocer a mi hijo que estaba conciente de que era él, mi propio hijo, el que me estaba follando y el que me estaba dando el mayor y extremo placer de mi vida. No se cuantas veces me había venido pero lo que si me di cuenta fue la gran y monstruosa resistencia de mi hijo, era como el demonio del sexo, era como un especie de incubus destinado a llevarme a la perdición el cual en la actualidad lo es; es mi pasión, mi perdición, mi obsesión, mi amo…mi hijo.
Este relato no es mío pero espero y lo disfruten como yo