Mi Pequeña Sofía – Parte 7
Esta vez es el turno de jugar con la niñera..
Había llegado el mes de octubre, y eso significaba que era la temporada de viajes de negocio para mí. Odiaba la idea de dejar a Sofía sola en la casa y no poder estar con ella, pero no tenía opción. Debía buscar a alguien que se encargara de ella por una semana. Revisé mis contactos y realmente no encontré a nadie que pudiera con esa tarea. Escarbé en lo profundo de mi memoria tratando de buscar a la persona ideal, hasta que el nombre de una ex compañera del colegio había venido a mi mente: Denisse.
Busqué su nombre en redes sociales hasta que logré dar con ella. Debo confesar que había tenido mis aventuras con ella, pues durante el colegio me había parecido hermosa, y según recuerdo, era bisexual. En su foto de perfil se seguía viendo muy bien; hasta me había puesto a explorar un poco su perfil: tenía 34 años, sin hijos ni pareja visible en las redes; no parecía haber crecido mucho de estatura, conservándose en 1.58 metros, cuerpo curvilíneo de tipo reloj de arena, piel trigueña, cabello negro, voluminoso y muy rizado, ojos café muy bonitos y bastante grandes; sus pechos se destacaban por tener un interesante tamaño, caderas y piernas anchas, y unas nalgas envidiables.
Le escribí por mensaje privado, y obtuve respuesta casi inmediata. Para mi fortuna, aceptó cuidar de Sofía durante una semana, pues podría llevar su trabajo remoto adonde ella quisiera, ganándose además un dinero extra cuidando a mi pequeña.
Sofía estaba algo triste al saber que debía alejarme por una semana, así que traté de darle tranquilidad diciéndole que una amiga mía cuidaría muy bien de ella. Además, le dije que instalaría cámaras discretas en toda la casa antes de irme, así que contraté a una empresa de vigilancia para que hiciera las instalaciones del circuito cerrado en un día. Por otro lado, le hice saber a mi hija que seguía siendo libre de hacer todo lo que quisiera hacer en la casa, siempre y cuando no se hiciera daño ni dañara la propiedad.
Al día siguiente, casi había oscurecido, cuando llegó Denisse a nuestra casa. La presenté con mi hija y le mostré toda la casa, para que conociera bien el lugar donde permanecería por una semana. Minutos después, el taxi que me recogería para llevarme había llegado, así que me despedí primero de Denisse con un beso en la mejilla, y luego de Sofía, dándole un pico en sus labios, diciéndole que se portara bien y que le hiciera caso a Denisse, quien parecía no haberse sorprendido por el beso que le di a Sofía en los labios.
El viaje no tardó demasiado, unas dos horas aproximadamente. Me quedé en un elegante hotel, acomodé mis cosas y lo primero que hice fue abrir mi laptop para revisar las cámaras de seguridad, con las cuales además podía oír todo lo que acontecía. Sofía y Denisse parecían haber congeniado muy rápido, pues las dos estaban juntas en la sala viendo televisión y comiendo pop corns. Seguramente a esa hora ya habían cenado, y decidieron compartir el rato viendo una película.
Pedí servicio a la habitación y cené unos deliciosos camarones, sin dejar de ver las imágenes de las cámaras de seguridad. Al terminar de ver la película, vi que Sofía tomó de la mano a Denisse y la llevó a su habitación, diciéndole que quería que jugaran juntas. Las seguí con las diferentes cámaras instaladas en toda la casa, oyendo que Denisse le preguntaba: – ¿A qué vamos a jugar? – mientras que Sofía sólo le respondió: – Ya lo verás -.
En ese momento, como de costumbre, Sofía estaba descalza, tenía unos shorts cortos, top de tiritas color blanco y se había hecho dos coletas en el pelo. Por otro lado, Denisse llevaba unos blue jeans ajustados que hacían notar sus gruesas piernas y sus hermosas nalgas, una camisa leñadora de tipo slim fit y también estaba descalza. Las vi subir por las escaleras hasta que llegaron a la habitación de Sofía. Mi hija se había montado sobre la cama y Denisse se acomodó sentándose a su lado. – ¿Y bien? ¿Ya me dirás a qué te gustaría jugar? – preguntó Denisse, sonriente. Sofía le dijo: – Sí, trae algunos de los juguetes que están ahí, por fa – señalando una caja de madera que estaba al pie de la cama. – Está bien, Sofi – respondió Denisse, volviendo a poner los pies en el piso y yendo hasta la caja de madera. Al abrir la caja, su cara se transformó de alegre a sorprendida. Esperando encontrar muñecas y osos de peluche, encontró una variedad de consoladores, vibradores, correas para consoladores, lubricante, plugs anales, esposas, cuerdas y varias otras cosas que se podrían encontrar en un sex shop. Denisse tomó un consolador rosa de unos quince centímetros, y sin cambiar su cara de sorpresa, miró a Sofía y le preguntó: – ¿estos son tus juguetes? – a lo que la niña respondió con toda confianza: – Sí, por supuesto. Mi papá y yo los usamos siempre que queramos -. Eso pareció dejar anonadada a Denisse, aunque parecía tener curiosidad por saber más al respecto.
Con el consolador en la mano, Denisse volvió a la cama y se ubicó al lado de Sofía nuevamente, preguntándole: – ¿sabes cómo se usa esto? – y mi hija, en su inocencia, respondió con honestidad: – Sí, claro, préstamelo. – extendió la mano, y Denisse le entregó el consolador. Sin pena, Sofía se quitó los shorts y los panties, y empezó a chupar el consolador para humedecerlo. Denisse estaba muy atenta, viendo cada movimiento de mi hija. Luego de dejar el consolador bien mojado, Sofía se lo llevó a su vulva y comenzó a frotarlo. Continuó así por un rato hasta que empezó a mojarse, y fue cuando comenzó a meter el consolador en su vagina, masturbándose con tanta naturalidad, como si estuviera haciendo cualquier otra actividad.
Denisse no salía de su asombro, seguramente preguntándose cómo una niña de su edad podría meterse un consolador de ese tamaño. – Entonces… entonces dices que tú y tu papá juegan con estos juguetes, ¿verdad? – preguntó Denisse, sin despegar la mirada de esa pequeña vulva recibiendo semejante consolador. Sofía continuó respondiendo: – Sí, aunque lo disfruto más cuando él me ayuda. – levantó la mirada y le preguntó a Denisse: – ¿me ayudas? -. Denisse se quedó viéndola, con muchas dudas y sin saber qué responderle. Al notarlo, Sofía sólo tomó la mano derecha de Denisse y la llevó al consolador. – Sujétalo, y dame duro – le indicó mi hija. Con cautela, Denisse empezó a mover lentamente el consolador de atrás hacia adelante, viendo cómo se expandía la vulva de Sofía, temiendo hacerle daño. – Está bien, puedes darme más fuerte, por favor – le dijo Sofía, al notar que su niñera no estaba segura de hacerlo. Aún con algo de dudas, Denisse se acomodó delante de las piernas abiertas de Sofía y empezó a masturbarla con más fuerza. Sofía empezó a gemir, cada vez más fuerte, levantando su top por encima de sus pequeños pechos y apretándoselos, mientras cerraba los ojos, poniéndose su cara cada vez más ruborizada.
A los pocos minutos, Sofía alcanzó el orgasmo, arqueando su cuerpo y temblando como solía hacerlo. Tras recuperarse, Sofía le dijo a Denisse: – lo haces muy rico, Denisse, dame otro, por fa – y Denisse, ya con menos dudas, aunque con algo de tartamudeo, respondió: – Cla- claro, lo haré -. Fueron cinco minutos como máximo, cuando mi hija llegó al segundo orgasmo. Yo para entonces, viendo y oyendo lo que hacían, ya me había excitado, así que llevé la laptop a mi cama, me desnudé y comencé a masturbarme. Deseaba ver hasta dónde iban a llegar.
Con su intrepidez, Sofía se arrodilló en la cama, se acercó a Denisse y, sin mediar palabra, le dio un tierno y largo beso en los labios. La niñera tenía los ojos como platos, pero algo dentro de ella deseaba más, por lo que le correspondió a mi hija, devolviéndole el beso, aunque algo más apasionado. Sofía se excitó aún más y, luego de quitarse el top para quedar desnuda, se montó sobre Denisse con una pierna a cada lado y la siguió besando mientras le iba desabotonando la camisa. Denisse sólo se dejó llevar por el momento y, en poco tiempo, su curvilíneo cuerpo había quedado totalmente desnudo.
El roce de sus manos por cada parte de sus cuerpos, la sensualidad con la que se besaban y los movimientos sutiles era algo que sólo dos mujeres podían lograr, aunque bueno, en este caso, una mujer y una niña. Sin duda, ellas disfrutaban más de la caricias y los roces. Sofía se deleitó con los grandes pechos de su niñera, chupándolos como si ella fuera una bebé y Denisse su madre. Además de excitante, me pareció hasta tierno cuando Denisse, sin dejar de gemir, acariciaba el pelo de Sofía. Yo ya estaba con el pene demasiado duro y mojado, cuando vi a Sofía bajar, trazando un camino de besos por el abdomen de Denisse, llegando luego a su pelvis y terminando en su vulva, donde se acomodó, quedando en medio de las dos piernas. Según pude ver, Sofía dedicó varios minutos a chuparle y lamerle la vulva a su niñera, y el movimiento de su brazo me dio indicios de que le había metido los dedos en su vagina.
Denisse decidió expresarse libremente y dejó que sus gemidos fueran más intensos. Se la notaba muy caliente, y estoy seguro que debía ser porque, aún siendo bisexual, sería la primera vez que lo hace con una niña de esa edad.
Luego de saborear la vulva de Denisse, Sofía se detuvo por un momento, fue hasta el cajón de madera y sacó un arnés para consolador. Demás, sacó una caja más pequeña que contenía un consolador de aspecto muy realista y un pequeño vibrador. Denisse, sin dejar de tocarse, veía cómo mi pequeña se iba metiendo el vibrador en su vagina, para luego colocarse el arnés con el consolador, quedando lista para penetrar a su niñera. Sofía se acercó y besó apasionadamente a Denisse, quien tomó la punta del consolador y lo ubicó frente a su vagina. Mi hija movió su pelvis hacia adelante y metió el consolador en la mojada vagina de Denisse. Comenzó a moverse y a penetrar a su niñera, y cada vez que lo metía hasta el fondo, Sofía gemía y sus piernas temblaban levemente. Yo sabía qué pasaba: ese consolador de arnés tenía un sensor que, al llegar hasta cierto punto de la vagina, activaba el vibrador que tenía dentro de su canal vaginal, haciéndola sentir placer al mismo tiempo que la persona a quien penetraba.
No recuerdo que Denisse alcanzara el orgasmo en poco tiempo estando conmigo, pero al parecer, el morbo de haber tenido sexo con mi hija le provocaba tan excitación, que no sólo la hacía gemir duro, casi gritar, sino que además lograba alcanzar el orgasmo en pocos minutos. Sofía prácticamente alcanzaba el orgasmo al mismo tiempo que su niñera, y ver ese espectáculo tan morboso me excitó tanto que eyaculé en poco tiempo.
Luego fue el turno de Sofía para ser penetrada, y, del mismo modo, Denisse se había colocado los dos dispositivos para sentir placer mientras la penetraba. Ver a esa mujer con tan sensual cuerpo poniendo a mi pequeña hija en cuatro para penetrarla desde atrás, despertó nuevamente mi deseo y empecé a masturbarme otra vez. Noté que Denisse se había puesto en el papel de dominante y, sujetando a Sofía con una mano en su cadera, llevó la otra mano hacia el cabello de la niña, sujetando sus coletas. En ese punto, Denisse parecía haberse olvidado que estaba penetrando a una niña, pues comenzó a darle con tanta fuerza que pensé que le haría daño. Sin embargo, sólo escuché gemidos de placer provenientes de Sofía, y como sabía que le gustaba ser dominada, me relajé y decidí disfrutar de esa vista, con la que pocos minutos después eyaculé nuevamente.
Caí rendido del sueño en poco tiempo, pero la laptop seguía transmitiendo a Denisse y a Sofía teniendo sexo salvaje por al menos una hora más. Ahora mi hija tendría con quien complacer sus deseos sexuales mientras yo no estuviera en casa.
Por favor, continua la saga, está buenísima. Un beso.
Hola Emma, muchas gracias por tu comentario. Publiqué la parte 8, aunque no la han aprobado aún, debe estar en revisión.
que rico, muy bien entrenada. esa nena necesita que se la cojan mucho mas duro