MI PERRO ME SEDUJO IV (LAURA, EL PADRE, BRUNO… INCESTZOO)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por HABANA.
Laura y yo llevábamos par de meses saliendo y, como muestra de respeto, no intentaba más de lo que hacíamos. Normalmente las chicas tienen una especie de compromiso de virginidad hasta una edad “adecuada”, mas con sus padres que con sus propios deseos. De eso estaba seguro, porque cada vez que terminábamos envueltos en besos, caricias y cuantas cosas más (que nunca llegaban al sexo), nuestros órganos estaban al borde de explosiones. Ella toda mojada, sus tangas chorreaban a más no poder, expedían olores que despertaban mis deseos incontrolables y podían levantar hasta a un muerto. Por mi lado, tenía unas erecciones increíbles, andaba empalmado todas las noches. No había bóxers que no acabaran llenos de líquido preseminal.
Yo, según ella, era aun virgen. Vamos, en realidad no lo era por las razones que ya conocen, pero incluso para mí, lo era para con chicas. Lo que nunca supuse era la sorpresa que me llevaría con la niña Laurita.
Había llegado el domingo y teníamos un trabajo que realizar para las clases. Esta vez decidimos hacerlo en su casa, en parte porque teníamos las condiciones creadas para ello, en parte porque mi calentura me traicionaba y era como si se comunicara conmigo pidiéndome que me la coja. O sea, quería llevármela a su propia cama, ya no aguantaba más.
Además, ella estaba sola en casa con su padre. Su madre, doctora con varias misiones internacionalistas, estaba de viaje. Considerando esto, pensaba que quizá tendría algo de suerte.
Llegué a su departamento y ahí estaba el Rafa, como lo conocían en el barrio. Era un tipo de estatura sobre la media, quizá algo más alto, trigueño, de cuerpo bien formado, casi musculoso, seguro hizo ejercicios cuando joven, con una barba de par de días y cabello, aunque corto, entrecanoso.
Resumiendo, un hombre bastante atractivo, tendría unos 50 años.
Me recibió en la puerta con un short tipo playero y unas chancletas. Como era un día caluroso no llevaba nada arriba y se le veía un torso casi cubierto de vellos rasurados a máquina. Toda una escena erótica para el que tenga la imaginación bien desarrollada. Eso, sin contar que, a través de la fina tela de su única prenda, se le marcaba el paquete… No es que yo mirase a propósito, es que realmente atraía la vista. Los hombres nunca lo admitimos, pero al igual que las chicas, vivimos comparando nuestros atributos – una constante competencia.
En general, su apariencia física era sinónimo de una elevada autoestima y un apretón de manos lo confirmo, era un tipo seguro y lanzado.
Ya nos conocíamos de antes, pero esta vez era muy probable que almorzáramos juntos y pasáramos la tarde “en familia” luego de nuestros estudios.
Laurita salió al recibidor, pues su padre le avisó de mi llegada y tras un corto beso en la mejilla, cerca de los labios, me tomo de la mano y decidió darme un tour por su casa por ser la primera vez que entraba. Un lugar realmente bien decorado y acogedor, todo un hogar.
Al fondo, echado en el piso estaba Bruno, un perro que tendría algo de raza en su sangre, pero muy arriba en su árbol genealógico. Era muy bonito, esbelto y bastante grande. Se veía que por ahí pasaron varias mezclas. Demás está decirles la cantidad de pensamientos que me vinieron a la mente al verlo. Tuve que disimular con mi mochila la erección que me estaba sucediendo. Pero afortunadamente llegamos a la habitación a tiempo.
Era el típico dormitorio de una niña. Colores entre rosas y salmón en las paredes. Muebles claros y dos espejos que llamaron mucho mi atención, uno al costado de la cama que cubría casi la totalidad de esta y otro en el espaldar de la misma.
Allí estábamos, medio coqueteando con nuestras ideas que estaban bien lejos de ser intelectuales. Sabíamos que no estábamos para estudiar, pero debíamos hacerlo y, tras una serie de intentos por comenzar el proyecto, terminamos enredados a besos.
Una cosa llevo a la otra y sin darnos cuenta estábamos desnudos en la cama. Ya conocía el cuerpo de mi novia, llevábamos tiempo jugueteando, por lo que solo pensaba en sexo. Había olvidado por completo que Rafael estaba en casa, quizá no me importaba, solo quería metérsela a la nena. Tenía delante de mí a esa linda novia que me había “conseguido”, con sus ricos pechos… Su sexo estaba algo velludo, era más bien una cantidad moderada, de unos días sin depilar, totalmente mojado, se notaba a simple vista. Se veía exquisita y yo, como un cañón. No estaba para preliminares ni escenas que involucrasen mucho romanticismo. Solo quería sexo, quería mojar mi pene en los jugos que expedía Laura, metérsela hasta venirme. No me importaba su “primera vez”…
No tarde mucho en besarla por todos lados, le mordía los pezones, le chupaba el ombligo, hasta que finalmente llegue a su vagina. Estaba totalmente empapada y olía a gloria. Metía la lengua, trataba de abarcar lo más posible de su sexo, quería darle el mismo placer que veía en las pelis porno. Pretendía llevarla al cielo, como me hacia viajar Randy con sus mágicos lengüetazos en el ano. Pensé, “por que no?” y comencé a abarcar toda esa zona baja, desde su culo, hasta el clítoris. Laura se retorcía como enferma, realmente lo estaba disfrutando, parecía que lo estaba haciendo bien.
Al ser mi primera vez, no sabía que mas hacer y mientras más quería acabar de metérsela, mi conciencia me lo impedía, hasta que subí y le di un beso en sus carnosos labios. Para “sorpresa” mía, siento como mi pene, que había dejado un hilo de líquido por la cama, estaba rozando la entrada.
“Dios…” estaba a punto…
“Te gusto nene?” – me pregunta ella con una carita inocente que me puso más salido de lo que estaba.
Imagínense una chica morena, de 15 añitos, de estatura media y bien bonita acostada boca arriba, con las piernas alrededor de mi cintura, con medias a rayas, tipo escolares por las rodillas como única prenda. Eso había que verlo para deleitarse…
“Me encantas…” – le dije mientras apenas respiraba tratando de evitar lo inevitable.
Tenía el pene en su entrada, lentamente le abría los labios vaginales con la cabeza, estaba en las nubes… Ella, con sus manos en mis nalgas y sus piernas alrededor mío, diciéndome al oído “Sabes lo que quiero?..”, de un tirón me jaló hacia su cuerpo y en santiamén quede atrapado dentro suyo.
“Oh…” – suspire y casi se me perdieron los ojos, los tenia abiertos, pero deje de ver por unos segundos. Estaba dentro de Laurita, tenía mi pene hasta la base hundido en su coñito y lo sentía delicioso. Quería poder disfrutar de su calentura y humedad hasta descargarme en su interior.
Sabía que no podía venirme dentro si quería evitar posibles embarazos, pero esa “sabiduría”, junto al hecho que Rafa estaba en la casa, se me fue de la cabeza. Solo trataba de alcanzar un ritmo que se adecuara a nuestros cuerpos sudados. Ni por un momento me había percatado que todo ocurría con demasiada naturalidad, solo metía y sacaba…
No paso mucho tiempo desde que había entrado en ella y ya tenía sensaciones de correrme, era una delicia. Eran deseos suprimidos por la cantidad de calentones que me llevaba cada vez, supongo que se reflejaría en mi rostro. Ella también lo disfrutaba, aunque en realidad solo podía juzgar por sus expresiones, esa era la única gota de sentido común que nos quedaba – la discreción.
Al siguiente minuto varias cosas pasaron de forma casi simultánea. Había abierto sus piernas para alcanzar mejor con sus manos mi culo. Comenzó a tocarme de una forma que me hacía sentir mejor y hasta por ocasiones me abstraje de mis deseos de venirme, pues mi concentración se distraía.
Percibiendo esto, Laura lleva sus manos más allá y logra alcanzar mi ano. Este, por estar entrenado para Randy, traía una dilatación bastante notable, lo tenía abierto, como listo para ser devorado. Lubricando con saliva varios de sus dedos, comienza a penetrarme de forma suave y excitante a lo que yo respondo con suspiros de placer y agradecimiento. Aprovechando que tenía los ojos cerrados, haciéndome el que no me estaba enterando de nada, le di mi aprobación a lo que la nena respondió con algo que nos llevo a la siguiente escena.
Como solo me dedicaba a disfrutar lo que sucedía y no veía nada, Laurita extendió la mano que no tenia metida en mi culo y discretamente sacó de una de las gavetas de la cama un plug anal (uno de esos dildos de forma cónica, color rojo y con una base) y me lo lleva directamente a la zona de los glúteos. Aun no me había percatado de que era, pero sentía que me estaba pasando algo por las nalgas y es entonces cuando sucedió lo inesperado.
Luego de metérselo en la boca, lubricarlo con su saliva y pasármelo por los labios, a lo que yo me hice el desentendido y saboree en respuesta a lo que sucedía, me lo llevo al culo. Tenía una excitación que me vendría en cualquier momento, estaba al lanzar miles de chorros de leche dentro de su coñito. No podía aguantar más y ella lo sabía por lo que muy decidida se lanzo a finalizar lo que había comenzado. Justo en el momento en que, aprovechando mis movimientos de cadera, me lo comienza a meter, se abre la puerta de la habitación.
Simultáneamente veo, a través del espejo en el espaldar de la cama el reflejo del Rafa, entra completamente el cono en mi culo y me vengo dentro de la niña, sin poder hacer más que disfrutarlo. En el instante en que comienzo a llegar a conciencia y me percato de la situación, intento salir de ella, a lo que mi pene responde lanzándole un par de chorros de leche directamente a la cara y senos respectivamente. Serian los últimos ya…
Me sentía más avergonzado que satisfecho, aunque la corrida había sido intensa. El susto me dio por salirme de la cama y, con el pene a todo tren, el culo enchufado por el dildo, susurre:
“Rafa… digo, Señor Rafa…” y sin decir más que eso recogí mis cosas y salí corriendo de la habitación. Nadie me había seguido, ni gritado por lo que pensé que quizá debía volver y disculparme o tratar de hablar con el padre de mi novia.
Pero que estaba pensando? Había acabado de desflorar a su niña (al menos eso pensaba), la había llenado de leche, la deje tirada y salí huyendo con el culo abotonado por un consolador… Acaso podía mejorar la situación de alguna forma?
Es cuando recupero el sentido y me hallo en el cuarto de baños, sacándome el plug del culo, aseándome y vistiéndome para poder salir.
Cuando vuelvo a pasar por la habitación de Laurita oigo como Rafael, en un tono de voz enfadado, dice, casi gritando:
“Así que te gusta coger con tu novio, eh?… Así es como ustedes estudian?..” – le decía el padre mientras se escucha una fuerte bofetada.
“Si papi, era la primera vez desde que comenzamos a salir…” – respondía ella sin mucho arrepentimiento.
Quería abrir esa puerta y finalmente dar mis explicaciones… Cuando me acerqué a esta, suavemente la empuje y desde esa rendija veía a mi novia aun en la misma posición, boca arriba, con las piernas abiertas, esas medias a rayas… no se había tapado ni nada, le brotaba semen de su vagina y llenaba las sabanas con mi leche.
“Te gusta su leche, eh?” – le preguntaba a ella, a lo que la muy hija de puta con su dedo índice embarrado de mi semen en su boca, le responde con unos movimientos “inocentes” afirmando con la cabeza, a lo que Rafael le vuelve a pegar otra cachetada.
No podía creer lo que estaba escuchando, mucho menos lo que veía aproximarse.
“Vamos a ver cuál es la que más te gusta, eh, putica?” – respondía Rafael mientras que se quitaba el short, bajo el cual no llevaba nada.
Un pene de considerable tamaño había salido de ahí. Diría que de unos 19 cms y bastante grueso, comparado con mis 15… Lleno de venas y con una erección envidiable, pues lo tenía al reventar y apuntando totalmente hacia arriba.
En un movimiento muy ágil se le acerca a ella y de una sola, sin pensarlo dos veces, ni dejarla reaccionar, se la inserta hasta los huevos… La agarro por el cuello con una mano, con la otra le pegaba una y otra vez por la cara.
“Ah… si papi, dame duro… y cómeme todita… sabes que me encanta tu leche… Te estaba extrañando papito…” – le decía la muy guarra a su padre, quien la penetraba sin piedad y le sacaba los restos de mi semen de su vagina con caga arremetida.
“Parece que ya se te olvido cual es la leche que te llena a ti… Te voy a castigar como te gusta para que no se te vaya a olvidar de nuevo…” – Respondía Rafa mientras la viraba y la colocaba a cuatro patas.
En esa posición le podía ver la cara a Laurita, estaba de frente al espejo del espaldar y sus ojos se perdían a la vez que su padre la volvía a penetrar. Esta vez me quede estupefacto al ver que los enormes huevos de Rafael chocaban contra los labios vaginales de su hija.
“Ah…” – solo suspiros orgásmicos pronunciaba la muy puta…
“Le está cogiendo el culo… y mi propia leche le sirvió de lubricante…” – pensé, en el momento en que me percate que, no solo estaba siendo testigo de aquel espectáculo que me tenia atónito, además me estaba haciendo una paja.
La vergüenza me había abandonado por completo. Me jalaba el pene mientras le dedicaba esa paja a mi novia quién, aun chorreando mi leche de su vagina, estaba siendo culeada analmente por su padre.
Pues así lucia esa escena, yo con el pantalón por el piso, agachado para hacer menos visible mi estancia y Laura a cuatro patas penetrada analmente por su progenitor, quien, entre embestidas, le decía guarradas infinitas y de varios calibres, mientras ella solo respondía suplicando por su leche, a la vez que su mirada nublada yacía en el espejo directamente hacia mí. Tal parecía que me podía ver, pues de vez en cuando “me dedicaba” unas sonrisas bien picaras y unos ricos mordiscos de su labio inferior.
De pronto, en ese éxtasis siento como una corriente eléctrica invade mi cuerpo, no entendía nada por el letargo en el que estaba, pues no me corría aun. En cuanto llego a mis cabales, me doy cuenta que tenia a Bruno lamiéndome el culo, mientras yo miraba en dirección de mi bella novia.
“También?..” Que mas podía suceder para convertir este día en un historia fantástica de novela erótica?… No podía creer que ese semental de raza por determinar quería unirse a la fiesta de la leche.
Estaba en lo cierto. El animal comenzó a moverse de forma incoherente a mi alrededor, por lo que me dije: “que más puede suceder, en fin de cuentas me dejo coger y nadie se enterará… es imposible que Rafael o Laura salgan de la habitación en cuanto terminen… se tomaran su descanso y me darán tiempo…”
Todo estaba para mí, los pensamientos que había tenido con Bruno cuando lo vi hacia una hora debían cumplirse. Cuando volvería a tener esa oportunidad?
Me coloco en posición perra en celo y el semental que estaba por conocer como hembra no vaciló en acometer lo suyo. En solo unos segundos ya estaba encima mío haciendo movimientos para cogerme, pero como el tiempo apremiaba, a pesar de las cuentas que saqué, debía apresurarme. Tendría unos 10 minutos para dejarme montar, correrme y evitar que me abotonara, pues, además de tener todo eso en contra, Bruno era mucho más grande que Randy y eso sería una total catástrofe para mi situación.
Imaginaba que tendría un trozo más delicioso que el de mi mascota y lleve mi mano hacia el mismo para palparlo, medirlo y metérmelo cuanto antes.
“Uf… que grande la tienes…” – pensé, a la vez que tragaba la saliva que había generado de solo pensar en toda esa carne.
Bruno no necesitó de mucha ayuda y en dos movimientos me ensartó, dejándome solo tiempo para quitar la mano de en medio. Parecía que sabía lo que estaba haciendo.
Estaba en otro planeta. Había descubierto que mi novia, la que aun expedía mi leche de su coño, hacia mucho que no era virgen, mientras la clavaba analmente su padre y sin embargo lo estaba disfrutando desde el hall de la casa, donde dejándome coger por su perro Bruno, le dedicaba una excelente paja a través de la rendija abierta previamente para verle la cara a la muy puta.
“Si papi, si…” – gritaba la nena a toda garganta… esta vez parecía que no le importaba que alguien la escuchara – “me vengo papi… cógeme… lléname de ti… Ah… si… que rico… Ah…” y cayó de cara. Se había corrido como la puta que era. Solo le quedaba esperar la “señal” del Rafa.
Unos segundos más tarde el padre le responde con unas violentas arremetidas: “Toma nena, tómate esta leche, ven… estoy a punto…”
Laura no lo dejo llenarle el culo de leche, se saco la tranca del padre, se sentó en el borde de la cama y, mirando hacia mí, se metió aquel trozo de carne tan jugoso en la boca. Lo mamaba como podía con sus ricos labios….
En esa parte del acto me quede en blanco, ya no me interesaba lo que sucedía en esa habitación, estaba a punto de lograr un orgasmo escandaloso…
Pero aunque parezca todo ficción, lo mejor estaba por llegar. En cuanto siento que me estoy viniendo, cierro los ojos para disfrutar el espasmo intenso que se avecinaba y comienzo a soltar aquellos abundantes chorros de semen. El perro se movía frenéticamente, mientras jadeaba y me dejaba la espalda llena de babas.
“Que belleza…” – me venía a la mente mientras llegaba a recobrar la conciencia. Aun con los ojos entre cerrados siento como Laurita le susurra al padre: “Ven papi, ven para que te vengas aquí, ven…”
Ya yo estaba en mi paraíso por lo que no le preste atención a aquello que estaba ocurriendo dentro.
“Que mas podría pasar?..” – pensé, a la par que abría poco a poco los ojos.
No me había dado cuenta que Bruno estaba pegado a mí, culo, con culo, me logró abotonar el muy cabrón y yo estaba a cuatro patas con cara de perra satisfecha. Para cuando recobre el sentido totalmente, tenía a Rafael con aquella majestuosa verga parado delante de mí, la niña a su lado agarrándosela y diciendo:
“Ven nene, tómate la lechita de mi papi… la que me hizo a mi… la que me tomo cuando mi papi me la da… se me ocurrió dejártela mientras te veía por el espejo sobándote… Lo que nunca pensé verte así, cogido por Bruno…” – me decía mi novia mientras me agarraba de la barbilla y me abría la boca con ese trozo de carne.
Era increíble…
“Mámasela rico, nene… deja a mi papi sin una gota de leche… trágatela todita…”
No había necesidad de decir más. Ya tenía esa rica polla que había admirado a través de la puerta en mi boca. Sabia exquisita… La agarre con una mano y comencé a devorarla, por lo que no pasaron ni dos minutos cuando escucho a Rafael decirme:
“Toma perra, tómatela toda… Ah…”
Se estaba corriendo a cántaros en mi boca, cara… Aquellos chorros salían en mil direcciones, pues en realidad al hombre no le importaba ya lo que sucedía, solo quería vaciar sus huevos.
La nena respondió agachándose para tratar de coger al menos algún poco de leche. Casi molesta por que habiendo cogido con dos hombres no había podido tomar ni un poco. Muy ocurrente ella me dijo al oído suave:
“No te la tragues toda, nene… déjame un poquito en tu boca para mi…”
Rafael termino restregándole el trozo a su hija en la cara, mientras la agarraba por el pelo, a la vez que ella se metía en mi boca tratando de saciar su sed de leche. Estábamos besándonos, compartiendo el semen de Rafael y “peleándonos” por los restos de ese líquido que quedaba en su pene. Nos turnábamos la tranca de mi suegro hasta que esta “cayo” por completo.
El padre quedó exhausto y se tiró al suelo, se sentó y mientras los tortolos novios compartían su leche, Bruno finalmente se despego de mi culo, brotando enormes cantidades de sus jugos. El perro también se tiro al piso para limpiarse y para mi asombro Laurita se abalanzo a ayudarlo. Agarro esa “cosa”, pues no tenia nombre para el tamaño que había adquirido el animal (serian uno 17 cms), y la saboreo como pudo, tragando cuanto resto de líquido quedase.
Yo no sabía qué hacer. Todo lo que había sucedido era una total aberración, si vamos a solicitar la opinión de la sociedad conservadora que nos rodea, pero todos lo habíamos disfrutado, por lo que simplemente me deje caer, con el culo al aire y lleno de leche canina…
La niña termino con su faena de limpieza a su mascota, agarro del suelo el plug anal que previamente había tenido en mi culo y de forma muy gentil me lo introdujo de nuevo en el ano, diciéndome:
“Nene, vamos a dejar esa lechita ahí para luego…”
Esas fueron las últimas palabras que recuerdo, pues me quedé dormido en el lugar.
Tras la jornada que concluyo cerca de las 3 de la tarde, todos descansamos unas horas, estábamos muertos y venia la parte embarazosa – el despertar, pero esa parte de la historia la dejo para luego, pues me he extendido narrando esta mitad.
Espero les haya gustado. A mí, particularmente, me encanta esta historia, es la que mejor recuerdo y más me ha gustado compartir hasta el momento, pero la continuación fue realmente algo…
Un saludo desde La Habana, Cuba.
necesito la continuación de esta historia