Mi prima de 10 y yo 11
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todos los días sin falta después de llegar de clases iba con mis primas a jugar al papá y a la mamá, siempre habíamos jugado a eso. Sin embargo yo nunca la había visto el lado morboso a la situación, es más, solo construíamos mini-casitas en la que tomábamos té (café real) y comíamos galletas.
Mis primas con las que jugábamos eran tres, una de 10 años Ana, Patricia de 4 años y Paola de 5 años. Ana era la más grande, de hecho era más alta que yo, tenía pelo largo, negro, era delgada, obviamente sin tetas. Todos los días construíamos la misma casita y nos metíamos a ella, mis otras primas se quedaban dormidas o hacían otras cosas, en fin, el chiste es que en la mayoría de las veces nos quedábamos solos.
En una de estas ocasiones, Ana llevaba puesto un vestido muy corto, y cuando la ví que se gachó noté que no traía calzones y le pregunté por qué, ella me dijo, – Es que no me gusta, me estorba cuando voy orinar – Después de ese momento, cada vez que podía me agachaba, me hacía que levantaba algo con tal ver su hermosa rajada, yo aún tenía en la mente la hermosa panocha con vellos rasurados de mi tía y creí que todas estaban así.
Cuando ella decía es hora del te, se sentó como de costumbre, pero no me senté a su lado, sino enfrente, para poder ver su rajada. Y así fue, ella no le importaba mostrármelo, pues era inocente y no sabía de qué trataba todo eso.
Cuando ella se dio cuenta que le observaba las piernas, me preguntó, – ¿Por qué me miras ahí? – yo un poco enrojecido le dije, que los papá así hacen, y quería hacerlo mismo, entonces ella me dijo, está bien, azlo. Y se levanto el vestido, wowowowow, no podía creerlo.
Era una panocha, vulva, labios vaginales, hermosos, su clítoris sobresalía de los labios como una pequeña montañita entre ambos labios. Era perfecto, no había pelos, nada, solo los labios y su clítoris que era notablemente hermoso. No sabía qué más hacer, estaba sumamente excitado, mi tenía más o menos unos 10 u 11cm en ese instante.
Lo único que pude hacer fue acomodarlo por un lado y ya. Ella me dijo que podía tocarlo si quería, cosa que hice inmediatamente, me metí bajo su vestido y ella se recostó, abrió las piernas y me tapó con su vestido.
Estuvo oliendo, tocando, chupando esos labios hermosos, sabía a gloria, estaba disfrutando aquello, como nunca antes nada lo había hecho. Con mis dedos abría sus labios a los lados y pasaba mi lengua en medio de ellos, ella solo se estremecía y apretada el estómago, sabía que a ella también le gustaba.
Así pasé por al menos una hora, fue tanta la admiración por esa vagina virgen esos labios nuevos, ese clítoris en forma de montañita, que el tiempo pasó volando, ella me dijo que le ardía, y que mejor ya nos fuéramos, que seguiríamos jugando mañana.
Así fue, nos salimos de la casita, y cada quien para su casa. Yo feliz de la vida, ya que había encontrado a quien cojer, ahora.
Al día siguiente, llegamos a la misma hora, y Ana me dijo, mira, e inmediatamente se levantó el vestido enseñándome sus hermosos labios vaginales a la plena luz del día. Pero no importaba, porque donde estábamos nadie podía vernos, y ella feliz decía que ya no le ardía.
Así nos metimos a la casita, ella se acostó y abrió las piernas, yo claro ya sabía mi trabajo, lo ví de nuevo, ahí, en frente de mi, con ese olor peculiar de las vaginas que no se han lavado en todo el día. Pero aún así, me fascinaba su olor, era fantástico, es más, ya no era olor de niña, sino de mujer.
Comencé a tocarlo, chuparlo y se me ocurrió meter el dedo índice, lentamente, pero lo pude meter todo, no salió sangre, eso fue bueno, solo gotitas de agua color crema, y lo metía una y otra vez. Ana solo gemía, y se movía de un lado a otro, y abría más las piernas.
Mi hermoso pene estaba que reventaba de las ganas de penetrarla, abrirla y meterlo todo dentro de ella. Pero me contuve, de nuevo, solo le dije que si podía hacerle una cosa que tal vez le gustaría más y ella me dijo que sí.
Me paré y puse sobre de ella, le abrí las piernas y le dije que le iba a hacer lo que los papá hacen en las noches, ella me dijo, “Cuando cojen y hacen sonidos raros”, yo le dije que sí.
Así que puse sobre ella, bajé mi short hasta las rodillas y le subí el vestido hasta el estómago, luego saqué mi pene, ya estaba goteando de lubricado que estaba. Lo puse en directamente en su vagina, primero arriba y abajo, lubricando bien con mi propio líquido. Después lo puse en la entrada de aquella hermosa vagina tan lubricada que mi dedo índice se resbalaba dentro de ella sin ningún problema.
Una vez que lo coloqué, comencé a moverme, sin aplicar nada de fuerza para penetrarla, sino que solo hiciera ruidos como los que decía ella, y así fue, al topar mi pene con su entrada y quitarlo de nuevo, hacía un sonido como “pop-pop”, ella se reía y me decía, me gusta cómo suena.
La sensación en mi glande era magnifico, era tan excitante y caliente, que lo repetía una y otra, vez, mi pene estaba estrenando labios vaginales. Una y otra vez el sonido de “pop-pop” se repetía, ella solo me decía que lo siguiera haciendo, que le gustaban las cosquillas que sentía, pero que ya quería orinar. Le dije que no era eso, sino que eso pasaba por lo que estábamos haciendo.
Mi pene ya no aguantaba, quería meterlo lo más profundo que pudiera, pero sabía que eso la lastimaría mucho, y sobre todo por los 10 u 11cm en ese entonces. La fricción que estaba sintiendo con el rose de sus labios y el glande de mi pene era indescriptible, era mucho mejor que cuando lo hice con mi tia.
Duré así unos 7 minutos más, pero ya no aguantaba, quería hacerlo pero ya. Entonces comencé a aplicar fuerza, parecía que mi pene entraba en cada embeztida que le daba, en cada uno de las metidas y sacadas parecía que le entraba más, y así era, mientras la embestía una vez más, noté que mi glande estaba por completo dentro de ella, le pregunté que si le dolía y me dijo que sí, un poco.
Lo saqué y lo volví a meter unas 10 veces más, pero ya quería eyacular. No aguante más, y lo hice, le llené la hermosa entrada de su vagina, los labios, su clítoris. Cuando quité mi pene de su entrada vaginal, aún chorreaba de semen, claro no la penetré por completo, pero sin embargo, mi semen parecía que salía de su hermosa rajada que ahora ya había semi-probado un pene.
Ella me dijo, que la había orinado, y le dije que no, sino que eso hacen los papá en las noches. Solo se rió y me dijo, voy a limpiarme y a orinar, me gustó mucho, lo podemos hacer mañana? Esa última frase, no solo me calentó de nuevo, sino que me dio la esperanza de que me la cojería por completo.
Cuando ella regresó, tomamos el té y nos despedimos. Duramos jugando así por dos semanas completas, siempre me corría en su entrada, llenándola de semen en toda su vulva, labios vaginales.
Un día como cualquier otro de juegos, llegué puse la puerta de la casita, y preparó el té, me dijo estoy lista. Diciendo esto, me puse sobre ella, y comencé a moverme como lo habitual. El sonido se repetía una y otra vez “pop-pop”, ella reía y decía, me gusta como suena. Le dije que esta vez, iba a meterlo un poco más, y ella me dijo que estaba bien.
Comencé a meterlo suavemente, lento pero con fuerza, noté que el glande estaba dentro, se sentía caliente, y apretado. Un poco más fuerza y mi pene entro un poco más, la cuarta parte de mi pene estaba dentro, y así continué, ella apretada mis brazos, y le dije que si le dolía, ella me dijo que le ardía, pero que no importaba, porque eso era lo que hacían los papás y ella quería hacerlo bien.
Lo metí de un golpe hasta la mitad, ella pegó un grito pero lo ahogo rápidamente, me detuve y lo dejé reposar dentro de su estrecha vagina por unos 2 o 3 minutos creo. Luego lo saqué y lo metí, la penetré cada vez con más fuerza, una y otra vez, pero no lo metí por completo, solo la mitad.
Fue entonces cuando noté que sobre los cartones que estábamos había rastros de sangre, poca pero había, no sabía que era, pero bueno. Seguí moviéndome como loco dentro de ella, una y otra vez, lo sacaba por completo y lo metía de nuevo para que sonará el “flip-pop-pop”.
Estuve cojiendola por unos 12 o 13 minutos, hasta que ya no aguantaba más, solo quería correrme dentro de ella, y lo hice, me corrí dentro de ella. Exploté por completo. Cuando lo saqué vi que su vagina quedó un hueco notorio, me asuste al principio, pero luego vi que iba cerrando, conforme salía el resto del semen, su vagina iba cerrando más.
Ella me dijo que ya no le ardía, solo le dolían las piernas, le dije que era normal, que yo también estaba igual. Se levantó, fue al baño y luego cuando regresó me dio el te. Lo tomamos y nos fuimos cada quien a su casa.
Así fue como inicie a cojermela, casi todos los días hasta que ella cumplió 12, sin embargo, mientras ella se dejaba cojer, también me cojía a otras primas, pero eso lo relataré en otra ocasión. Tengo 8 primas, y a todas me las cojí, además en una ocasión me cojí a mi hermana por error.
Qué rico relato, me hubiese encantado tener una experiencia así a mis 11 años!