MI PRIMA KELLY Y MI LUNA DE MIEL ANTICIPADA.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LOVERBKS.
Eran unas vacaciones como otras cualquiera; el verano recién comenzaba y el calor poco a poco se dejaba sentir en ese mes de junio. Yo ya empezaba a tomar sabor a mis pasatiempos de verano; salía por las mañanas temprano rumbo a los muelles a pescar, a medio día a nadar ahí cerca de los muelles también, y por la tarde salía a rodar en mi bici.
A pesar de que a mis 24 años estaba a punto de casarme todo seguía igual para mí. Tenía la firme convicción de lo que iba a hacer y estaba muy enamorado, pero no quería que ese verano fuera diferente a los demás de mi juventud y adolescencia pasada. Aún no me casaba, pensaba yo.
Habían pasado unos pocos días del inicio de vacaciones, cuando me entero de que llegaba de visita, también de vacaciones, Kelly, la prima de mi prima Nena, quien vivía en el mismo terreno donde yo vivía con mi abuelo, en otra casa, por la otra calle. Ambas casas estaban comunicadas por sus patios traseros, al igual que las de los otros tíos, que también vivían por ahí. Yo no veía a Kelly desde hacía dos años, cuando ella apenas tenía doce de edad y estaba en sexto grado.
Yo recordaba a Kelly como una niña pecosa, cachetona, muy risueña, pero poco agraciada. Yo la consideraba como una prima también. Era una pre adolescente de 12 años en un enorme cuerpo de una niña de seis años. Siempre me había demostrado mucho cariño y simpatía, pero a veces resultaba un poco encajosa, porque se la llevaba en mi cuarto (de hombre solo) platicando y queriendo saber todo. Mi tío a veces se burlaba y me hacía bromas diciéndome que era mi novia y cosas así.
Ante esa perspectiva, yo acomodé las cortinas de mi cuarto, que tenía acceso desde el jardín de mi abuela, para que no se viera hacia adentro, de manera de poder fingir que no estaba cuando ella me visitara como siempre lo hacía y quisiera obligarme a abrirle la puerta.
No hay plazo que no se cumpla dice el adagio; el día de su arribo llegó, y en la hora más o menos esperada, yo estaba en mi cuarto, ya cerrado escuchando música recostado en mi cama. De pronto vi una silueta dibujada en la ventana de mi puerta; me quité los audífonos y escuché el llamar a la puerta. Luego la silueta intentó ver entre las cortinas pero todo estaba perfectamente cerrado.
_ Pacho!! Ya ando por aquí otra vez, ábreme, quiero verte. ¿No me quieres saludar?
Era ella, era su voz, inconfundible, aunque ya voz de señorita.
Volvió a tocar la puerta y me llamó por mi nombre nuevamente. Yo de mañoso, sin decir nada. Solo callé hasta que desistió y se fue. Un minuto después salí del cuarto y me asomé al patio. Ya no le ví por ahí. Solo alcancé a ver en medio del salitral bajo la sombra de las palmas la figura de una esbelta mujer que caminaba muy sensualmente hacia la calle. Me llamó mucho la atención, pues no la conocía. Era delgada, muy bien formada, con una larga cabellera negra y ondulada. Vestía una blusa blanca, unos jeans entallados y unos huarachitos playeros. Se perdió de mi vista al llegar a la calle y doblar tras la cerca de madera de casa de mi tío.
No supe quién era; seguramente familiar de Doña Rosita, una vecina del barrio, pensé.
_¿Ya viste a Kelly?
Me preguntó Nena por la tarde.
_Lo primero que hizo al llegar fue ir a buscarte, como siempre. Parece que siempre ha estado enamorada de ti, ja ja ja.
Noté el mismo tono de mi tío en sus palabras, y ese comentario me anticipaba que estas vacaciones serían lo mismo que las últimas con ella ahí. Y no era que lo pasara tan mal, sólo que solían enfadarme sus modos de niña, que era aún. Pero en el fondo me caía muy bien. Era una niña muy buena y noble, y sobre todo, me quería mucho y siempre tenía detalles conmigo. Creo que más bien era la situación que ocasionaba con mi tío y su familia lo que no me gustaba; sus comentarios mordaces y esas cosas de la última vez.
Por la noche no hice tanto ruido; muy pronto me fui a la cama y ni vi siquiera la tele, puesto que mi tío me vio un rato después que Nena y me dijo en tono burlón:
_ Ya llegó tu novia, la atiendes bien por favor. No ha hecho otra cosa que preguntar por ti desde que llegó. Antes de darme mi beso al llegar salió para acá a buscarte esta mañana.
Mi tío era un hombre joven y amistoso, y como hijo de su hermano me tenía mucho cariño. En sus palabras esta vez noté un “algo” diferente, que no sabía identificar. Algo más allá de la simple burla y la broma.
Como había ido a nadar y hacer mi rutina de bici un poco más fuerte que otros días, me dormí muy rápido. Al día siguiente me fui muy temprano a caminar por la playa. Me gustaba en ocasiones contemplar el amanecer sobre las tranquilas olas de verano. Hice mi caminata matutina muy a gusto, el día estaba precioso. De regreso a casa, distante dos cuadras, al tomar la calle que daba a casa, vi como una mujer joven dejaba la zona del malecón y entraba en la misma boca calle por donde había de caminar yo.
Al doblar la esquina pude verla más bien, de espaldas. Inmediatamente la identifiqué; era la misma chava que el día anterior había visto cerca de mi casa. Su caminar era inconfundible; se movía con una gracilidad sin par. Hacía un poema a la sensualidad de cada paso que daba. Vestía unas mallas negras debajo de la rodilla, de las muy usadas para hacer ejercicio y solo un top cruzado por la espalda. Llevaba el cabello agarrado en una frondosa cola, debido a lo crespo de este. Me fui extasiado detrás de ella observando sus sensuales movimientos al caminar y lo bello de sus formas; unas piernas de campeonato, unas nalgas bien paradas que pendían de unas bien formadas caderas, bajo una pequeña cintura de avispa. No le vi de frente, pero era suficiente lo que vi para quedar sumamente interesado. Dobló la esquina de la cuadra unos treinta metros delante de mi, y como caminaba de prisa, cuando llegué la esquina, esperando verla, ya no estaba sobre la calle; se me había perdido. Me dirigí a mi casa desconcertado.
Me eché un fresco y rápido regaderazo y quedé como nuevo; listo para iniciar mi día de ocio. Colgué mi bici bajo la ramada del patio y me dispuse a efectuar su mantenimiento semanal. Estaba limpiándole la grasa y tierra de un cambiador cuando sentí algo en mi espalda. Antes de poder reaccionar escuché una voz ya muy conocida para mi al tiempo que me tomaban por detrás tapándome los ojos:
_ Holaaa! ¿Quién soooy?
Dijo esa voz, ya no tan chillona como antes, pero si muy familiar. Entonces casi malhumorado mascullé un resignado:
_ Hola Kelly, ¿Cómo estás? Bienvenida a tu casa.
Me soltó, y antes de girarme hacia ella ya me estaba plantando un sonoro beso en la mejilla.
_ Hola hermosa. ¿Cómo has estado?
Le dije de nuevo, al tiempo que me giraba.
_Muy bien.
Me dijo.
_ ¿Y tú?
Quise buscar de pronto de donde provenía esa voz. No era la mujer que tenía enfrente la que me hablaba. Yo escuchaba hablar a Kelly, pero la que estaba frente a mí era la chava que me había subyugado con su hermosura desde el día anterior y que recién había visto de nuevo en mi caminata por la playa.
_ No te quedes mudo, contéstame. ¿Me has extrañado?
Me dijo buscando mis ojos todavía incrédulos. Tenía frente a mi lo que había estado rechazando y deseando al mismo tiempo desde el día anterior. La chava que he descrito antes era Kelly. Absolutamente nada que ver con la Kelly de las vacaciones de hace dos años. Tenía ante mí a una jovencita de casi 15 años, alta, trigueñita (más bien bronceada), de frondosa cabellera, unos enormes ojos negros, una nariz respingadita y una boca hermosa. Una cuantas pequitas apenas se notaban en sus pómulos como recordándome la nenita que fue. Pero lo que más resaltaba a la vista como ya lo he dicho antes era su cuerpo.
_ No me vas a dar un abrazo después de todo este tiempo.
Me dijo.
Yo, más bien tímidamente, le abracé, pero ella se colgó de mi cuello y me besaba y besaba en las mejillas con un verdadero placer y gusto por verme de nuevo, como siempre sucedía antes.
_Te extrañé mucho Pachoo, mucho.
Me dijo, sin soltarme y apretándome más fuerte; sus pechos enormes se frotaban en el mío. Me sentí turbado al sentirlos. Hacía un instante no podía quitar mi vista de ellos, que salían en medio del escote del sport bra rosa que vestía y que tan bonito lucía en el color de la piel apiñonada de sus hombros.
Cuando se despego de mi, me pude dar cuenta también que bajo sus mallas sólo traía una tanga de hilo, por eso sus nalgas se miraban tan exquisitas al caminar. Al frente esta se ceñía en su sexo en este momento formando un delicioso camel toe. Yo no quería ver, temiendo que ella se diera cuenta, pero estaba tan absorta en su plática; bla, bla, bla, bla, como cuando era niña, que no prestaba atención.
_ Oye, has cambiado mucho.
Le dije.
_ Casi ni te reconocí.
Sonriendo ampliamente y mirándome directo a los ojos me respondió:
_ Tu no, sigues igual de guapo que siempre…mm, o tal vez más.
Y de nuevo se colgó de mi cuello abrazándome y se recostó en mi pecho diciéndome:
_ Me dijo Nena que te vas a casar… ¿Es cierto?
_Sí.
Le respondí.
_ El mes próximo.
_ ¿Estás muy enamorado entonces?
_ Pues sí, así es como se casa uno.
Le contesté. Aunque me incomodaba ese interrogatorio, así que le cambié la plática.
_ Te decía que estás muy cambiada. No te reconocí de pronto.
_ Ayh! Es que mi mamá me puso a régimen desde que salí de sexto grado. Luego cuando entré a la secundaria, me siguió con eso de la dieta, que si para que entres en el vestido de quince años y todo ese rollo; ya te la sabes cómo se ponen las mamás. El asunto es que le agarré el gusto por cuidarme; unas amigas me invitaron al gym de uno de sus tíos y poco a poco fui bajando de peso, y me gusta cómo me veo ahora.
_¿Qué te parece?
Me preguntó, dándose la vuelta lentamente y parando las nalgas muy a propósito. Aún de espaldas a mí, se sube sus mallas, ciñéndose estas a su hermoso y parado trasero. Luego me mira pícaramente y dice:
_ ¿Ha servido el gym, o no?
_ Yo decía que has crecido mucho, y que te ves diferente; hasta tu voz se oye diferente.
_ ¿Y yo decía si te gusta como veo?
Dijo, poniéndose las manos en la cintura y posándome según ella muy sexy.
_ La verdad, si. Te ves muy hermosa Kelly…eres muy hermosa…sumamente hermosa.
Me animé por fin a decir. Ella, por respuesta se echó de nuevo a mis brazos y me besó una, dos veces, en la mejilla; el tercer beso se acercó peligrosamente a mi boca, y pude sentir casi un mordisco de sus labios.
Ella se dio cuenta y se aparto alegremente diciendo:
_ Como te quiero Pacho… como te había extrañado. Le hice un tango a mi mamá porque no me quería dejar venir igual que el año pasado; pero me emberrinché y me salí con la mía, y aquí estoy contigo. ¿A dónde me vas a llevar hoy? Quiero que salgamos a bucear, a pescar y a caminar por la playa como cuando era niña ¿Te acuerdas?
_Claro, hay que organizarnos bien nuestra agenda, las vacaciones son largas.
Dije eso en franco arrepentimiento de mis pensamientos de los días anteriores. La perspectiva era ahora muy diferente; no sería tan molesta la compañía de Kelly estas vacaciones, quise suponer.
_ Vente! Vamos a platicar a tu cuarto, a escuchar música un rato.
Me tomó de la mano y como manso cordero me dirigió a mi cuarto. Yo obviamente no puse mucha resistencia. Vivía solo con mi abuelo, que ya era muy mayor, y la casa de mis tíos estaba no tan cerca, de manera que estábamos solos completamente. Se sentó en mi cama ofreciéndome el espectáculo de su generoso escote, al tiempo que me pedía un refresco, sabedora de que siempre tenía cocas de lata en el refri en verano.
Me fui de volada por el refresco y tomé uno para mí. Regresé al cuarto impaciente. Cuando llegué a mi habitación estaba ella sobre mi cama con una de mis revistas, acostada boca abajo y sus pies al aire, como cuando era niña. La vi justo para detenerme a tiempo y a prudente distancia. El espectáculo de sus nalgas hacia arriba era grandioso. Me acerque lentamente y ella seguía jugueteando impaciente con las hojas de la revista sin verla del todo. En un momento dado abrió ligeramente sus piernas y se quedó quieta. Su licra se le metió toda entre las nalgas redondas y firmes y la forma de su sexo abultado se proyectó hacia abajo entre sus muslos como medio reloj de arena. De pronto me reproché el estarle espiando y le hablé:
_ Aquí está tu Coca, bien fría.
Ella dio un salto en la cama y me dio las gracias al tiempo que tomaba el refresco de mi mano. Al hacerlo me acarició suave y coquetamente la mano, viéndome a los ojos y esbozando una linda sonrisa. Yo me sentí turbado, pero traté de tomarlo con serenidad.
Estuvo un par de horas en mi cuarto, tiempo en el que como siempre platicamos de todo, en serio, en broma, jugamos, peleamos, fui su confidente, etc.
Esa noche me fui a dormir pensando de una manera muy diferente; la niña enfadosa había muerto, y su lugar lo ocupaba la bella y sexy Kelly. Me dormí pensando en ella.
Muy temprano me despertó su voz para invitarme a caminar a la playa. Me levanté aún casi dormido y la pasé al cuarto. Entró y se me hizo raro que su sonrisa se borró en un instante; seguía hablando pero su cara estaba un poco seria, a lo que no di importancia. Me serví un poco de agua, que siempre tengo, porque me gusta tomar dos vasos al levantarme; un hábito de años atrás. Mientras tomaba el agua me di cuenta que ella miraba hacia abajo, hacia mi entre pierna, sorprendida y curiosa. Fue hasta entonces que reparé que le había pasado al cuarto aún en bóxers (de licra) y con una tremenda erección matutina. Por un lado me dio pena, pero por el otro sentí cierto grado de excitación y vanidad. Pareció no darle más importancia y yo tampoco se la di ya. Me vestí y nos fuimos a caminar.
Igual pasamos dos horas, platicando, jugando, bromeando, yo como un chiquillo detrás de ella, y ella dejándose querer. Me tomaba la mano con mucha libertad y confianza y se me abrazaba, como lo haría una novia.
Esa mañana vestía un mini short de licra negro, tenis y otro top parecido al del día anterior, también en rosa, Su cabello agarrado igual pero esta vez cubría su cabeza una gorra igual en color rosa. Parecía toda una tenista de la ATP, al menos en belleza no envidiaba a la Kournikova o a la Hinguis.
De cuando en cuando corría y curioseaba en la grava arena de la orilla del mar como una chiquilla.
_ ¡Mira! Qué hermoso caracol.
Me decía, por ejemplo. Pero pude darme cuenta, ahora estoy seguro, que lo hacía en un acto de provocación. Y yo, me dejaba provocar. Que hermosa se miraba y que cuerpo tan espectacular. Cómo me costaba trabajo aceptar que esa chava tan sexy era la misma niña regordetita de apenas dos o tres años atrás.
La mañana terminó sin mayor novedad; la dejé de pasada en su casa y me fui a bañar. Ya no le vi hasta entrada la tarde. Apareció en la puerta del jardín de mi abuela con su cabello suelto por el que se filtraban los rayos del sol. Una blusa purpura y unos jeans. Cada vez que la miraba se me derrumbaban algunos tabiques de mi prudencia.
_ Holaaa!
Me dijo, echándose a mis brazos como siempre. Me dio un sonoro beso en la mejilla, y luego sentí su aliento caliente en mi oreja. Sentí al instante como la piel de mi brazo se erizó toda ante ese contacto. Por respuesta, automática mi brazo la atrajo hacia mi, pues le abrazaba por la cintura.
_ Te quiero mucho Pacho.
Susurró.
_ Quiero que me lleves a dar la vuelta esta noche. Ya le pedí permiso a mi tía.
_ ¿A dónde quieres ir?
Le dije, como para medir su respuesta.
_ A donde sea. Quiero estar contigo. Compramos algo; una nieve….o una cerveza y nos vamos a la playa por ahí.
_ Perfecto, te espero a las siete.
nmediatamente fui con mi hermano, quien tenía una hermosa y amplia camioneta, pues yo no tenía coche en ese tiempo. Le expliqué el motivo de la petición y sonriendo con malicia me dio las llaves. A la hora planeada Kelly estaba en mi casa en la puerta de mi cuarto. Tocó y al abrir me dejo de nuevo impactado; vestía un cortito vestido de algodón en color blanco, estampado en color madre perla muy tenue que armonizaba con su piel. Era ceñido en el talle y el pecho y volado de abajo, varios centímetros arriba de la rodilla. Dos delgados tirantes sobre sus hombros sostenían sus grandes bubis, que parcialmente asomaban por el generoso escote de su vestido. En su rostro sutil y tenuemente maquillado se dibujó una amplia sonrisa al tiempo que se encogía de hombros y me decía:
_ ¿Nos vamos?
Yo me quedé subyugado con su presencia, tan femenina, tan sexy, tan tierna. Me acerqué a ella y le devolví el beso de un día antes; en la mejilla casi rozando sus labios. Ella sonrío de nuevo y me dijo:
_ Te ves muy guapo Pacho. Me gusta mucho tu cara recién afeitada.
Dicho esto se acercó a mí y puso su mejilla en la mía. Aspiró mi perfume, lo sentí, y luego dejó escapar un hilo de cálido aliento en mi oído una vez más. No pude evitar de nuevo que mi piel se erizara y una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo entero..
_ Vámonos.
Le dije, tomándola suavemente del brazo. Nos fuimos y en un momento ya estábamos dando la vuelta por el malecón, distante una cuadra y media. Después de un rato de risa y risa, recordó lo de la “nieve” y pasamos por un mini market. Compré un doce de Heineken y alguna botana salada y continuamos con nuestro paseo. La camioneta era de esas de asiento corrido, y en algún momento del paseo se acercó a mí con el pretexto de mostrarme un dije de coral negro que había comprado por la tarde en una tienda del centro.
Además de extasiarme con la vista de cerquita de sus hermosos senos en su escote en la media luz del boulevard costero, me pude dar cuenta que lo del dije fue solo una maniobra para quedarse sentada junto a mí, como acostumbran por estos lugares las novias al andar en coche con su pareja.
No quise pensar en lo que pudiera venir más tarde. Lo estábamos pasando muy bien, era la verdad. Pero el tenerle sentada junto a mi me preocupó; a esa hora mucha gente caminaba por el malecón y paseaba en auto, “dando la vuelta” como decimos por acá y temí que pudiera haber una mirada indiscreta que me metiera en problemas, después de todo andaba en los últimos detalles de mi casamiento ese mismo verano.
Sin decir nada tomé la un calle principal que en poco minutos nos sacó del pueblo hacia el sur, paralelo a la playa. Nunca dijo nada al respecto. Seguía con su bla, bla, bla. Ahora me parecía adorable ese rasgo suyo, que hasta cierto punto me evitaba buscar tema de conversación; ella dirigía todo.
Llegamos a un lugar conocido como La Salina, que era sólo una pequeña porción de una extensa y llana playa, como de unos siete kilómetros. Uno podía llegar el coche hasta muy cerca de la orilla, y sin bajarse podía contemplar, como casualmente esa noche, el salir de la luna llena detrás de las islas cercanas e iluminar en un haz de luz las olas rompiendo cadenciosamente en la arena.
Algo también sin par en ese lugar las noches de verano, era sin duda ese aroma salado y cálido proveniente del Mar de Cortez mezclado con el de un arbusto característico de esos lugares, del cual no recuerdo el nombre, que ponía una nota exquisita en las noches.
Nos detuvimos y ella me miro seria y luego se sonrió.
_¿Dónde estamos? ¿Qué hacemos aquí?
_Bajémonos.
Le respondí, al tiempo que destapaba otras dos Heineken.
_ Vamos a caminar por la playa.
Le abrí la puerta y nos dirigimos a la playa. Como la arena se le metía en sus huaraches de piel, se los quitó y yo hice lo mismo con mis mocasines de gamuza. La tomé de la mano y caminamos unos metros muy cerca del romper de las olas. Ella iba muy seria.
_ ¿Qué pasa?
Le pregunté.
_ No haces otra cosa que hablar y ahora estás muy callada. ¿Quieres que nos vayamos a otro lado, al pueblo?
Me tomó de las dos manos y me miro a los ojos:
_ Sólo pensaba..
Su voz sonaba apagada.
_¿Qué piensas?
_ Nada, soy una tonta, no me hagas caso.
Y siguió caminando…
_ Kelly!
Le alcancé. Le tomé de las mejillas y le obligue a levantar su carita agachada que ahora lucía triste, sin el brillo y la amplia sonrisa de otros momentos.
_¿Qué pasa?
_ Quisiera decírtelo, pero tal vez no lo entiendas y te enojes conmigo.
Vi lágrimas asomarse en sus ojos.
_ No veo por qué. Qué puede ser tan serio. Dime, prometo no enfadarme. No quiero verte así. Andábamos muy bien…
_ Mira, tal vez de esta forma entiendas. Seré muy directa. No había tenido novio hasta hace tres meses. No se ni por qué lo acepté; supongo que porque es un chavo bien lindo. El caso es que…
Hizo una pausa, y yo permanecía intrigado; no sabía a dónde iba a aquello.
_ El caso es que hace tres meses yo ya había planeado este viaje y hablado con mi papá y mis tíos. Me pongo de novia con Jesús y…
Gruesas y sinceras lágrimas rodaron por sus mejillas y soltó lo que sentía:
_ Yo esperé mucho tiempo para ser una mujer en quien tú te fijaras. Estas vacaciones yo quería mi primer beso de amor… Mi amor eres tú, desde que tenía diez años… Y ahora te vas a casar…
Terminó diciendo, ya llorando desconsoladamente. No supe que decir ante aquella confesión. Solo le abracé muy fuerte. Me sentía culpable, no supe de qué, pero sentía culpa, tal vez de haber nacido en tiempos diferentes. La sentía temblar en mis brazos. Levantó la vista y me miró a los ojos.
_ Ya no soy una niña Pacho. Puedes decirme lo que quieras, pero no que no se lo que siento. Lo que un día de niña descubrí en mi corazón fue una bola de nieve, que al rodar se ha hecho más grande cada vez. El único motivo de mis dietas y gimnasio has sido tu. Quería ya ser grande, aspirar a tu amor. Quería ser como Linda tu novia, o mejor que ella.
Estaba mudo: Quise decirle muchas cosas, pero ella se anticipó, presintiendo los obvios comentarios para disuadirla referentes a le edad y esas cosas.
_Kelly, solo puedo decirte que me siento muy halagado por lo que dices. Eres toda una mujer, y muy hermosa, para hacer feliz a cualquier hombre.
Dije, sintiéndome predecible e hipócrita.
_ ¿Pero no a ti verdad?
_ Perdona.
Dijo casi enseguida.
_ La cosa es que quiero proponerte algo. Se que no tengo derecho a meterme en tu vida, menos cuestionar tus decisiones y sentimientos. Pero como amigos si puedo pedirte un favor.
La vi más relajada y eso me tranquilizó mucho.
_ Dime, claro que si, lo que sea.
Le dije.
_ Conste, dijiste que lo que sea.
Y su sonrisa picara volvió a su rostro, enjugándose las lágrimas.
_ Le dije a mis tíos, que tal vez nos fuéramos a la disco, que si me daba permiso de llegar tarde. Al salir contigo, me dijo que si sin dudarlo. Entonces, quiero pedirte…
Hizo una pausa larga y bajó la cabeza.
_ Quiero pedirte que los dos olvidemos que te casas en un mes y medio, y me regales esta noche para mi sola. No te pido nada más que eso. No te digo has esto o aquello, o vamos para allá o para acá. Solo que por unas horas pretendas que ella no existe, como lo haré yo, y que estemos juntos los dos. Lo que si voy a pedirte es mi beso de amor. Eso lo sueño desde hace muchos años, y debes ser tu el que se lleve la castidad de mis labios.
Me conmovió todo eso que pasó tan súbitamente, así que sin medir riesgos le dije:
_ Claro que si, Kelly. Esta noche será tu noche y también mi noche. Le dije tomando su carita en mis manos y dándole un tierno beso en la mejilla.
_ Muy bien.
Me dijo sonriendo.
_ Entonces iniciamos con mi primer beso de amor, aquí bajo esta luna hermosa, en este momento. Me tomó de las manos nuevamente. Se miraba tan preciosa y su Scape de Kalvin Klein me tenía además narcotizado, que no fue tan difícil para ella conseguir mis labios en un instante. Le besé tiernamente; solo entreabrí mis labios y tomé los suyos, solo un instante, pero ella cruzó sus brazos por detrás de mi cuello, y en un instante me besaba apasionadamente. No pude permanecer impávido ante esa caricia; todo mi ser respondió a ella, En unos segundos ella metía su lengua en mi boca, y aunque lo hacia torpemente, no tarde en sentirme fuera de mi y abrazarle con fuerza y pasión y responder a su beso con todo mi ser de hombre. Aún con sus labios en los míos masculló un mmmh! Y me soltó, recostándose en mi pecho. Recorriendo mi espalda con sus uñas en una caricia, me dijo un sentido
_Gracias Pacho!!…
Y se quedó inmóvil recostada en mi pecho. No dijimos nada, pero nos perdimos uno en el contacto del otro. La verdad de que si, en ese momento me empecé a olvidar de mi futura esposa, aunque imaginé o quise creer que el sólo sería ese primer beso de amor, y nada más…Lejos estaba de ser así.
_ Ven, sigamos caminando.
Me dijo y me tomó de la mano.
_ ¿Entonces a tu novio no lo has besado nunca? ¿Es lo que quisiste decir hace un rato?
Pregunté, recordando su confesión.
_ No, nunca. Cuando me despidió me pedía su prueba de amor: nuestro primer beso, decía. Es un niño. Y yo no podía, ya te lo dije, y cumplí mi sueño Pacho, contigo. Muchas gracias.
Y dicho eso, se prendió de nuevo de mi cuello, besándome apasionadamente. Nuestras lenguas se encontraron y jugaron al compás de nuestras bocas. Yo le tomé por la cintura, apretándola contra mi cuerpo. Ella me acariciaba la nuca entre mi cabello con sus uñas, y podía escuchar sus gemidos, provocados y apagados al mismo tiempo por nuestro apasionado beso.
Después de largos minutos dejó mi boca y con los ojos entreabiertos me miró fijamente.
_ ¿Ya viste la luna? Que hermosa!
Le dije, mientras le tomaba las manos y la giraba hacia el infinito océano a contemplar el espectáculo de la luna llena. Quedando yo a sus espaldas. Ella tomó mis manos y las llevó a su vientre y recostó en mi pecho su espalda. Yo le abracé con ternura y pasión que sentía se desataba en mi cuerpo y mi ser.
_ Si, es hermosa.
Dijo. Yo, por respuesta, besé sus hombros desnudos acercándome a su cuello. Pude sentir en mis brazos clavarse sus uñas al gemir un sonoro:
Ssssshh! Aaahh!
Para mí eso fue un sigue; continué besando su cuello quedamente. Aparte su cabello y le besé detrás de sus oreja. Tome luego su orejita perfumada en mis labios y la bese y chupé con ternura, dejando mi aliento cálido dentro de ella. Kelly se retorcía y se aferraba a mis brazos. Le seguí besando mientras acariciaba su firme vientre, ella con sus manos en mis brazos no oponía resistencia dejándose llevar por mis movimientos. No apartó sus manos ni las mías cuando las sintió pasar muy cerca de sus bubis, rozándolas con las yemas de mis dedos. Por el contario, por respuesta paró su trasero apretándolo contra mi cuerpo arqueando su espalda levemente. Pude sentir sus nalgas duras presionando mi pene, que inmediatamente reaccionó. Ella se giró ofreciéndome su boca otra vez. La acepté dulce y tibia; bebí de ella hasta la saciedad. La abrazaba con pasión y desesperación. Ella se prendía de mi como si no quisiera dejarme ir jamás. Mis manos rodeaban su cintura y en algún momento bajaron por el arco de su talle hasta su trasero que toqué con cierta timidez. Ella se separó de mis labios y sonrió picara y sensualmente
_ Oye!! ¿Me estas tocando?
Para luego reponer con una sensual sonrisa.
_ Esta bien, hazlo.
Me besó de nuevo y luego me dijo.
_ Me gusta que me toques. Me siento mujer…
Siguió besándome, y yo sentía que perdía el control. Mis manos recorrían su trasero y sus caderas. Subían por su espalda y bajaban por su talle. Después de unos minutos me tomó nuevamente de la mano, recogimos nuestras Heineken y nos dirigimos al carro. Me senté en la defensa delantera y ella se paró delante de mi. Me tomó de las mejillas y me besó otra vez, ahora con maestría sin igual; aprendía muy rápido. Metió su lengua en mi boca y exploró cada cm de ella. Mordió mis labios con locura y pasión incontenible, hasta casi hacerlos sangrar. Cuando gemía ya en mi boca de nuevo, mis manos se deslizaron hasta debajo de su vestido; tomé sus virginales muslos y los acaricié extasiado hasta llegar a la parte baja de sus nalgas. Las tomé en mis manos, ambas al mismo tiempo, acariciándolas suavemente, para después apretarlas y masajearlas con locura. Ella gemía cada vez más fuerte, ahogados sus gemidos en mi boca. Asi, por debajo del vestido subieron mis manos por su espalda hasta el seguro de su sujetador, que en un instante dejó libre sus enormes bubis dentro del escote de su vestido. Saqué mis manos y continué acariciándola y besándonos con pasión y ternura. Mis manos recorrieron su cuerpo hasta llegar a los tirantes de su vestido, que hábilmente deslicé por sus hombros hacia abajo. Sus preciosos senos quedaron a mi vista, iluminados por la luz tenue de la luna. Su forma era exquisita; ligeramente colgados, en la parte mas baja se proyectaban hacia adelante desafiando la gravedad terminando en una perfecta forma redonda. Sus pezones eran pequeños y la aureola grande, sólo una rayita en medio de su pezón. Sin embargo su forma era magnífica, exquisitamente estéticos.
Los contemplé un momento. Ella me tenía tomado del cuello con ambas manos, y en un momento dado sentí donde me atrajo hacia ella; yo me dejé llevar hasta sus bubis que besé con ternura y calma. Cuando me posesioné en sus pezones gimió largamente. Yo los lamí y besé alternadamente, hasta que se pudieron duritos y se levantaron un poquito, apenas asomando su presencia. Poco a poco subí la intensidad de mis caricias en su pecho, hasta que se apoderó de mi cabeza con sus brazos tan fuertemente que me costaba trabajo respirar entre sus bubis.
Gemía fuertemente, y temí que pudiera haber curiosos cerca, muy común en esos lugares, no tan alejado del pueblo. Dejé sus bubis y ella volvió a la vida. Me paré y ella se recostó de espaldas en mi cuerpo, su cabeza en mi pecho. En esa posición busco de nuevo mis labios, y yo acepté su boca. Me embriagaba el aroma de su boca tan femenino con un toque de cerveza y menta. Mientras su lengua jugaba de nuevo con la mía, mis manos se apoderaron de sus senos desnudos, acariciándolos y apretándolos. Después mis manos bajaron por su vientre, justo cuando gemía de nuevo en mi boca fuertemente. Hice una pequeña pausa bajo su ombligo, indeciso, pero luego fue directo a su sexo por encima del vestido; ella se inquietó y dijo:
_¿Qué haces? Me estás tocando de nuevo…
Me hizo dudar y me detuve.
_Disculpa, es que me vuelves loco.
Le dije.
_ Si, estas loquito.
Y volvió a besarme, como pasión desbordada, en esa misma posición. Entonces sentí como se aplastaba sobre mi miembro, se tallaba de espaldas en mi cuerpo, y al tener bien parado mi pene podía sentir sobre el pantalón como sus nalgas se separaban, y al traer ella sólo una tanga de hilo, sentía su trasero en todas sus formas en mi cuerpo. La sentí súper excitada. De verdad se sentía como toda una mujer; actuaba como una. Tomó mi mano de su vientre y la llevó directo a su sexo por encima del vestido. Mientras seguíamos besándonos, mi mano derecha estaba en su sexo y la izquierda en sus bubis. Nuestras lenguas jugaban la danza del amor dentro de nuestras bocas y nuestros cuerpos se frotaban el uno contra el otro en un llamado a la pasión absoluta. Llevé mi mano a su sexo por debajo del vestido, tocándola por encima de su tanga. El contacto sobre la delgada tela me informó de inmediato que su feminidad estaba inundada de fluidos que la preparaban para el recibimiento de mi virilidad, como una respuesta física de su ser mas no consciente.
_ Nos pueden ver.
Le dije, colocando sus ropas en su lugar.
_ No importa, es nuestra noche ¿Recuerdas? Además, no me vas a dejar así; me tienes toda mojada ya.
_¿Qué sabes tu de eso?
Le dije.
_Te dije hace rato; ya no soy una niña. Me siento preparada para esto, se lo que hago, he tomado la decisión, para que te quede claro, lo deseo con toda el alma: quiero ser tuya completita esta noche, aquí en este lugar.
_ ¿Estás segura? Creo que estás borracha, es todo.
_ Estoy completamente segura. Mi hermana me ha enseñado, o me ha guiado. Me ha dicho muchas cosas, aclarado mis dudas. Se lo que quiero y lo que deseo…lo que te deseo…
Diciendo esto su mano fue al cierre de mi pantalón y metió su mano por encima de mi bóxer acariciando mi pene bien parado. Desabrochó luego el pantalón y sacó mi miembro fuera; lo acarició un rato y lo miraba sin decir palabra.
_ ¿Quieres ver lo que aprendí viendo a mi hermana con un plátano?
Y sin decir más se puso de rodillas en la arena; tomó mi pene en sus manos y lentamente lo llevó a su boca. Lo besó suavemente y lo metió poco a poco más y más, un poco más de la mitad, muuuy suave.; apenas sentía el contacto de sus labios.
_ ¿De verdad todo esto debe entrar en mi cosita al hacer el amor?
Me preguntó.
_Si.
Le dije, con los ojos cerrados, casi tocando el cielo.
_Debes hacer un poco de succión, como chupando una paleta.
Le dije.
_ ¿Así?
Me dijo, comenzando a moverse en saca y mete, chupándolo divinamente al mismo tiempo. AAh! Dios mío, que delicia su boca en mi miembro; aún recuerdo los ruidos que producía y su mirada en la mía al hacerlo. Ya no me importaron los fisgones. Cerré los ojos y me dejé querer. Me dio una tremenda mamada durante cinco minutos en los que casi estuve a punto de venirme en su boca; se detuvo a tiempo. Me guardé mi pene, y la abracé fuertemente.
_ Vamos al carro, no estaría bien si alguien te ve o nos ve.
Le dije.
_Ven.
Nos subimos a la camioneta y nos sentamos uno junto al otro, pero de inmediato después de darle un gran trago a su cerveza, hasta acabársela. Se prendió de nuevo de mi boca, y en segundos estaba subida arriba de mí. La “privacidad” del auto la desinhibió totalmente, si es que algo le quedaba de inhibición. Me besaba ávidamente, haciendo ruidos raros de deleite y calentura. Se giró hacia mí subiendo su pierna en las mías. Estaba como poseída; me acariciaba como queriendo aprenderse de memoria las formas de mi cuerpo: mi pecho, mi abdomen, mi cara, y por último mi pene que frotaba vigorosamente por sobre el pantalón. Su lengua exploraba mi boca y sus labios devoraban los míos, brindándome el beso más sensual y caliente que recuerde (Días después me quedé impactado cuando me dijo que su hermana le enseñó a besar).
No duró mucho en esa posición; de inmediato casi se subió encima de mí posicionándose sobre mi bulto. Continuó besándome con locura, llevándome a mí también a ese nivel en muy poco tiempo. Me deleité con sus bubis, acariciándolas por encima del vestido, también manoseando (esa es la palabra correcta) todo tu su cuerpo. De pronto dejó mis labios un momento para bajarse los tirantes de su vestido. Me ofreció sus generosas y bien formados senos que me apresuré a devorar una vez más. En pocos segundos inició su concierto de gemidos, esta vez más sonoros y sensuales, al tiempo que me jalaba del cabello hacia su cuerpo. La tomé por las nalgas y le acerqué bien a mi pene, moviéndola de las caderas para frotarme con ella, cosa casi innecesaria porque en un momento ella hacia el movimiento de follarme por sobre las ropas. Ya no pude más. La levanté un poco y bajé mis pantalones hasta abajo, quedando estos en el piso de la camioneta. En esa misma posición la despojé de su vestido con un poco de su ayuda, hasta quedar solo en su tanguita color perla. Estaba yo casi fuera de control. Me quité la camisa y la estreché para sentir el calor de su cuerpo y el contacto de sus bubis sobre mi cuerpo. Ella seguía moviéndose sobre mi pene desnudo, que se acomodó convenientemente, de manera que no me lastimaba, por el contrario, sentía su sexo recorrerlo de adelante hacia atrás divinamente. En una explosión de calentura y deseo, metí mi mano por debajo de sus nalgas y recorrí el hilo de su tanga, buscando penetrarla sin contemplación. Ahí ella despertó de su trance de pasión:
_ Espera, no lo haremos así.
Me dijo, y sacó unos preservativos de su bolsa.
_ Debemos cuidarnos. Como dijo mi hermana: más vale un condón en el pene, que amamantar a un nene.
Me sonrió como solo ella sabe hacerlo y me dio un beso tronadito en la trompita. Se levantó un poco y me colocó el condón (¿Ya saben quién le enseño sobre eso?). Después sacó un tubo de gel lubricante Sico que puso generosamente sobre mi glande, y luego frotó un poco para distribuirlo. Por último puso otro poco en la punta de mi pene y guardó todo. Se acomodó sobre mí de nuevo y mirándome tiernamente me dijo:
_ Te amo!
Muy quedito.
_ Vamos a hacer esto por eso, porque te amo… Te voy a dar mi pureza, mi castidad que he reservado para ti. Hoy me entrego por amor, por un amor imposible en lo futuro, pero posible esta noche. No pido más nada que eso… Te amo Pacho…
Vi lágrimas en sus ojos cuando acercó mi pene a su vagina. Lo puso en su entrada y se frotó con él entre los labios suavemente. Su sexo estaba inundado de fluidos y con el gel la sensación era indescriptiblemente suave. Lo colocó en la entrada de su vagina y presionó solo un poco. Puso sus manos en mis hombros y repitió:
_ Te amo Pacho, te amo….
Y me dio un tierno beso.
Hizo una ligera mueca de dolor al presionar su sexo con el mío. Yo estaba en la gloria. Se aferró a mis hombros con fuerza y bajó aún más con determinación. Exclamó un:
_Ahh!
De dolor al ceder su castidad que inmediatamente se ciñó al tronco de mi pene bajo el glande. Se detuvo un momento. Tenía sus ojos cerrados, pero dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas, que luego mojaron mi pecho al acercarse a mi rostro para decirme de nuevo:
_ Te amo Pacho…
Muy quedito al oído.
_ En este momento, yo también te amo.
Le respondí.
_ No, no me digas eso. Sólo hazme tuya. Tómame.
Respondió. Y besando mis labios descendió un poco más. Mi boca apagó sus gemidos. Bajó poco a poco, milímetro a milímetro. Cada movimiento que le provocaba un dolor se reflejaba en sus besos; mordía mis labios y gemía en mi boca, pero no cedió. Después de largos minutos pude sentir el calor de sus nalgas sobre mis muslos, señal de que había penetrado todo dentro de ella.
_ Pacho, soy tuya al fin… No fue tan difícil… Te amo, mucho, mucho, mucho.
Y me tronó un besito de trompita. Se relajó y cerró los ojos. Yo masajeaba sus nalgas, pero no me atrevía a moverla, por miedo a lastimarla. Pasados dos minutos ella inició un leve movimiento adelante y atrás, arqueando su cuerpo ligeramente; lo hacía muy despacito. Le di su espacio; no me moví ni hice nada más que sobar su cintura y sus caderas. Después de unos instantes escuché sus primeros gemidos, también despacio y agudos. Sus movimientos se hicieron más evidentes con el paso de los minutos pero eran lentos; más bien ejercía presión sobre mi miembro. Era divino sentir su cuerpo caliente encima de mí, mi pene prisionero de su estrecha feminidad bañando en fluidos y gel. De pronto, sentí una contracción de su sexo sobre el mío.
_ ¿Sentiste?
Me dijo, sonriendo.
_ Esto.
Respondió, y de nuevo sentí la contracción en su vagina apretándome.
_ Si.
Le dije.
_ Mi hermana me dijo que te gustaría. Qué bueno que te guste. Me gusta que te guste.
Inició a moverse de arriba abajo, despacio. Y sus gemidos fueron a más poco a poco. También el ritmo cadencioso de sus movimientos fue a más; en pocos minutos se movía en círculos; combinando arriba-abajo con adelante-atrás, quebrando su cintura. Su carita de dolor pasó a ser el de una mujer determinada y segura. Me cabalgó un rato largo. A pronto se detenía, porque se cansaba me dijo, pero no quiso bajarse.
_ Déjame seguir; me gusta mucho.
Se quitó los cabellos de la cara y buscó mis labios con pasión extrema. Me cabalgaba y me besaba gimiendo en mi boca. Se enderezó y yo aproveché el momento para lanzarme sobre sus bubis. Cuando tomé sus pezones en mi boca dejó escapar un largo:
_ Aaaaahhhhh!!! Qué ricoooo….
Tomé sus nalgas y movía sus caderas fuertemente sobre mi pene, jalándola hacia mí. Ella por respuesta incrementó el ritmo de sus movimientos, y sus gemidos fueron en aumento hasta casi gritar
_ Aaahh! Ahh! Ahh! Ahh! Ahh! …. Uummmhh!!
Yo tome sus labios y le abracé fuerte fuerte. Ella hizo dos movimientos de cadera más largos y se aplastó contra mi pene fuertemente deteniéndose de golpe y solo restregándose en una corta oscilación sobre mi miembro. Metió su lengua muy profundo en mi boca al tiempo que gemía, cuando sentí una serie alternada de contracciones en su sexo. Kelly había tenido su primer orgasmo conmigo.
Levantó su cara, que estaba perlada toda de sudor y me miró con amor y ternura infinita a los ojos.
_ Te amo Pacho…. ¿Te gustó?
Sonriendo, le respondo:
_ Yo aún no termino.
_ Uupps!!
Me dice coquetamente.
_ Pero has estado divina.
Le digo, y por respuesta me besa apasionadamente. Yo la muevo sobre mi pene, follándola, pero ella se levanta y me dice:
_ Ya casi estoy acalambrada aquí arriba de ti. Se sienta junto a mi y agacha su cabeza y empieza a hacerme un oral con el condón puesto, después de limpiarlo. Cuando estoy a punto de venirme le digo:
_ Oye, quiero venirme dentro de ti.
_ Noo!!
Me responde.
_ Con la protección puesta, hermosa.
_ Ah! Oki.. Sorry.
_ Ven, bájate del carro.
Se puso de perrito recostada en el asiento y yo detrás de ella. La penetré poco a poco, usando otro poco de gel. Fue la cosa más deliciosa sentirla durita y ver su trasero firme y grande iluminado por la luna. Inicio un mete y saca muy lento; todo afuera y luego hasta adentro, muy despacito, al tiempo que masajeo sus nalgas y las aprieto. Me había dejado a punto de eyaculación con su mamada, así que quise prolongar ese disfrute lo más posible. Sentía cerca el orgasmo y me detenía; un instante después seguí, igual, muy despacio. Después de unos minutos comenzó a gemir de nuevo, bien rico.
¬ _ Delicioso!! Me encanta así Pacho, sigue…. Te amoooo… Aaahh!! Aaahh! Uuummhh!!
La sentía temblar cuando la acariciaba mientras le follaba lentamente, sobaba su espalda de arriba abajo hasta sus caderas y ella arqueaba su cuerpo hacia abajo parando más su delicioso trasero. El escucharle gemir me calentó sobremanera así que en pocos minutos casi no podía aguantar. Viendo que ella rápidamente se acercaba al orgasmo hice un esfuerzo sobrehumano por lograrlo y así fue. Ella se adaptó a mi ritmo lento y lo disfrutó igual. Se estremecía y veía hasta temblar su espalda y retorcerse al tiempo que sentí nuevamente los espasmos de su sexo sobre el mío, un instante después sentí borbotones de semen emanar de mi miembro en un increíble orgasmo. Fue tanta la violencia de mi eyaculación que por un momento tontamente pensé que podía reventar el condón.
Ella se paró sin salirse de mí, dejando sus nalguitas paradas hacia mí, con mi miembro aun dentro de ella. Giró su cabeza y busco mis labios, que beso con ternura infinita y pasión luego, mientras yo le acariciaba libremente sus bubis.
_ Fue increíble! No pensé que el sexo fuera tan hermoso… Te amo Bacho…
_ Mi niña linda… Yo te quiero mucho también… Gracias por todo esto…
_ ¿A qué hora quedaste de regresar?
_ Le dije a mi tío que tal vez fuéramos a bailar. Tengo permiso como hasta las dos de la mañana.
Apenas eran las diez de la noche.
_ ¿Vamos a mi cuarto?
Le dije.
_ Llegamos por enfrente a pie, nadie se dará cuenta. Luego hacemos como que llegamos en el carro por detrás.
_ Me gusta tu idea. Será más íntimo… Pero… ¿Puedes metérmelo otro poquito aquí antes de irnos? ¿Siii? Porfa…
La siguientes dos semanas se me hicieron un día…Hubo más sexo que las dos primeras de mi luna de miel…
Pero esa es otra historia…
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