mi prima mariquena
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esto sucedió cuando yo tenía 17 años y mi prima 13. Marikena era una nena encantadora, petisita, de 1,60, con lindas piernas y una cola redonda, perfectamente Redonda, por la cual muchas veces había discutido con borrachos del barrio. Unos pechos pequeños, como casi todas las mujeres de mi familia, pero que tenían el tamaño suficiente para ser apetecibles cuando usaba camisetas pegadas al cuerpo. Lo que más me atraía de ella era su boca, con labios grandes y carnosos que se movían de una forma muy sensual cuando hablaba. Tenía ojos grandes de color marrón y era bastante cachetona.
Yo solía molestarla por eso y ella se hacia la enojada y se me tiraba encima para pegarme y hacerme cosquillas, que yo correspondía siempre. Desde muy chicos fuimos siempre muy unidos y como sus padres estaban separados, cuando mi tío se iba a trabajar muchas veces yo iba a cuidarla o ella venía a mi casa.
Yo jamás la había mirado como a una mujer, pero más o menos para la fecha que cumplió 13 años, su cuerpo empezó a desarrollarse a pasos agigantados. Siempre que la veía volver de la escuela con su ropa de colegiala me quedaba embobado mirándola, pero mi mente me decía que no debía mirarla, que no debía pensar en ella, que no debía espiarla mientras se cambiaba. Nunca le hice caso a mi mente.
Llegaron las vacaciones de verano y a los pocos días de comenzar Vacaciones celebramos el cumpleaños de mi hermano en el Quincho de la familia, un hermoso predio con árboles y una linda piscina al que siempre íbamos en verano. Tanto a Marikena como a mí nos encantaba nadar y siempre que íbamos estábamos la mayor parte del tiempo en el agua, por lo tanto, durante todo el viaje no pude dejar de pensar cómo se vería su nuevo cuerpecito en traje de baño. Lo comprobé ni bien baje del auto: Mi prima estaba sentada en la mesa con su traje de baño puesto, cuando me vio bajar del auto salió disparada hacia mí y salto a abrazarme. Mientras corría por los pocos metros que nos separaban, pude ver que sus pechos habían aumentado considerablemente de tamaño, sin llegar a ser grandes, ya tenían un tamaño de lo más apetecible. Verla correr hacia mí fue glorioso, aquellas hermosas tetas rebotaban sin parar, el traje de baño le cerraba en el pubis, apretándoselo y dejando una pequeña marca en el medio de este.
– ¡Primo! – me dijo luego de darme un sonoro beso en la mejilla – ¡Te extrañe! – Cuando dijo esto caí en la cuenta de que no nos veíamos hace varias semanas. Yo también la extrañaba, siempre la extrañaba cuando no la veía pero esta vez era distinto, ahora quería verla, mirarla, apreciarla, no quería que charlemos como siempre hacíamos. No quería ver a mi Prima, quería ver a Marikena.
Después de saludar al resto de mi familia, Marikena volvió hacia la mesa donde se encontraban mi tío (hermano de mi madre) y mi tía, a quienes salude con cariño. Mientras mi familia y yo nos poníamos cómodos y mi padre comenzaba a prender el fuego para hacer el asado, mi prima se sentó a mi lado y me abrazo. Que tibio estaba su cuerpo.
– ¿Nos metemos a la pile un rato? Dale, dale, dale!
– Ahora no Maru, después – Dije como decía siempre, aunque por primera vez quería meterme con ella de inmediato, quería tenerla apartada, quería ver su cuerpo mojado en su traje de baño azul oscuro
– ¡Sos malo! – Dijo separándose de mí y cruzando sus brazos. Siempre que hacia esas escenas inflaba los cachetes y sacaba los labios para afuera, como un pato. Siempre me había dado gracia ese gesto pero esta vez hizo que mi pantalón diera un pequeño salto – ¡Ahora me voy a meter yo sola! – Dijo sin cambiar la cara y se encamino hacia la piscina que estaba a unos cincuenta metros del quincho, aun con los brazos cruzados. Me tome medio segundo para admirar como movía el culo al caminar, movía la cadera un instante antes de dar cada paso, haciendo que sus nalgas rebotaran de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha. Fue todo un espectáculo.
– – ¡Andáte Nena! ¡¿Quién te auspicia?! – Dije haciéndome el gracioso y procurando salirme de esa hipnosis.
Charle durante dos o tres minutos con mi tío y mi tía, hasta que mi papa me dijo:
– Anda a meterte un rato con Mari si queres, así no está sola. Total falta un montón para la comida. –
– Ehh… Bueno, falta mucho? – Dije ya levantándome. Amaba a mi viejo.
– Si, como dos horas ponele, anda meterte un rato que hace un calor de cagarse.
No le conteste, agarre mi toallon blanco y camine hasta la piscina, mientras me iba acercando iba pensando en ella, no podía pensar en otra cosa. Cuando estuve ya junto a la pequeña pared de ladrillos blancos que separaba el césped del suelo de cerámicas sobre el que estaba la piscina, la vi nadando de un lado al otro. Tenia sus cabellos rubios totalmente mojados y lacios por estar mojados, sin las ondas que caracterizaban su peinado. Apoye el toallon sobre la pared y me acerque al borde de la pileta.
– Hola Maru, me puedo meter?
– No, estoy enojada – Dijo con cara de seria, dejando ya de nadar, se acercó hasta la otra punta y subió sus codos sobre el borde, dejando sus pechos tirados totalmente hacia adelantes, haciendo que parezcan enormes. Sus pezones se le marcaban como dos timbres.
– Y que puedo hacer para que me perdones?
– Hace el Delfín – Su expresión cambio a una sonrisa que me derritió.
– No, eso no – El delfín era un clavado que yo hacia siempre cuando éramos más chicos, ella sabía que me daba vergüenza hacerlo.
– Hacélo o no te metes – Dijo cruzando nuevamente los brazos
– Bueno, si insistís. – Dije dando unos cuantos pasos hacia atrás. Tome impulso, corrí y salte lo mas alto que pude, con las piernas estiradas hacia atrás y haciendo el ruido de los delfines, o algo parecido.
Caí muy cerca de ella, abri los ojos abajo del agua y vi sus piernitas pataleando, me acomode atrás de ella y Salí a la superficie, abrazándola fuertemente desde atrás pero sin apoyarla. No quería que se enoje.
– Te extrañe Maru – Le dije abrazándola ahora mas fuerte, rodeándola totalmente con mis brazos y rozando apenas con estos el borde inferior de sus pechos.
– Yo también te extrañe Tontito – Dijo y pego su cola a mi entrepierna, haciendo que el bulto de mi pantalón quedara justo entre sus dos cachetes
– ¿Qué haces? – Dije yo apretándola mas fuerte contra mi y hundiendo mas mi entrepierna.
– ¿Te molesta? – Me dijo girando su cabeza hacia mi.
Quedamos muy cerca el uno del otro, tenía esos labios carnosos que me volvían loco a un par de centímetros. El bulto terrible que se me había armado se metía cada vez más fuerte entre sus dos nalgas, la sensación era fantástica. Nos quedamos callados mirándonos como por dos minutos, nuestros ojos se iban de los ojos del otro a los labios y de nuevo a los ojos. Cuando no me aguante más la apreté más fuerte, lo mas fuerte que pude, bajando una de mis manos hasta acariciarle la panza.
Ella me beso. Fue un beso hermoso, pasional, no como los besos inocentes que se dan los chicos por primera vez, este beso fue como el de dos enamorados que hace mucho no se veían. No se cuánto duro, pero fue largo, mientras ella jugueteaba con mi lengua yo oprimía cada vez mas mi cuerpo contra el suyo, acariciando su panza con una mano y pellizcando uno de sus senos con la otra. Nuestras bocas no se soltaban, ella se estiro y se dio media vuelta, quedamos frente a frente sin dejar de besarnos. Me empujo contra el borde de la pileta, yo la agarre por los cachetes de la cola sin discreción alguna. Por un instante la imagen de mi familia a unos metros me aterrorizo, pero su lengua me trajo de nuevo a la realidad, y la realidad era que no me importaba. Mi mano izquierda subió hasta su nuca, agarrándola por las raíces del pelo para poder ahora ser yo quien introducía la lengua en su boca. Mientras: mi otra mano había ganado lugar en el trasero de mi prima, ahora sobaba toda su cola con una sola mano y suavemente comenzaba a pasar mi dedo índice por la raya que se formaba en su bañador. Abrí los ojos, ella seguía dejándose besar y manosear, aun con los ojos cerrados. Me dispuse a finalizar el beso, agarrándole la cara con las dos manos y llevándola muy despacio hacia atrás.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis segundos estuve para que finalmente nuestras lenguas estuvieran totalmente separadas. Ella abrió los ojos y sonrió. Yo no le soltaba la cara y no dejaba de mirarla. Estuvimos mirándonos con deseo nuevamente, ahora por mas de un minuto, otra vez en silencio. Ella nuevamente tomo la iniciativa y me empujo, haciendo que mi espalda golpeara el borde de la pileta, para luego darme un beso mas fuerte que el anterior, moviendo su lengua rápidamente, mientras que frotaba mi pecho con una mano y la otra se dirigía a mi entrepierna. Mi brazo rodeo su cintura y mi dedo índice volvió a pasar por la zona donde su bañador se marcaba, pero ahora con mas violencia, haciendo fuerza con toda la mano de manera que ella quedara media cabeza por encima mio, besándome desde arriba, con la cabeza inclinada. El beso se corto abruptamente, me miro de nuevo a los ojos y luego apoyo su cabeza en mi hombro.
– Te amo – Me dijo, haciendo que se me aflojaran los brazos, volviendo ella a quedar a su estatura natural, media cabeza por debajo mio. Me quede en silencio.
– Yo también te amo Marikena – Dije sin estructurarlo antes, por lo cual mi voz salio algo entrecortada. De todas maneras yo no había pensado en decir eso, yo no había pensado en decir nada, las palabras surgieron solas. Ella volvió a mirarme con sus ojazos, desarmándome, para luego abrazarme y pegar su cabeza a mi pecho.
Estuvimos abrazados un buen rato, callados los dos. Yo acariciaba su espalda y la besaba en la mejilla, por un momento había dejado de pensar en ella como una mujer y había empezado a pensar en ella como una mujer a la que amaba, aunque no puedo asegurar si era Amor lo que sentía. En el silencio escuchamos la voz inconfundible de mi Tía diciendo “¡Trucomierda!”, lo que significaba que habían empezado a jugar a las cartas. Mis tíos llevaban mas de 8 años divorciados pero se veían una o dos veces al mes y jamás discutían, al contrario, se reían y hacían bromas todo el tiempo.
– Están jugando al Truco – Me dijo ella al oído, como si fuera un secreto – Así que falta aún para que
comamos… – Dijo y se separó levemente de mí, bajando una mano desde mi pecho hasta mi entrepierna y cruzando el otro brazo por detrás de mi cuello. Nuestros labios se unieron nuevamente en un tercer beso, ahora más tranquilo que el anterior, pero más sensual, degustando la lengua del otro poco a poco. Mis manos no tardaron en buscar nuevamente su cola, ahora agarrando cada cachete entero con una palma. Ella rió al ver cómo le apretaba las nalgas.
– ¿Desde cuándo te gusta tanto mi culito? – Dijo mirándome con cara de picara. Lo apreté más fuerte.
– Desde que vos empezaste a decir malas palabras, pendeja – Le dije dándole un pico rápido para que hablara y aflojando un poco mis manos pero sin soltarle la cola.
– Ah, desde hace rato entonces – Y se prendió a mi cuello, comenzando a besarlo desde el costado, mordiéndolo despacio y después un poco mas fuerte. Por un segundo se acercó a mi oído y susurro nuevamente – Pajero –
– Vos también estas usando las manos nena – Le dije con tono gracioso, pues ella empezaba a apretarme el bulto cada vez más fuerte.
– Pero yo nunca te había mirado ahí. Cuando me abrazaste hace un rato me entro curiosidad – Me dijo
mirándome a los ojos de nuevo y tocándome por arriba del pantalón, como explorando el tamaño y la forma.
– Yo te abrace pero la que me apretaste fuiste vos – Le dije agarrando con las dos manos su cintura y atrayéndola lo mas que podía hacia mí, quedando pegados. Ella no dejaba de tocarme, yo estaba a mil, no podía aguantar mas… Y si me seguía tocando… Uff…
La bese de nuevo, esta vez con furia, sin dejarla casi respirar, agarrándole bien fuerte el culo y metiendo el dedo del medio por la raya del bañador. Ella soltó mi boca y lanzo un leve gemido que me destruyo el cerebro, la di vuelta violentamente y la apreté contra mí, quedando de nuevo incrustado entre los cachetes de su cola. Me beso de nuevo como la primera vez y yo empecé a tocarle los senos sin descaro, amasándolos y dándole suaves apretones, jugando con sus pezones que se marcaban sobre la tela. Luego de amasarle las tetas un buen rato, mi mano izquierda bajo hasta su entrepierna, donde por la mañana había visto esa pequeña marca que tanto me había gustado. Note que el traje de baño le quedaba o chico o muy muy justo, porque en su entrepierna le apretaba terriblemente. Ahueque la mano y comencé a rozarla con el dedo índice, sin dejar de besarla ni de estimularle uno de sus pezones, con mi pene incrustado aun entre esas dos nalgas perfectas. Cada vez que nuestras bocas se separaban podía escuchar un leve gemido que me excitaba cada vez mas. Mientras mi dedo índice se aventuraba cada vez mas en su rajita, el resto de mi mano acariciaba el resto de su zona púbica, corriendo poco a poco su bañador, hasta que por fin cedió y pude introducir la punta del meñique entre sus labios vaginales.
– Ahhh… Si… – Gimió mi prima soltándome la boca – ¡Ay! – Gimió de nuevo, levantando un poco la voz, la bese de nuevo para que no gritara cuando incruste mi dedo hasta el fondo y comencé a girarlo en círculos. Ella junto las piernas un poco y luego las soltó de nuevo, la estaba estremeciendo. Mi dedo anular fue de a poco acompañando al anterior, lubricándose automáticamente con el agua de la piscina y los fluidos que había expulsado ella después de tanto frotarnos. Me soltó la boca nuevamente y se acercó a mi oído, deje de mover los dedos – … Te…Te amo –
No aguante más. Metí mi mano por debajo de mi pantalón y saque mi pene afuera, estaba totalmente erecto. Lo frote un poco contra sus muslos y tocar su piel erizo la mía. Fui empujando de a poco ayudándome con la mano, hasta que comencé a frotarlo contra el espacio que había abierto de su traje de baño. Era realmente incomodo porque le quedaba muy ajustado, pero poco a poco iba encontrando camino hacia la entrada de su vagina, por fin después de eternos segundos, la punta de la cabeza estaba en la puerta. Ella me dio un beso corto y me susurro al oído.
– Metéla –
… Obedecí.
Primero entré solo la punta de la cabeza. Ella suspiro y busco mi boca nuevamente. Verla así, de espaldas, con el cuello arqueado y con la cola pegada a mi entrepierna me excitaba a sobremanera y me obligaba a metérsela toda, sin cuidados, pero algo adentro mío me lo impedía. Poco a poco fui deslizándolo hasta que toda la cabeza y un cuarto del tronco estuvieran adentro, ella me besaba y tenía ligeros espasmos. Mis manos la tomaron por la cintura y la saque toda, dejando apenas un centímetro de la cabeza adentro, empuje de nuevo y se la enchufe hasta la mitad, ella me mordio el labio y solto un suspiro fuerte, yo la bese de nuevo, procurando que no gritara y se la metí hasta el fondo, nuestros labios se separaron.
– ¡ Ahhhhhhhhh ¡
Mierda. ¿La habían escuchado? Sabía que tenía que sacársela rápido, pero no podía, el placer era demasiado grande, le tape la boca con la mano y apretándola contra mí, comenzó el metisaca, procurando mover su cintura junto con la mía para que no le doliera demasiado. Estuvimos así medio minuto, ella me mordía la mano y se agarraba del borde de la piscina. Le saque la mano de la boca y la bese rápido, aunque llego a dar un suspiro que me éxito aun mas, pase mi mano libre por debajo del bañador y empecé a tocar sus tetas, sin cuidado alguno, apretándolas fuerte, amasándolas en el poco espacio que tenía entre su pecho y la tela del traje de baño. El placer era inconmensurable, sabía que ella también lo estaba disfrutando porque me besaba con mas pasión que antes y correspondía mis embestidas moviendo su cadera.
Nada nos podía molestar, el placer era total, sabia que en cualquier momento alguien podía aparecer y vernos, pero la embestía cada vez con mas fuerza, pellizcaba sus pezones y ella había girado ligeramente para pasar sus manos por mi pecho y poder besarme mas cómoda. Yo seguía penetrándola y besándola con fuerza, hasta que ella se separo de mi boca y empezó a temblar, estaba acabando. En ese momento me di cuenta que hace varios minutos estaba aguantando mi orgasmo, no podía acabar dentro de ella, no podía pero no podía parar. Cuando reaccione era muy tarde, me estaba descargando a grandes chorros dentro de su vagina mientras que ella temblaba y gemía, la bese rápido para que no alertara a nadie. Me abrazo y continuo teniendo espasmos, que fueron siendo cada vez mas leves hasta que se detuvieron por completo. Estuvimos varios minutos así, tan juntos como pueden estar un hombre y una mujer, tan callados como pueden estar un hombre y una mujer, hasta que ella rompió el silencio y me dijo en voz alta.
– Te amo.
– Te amo.
El silencio volvió, no pensábamos separarnos, nada podría separarnos, yo leía su mente y ella la mía, y ambos pensábamos en lo mismo, en morirnos ahí, uno junto al otro, después del mejor orgasmo de nuestras vidas. Pero entonces escuchamos el ruido mas espantoso del planeta, al menos el ruido que menos queríamos escuchar:
– ¡Chicos! ¡Vengan a Comer!
Marikena se separo de mi y me abrazo nuevamente. Clavo su mirada en mis ojos, otra vez silencio. Otra vez nos quedamos quietos. Estuvimos así mas de medio minuto, hasta que ella me dedico una sonrisa tan hermosa como solo puede ofrecer una adolescente enamorada.
– Vamos a comer, tontito – Dijo muy despacio, casi en un susurro, para luego darme un ultimo beso, corto y dulce. Justo en los labios.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!