Mi prima y yo unidos para siempre.
Hola gente, hoy les vengo a contar una anécdota de creampie que me pasó en mi adolescencia. Ahora que ya soy mayor aún lo recuerdo con mucha precisión. Espero les guste; tengo que aclarar que tuve el consentimiento de mi prima..
Y mi historia comienza así:
Mi prima y yo, éramos apenas unos adolescentes, nos llevábamos 4 años de diferencia cuando sucedieron esos actos íntimos entre los dos. Ella venía de visita todos los días, y todos los días entraba a mi habitación a ver televisión, me acompañaba a ver entretenidas series y caricaturas propias de nuestra edad.
Para ese entonces, yo ya experimentaba tocarme, las hormonas me volvían loco. Era un adicto al placer, ya conocía el orgasmo y me gustaba sentir salir el semen de mis entrañas. Ella aún no sabía nada de sexualidad (o al menos eso yo pensaba), su mentalidad era juguetona, no pasaba de ahí.
Todo empezó por causa de una compañera de clases. Ella se sentó encima mío durante largo tiempo, rápidamente sentí como se encendió mí cuerpo y aquello comenzó a engrosarse, sentía una ganas de abrazar a mi compañera y lo hice. Lentamente y con timidez empecé a pegarla a mi cuerpo, aquella sensación era indescriptible pero lo más placentero era ver su expresión de asombro al sentir que algo palpitaba abajo de ella y es que, con un poco de esfuerzo, lograba hacer palpitar mi pene para que ella lo sintiera. Regresé a casa con unas ganas tremendas de sentir aquello que era nuevo para mi, para entonces me topo con mi prima en mi habitación.
Todo iba normal, nos sentábamos casi juntos en la cama y nos tocábamos con inocencia. Pero ese día yo me sentía diferente, sentía muchas ganas de repetir la escena del colegio y venirme (porque sí, empecé a eyacular de tanto calor y justo se levantó mi compañera de mis piernas, cómo me encantó sentir salir mi semen).
Empezamos a jugar a las cosquillas y en una de esas, ya cansados terminamos abrazados. Fué en ese momento cuando olí su aroma, sus feromonas y sentí su cuerpo junto a mí, que algo estalló dentro de mí, pero no paso nada más, ese día ya en la noche tuve el mejor orgasmo que uno pueda tener en un baño.
Los días pasaron, las veces a solas en mí habitación con mi prima se repetían y yo buscaba pretextos para abrazarla y respirar sus feromonas (me volvía loco). Hasta que, en un día de esos que la tenía abrazada a mí, sentí como ella se sentía más caliente y se dejaba por más tiempo, supe que era el momento, nos sentamos de manera que ella quedó arriba de mis piernas y empecé a repetir lo del colegio. Aquella sensación fué muy placentera, pero lo más placentero fue ver cómo se puso seria cuándo empezó a sentir los latidos de mi pene chocando con sus muslos. Estuvimos así cinco minutos y solo me tocó y me dijo que me sentía más caliente y yo le respondí con un: Aaaaaaah, aaah, aaaaaah, aaah, aah. Me había venido, la abracé más fuerte y para mí sorpresa ella empezó a hacer movimientos circulares y a sonreír. Los movimientos hicieron que se nos mojaran las ropas del semen que estaba saliendo, pero ella no lo notó.
Al siguiente día yo me sentía muy apenado por lo sucedido (aunque ella no reparó en mí eyaculación) y de nuevo para mi sorpresa, jugando a las cosquillas, se sentó arriba de mí y me dijo: abrázame. Yo instintivamente sin pensarlo, comenzaba a hacer lo que tanto nos gustaba. Lo hicimos unas siete veces y en todas sentía un increíble orgasmo y ella lo notaba y más cariñosa se ponía.
Con el pasar de los días, subimos de grado las caricias pero pasaba lo negativo y es que cuando estaba a punto de culminar, éramos interrumpidos. Eso le disgustaba bastante y siempre se despedía con un: nos vemos mañana para eso.
Parece un cuento inventado, pero cuesta creer que dos personas tan cercanas en sangre se quisieran de alguna forma «acercar» más entre ellos. Un día, cómo de costumbre, la tenía abrazada y ella se volteó y se dejó caer en la cama boca arriba, yo instintivamente y sin pensarlo me le subí y le abrí las piernas. Fué la mejor idea que se le pudo haber ocurrido, pues los latidos de mi pene si que los sentía mucho más, llegó un punto en el que quería gemir y solamente refugiaba el rostro en una de las almohadas laterales. Yo por mi parte me volvía loco, me gustaba ver la expresión de sorpresa cuando sentía que me venía, aunque todo fuera por encima de la ropa (porque ella ya sabía todo el rollo).
Fue en una de esas veces qué, ella llegó con un fuerte aroma que me volvía loco, (supe cuando tuve más edad, que ella en ese momento estaba en sus días fértiles). La ví muy hermosa y su cuerpo me provocaba tartamudez. Aquél día ella estaba más relajada, más cariñosa, más entregada y yo, cómo de costumbre empecé a frotarme con ella. Llegó un momento en el que, ya no era un frotarme, sino un frotarnos mutuamente y que bien lo hacía, aquello casi me dió fiebre. Sin pensarlo, con la vista casi nublada, y al calor de nuestros cuerpos frotándose, me fuí acercando a sus labios y la becé. ¡Mi primer beso fué con mi prima! Y vaya beso, porqué algo que la tomó por sorpresa terminó con un beso largo lleno de mucho cariño y placer, me volví loco y grité mi eyaculación, sentía como ella me apretaba a su cuerpo y ponía los ojos en blanco… Fuimos descubiertos.
Con el pasar de los días, fuimos más vigilados… Éramos unos adolescentes calientes y fuimos descubiertos, poco podíamos hacer y las pocas veces que se descuidaban lo hacíamos, siempre arriba de las ropas.
Pasado un tiempo, la dejé de ver… Para ese entonces yo eyaculaba todos los días, me gustaba ver salir mi semen como todo un puberto hasta que me enamoré, me enamore de una gran chica en mi colegio y mis instintos sexuales pararon. Con el paso de los días fueron pasando cosas hasta que ya no pensaba en mi enamorada (llevaba un mes y medio sin interés sexual pero apenas una semana y media sin eyacular, sin tan siquiera tocarme). Para mí gran sorpresa, una mañana llegó mi prima.
Al parecer, su grupo no tenía clases aquel día y por ende ella tenía día libre, por motivos de su familia se quedó a cuidar con nosotros. Al principio tuvimos una plática pero conforme pasó el tiempo ella buscaba la forma de pegarse a mí, yo no mostraba interés, me sentía roto por dentro por lo que había pasado en el colegio.
Conforme pasaron las horas, fuí notando cómo ella hacía cosas que antes no hacía. Ahora se acariciaba lentamente, abría sus piernas y me miraba de una manera muy diferente. Hasta que, en cosa de instantes, deslizó su mano y se empezó a frotar mientras se mordía el labio inferior. Aquella escena me prendió como fósforo de cocina. Me fuí acercando lentamente, y ella empezó a levantar sus manos hacia la cabecera de la cama y a abrir sus piernas mientras me veía sonriendo, estaba completamente sumisa a mí.
Yo, algo tímido me pegué a su cuerpo y la abracé lentamente y con una ternura. Ella seguía en esa posición, blanda y sumisa pero con una sonrisa traviesa. Me acerqué a su cuello y empecé a oler sus feromonas, rápidamente supe que ella estaba en esos días fértiles. La empecé a sentir y ver como una chica muy hermosa y mi cuerpo empezó a corresponder con hormonas que hicieron que ella me viera muy bonito. No tardé en besarla y ese beso me hipnotizó, comencé a frotarme con ella y ella correspondió pero su miraba y sonrisa eran diferentes, rápidamente supe que quería más.
Jamás habíamos tenido relaciones sexuales, el placer no pasaba de caricias, besos y frotación. Pero aquél día ella empezó a deslizarse la ropa y a quitársela lentamente y eso me ponía más caliente.
Finalmente no resistimos, llegó un momento en el que estábamos tan decididos qué, lo hicimos al mismo tiempo, nos desnudamos y nos metimos bajo una sábana gruesa.
Así desnuda, la abracé pero se sentía distinto. Tocar mi cuerpo caliente con su cuerpo caliente me hizo tener algunos ligeros cambios en mí. Mi pene se puso más duro, más largo y más grueso. La respiración se me aceleró y los latidos del corazón eran más rápidos. Me hervía la sangre y cada vez más quería besarla.
Al principio fue algo incómodo porque después de los besos intensos no quiso dejarse penetrar y yo respeté. Pero al cabo de unos minutos después, ella mismo lo introdujo en su zona, aquello me hizo feliz.
Al principio se sintió más caliente, luego un enorme placer nos invadió y comencé instintivamente a meter y sacar, cada vez más rápido, más fuerte.
Sus gemidos me hipnotizaba, de por sí me encantaba su voz (no había nadie en casa aquel día, era la oportunidad perfecta y nosotros lo sabíamos, nos dejamos llevar). Cada gemido de ella hacía eco en lo más profundo de mí. Sentía como un líquido salía de ella y envolvía mi parte y hacía todo más fácil y placentero, sentía también como poco a poco nuestros cuerpos quedaron enganchados y no queríamos soltarnos.
Ver a tu prima con los ojos cerrados, con la boca abierta gimiendo fuertemente mientras la agitas y hueles sus feromonas no tiene precio. Y mucho menos tenía precio la succión que se sentía al meter y sacar de ella nuestro placer. No podía parar, y yo quería lograr eso que veía en esas páginas prohibidas. Quería sentir y ver un creampie…
Ella no tardó en notar como mi respiración se fue haciendo más pesada, mí abrazo más fuerte, mis gemidos más presentes y mi placer mucho más apretado, hasta que de la curiosidad me dijo: ¿Quieres venirte ahí? Yo sin palabras le hice un gesto con la cabeza y ella solamente me dijo: Hazme tuya. Aquellas palabras penetraron profundamente en mi ser y poco a poco empecé a acelerar. Sabía que era mi momento, sabía que iba a lograrlo y que pasara lo que pasara en ese momento, yo no iba a parar.
Finalmente, sentí un fuerte gemido de ella y fue la señal… Comencé a ponerme muy tenso y en un abrir y cerrar de ojos grité como nunca lo había hecho en mi vida. Acto seguido, comencé a sentir que algo salía de mí, un bombeo constante, caliente, desprendìa un fuerte olor y se estaba depositando en el interior de mi prima.
Supe enseguida que era mi semen, saliendo con tremenda fuerza y en un bombeo constante. También sentía como ella lo «succionaba» de alguna manera. Solamente empecé a decir: No me para de salir, aaaah, aaah, Aaah, aaaah. Ella había alcanzado el orgasmo porque no paraba de gemir mientras reía pero de forma muy brusca mientras jadeaba con fuerza. Tardé 45 segundos eyaculando, instintivamente elevé la cadera de mi prima para asegurar el depósito, ella empezó a hacer movimientos circulares y tuve una segunda eyaculación. Aquello para mí parecía entrar en un trance, un trance de puro placer.
Cuando terminamos, la acompañé al baño solo para observar cómo le salía de a poquito y a ratos. Me dijo: ¿Esto es el semen? Y yo le contesté orgulloso que sí. Se veía asombrada y aún caliente.
Lo volvimos a hacer unas cinco veces, pues a ella le gustó sentir mi eyaculación pero yo después de la quinta vez ya no tenía nada que ofrecer. Aquel día, después de terminar todo, me quedé dentro de ella durante un buen rato, abrazados. Ahí sentimos que estábamos más unidos que nunca, ya no era mi prima, en esos momentos era mi mujer y yo su hombre.
Pasaron las semanas y teníamos muchísimo miedo por lo que hicimos, pues no usamos protección… Fue una temporada demasiado estresante e irritante, pero para nuestra sorpresa ella jamás quedó embarazada. Jamás lo volvimos a hacer, pues teníamos muchísimo miedo y hasta la fecha.
Aún la veo, pero ya casi no hablamos. Ahora tenemos vidas distintas, pero de algo estoy seguro y es que cuando cruzamos largas miradas, puedo ver y sentir con claridad que nos decimos: «Estamos unidos desde aquel día», «Nos pertenecemos», «Somos uno para siempre».
Espero les haya gustado mi relato, puse muchísimo empeño en él. Está basado en hechos reales pero tuve que ocultar muchos detalles debido a que aquello pasó en la adolescencia. Feliz vida a todos.
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