Mi primer orgasmo
Aun no se si mi mamá estuvo de acuerdo en como se dieron las cosas.
Cuando tenía 11 años era becado en la primaria donde estudiaba, por esa razón mi mamá tenía que asistir a unas reuniones a las que llamaban escuela para padres, era los días sábado y tenían que asistir los padres de los becarios, de 9 a 11 de la mañana.
La mayoría de las mamás llevaban a sus hijos, los cuales jugaban en la escuela por lo regular al fútbol. Yo por otro lado siempre fui muy introvertido por lo cual no me gustaba ir, adema nunca me gustaron los deportes, razón por la cual era un niño llenito, pero como siempre fui alto, no al grado de ser gordito.
Un día que mi mamá regresó de la reunión, y mientras almorzábamos me dijo que en la clase había ido un doctor y hablaron sobre educación sexual y que tenía que explicarme algunas cosas. Terminamos de desayunar y estando en la recamara me pregunto sin ningún preámbulo si mi pene estaba creciendo. Me sentí muy apenado ante esa pregunta y más porque mis hermanas estaban hay presentes.
Me explicó que el doctor les pidió que tenían que revisar en sus hijos si el prepucio se retraía para evitar infecciones.
-creo que si ma, acate a decir
Me pidió que le mostrará, con toda la pena del mundo baje mi pantalón y mi ropa interior. Mi mamá observaba mi pequeño pene, que por los nervios y la pena estaba completamente en reposo, media apenas unos 6 cm, cubierto completamente por el prepucio.
Yo sabía bien que no bajaba ya que antes había intentado masturbarme con un primo de mi misma edad, pero no había tomado afección a hacerlo ya que tal vez por la falta de experiencia en esa ocasión no logré tener un orgasmo, o dolorcito rico como mi primo decía. Aún así en barias ocasiones con mi primo me había masturbado fingiendo terminar.
Cuando mi madre vio mi pequeño miembro lo tomó sin reparos con apenas dos dedos e intentó echar para atrás la piel, pero me dolió e instintivamente retrocedí.
-ya ves como aún no se hace para atrás, si no tu penecito no va a crecer, me dijo mi mamá algo burlona.
Mis hermanas observaban atentas soltando unas pequeñas risas, por lo cual me sentía aún más avergonzado.
-acuéstate en la cama, te voy a enseñar unos ejercicios que tienes que estarte haciendo para que baje.
Me recosté aun con mi pantalón y mi ropa interior abajo, volvió a tomar mi pene y compenso a subir y bajar el prepucio hasta donde se podía, fue tan extraño porque en ese momento yo sabía que lo que mi mamá hacía era masturbarme. Conforme lo hacía mi pene fue teniendo una erección, de apenas unos 10 cm, y mi glande rosado alcanzaba a asomarse solo un poco. Cuando noto mi erección, soltó mi ya excitado pene.
-y así te tienes que hacer para que te cresca tu penecito.
Todo paro en ese momento, me vestí pero aún sentía el calor de unas manos extrañas tocando mi virginal intimidad.
Una semana pasó y para ser honestos no hice los supuestos ejercicios, ya que la verdad nunca fui un niño precoz, de hecho casi nunca tenía pensamientos sexuales a pesar de que el tema ya no lo enseñaban en la escuela.
El sábado temprano mi mamá fue hasta donde yo estaba y me preguntó, si ya había bajado algo mi pielecita, como solo asentí, me pidió que le mostrará, de nuevo intento echarlo para atrás, como me queje, soltó mi pequeño miembro.
-hoy va a estar el doctor en la escuela, dijo que cualquier duda los lleváramos para que los revisara.
Entendí que era una orden y tenía que acompañarla a la escuela para padres.
Cuando llegamos a la escuela me encontré con algunos de mis compañeros y estuve platicando con ellos, en lo que las mamás recibían indicaciones del doctor.
Habían acondicionado una de las aulas como consultorio, tapando las ventanas con cortinas.
Dudo la verdad que el resto de las mamás fueran con la misma inquietud que la que tenía la mía, pero como era una mujer de rancho siempre tendió a ser muy crédula.
Cuando tocó nuestro turno, nos sentamos frente al escritorio donde estaba el doctor, un hombre robusto de lentes, de aproximadamente unos 40 años, de abundante bello, ya que cuando hacía anotaciones veía sus manos cubiertas de bello.
-¿dígame señora en que anda mal Toñito?
-mire hizo los ejercicios en sí penecito como nos dijo pero no le sirvieron.
Al escuchar eso vi como la mirada del doctor cambió, y me observó de arriba hacia abajo.
-mire lo voy a revisar, pasa de este lado niño.
Había instalado unas cortinas como las que hay en los hospitales separando las camillas.
-voy a necesitar que te desvistas completamente Toñito para hacerte el examen.
Me quede pasmado un rato sin saber como reaccionar ante tal petición.
-tranquilo, es solo para revisarte, aparte somos hombres, no pasa nada si te veo.
Penosamente me quite primeramente mi playera, dejando mi abdomen y mi pecho algo abultado y blanco ya que soy de piel muy clara. Luego me quite el pantalón y al final mi ropa interior, que era una trusa blanca.
Mi intimidad quedo completamente al descubierto, frente a la mirada de ese desconocido. Veía como su mirada se clavaba en mis geniales suaves sin ningún bello, y en mi culito de niño el cual era aún más blanco que el resto de mi piel.
Comenzó midiéndome completo, sentía como sus manos gruesas rozaba por todo mi pequeño cuerpo. Luego se incoó y me midió de la cintura a los pies, quedando su cara muy cerca de mis pompis de niño, sentía que se acercaba de más ya que podía sentir su respiración en ellas.
Me pidió que me recostara en un escritorio que estaba acondicionado como una camilla. Lo hice sin mayor reparo.
Aún no entiendo como mi mamá se quedó esperando del otro lado de las cortinas, sin preguntarse que pasaba dentro de las cortinas.
Ya recostado el doctor se paró a un lado de la camilla a la altura de donde quedaba mi cabeza. Bajo un poco su pantalón y su bóxer, dejándome ver su erecta verga, era grande y gruesa de unos 17 cm y más oscuro que el resto de su piel. Me sentí asustado al ver el miembro de un adulto y mas porque estaba tan cerca de mi rostro, incluso alcanzaba a detectar ese olor indiscutible de semen, ya que se veía tenía mucho presemen.
-mira hijo este es el prepucio y cubre el glande, estos ejercicios hay que hacerlos para que baje.
Me decía mientras se masturbaba frente a mi cara, dejaba al descubierto su glande mojado, mientras jalaba su prepucio hacia atrás dejándome ver por completo su miembro, lo acercaba tanto que en uno de sus movimientos, roso mi mejilla, dejándome un rastro de su presemen.
Sentí como si fuera una eternidad, quizá por la incomodidad que estaba experimentando, pero realmente se pajeo poco más de un minuto. Luego volvió a cubrir su miembro.
Entonces camino hacia abajo quedando a la altura de mi cintura, tomó mi pene con su mano y comenzó a revisarlo desde abajo, mi pene se veía aún más pequeño en esa grandes mano, con la otra comenzó a acariciar mas que revisar, mis pequeños testículos.
-tenemos que pararlo para poder revisarte bien.
Tomó mi pequeño miembro y comenzó a masturbarme. Como lo hacía muy brusco, no pude evitar quejarme.
Rápido me soltó y se apartó para revisar si mi mamá no se había dado cuenta. Regresó rápido por lo cual supuse que mi mamá ya se encontraba distraída platicando con alguna de las señoras que estaban afuera.
-te voy a lubricar para que pueda hacer para atrás tu pellejito mi niño.
Se agachó y metió mi pollita en su boca, incluso alcanzaba a meterse también mis huevitos, sentía como si lengua jugaba con mis geniales, tengo que admitir que se sentía muy bien ya que succionaba por completo mis apenas 10 cm de inocencia. Mientras ese hombre me daba mi primer felación, con sus manos levantaba mi cadera con sus manos, jugando con mis nalguitas, sentía como me las apretaba y con su dedo buscaba mi pequeño, cerrado, y virgen anito.
Me estuvo chupando cerca de 2 minutos hasta que se apartó y dirigió su boca a mi pequeño hoyito, siguió masturbándome con una mano, notaba que mi frenillo se día cada vez más dejando al aire mi rosado glande, mojado por su saliva. Con la otra mano abría mis nalguitas metiendo un poco su lengua en mi apretado orificio, sentí como una descarga eléctrica y por fin sentí ese dolorcito rico que decía mi primo.
Vi como de mi pene salía un líquido algo espeso y transparente. Sabía de que se trataba, en la escuela ya nos habían explicado lo que era una eyaculación. Cuando vio que brotaba mi semen de niño, dejó mi anito tranquilo para lamer hasta la última gota de mi primer orgasmo.
Cuando terminó de saborear todo el líquido que dieron mis pequeños testículos. Se levantó y me pidió que me vistiera. En lo que hacía unas anotaciones en un libro.
Los dos salimos hasta donde estaba mi mamá, que se encontraba platicando como ya lo había imaginado.
-señora su hijo se está desarrollando bien, no tiene de que preocuparse, pero si quiere puede llevarlo a mi consultorio a revisión cada mes.
Mi mamá le dio las gracias y nos retiramos.
-¿como te fue hijo, que te dijo? .
-nada, todo normal solo me midió y tomó unos datos.
Me sentía avergonzado por todo lo sucedido, ya que me había gustado lo que me había hecho ese señor, por eso no le dije nada de lo ocurrido, aunque muy dentro de mi sabia que estaba mal lo que me había hecho. Aún así no dejaba de pensar en todas las nuevas sensaciones que había descubierto e incluso pensaba en el pene que había tenido enfrente y como ahora tenía ganas de tocárselo no se porque.
Nunca fuimos a una consulta, pero tengo muy grabado como fue mi primer orgasmo.
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