MI PRIMER ORGASMO FUE CON MI PRIMITA 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por misterchuy1.
¡¡¡Hola!!!
Ya les conté como fue mi primera experiencia sexual, con mi primita a los ocho años, los dos, y que posteriormente se dieron muchos otros encuentros similares, durante los años que fuimos juntos a la escuela, tanto en la escuela primaria, como en la secundaria; aunque sin llegar a la penetración total.
Eso sucedió cuando estudiábamos el bachillerato, aunque no lo hacíamos en el mismo plantel, pues ambos se encontraban en rumbos diferentes de la cd. De México, pero que eran similares por pertenecer ambos a la misma “alma mater”.
Sucedió, que yo formaba parte de la rondalla de mi escuela, y en una ocasión, con el grupo, fuimos a la escuela donde estudiaba ella, a una convivencia musical; estando en el escenario, la ví discutiendo con uno de sus compañeros, que después supe que era su novio.
Sin importarme nada, me bajé del foro y me dirigí hacia ellos, parándome enfrente del tipo y recriminándole por su actitud, y el muy cobarde se retiró de inmediato sin dar explicaciones.
Al darse cuenta que era yo quién la defendía, me abrazó con fuerza, y me dio un gran beso en la boca, nadie sabía que éramos primos, y a nadie le sorprendió nuestra actitud; aún el director de la rondalla, aunque al principio se molestó conmigo, después me felicitó por mi actitud, y lo mismo hicieron mis compañeros y compañeras.
Tuve un poco de dificultad en recuperar el aplomo, pues ese beso despertó en mí todos los sentimientos hacia ella, que había escondido muy profundamente en mi corazón y que volvieron a surgir con tan tierna, efusiva y excitante caricia, que le devolví con toda la pasión, también contenida.
Me di cuenta que ella también sentía lo mismo, y, sin pensarlo mucho nos metimos en el primer hotel que encontramos. Yo, al mismo tiempo que estudiaba, trabajaba con algunos compañeros de la rondalla, cantando en bares y restaurantes del rumbo, y no me costó trabajo convencer al encargado del hotel ($$$$), que nos dejara entrar, pues ambos éramos menores de edad.
Ya en la habitación, le pregunté qué era lo que había ocurrido entre ella y su “novio”, me contestó que en ese momento le hiciera el amor, sin preguntar nada.
La volví a tomar en mis brazos y nos volvimos a besar, aunque esta vez con pasión, casi con furia, le quité la ropa muy lentamente, besando y mordiendo suavemente cada parte de piel que quedaba al desnudo, mientras ella hacía lo mismo conmigo, sintiendo ambos crecer la excitación hasta perder totalmente la conciencia de lo que éramos, solo recordando lo que habíamos experimentado juntos desde niños.
Al tenerla totalmente desnuda, me acosté sobre la cama, y le dije que pusiera su coñito en mi boca, mientras ella, con su linda boquita, tomaba mi verga con ella, haciendo un delicioso “69”.
Yo saboreaba sus jugos vaginales con gran placer, sintiendo como ella se estremecía, a cada instante de esa mamada, mientras que ella lamía mi tolete desde la base hasta la cabeza y luego se lo metía todo en su suave boquita, haciéndome sentir como si me recorrieran corrientes eléctricas por todo el cuerpo, hasta que solté en su boca todo el esperma contenido por mucho tiempo, mientras ella se venía en un orgasmo que nos dejó a ambos casi desmayados.
Antes de que ellas e recuperara, lo hice yo primero, acostándola boca arriba, y montándome sobre ella me dispuse a llenar con mi miembro su cuevita de amor.
Me pidió que fuera gentil, pues aún era virgen, lo cual me sorprendió un poco, pero al mismo tiempo me sentí feliz de ser el primer hombre en su vida.
En esos momentos, no le dije que también era mi primera vez, ni que todo lo que había aprendido, era por las lecturas de libros sobre sexualidad, y las pláticas con amigos que ya tenían experiencia, pero que apliqué en ese momento, para darle el mayor placer de que era capaz.
Le dije que no se preocupara, que la haría sentir el más grande placer que hubiera experimentado; sabía que tenía que hacerlo rápido, pero con cuidado, sabía también que le iba a doler, porque estaba apretadita, por eso empecé por excitarla aún más, y puse mis manos en sus hermosos senos, que semejaban dos pequeños melones, masajeándolos, tomando entre mis dedos sus rosados pezones, que se pusieron duros. Me incliné para besarlos, morderlos, chuparlos, sintiendo como ella se estremecía de pasión y llegaba a su segundo orgasmo, momento que aproveché, para abrir totalmente sus suaves, blancos y torneados muslos, metiéndome entre ellos y colocando la punta de mi durísima verga en la entrada de su vagina.
Recordando los consejos de mis amigos y mis lecturas, comencé a introducir mi miembro en su coñito y al sentir la telita de su virginidad, tomé impulso y de un solo empujón se la metí hasta la empuñadura, al mismo tiempo que cubría su boquita de rosa con la mía, acallando el grito naciente de la virgen en el momento de su desvirgación.
Esperando que su deliciosa cuevita se acostumbrara a mi tolete, continué saboreando sus labios de miel, en una cachondísima sesión de besos, que poco a poco calmaron su dolor, transformándolo en el más dulce placer, sobre todo cuando empecé a bombear mi verga dentro de su cálida funda, abriendo cada pliegue de su recién estrenado coñito, metiendo y sacando mi afortunado miembro dentro de ella, logrando que en pocos momentos tuviera otro orgasmo, derramando sus deliciosos juguitos en mi verga, la que , al sentir la calidez de su venida, dejó salir un verdadero río de lava seminal, que me hicieron ver chispas luminosas alrededor de ella y sentir que tocábamos el cielo, con la fuerza de nuestra primer venida juntos.
Poco a poco nos fuimos recuperando, pero mi verga no perdió su dureza, y aproveche para ponerla de “perrito”, metiéndosela una vez más de un solo golpe, haciéndola estremecer nuevamente, inclinándome para tomar con mis manos sus duros melones, metiendo y sacando mi verga con la fuerza de mis 17 años, haciéndola venirse otras dos veces antes de volver a llenarla con mi ardiente lechita, que se derramaba por los bordes de su vagina, que no alcanzaba a retenerla toda.
Al terminar nos abrazamos y besamos tiernamente, quedándonos profundamente dormidos durante casi una hora; al despertar, volvimos a besarnos y yo le pregunté qué era lo que había pasado con su “novio”, me contestó que le había platicado de mí y que estaba celoso, sobre todo, porque la había estado buscando y la encontró en el auditorio donde me vio cantando con mi grupo.
Yo le conté, que la idea del evento había sido mía, que organicé todo para volver a verla, sin imaginar lo que resultaría, y que convencí al director de la rondalla, para que lo propusiera y lo demás era historia; y que el verdadero propósito era el de volver a encontrarme con ella; ella me dijo que era lo que más había deseado, desde la última vez que nos habíamos visto. Entre tanto, nos seguimos acariciando y besando, y no necesitamos más para volver a encender la pasión, y concluimos ese delicioso encuentro con otra sesión de mete y saca, hasta venirnos una vez más.
Nuestra historia duró algunos años, hasta que ella se graduó en la facultad de medicina, donde conoció al que hoy es su marido; y yo seguí en la música, hasta convertirme en profesor y me casé con la hermana de uno de mis compañeros de la rondalla, con la que tuve muchos encuentros pasionales antes de casarnos, pero…esa es otra historia.
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