Mi primer pene
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me he animado a narrar esta historia real que ocurrió hace unos 30 años, cuando yo tenía unos 10 o 11. No es un sucedido muy porno ni muy erótico, sino casi un juego infantil de descubrimiento, que me imagino que a muchas y muchos les habrá ocurrido sin ir más lejos en ello.
Pues eso, que con 10 o 11 años (no recuerdo bien el año), era una niña que estaba en la edad en que empiezan los cambios de la pubertad, pero todavía más niña que adolescente. Pero mi hermano ya estaba bien desarrollado porque tenía 17 o 18 años (7 más que yo). Decir que yo sabía lo relativo al sexo la teoría, lo que venía en los libros de ciencia (esquemático, en aquella época los dibujos no eran muy explícitos en lo relativo a los órganos sexuales) y algunos comentarios en el colegio, pero los únicos penes que había visto eran infantiles de niños pequeños (en la playa o en piscinas); penes adultos, ni en los libros de ciencias ni en la vida real.
Y hete aquí que, un día buscando una prenda en el armario de mi hermano, pillé una revista erótica. No era pornográfica explicita con primeros planos, como se puede ver hoy en día en internet, pero se veían mujeres desnudas posando, tetas, culos y, lo que me llamó la atención, unos pubis poblados de pelos. Viendo mi chochín que todavía no había empezado a crecer la mata de pelo que sabía que tenían las mayores entre las piernas, esas fotos con vaginas peludas me llamaban la atención. ¿Y los hombres de la revista?; pues también peludos (no como ahora, que se depilan todo), pero, como he dicho, no había primeros planos de su sexo, pero sí se llegaba a vislumbrar penes, flácidos en algunas fotos, y en las menos, alguno se le había puesto tieso.
Esa revista se convirtió en un punto de encuentro morboso y curioso. De vez en cuando, me acercaba a la habitación de mi hermano y ojeaba la revista. Era como aproximarse a un mundo todavía cerrado para mi. Pero me pilló mi hermano.
Me puse colorada, y él también, así que no sabíamos qué decir durante un momento, hasta que se animó él a mirar la página que estaba viendo donde habían varias fotos de como una especie de concurso de misses…, pero en cueros, con todas las tetas y el chichi peludo al aire. Al comentar algo sobre los pelos que tenían esas mujeres, me preguntó mi hermano si yo no tenía. Noooo, le dije y se rió diciéndome que ya me saldrían en poco tiempo (eso ya lo sabía), y que él sí que tenía su pene y sus huevos con pelos. Lo podía intuir, porque mi hermano ya era mayor y tenía sus piernas con pelos. Cogió la revista y buscó una página donde se veía a un hombre desnudo con una mujer. "Yo lo tengo así de peludo", me dijo. "¿En serio?", respondí, pues la foto era de una pareja adulta, tetona ella y peludo él. "¿Quieres verlo?", fue lo que me dijo sonriendo como si fuera una apuesta. Yo afirmé con la cabeza.
Entonces, se abrió el pantalón y se empezó a bajar lentamente la ropa interior, enseñándome el vello púbico, que a mi me parecía un bosque de pelos. Y paró de bajar la ropa interior cuando empezaba a aparecer el pene. Dijo: "¿Sigo?". Y yo dije: "Sí". Estaba llena de curiosidad morbosa de ver un pene en primer plano. Y se bajó todo, pantalón y ropa interior. Ante mí tenía un pene y unos huevos adultos y peludos. No estaba el pene tieso, pero a mi me parecía entonces que era ya muy grande y grueso. "¿Qué tal?", me preguntó. "Bien, bien", solo respondí, que tampoco sabía muy bien qué decir. "Luego te enseño más", me dijo, porque no era un buen momento aquel.
Y esa misma tarde, después de la comida, como era verano, no teníamos nada que hacer, y me dijo que fuera a su habitación. Volvimos a coger la revista a mirar las fotos, y tras un rato me preguntó si quería que me enseñara más, como me había prometido por la mañana. "Sí", dije yo. Y, ya sin los problemas de la mañana de que nos pillaran, volvió a bajarse pantalones y ropa interior y volví a ver un buen y ancho pene con huevos colgando y todo con los pelos que tanto me llamaban la atención.
Me dijo mi hermano: "Ahora me vas a ayudar a que me crezca la polla". "¿Cómo?", respondí yo, que ya veía un pene muy grande, como para que creciera más, aunque suponía que se refería a que su pene subiese para arriba como se vislumbraba en alguna foto. Dijo él: "Mira, agárrame la polla y haz como yo te diga". Como novata que obedecía, miré su polla, y la agarré. Luego él cogió mi mano y empezó a subir y bajar por su pene. Al momento empezó a hincharse ese pene y cuando bajábamos la mano empezó a asomarse un glande rosa y brillante que también me llamaba la atención. En poco tiempo mi mano no abarcaba su pene y el glande rosa estaba totalmente fuera. Dejó mi hermano que yo siguiera con mi mano y así estuve un ratito con semejante pene entre mis manos. No se contuvo y acabó en mi inocente manita……
Y…, ejem…, aquella vez fue la primera vez que agarré un pene como Dios manda, grande, gordo, peludo, con grandes huevos (todo me parecía grande y supongo que porque yo era pequeña). Sí, ese pene era de mi hermano, pero mejor que sea en confianza que no un pene extraño, jeje. Me imagino que a mi hermano le gustaría que le agarrase el pene y le daría placer que yo se lo menease, pero el chico no me insistía mucho y más bien era yo la que parecía que le gustaba agarrar su pene. Decir que fueron varias veces en esas semanas las que le agarré el pene y se lo toqué, aunque después de varios minutos se lo guardaba y se volvía a subir la ropa (o sea, que nunca acabé de hacerle eyacular). Era normal, porque tocándole el pene en casa nos arriesgábamos a que alguien apareciese por la habitación y eso no lo queríamos. Recuerdo que una vez le toque el pene sin verlo o casi sin verlo. Era por la tarde a la hora de la siesta y estaba la persiana bajada porque hacía calor. En la habitación se estaba a oscuras y estaba mi hermano dormitando en la cama solo con el bañador puesto. Pasaba por allí y me dijo que me tumbara en la cama a su lado. Tenía el pene erecto erecto y se notaba en su bañador. Me dijo que si se lo podía tocar un rato. "Bueno", respondí. Y se bajó el bañador y se sacó su superpolla. Se la agarré y estuve un rato subiendo y bajando mi mano por su polla. Estábamos casi a oscuras, pero el palo tieso y caliente que era su pene sí que lo notaba en mi mano, jeje.
Y nada más. Fueron varias veces, que a mi me resultaron unos sucedidos muy instructivos porque ya vi de cerca y por mí misma como era un pene adulto, en estado flácido y erecto, cómo era su tacto y su forma. Y todo gracias a mi hermano.
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