Mi primer primo en incesto gay
Homero me enseñó las delicias del sexo entre primos.
Al ir creciendo me di cuenta que a todos los hombres de mi familia les gustaba las nalguitas de jotito (ese era yo), pero mi primer despertar a eso fue mi primo Homero el mayor de todos con 25 años cuando yo tenía 13.
Como ya saben vivíamos en casas distintas en el mismo terreno, y la familia de Homero era de 6 hermanos, 4 hombre y 2 mujeres. El cuarto de mis primos era muy grande con 4 camas matrimoniales sin división ni nada y cuando yo iba me quedaba con alguno de ellos pero nunca había pasado nada.
Homero estaba bien rico, de bigote medio ralo, de piernas muy peludas y la panza igual, delgado, jugaba fútbol, y tenía novia. Era alegre y juguetón, se daba su tiempo para jugar con los más chicos, tenía un grupo de amigos igual de sabrosos que el.
Un dia se habían ido a un río, y yo no fui porque tenia tarea, y fui con Rolando mi mejor amigo a hacerla, teníamos juegos sexuales pero nunca pasamos de ahí, le sobaba yo la verga y el las nalgas, tenía una vergota rosa, muy rosa con unos huevotes peludos de 2do de secundaria, y ese día paso lo mismo, pero esta vez quiso meter a la fuerza su verga en mi boca, lo rechacé, lo paré y me hinqué, le acaricié suavemente la vergota y le comí con los labios la cabeza.
Rolando se estremecía y temblaba y yo lamia más amoroso su verga, transcurrieron 20 segundos y sentí toda mi boca inundada de su leche que me comí por completo, se la seguí mamando porque la verga le seguía bien tiesa, me levanto y me metía el dedo… Y OÍMOS QUE SE ABRÍA LA PUERTA, nos vestimos y nos acostamos con los cuadernos como si estuviéramos estudiando, llegó su mamá y nos dijo “no han comido verdad”, ahorita hago.
yo le dije que me tenía que ir, que me estaban esperando y me fui, sabía que en la casa no había gente y quería masturbarme, me dolían los huevos.
llegue y al cruzar hacia mi casa pase por casa de Homero y me hablaron, pensé que era alguno de mis primos y fui corriendo, entre y el que estaba era El, muy bañado que se había venido del juego.
Estaba sin camisa, con una toalla, “traes bien mojado el cabello” le dije, y se zafó la toalla para secarse el pelo, quedo en unas trusas blancas, le quedaban a la medida, de tela gruesa, me le quede viendo directamente sus trusas y de golpe la verga se le paró, quedó dibujada hacia a un lado un fierro tieso debajo del algodón. Homero no dejaba de verme, yo iba en un short como de corredor playera y tenis y mi afán de ser rebelde, no usaba calzones así que el short quedó apuntando hacia arriba.
“Chiquita, te gusta ?, acariciala chiquita con la boca”, puse mi cara sobre su trusa que olía a jabón, le saque la verga, morena, mediana, babeando deliciosos hilos de su cabeza, me la metí todo lo que pude, me supo a gloria, volví a ponerme bien caliente, chupaba como loca su verga, “es tu paleta chiquita, chúpala”.
Me levanto y me volteo bajándome el short y poniéndose saliva en su verga, “si haces fuerza te va a doler mucho, déjate, te la voy a dar despacito” , y empecé a sentir su cabeza tocando la puerta de mi culito, sentí como entraba y se quedaba quieto, yo no pude más y me hice hacia atrás metiéndome toda la verga.
Sentí un dolor agudo pero no me la saque, me moví despacio metiéndola hasta el tronco en cada movimiento, así estuvimos hasta que me abrazo gimiendo y sentí como me llenaba por dentro de su leche, me la saco y me llevo a mi boca su verga aún escurriendo leche, la comí toda. “Ya eres mía chiquita” y me beso.
De ahí me siguió cogiendo y me abrió camino con sus 3 hermanos, pero será más adelante otra historia.
Les mando un beso para sus huevos.
Debe ser rico estrenar un jotito y enseñarle a mamar