Mi Primera Vez. 4a parte
Las vacaciones en el camping no fueron lo mismo, todo cambió. .
Ansioso, después de un año sin ver a mi primo, nos vimos varias veces en fiestas familiares, pero no se pudo hacer nada.
Ahora con 13 años y mi primo de 15, me preparaba para unas vacaciones fabulosas.
Llegamos temprano al camping y comenzamos a descargar y a armar las carpas como siempre.
La mamá preparó algo de comer y nos dijo, después de la merienda, que fuéramos a la playa del lago.
Como me extrañó que mi primo no hubiera llegado le pregunté:
– Mamá, los tíos no han llegado aún, habrán tenido algún problema? –
– No, hijo, ellos no van a venir este año, arrendaron una cabaña en el norte, creo que es de un compañero de trabajo de tu tío –
La noticia me cayó como un balde de agua fría, el estómago se me contrajo y hasta en mi ano sentí un vacío.
Tratando de disimular la gran decepción, comencé a caminar hacia el lago, que no estaba a más de 50 metros.
– No te mpreocupes, lo vamos a pasar bien igual – dijo mi hermana tomándome de la mano.
El día transcurrió lentamente, pensando en mi primo, que estará haciendo, como lo tendrá ahora, que voy a hacer sin él.
Después de almuerzo nos acostamos en el pasto a la sombra de unos arbustos, el sol estaba muy fuerte y siempre esperábamos un par de horas.
La verdad es que no tenía ganas de nada, no dejaba de pensar en mi primo y una angustia me invadía.
Esa noche, como mis tíos no estaban y ellos jugaban cartas hasta tarde, se fueron a acostar más temprano que de costumbre.
Nosotros hicimos lo mismo, sólo que esta vez tenía que compartir la carpa con mi hermana.
Nos desvestimos y nos acostamos con ropa interior. Las noches era calurosas, especialmente dentro de la carpa debido a la lámpara a gas que además de iluminar, calentaba todo. De manera que en lugar de meterse cada uno en su saco de dormir, abrimos uno y no tapamos con el otro, lo que hacíamos con mi primo, salvo que nosotros nos acostamos desnudos.
– Tengo sueño – dijo mi hermana y se dió vuelta al otro lado, quedando en posición fetal.
Yo no tenia sueño, pensaba en mi primo y sin darme cuenta, comencé a acariciar mi miembro que rápidamente adquirió una erección al 100 %.
Con mi hermana habíamos dormido juntos un par de veces.
En una ocasión fue en invierno y el ruido de los truenos la asustaron mucho. La abracé cucharita y se quedó tranquila y nos dormimos.
En el verano de este año y después que volvimos de las vacaciones, nos despertó a media noche o de madrugada un fuerte sismo.
Nos juntamos en el pasillo, mi papá abrazaba a mi hermana y yo abrazaba a mi mamá. Después de que pasó el temblor y de las palabras de tranquilidad, cada uno volvió a su habitación.
Todavía no me había quedado dormido cuando entró mi hermana y me dijo que tenía miedo. Le habri la ropa de cama y se metió, a una semi oscuridad. Se acostó en posición fetal y me dijo que la abrazara. La vez anterior había sido igual, sólo que ésa vez los dos estábamos en pijama. Ahora estábamos con ropa interior, ella ya que yo sólo tenía una polera
Al abrazarla, sentí sus glúteos grandes, firmes y cálidos contra mí pelvis, no pude evitar mi erección contra sus nalgas protegidas por unas pantalestas que le quedaban sueltas.
Al sentir mi dureza ella volvió la cara hacia mi y vi el brillo de sus grandes y hermosos ojos. Pero no me dijo nada, volvió a tomar la postura anterior acomodando mi miembro entre sus piernas.
Con mis 12 años y con toda la experiencia que me había enseñado mi primo, me masturbaba regularmente. En una de ésas me sorprendió mi hermana, la que me preguntó que estaba haciendo. No tuve otra opción que explicarle lo que me pasaba.
Ella me había visto desnudo muchas veces, incluso hasta nos habíamos duchado juntos, pero no había visto una erección hasta ése momento.
Por lo que no puso resistencia a mi miembro. Obviamente me costó quedarme dormido sintiendo la presión y la calidez en mi miembro. Pero no pasó nada más, aparte de despertar en la mañana con otra erección, me imagino, entre sus nalgas.
Le dije que se fuera antes de que los papás se levantarán, lo que hizo rápidamente.
No volvimos a dormir juntos hasta ahora, en la carpa, y con mi miembro entre sus piernas. Era mi hermanita chica y no podía hacerle nada, pero no podía evitar las erecciónes.
La segunda noche fue igual, dormimos igual, pero no sé en qué momento ella tenía sus pantalestas abajo y mi miembro entre sus nalgas. Lo peor de todo es que despertamos en la mañana y ella estaba toda mojada.
Rápidamente tomé el papel higiénico y se lo pasé para que se limpiara y lo hizo.
No la había penetrado o éso pensaba. Después nos levantamos y nos fuimos al baño. En la ducha lavé sus pantaletas y las sequé con mi toalla.
De vuelta colgamos las toallas y la pantaleta en una rama de los arbustos fuera de la vista de la mamá.
A la siguiente noche, dormimos abrazados nuevamente pero ella no usó ropa interior, sólo una remera.
Lógicamente que mi erección fue instantánea al sentir su desnudes. Ella era muy bonita y bien formada para sus 11 años, aunque yo con 13 años no tenía un gran miembro, talvez de unos 12 centímetros de largo y delgado, lo que facilitó la penetracion anal la noche siguiente.
Ahora estaba decidido, a la noche siguiente nos acostamos semidesnudos, y le pregunté si estaba lista, asintió con la cabeza y se dió vuelta, la abracé por detrás y puse mi erección entre sus nalgas, en éso sentimos ruido y me di vuelta dándole la espalda. No pasó nada por lo que volví a abrazarla por atrás, ella se acomodó y la penetré.
– Te dolió? – le pregunté en un susurro al escuchar su quejido.
– No, estoy bien, sigue – ella se tapó la boca con una mano y seguí con mi movimiento pélvico. Había penetrado a mi primo varia veces, pero ahora era diferente, talvez porque no hay otra posibilidad, o por la sensación de hacer algo prohibido. Ella siguió quejándose con la mano en la boca, cosa que no había echo la noche anterior, entonces me di cuenta de que estaba teniendo un orgasmo, por lo que me dediqué a que lo disfrutara como lo disfrutaba yo con mi primo. Llegó el momento en que comencé a descargarme dentro de ella, fue lo mejor que me había pasado en mucho tiempo.
Nos quedamos descansando abrazados unos minutos, ella tomó el rollo de papel higiénico y me di vuelta quedando de espaldas.
Se limpio, sacó otro trozo y me pasó el rollo.
– Estás bien? – le pregunté muy despacio. Se puso de espaldas a mi lado y mirándome con sus grandes ojos brillosos asintió con la cabeza mientras seguía limpiándose con el papel entre las piernas.
En ése momento me di cuenta que la había penetrado por la vagina.
Ésa fue la primera vez que penetré a mi hermana chica, aún nos quedaba más de la mitad de las vacaciones cogiendo de noche.
Cuando volvimos, el día lunes nuestros padres se fueron a trabajar y yo seguí durmiendo.
Me despertó mi hermana metiéndose a mi cama, ahora no había quien nos escuchara por lo que mi hermana se quejó sin taparse la boca disfrutando cada estocada profunda, ella con 11 años tenía orgasmos, yo que pensaba que las niñas no tenían.
Nos quedaban más de dos semanas de vacaciones y las disfrutamos mucho.
Fin.
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